008. the goodbye
ACTO ONE ── LOST SOULS
⤷ ★★★★★ SEASON ONE ❜
08.| EL ADIÓS
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—¡Nadie te quiere, Vanessa! —gritó Alycia mientras lanzaba un puñado de palomitas a la pantalla de la computadora—. Qué chica más insoportable.
Ver Gossip Girl no estaba siendo tan terapéutico como esperaba.
Estaba secándose rápidamente los ojos llorosos con la manga de su sudadera cuando Jenna apareció en la puerta, cruzándose de brazos.
—¿Qué sucede aquí? —preguntó, arqueando una ceja mientras miraba la escena.
—La detesto —murmuró Alycia con la voz temblorosa—. Esa voz irritante… es como si disfrutara de arruinarlo todo.
Jenna la observó en silencio por un momento, claramente notando que algo más pasaba.
—¿Estás llorando? ¿Quieres un abrazo? —ofreció finalmente con suavidad.
—¡No! Por supuesto que no estoy llorando. —Alycia negó con la cabeza, secándose otra lágrima antes de volver a fijar la vista en la pantalla.
—Bien. —Jenna se encogió de hombros y comenzó a darse la vuelta para salir.
—¡Espera! —soltó Alycia de repente, girándose hacia ella—. Si quiero un abrazo, pero no porque esté llorando.
Una pequeña sonrisa apareció en los labios de Jenna mientras volvía a entrar en la habitación.
Alycia no pudo resistir más. En cuanto sintió los brazos de Jenna, rompió a llorar, aferrándose a ella con fuerza, como si temiera que desapareciera.
—Quisiera que todo volviera a ser como antes —susurró entre sollozos.
Jenna acarició suavemente su cabello, permitiéndole desahogarse sin decir una palabra, solo estando allí para ella.
[...]
—¿Has hablado con Bonnie? —pregunta Elena mientras ella, Daniel y Caroline caminan hacia la escuela.
—No, sigo molesta con ella —responde Caroline, con un toque de amargura—. Ella debería dar el primer paso.
—Podrías ser un poco más madura —sugiere Elena con una sonrisa leve.
—Imposible en tu presencia.
Daniel se ríe, ganándose un empujón suave de Elena.
—Entonces, ¿por qué estás tan enojada con ella? —pregunta Daniel, pasando un brazo por los hombros de Caroline.
—Es una ladrona. Le presté mi collar y se rehúsa a devolvérmelo. Es una cuestión de principios.
—¿De verdad necesitas ese collar? —Daniel frunce el ceño, ligeramente celoso—. Es horrendo... y más sabiendo que Damon te lo dio.
—Solo lo quiero, ¿vale?
Elena suspira, rindiéndose.
—Bueno, lo intentamos. Oficialmente me retiro de este asunto.
Caroline sonríe, satisfecha.
—Genial, tu turno. ¿Y tú? ¿Has hablado con Stefan?
—Me está evitando —murmura Elena, visiblemente afectada.
—¿Por qué? —pregunta Daniel, intrigado—. Aly no me mencionó nada de eso —susurra lo último, como si fuese un secreto.
—Es complicado —evade Elena con otro suspiro. El timbre suena—. Los veo luego. ¡Adiós!
Caroline observa a Daniel con curiosidad.
—A mí también me dio curiosidad. ¿Por qué crees que Stefan la evita?
—Tal vez es un asesino serial... Tiene ese aire misterioso y esas vibras de tipo oscuro.
Caroline ríe, entretenida, mientras ambos siguen su camino.
—¡Hola, Matt! —Caroline saluda a Matt con una sonrisa. Él la saluda cortésmente y se va. Daniel nota el disgusto en el rostro de Caroline.
—¿Qué fue eso? —le pregunta con una ceja alzada.
—Nada... Vámonos.
Daniel y Caroline se dirigieron a sus respectivas clases. Caroline se fue a español, mientras que Daniel tomó el camino hacia historia.
Él entró al aula y ocupó un asiento en la última fila. Poco después, el nuevo profesor entró y se dirigió al pizarrón con una tiza en la mano, pero fue interrumpido cuando la puerta se abrió de golpe.
—Lo siento mucho —dijo Alycia, sonriendo nerviosa—. Estaba… estaba alimentando a mi gato.
Daniel ahogó una risa, mientras Elena, desde su asiento, negaba con la cabeza, claramente reprobando la excusa de su hermana.
—Adelante, señorita…
—Gilbert. Alycia Gilbert. —respondió ella, y el profesor asintió antes de que Alycia se sentara al lado de Daniel.
La Gilbert miró el asiento vacío de Stefan y decidió enviarle un mensaje de texto.
“¿Estás bien? No has venido a clases.”
Era una pregunta bastante estúpida. ¿Quién estaría bien después de ver a su mejor amiga ser asesinada por su propio hermano?
El profesor retomó lo que estaba haciendo. Sujetó la tiza entre los dedos y comenzó a escribir su nombre en el pizarrón: Alaric Saltzman.
—Alaric Saltzman —se presentó—. Sí, es un poco trabalenguas, lo sé. No es un nombre fácil —explicó, con una sonrisa—. Saltzman es de origen alemán. Mi familia emigró a Texas en 1755, aunque yo nací y crecí en Boston. El nombre Alaric viene de mi tatarabuelo fallecido, a quien le estaré agradecido hasta el último día de mi vida.
Alycia y Daniel se miraron, intercambiando una sonrisa cómplice; ambos pensaban lo mismo: el nuevo profesor iba a ser su próximo objetivo para divertirse un poco.
—Sé que querrán pronunciarlo Álaric, pero es Alaric, ¿queda claro? Sin embargo, pueden llamarme Rick. Yo seré quien les enseñe historia.
[...]
La primera clase pasó lentamente, y cuando finalmente terminó, casi toda la clase salió disparada. Excepto Alycia y Daniel, quienes, a solicitud del profesor Alaric, se quedaron atrás.
—¿Nos acaba de conocer y ya nos odia? —susurró Daniel mientras él y Alycia se acercaban al escritorio.
El profesor se aclaró la garganta y tomó una carpeta que estaba sobre la mesa.
—¿Sabían que el profesor Tanner tiene un archivo de "asnos"? —preguntó con tono serio. Los adolescentes se miraron entre ellos, sonriendo divertidos—. No es broma. Así está escrito. Tiene registrados a todos los problemáticos, pero en realidad es un homenaje a ustedes y a Jeremy Gilbert. Supongo que viene de familia. —rió con diversión, mirando a Alycia.
—Ya lo sabíamos —respondió Daniel, entre risas—. Ese Tanner en serio nos odiaba.
—Sí, definitivamente le caímos mal —agregó Alycia, encogiéndose de hombros—. Seguro que por eso reprobamos su materia. Ese Tanner era un idiota.
Alaric abrió la carpeta y leyó en voz alta.
—Alycia Gilbert y Daniel Smith son un dolor de cabeza. No tengo pruebas, pero tampoco dudas de que fueron ellos quienes dejaron cucarachas en mi escritorio. —Alaric levantó la mirada y vio a los chicos, quienes estallaron en carcajadas—. Así que, ¿fueron ustedes?
—Le faltó decir que también intercambiamos su azúcar por sal —comentó Daniel, con una sonrisa traviesa.
—En nuestra defensa, eso fue piadoso —añadió Alycia, divertida.
Alaric sonrió, claramente entretenido.
—¿Saben qué voy a hacer con esto? —les preguntó, mientras ellos negaban con la cabeza. Se levantó, tomó la carpeta y la arrojó al basurero—. No se preocupen. No soy como él. Además, no quiero tenerlos como enemigos.
—Desde ahora, podemos hablar, ¿no? Ya estamos a mitad de semestre, así que el panorama no pinta bien... Entonces, ¿qué tal unos puntos extras? —dijo Alaric, mirando a los chicos.
—Sí, claro —respondieron ellos, asintiendo al unísono.
—Perfecto. Escriban un trabajo de historia. El que prefieran, pero que sea local. Nada de copiar de Wikipedia. Estos pueblos tienen mucha historia, así que esfuércense, demuestren lo que saben y aprobarán. ¿Hecho?
—Hecho —contestaron al mismo tiempo.
Alycia y Daniel salieron del aula, riendo.
—¿Deberíamos hacerle una broma al profesor de Lengua, no crees? —preguntó Daniel, con una sonrisa maliciosa.
—Estoy de acuerdo. Muy de acuerdo —respondió Alycia, con una mirada cómplice.
[...]
Daniel rió mientras él y Bonnie se sentaban en la cocina. Alycia y Elena se habían alejado unos minutos antes, al ver que Stefan estaba esperando en la puerta.
Elena había convencido a Bonnie de quedarse a dormir en la casa debido al asunto de Damon y un extraño collar. A Alycia no le importaba mucho, pero allí estaba.
—Gracias por venir —dijo Elena, mirando de reojo a Bonnie—. No te habría llamado si no fuera importante.
—En realidad no lo es —interrumpió Alycia, apoyando la espalda contra la pared.
—Aly... —protestó Elena, con una ligera advertencia en la voz.
La mirada de Stefan se posó en Alycia por un momento. No le había dicho nada sobre su decisión de abandonar el pueblo. Era más fácil así, pensó, convencido de que eludir la despedida la protegería de un nuevo golpe... y a él de la culpa de verla sufrir por su partida.
Suspiró y volvió a mirar a Elena.
—¿Qué quiere Damon de Bonnie?
—Ella tiene un collar. Caroline lo consiguió de Damon, se lo dio a Bonnie, y ahora Damon lo quiere de vuelta —explicó Elena, con tono preocupado—. La está atormentando.
—¿Por un collar? —Stefan frunció el ceño, mirando a Bonnie. Alycia asintió.
—Es lo que yo digo.
Elena sacudió la cabeza.
—No es cualquier collar. Tiene que ver con la familia de Bonnie. Perteneció a uno de sus antepasados, alguien que vivió durante la Guerra Civil... —Elena hizo una pausa—. Durante la época en la que tú y Damon vivían aquí.
—Su nombre era Emily. Era la sirvienta y bruja de Katherine.
Elena levantó las cejas con sorpresa al darse cuenta de que él lo sabía, mientras que su gemela mantenía la misma expresión de indiferencia de antes.
—¿Sabías acerca de Bonnie?
—La primera noche que me invitaste a cenar, descubrí la conexión —respondió Stefan, mirando a las dos hermanas.
—Y ahora Damon lo sabe, y por alguna razón quiere ese collar, y Bonnie está en peligro —sentenció Elena, con amargura en su voz.
—Descríbemelo —pidió Stefan, manteniendo la calma.
—Tiene una base de metal con un...
—Con un cristal de ámbar. Lo sé. Perteneció a Katherine. Emily se lo dio, por lo tanto...
—Esa tal Katherine me está sacando de quicio —protestó Alycia, molesta.
—Descubriré qué es lo que Damon quiere de ese collar.
Alycia soltó una risa sarcástica.
—Sería más fácil entablar una conversación con una roca.
—Voy a obligarlo a hablar —respondió Stefan, con determinación.
—Vuelve en una pieza —le dijo Alycia antes de darse la vuelta y alejarse. Stefan esbozó una pequeña sonrisa, reconociendo el tono protector en su voz, y luego se marchó.
[...]
Todo el asunto de Bonnie Bennett, el collar y Damon había terminado por aburrir a Alycia, así que decidió ir al Grill con Daniel. Sin embargo, su estancia allí fue breve. La noche dio un giro cuando Elena la llamó para informarle que Damon había mordido a Bonnie, quien, por si fuera poco, estaba poseída por Emily Bennett. Pero lo que realmente arruinó su noche fue enterarse de que Stefan planeaba irse del pueblo.
—¿Así que te vas? —espetó ella, irrumpiendo en su dormitorio sin previo aviso.
Stefan levantó la vista de su diario, sorprendido, y rápidamente se puso de pie.
—Alycia...
—¿Y no pensabas decírmelo? —lo interrumpió con dureza.
Stefan suspiró, acercándose lentamente a ella.
—Las personas están saliendo heridas, han muerto, Alycia —dijo—. Ya no puedo quedarme aquí. Desearía... —cerró los ojos con fuerza, sacudiendo la cabeza, como si intentara alejar un pensamiento doloroso—. Desearía poder hacer algo, pero...
—Quédate, Stefan. Eso es todo lo que tienes que hacer. Es lo único que te pido —suplicó ella, su voz apenas en un susurro.
—Lo siento —fue todo lo que él pudo decir.
—No, no lo sientes —replicó Alycia, con un dolor que se reflejaba en cada palabra—. Si realmente lo sintieras, te quedarías.
—Cuídate, Alycia .—murmuró Stefan con suavidad, aunque en lo profundo de su alma anhelaba quedarse.
—Eres un mentiroso, Stefan. Me lo prometiste...—dijo, su voz cargada de desilusión. Sus ojos buscaron desesperadamente los de él, tratando de encontrar algún indicio de que cambiaría de opinión, pero lo único que obtuvo fue silencio.
Finalmente, sus labios pronunciaron un "adiós" apenas audible.
Stefan bajó la cabeza, incapaz de mirarla mientras escuchaba cómo sus pasos se alejaban, cada vez más débiles, hasta desaparecer por completo. En ese instante, un profundo sentimiento de soledad se instaló en su corazón, como una sombra imposible de disipar.
[...]
Caminó hacia la puerta de su habitación y, al abrirla, se encontró con Tyler.
Él no tardó en notar los rastros de lágrimas en el rostro de Alycia. Su expresión cambió al instante, preocupándose profundamente.
—Alycia... —murmuró, acercándose apresuradamente a ella. Con suavidad, tomó su rostro entre sus manos, obligándola a mirarlo—. ¿Qué te pasó?
Ella apartó la mirada y retrocedió un paso, deshaciendo el contacto.
—No me pasó nada —dijo, su voz intentando sonar firme, pero con un leve temblor que la traicionaba.
—No me mientas —insistió Tyler, avanzando hacia ella, sus ojos clavados en los suyos—. Puedo ver que estuviste llorando.
—No es asunto tuyo —respondió Alycia con dureza, cruzándose de brazos como si eso pudiera protegerla del torbellino de emociones que él siempre provocaba.
—Por supuesto que es mi asunto —replicó Tyler, alzando un poco la voz, aunque no con enojo, sino con desesperación—. Aún me importas, Alycia. Siempre me importarás.
Sus palabras la hicieron tambalearse, como si la barrera que había construido entre ellos comenzara a resquebrajarse.
—Eso no cambia nada —murmuró ella, tratando de mantenerse firme, aunque su voz ya no tenía la misma convicción.
—¿Por qué sigues alejándome? —preguntó Tyler—. Sé que cometí un error, pero... ¿de verdad quieres seguir pretendiendo que no significamos nada el uno para el otro?
La tensión que siempre había entre ellos estaba ahí, palpable, flotando en el aire como una corriente subterránea que nunca terminaba de desaparecer.
Alycia suspiró.
—¿Qué haces aquí, Tyler? —preguntó tratando de mantener su tono neutral, aunque sabía que no iba a lograrlo del todo.
Él soltó un suspiro, pasándose una mano por el cabello.
—No lo sé —admitió—. Creo que... solo necesitaba verte.
Tyler no la miraba directamente, lo que era extraño en él. Siempre había sido tan directo, tan seguro de sí mismo. Verlo así, con esa vulnerabilidad que rara vez dejaba ver, removió algo dentro de ella. Algo que había intentado enterrar desde que terminaron.
—Verme —repitió Alycia. Sintió un nudo en el estómago.
Alycia se cruzó de brazos.
—No puedes seguir apareciendo así, Tyler —le dijo—. Cada vez que lo haces...
—Lo sé —interrumpió, levantando una mano como si intentara detener sus palabras—. Lo sé, Alycia. Pero no puedo evitarlo. No cuando... —hizo una pausa, como si le costara encontrar las palabras correctas—. No cuando sigo pensando en ti, en lo que fuimos.
Alycia cerró los ojos por un instante, intentando ignorar cómo esas palabras golpeaban su pecho. Sabía que todo esto no estaba bien. Sabía que ambos habían seguido adelante, o al menos lo estaban intentado. Pero la realidad era otra. Aún están atrapados en esta especie de limbo emocional del que ninguno de los dos parecía querer salir.
Abrió los ojos, observando cómo él seguía de pie frente a ella, esperando. Se quedó mirándolo por un momento, preguntándose si realmente quería tener esta conversación. Sabía cómo iba a terminar; siempre lo hacía de la misma manera, en el mismo punto muerto.
—Tyler... —murmuró Alycia, pero su voz sonó débil, casi como si no quisiera que él la escuchara.
Él alzó la mirada al instante, sus ojos oscuros clavándose en los de ella. No se movió al principio, como si estuviera evaluando cada matiz de su rostro, pero luego dio un paso adelante, lento, decidido.
—Solo quiero saber una cosa —dijo, su tono bajo cargado de una intensidad que hizo que ella retrocediera un paso instintivamente—. ¿Alguna vez te arrepentiste de lo que tuvimos?
Alycia sintió cómo el aire parecía quedarse atrapado en sus pulmones. Sus manos temblaron ligeramente, pero las escondió detrás de su espalda.
—¿Arrepentirme? —repitió, intentando reírse, pero el sonido salió nervioso, casi roto. Dio otro paso atrás cuando él avanzó, como si la proximidad le quemara—. ¿Por qué preguntas eso?
Tyler no respondió de inmediato. En cambio, cerró la distancia entre ellos hasta que ella quedó contra la pared. Alycia levantó la barbilla, desafiante, aunque su corazón latía con fuerza.
—Porque necesito saberlo, Alycia —susurró. Alzó una mano, como si fuera a tocarle el rostro, pero se detuvo a medio camino cuando notó cómo ella se tensaba.
—No te acerques —murmuró, intentando sonar firme, pero traicionado por la ligera vacilación en sus palabras.
—¿Por qué? —preguntó él, acercándose un poco más. Sus ojos la examinaban, como si tratara de descifrar cada uno de sus pensamientos—. ¿Por qué siempre huyes de esto?
—No estoy huyendo —espetó ella, desviando la mirada. Pero cuando intentó moverse hacia un lado, Tyler bloqueó su paso con facilidad.
—Sí, lo estás —dijo con voz firme, pero no agresiva. Al contrario, había algo casi suplicante en su tono—. Huyes porque sabes que esto todavía te importa.
Alycia sintió un nudo formarse en su garganta, y lo odiaba por ello. Odiaba que pudiera leerla tan fácilmente, incluso cuando ella misma no quería admitir lo que sentía.
—Lo único que sé, Tyler —respondió con un tono cortante, aunque sus ojos brillaban con algo más que enojo—, es que lo que pasó entre nosotros ya no importa.
Él soltó una risa amarga, sacudiendo la cabeza.
—¿Eso es lo que crees de verdad? —preguntó, acercándose aún más. Su rostro estaba a centímetros de ella, y Alycia sintió que la pared detrás suyo la atrapaba tanto como él—. Porque si realmente no te importara, no estarías temblando ahora mismo.
Ella apretó los labios, intentando mantener la fachada, pero su respiración irregular la traicionó.
—Déjalo, Tyler —susurró finalmente, sus ojos encontrando los de él por un breve momento. Había un destello de algo, quizás dolor o incluso deseo, pero ella lo enterró tan rápido como apareció—. Déjalo ir.
Tyler la observó en silencio por lo que pareció una eternidad. Luego, con un suspiro, dio un paso atrás, pero su mirada seguía fija en ella.
—Lo dejaré ir cuando tú lo hagas, Alycia. Pero sabemos que no estás ni cerca de hacerlo.
Alycia cerró los ojos con fuerza, intentando negar lo que él decía, pero lo sentía demasiado cerca: su respiración, su calor, todo lo que había tratado de olvidar.
Sin pensarlo más, se lanzó hacia él, sus manos aferrándose a su rostro mientras lo besaba con una desesperación feroz, casi violenta. Tyler respondió al instante, atrapándola con fuerza contra él.
El beso era brusco, torpe y necesitado. Sus labios chocaban, sus manos exploraban con urgencia. Tyler deslizó sus manos hacia su cintura, levantándola mientras ella enredaba sus piernas en él y sus dedos se enredaban en su cabello.
Sin soltarla, comenzó a guiarla hacia la cama, moviéndose sin perder la conexión entre ellos. Alycia jadeó contra sus labios cuando sintió el borde del colchón contra sus piernas, y Tyler la empujó suavemente hacia atrás, inclinándose sobre ella mientras sus manos recorrían cada rincón de su cuerpo con una intensidad desesperada.
—Tyler... —susurrós su nombre entre besos mientras sus uñas se clavaban en su espalda.
Él no respondió con palabras; en lugar de eso, sus labios se deslizaron hacia su cuello, dejando un rastro de besos húmedos que hicieron que un escalofrío recorriera su cuerpo. Alycia arqueó la espalda, aferrándose a él, mientras el fuego que había estado conteniendo por tanto tiempo finalmente la consumía por completo.
( 💜 ) NOTA. . . !
Solo un pequeño spam para avisarles de que tengo un canal de difusión en WhatsApp, donde siempre doy spoilers, comento sobre mis fanfic y los futuros fanfic también y etcétera.
El link lo pueden encontrar en el tablero de mensajes de mi perfil<33
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