- Comenzando a recordar -
Alma se quedó totalmente bloqueada al escuchar las palabras de Olga, aunque algo se activó en su interior. Conforme seguía la narración de la otra joven, las imágenes se habían ido sucediendo en su mente una tras otra, claras como si las tuviese ante sus propios ojos. A pesar de odiar a Olga, durante esos minutos había agradecido de corazón oír su voz, ya que la había acercado por última vez a Bruno y, para su estupor, le había devuelto los terribles recuerdos que había mantenido ocultos hasta entonces.
-No fui yo -susurró.
La influencer frunció el ceño.
-Pienso destrozarte, tenlo claro. No voy a descansar hasta hallar la manera de demostrar que tú lo mataste.
Alma se recostó sobre su silla, con el rostro descompuesto.
-Puedo entender cómo te sientes -por primera vez, veía a Olga como una persona con sentimientos y no como una rival-. Yo tampoco sé cómo seguir adelante sin él.
La frase fue una clara confesión que no pasó inadvertida a la muchacha de pelo largo.
-¡Siempre he sabido que estabas enamorada de él! ¡Y seguro que Bruno también, por más que me lo negara!
-Tienes razón -aceptó Alma-. He estado muy enamorada de Bruno. Puede que aún lo esté, a pesar de saber que nunca volveré a verle. Me dolía verle contigo y que nos hubiésemos distanciado... pero jamás podría haberle hecho daño. Lo quería a rabiar.
Olga no había esperado que la mayor de las dos hablase tan claro y con tanta contundencia, por lo que permaneció callada y extrañamente más tranquila.
-Aunque... ¿sabes qué? -Alma la miró con lágrimas en los ojos-. Tal vez no te equivocaras y sí fui culpable de lo que le pasó.
Tragó saliva, muy nerviosa. Dudaba entre hablar allí o ir a la policía directamente a contar lo que había recordado, pero por algún extraño motivo sentía la necesidad de compartir la verdad con Olga. Habían sido enemigas durante mucho tiempo. No obstante, estarían eternamente unidas por Bruno, y Alma era consciente del dolor tan profundo que la novia de su amigo debía sentir.
-¿Qué has querido decir? -la voz de Olga sonó débil y desconcertada.
-He recordado lo que ocurrió. Todavía tengo lagunas, pero creo que sé lo suficiente como para determinar qué pasó.
Su relato hizo enmudecer la cantina. Las personas más cercanas al rincón en el que estaban sentadas dejaron de hablar para poder seguir la conversación. Después de los gritos y las graves acusaciones de asesinato no se les podía culpar de tener curiosidad.
-Verás... conocí a Ricky, sí. No sabía que había sido tu ex novio porque en ningún momento me habló de ti, al menos que yo recuerde. Nos enrollamos durante un rato y empezamos a acalorarnos. Nos metimos en el medio de la fiesta de la espuma, pero estábamos desbocados y ya no podíamos parar. Me propuso buscar un sitio más tranquilo y no me negué. Aunque no me creas, no soy tan descerebrada. Sé que irte de una macrofiesta a media noche con un tío al que no conoces puede acabar muy mal, pero en ese momento no pensaba. Recuerdo seguir sus pasos fuera de la discoteca sin sentir mis pies. Parecía que levitaba. Entre el mareo que sentía y la música que seguía sonando en mis oídos a pesar de estar ya lejos de los altavoces, me desorienté. Cuando me quise dar cuenta estábamos en el inicio del puente, besándonos.
> Lejos de la gente, Ricky se puso algo agresivo. Me besaba con tanta furia que apenas me dejaba respirar. Al mismo tiempo, metía su mano por debajo de mi vestido sin pudor alguno. Quise seguirle el juego, creyendo que estaba en condiciones, pero empecé a sentir náuseas. Todo iba demasiado rápido. Escuché gritos a mi alrededor aunque no supe de dónde provenían hasta que abrí los ojos y vi a Bruno, muy serio, caminando a paso rápido en nuestra dirección. Increpó a Ricky, que al principio le ignoró, pero cuando llegó a nuestro lado se enzarzaron en una pelea. No sé quién la empezó. De pronto, el puño de Bruno rozó la mandíbula de Ricky, quien devolvió el ataque al darle una patada en la entrepierna.
> Vi cómo Bruno se encogía sobre sí mismo, dolorido, y entonces Ricky lo agarró de la camisa y lo levantó en el aire. He olvidado qué le dijo exactamente; se trataría seguramente de una amenaza, porque Bruno reaccionó descontrolado y le escupió en la cara. Intenté meterme entre los dos, pero había bebido tanto que no era del todo consciente de lo que hacía ni de lo que pasaba. Además, se movían tan rápido... Ricky empujó a Bruno contra la barandilla del puente, que resonó en la oscuridad y se tambaleó. Estaba convencida de que el siguiente golpe de Ricky sería muy violento, así que me coloqué delante de él para evitar que le pegase. Solo logré que me diese a mí en la espalda. Ni tan siquiera se preocupó.
> Después de eso, todo fue muy rápido. Escuché como Bruno lo tachaba de violador y pronunciaba tu nombre para instantes después pedirme a voz en grito que huyese. Quería que corriese lejos de allí porque estaba convencido de que estaba en peligro y, como siempre había hecho antes de nuestro distanciamiento, quería protegerme. No le hice caso. Volví a meterme entre los dos chicos, con la cabeza dándome tumbos. ¿Conoces esa sensación de que lo que está ocurriendo no tiene nada que ver contigo, sino que se trata de un sueño? Pues así precisamente me encontraba ya, aunque eso no podía ser más que una pesadilla. Quería que terminara ya. Alargué mi brazo hacia Bruno para abrazarle; supongo que en ese momento de confusión se me ocurrió actuar como escudo. A fin de cuentas, Ricky y yo habíamos estado de muy buen rollo. Seguro que haría lo posible por no hacerme daño. Y de hecho no lo hizo, porque fue mucho más veloz que yo. Mi brazo quedó alzado en el aire en dirección a Bruno mientras Ricky lo apalizaba. Cuando Bruno estaba en el suelo, magullado y derrotado, Ricky seguía lleno de furia. Apenas vi cómo pasó pero de repente lo había levantado del suelo y empujado de nuevo con ímpetu contra la barandilla. Ya sabes que no es muy alta... Al mismo tiempo vociferó tu nombre y dijo algo más que no escuché bien. El empujón fue tan fuerte que... que Bruno... Bruno se cayó. Ricky lo tiró por el puente. No sé si pretendía matarlo o si se le fue de las manos. Solo sé que lo embistió como una fiera salvaje y provocó esa horrible caída mortal desde tanta altura.
> Mi cerebro se negaba a creer que lo que acababa de presenciar pudiese haber ocurrido de verdad, así que no recuerdo sentir miedo por él. Dios mío... soy una persona horrible... Mi único pensamiento en ese instante fue que tenía que largarme de allí tan pronto como fuese posible, tal vez por miedo a que Ricky me hiciese algo también a mí o porque si se trataba de un sueño, cambiar de escenario podría ayudarme a despertar. Eché a correr, convencida de que Ricky me seguiría, aunque no lo hice. Comencé a vagabundear por las calles de alrededor, casi vacías, hasta que me perdí. Entonces me senté en un portal y rompí a llorar. Bruno no aparecía para decirme que todo había sido una broma, o imaginaciones mías. No me despertaba. El tiempo parecía seguir pasando lentamente y yo estaba sola.
> El efecto del alcohol y de la traumática escena de la que acababa de ser testigo me provocaron otro ataque de ansiedad. Me esforcé por calmarme, pero no podía. En un momento del que no tengo conciencia debí de lograrlo, porque mi hermano me encontró tranquila. Tras ese ataque, mi mente debió de crear un escudo para protegerme. Si lo que había visto no era una pesadilla, no podía asimilar que había perdido a Bruno. Que Bruno estaba muerto. Imagino que eso fue lo que ocurrió, porque al llegar mi hermano yo no recordaba nada, ni a la mañana siguiente. De hecho, durante todos estos meses no había sido capaz de dar con la última pieza de este puzle hasta que... hasta que tú me has contado lo que viste.
> Puede que tuvieras razón, Olga. No fueron mis manos las que le quitaron la vida a Bruno, pero sí murió por mi culpa. De no haberse metido a defenderme de Ricky, seguiría vivo. Todo seguiría igual que hasta ese momento. Tú seguirías teniendo novio. Me gustaría creer que yo habría recuperado a mi amigo. Su familia no habría perdido un hijo. Yo no lo maté, Olga, pero tampoco evité que lo mataran. Soy tan culpable como Ricky.
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