Capítulo 25: Por siempre a tu lado.
El coro de llantos y sollozos plagaban el cementerio de Paradise, aquel lugar se había vuelto el más activo con miles de habitantes reunidos, padres enterrando a sus hijos, hijos enterrando a sus padres, abuelos llorando por sus nietos, nietos llorando por sus abuelos, todos sin excepción habían perdido a alguien, no importaba lo cercano que fuera.
Los soldados enemigos también tenían su sepulcro en fosas comunes sin que nadie los velara, sin nombres ni gloria.
La ciudad por dentro era un desastre, los cuerpos aun no terminaban de recogerse, cientos de edificios habían sido derribados dejando a muchas familias sin hogar, la reconstrucción no llegaría pronto, aunque ya se estaba planeando.
En la torre de Paradise los generales restantes se habían reunido con los líderes de la nación, sin embargo, habían sillas vacías, una de ellas nunca podría volver a ser ocupada por la misma persona.
–Este lugar se siente tan vacío.
Cuatro sillas estaban desocupadas, todos en la habitación sentían una profunda sensación de derrota.
El alcalde Hilgo estaba con la cabeza abajo, con una mirada llena de depresión.
–Muchas vidas se perdieron...
Comento Hilgo decepcionado de sí mismo, por no haber podido hacer nada más que ocultarse como una rata.
–Este golpe fue muy fuerte, ¿Cómo es posible que todo fallara?
Dijo Lucios el líder de Runus bufo dando un golpe a la mesa con cólera, haciendo que la madera de la mesa se agrietara levemente.
–...No puedo creer lo que ocurrió.
Comento Lionel Grad un general de pelo castaño y ojos verdes, su voz se notaba llena de decepción hacia sí mismo.
–Es una lástima, perdimos muchos buenos caballeros jóvenes.
El general del sur, Connod hablo con tristeza secando el sudor de su frente con un pañuelo.
–Nare, despertó hace unas horas, ahora solo reposa, sus heridas aún no han sanado por completo... pidió que sea la última en ser curada.
Hablo Hilgo soltando un suspiro hablando de su amiga Atradishe.
–El cuerpo del general Hansel será enterrado antes del anochecer, por suerte el general Igor ya se encuentra fuera de peligro.
Termino de completar hablando con cierta suavidad, apretando sus puños, su frustración era evidente.
–Con esto el senado y lo nobles podrían ponerse en mi contra para arrebatarme mi posición como líder... dudo que pueda conservar mi posición por mucho tiempo.
Muchos de los nobles ahora lloraban la muerte de alguno de sus preciados hijos, mientras que otros ahora tenían una familia que guiar, aun así habían muchos que verían esto como una oportunidad. Dentro de esta posibilidad había otra aún más siniestra.
–Los iluminados... si se apoderan de mi puesto...... aun somos vasallos de Lucios, esta vez dependeremos de su inteligencia y su astucia para mantenernos a salvo... también dependeré de ustedes.
Los miro a los tres levantando la cabeza.
–Rohei, mientras mi tiempo como líder se extingue, el de él, surge de las cenizas.
Solamente lucios el líder de Runus asentía antes tales palabras, los demás no sabían que palabras decir.
–Aun es inexperto, por eso debemos apoyarlo, cuando esté listo, sus decisiones determinaran el futuro... solo me preocupa saber que ocurrirá con Paradise antes de que eso ocurra, aun considero que es muy pronto para enviarlo a Runus, sin embargo pronto llegara su momento.
Comento Lucios cruzando sus brazos, pensando en el futuro de ambas naciones hermanas.
–Si...pronto preparare mi renuncia, los generales no pueden dividirse en bandos, no podemos dejar que Paradise se caiga a pedazos.
Esta vez los generales estuvieron de acuerdo, aunque tambien corrían el peligro que el alcalde Hilgo tuviera razón, todos habían cometido errores, pero tampoco había forma de evitaran cometerlos, pero, pese a todo esto había una realidad que debían aceptar.
–Una nueva era de guardianes está a punto de comenzar.
Completo Lucios mirando por la ventana, en dirección al oeste donde había surgido aquel pilar de fuego.
***
–¡Roe!
Lucas grito con fuerza mientras corría hacia mi compañero solo para ver cómo era asesinado por la lanza céfiro de Emma, mientras escuchaba su risa burlona.
–Roe, hay que reagruparnos.
Gire viendo en la oscuridad a Sebas quien se paraba frente a mí.
–No, debemos retirarnos, ¡no podremos ganarle!
Exclame, solo para ver como una llamarada atravesaba a Sebas mientras me mostraba un rostro sonriente.
–¡Hermano!
Grito Santiago corriendo hacia mí solo para ser evaporado por una llamarada. Estaba atónito mirando a mis compañeros muertos, intentaba entender el que había pasado, mientras la risa de Emma resonaba en mis oídos y en todas partes.
–Ayuda...
Un leve gemido de Erika llego a mi oído haciéndome girar hacia atrás, viendo a Emma flotando en el aire sujetando del cuello a Erika mirándola sádicamente, mientras ella intentaba luchar pateando con fuerza, incluso clavando sus uñas en los brazos de Emma.
–Ayúdame... Roe...
Entre lágrimas Erika me miro a los ojos, completamente desesperada y asustada. Inconscientemente baje la mirada, pues no quería verla morir.
–Roe... sálvame...
Una voz diente llego a mis oídos, levante la mirada encontrándome con el horror, Emma había dejado de sujetar a Erika, en su lugar se encontraba Luna, extendiendo su mano hacia mí, mientras Emma apretaba su cuello con ambas manos.
Intente gritar su nombre, intente correr, intente usar magia, pero mi cuerpo no me respondía, no podía alcanzarla ni defenderla.
Entonces, escuche un crujido.
El cuerpo de Luna cayó al suelo sin vida.
–Lu... ¡Luna!
Desperté desesperadamente levantándome sintiendo mi cuerpo pesado y adolorido, al abrir mis ojos solo pude ver de mi lado derecho, rápidamente intente levantar mi brazo izquierdo para saber que cubría mi visión, pero, al internarlo me recibió un dolor insoportable el cual me hizo apretar los dientes mientras intentaba no gritar. Cuando el dolor se detuvo por un momento mire hacia mi cuerpo, mi brazo izquierdo estaba vendado al igual que mi pecho, mi brazo derecho estaba lleno de moretones, rasguños y quemaduras, levante mi mano derecha para palpar mi cara, pero al hacerlo vi que los dedos de mi mano y mi ante brazo estaban vendados, cada vez que los movía sentía mucho dolor.
–De verdad... fue una pesadilla.
Dije mientras quitaba suavemente la sabana sobre mi cuerpo, lo mire y suspire.
Mi pierna derecha estaba completamente envuelta en vendas, no podía ver como estaban mis heridas pero si el dolor. Levante la mirada, y comencé a observar lo que me rodeaba.
–Estoy en mi habitación... ¿Quién me habrá traído?
Me pregunte mirando hacia el techo, antes de apretar mis dientes recordando la muerte de mis amigos, yo había sido el único que pudo regresar a salvo a su hogar.
No sabía cuánto tiempo llevaba dormido, mi mente estaba llena de preocupaciones, quería saber cómo estaban todos, temiendo lo peor.
En ese momento comencé a oír pasos acercándose a mi habitación, realmente no estaba seguro de cómo reaccionar. Poco después la puerta se abrió, lo primero que vi fue un vestido rojo de sirvienta.
– ¡Mary!
Exclame intentando sentarme esperando encontrarme con alguien conocido, esperando recibir una buena noticia.
–Parece que el joven me ha confundido de persona.
–Concuerdo contigo Fernanda, parece que el joven Roe esta alucinando.
En su lugar quienes entraron fueron Fernanda y Carole quienes hablaron una detrás de la hora, al verlas suspire intentando acomodarme, sintiendo un gran dolor.
–Es bueno que ya haya despertado temíamos que sus heridas fueran muy graves.
Hablo Fernanda mientras se acercaba a mí empezando a revisar mis heridas, Carole le siguió empujando un carrito de comida.
– ¡Pero no se preocupe! ¡Le hemos traído la cura definitiva! ¡Un elixir!
Exclamo Fernanda alegremente mostrándome un elixir.
–Con esto podrá recuperar gran parte de su salud, pero es posible que no le queden muchas energías después de eso.
Hablo Carole señalando el elixir, pero yo seguía viendo hacia la puerta, sintiendo algo extraño al otro lado de la pared. Al darse cuenta ambas miraron hacia atrás para luego mirarme con algo de preocupación.
–Se los agradezco... pero, ¿Dónde está Mary?
Pregunte pues era algo raro que fuera no fuera ella quien me atendiera, mas conociéndola, ante mi pregunta ambas me miraron con tristeza.
–... ¿Ella fue herida?
Pregunte, por unos segundos no hubo respuesta, Fernanda desvió la mirada hacia el suelo, Carole intento hablar pero no logro expresarse con palabras, el silencio se alargó, hasta que Carole tomo el elixir y además me mostro un tazón de comida.
–Joven, la señora Mónica quiere hablar con usted... cuando beba todo el elixir y termine la comida que le hemos traído podrá ir a hablar con ella.
Mientras decía eso ella coloco la comida y el elixir sobre la cama.
–La señora está en el cuarto del señor, ambos están allí.
Tras decir esto ambas se retiraron sin decir nada más, dejándome completamente solo.
"¿Qué habrá pasado?"
Suspire mientras extendía mi mano derecha tomando la cuchara comenzando a comer, me esforzaba por recordar aquella sensación, cuando acepte el poder de la gema del fuego, ira, frustración, miedo, pero eso era cuando lo active, la sensación que le siguió no fue algo que me desagradara.
El calor de la batalla me había absorbido, donde en cierto punto solo me centraba en sobrevivir y derrotar a mi oponente, a pesar de ser tan fugaz parecía que cada segundo hubieran sido minutos enteros.
Solté un largo suspiro empuñando mano derecha, rompiendo la cuchara de madera con mis manos, sintiéndome culpable.
–Si tan solo...
Negué con mi cabeza tomando el tazón con mi mano empezando a beber la sopa directamente, hasta terminarlo. Al terminar deje el tazón en el carrito junto al elixir, el cual tome inmediatamente, sentí un gran dolor en mi cuerpo ante tal movimiento súbito, mis músculos casi gritaban de dolor mostrándome el daño que había recibido.
Respire pesadamente dejando que el dolor bajara, luego tome el corcho con mi boca arrancándolo de la botella para luego escupirlo hacia el suelo, sin dudarlo hice correr el elixir por mi garganta. Una vez que termine mi cuerpo se ilumino con un brillo azulado, para después sentir un gran dolor recorrer mi cuerpo, las heridas a lo largo de mi cuerpo se estaban curando todas a la vez a un ritmo acelerado, empuñe mis manos mientras intentaba soportar el dolor, hasta que por fin se detuvo.
–Ah...ah...ah......
El dolor en mi cuerpo había disminuido, pero era claro que no había sido lo suficiente como para curarme por completo, era probable que mis heridas ya se hubieran cerrado, pero dejándome cicatrices que aún no se curaban por completo.
Mire mi brazo izquierdo e intente empuñar mi mano, aun me dolía, pero no era tanto como antes aun así aun no me permitía moverme libremente pues se sentía algo rígido.
Con cuidado me senté sobre la cama colocando mis pies sobre el suelo, sintiendo como un gran dolor recorría mi cuerpo, apreté mis dientes intentando soportarlo, cuando disminuyo, procedí a pararme de una sola vez.
Caí al suelo casi al instante.
Mis piernas flaquearon, todo mi cuerpo parecía estar agotado, mis brazos me dolían del cansancio, mis piernas estaban entumecidas, no tenía las fuerzas para ponerme de pie. Aun así quería intentar ponerme de pie, quería saber lo que había ocurrido.
–Por favor...
Hable intentando ponerme de pie nuevamente, pero mis brazos apenas tenían fuerzas, mis piernas respondían poco.
Entonces la puerta se abrió una vez más.
–Creo que es demasiado pronto para que usted camine joven Rohei.
–Carole...
Una gran vergüenza llego a mí, no quería ser ayudado, quería levantarme solo, ni siquiera me atrevía a verla a los ojos.
Con cuidado ella me ayudo a ponerme de pie, colocando mí brazo derecho sobre sus hombros para apoyarme.
–No sientas vergüenza por ser ayudado, has hecho un buen trabajo, regresaste a casa.
Me hablo con su típico tono de voz, haciendo que apretara mis dientes, algunas lágrimas salieron por ser el único de mis compañeros que había regresado.
–Debiste esperar a que regresara, andando, la señora te espera.
Su voz llego en un leve tono de regaño, no dije nada al respecto, simplemente avanzamos saliendo de mi cuarto.
Caminamos por los pasillos de la casa, por una ruta distinta a la habitual, muchas de las ventanas que veía se encontraban rotas, dejando entrar algo de la lluvia que caía sobre la ciudad, notaba incluso aun algunos vidrios en el suelo, era raro, pues normalmente Gertrudis no habría dejado algo así por más de una hora.
–No han tenido tiempo para hacer limpieza.
Comente intentando cambiar mi humor.
–Ahora hemos estado atendiendo otros soldados, tenemos poco personal.
No me sorprendía, debían estar atareadas, podía ser una razón por la cual Mary no se encontraba, ya que era una de las pocas que sabía usar cura.
–Entonces ha sido un día muy ocupado...
–Dos días, ayer y hoy, dormiste por un día completo.
Me respondió de inmediato, me detuve unos segundos, apreté mis dientes comprendiendo que hoy mismo serían los entierros de mis compañeros, no podría estar presente.
–Ya veo...
Conteste soltando un suspiro, antes de negar con mi cabeza alejando cualquier idea.
–...Muchas personas ya no despertaran... pero tú lo hiciste.
Hablo Carole mientras miraba hacia adelante y continuábamos avanzando, su rostro se veía cansado y triste, realmente no sabía lo que había ocurrido en ese corto periodo de tiempo, me preocupaba cada vez más, me preocupaba el hecho de no saber cómo se encontraban los demás, nadie me había dado ni una sola pista, solo sentía que un aura sombría se había asentado esta casa.
No tenía nada más que responder, sentía que ella no contestaría ninguna de mis preguntas, o al menos no parecía quererme dar malas noticias.
Durante el resto del camino no quise decir ninguna palabra más, lo único que quería eran respuestas, el camino hacia el cuarto del duque Fernández pareció ser mucho más largo de lo normal, pero, al llegar, al encontrarme frente a esa puerta no sabía qué hacer.
–Joven, llegamos... lo mejor sería que usted entrara.
Carole hablo mientras yo me soltaba apoyándome sobre el muro, suspire haciéndole una seña para que ella se retirara, dudo unos instantes, pero no tardó en hacer una reverencia y alejarse nuevamente.
Pasaron un par de minutos.
Solamente miraba el picaporte cuestionándome lo que debía hacer, no quería recibir malas noticias.
Tarde en tomar valor, esperando encontrarme con buenas noticias, ver a Lucy, ver a mar, saber que estaban bien.
Solo fue una falsa esperanza.
Cuando entre vi una escena la cual nunca me hubiera esperado encontrar, el duque Fernández estaba postrado sobre la cama gravemente herido, junto a la cama estaba la señora Mónica quien observaba a su esposo con mucha preocupación y tristeza en su mirada, ella sola sin nadie más.
Con esto me había quedado muy en claro la gravedad del ataque.
–Señora...
Dije mientras cerraba la puerta cojeando camine lentamente hacia el interior, ella suspiro y me miro, en su mirada note un profundo dolor, como si al verme me pidiera disculpas.
–Rohei, no deberías esforzarte tanto.
Hablo levantándose y caminando hacia mí, con cuidado me ayudo a caminar permitiéndome sentarme sobre una mecedora, ella hizo lo mismo regresando a su silla mirando hacia el duque, acariciando su cabello de vez en cuando.
– ¿Qué ocurrió?
Pregunte queriendo obtener respuestas, aunque tampoco quería lastimarla con alguna que le hiciera daño.
–Jonathan fue derrotado... perdió.
Empuñe mis manos mientras miraba hacia el duque.
– ¿Cómo?
La señora Mónica me miro con tristeza, sus ojos se llenaron de lágrimas.
–Lo lamento Rohei.
Sus manos apretaron su vestido, no se atrevió a mirarme a los ojos.
–¿Por qué te disculpas señora Mónica?
Me levante caminando hacia ella intentando no caerme.
–No... no pudimos proteger a todos.
Esas palabras me derrumbaron, caí de rodillas, Carole y Fernanda eran las dos sirvientas que había visto, ninguna apta para atender heridos, trague saliva recordando los barcos voladores de ayer, recordando el como Erika había desaparecido justo frente a mis ojos. Sentí un nudo en la mi garganta.
–...No...no me digas...que...
La señora coloco sus manos sobre mí dándome un último "lo siento".
–...Lucy...
Por un momento sentí que el tiempo se hacía más lento.
–...fue...
Sabía que algo malo ocurría, estaba entrando en desesperación, no quería escuchar las siguientes palabras.
–...herida...
Mi corazón se detuvo.
–...no despertara...
Todo había sido en vano, había fallado aquella promesa.
–...Lucy, fue herida, tememos que despierte.
Eso era lo que me había dicho, aun así se sintió como una eternidad, una gran sensación de fracaso se apodero de mí, perdí todas mis fuerzas.
Lo había prometido, lo había jurado, la protegería con mi vida, no podía ser cierto, no quería que fuera cierto.
–Jonathan, intento protegernos, lucho como nunca, pero... no pude hacer nada, todos me protegieron, incluso Lucy.
Nuevamente sentía que mi fuerza no era nada. Mis lágrimas comenzaron a hacerse presentes.
–La pequeña Lucy, me defendió, recibiendo una maldición por mi culpa, no fui valiente, no pude protegerla, perdóname Rohei.
La señora Mónica me abrazo con gran dolor, disculpándose una vez tras otra, ¿Pero cómo podía culparla? Ella no tenía la bendición de las gemas que le diera un nivel, era alguien común, ni siquiera era una maga, era una política, alguien indefensa.
–Gertrudis y Belén fueron heridas, Carole quedo fuera combate, pero... se llevaron a Mary.
Mary secuestrada, Lucy herida y sin poder despertar, había perdido a todo mi equipo.
¿Qué logre proteger?
Todo mi mundo, todo lo que había conseguido, me fue arrebatado, me sentía tan impotente.
"Muéstrame que puedes ser un verdadero caballero ígneo, demuestra que puedes cuidar a Mary yo confió en ti".
Ya no podía más.
"Cuando sea una noble, quiero que seas mi caballero".
Empuñe mis manos rasgando la alfombra mientras mis lágrimas comenzaban a gotear una tras otra.
"Júrame que la protegerás como tu hermana".
Otra vez sentía que no tenía nada, y ahora insiriera tenía a luna a mi lado.
"No perderé a nadie más".
No pude cumplirlo, no pude cumplir nada.
Rompí en llanto, ¿Qué podría hacer en estos casos?
Ya no podía aguantar más, sentía que mi vida ya no tenía sentido.
No podía hacer nada más...
Nada parecía ser suficiente para consolarme...
Entonces...
Una voz.
–...n...
Una dulce voz.
–...No lo has perdido...
En medio de mi tristeza una voz llego a mí. Haciéndome levantar la mirada.
Cuando hice eso vi a la señora Mónica abrazándome mientras lloraba, pero, no había sido ella quien me hablo.
Busque desesperadamente si había alguien más en la habitación, no había nadie más.
–...Tu puedes recuperarlo...
Me detuve, mirando justo frente a mí, todo lo demás desapareció, no podía verlo pero frente a mi había un ser el cual no podía describir.
–...Ya no llores más...
Una cálida sensación envolvió mi cuerpo. Mi frustración lentamente se fue desvaneciendo, mi tristeza se dispersó desapareciendo poco a poco.
–...El momento ha llegado...
Todo se desvaneció.
Abrí mis ojos cansados, aun me sentía triste pero había algo más.
–...Perdón...perdónanos...
Escuche suavemente, era el llanto de la señora Mónica, no pude sonreír, aun así correspondí su abrazo.
–No, no ha sido su culpa, ustedes hicieron todo lo que pudieron.
Le respondí aun con lágrimas en los ojos.
–Gracias, gracias por todo lo que han hecho por nosotros.
No, no podía rendirme, tampoco buscar culpables, ya era suficiente.
–Señora, no se preocupe, vera que todo saldrá bien.
Me aleje un poco para verla a los ojos y decirle esas palabras. Sus ojos se abrieron de par en par al verme. Así lo creía yo, más bien lo sabía, todo mejoraría.
Por fin una sonrisa, una sonrisa entre lágrimas.
–...Lo hará... todo saldrá bien.
Me respondió ella mientras secaba sus lágrimas.
Por fin, después de todo este tiempo, la lluvia dejo de caer y las nubes lentamente dejaron entrar la luz del sol.
***
–Así que eso fue lo que paso.
Hablo Rohei sentado en una silla de madera frente a la cama del duque Fernández, el vestía con su típica ropa, pero aún estaba cubierto por heridas y vendas, junto a él estaba la señora Mónica quien vigilaba atentamente a su marido esperando que despertara.
–Un ser supero al duque Fernández en un combate... realmente me aterra ese hecho.
Rohei miro hacia el duque Fernández con preocupación, el abismo que había entre ambas fuerzas era demasiado grande.
–Roe nadie es invencible... siempre habrá alguien quien pueda derrotarte y alguien que pueda derrotarlo.
Respondió la señora Mónica mientras acariciaba suavemente la mejilla de su marido.
Al escuchar esas palabras Rohei empuño sus manos con fuerza, pero luego las relajo.
–Señora.
Justo cuando Rohei pensaba en decir algo, un sonido los interrumpió, alguien había llamado a la puerta de la habitación.
–Señora, la maga blanca está aquí para tratar al duque nuevamente, también le visita el joven Josef.
Del otro lado de la puerta hablo Fernanda en un tono serio.
–Que pasen, los atenderé aquí mismo.
Respondió la señora Mónica con tranquilidad mientras se ponía de pie, inmediatamente Fernanda abrió la puerta dejando pasar a dos personas, Josef entro primero con un rostro serio portando un maletín mientras vestía una armadura ligera cargando un fusil en su espalda y una badana en su cabeza. La otra era una mujer, una maga blanca la cual portaba un velo sobre su rostro y una capa alrededor de su cuerpo, cerrándose para evitar mostrar su figura. Notándose solamente algunos listones rosados sobre su cabello blanco.
–Vaya Roe, no pensé que estuvieras tan herido.
Josef rápidamente se dirigió hacia su amigo, mirándolo con gran preocupación.
–A mí me alegra verte bien, estas en una pieza.
Respondió Rohei mostrándole una leve sonrisa, ante lo cual Josef asintió.
–Yo apenas puedo decirte lo mismo, creo que no podré ayudarte con esas heridas.
Tras agregar esas palabras Josef miro hacia la señora Mónica.
– ¿Qué ocurre joven Gibraltar?
Pregunto la señora Mónica mientras se sentaba.
–Le he traído la medicina que el señor había solicitado.
Respondió Josef mientras abría el maletín y sacaba un frasco ámbar con un extraño líquido en su interior para entregárselo a la señora, cuando la señora tomo el frasco ella suspiro y sonrió momentáneamente.
–Eso podría ser suficiente por ahora... Los alquimistas están muy ocupados fabricando pociones curativas para la gente, todo lo que producimos van a los albergues, a mí me enviaron con todas las pociones que tenía almacenadas, dicen que tienen muchos heridos.
Añadió Josef y en ese momento miro hacia la maga blanca al igual que todos.
–Así es, incluso nos enviaron unas magas blancas, han sido de mucha ayuda, ella ha estado entendiendo a los más graves, como es el caso de mi marido y el joven Rohei.
Hablo la señora Mónica señalando hacia la maga blanca, ella solamente asintió afirmativamente ante aquellas palabras.
–Pero sin dudas tus pociones serán de gran ayu...
Antes de que ella pudiera terminar de hablar la maga blanca avanzo en la habitación hasta llegar a la cama del duque Fernández, entonces extendió su mano derecha.
– [Te rezo a ti, dios de lo alto, dame la fuerza y concédeme el primer milagro]
Desde aquel primer momento los ojos de Rohei se abrieron, su voz resonó en su cabeza, y en sus recuerdos.
– [Cura]
En ese momento un aura plateada cubrió el cuerpo del duque Fernández, lentamente sus heridas se fueron sanando, la maga mantuvo el hechizo por cerca de un minuto reduciendo notablemente las heridas del duque, sin embargo aún faltaba mucho para curarlo por completo.
–Eso es todo lo que puedo hacer con mi nivel actual, las heridas más graves han disminuido su tamaño, ya no deberían ser un problema, mas tarde continuare con su tratamiento, bajo mi cuidado debería recuperarse antes de que se den cuenta.
Mientras decía eso ella intentaba recuperar el aliento, había usado una gran cantidad de magia solo para curar al duque hasta ese punto.
–Muchas gracias señorita.
Agradeció la señora mientras se ponía de pie.
–Es mi deber, debería despertar pronto.
Respondió mientras giraba hacia Rohei mirándolo por unos instantes.
–Como puede ver, el joven Rohei ya está mejor.
– ¡Le dije que no debería hacer que se levante tan pronto!
La maga estallo girando hacia la señora Mónica recriminándole, claramente enojada sorprendió a Josef y a la señora, rápidamente ella giro hacia Rohei nuevamente extendiendo su mano hacia él.
–Nunca te ha gustado verme así.
Hablo Rohei mientras cerraba los ojos y bajaba la cabeza sin dejar de sonreír, por un momento la maga blanca intento bajar su mano, pero no lo hizo, ella parecía estar desconcertada, pero siguió con su trabajo, pronuncio el hechizo Cura, el cuerpo de Rohei se curó haciendo que recuperara la movilidad de su brazo y de su pierna.
–Listo, creo que ahora podré caminar solo.
Hablo Rohei mientras se levantaba y estiraba un poco su cuerpo.
–Creo que no deberías moverte tanto Rohei, aún deben quedarte algunas heridas.
Hablo Josef mientras suspiraba y sonreía. En ese instante Rohei miro hacia la maga blanca quien recuperaba el aliento.
–No creo que yo sea quien deba preocuparse por esforzarse de más... ¿Cuántos hechizos como ese has lanzado hoy?
La voz de Rohei resonó en toda la habitación dirigiéndose hacia la maga blanca.
La maga blanca le dio la espalda como si no hubiera escuchado, empezando a caminar hacia la puerta, sin embargo Rohei alcanzo a sujetarla de la mano, haciendo que la maga blanca se sobresaltara.
–Me sorprende que seas así de descuidada.
–¡¡Suéltame!!
Grito la maga blanca, estaba llena de furia, pero más que nada de tristeza, había algo extraño en el ambiente, ninguno de los presentes querían intervenir.
–No lo hare... ¡No dejare que escapes esta vez!
Exclamo Rohei mientras la abrazaba por detrás, aquella maga blanca estaba atónita por lo ocurrido, el rostro sonriente que Rohei parecía comenzar a desboronase.
–M-me estas confundiendo...
Hablo la maga blanca tartamudeando, esforzándose en no demostrar ninguna emoción, pero no lo lograba.
–No lo hago, nunca lo haría.
Respondió Rohei mientras sus lágrimas se escurrían por sus mejillas.
–Me alegra tanto que estés bien, que nada te haya pasado.
La maga blanca sintió como su corazón latía con fuerza, no sentía tristeza en Rohei, sus lágrimas eran de alegría.
– ¿Puedes quitarte eso? Quiero verte por favor... Luna.
Todo quedo en silencio, Josef estaba boquiabierto ante aquellas palabras, la señora Mónica también estaba sorprendía a tal grado que no sabía que decir, la maga blanca guardo silencio.
–Luna... lamento haberte lastimado.
Esas palabras rompieron el silencio, lo que le siguió fue un suave llanto, la maga blanca se desplomo cayendo de rodillas, Rohei la atrapo abrazándola con cariño. El velo que cubría su cara estaba empapado con sus lágrimas, ella ya se había rendido suavemente lo retiro dejando ver su rostro.
– ¿Cómo?
Susurro Josef. Lo que se revelo fueron unos ojos esmeraldas, una piel de porcelana y un cabello blanco como la nieve, sin duda alguna era Luna. Luna se ocultó en el pecho de Rohei mientras su rostro se distorsionaba con una mueca de tristeza, puede que este enojada, puede que este herida por dentro, pero, una vez más su corazón la traiciono.
–Perdón Luna, realmente te he extrañado.
Rohei la abrazo con cariño, aquellas lágrimas que salían de Rohei eran de alegría, pero cada una de estas palabras atravesaban a Luna como un cuchillo haciéndole sufrir más y más, aun así ella ya se había rendido, Luna también lo extrañaba, extrañaba a su amigo.
–Eres un idiota, no sabes cuánto me lastimaron tus palabras... pero, pero, ¿Por qué no puedo dejar de quererte?
Exclamo Luna mientras correspondía el abrazo llorando cada vez más, era como cuando eran niños, hacía mucho que no lloraban juntos, hacía mucho que no se abrazaban de esta manera, hacía mucho que no sentían el calor del otro, después de todo se habían conocido desde hace mucho tiempo y era la primera vez que se separaban por tanto tiempo.
–Siempre estaré para ti, no tienes idea de cuanto te extrañe.
Rohei comenzó a acariciar su pelo, Luna sonrió, su voz ya no la lastimaba, ahora sabia su error, una vez más el calor del corazón de Rohei la salvo.
–Te odio, siempre me haces llorar.
Luna oculto su mirada en el pecho de Rohei, sintiendo su olor y su calor, Rohei solo acariciaba su pelo con suavidad dejando que ella tomara su tiempo.
–Siempre he odiado hacerte llorar...
Hablo Rohei tomando su mano y acariciándola.
–Te perdono, estoy actuando como una niña.
–Siempre has sido una niñita.
Por fin las lágrimas se detuvieron y ambos rieron con alegría. Por alguna razón era como si las sombras de su pasado hablaran por ellos, con cuidado ella le ayudo a él a ponerse de pie, todo parecía haberse arreglado entre ellos.
–Parece que no hay nada de qué preocuparse.
Hablo la señora Mónica en un suave suspiro relajándose ligeramente.
–Esos dos siempre han sido buenos amigos, al final estamos de más en esta escena.
Agrego Josef mostrando una sonrisa mirando a aquel par.
___________________
Hola de nuevo, reanudamos la programación habitual, estos últimos capítulos serán de gran importancia para el siguiente libro. Claro no quería dejar un final triste.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top