Capítulo 17: Angustia.

El medio día había llegado, desde la muralla podía ver como la ciudad había tomado algo de vida, pero no era la que esperaba, solo eran unas pocas personas caminado por las calles, no podía diferenciar si eran ciudadanos o refugiados de fuera de los muros, pero sabía que eran personas intentando sobrevivir, mientras, al otro lado de la muralla todo estaba en silencio, solo viendo algún caballero de vez en cuando patrullar por las calles del barrio sur.

Solté un suspiro cansado girando para ver hacia mi derecha observando una torre defensiva de la muralla, en donde Lucas montaba guardia junto a Roberto, de bajo, sobre la muralla se encontraban entrenando Santiago con Sámara, quien le explicaba cómo usar el arco al chico, delante de ellos estaban Madeleine y Erika combatiendo en un uno contra uno y a su lado Sebas entrenaba con Arturo, estos cuatro entrenaban para ayudar a fortalecer a sus compañeros.

Sebas le enseñaba a Arturo como usar su espada de mejor forma, combatiendo como iguales aunque, Arturo acababa siempre mordiendo el polvo, al no soportar los pesados golpes de Sebas.

Sin embargo, Erika lo tenía difícil con Madeleine, lo cual se me hacía muy raro, Erika luchaba con torpeza, sus movimientos eran lentos, la morena aprovechaba en cada momento para golpearla con el hasta de su lanza.

—¡Erika presta atención a tu oponente!

Exclamo Ivonne con preocupación llamando la atención de todos, en ese momento Erika apenas pudo bloquear la punta de la lanza de Madeleine, una lanza que iba dirigida hacia el pecho de nuestra compañera alarmándome.

—Detengan el combate.

Grite caminando hacia ellas con pasos firmes, al escuchar el golpe, Sebas dejo de entrenar a Arturo corriendo hacia Erika.

—Erika, te encuentras bien, ¿no estás herida?

Hablo Sebas en su tono monótono, pero con un atisbo de preocupación, mientras ella miraba el golpe que su escudo había recibido.

—Eso es tu culpa, si no estuvieras con la cabeza en las nubes lo habrías bloqueado.

Madeleine la regaño, a pesar de ser ella quien estaba siendo entrenada por una de las mejores valquirias.

—Yo... eres muy buena, creo que no soy la adecuada para enfrentarte.

Erika se excusó mostrando una sonrisa forzada intentando no preocupar a Sebas, pero Ivonne la interrumpió.

—Por muy fuerte que Madeleine sea, es obvio que tú estabas distraída, tanto que podrías confundir un molino con un gigante.

Le regaño Ivonne haciendo que Erika bajara su cabeza algo sonrojada, siendo que en ese momento me di cuenta que su vista siempre se desviaba hacia Sebas, pareciendo siempre querer verlo, tras notarlo solté un largo suspiro acercándome a ellas.

—Erika, no estoy en contra de tu romance.

Hable con seriedad haciendo que ella se sonrojara enormemente intentando negar mi afirmación con grandes incongruencias, sin embargo siempre hacia lo mismo, mirar una y otra vez a Sebas, cosa que pronto me arto, tome aire antes de hablar.

—Capada, eres una de las guerreras más fuertes que conozco, si no es que eres la mas poderosa de nuestra generación, pero de nada servirá si te distraes todo el tiempo, solo provocaras que Sebas se preocupe por ti.

Comente casi en tono de regaño, pero tampoco quería ser tan duro con ella, no queria generar algun conflicto con alguien valioso para el equipo, pero mucho menos que representara un eslabón k débil.

—Roe tiene razón cuñada, si sigues con esa actitud acabaran matándote, o hiriendo a cualquiera de nosotros.

Hablo Santiago con una seriedad pocas veces vista en él, palabras en las que Sebas tuvo que estar de acuerdo, por lo cual se acercó a Erika, tomando su mano y mirándola a los ojos con gran preocupación.

—Ellos tienen razón, tampoco puedo evitar querer estar junto a ti, pero, hay que saber en qué momentos podemos estar juntos, ahora debemos estar concentrados, pues nuestra vida depende de ello.

Sebas pronuncio con algo de dulzura llevando su mano hacia el rostro de Erika proporcionándole una caricia en sus mejillas, haciendo que ella mostrara una mirada triste, pronto negó con su cabeza, regresándole una mirada dulce, repitiendo el gesto de Sebas, acariciando sus mejillas con su mano, para después levantarse con una mirada seria.

—Lamento mi comportamiento, entiendo perfectamente mi posición.

Exclamo disculpándose ante nosotros, Erika volvió a su tono grueso de voz, mostrándose arrepentida, así como su mentalidad de guerrera.

—Estos sentimientos son nuevos para mí, pero les prometo que no interferirán con mi desempeño en combate, no dejare de lado mi deber, ni mis obligaciones para con el grupo.

Hablo dando un golpe con su pierna al suelo, demostrando su devoción, soltando a su vez la mano de Sebas, aunque tampoco rechazaba sus sentimientos, Sebas la imito mostrando una mirada que reflejaba deber.

—Confiamos en ustedes dos, se que pronto serán caballeros muy fuertes, en cualquier momento podríamos tener nuestra primera batalla real, así que manténganse listos... cuídense entre ustedes y a los demás, si quedó en claro pueden regresar a sus entrenamientos.

—Sí señor.

Ambos respondieron golpeando el suelo con sus botas, rompiendo formación y retirándose volviendo a concentrarse en su labor de caballeros.

—¿No crees que esto afecte su romance?

Me pregunto Ivonne curiosa, ante lo cual yo negué, viendo como ambos se regalaban una última mirada cariñosa antes de continuar, mejorando rápidamente en el combate.

—Ambos lucharan en la misma línea, estarán codo a codo, no creo que lo que ellos sientan desaparezca de la noche a la mañana, solamente es concentrarse en ser caballeros.

Explique estirando mis brazos, sintiendo algo de sueño al estar tanto tiempo solo vigilando.

—Ivonne, te encargo supervisar a los chicos, yo iré a dar un paseo.

Comente tomando mi casco y colocándomelo, ante lo cual ella asintió, mientras Santiago corrió hacia mí para interceptarme.

—Entonces iré contigo mi capi.

—¿No vas a entrenar con Samanta?

—Samara, Roe, no te confundas.

Me corrigió inmediatamente mientras yo empezaba a caminar y Santiago me seguía mostrando una sonrisa traviesa.

—Aunque... se me cansaron los brazos, hermano nadie me dijo que usar un arco era tan difícil, y pensé que eran para nenas.

Comento estirando sus brazos soltando un suspiro mientras atravesábamos una de las torres.

—Si son para nenas, entonces le pediré a Mary que te de una bofetada de nuevo, a ver si así aprendes.

—No, por favor, no sé porque los golpes de Mary duelen tanto...

Solté una risa burlona, causando que Santiago se encogiera de hombros mostrando una sonrisa torpe, una vez nos alejamos de la torre donde se encontraba Lucas y Roberto, Santiago cambio su expresión por una más seria.

—¿Paso algo con tu amiga, Luna?

Me pregunto con cierto tono de preocupación, y pareciendo arrepentido por lo de antes, su pregunta me tomo por sorpresa, forzándome a detener mi andar, soltando un leve suspiro.

—Creo que metí la pata con ella...

Comenté procediendo a contarle lo que había pasado el día de ayer con Luna, al terminar todavía podía seguir sintiendo el dolor de la bofetada que ella me había dado, arrepentido creía haber perdido su amistad para siempre, no sabía que hacer dudaba enorme mente.

Entonces sentí un golpe contra mi cabeza, casi tirándome el casco.

—¡Pues claro que va a reaccionar así idiota, con todo respeto, pero las chicas dirán lo mismo!

Grito Santiago regañándome mientras golpeaba con su pie el suelo.

—Debes decidirte, no, debes ir por ella y decirle todo lo que sientes, no es por ofender hermano, pero estas más ciego que un árbol.

Hablo en un tono levemente decepcionado haciendo mi casco hacia arriba y hacia adelante con enojo, continuando hasta que aparte su mano de mi cabeza, acomodándolo para verlo con algo de tristeza.

—No me pongas esa cara de borrego a medio morir, esos ojos muéstraselos a ella, es más, si es una maga debería estar en ese castillo que se ve al otro lado del rio, eres un caballero ígneo, nada te detiene a ir por ella y decirle lo que sea que sientes por ella.

Exclamo señalando hacia la escuela de magia, continuando regañándome, antes de aclarar su garganta recuperando la compostura, para luego hablar gravemente.

—Discúlpame hermano, me salí de mis cabales, sabes bien que si yo fuera tú.

—Ya le habrías roto el corazón.

—No solo el corazón.

Hablo con seriedad pero comentando algo que me causo mucho desagrado, y las ganas de darle un golpe en su rostro.

—Y luego te preguntas porque las mujeres decentes te odian.

-No me lo pregunto, yo se que soy una basura, pero tú eres un buen tipo, a ti y a Sebas los considero auténticos caballeros, quienes darían sus vidas por el bien común, yo solo sirvo para acostarme con doncellas con poco amor propio.

Me respondió Santiago hablando seriamente, para luego mostrar una sonrisa llena de remordimiento, luego procedió a darme la espalda, mirando hacia el fuera de la ciudad.

—Yo se quien soy ¿y tú?

Me pregunto con enorme seriedad haciéndome dudar, aun no le contaba la verdad a mis compañeros, no quería que me volvieran a tratar como traidor, después de confiar tanto en ellos.

—Aunque debes saber que confiamos en ti, como líder eres muy fuerte y hábil, solo falta que tú puedas confiar en nosotros... bueno en realidad apenas sabemos sobre tu origen.

¿Qué tanto confiaba en ellos? Mucho, le confiaría mi vida a cada uno de ellos, pero me daba miedo que solo uno de ellos desconfiara de mí o me mirara como un traidor, pero... ya no había guerra.

—Pronto lo sabrán... digamos que no es el momento para eso, pero, Lucas, Sebas y tu serán los primeros en saberlo.

Comente seriamente estirando mi brazo hacia él.

—Si no logras reconciliarte con Luna en una semana nos deberás contar ese secreto tuyo con unas cervezas.

Me propuso tomando mi brazo mostrándome una gran sonrisa, acepte regresándole la sonrisa, pasara lo que pasara, no podía ocultarles más ese secreto, por respeto a ellos y por todo lo que lucharon nuestros maestros.

Tras hablar continuamos el camino sobre la muralla hablando y riendo mientras estábamos atentos al cielo y el horizonte, había notado que los barcos voladores en su mayoría habían regresado al aeropuerto quedando solo unos cuantos patrullando.

Al poco tiempo llegamos a una cuarta torre de vigilancia, cuando nos dispusimos a cruzarla nos encontramos de frente con un grupo de magos, eran aproximadamente una decena siendo en su mayoría adultos, los cuales eran dirigidos por un anciano el cual portaba una barba de candado y una cabellera blanca.

Cuando este me miro sentí Blood Warrior activarse, mientras aquel mago empezaba a sudar mirándome con cierto temor, inconscientemente ambos llevamos nuestras manos a nuestras armas, el hacia su varita y yo hacia la hoja radiante, su mirada pronto se percató de movimiento esbozando una sonrisa.

—Oh, un par de jóvenes caballeros, díganme con quien tengo el placer.

Hablo con un tono serio, haciendo que el mismo Santiago se sorprendiera dando un paso hacia atrás, dude que responderle, pero estaba seguro que era peor mentir.

—Soy... Me llamo Rohei Castelar.

Respondí con preocupación, al pronunciar mi nombre vi como el rostro del mago se distorsiono mostrando terror en su mirada, tomo su varita temblando pareciendo que quería atacarme, entonces sentí como Blood Warrior se desactivo mientras el hombre soltaba un suspiro pesado.

—Que susto, no pensé encontrarme a aquí al hijo de Marcus Castelar... si no me equivoco eres el campeón de Horizon.

Pronuncio guardando de nuevo su varita limpiando el sudor de su frente, pero haciéndome sentir un profundo terror, mientras Santiago me miraba confundido.

—No... exagera, Roe no es el campeón de Horizon, el nació en Merindia.

Pronuncio confundido ante lo cual negué con mi cabeza mirando hacia el hombre.

—¿De donde conoce a mi padre?

Pregunte con seriedad confirmando las palabras del hombre, el cual al escucharme soltó se sobresalto cerrando sus ojos mientras parecía que un escalofrió recorrió su espalda.

-Primero me presentare, me llamo Fastferum Marish Baggis, tambien apodado como "el gran sabio de los libros", pero puedes llamarme Famaba para abreviar, y en donde conocí al paladín de las estaciones... fue en santa Raquel, estuve en el asedio bajo el mando del general Igor, se supone que lograrías tomar esa ciudad, pero Marcus nos llegó desde la retaguardia mientras estábamos en un ataque.

Hablo Famaba tragando saliva mientras se abrazaba a sí mismo, rememorando aquella batalla, en la cual yo había estado desde la distancia.

—Fue aterrador ver como el general Augusto casi muere a manos de la espada danzante del paladín de las estaciones, tuvimos que sacarlo del combate mientras algunos cuantos contuvieron a Marcus, tu padre es muy fuerte muchacho...

Conto brevemente no queriendo dar más detalles. Santiago se encontraba atónito abriendo mucho sus ojos, intentaba hablar pero no podía articular sus palabras.

—Recuerdo escuchar de ti entre los generales y un par de magos que desertaron de Skyland, pero eso me pregunta, ¿porque estas aquí en Paradise y no en el imperio con él?

Me pregunto directamente, paralizándome, recordando nuevamente mi destierro, entonces mire de reojo a Santiago, aun no podía decirle la verdad.

—Marcus, el paladín de las estaciones me rechazo como su hijo cuando me culparon de traidor... creyeron que durante la masacre de Horizon... yo mate a una noble.

Pronuncie diciendo una mentira a medias, algo que igual me preocupaba, el no haber podido salvar a Íngrid, aquello sorprendió a Santiago junto con mis palabras abriendo su boca, queriendo decir algo, pero no se atrevió.

—Ellos me dieron la espalda Santiago, pero...

Comente sintiendo un nudo en mi garganta, temiendo volver a ser tratado como un traidor.

—La guerra acabo, no tienes que preocuparte de eso Roe.

Hablo Santiago con una sonrisa dándome una palmada en mi espalda antes de abrazarme como siempre, su risa mostro que mi preocupación era infundada. En respuesta Famaba sonrió levantando su mano izquierda.

-Una disculpa jóvenes, en especial a ti joven Castelar, seguro tenías tus motivos para ocultarle la verdad a tus compañeros... aunque he de confesarles algo.

Hablo Famaba mirando hacia Santiago quien levanto su ceja.

—No sabes la suerte que tienes al tener de aliado a un Castelar... tal vez no los sepan, pero su linaje fue la mano derecha del imperio.

Nuevamente Santiago se quedó sin palabras, aunque eso tambien paso conmigo, sorprendiéndome.

—O lo fueron hasta hace cincuenta años, donde los últimos Castelar fueron enviados junto a dos ejércitos al bosque de las almas para atacar Miss, pero nunca salieron de aquel bosque.

Comento caminando hacia nosotros, eso lo sabía, pues Rodrigo Castelar, el tío abuelo de mi padre me lo había contado, aunque en su historia solo revelaba un ejército, pero de igual forma más de cien Castelar habían perecido en aquel bosque, en el cual estaba completamente prohibido adentrarse, pues todos terminan desapareciendo entre su follaje.

—Ya decía yo que tus habilidades no eran de una familia común y corriente.

Hablo Santiago dándome un golpe con su puño en su brazo, aunque los Castelar del pasado, probablemente no serían considerados como una familia, pues eran más un clan o una etnia los cuales compartían Blood Warrior, pero ahora solo quedábamos mi padre y yo.

—Realmente no quiero ni imaginarme que tan poderoso serás joven Castelar, los libros cuentan que hubieron poderosos caballeros ígneos con tu apellido, así que tu no debes ser la excepción.

Famaba hizo un ademan con su mano derecha haciendo que sus compañeros empezaran a caminar.

—Nuevamente me disculpo por mi forma de actuar, díganme si puedo hacer algo por ustedes.

Nos preguntó intercambiando lugares, quedando nosotros ahora frente a la puerta de la torre.

—Si no me equivoco, usted dijo que era el gran sabio de los libros, entonces dígame, ¿Quién es el más fuerte de todo Paradise?

Pregunto Santiago exclamando mientras cruzaba sus brazos, ante lo cual el señor Famaba sonrió burlonamente.

—El general Igor augusto, pero el general Lionel Grand está muy cerca de superarlo, y no dudo que lo haga en un par de años.

Hablo objetivamente respondiendo a la pregunta de Santiago.

—Pues prepárate señor sabelotodo, yo superare a Lionel, el gran Santiago se volverá en el general más poderoso.

Exclamo Santiago cruzando sus brazos, mostrando una gran sonrisa, aunque el señor Famaba solo le sonreía con algo de gracia, pero tambien con amabilidad como si le apoyara. Tras eso él mismo giro para mirarme.

—Y usted joven Castelar, cualquier pregunta se la puedo responder, después de todo he leído la mayoría de libros que existen.

Famaba rebelo haciéndome pensar en que debía hacer, si embargo en ese momento se me cuzo algo por la mente, pues el general Igor había mencionado un hechizo, no tenía nada que perder al preguntarle si lo conocía.

—¿Puede decirme el canto de dragón de ceniza?

Pregunte seriamente esperando no recibir respuesta, ante lo cual Famaba asintió.

—Dragón de ceniza fue creado por magos imperiales, pero dejó de usarse porque ningún bando lo sentía parte de sí, yo no puedo usarlo al ser muy débil, pero se su canto y es... oh señor de los volcanes, abre tus alas y levántate de tu lecho, ruje liberando tu fulgor carmesí, muéstranos el poder de tus llamas y engulle con tu calor abrazador, y luego se pronuncia dragón de ceniza.

Explico calmadamente, tan pronto me di cuenta que conocía el hechizo me apresure a recordar el hechizo, repitiendo una y otra vez en mi cabeza, aunque Famaba se me adelanto copiando aquel hechizo en una hoja de papel para luego entregármela.

—Si que es un hechizo largo...

Hablo Santiago mirando el hechizo en el papel, ante lo cual asentí, preguntándome que tan poderoso seria en realidad.

—Y muy poderoso, joven Castelar, ese hechizo es muy peligroso, si lo usas es probable que te mate ya que te dejara sin magia, recomiendo que lo intente cuando supere el nivel cuarenta, por ahora tenlo como algo que le enseño un amigo.

Suspire escuchando la advertencia de Famaba guardando la nota de papel en un bolsillo, tras eso separamos nuestros caminos, decidiendo quedarme un momento mirando hacia la ciudad, sintiendo que pronto debía regresar con mis compañeros pues algo comenzaba a inquietarme.

—Regresemos.

Ordene dando media vuelta, ante lo cual Santiago asintió con seriedad.

***

Un gran nubarrón había cubierto toda Paradise aquella nube no parecía tener fin o principio. Pero a las personas le daba igual, ellas estaban muy tranquilas, ya habían regresado a su vida normal.

— ¡Adelante vengan todos! ¡Tenemos carne fresca!

El marcado de Paradise estaba muy activo, muchos de los vendedores eran bulliciosos intentando atraer la atención de las personas.

—Mary... ya volveré a la casa Fernández.

—Está bien.

Alejandra y Mary habían sido encargadas para ir de compras, Alejandra aparentemente ya había conseguido lo encargado, ella era la sirvienta más tímida de todas casi no soportaba estar fuera o convivir con otros por esa razón ella siempre terminaba rápido con las compras.

Mary solo vio como ella se alejaba.

—¿Aun no hemos terminado?

Preguntó una cansada Lucy.

—Tu decidiste acompañarme... aún nos quedan unas cosas por conseguir.

Tanto Lucy como Mary tenían cestos de mimbre con muchos víveres dentro, pero aún no parecían terminar.

—Bueno entonces... ¿Qué es lo que sigue?

Pregunto Lucy colocando el cesto sobre su cabeza intentando balancearlo.

—Alejandra ya lleva la carne... unos tomates.

Pensó Mary mientras empezaba a caminar.

—Tambien necesitaremos zanahorias... papas...

Mary tenía una expresión preocupada y Lucy se había dado cuenta, no solamente sabía que estaba preocupada tambien se estaba distraída cuenta que estaba distraída, Lucy tenía varias zanahorias en su cesto mientras que Mary tenia las papas pero aparentemente no lo recordaba.

—Mary... ¿Pasa algo?

Pregunto Lucy preocupada por Mary, desconcertada por la pregunta Mary miro a Lucy.

—...Pues...

—¿Tambien estas preocupada por mi hermanito?

Al escuchar esa siguiente pregunta Mary suspiro.

—Sí, no quiero que le pase nada, pero tampoco es lo único que me preocupa.

Ella coloco su mano derecha sobre su pecho mientras se tranquilizaba.

Lucy la miro asombrada y con sus ojos iluminados.

—Creo que ahora comprendo a la señora cuando ve al señor salir.

—No te preocupes por mi hermanito sé que el estará bien.

Hablo Lucy con mucha alegría levantando su pulgar derecho.

—Sé que mi hermanito tambien te extraña mucho y se preocupa por ti, ambos se quieren mucho.

Dijo Lucy mientras continuaba avanzando, al escucharla Mary se sonrojo mucho y casi intento cubrir su vergüenza.

—No... no... no sé si sea eso...

Respondió Mary intentando caminar de nuevo, en ese instante soplo un fuerte viento.

—Perdón Mary, pero solo digo lo que todos... ven...

Repentinamente todo el bullicio se detuvo, todos miraron el cielo.

—Lucy... ¡volvamos a casa!

Mary inmediatamente soltó la canasta, tomo a Lucy de la mano y se apresuró a correr hacia el oeste regresando a la casa del duque mientras que todos los demás estaban atónitos.

***

Muralla de Paradise, zona este, unos momentos antes.

Los cinco generales estaban reunidos, hacia bastante tiempo que estaban listos para entrar en combate.

—Nare, lanza a todos hechizos de protección y de refuerzo.

El general Igor se acercó a la generala Nare. La santa, al igual que los otros generales estaba equipada con una armadura, solo que era una armadura ligera la cual en su pequeño cuerpo parecía quedarle como una armadura completa.

—¿Crees que ya es momento?

—Correcto... es el momento perfecto, por las nubes no nos daría tiempo de reaccionar... ya deben estar en movimiento.

Nare miro hacia el cielo, pese a que los barcos voladores generaban mucha turbulencia al volar podrían evitar ser detectados viajando sobre las nubes.

—Está bien...

Ella levanto su mano derecha hacia Igor.

— [Barrera]

El cuerpo del general Igor fue cubierto por un brillo verde.

— [Fortalecer]

Su cuerpo fue cubierto por un brillo naranja.

— [Escudo]

Su cuerpo brillo con una luz amarilla.

— [Reforzamiento de armadura]

Su cuerpo brillo con un aura rojiza.

—Esos será lo básico... con eso no serás tan fácilmente herido.

Tras decir eso Nare lanzo esos mismos hechizos sobre los otros generales incluyéndose.

—Ahora debemos pensar cómo evitar los ataques sorpresa.

Hablo Lionel mientras Nare pensaba.

—¿Por qué no usan la magia día soleado?

Pregunto Connod mientras ajustaba un poco su armadura.

—Día soleado es un hechizo de bajo nivel, su efectividad es de un radio de cincuenta metros... si despejaría las nubes pero ni con todos los magos de la cuidad lograríamos despejarlo lo suficiente.

Respondió Nare mientras sonreía y caminaba hacia el borde de la muralla.

—Nuestra mejor opción es usar una magia de viento... usare el hechizo Aero-vórtice para juntar una gran cantidad de aire y luego expulsarlo usando el hechizo Colapso y eso generara una explosión la cual definitivamente dispersara las nubes.

—No entendemos lo que dices.

Susurraron los otros generales a la explicación de Nare. Ella solo suspiro y levanto su vara hacia el cielo apuntando hacia la torre.

—Empecemos... [Gran dios de los vientos que estas en lo alto escucha mi llamado]

Los generales observaban atentos a la situación. Su vara comenzó a emitir un brillo verdoso mientras el viento se arremolinaba alrededor de ella.

— [Te pido una fracción de tu poder, concédeme poder sobre los vientos]

Un sello mágico apareció bajo sus pies mientras el viento se arremolinaba sobre la vara siendo adsorbida por la luz.

—[Gira sin parar reúnete en un solo punto, crea caos y adsorbe todo dentro de ti, ¡muéstranos a todos el poder del viento!]

El viento hacia que los generales retrocedieran, Nare comenzó a alzar más alto su vara mientras intentaba evitar que el poder se saliera de control.

— [¡Déjame liberarte! ¡Déjame darte poder absoluto!]

Ya faltaba poco para que el hechizo fuera completado. Entonces ocurrió un destello negro.

Un silencio abismal inundo el momento.

Nare dejo de hablar, en su pecho tenia incrustada una flecha negra de cristal, su rostro reflejo una mirada llena de desesperación dirigida hacia los generales, había perdido completo control sobre el flujo mágico.

—H-Huyan...

De la nada, la luz emitida por su vara detono explotando con mucha fuerza, todos fueron arrojados mientras un violento viento se esparció por la ciudad.

Igor había sido el único general que había logrado mantenerse en pie, los demás habían sido lanzados hacia atrás, pero Nare había recibido la peor parte, su pequeña armadura se hiso pedazos y su pequeño cuerpo fue lanzado por los aires en dirección opuesta a la ciudad, su cuerpo formo una gran parábola chocando contra el suelo a más de cuarenta metros de la muralla, cayendo contra una de las calles del distrito este.

Los soldados fuera de los muros corrieron a ayudarla, pero la encontraron en muy mal estado, su cuerpo estaba lleno de quemaduras, fragmentos de su armadura se habían enterrado en su carne, sus huesos habían sufrido un gran daño mostrándose varios de estos rotos especialmente los de sus brazos, pero milagrosamente había salido con vida, pero tal vez no sería por mucho tiempo.

— ¡Apresúrense a atenderla!

— ¿¡Quién tiene un elixir!?

—¡¡Llamen a un mago blanco ahora!!

Los soldados no perdieron tiempo, apresurándose a salvarle la vida a una general gravemente herida. En cuestión de segundos un soldado llego con un elixir, una medicina de gran poder capaz de curar las heridas más grabes, sin perder tiempo él vertió el líquido morado en la garganta de Nare curando parte de sus heridas internas sacándola del peligro, pero muchas de sus otras heridas debían ser limpiadas.

— ¡Debemos llevarla a la ciudad para poder tratar sus heridas!

Inmediatamente los soldados la subieron a una camilla para llevarla al interior.

La explosión tambien había derribado parte de la muralla creando un punto de debilidad, pero todos los generales no estaban prestándole atención, todos los que estaban sobre la muralla miraban hacia el cielo desconcertados.

***

— ¡Rohei!

—Ya me di cuenta...

Corría de regreso con mis compañeros junto a Santiago donde nos detuvimos observando a nuestro grupo atónito mirando hacia el otro lado de la ciudad.

—Fue magia... ¿o me equivoco?

Le pregunte a Roberto quien asintió, el únicamente apretó sus puños.

—No te equivocas, era magia de viento muy poderosa... pero no es la única.

Me respondió Roberto mientras dejaba de mirar hacia el lugar de la explosión.

—Erika, Ivonne preparen las armas, eso sin dudas fue un ataque.

— ¡Entendido!

Intentaba mantener la calma, no sabía que había ocurrido pero eso sin dudas había sido un ataque mágico, ahora me preguntaba que más ocurriría, de donde llegaría el siguiente golpe.

Mientras tomaba mi escudo y lo colocaba en mi espalda note que Ivonne estaba muy callada, pues no había respondido a mis instrucciones, mire hacia ella y me percate que estaba mirando en dirección al norte, a la izquierda de la gran torre de Paradise.

—Ivonne ¿Qué ocurre?

Pregunte seriamente mientras me acercaba a ella, pero solamente señalo hacia el cielo.

Me quede en silencio... una docena de barcos volados empezaron a descender bajando de las nubes, cuya altura nos había engañado.

***

—Desciendan sobre la ciudad.

Cientos de soldados bajaron a la calles.

—Tráiganme a todas las mujeres de 20 años.

Ogros bajaron de los barcos con grandes saltos.

—Magas, de ojos esmeraldas y pelo blanco, que cumpla con cualquiera de esas características, secuéstrenla.

Un ser extraño con una voz que no era ni de hombre ni de mujer hablo mientras señalaba hacia el suelo.

—Destruye las defensas, que ningún barco volador salga del aeropuerto.

Él señalo a una mujer vestida de negro.

—Paga tu herejía por el fracaso de Horizon.

Aquella mujer escondía su identidad con una máscara y una túnica la cual cubría tambien su cabeza, aun así podía sentirse su rechazo hacia quien estaba delante de ella dándole órdenes.

—Ustedes dos, causen caos y destruyan todo lo que puedan, corrompan a todos los que sean dignos.

Esta vez su voz se dirigió hacia otros dos, una mujer joven de cabello purpura con unos lentes portando una túnica que le quedaba larga, mientras junto a ella estaba un hombre portando una armadura de plata empuñando una gran espada.

— ¡Ahora démosle a nuestro dios un sacrificio digno de su grandeza!

Exclamaron los tres con gran euforia, su objetivo era claro, traían destrucción y desesperación.

La batalla de Paradise había dado inicio.

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