Capítulo 7: Grinmore.
-Liiiiiiibeeeeeertaaaaad.
Un grito resonó en medio de la noche, mientras el libro que había conseguido empezaba a volar por los aires, me levante abruptamente sin saber qué es lo que estaba pasado.
-50 años en esa biblioteca, al fin logre salir, ese desgraciado mago no volverá a aprisionarme.
Exclamo volando de lado a lado trazando una forma de 8 en el cielo, era la primera vez que escuchaba a un libro hablar.
-¡Rohei, es un grimorio maldito, debemos destruirlo a como dé lugar!
Grito mateo advirtiéndonos, haciendo que levantara la mirada hacia mi hermanito quien había desenfundado una de las espadas de repuesto.
-Lo suponía, Luna, Josef, no dejen que esa cosa del demonio escape.
Ordeno mi hermanito extendiendo su mano hacia el libro dando vueltas y hablando sin parar.
-[Ardan llamas del inframundo] ¡Fuego!
Exclamo mi hermanito lanzando una llamarada desde su mano la cual el libro esquivo por poco chillando del miedo mientras se desplomaba.
-¡Lo tengo!
Josef lo atrapo al instante cayendo sobre él y cerrándolo, rápidamente todos se reunieron al rededor del libro.
-Lucy mantente apartada, ese libro es peligroso
Advirtió Luna extendiendo su mano hacia mí.
-Pero...
Intente decir algo, pero claramente no me dejarían acercarme, solo podría observarlos desde la distancia.
-Bien Josef, mantenlo ahí, mateo ¿Cómo lo destruimos?
Escuche la voz de mi hermanito estando serio mientras Josef luchaba por mantener el libro cerrado.
-Noooooo, déjenme ir... ¡se los juro no soy un criminal!
Gritaba aunque no entendía de donde venía su voz exactamente.
-Se debe destruir su núcleo con magia, el fuego es lo más efectivo en este caso.
Comento mateo con seriedad haciendo que mi hermano asintiera, caminando hacia el libro, quien escucho todo al parecer, pues se había quedado en silencio, incluso juraría que lo escuche tragar.
-¡Todo menos fuego! ¡Se lo juro oficial soy inocente!
Grito palabras sin sentido intentando moverse una y otra vez, pero Josef lo detenía, entonces algo extraño ocurrió, el dragón de metal en la cubierta del libro se movió abriendo sus fauces mordiendo a Josef, aquello fue suficiente sorpresa como para que Josef lo soltara.
-¡Me mordió el libro!
Exclamo Josef completamente asustado mientras el libro escapaba dando saltos al abrirse y cerrarse una y otra vez.
-Lo siento caballeros, pero no volverán a encarcelar a este libro.
Hablo riendo intentando escapar pero antes de emprender vuelo, mi hermanito lo atapo enterrando la espalda en la cubierta del libro y clavándolo contra el suelo, por unos instantes el libro dejó de moverse, todo quedó en silencio.
-Parece que eso fue suficiente.
Suspiro mateo limpiando el sudor de su frente.
-¡Aaaaaaaaaaayyyyy! ¡Dueeeeeeleeeee!
Grito el libro de forma estridente con un dolor realmente palpable.
-¡FUEGO!
Exclamo mi hermanito disparando una llamarada desde la punta de su espalda cubriendo al libro en fuego.
-¡IIIIIIIIIAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
Pero es no daño nada al libro solo le provocó un inmenso dolor.
-¡FUEGO!
Volvió a activar el hechizo una y otra vez pero no lograba quemarlo, simplemente el libro seguía gritando con cada nuevo hechizo, esto mientras la hoja de la espalda se volvía al rojo fuego brillando con fuerza.
-¡Esto es librocidio! ¡AAAAAAYUUUUDAAAAA!
Gritaba con desesperación y miedo, tanto que me hacía sentir realmente lastima, ¿de verdad era un libro malo?
Cada vez que lo miraba sentía que no estábamos haciendo bien al respecto, que era algo completamente injusto, incluso no parecía valer la pena, pues solo observaba a mi hermanito sudando y jadeando por usar tanta magia.
-¡Hermanito detente!
Corrí esquivando a Luna y tacleando a mi hermanito tomándolo con fuerza, provocando que la espada se rompiera cayendo ambos al suelo.
-¿Lucy que crees que haces?
Me pregunto levantándose y mirándome con cierta duda y enojo, mientras yo me levantaba colocándome entre él y el libro.
-Hermanito, no creo que podamos destruir a este libro, tampoco creo que sea malo.
Hable mirando hacia el libro el cual se mantenía ocultando detrás de mí.
-¡Aléjate de ese libro, ese es un grimorio maldito!
Exclamo Mateo apuntando con su vara hacia el libro quien soltó un chillido moviéndose como si mirara a los lados.
-No pueden tratar así a un grandioso libro de 300 años de antigüedad, tampoco soy un sucio grimorio maldito, no señor, yo soy un venerable grimorio maestro.
Hablo el libro claramente indignando, mirando como todos intentaban matarlo a cualquier precio.
-No creo que sea normal que un libro hable.
Interrogo mi hermano desenfundando su espada, la hoja radiante.
-Simple, he conseguido la sabiduría suficiente como para poder hablar.
Comento, el libro con algo de temor, pero igual con cierto tono arrogante.
-Hablar no es sinónimo de inteligencia.
Sentencio Luna apuntando su varita hacia él.
-Nunca dije eso señora maga blanca, lo que digo es que no soy alguien malo, solamente soy un prófugo de la falsa justicia de Miss... un momento eso no sonó muy bien.
Se dijo a si mismo pensando levemente, claramente no le había ayudado ese comentario, mientras Luna se enojaba considerablemente.
-Lo siento libro, pero no podemos arriesgarnos a que seas algo peligroso.
Mateo levanto su vara a punto de agitarla.
-Entonces, así es como quieren jugar... ¡aprendan a respetar a sus mayores!
Exclamo el libro abriéndose haciendo que sus hojas empezaran a moverse rápidamente comenzando a brillar con fuerza, de inmediato surgieron una docena de cadenas doradas de entre sus páginas avanzando como un relámpago, atrapando a Mateo en un segundo, Josef intento escapar para tomar su espada, pero fue atrapado y colgado de cabeza. Luna desenfundo su espada al instante logrando cortar dos cadenas de luz, pero la tercera la tomo de la espalda y la sometió, mi hermano fue el que más tardo en pie, luchando contra las cadenas a toda velocidad, ni siquiera atrapar su espada funcionaba, pero solo una basto para acabar haciendo que la gran mayoría de cadenas lo atrapa envolviéndolo en una esfera dorada.
En menos de un minuto había sometido a los 4, sin que yo pudiera ni siquiera mover un dedo, el libro los hizo levitar colocándolos frente a él.
-Disculpa señorita por ser tan busco con tus familiares, pero son tan tercos que no podía hablar con ellos.
Se dirigió hacia mí, solo en ese momento pude notar como su dragón metálico movía su boca al hablar, incluso su ojo de rubí hacía gestos y se movía sobre la cuenca de su ojo.
-Pero, no les hagas daño, ellos solo querían protegerme.
Dije con preocupación mirando al libro, pues no sabía que hechizos podría almacenar.
-No voy a hacerles ningún daño, pero si quiero que me prometan una cosa, me dejaran ir olvidaran que me vieron, por su desconfianza he decidido que no son dignos de que yo les enseñe los secretos de la magia.
Hablo el libro con un claro enojo, sintiéndose indignando mirando hacia cada uno de ellos.
-Mateo ¿el libro nos está dando un sermón?
Pregunto Josef mirando hacia Mateo quien solo asintió.
-Exactamente, ¿Luna no puedes hacer nada? ¿O Rohei no puede hacer algo para acabarlo?
Pregunto Mateo viendo hacia Luna, quien se mantenía más tranquila.
-No, no puedo hacer nada, no soy buena con la magia no verbal, además estoy segura que si abro mi boca para cantar cualquier hechizo acabare como Roe.
Comento soltando un suspiro para después sonreír un poco.
-Por ciento Roe está bien, furioso y con ganas de volver ese libro en cenizas, pero bien, no siente dolor pero se está forzando por liberarse... solo me preocupa que se desmaye.
Al escuchar las palabras de Luna, abrí mis ojos con preocupación, pues no quería que mi hermanito sufriera.
-Oye, señor libro.
Le pregunte mirándolo con mis ojos más grandes que podían, intentando manipularlo de alguna forma.
-¿Qué paso pequeña querubín?
Se dirigió hacia mí mirándome con curiosidad.
-Podrías liberar a mis amigos, ellos no te harán nada.
El libro me miro entrecerrando su ojo analizándome para luego mirar hacia los demás.
-Mateo, ¿estás seguro que este libro es peligroso?
Pregunto luna interrogando a mateo quien soltó un suspiro negando con su cabeza.
-No, los únicos libros parlantes que he visto hasta la fecha han sido grimorios poseídos por demonios que mi tía estudiaba.
Comento Mateo haciendo que todos lo viéramos con dudas, incluso el libro lo juzgo con su mirada.
-Dime con quién andas y te diré quién eres.
Hablo el libro dejando todos en el suelo para después hacer desaparecer las cadenas doradas haciendo que todos quedaran libres, mi hermano fue el primero en ponerse de pie encontrándose claramente más tranquilo.
-Entonces dices que no eres un libro malvado, no puedo dejarte ir sin que me demuestres que no eres una amenaza.
Comento mi hermanito con un tono serio acercándose al libro quien se encontraba flotando.
-Luego hablare contigo Mateo.
Susurro mientras Mateo se encontraba de espaldas con sus brazos cruzados.
-Ya todos sabemos que mi tía esta mas loca que una cabra en celo.
Acto seguido recibió un fuerte golpe de Luna en su cabeza haciendo que todos nos que daremos en silencio.
--¡No estés diciendo cosas así, es de muy mal gusto!
Le recrimino Luna mientras Mateo se quejaba por lo bajo.
-Ese golpe si debió doler... pero lo culpen al mago elemental, entiendo su temor, sin embargo tampoco permitiré que me vuelvan a sellar y encerrar en una biblioteca, los libros son para leer no para cerrarse eternamente y que nadie pueda acceder a su conocimiento.
Explico con una clara frustración, para después soltar un suspiro.
Aunque en mi caso me seguía debatiendo el significado de esa frase de Mateo, no entendía porque le pasaría eso a una cabra.
-Oye Josef, ¿Por qué una cabra sentiría celos?
Pregunte a Josef acercándome a él, tomándolo desprevenido haciendo que el sonriera un poco antes de mirarme.
-Porque a las demás les dieron más comida.
Me respondió levantando su dedo índice y mirándome pareciendo aguantar la risa, aunque su explicación tuvo todo el sentido del mundo, pues me recordó a cuando Mary se enojaba cuando no le dejaban pastel o chocolate.
-Además ya están libres, así que yo me voy... a ver... para empezar ¿dónde estamos?
El libro avanzo flotando hacia el camino observo a ambos lados solo viendo oscuridad, escuchándose el aullido de los lobos a la distancia para después nuevamente girar, entonces yo sonreí.
-Bueno, parece que al libro inmortal le da miedo la oscuridad.
Dije sonriendo un poco, aunque en ese momento mi hermanito me tomo de la oreja, jalándola, provocando mucho dolor mientras me llevaba hacia el carro de nuevo.
-Ve a dormir, estas castigada.
Me hablo con seriedad dejándome sobre una manta.
-Pero...
-Me atacaste, y casi nos lastimas a todos, hablare con el libro y luego decidiré bien si tu castigo será más largo o solo quedarte sin cenar hoy.
Mi hermanito me interrumpió, bueno esperaba que algo así sucediera, así que solo me cruce de brazos y caí sobre la manta como un tronco, observando la situación desde la distancia.
-Bien libro, pruébame que no eres una amenaza o si no buscaremos la forma de sellarte hasta llegar a la siguiente ciudad a ver si ahí te investigan.
Hablo mi hermanito haciendo que el libro prácticamente tragara saliva.
-Bueno, para empezar fui un libro de un general de Skyland hace 50 años, no contare sobre mas, pero el punto fue que me encontraron los de Miss y me atraparon colocaron un sello sobre mi porque era propiedad del enemigo y me encerraron en una celda... bueno un librero para ser exactos, luego un día caí del librero como pude me oculte hasta que llego la niña.
Explico hablando y tartamudeando algunas veces, pero eso no le pareció darle mucha confianza a mi hermanito.
-Así que eres de Skyland, seguramente tu señor murió en combate entiendo.
-Si... por eso no quiero hablar sobre eso, pero, como prueba de mi inocencia, te mostrare algo.
El libro se acercó a mi hermanito abriéndose par que él lo leyera, al igual que Mateo y Luna quienes estaban para aconsejar a mi hermanito.
-Estos... son hechizos impregnados, muchos son muy complejos.
Hablo Mateo analizando una parte de las hojas.
-Pero... ninguno es un hechizo ofensivo, incluso cadenas de luz es un hechizo que no está pensado para matar, por ejemplo, en tu caso Rohei, las cadenas no te causaron ningún daño.
-Solo me contuvieron Luna, aun así me trajo algunos dolores, aunque fueron provocados por mi propia fuerza.
Comentaron mientras analizaban el libro con cuidado, el cual se notaba incomodo, así pasaron unos minutos hasta que finalmente se rindieron.
-Efectivamente no tienes nada que podamos etiquetar como señal de peligro.
Hablo Luna soltando un suspiro aliviado.
-La ausencia de evidencia no es señal de inocencia.
Refuto Mateo cruzando sus brazos mientras mi hermanito estaba entre ambos.
-La magia puede dañar de distintas formas, tampoco quisiera lidiar con un libro parlante que nos odia por mucho tiempo.
-Ni yo con unos caballeros tan desconfiados.
Hablo el libro levantando su voz con algo de enojo.
-Bien este es el trato, nos acompañas al siguiente pueblo ahí te vendemos a un mercader y luego ya haces tú lo que quieras.
Hablo mi hermanito cruzando sus brazos ofreciendo un acuerdo al libro, algo que nos alertó a todos pues no parecía ser algo con mucho sentido.
-Bueno no me alegra la idea de que me vendan por bajo precio, pero si así puedo ser libre, pues seré libre de escoger a mi siguiente amo, y ustedes ganan unas monedas, es un ganar y ganar.
Hablo el libro con algo de alegría, asintiendo, sacando una cadena de luz de sus hojas para colocarla frente a mi hermanito.
-Toma esto como si fuera una mano, si sellamos el traro de hombres.
Propuso el libro, al estrechar sus manos el trato se cerró.
Al ver eso solté un suspiro recostándome contra mi espalda mirando hacia el cielo, realmente me hubiera gustado hablar con el libro, pues los grimorios contenían hechizos para aprender, me hubiera encantado aprender sus secretos.
Aunque igual me enojaba que no pudiera leer aquel libro, sin dudas ese grimorio me había engañado.
Lentamente caí dormida, el hambre no fue suficiente para impedir dormirme sin tener que preocuparme por los moquitos o por algo más.
***
La mañana siguiente llego no sabía que había pasado durante la noche, sin embargo me despertó un sonido extraño, el sonido de unas ramas rompiéndose, junto con unas garras rasgando la madera.
-¡Aléjense ratas gigantes! [¡Hielo!]
Exclamo Mateo, su grito me despertó al instante levantándome mirando hacia los lados, aquello tambien alertó a los demas al instante.
-¡Noooooooo auxilioooooooo!
Un grito estridente se hizo escuchar mientras giraba hacia la carreta mirando dos enormes criaturas peludas con colas escamosas, una llevaba un trozo de madera de la carreta entre sus garras, pero la segunda levaba entre su boca al libro.
-¡Aléjense!
Grito mateo otra vez invocando un rayo para espantarlos, aunque el hechizo golpeo al monstruo que llevaba la tabla de madera, mientras el segundo huía hacia el pastizal rápidamente.
-¡AYUUUUUDAAAAAAA ME VAN AA COMEEEEEER!
Escuche el libro gritar mientras me levantaba y corría para intentar alcanzarlo, pero me detuve al estar al otro lado del camino.
-Tenemos muy mala suerte, pero por suerte esos castores gigas no destruyeron la carreta.
Comento Josef caminando hacia el cadáver del monstruo, como decía era un castor casi tan grande como un hombre adulto, con una cola en forma de remo cubierta por escamas, sus dientes eran enormes casi como dagas, su nariz era escamosa teniendo cinco escamas las cuales llegaban hasta su frente terminando en un cuerno hacia atrás.
-La piel de los castores gigas son muy buenas para abrigos, creo que podrías venderlas Roe.
Comento Luna analizando la presa, sin embargo a mí me preocupaba algo más, por lo que avance hacia mi hermanito quien miraba el daño recibido hacia la carreta.
-Hermanito, se llevaron al libro.
Hable con preocupación sabiendo que él estaba pasando por mucho miedo.
-Lo sé, pero... no podemos desviarnos, seria perder mucho tiempo... además él dijo que quería ser libre, y no creo que esos castores puedan hacerle daño alguno.
Por primera vez en mucho tiempo mi hermanito realmente me había hecho enojar, sin pensarlo camine hacia mi mochila tomándola junto con mis cosas preparándome para salir en su búsqueda, tras ello volví a correr hacia el pastizal mirándolo antes de girar hacia mi hermanito.
-Lucy, ¿Qué estás pensando hacer? ¿Sabes cuantas reglas estas rompiendo?
Me pregunto dando un paso hacia el frente ante lo cual yo hice lo mismo.
-Lo se... pero tu tambien estas rompiendo muchas reglas, no ayudas a alguien en peligro... rescatare al señor libro y si tu no me quieres ayudar entonces iré yo sola.
Dije dándole la espalda comenzando a caminar avanzando hacia la dirección que el castor gigas había tomado intentando buscar sus huellas, sin embargo pronto una sombra me cubrió.
-No lo encontraras así, para empezar ni siquiera te he enseñado a rastrear.
Hablo mi hermanito portando su espada y su escudo montando a Coco, el extendió su mano hacia mí.
-No pienses que regresare.
-No seas tan terca, tampoco hubiera necesitado a Coco para atraparte, sube, vamos a buscarlo.
Me hablo haciendo que yo sonriera y asintiera subiendo con el rápidamente sentándome al frente, permitiéndome una vista más alta.
-Mira Lucy a lo lejos hay una zona sin árboles, parece que hay un lago o rio cerca, así que ahí debe dirigirse el castor, lo alcanzaremos rápido.
Hablo comenzando a hacer que Coco avanzara a paso rápido mientras yo miraba hacia la dirección que él me había dicho, observando pronto una estructura de madera a lo lejos, la cual me recordaba a la presa que había visto ayer.
-Los castores gigas no son muy poderosos, pero suelen vivir en familias, sus lagos se les llaman castillos de madera, porque siempre hay muchos viviendo en un solo lugar, viven rodeados de agua pero en el centro tienen un nido de madera enorme, casi impenetrable.
Al acercarnos más pude ver de lo que habla mi hermanito, encontrándonos frente a un lago de tamaño considerable en donde justo en medio había una estructura de madera alzándose unos 12 metros sobre el agua luciendo imponente pues abarcaba todo el centro del lago.
-Se dice que su castillo puede resistir el embate de un dragón.
Trague saliva al escuchar las palabras de mi hermanito.
-¡SOCORRO!
El grito del señor libro me trajo a la realidad haciendo que girara para intentar identificar de donde venía su grito.
-Ya lo vi, está por la represa.
Exclamo mi hermanito señalando al cauce de un rio, siendo esa la estructura de madera que habíamos visto antes, rápidamente mi hermanito dio la orden a Coco de correr hacia esa presa sin embargo se detuvo al ver varios castores en el lugar arreglando una fuga de agua.
-...Eso se ve peligroso.
Dije reconociendo que los castores podrían herirnos.
-Debemos buscar a los demás, o esto se pondrá demasiado feo para los dos.
-¿Y no podrías volverte otra vez una bolita de fuego llena de odio?
-No es necesario, a menos que debamos escapar.
Comento dándole la orden a Coco de regresar a la carreta con los demás.
En poco tiempo regresamos con los demás, para ese momento el resto de nuestro quipo ya se encontraba listo, con todo guardado para partir.
-¿A qué nos enfrentaremos general?
Pregunto Josef con las manos en la cintura.
-A un ejército de castores gigas, tal vez unos 10, si tenemos mala suerte.
Comento mi hermanito bajando y caminando hacia la carreta donde comenzó a colocarse su armadura para el combate.
-Entonces es un nido grande.
Mociono Josef mientras yo esperaba sobre Coco acariciándolo.
-Bien, tengo entendido que los castores gigas no son muy peligrosos.
Pregunto Luna con cierto tono pensativo.
-Sus garras no son demasiado peligrosas, pero siguen siendo garras, sus dientes y su mordida es lo peor, así que eviten esos mismos.
Comento mi hermanito analizando la situación mientras se colocaba su armadura.
-Entonces mejor me mantengo en la retaguardia.
-Probablemente te superen en fuerza, pero no son tan rápidos, aun así superarían a cualquiera de nivel 1.
Respondió mi hermanito ante las palabras despreocupadas de Mateo.
-¿Incluso al campeón de Horizon?
En ese momento Luna lanzo la pregunta hacia mi hermanito, quien simplemente mostro una sonrisa hacia ella.
-Tal vez, pero ahora somos más fuertes, aun así hay que evitar confiarnos, nuestra misión es solo recuperar al libro parlante.
Hablo mi hermanito bajando de la careta portando su armadura. Tras ello engancho a Coco a la carreta, dejándolo junto al camino mientras avanzábamos hacia la presa de los castores, mi hermanito y Luna avanzaban al frente mientras Mateo y Josef avanzaban atrás conmigo en medio nerviosa por participar por primera vez en una misión con mi hermanito, en definitiva no sería como enfrentarse a los hongos del bosque.
Al llegar fuimos rio abajo para no asustar a los castores y ponerlos en alerta, observando la situación ahora solo parecían haber tres, dos arriba de la presa y uno abajo golpeando la presa con su cola, ahí se podía ver un riachuelo en lo que alguna vez había sido un rio extenso.
-Vaya, no me esperaba que fuera algo tan grande, creo que el rio media unos 20 metros de ancho... debería ser un afluente del rio Taurus y miren esa presa, mide al menos 6 metros de alto es casi como una muralla de madera y lodo.
Comento Josef analizando la construcción mirando a los castores moverse.
-Sin embargo parece que algo daño la presa hace poco, están intentando repararla.
Añadió mi hermanito cosa que me sorprendió pues desde aquí no notaba nada de nada.
-Entonces debemos tener cuidado de no dañarla, podría causar problemas a los agricultores de las cercanías... bueno si es que hay.
Comento Josef con preocupación mientras el resto esperábamos instrucciones.
-En ese caso recomiendo dos cosas, Mateo y Josef vayan a la orilla opuesta, Roe y yo iremos hacia adelante desde aquí mientras Lucy ira a rescatar al libro, debieron usarlo para reparar la represa, luego cuando lo tome Mateo y Josef la escoltaran y huiremos hacia la carreta.
Hablo Luna proponiendo un plan tazándolo en la arena con una rama.
-Los castores protegerán la represa, pero dudo que salten desde 6 metros de altura, además Lucy no es una amenaza, seguro se enfocaran en nosotros.
Añadió Josef ante lo cual mi hermanito asintió.
-Bien, Lucy si te encuentras con un castor de frente no lo combatas cuerpo a cuerpo mantente lejos de él, y usa magia como confusión para huir.
Me explico mi hermanito cruzando sus brazos no estando tan seguro, pero yo asentí, aunque sabía que esas criaturas eran enormes, casi tan grandes como Josef parecidas a ratas, pero debía ser valiente y rescatar al señor libro.
-Entonces Lucy vienes con nosotros.
Hablo mi hermanito, dándole la señal a Mateo y Josef para cruzar el rio rápidamente corriendo llamando la atención de los castores quienes rápidamente se pusieron en alerta deteniendo su movimiento, pero solo observándolos.
Entonces mi hermanito y Luna se movieron avanzando hacia el frente, los seguí al instante observando las reacciones de los castores gigas, uno de los que estaban sobre la represa salto al agua mientras el otro avanzaba hacia el lado opuesto, por otro lado el que se encontraba abajo empezó a escalar la pared de madera hasta llegar arriba.
Josef tomo su rifle preparando el disparo, mientras estaba al otro lado de la presa, jalo el gatillo disparándole al castor que había trepado derribándolo hacia el muro cayendo sobre el riachuelo.
-¡Lucy ahora!
Exclamo mi hermanito viendo que por el momento no había ningún castor gigas en el rio, asentí comenzando a correr hacia el centro del rio.
-¡Señor libro donde estas!
Grite con fuerza intentando ubicarlo, mientras escuchaba como algo salía del agua una y otra vez, las sombras de un par de castores sobre la represa me hizo levantar la mirada para observarlos.
-¡Aquí estoy pequeña querubín!
Exclamo el libro mientras yo observaba a esos dos castores correr hacia ambos lados del rio, encontrándose con mi hermanito y Luna, quienes ya se estaban enfrentando a un castor, mientras que por el lado opuesto Josef había dado muerte a un castor teniendo que enfrentarse a otro, Mateo parecía estar cantando un hechizo.
Rápidamente corrí hacia el sonido que el señor libro había emitido, llegando hasta el cadáver del castor gigas, vi su sangre y sentí cierto pavor, junto con un gran asco.
-¡Ayúdame pequeña, sácame de ese cementerio!
Exclamo el señor libro casi aterrado, por lo que avance hacia el muro buscando alguna señal de magia buscando entre el lodo y los palos alguna señal del señor libro más que su voz.
***
Con forme pasaba el tiempo los castores comenzaban a acumularse, entre Luna y yo habíamos matado a los dos primeros, sin embargo antes de darme cuenta tres más ya estaban saliendo del agua, mientras varias docenas de castores gigas comenzaban a moverse por el agua.
-[Ardan llamas del inframundo]
Exclame lanzando una llamarada contra los castores frente a nosotros, sin embargo el fuego apenas pareció herirlos o asustarlos provocando que se alejaran por un momento para luego reagruparse, volviendo a avanzar hacia nosotros solo que su número ahora había aumentado.
Tuvimos que retroceder un poco, debíamos guardar nuestra distancia ante estos castores gigas, quienes eran casi del tamaño de osos medianos.
Entonces pude ver uno comenzar a abajar la empalizada teniendo en su mira a Lucy.
-No lo harás [atravesar]
Sin pensarlo lo ataque arrancándole su cabeza de un tajo matándolo al instante, inmediatamente subí a la represa teniendo conocimiento de que esto no le agradaba a los castores.
Esta era tan ancha como unos 2 metros pero era difícil mantener el equilibrio debido a la madera podrida y quebradiza bajo mis pies siendo extremadamente resbaloso.
Dos castores me rodearon saliendo del agua desde ambos lados, el primero se abalanzo a hacia mí con sus colmillos teniendo que bloquearlo con mi escudo sintiendo su peso, mientras el segundo levanto su cola, plana y escamosa tan grande como su cuerpo, intentando golpearme con esta, como si de un mazo se tratase, rápidamente ataque volviendo a activar atravesar cortando su cola mientras repelía al primero lanzándolo contra el suelo de la represa para acabarlo con una puñalada a su pecho mientras el segundo chillaba por la pérdida de su cola.
Ante de darme cuenta el segundo se abalanzo contra mi levantándose en dos patas atacando mi armadura con sus garras e intentando derribarme, mientras abría si boca, sin pensarlo di un salto hacia atrás empujándolo para hacerlo caer de espaldas.
Entonces ocurrió un estruendo, un hechizo de Mateo impacto contra la empalizada haciendo que esta se moviera comenzando a crujir, dándole tiempo al castor gigas de que este escapara, mientras yo caía sobre la presa al perder el equilibrio.
-¡Roe baja de ahí la presa no es segura!
Exclamo Josef, mientras yo me levantaba, sin aviso, una gigantesca cola plana salió del agua, golpeándome con fuerza y lanzándome hacia el centro de la empalizada cayendo sobre el agua, rápidamente me aferre a la madera saliendo del agua, aunque ahora había perdido la hoja radiante, la busque por los lados temiendo que hubiera caído en el agua.
Sin embargo pronto aquello quedó en el olvido, pues frente a mi apareció un castor gigante, era más grande que un oso de gran tamaño, sus garras eran enormes en comparación, sus dientes eran tan afilados como espadas, su cuerpo estaba lleno de cicatrices y flechas, mientras que en los otros castores había un cuerno, en este habían 3.
-Tenía que ser un rey castor gigas.
Susurre mientras desenfundaba de mi escudo la espada de repuesto.
***
-[¡Relámpago!]
Escuche el grito de Mateo, para luego sentir un estruendo recorriendo la presa haciendo que esta temblara.
Intente gritar, pero antes de hacerlo pude ver al señor libro emergiendo.
-¡Ayudaaaa me están aplastaaandoooo!
Exclamo el señor libro, rápidamente cori hacia él, la tierra a su alrededor se sentía húmeda, sin embargo mientras excavaba para sacarlo sentí una corriente de agua entre mis manos.
-Apréstate niña, esta agua es demasiado fría para mi gusto, y tampoco quiero que te enfermes... busca un palo y sácame de aquí.
Hablo el señor libro algo impaciente, por lo cual rápidamente intente buscar entre la madera algún palo que estuviera flojo, pero todos estaban apretados entre sí, no podía mover ni siquiera uno, luego intente sacar al señor libro con mi propia fuerza, pero era demasiado resbaloso.
De repente escuche un sonido metálico seguido de un golpe seco y un segundo golpe metálico, inmediatamente mire hacia los lados viendo la espada de hoja azul de mi hermano en el riachuelo, rápidamente corrí hacia ella tomándola de la empuñadura y levantándola con algo de dificultad, al levantarla esta libero un destello azul diferente a cualquier otro, sentí una magia poderosa corriendo por su interior mientras su brillo me hipnotizaba.
Empuñe el arma sintiéndose casi parte de mí, su peso se sentía pero tampoco demasiado, aun así sentía que era demasiado grande para mí.
-Cierto, el señor libro.
Dije rápidamente corriendo hacia el señor libro con la espada de mi hermanito, no había encontrado una rama, pero tal vez la espada funcionaria.
De una estocada la enterare a un costado del libro colocándola la hoja de forma horizontal, pues sabía que si lo hacía de forma vertical la hoja solo se doblaría. Entonces empecé a empujar con todas mis fuerzas hacia la izquierda, empujando hasta que mi cara se puso roja, usando todo lo que podía, pronto el libro comenzado a moverse, antes de salir disparado mientras yo caía a un costado del riachuelo empapándome.
Rápidamente corrí hacia el señor libro limpiando un poco su suciedad con mi ropa.
-Oh, pequeña querubín, que bueno verte... pero será mejor correr.
Hablo, con preocupación, mientras escuchaba como la represa comenzaba a crujir una vez más.
-La represa va a caer.
Mis ojos se abrieron mientras observaba como el flujo del agua que salía de la presa se había convertido en un fuerte chorro.
-¡MATEO, JOSEF, HERMANITO LA PRESA VA A CAER!
Grite con fuerza corriendo hacia la espada se mi hermanito tomándola entre mis manos. Mientras los demás abrían sus ojos, Mateo y Josef rápidamente comenzaron a correr hacia el otro lado a través del camino pasándome rápidamente.
-¡Corre Lucy!
Exclamo Josef ante lo cual asentí dando unos pasos, pero al hacerlo me encontré frente al castor gigas que había derribado Josef, este tenía una herida de bala en su brazo izquierdo, por lo cual se había levantado sobre sus patas traseras pareciendo enorme en comparación mientras obstruía el paso, si corría hacia atrás acabaría lejos de los demás sin saber cómo regresar, pero tampoco podía enfrentarlo.
Aquello me recordó al enfrentamiento contra aquel mostro rana, no sabía qué hacer, como actuar solo estaba paralizada con la espada de mi hermanito en ambas manos, mientras sostenía al señor libro bajo mi brazo.
-Niña hay que correr, rápido esa cosa es más poderosa que tú.
Hablo el señor libro mientras yo sentía mis brazos temblar mientras sujetaba la espada de mi hermanito, el castor me observaba mostrándome los dientes mientras levantaba su brazo derecho.
¿Qué debía hacer?
El flujo de agua cada vez era más continuo.
Mi voz siquiera era capaz de gritar y menos cantar un hechizo.
Entonces...
Ataca...
Un susurro llego a mí ordenándome, haciendo que yo balanceara la espada por instinto su punta corto la piel del castor abriéndole una herida haciendo que retrocediera tropezándose con las piedras y cayendo al suelo.
Huye...
Escuche una vez más empuñando la espada y comenzando a correr hacia la horilla.
-¡No corras con eso!
Exclamo el libro abriéndose bajo mi brazo comenzando a volar, para atrapar la espada de mi hermanito entre sus hojas arrebatándola de entre mis manos, mientras avanzábamos hacia la orilla llegando con los demás, pero ahí no estaba mi hermanito, al girar pude verlo luchando contra un castor enorme, casi del doble del tamaño de los castores a los cuales habíamos enfrentado.
El agua que salía del agujero se había vuelto un torrente imposible de detener mientras las fugas por el centro comenzaban a extenderse.
-¡Hermanito sal de ahí!
Grite con todas mis fuerzas, mientras extendía mis manos hacia el castor.
-[Gira y desoriéntate, pierde el rumbo pierde tu mente] ¡Confusión!
Exclame hechizando al castor haciendo que este se desorientara permitiéndole a mi hermanito golpearlo y derribarlo de la presa, hacia el lado más seco golpeado varios troncos empeorando la fuga de agua.
-[Fury]
Exclamo mientras comenzaba a correr dando un poderoso salto mientras se envolvía en un aura carmesí atravesando toda la presa para caer en el pastizal junto a esta, justo en ese momento la presa se rompió libreando una enorme cantidad de agua hacia el rio llevándose a varios castores hacia un rumbo incierto, mientras observaba como al otro lado habían varios castores fallecidos.
Sin pensarlo corrí hacia mi hermanito para abrazarlo mientras el libro me seguía con su espada.
-Misión cumplida.
Grite abrazándolo mientras el descansaba sentándose para luego mirar hacia atrás observando el rio volverse a formar, pero mostrando una sonrisa cuando vio al señor libro y su espada.
-Creo que si... gracias Lucy por recuperarla.
Agradeció tomando la espada del señor libro.
-Bien, ahora seguiremos con el trato.
Dijo mi hermanito dirigiéndose hacia el señor libro.
-Olvida el trato caballero ígneo, me quedare con Lucy, ahora le debo la vida por rescatarme... y a todos ustedes, muchas gracias.
Hablo el libro, agradeciéndonos a todos haciendo una leve reverencia.
-Bueno, creo que ahora sabremos mejor si es bueno o malo.
Comento Luna, mientras Josef ayudaba a mi hermanito a levantarse.
-Eso lo decidirá su calidad de hechizos.
Agrego Mateo.
-Oye Roe, ¿porque no derrotaste a ese monstruo de un atravesar?
Pregunto Josef mientras mi hermanito se enseñaba la empuñadura de una espada de repuesto de mi hermanito, solo que sin la hoja.
-Porque el castor se comió mi espada, gracias a Lucy fue que pude escapar.
Me agradeció mi hermanito.
-Lo único malo de esta aventura, fue que ahora dejamos a los castores sin su lago, y bueno espero que no afectemos a alguien más.
Comento el señor libro, aquello hizo que los demás suspiraran, aunque entendía su preocupación, por ello solo solté un suspiro antes de que todos regresáramos a la carreta.
-Bien, creo que nos llevaremos al castor gigas que mataste Mateo.
Hablo mi hermanito viendo el cadáver del castor colgando de un árbol.
-Ya le saque las vísceras y deje que la sangre saliera por sí misma.
Comento Josef mientras bajaba a la criatura.
-Entonces por eso luchaste en pijama.
Le pregunte mientras el asentía levantando su pulgar.
-Yo no uso pijama, y menos en una expedición pequeña Lucy.
Comento Josef sonriendo mientras Luna se acercaba al castor.
-Entonces ya tenemos algo que vender.
Agrego Luna cruzando sus brazos e inflando su pecho.
Una vez con el castor cargado partimos de nuevo sobre la carreta de la cual Coco tiraba. Sin embargo a un kilómetro de distancia vimos un campo de trigo inundado. Nuestras acciones parecían repercutir en los demás, en silencio lo observamos por unos minutos.
-Los castores le habían quitado el agua a esos granjeros... ahora ustedes se lo devolvieron, pero tampoco fue una buena acción.
Comento el libro haciendo que lo miráramos, de inmediato mi hermanito lo tomo con su mano mirándolo con algo de enojo haciendo que el libro temblara.
-Lo siento caballero ígneo, eso estuvo de más... cierto, aun no nos presentamos, mi nombre es Grinmore.
-Mucho gusto Grinmore, yo soy Rohei Castelar, ahora, si me disculpas...
Tras mostrarle una sonrisa enojada mi hermanito guardo a Grinmore en una bolsa llena de otros libros y papeles.
-¡NOOOOOOO AYUUUUDAAAAA! ¡ESTA OSCUROOO!
Buenos días o buenas noches, hoy tocó publicación el jueves, jaja disculpen pero los miércoles suelo estar un poco más ocupado, tal vez mejor cambie los días de publicación a los jueves. Pero eso lo pensaré después, ahora es momento de preguntarles ¿Que tal les pareció el capítulo?
¿Les gustó el personaje de Grinmore? Jaja a mí me divirtió mucho agregarlo.
Grinmore: el venerable grimorio maestro, se encuentra lleno de misterios, sobre sus hojas se encuentra todo tipo de conocimientos, sin embargo no los compartirá con cualquiera.
Sin más que decir, les agradezco por haber leído el capítulo de hoy, cuídense y que las gemas los protejan.
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