- Fuiste tú -

Frente a frente, las dos jóvenes se desafiaron con la mirada, como si fuesen dos pistoleros en el medio del desierto al amanecer. Los diques que durante tanto tiempo habían contenido los secretos de ambas temblaban a punto de reventar. Había llegado el momento de la verdad.

-La policía y la familia de Bruno me han rogado que no hablase contigo, por eso hasta ahora había estado evitando este enfrentamiento -reconoció Olga.

Sus palabras dejaron a Alma anonadada. ¿Por qué no querría la policía que las dos chicas hablasen? ¿Tenían alguna información de la que ella no sabía nada que podía inculparla? Sintió un escalofrío recorrerle la columna. ¿Y los padres de Bruno? ¿Qué tenían contra ella? Vale, no se había presentado en el entierro, pero ese día no se encontraba en condiciones psicológicas de ir. No creía que tuviese la fuerza suficiente de ver a Olga actuar de viuda compungida y aun así mantenerse al margen, cuando ella era una de las personas que más habían querido al chico en vida.

-No voy a dar rodeos -continuó la otra joven-. Sé que fuiste tú. Tú mataste a Bruno.

-¿De qué vas? -contestó Alma, rauda aunque asustada-. ¿Cómo te atreves a incriminarme de algo tan terrible como matar a mi mejor amigo?

Puesto que la cantina estaba casi vacía, las palabras de Alma, a voz en grito, se hicieron oír por toda la gran sala. Los dos novios que estaban sentados a un par de mesas de ellas dejaron de hablar y las miraron con los ojos abiertos de par en par. Alma fue consciente de que el asunto que iban a tratar era especialmente delicado, por lo que bajó la voz de inmediato.

-¿Debería llamar a mi abogado? -añadió, burlona al mismo tiempo que preocupada-. ¿O ya has aceptado que todo son paranoias tuyas?

Olga la miró con furia.

-Tú sabrás lo que debes hacer... La verdad es que no sé ni cómo eres capaz de vivir con lo que le hiciste.

-¿De qué estás hablando?

La tensión podía cortarse con un hilo, de tan cortante como era la situación.

-No te hagas la tonta, sabes tan bien como yo qué pasó esa noche.

Olga observó con detenimiento a su enemiga para ver el efecto de sus palabras y entonces se dio cuenta. Alma no tenía ni idea de lo que le estaba contando.

-No te acuerdas, ¿verdad? Habías bebido demasiado...

Alma bajó la mirada, indefensa por un minuto.

-Yo haré que lo recuerdes todo.

La novia de Bruno tenía la esperanza de que, igual que los villanos de las películas, al verse descubierta Alma revelase toda la verdad sobre lo ocurrido esa noche. Su plan no parecía que fuese a funcionar, puesto que la chica no recordaba nada. Solo le quedaba una opción: forzarla a recordar dándole toda la información de la que disponía gracias a la policía. Con suerte, Alma haría o diría algo que la delataría y podría denunciarla a las autoridades. Así se haría justicia por Bruno al fin.

* * *

La noche de fin de curso no estaba yendo como había imaginado. La fiesta prometía mucho: el ambientazo de la enorme discoteca multisala llena de universitarios con los que tal vez comenzara a codearme después del verano, la música pegadiza, el alcohol... y sobre todo Bruno. Llevaba tanto tiempo concentrada en la Selectividad y mi trabajo como influencer que sentía que lo tenía bastante abandonado. Estaba claro que Bruno no se lo merecía, así que esa noche pensaba compensarle por todos esos días sin vernos y por todos los estufidos que le había dado en las últimas semanas. Quería que se lo pasase genial conmigo y recordase por qué se había enamorado de mí.

Para empezar, me encargué de sorprenderle nada más vernos. Me puse un vestido precioso que sabía que le encantaría y que solo me había puesto una vez antes para la gala de entrega de premios de una emisora de radio. También me solté el pelo como a él le gustaba y me maquillé de forma sutil, ya que Bruno siempre me decía que me prefería sin maquillaje. La sorpresa, lógicamente, no era esa, sino que había alquilado un Mustang para que él lo condujese esa noche. Sabía que era uno de sus sueños y quería hacerlo realidad. ¿Para qué había ganado el dinero si no era para disfrutarlo con quien quería?

Conseguí el objetivo de emocionarle. Cuando vio el coche, me estrechó entre sus brazos con fuerza como si fuese suyo para siempre y no solo para esa noche. Antes de ir a la discoteca dimos varias vueltas por la ciudad; después nos dirigimos a las afueras, donde el coche iba a tanta velocidad que levantaba nubes de polvo a su paso. No tenía ni idea de cuál era el lugar al que Bruno me llevaba hasta que vi el cartel: estábamos en el antiguo pantano. No había nadie por allí, así que después de besarnos un rato en el coche salimos a ver las estrellas apoyados en el capó. Fue precioso...

Estábamos tan a gusto que a ninguno de los dos nos apetecía ir a la discoteca, pero Bruno recibió la llamada de un amigo, creo que de Jon, que le suplicaba que se uniese a ellos. En ningún momento dijo que estaba con Marina y contigo, solo que la fiesta no era lo mismo sin Bruno. Lo convenció, nos subimos al coche y fuimos hacia allí.

Bruno llamó varias veces a Jonathan para saber dónde estaba pero no lo localizaba; supongo que con el escándalo de la música y el griterío de la gente no se enteraría de que le estaban llamando. Paseamos por las diversas zonas de la enorme discoteca sin dar con el grupo de Jon. Cansados de buscarlos en vano, decidimos quedarnos en la sala donde nos viste. Bailamos el uno con el otro, sin necesidad de nadie más, y lo pasamos genial. Hasta que llegaste tú.

Se veía a la legua que ibas borracha, Alma. En vez de caminar te tambaleabas y mirabas a tu alrededor como atontada. El momento en que nos viste fue penoso... Arrugaste los morros como un bebé enfadado y te quedaste mirándonos fijamente, como si quisieses echarnos una maldición. Y para colmo, no parabas de tontear con ese chico que era idéntico a Bruno. Dabas pena, por eso Bruno se empezó a preocupar por ti.

Me enfadé mucho al ver cómo le afectaba tu llegada. No merecías que se preocupase por ti de esa manera. Antes lo sospechaba y ahora lo sé.

Hizo un amago de acercarse a hablar contigo para resolver vuestros asuntos. Eso me enfureció. ¿Cómo iba a permitir yo que fuese a hablar contigo de "lo vuestro" y a quedarme mirando? Nunca hubo ningún "lo vuestro", Alma, asimílalo de una vez. Él nunca te quiso. Solo eras una forma de llenar las horas muertas sin mí, una amiga con la que reírse y de quien olvidarse al llegar a casa, nada más. Pero aun así, Bruno te tenía cariño y no le gustaba haberse distanciado de ti de esa forma tan abrupta, sin saber bien por qué. Yo le insistía en que habías cortado toda relación con él porque habías comprendido que no le importabas, pero él no me creía. Hombres... les cuesta tanto darse cuenta de lo que tienen delante de sus narices...

Estaba tan molesta por la situación que cuando vi a Ricky en la barra no dudé en acercarme a él.

Sí, Alma. Ricky, el chico con el que te besaste en la fiesta. Mi ex novio. Solo se acercó a ti porque yo se lo pedí, para distraerte y evitar que nos amargaras la fiesta a Bruno y a mí.

Enseguida vi que congeniabais bien, puede que demasiado bien, y me despreocupé. Conseguí convencer a Bruno de ir a la piscina y darnos un chapuzón en ropa interior. Estaba convencida de que Instagram se llenaría de imágenes mías en sujetador y bragas pero iba a afrontar las consecuencias. Me equivoqué. Había mucha más gente igual en la piscina y nadie pareció reparar en nosotros.

Cuando salimos del agua, nos quedamos apoyados en la verja que rodeaba la piscina para secarnos. Con la ropa interior aún algo húmeda comenzamos a vestirnos y entonces fue cuando te vio. Recuerdo el momento como si estuviese ocurriendo ahora. Bruno solo llevaba el pantalón y la camisa a medio abrochar. Yo me escurría el agua del pelo entre risas. Y entonces pasaste tú, apoyada en el hombro de Ricky. Él te guiaba entre la gente de la fiesta; parecía que te llevaba al exterior de la discoteca.

-Va medio inconsciente -exclamó Bruno, angustiado-. Tengo que ir a por ella.

Su reacción fue la gota que colmó el vaso. Me había encargado de que esa noche fuese perfecta y por segunda vez tu intromisión destrozaba un momento maravilloso. Le grité que ni se le ocurriese ir detrás de vosotros, pero no me escuchó. Se puso los zapatos como pudo, a toda prisa, y desapareció. Ni siquiera recuerdo ya cuáles fueron las últimas palabras que me dijo; solo sé que los dos estábamos enfadados y que nos despedimos de muy malos modos. No puedes ni imaginarte cuánto me arrepiento...

Esa fue la última vez que le vi.

Lo que viene a continuación es lo que la policía ha conseguido recabar de diferentes testigos que os vieron por la zona esa noche antes de que lo encontraran.

Al parecer, Bruno os encontró en el puente. Un grupo de chicas pasaban por allí ese momento y le contaron a la policía que Ricky y tú os estabais magreando y que Bruno puso el grito en el cielo. Le oyeron increpar con muy malas palabras a Ricky, acusándolo de aprovecharse de ti en un momento de embriaguez. Tú apenas te moviste, pero volviste la cara hacia Bruno y le sonreíste. Seguro que estabas feliz de haber logrado al fin captar su atención. Lo último que vieron las chicas antes de salir corriendo despavoridas de allí fue cómo Bruno se acercaba a Ricky. Te apartó a un lado, lo empujó contra los barrotes del puente y le pegó un puñetazo en la cara. Dicen que mientras tanto tú te reías como una loca, como si te divirtiese la situación.

Un rato después, mientras yo lloraba escondida en un lavabo de la discoteca, alguien lo encontró. Llegaron la ambulancia y la policía. Acordonaron la zona y entrevistaron a las personas que encontraron cerca, entre ellas a ti. Por lo visto, no fuiste capaz de dar una explicación válida a qué hacías por alrededor del puente tú sola, ya que Ricky hacía un rato que había desaparecido. No obstante, los agentes descartaron que pudieses estar involucrada en el asunto porque tu reacción al ver el... el cuerpo de Bruno... al verle, parecías sorprendida e impactada, como si fuese la primera vez que lo veías. Tampoco creyeron que en las condiciones en que te encontrabas pudieses suponer un problema para un chico como Bruno, por eso desde el primer momento decidieron no incluirte en la lista de sospechosos.

Pero, ¿sabes a quién no descartaron, Alma? A mí. Sí, a mí. Con mis diecisiete años y mis miles de seguidores en Instagram. Por lo visto, daba el perfil para haber matado a Bruno por despecho, así que me interrogaron mil veces antes de decidir que el principal sospechoso era Ricky. Tuve que pasar el luto de perder al amor de mi vida bajo el escrutinio de las redes sociales, la prensa y las fuerzas del orden. Fue horrible y me dejó destrozada.

Solo había una cosa que me mantuvo cuerda todo este tiempo: saber que no se había hecho justicia todavía. Porque, por más que no valorasen esa opción, yo estaba convencida de que la policía se había equivocado de culpable. Todavía lo estoy. ¿Y sabes por qué lo tengo tan claro, Alma?

Porque solo una persona esa noche podría haber querido ver muerto a Bruno.

Una persona que lo quería para ella y para nadie más. Alguien que no podía aceptar que él era feliz conmigo.

Solo podía haber una asesina, una chica que, desinhibida por los efectos del alcohol y de cualquier droga que Ricky le hubiese dado, había conseguido convertirse en la última mujer en la vida de Bruno.

La asesina sigue libre, viviendo su vida, esa vida que le arrebató a Bruno aquella noche, y este es mi momento de vengarme.

¿Por qué sabes cuál fue el último rostro que vio Bruno antes de morir? ¿Sabes quién tiró a Bruno por el puente, Alma?

No pongas esa cara de incomodidad ni te hagas la sorprendida. Lo sabes tan bien como yo. Aunque el alcohol haya apagado ese recuerdo, lo has sabido todo este tiempo.

Fuiste tú. 

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