Capítulo 2: Soñando.
Al llegar a la oficina del duque Fernández entre sin dudarlo, cuando abrí la puerta lo vi mirando hacia la ciudad desde su ventana, su mente parecía distante y sus ojos se enfocaban en el horizonte.
-Señor Fernández, estoy aquí.
Dije amablemente, entonces me percate que ya portaba su armadura dorada, la misma con la que lo había conocido.
Al escucharme él sonrió y dio media vuelta.
-Me alegra que hayas regresado, ¿listo para convertirte en un caballero ígneo?
-Eh... realmente no, sigo sintiendo que no pertenezco aquí.
Horizon era mi hogar, pero había sido arrasado por un ataque de lo que parecían ser conquistadores, perdí a mi madre y a mi hermano por su culpa, si no fuera suficiente el imperio de Skyland me dio la espalda marcándome como traidor, algo que no conseguía superar.
-Tus prejuicios siguen arraigados en tu mente, en Skyland ven a los caballeros dragón como héroes y salvadores, es igual para los caballeros ígneos aquí, lo has visto desde que llegaste.
Me respondió el duque Fernández antes de mirándome con una sonrisa paternal.
-Desde que llegaste a Paradise nadie te ha visto con malos ojos, muchos de tus compañeros te admiran y siguen, es la vida que siempre has querido.
Suspire tenía cierta razón, y era algo que me había dado cuenta, no podia diferenciar entre los buenos amigos y los falsos que se querían beneficiar de mi estatus, por fortuna ahora ya tenía amigos nuevos.
-Tampoco sé que significa ser el fénix, pero... lo quiera o no admitir Paradise se ha vuelto mi hogar, Horizon y Taurus ya no son más que ruinas.
Sonreí levemente al decir aquellas palabras, pero al final solo mostré una sonrisa triste, pues según las cartas de mi padre ambas ciudades habían sido abandonadas, por lo que nunca podría volver a verlas.
-Ya sea Runus o Paradise no te necesitan para que los gobiernes, hay quienes creen que tu deberías liderarlos, pero, los guardianes no fueron elegidos para eso.
El duque miro hacia la ciudad, no, más específicamente la calle.
-Míralos
Me dijo mientras señalaba a las personas que pasaban por la calle de enfrente de la casa, camine para encontrarme frente a la segunda ventana mirando a los transeúntes.
-Ellos confían en que nosotros los protegeremos de los monstruos humanos y salvajes, que les encenderemos la luz en la oscuridad. Tal vez no te hayas dado cuenta, pero la energía del mundo ha cambiado de una manera preocupante, Ershia está cubierta por la oscuridad en estos momentos.
- ¿Que...? no siento nada.
Respondí algo confundido mirando a los lados.
-Eso es simple, primero aun eres muy joven y segundo, has vivido sintiendo esta energía por mucho tiempo, es posible que te hayas acostumbrado a ella, pero una señal es el incremento en los ataques de los monstruos y su ferocidad.
Trague saliva al escuchar esas palabras, recordé mi tiempo como estudiante en el supremo colegio de caballería de Paradise, donde durante el último año habíamos luchado para proteger las aldeas cercanas a Paradise de los monstruos, donde las cacerías de bestias eran el pan de cada día.
-La rebelión hoy deja de existir, Runus obtendrá su libertad y tambien nosotros, con ello seremos perdonados... por ello dejaras de ser un traidor, todos dejaremos de serlo, podrás regresar a Skyland si así lo deseas, aunque serás un plebeyo para ellos.
Hablo el duque Fernández acercándose hacia mí colocando sus manos sobre mis hombros, sonriéndome con tristeza.
-Espera ¿eso significa que al fin podré regresar a Crescend?
Pregunte emocionado sintiendo un gran alivio en mi pecho.
-Sugiero que esperes un poco, sé que estas emocionado por volver a tú nación, pero prefería que te hicieras un poco más fuerte antes de eso, he escuchado que Crescend no es tan segura.
Tenía cierta razón, aunque fuera la capital del imperio, no era la ciudad con las calles más seguras, me preocupaba de cierta forma que Lucy tuviera que ir a una ciudad como esa, porque dejarla en Paradise no era opción.
-Si, además necesitaría mucho dinero para el viaje, y ahora no tengo nada.
Hable seriamente pensando en cómo ahorrar algo de dinero, pero no se me ocurría nada.
-Gastas mucho dinero en espadas.
Menciono el duque Fernández con un leve tono de decepción, pero luego me mostro una amplia sonrisa.
-Ya es hora de que tengas una buena arma.
Giro caminando hacia uno de sus estantes donde se encontraba un estuche largo sobre unos libros, lo tomo y camino hacia el escritorio colocándolo sobre este, con un suave movimiento lo abrió sacando de este una espada con un hermoso diseño, una hoja azul que parecía estar hecha de cristal, de un metro de largo afilada de ambos lados, su cruz era dorada con negro teniendo gravadas un patrón de ramas y hojas, al final de sus cruces se encontraba un par de colmillos que apuntaban hacia abajo. Su mango estaba recubierto por cuero y una cinta azul que bajaba hasta su pomo, el cual era circular sin decoración. Realmente no podría olvidarla, era la misma espada que le había pertenecido al alcalde Axel y con la cual había llegado a Agen, era la hoja radiante.
- ¿De verdad puedo usarla?
Pregunte sorprendido, una parte de mí no quería usarla después de todo me hacía recordar mi hogar y el cómo está había sido destruido en una batalla, suavemente la tome entre mis manos de su hoja con mucho cuidado evitando cortarme, mire la espada observando mi reflejo, recordaba cómo me veía hace tres años, la escuela, el gran castillo que se adentraba en el mar, la hermosa ciudad de Horizon con sus grandes murallas.
-He cuidado bien de Lucy, señor Axel.
Dije en voz baja, mi misión original con Lucy era llevarla a Crescend, pero no tenía ni la menor idea del porqué, claramente todo había salido mal y acabamos en Paradise como traidores, siendo Lucy la primera que me defendió, desde entonces se había vuelto mi hermana menor, no teníamos relación sanguínea.
-Esta es una espada especial, antes no te deje usarla porque note que estaba dañada, ahora se encuentra perfectamente, es una espada viva, un arma que posee su propia magia, no es como las armas mágicas que están encantadas.
Escuche mirando mi espada con algo de duda, no entendía lo que significaba.
- ¿Y cuál es la magia de mi espada?
-Su magia es alba, es decir que la hoja esta impregnada con magia de luz, no es muy poderosa, siempre esta activada, pero seguro que tus técnicas harán que esa magia no sea necesaria.
Eso me hizo suspirar decepcionado pensando que era más inútil de lo que debía ser.
-Pero sigue siendo una espada poderosa, su filo prácticamente no se pierde y canaliza la magia mejor que cualquier espada forjada con técnicas comunes.
Y tenía razón, ni siquiera parecía estar hecha con acero, sino con un tipo de cristal, era de gran calidad, superior a cualquier espada que hubiera visto.
-Muchas gracias, le daré un buen uso.
Respondí agradecido mientras el duque Fernández me entregaba la funda de la espada la cual era de un negro profundo con algunas decoraciones en plata, la tome guardando la hoja radiante en su funda.
-Aunque tampoco es el último regalo que te tengo Roe, después de todo hoy es un día muy importante para todos.
Para cuando escuche esas palabras me detuve, pues ya pensaba en retirarme, sin embargo el duque Fernández tenía otros planes, empujo las cajas junto a su escritorio hacia mí.
-Felicidades por haber terminado tu entrenamiento.
Dijo entregándome una carta, esta era de mi padre, aun me sorprendía como era que ambos se comunicaban, pero había decidido hacer de la vista gorda desde hace un tiempo, pues quería hablar con él. Abrí la carta, pero esta solo tenía una hoja no como la que había recibido ayer con mi regalo, únicamente decía.
"Siempre serás mi campeón, muéstrales que tambien eres un gran caballero ígneo, espero verte pronto".
Eran muy pocas palabras como si tuviera más que decirme, pero prefería no hacerlo en una simple carta.
-La primera caja es el regalo real de tu padre, es para que puedas protegerte.
Comento el duque Fernández, ante lo cual asentí caminando a la gran caja de madera, use mi espada común para abrirla haciendo palanca de un lado, al abrirla quede atónito por lo que estaba viendo, era un escudo enorme, el cual estaba hecho de escamas de dragón reforzadas por acero, dándole un color plateado como pocos, un escudo de dragón plateado, uno de los mejores de Skyland y muy parecido al que usaba mi propio padre.
Sonreí como un niño tomando el escudo y levantándolo.
-Siempre soñé con tener un escudo como este.
Hable con una gran alegría llevando mi escudo a mi brazo izquierdo donde lo asegure con sus correas, viendo que podía guardar una espada dentro del escudo guardando en este mi espada común.
-Ja, ja, ja, sí que te emociona tener un escudo que fue sacado de un dragón.
-Usan las escamas que el dragón muda, siguen siendo muy duras ya que los dragones plateados son muy fuertes y grandes.
Explique mirando la segunda caja empezando a abrirla, mientras el duque Fernández me sonreía, para él seguro yo era como un niño.
-Ese es mi regalo real, ayer te di un perfume porque Mónica creyó que una armadura era demasiado agresiva como regalo... y debía darte algo de nobles.
Me dijo mientras la abría encontrándome con eso precisamente, una armadura de un color negro azabache con bordes dorados, mientras que en su centro tenia grabado el emblema del fénix que identificaba a los caballeros ígneos, la armadura me encanto, más al ver que podía grabar cualquier cosa en sus hombreras.
-Parece que me intentas comprar con una armadura de caballero oscuro.
Dije en tono burlesco ante lo cual el duque Fernández asintió sonriéndome.
-El rojo no es tu color favorito, así que pensé en darte una armadura sin ese color.
Me respondió con un tono sarcástico, a su vez sonriéndome de forma amable, caminó hacia mi dándome unas palmadas en mis hombros.
-Ahora puedes volverte un gran caballero ígneo sin quejas.
-Lo hace más fácil.
Suspire respondiendo de inmediato, entonces empuñe mi mano y mire hacia el duque Fernández algo preocupado.
-Señor... quisiera saber algo, Mary me conto que usted estaba enfermo, ¿eso es cierto?
Pregunte sacando el tema ante lo cual el duque Fernández asintió, rasco su nuca para después responderme.
-A Mary nada se le escapa... sí, estoy enfermo, pero no es nada realmente grave, cualquiera puede enfermarse.
Me respondió sin preocupaciones haciendo que me sintiera un poco más tranquilo al respecto.
-De hecho justo ayer le pedí a tu amigo Josef que me manden pronto una medicina para mi enfermedad.
Asentí al respecto pues si los había visto hablar.
-Realmente me alivia saberlo, espero que se mejore, nos preocupamos por su salud.
Hice una reverencia en señal de respeto, pero el duque Fernández me miro con una sonrisa traviesa.
-Veo que te preocupa mucho la señorita Mary.
Me dijo acercándose a mí y analizándome.
-Claro que me preocupa, es mi amiga, pero tambien me preocupa usted y su salud.
Sus palabras me sorprendieron, pero aún más su actitud, la cual empezó a incomodarme al instante, pues parecía juzgarme. Rápidamente se apartó para empezar a pensar antes de hablarme.
-Sabes Roe, no hay mejor motivo para regresar a casa que tener una hermosa esposa esperándote todas las noches, lo sé por experiencia.
Aquellas palabras me dejaron sin respuesta aparente, teniendo que plantearme aquel escenario, recordé a mi madre y lo feliz que era cuando mi padre regresaba, bueno ellos dos se querían demasiado, aunque tambien recuerdo que lo regañaba cuando venía muy herido o cuando se iba sin avisar.
-Ahora que no habrá guerra te será difícil avanzar en la sociedad de los nobles.
-Claro supongo que ser el fénix no me será de nada de ayuda... me haces pensar que debería regresar al imperio e intentar recuperar mi estatus de noble.
Dije con sarcasmo, aunque le había tomado cariño a Paradise, pues ahora la consideraba mi hogar, no negaba que una parte de mi quería regresar a Taurus y reconstruirla, pero sin Horizon aquello sería más que difícil.
Mis palabras no le hicieron gracia al duque Fernández, quien levanto su mano llevándola hacia mi frente donde me dio un golpe con su dedo índice, normalmente un golpe así no dolería nada, pero la fuerza del duque era monstruosa y sumado a sus dedos cubiertos de metal, acabo por darme un golpe equivalente a un puñetazo en la frente causándome bastante dolor.
- ¡Duque no haga eso! Sabe usted que es al menos 20 veces más poderoso que yo.
-21 veces más poderoso y no lo olvides, no es necesario que seas tan grosero y menos que te hagas el tonto.
Me respondió cruzando sus brazos y mirándome con seriedad.
-Respóndeme con la verdad, ¿Qué piensas de Mary?
Me pregunto mirándome con una profunda seriedad, se mostraba como un padre protector con ella, parecía querer realmente saber lo que yo pensaba de ella, así que no podía mentirle.
-Es una excelente amiga de gran corazón, atenta con los detalles, es confiable, amable y se esfuerza por conocer a todos.
Hable respondiendo sin dudar mucho y con gran seriedad, el duque Fernández asintió ante cada palabra de forma orgullosa.
-Estoy de acuerdo contigo, tiene cualidades buenas, por ejemplo es muy buena cocinera.
Continúo hablando el duque Fernández de forma civilizada.
-Lo es, aunque diría que es mejor repostera.
-Muy de acuerdo, pensé en que debería abrir su tienda de pasteles en el distrito comercial, pero ella se negó diciendo que era mucho para ella.
-Sí, Mary suele pensar que no es capaz de hacer ciertas cosas por sí misma, es mejor ayudando a otros a alcanzar sus sueños.
Mary tenía sus propios talentos, pero solía no darse cuenta, era muy dependiente de otros pues rara vez tomaba la iniciativa, no le gusta hacer cosas nuevas a menos que sea para ayudar a alguien que quiere.
-Necesita a alguien que la apoye o solo encontrara personas que se aprovechen de su bondad.
Asentí ante aquellas palabras sintiendo preocupación por ella.
-Además es una mujer hermosa, se ha vuelto hermosa, sus ojos y su cabello la hacen única, siempre atrae todo tipo de miradas.
Asentí ante aquellas palabras, era algo cierto, era el tipo de chica que podía despertar los celos de las nobles solo con ser vista, pero también podría ser blanco de personas muy pervertidas.
-Buenas y malas.
Dije soltando un suspiro.
-Dime, Roe, ¿no crees que Mary es una buena candidata a esposa?
Escuche esa pregunta sintiéndome paralizado ante esta por un momento, me detuve a intentar pensar que respuesta dar.
-No creo que haya problemas si decides salir con ella, ahora eres parte de la baja nobleza y Mary es una plebeya que está respaldada por la nobleza, no hay nada que te impida cortejarla.
No supe que decir, casi quería regañarlo, pero seguía teniendo respeto hacia él, y no quería responder algo que pudiera generar confusiones.
-Tendrías una esposa hermosa, amable, servicial, buena con los niños y excelente cocinera.
-No lo negare.
Suspire asintiendo mientras cruzaba mis brazos, claramente aun no pensaba en tener pareja, pero una idea cruzo mi mente, si quisiera tener pareja ¿a quién escogería?
-Siento un gran aprecio hacia Mary, disfruto mucho estar con ella.
-Y ella contigo, siempre se preocupa por ti, incluso ayer estuvo muy atenta intentando animarte.
-Si... fuera de todo lo superficial, Mary es alguien que me gustaría mantener a mi lado, aunque no puedo saber de qué forma.
Respondí sinceramente, hasta ahora no había pensado en tener pareja, estaba concentrado en otras cosas, así que no estaba seguro de la forma en que miraba a Mary ahora mismo, podría ser como una amiga o como alguien realmente importante. No estaba seguro.
-Entiendo, bien Roe, es mejor que regreses a tu habitación, yo debo partir de inmediato y tú necesitas prepararte.
Así termino la conversación, asentí tomando mis cosas y saliendo de la oficina.
Para cuando llegue a mi habitación estaba muy fatigado, abrí la puerta y entre, lo primero que hice fue dejar las cajas a un lado de la puerta y luego comencé a quitarme mi armadura. Pieza por pieza fui quitándome cada parte de mi armadura escolar, cuando llegue a mi peto me le quede viendo por un par de minutos, miraba los rasguños y algunas abolladuras que este tenía, todas contaban una historia, una aventura, una batalla, tres años luchando junto a los rebeldes, tres años lejos del imperio, pero tambien sería la última vez que usara esta armadura, ya su función había terminado, aunque el duque no me hubiera entregado esa armadura, la cuidad me hubiera entregado otra para tomar mi nuevo puesto como caballero, aunque era más algo ceremonial.
Suspire y deje mi armadura vieja en una caja de madera debajo de mi cama para luego regresarla a su lugar, sentía mi rostro un poco caliente, había estado así desde que hable con el duque Fernández, suspire, luego me levante, tome mi toalla y salí de mi habitación dirigiéndome hacia el baño.
***
Mientras tanto.
-Que delicioso señora.
Dijo Lucy mientras disfrutaba de un helado de vainilla, ella y la señora Mónica se encontraban en el jardín central el cual estaba adornado por flores y helechos de gran hermosura, en el centro estaba una mesa de vidrio con sillas de madera, Lucy estaba en una esquina mientras que la señora Mónica estaba al lado opuesto disfrutando de una taza de té.
-Me alegra que te guste Lucy.
Sonrió la señora Mónica con cariño.
-Ja, ja, ja, que bueno que le guste eso a la niña.
Sosteniendo una maceta llego una mujer un poco corpulenta y con un traje de sirvienta, era la señora Gertrudis la jefa de sirvientas, ella bajo la maceta y se acercó a Lucy.
-La señora me pidió que lo comprara para usted señorita, tuve que buscar la mejor pastelería de la ciudad y tambien conseguí la receta, lo malo es que nadie es bueno con la magia de hielo.
Hablo la señora Gertrudis mientras levantaba su pecho orgulloso de sí misma, para luego suspirar con pena.
-¡¡Enserio!! ¡¡Qué alegría!! ¡Entonces aprenderé magia de hielo para ayudarles!
Exclamo Lucy sonriente para luego moverse de lado a lado. La señora Mónica solo sorbía de su baso con suavidad, entonces lo bajo y las miro tranquilamente.
-Recuerden que solo puede ser un lujo, podrás comerlo de vez en cuando.
Hablo ella con mucha suavidad, luego tomo una cuchara y tomo un poco del helado de Lucy para saborearlo, al hacerlo sus mejillas se sonrojaron y mostro una sonrisa.
-¡¡Está muy delicioso!! ¡Gertrudis te felicito por encontrar esa tienda!
Tanto Gertrudis como Lucy sonrieron contentamente, Lucy sigue comiendo plácidamente por un rato. Pero algo perturbo su comida.
Lucy levanto levemente la mirada hacia el techo y luego hacia la entrada de la casa, sentía que algo se movía, era una presencia muy similar a la que ella estaba acostumbrada a sentir, no sentía ni una pisca de miedo, era una gran curiosidad la que hacía que ella se moviera.
Entonces se quedó mirando hacia el oeste.
-Viento...
Susurro suavemente.
- ¿Eh?
- ¿Que has dicho señorita?
Tanto Gertrudis como la señora sintieron que ella había dicho algo vagamente.
-No, no es nada.
Dijo Lucy un poco sonriente, entonces comió le resto del helado rápidamente, al terminar ella se levantó.
-Muchas gracias ahora iré con mi hermanito.
Sin decir nada más ella salió corriendo hacia las escaleras y en cuestión de segundos desapareció.
- ¿Qué le pasara a la niña?
-No lo sé Gertrudis pero hay que dejarla, después de todo ambos son lo único que tienen.
Como siempre la señora hablo en un tono muy calmado.
-Oye podrías traer un par para la cena, quisiera probar un poco de chocolate.
Antes de que ambos llegaran la casa Fernández era muy tranquila, pero ahora había cambiado mucho, este día era lo que se podía decir como un día tranquilo, prueba de los extraños de estos días eran las innumerables marcas de fuego en las paredes de la plata baja, todas parecían haber sido tratado de ser lavadas, aun así parecía que a nadie le importaba.
Salí de la ducha portando una ropa casual, estaba tranquilo y relajado con mucho sueño, solo quería llegar a mi cuarto y recostarme por un rato. Llegue a mi habitación y entre para llevarme una ligera sorpresa.
-Hola hermanito.
Lucy estaba dentro de mi habitación sentada sobre mi cama.
-Cuéntame cómo te fue hoy hermanito.
La mire con mis ojos cansados.
- ¡Espera... no... suéltame!
Saque a Lucy por la fuerza para luego cerrar la puerta con seguro.
- ¡Hermanito! ¡Déjame entrar! ¡Por favor dime como derrotaste a los monstruos!
Ella empezó a golpear la puerta mientras gritaba continuamente, Lucy estaba acostumbrada a escuchar mis historias, pero a veces era un poco molesto tenerla siempre detrás de mí, en especial cuando solo quería descansar. Luego le daría lo que ella quería.
-Por favor déjame dormir.
Hable mientras me recostaba en la cama.
Después de unos minutos ella se fue dando golpeando el suelo con sus pies.
Lentamente empecé a caer dormido, finalmente el cansancio me venció, pronto empecé a soñar.
Estaba en la cima de una montaña podía apreciar un cielo claro, nieve completamente blanca, ríos de agua cristalina que nacían de las montañas y serpenteaban bajando la montaña, atravesando las llanuras hasta llegar al mar, el mar por su parte estaba lleno de vida, entonces mire hacia el lado opuesto y vi un desierto cubierto por extrañas, pero hermosas flores.
-Esto es Ershia.
Pensé, pero rápidamente todo cambio. El cielo se cubrió de nubes negras trayendo devastadoras tormentas, la nieve pronto se cubrió de sangre y cuerpos humanos, los ríos ahora llevaban sangre y cuerpos de todo tipo de seres llevándolos hasta el mar, allí el mar se estancó y los peces empezaron a morir, hui, no sabía lo que estaba pasando, mientras corría vi como la tierra se pudría matando a los árboles, destruyendo los bosques, todo moría, creía que todo había terminado el suelo comenzó a partirse, las montañas temblaron, haciendo que los volcanes estallaran liberando enormes cantidades de lava y ceniza.
-Este es el fin...
Caí de rodillas, ciudades enteras destruidas, las personas y los animales morían, Safaia seria completamente inhabitable.
Solo pensar en eso hacía que mi sangre hirviera, entonces escuche un extraño sonido.
-Uh...
Me levante, era el sonido de una campana que resonaba a través del mundo, el sonido era penetrante, resonaba en cada parte de mi cuerpo como si me llamara. Levante la mirada, el cielo comenzó a abrirse, lo primero que vi fueron dos alas gigantescas que parecían estar hechas por relámpagos, las cuales despejaron las nubes revelando un gigantesco dragón negro con marcas azules que recorrían su cuerpo, aspiro fuertemente haciendo que su cuerpo se cubriera por cientos de rayos y entonces soltó un potente rugido. La tormenta se calmó, convirtiéndose en suaves lluvias. La lluvia comenzó a lavar la sangre, los ríos lentamente se fueron limpiando.
- ¿Bahamut?
Le pregunte al dragón pero el solo miro hacia el mar, avance y de repente me encontré en la costa, el mar se había estancado y los peces muertos llegaban a la playa, entre ellos comencé a ver una sombra negra moviéndose en las profundidades, de la nada el agua comenzó a agitarse creando gigantescas olas, de las profundidades del mar surgió un monstruo marino con forma de serpiente y de color blanco, su tamaño era colosal, me miro a los ojos y luego empezó a nadar, con el mar nuevamente comenzó a moverse regresando la vida una vez más. Cuando el mar regreso a la normalidad la serpiente salió del agua serpenteando en el aire moviéndose entre las lluvias hasta llegar junto al dragón.
Los mire a ambos con asombro e incredulidad sin decir ninguna sola palabra.
Di la vuelta y empecé a caminar, está vez llegue al desierto, el viento empezó a soplar haciendo que el polvo se arremolinara formando una tormenta de arena en cuestión de segundos, intente cubrir mi rostro, pero no sirvió de mucho el viento laceraba mi piel, pero entre la arena podía ver una figura humanoide. De repente extendió sus manos y la tormenta de arena se detuvo, revelando un ser de apariencia femenina, completamente formado por energía, levanto su mano derecha hacia adelante haciendo que la tierra se estremeciera, cuando la tierra se detuvo cientos de luces se elevaron desde el suelo uniéndose a las plantas, las semillas germinaron y los arboles comenzaron a crecer de nuevo.
Luego golpeó el suelo con sus pies, haciendo que la tierra se tragara a los muertos.
No puede decir nada, simplemente comencé a sentir un ardor en mi espalda, tan solo me di la vuelta y ya estaba de regreso en las montañas esta vez frente a un ave en llamas, un Fénix, sentía un gran poder emanando de él. Solo le bastó agitar sus alas para que los volcanes regresaran a su sueño, luego de eso me señaló hacia atrás. Di la vuelta y vi a los otros tres seres, pero entonces cada uno se transformó en un humano, tres humanos, cada uno portando armaduras de diferente estilo, Marsur, el reino del sol, Beixing, el reino del norte y Skyland.
No podía ver las caras de ninguno de ellos ni saber su género, solo sabía que debían ser de esas naciones, las naciones que custodian las gemas.
Aquellas personas eran los otros guardianes.
Entonces desperté...
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Hola, un nuevo capítulo a la orden, está vez fue un poco largo y variado, sin embargo será importante en el Futuro, la era de los guardianes ha comenzado.
Jonathan Fernandez: Uno de los duques de Paradise y su defensor, es poderoso como pocos, se cuenta que en realidad nació en Runus.
Mónica Fernández: Noble oriunda de Paradise, ella estudio magia en la escuela de Paradise, sin embargo prefirió no unirse al ejército, ha sido una pieza importante para el fin de la guerra.
(Interpretación de lo que vio Roe en su sueño ¿Cuáles serán los nombres de los otros tres?)
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