003. tension in the air
𖥔₊˚ 🔮 ALLURE OF DARKNESS
𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐎𝐍𝐄 — 𝐀𝐂𝐓 𝐎𝐍𝐄
❝ TENSIÓN EN EL AIRE ❞
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MYSTIC FALLS, 2009.
Me bajé del auto junto a Dan, y en cuanto miré hacia el otro extremo del estacionamiento, vi a Elena y Bonnie inmersas en una conversación. No es que quiera entrometerme, pero me carcome la curiosidad, sobre todo cuando Bonnie tiene esa expresión tan característica de "yo tengo razón y tú no".
Ser vampiro, después de todo, tiene sus ventajas.
—Es absurdo —gruñó Bonnie, dando un paso para alejarse, pero Elena la tomó del brazo, reteniéndola.
—Bonnie...
—Toqué a Stefan, y tuve un presentimiento terrible.
—¿Eso es todo? —preguntó Elena, algo incrédula.
Bonnie suspiró profundamente y fijó su mirada en los ojos de su amiga.
—Lo mismo ocurrió con Alycia, pero fue distinto con ella. Lo que sentí... fue un poder oscuro. Muy oscuro, Elena. Y...
—¿Y qué? —la urgió Elena, impaciente.
—Y la muerte —respondió Bonnie, con un tono sombrío.
Cada día pienso que esta chica está más desquiciada.
—Entonces, ¿odias a Tyler o no lo odias? —la voz de Dan rompió mi concentración, sacándome de mis pensamientos.
—¿Eh? —me giré hacia él, confundida.
—Que si odiamos a Tyler o no. Es tu ex, y como tu mejor amigo, es mi deber sentir lo mismo que tú hacia él.
No pude evitar soltar una risa mientras lo miraba.
—No es necesario, Dan. Tyler ya es cosa del pasado... creo —respondí, tratando de sonar convincente. Sin embargo, cuando pronuncié su nombre, mis ojos lo buscaron casi por instinto.
Lo vi en la distancia, lanzando un balón de rugby. Estaba igual que siempre, pero algo en la manera en que su cuerpo se movía me provocó un nudo en el estómago. Tyler y yo... éramos una historia complicada. No quería pensar en eso. No ahora.
Caminamos hacia Elena y Bonnie.
—¡Hola, chicas! —saludó Dan con una sonrisa radiante, como si no las hubiera visto en meses.
—Hola, Dan —respondieron las dos al unísono.
—Buenos días —la voz de Stefan llegó de pronto a nuestro lado, acompañado de su habitual sonrisa tranquila.
La expresión de Bonnie cambió al instante al verlo. Su sonrisa se desvaneció, y por supuesto, Dan no dejó pasar ese detalle. Él era de esas personas a las que no se les escapaba nada, y por eso me sorprende que aún no haya descubierto mi gran secreto.
—Voy a buscar a Caroline. No me contesta el teléfono. Nos vemos —dijo Bonnie abruptamente, marchándose sin siquiera dirigirle una mirada a Stefan.
Stefan la observó alejarse, claramente confundido por su actitud. Cuando ella desapareció de nuestra vista, Stefan volvió su atención hacia nosotros.
—No le caigo muy bien, ¿verdad? —comentó con una sonrisa irónica.
—¿Y qué te hizo llegar a esa conclusión? —bromeó Dan, provocando una risa en mí.
—Dan... —lo reprendió suavemente Elena, sonriendo.
—Por cierto, soy Daniel Fell —dijo mi amigo, extendiendo la mano hacia Stefan con la misma amabilidad de siempre.
—Stefan Salvatore —respondió él, estrechando la mano de Dan con firmeza.
—¿También de una familia fundadora? —preguntó Dan con curiosidad.
—Así es.
—Eso no tiene nada que ver —intervino Elena, retomando la conversación anterior—. Bonnie es mi amiga, y solo quiere protegerme. Cuando te conozca mejor, te va a adorar.
—Lo dudo mucho —intervine con una sonrisa irónica—. Tiene toda la pinta de ser una de esas brujas psíquicas que ya notó algo raro en Stefan.
Elena y Dan rieron, creyendo que bromeaba, pero Stefan me lanzó una mirada de reojo, captando lo que en realidad había dicho.
—¿Y qué vio? ¿A ex dementes? —añadió Dan, mientras los cuatro nos encaminábamos hacia nuestra primera clase del día.
De repente, Elena nos detuvo en seco.
—Tengo una idea. Hoy haremos algo juntos. ¿Tienen tiempo libre?
—No —respondimos Dan y yo al mismo tiempo.
—Sí —rectificamos rápidamente al ver la mirada de advertencia de Elena.
Todo ocurrió en un parpadeo. Sentí que algo se acercaba a nosotros a gran velocidad, y cuando levanté la vista, vi a Tyler lanzando un balón directamente hacia Stefan. Mi pecho se tensó. No podía dejar de mirarlo, aunque intentara convencerme de que había superado lo nuestro.
Stefan se giró con agilidad sobrehumana y atrapó el balón con una precisión perfecta. La tensión se hizo palpable cuando ambos se enfrentaron a la distancia. Tyler frunció el ceño confundido. Stefan, sin inmutarse, le devolvió el balón con tal fuerza que Tyler, al atraparlo, recibió un golpe en el abdomen, doblándose ligeramente por el impacto.
Un aplauso para Stefan Salvatore. Si sigue así, todo el mundo descubrirá su secreto. Y si eso ocurre, que caiga solo.
[...]
Las clases del idiota de tanner ya había comenzado, y yo solo pensaba en lo hambrienta que estaba. Si por mi fuera, traería una bolsa de sangre a la escuela, pero no quiero que duden de mis facultades mentales. Aunque de todos modos, puedo culpar a Stefan.
—La segunda Guerra mundial terminó en —dice Tanner sacándome de mis pensamientos—... ¿Alguien tiene idea? —pregunta, pero nadie responde.
Si nadie responde es porque nadie sabe, ¿se ha puesto pensar en eso? Y lo peor esque en la próxima semana hay exámen y no he estudiado nada. Yo lo que hago es tener cien por ciento fé
—¿Pearl Harbor? ¿No? ¿Nadie? Señorita Alycia, ¿no sabe la respuesta?
Abro la boca dispuesta a responder, y lo que iba a salir de mi boca no era algo que a Tanner le gustaría escuchar, asi que Stefan interviene.
—Diciembre 7 de 1941.
—Gracias, señorita Gilbert. —dice tanner con burla.
—Fué un placer.
¿Stefan no sé cansa de ser tan amable todo el tiempo?
—Muy bien, ¿la caída del muro de Berlín? —desafío.
—1989.
Eso se está poniendo interesante; A Tanner no le gusta que sus alumnos sepan más que el. Lo sé, es algo estúpido.
—Me gustan las fechas, señor. —añadió
—¿En serio?, ¿que tanto? Mencione la fecha; Ley de derechos civiles.
—1964
—Asesinato de John Kennedy
—1963
—Martin Luther King
—19778
—Lincoln
—1865
—Roe contra Board
—1954
—La batalla de Gettysburg
—1863
—Guerra de corea
—De 1950 a 1953
—¡Ja! —exclamó con una sonrisa victoriosa—. Terminó en 1953 —aseguró.
Yo miré a Stefan. No creo que el vampiro de más de cien años se haya equivocado.
—De hecho, señor, fué en 1953. —dice él.
—Que alguien lo confirme. Rápido. —exige, molesto.
Todo el salón sacó su teléfono para buscar la información. Yo solo me quedé en mi lugar, sabiendo que Stefan estaba en lo correcto.
—Fué en 1953. —dejó saber un chico de la primera fila.
Dirigo mi mirada hacia Stefan sonriendo y el solo me guiña un ojo.
Tengo que contarle a Dan sobre la humillación que sufrió Tanner.
[...]
Mis ojos recorrieron el campo de fútbol hasta detenerse en Stefan, que estaba sentado en las gradas, observando al equipo con su típica expresión tranquila. Sin dudarlo, me dirigí hacia él.
—Oye, golden boy, mantente de Elena —dije al llegar a su lado, logrando que levantara la cabeza para mirarme. Me dejé caer junto a él, mientras se acomodaba para enfrentarme.
—No le voy a hacer daño, Alycia —replicó, su voz tranquila, como si con esas palabras pudiera disipar todas las preocupaciones.
—No puedes asegurarlo —repliqué, clavando mis ojos en él—. Tienes más de cien años, Stefan. Elena apenas tiene diecisiete. Y aunque sé que tu intención no es lastimarla, la diferencia de experiencias entre ustedes dos es abismal. No puedes pretender que algo así no tenga consecuencias.
Stefan me miró unos segundos antes de perder su mirada.
Suspiré. No quería llegar a este punto, sin embargo, Elena era mi principal preocupación.
—Mira, esto se trata de lo que es justo para Elena. Es solo una adolescente. Está aprendiendo a reconstruir su vida, y tú... tú eres un vampiro con más de un siglo de historia oscura detrás. ¿Realmente crees que puedes ofrecerle la vida que merece?
—Jamás le haría daño —insistió, pero esta vez, su voz sonaba menos segura.
—El problema es que ni siquiera tú puedes garantizar eso —le respondí, bajando un poco la voz, intentando que entendiera la seriedad del asunto, intentado que no todo era tan fácil como el creía—. Mira, sé que no eres como Damon, o como otros vampiros, pero incluso si no quieres hacerle daño..., nuestro mundo y el de ella son demasiado distintos. Y, francamente, no creo que estés listo para cargar con las consecuencias si todo sale mal.
Stefan guardó silencio por unos instantes, volviendo a mirar el campo, como si buscara una respuesta en la distancia. Luego asintió, aunque no estaba segura de si era un gesto de comprensión o simplemente resignación.
—A veces olvido lo complicado que es... vivir entre ambos mundos —murmuró, más para sí mismo que para mí.
Le di una ligera palmada en el hombro, intentando aliviar un poco la tensión.
—Deberías probar con algo más sencillo —dije, cambiando el tono—. Como el fútbol, por ejemplo. Podrías intentar entrar en el equipo. Al menos ahí no te juegas más que un par de golpes. —rio divertida.
Stefan se rió levemente, sacudiendo la cabeza.
—No lo sé.
—Oh, vamos, vive la vida normal que tanto añoras, aunque sea por un rato. No tienes nada que perder.
Stefan me miró, pensativo, y por primera vez desde que me senté a su lado, esbozó una sonrisa auténtica.
—Tienes razón, no pierdo nada con intentarlo —dijo, levantándose.
—Eso es —exclamé con una sonrisa—. ¡Con la mente en el juego, Salvatore!
Stefan me dio un abrazo rápido por los hombros antes de dirigirse hacia Tanner. Suspiré y comencé a caminar hacia la práctica de porristas, donde estaban Elena, Dan, Bonnie y Caroline. Por supuesto, Dan solo estaba ahí como compañía, recostado en el césped mientras devoraba comida grasienta, claramente junto a mí.
Me acomodé a su lado y apoyé la cabeza en sus piernas. Saqué unas papas fritas de la bolsa que sostenía mientras observaba el entrenamiento. Ver a Elena rehacer su vida me alegraba profundamente. No la había visto tan bien desde el accidente, y sabía que gran parte de eso era gracias a Stefan.
Mientras la observaba, me invadió un sentimiento de conflicto interno. ¿Era realmente una buena idea presionar a Stefan para que se alejara de Elena cuando ella parecía tan feliz a su lado?
Estaba atrapada entre la espada y la pared. Todo se reducía a una sola cuestión: la felicidad y seguridad de mi gemela.
—Es raro que Caroline aún no haya llegado, ¿no? —comentó Dan, y noté un tinte de preocupación en su voz—. ¿Sabes qué? Voy a llamarla —agregó, mientras lo sentía moverse para sacar su teléfono.
En ese momento, un auto se detuvo frente al equipo de porristas. Me incorporé para ver mejor. Era Caroline... y Damon. Dan también se levantó, y juro que pude sentir su corazón romperse cuando vio a Caroline besando apasionadamente al mayor de los Salvatore.
Él la había amado en secreto durante años.
—Me quedé con el hermano, espero que no te importe —dijo Caroline con una sonrisa, mientras pasaba junto a Elena. No pude evitar fijarme en su cuello. Llevaba un pañuelo anticuado, algo que Caroline Forbes nunca usaría, mucho menos en este calor.
Entonces, todas las piezas encajaron. Damon la tenía hipnotizada. Estaba bebiendo de ella.
Me crucé de brazos, observando la escena con seriedad, y luego miré a Damon. Él levantó una ceja y me dedicó una sonrisa ladina, con la mirada fija en mí.
Esto ya no me estaba gustando para nada.
[...]
—Vamos, te haré bien pasar la noche conmigo, Elena, Stefan y Bonnie —tiré del brazo de Dan. Él solo estaba recostado en mi cama sin querer salir de la habitación. —Ayúdame a arruinar la cena. Será divertido.
—Soy yo el que siempre está a su lado, ¿por qué ella es la única qué no lo nota? —preguntó, mirando el techo.
Suspiré y me tiré a su lado.
—¿Sabes que creo?, creo que tienes que dejar de lado tus sentimientos hacia ella...o al menos darte un tiempo, Dan
—Pero hice todo un plan para conquistarla. —se quejó como niño chiquito.
—Dan, si Caroline no nota lo buen chico que eres, ella se lo pierde. No encontrará a nadie como tú, y de seguro encontrás a alguien que sí te valore. —le aseguré, haciendo que voltee hacia mí.
—Pero yo la quiero a ella.
Me senté en la cama y tomé sus manos entre las mías.
—Hagamos esto, te ayudaré con tu maravilloso plan para conquistarla durante todo este año, y si ella no lo nota, entonces prométeme que te tomarás un tiempo, ¿si?
—Lo prometo. —dijo, sonriendo de oreja a oreja.
En serio espero que Caroline corresponda a sus sentimientos, pero si no es así, no la culparé. De todos modos, no puedo culparla de aquello, pero odiaría ver a Dan con el corazón roto.
Yo asiento. Luego nos encaminamos hacia la cocina, dónde nos esperaban.
—No puedo creer que hayas entrado al equipo. Tyler está furioso. —escucho decir a Caroline, mientras yo y Dan bajamos las escaleras.
¿Que hace Caroline aquí?
—Siempre se lo digo; hay que vivir, no puedes esperar a que la vida te busque, tienes que ir por ella.
Maldición, era Damon y... Caroline. Creo que fue mala idea traer a Dan.
Traganos tierra y escupenos dónde haya buena comida.
Llegamos al salón y todas las miradas se dirigieron a nosotros. Damon se levanta caminando hacia mí.
—Bonita, es bueno verte nuevamente.
Rodé los ojos. Este tipo es exasperante.
—No pienso igual —dije, alejándome lentamente de él. Damon sonrió con diversión ante mi actitud. Desde donde estaba, podía ver a Caroline mirándome con cautela. Sonreí internamente. Esta cena podría salir bien o muy mal.
Le hice un gesto a Dan, que lo captó al instante. Esbozó una pequeña sonrisa y se acomodó junto a Caroline, mientras yo me dirigía hacia el sofá solitario en el otro extremo, con Damon siguiéndome de cerca. Tomé asiento, y él hizo lo mismo a mi lado. Su pierna rozaba mi piel desnuda y permaneció allí, y estaba completamente seguro de que lo hacía deliberadamente.
—Elena no tuvo tanta suerte hoy —comentó Caroline, volviendo al tema anterior—. Fue porque no fuiste al campamento. ¿Cómo vas a aprender las rutinas?
—Yo se las enseñaré —intervino Bonnie.
—Elena aprende rápido —aseguré con una sonrisa tranquilizadora a mi gemela, quien me sonrió agradecida.
—Supongo que podríamos enviarla atrás —continuó Caroline.
—Aprenderá —repetí, esta vez con seriedad—. No hagas tanto drama por una coreografía, Caroline.
—Pero Elena no parece una verdadera porrista —añadió Damon. Golpeé su pierna con la mía para que no avivara más el fuego.
—Es porque sus padres murieron. Está pasando por una etapa sensible. Antes solía ser muy divertida, aunque Alycia sigue igual. Creo que no le afectó tanto como a Elena —dijo Caroline tranquilamente, como si yo no estuviera allí. Dan la miró con los ojos muy abiertos, sin poder creer lo que acababa de decir.
—Caroline, ¿por qué no aprendes a cerrar la boca de una vez? —espeté con enojo.
Bien, el plan está yéndose a la mierda. Caroline Forbes se arrepentirá de haber dicho eso.
[...]
Cuando la espantosa cena había dado por finalizada subí a mi habitación a darme una ducha. Me puse el pijama y empecé a secarme el cabello frente al espejo. Justo cuando terminé de pasar la toalla por mi cabello, escuché un golpeteo suave en la puerta.
Al abrir, me encontré con Tyler de pie en el umbral, sosteniendo algo en su mano. Mi corazón dio un vuelco al ver el colgante que compartía con Elena. El collar, ese pequeño símbolo de nuestro vínculo, pendía de sus dedos.
—Creo que esto es tuyo. —Llevo mi mano de inmediato a mi cuello—. Lo encontré en las gradas de la cancha.
Es un collar que comparto con Elena. Un rompecabezas negro y blanco. Representa que somos como el día y la noche, pero también que somos un complemento, uno no funciona sin el otro, y solo estando juntos se genera una totalidad.
—Gracias —dije, pero no hice ningún movimiento para tomarlo de sus manos. Dejé que el silencio se apoderara del momento mientras observaba su expresión.
Tyler levantó la vista, y por un instante, nuestras miradas se encontraron. Había algo en sus ojos, algo que no había visto en mucho tiempo. Vulnerabilidad.
Él se aclaró la garganta y habló —Permíteme. —dijo.
—Uh..si —acepté torpemente.
Me di la vuelta tomando mi cabello para facilitar la acción de Tyler. Este paso sus manos desde mi cuello hasta la parte de atrás, rozando mi piel cada vez que podía, y enviando una corriente eléctrica por todo mi cuerpo.
—Listo. —dijo, finalmente.
Me voltee nuevamente para observarlo. Sentí como mis piernas flaquearon ante su intensa mirada. Mi pulso comenzó a elevarse como la primera vez. Tyler dió un paso más hacia mí. Yo incliné la cabeza hacia arriba para ver su rostro más a detalle.
Sus ojos eran de un café bastante bonito.
El se acercó más a mi, al tan punto de invadir mi espacio personal. Inclinó su cabeza más a mi rostro provocando que nuestras narices choquen. Contengo la respiración en mi garganta pensando en que me iba a besar, pero en cambio, solo besó mi mejilla de una manera tan suave y delicada.
—Adiós, Aly —susurró. Me miró una última vez antes de marcharse.
Solté todo el aire que tenía retenido.
Dios, estoy cansada de ser tu mejor guerrera.
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