Alluring secret white vow. [Epílogo]
Él abrió los ojos a causa de la luz, que se filtraba por la ventana de su cuarto. Claramente, no tenía ganas de levantarse. Puesto que pese a que respiraba, se sentía muerto.
—Debiste dejarme morir, puesto que una vida sin ti a mi lado, no es vida.-Pensó el ahora viudo Len.
Aquel día, posterior al sacrificio de quien tanto amo, llegaron un par de locales que malinterpretaron la situación. Por ende su única opción fue escapar. Se refugió en la anticuada capilla de la villa en la que habitaba. Fue socorrido por algunas monjas, que lo vieron destrozado el día que llegó. Él les contó su historia, y pese a lo descabellado que sonaba, todas creyeron en su palabra y le permitieron permanecer en aquel sitio a fin de evitar una posible pena de muerte.
Pero Len, ya había muerto. Una parte de él se fue con su gran amor.
No podía asomarse a la luz, puesto que de ser visto, sus salvadoras se verían involucradas. Y él claramente no quería eso. Aceptó entonces vivir en las sombras, esperando su destino final.
Cada día, se sentaba detrás de un enorme y gastado piano. Y comenzaba a entonar una melodía. Esperando que su amada llegase a escucharlo y volviese a su lado. Desdichado soñador que aún la espera, desgraciado hombre que perdió a el amor de su vida dos veces. Pobre hombre, que entona una melodía a ella.
~ Tuve un sueño triste.
En ese sueño no me percaté
que destroce un preciado tesoro
con mis propias manos.
Un día esos recuerdos perdidos fueron
empujados al fondo de mi corazón.
Solo la soledad permaneció en mí.
Y está distrayendo mi oscura mente. ~
—"¿A dónde vas?, ¿te puedo ayudar?
~Mirando al cielo,
extendí mis brazos.
Pero,no pude tocar la blancura de allí.~
"—Y mi temor más grande, es finalmente no poder convertirme en todo lo que anhelas, simplemente permanecer en mi actual estado y no ser capaz de hacerte feliz."
"—Si tu deseo es mi felicidad, no te alejes de mi lado nunca."
"—No lo haré- Aseguró la chica."
"—Entonces ahora, soy plenamente feliz."
~En el triste sueño.
Alguien sonrió y tomo mis manos.
¿Quién era?~
"—¿Quién eres?"
"—Me llamo Miku. -Hubo una pausa. —Hatsune Miku."
~Hacia el final del cielo.
Si pudiera volar y buscarte
Te acogería en mis brazos,
y nunca te dejaría ir.~
"—Len Kagamine, ¿serás capaz de amarme tal y como soy con mi pasado y presente?"
"—Con tus penas y tus alegrías. -Complementó. —Con todo. Pero, ¿y tu a mi?, ¿Me amarás sabiendo con todo el amargo pasado que cargo?"
"—Ya lo hago."
~Cuanto más la amaba, mi corazón se volvía más vacío.
¿Estoy olvidando algo importante?
No puedo permitir que este sentimiento te alcance.
Aunque te amé con locura,
mi mente todavía está en blanco y con dolor.
Te amo tanto
¿Pero por qué?~
"—Rin, ella me recuerda mucho a ti. Y sé que es un pensamiento absurdo. Pero, podría jurar que cuando veo tus ojos yo..."
"—Len.."
"—La veo a ella."
~Algo dulce se ha ido
de las profundidades de mis recuerdos.
Recuerdo a mí amado con lágrimas.
La persona que buscaba en el interior de mi corazón
¿Esa persona es?~
—Rin. –Susurró suavemente el chico. Finalmente dejando de tocar aquel anticuado piano. Y ya no lo soportó. Ya no podía vivir de tal modo. No sin ella.
Len se levantó, tranquilamente caminó hasta llegar a su cuarto y rebuscó por debajo de su almohada. Encontrando por fin lo que buscaba, un arma. Con solo un disparo disponible.
Él joven se sentó en una pequeña silla de madera. Y cerró los ojos, tratando de recordarla. Se la imaginó sentada en el jardín de su antigua casa. Aquel que tanto le gustaba. Se la imagino con el cabello revoloteando en el viento, con sus rosadas mejillas gracias a los rayos solares. Ya nada de eso podría ser, nunca más.
—Fui un zoquete al no haberme dado cuenta. Por no haberle hecho caso a mi necio corazón, que siempre fue suyo. Ahora, lo que fue no será. -Pensó, con lágrimas en los ojos.
Llevó el arma a su cabeza, se estaba apuntado. Habiendo firmando su sentencia final. Aquello no le importaba, si su muerte le iba a permitir verla.
~Sé que este sentimiento nunca llegará a ti.
Incluso así, sí continuo amándote.
Algún día poder quitarme este traje negro.
Y convertirme en un puro blanco que abrace todo.~
"—Rin, aún podemos estar juntos."
"—En otra vida, quizás..
Len cerró los ojos tranquilamente. Y aceptó su final. Pero, no dejó este mundo triste, ni llorando. Puesto que justo en el momento en que aquella bala atravesó su cabeza, pudo verla. Estaba sonriendo. Estaba ahí, siempre había estado. Ahora estarían juntos eternamente.
—Nos vemos ahora mismo, Rin. –Fueron sus últimas palabras.
~Te dedico este voto blanco a ti
Creyendo en poder vernos de nuevo.~
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—¡Trágica masacre! ¡Novio en fuga! ¡Presunto asesinato pasional!
—¿Tu crees todo lo que dicen?- Preguntó cierto hombre de larga cabellera morada. A la vez que observaba como el carruaje que iba abordado por el anunciador, se iba alejando.
—No lo creo- Aseguró una joven mujer de cortos cabellos verdes.
—Suenas muy convencida.
—Es una desgracia lo que ocurrió. Pero, créeme. Len no es culpable de lo que se le acusa. No lo defendería nunca, no lo merece. Aún así creo que los sentimientos que profesaba por aquella mujer eran sinceros.
—Tengo el conocimiento de que no fue la única mujer por la cual profesó tales afines. Sin contarte a ti. Claro está.
—Sobre eso no puedo opinar, nunca vi nada más allá de la compasión que Len sentía por ella. De ser del modo que dices, puede que sea yo una pobre ignorante y me hayan traicionado dos veces.
—Lo siento. Mi intención no fue hacerte sentir menos de lo que eres, reina mía- El doctor, Gakupo Kamui temía haber ofendido a su esposa.
—No me afecta ya. Las cosas debían pasar de aquel modo. De no ser así no me hubiese casado al amor de mi vida- Le sonrió—Además no puedo enojarme con ella. Pudo ganarse mi sincero cariño el tiempo que estuvo a mi lado. Además en ella había...- Hubo una pequeña pausa—Algo divino, celestial diría yo.
—¿En serio? Has logrado llamar mi atención amada mía, ¿por qué no me platicas de aquello?
—Amado mío, me entristece entristecerlo, pero no le contaré nada más. Es tema antiguo, y ya nadie suele hablar de eso a menos que de una reunión para creyentes se trate. Son asuntos de mera especulación. Nada que quepa en las creencias de un hombre de ciencia como tu. La novedad ahora radica en los devastadores acontecimientos de ayer. Y ya debemos apresurarnos, la iglesia hoy seguramente estará llena.
La pareja siguió caminando por las calles de su pueblo natal. Había llegado aquel día la trágica noticia de la muerte de Miku. Aquello les había tomado por completa sorpresa, y los esposos habían quedado helados al escuchar los detalles de lo ocurrido.
Al parecer unos leñadores habitantes de la villa donde se establecieron Miku y Len escucharon el terrible sonido de un arma siendo disparada, luego gritos y sollozos de una mujer. Cuando por fin pudieron encontrar de donde provenía aquel ruido, encontraron a Len. Cubierto en sangre, pero sin rastros de su esposa. El chico al parecer se dio a la fuga. Pero, nadie encontró el cuerpo de la mujer.
Aquello se espació rapidísimo. Y ahora todos se encontraban buscando al desaparecido hombre.
—Las personas aseguran que Len encontró a Miku en brazos de otro hombre, por lo que asesinó y arrojó su cuerpo al río. –Mencionó Gumi, con la mirada perdida.
—¿Crees eso?– Preguntó su esposo.
—Claro que no. Sabes bien que Len no sería capaz de hacer tal aberración. Además, nos consta que el amor que sentía por ella era genuino. Puro, diría yo. Algo realmente malo les debió de haber pasado.
—Tampoco creo lo que se dice de Len. –Confesó Gakupo. —Lo conozco de toda la vida, jamás arrebataría la vida de nadie, mucho menos de quien profesaba tal amor.
—Espero, con todo el corazón que este bien.
—Lo dudo mucho amada mía. Siendo franco, debí haberle abrazado fuertemente la última vez que lo vi. Y decirle que su hermano no siente resentimiento alguno. Y que lo perdona.
—Gakupo...
—Ya es tarde, supongo. Ahora no nos queda más que pasar el luto. Y poder concentrarnos en la familia que juntos formaremos ahora.
Dicho aquello, el mayor llevó una de sus manos al viente de su esposa, y lo acarició dulcemente. Su amada esposa se encontraba en su quinto mes de embarazo.
La dama se sonrojó. Posteriormente entrelazó los dedos con los de su esposo. Y ambos continuaron su camino.
Esta vez, las personas no fueron silenciadas. Se habló del tema año tras año. Incluso, inventaron mitos sobre el suceso. Supuestamente si pasaban por aquel bosque, aún se puede escuchar los lamentos de la mujer fantasma que recorre los bosques, buscando a su amado. Otros cuentan que el espíritu del novio aun vaga tratando de saldar sus pecados. Nada de lo anterior fue cierto, simples cuentos de pueblo.
Más allá de eso, nada cambió. Las cosas siguieron iguales, con el mismo pensamiento de aquella época.
Eso no fue motivo para frenar sus vidas. El matrimonio Kamui fue muy feliz, y solo se reforzó con la llegada de su hijo Gumiya. Al ser familia de nobles, el niño fue rápidamente comprometido. Como dije, nada en el pueblo cambió. Las costumbres fueron las mismas. Hasta finales de la época.
Me hubiese gustado decir, que la muerte de aquellos trágicos amantes sirvió de ejemplo, o que gracias a ellos el amor comenzó a tratarse de un tema ligado al corazón y no al interés o la estabilidad económica . Pero, no fue así.
Al menos, Rin y Len se reencontraron. Y en aquel lugar celestial que se les fue concedido gracias a sus sacrificios, se amaron. Se amaron hasta el fin de los tiempos. Hasta hoy.
—Así debía pasar.
Alluring secret white vow.
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