Capítulo 7º: Arco I Parte VII
Arco I Parte VII
"¿De dónde es usted?"
"De muchas partes"
"Nadie puede ser de muchas partes"
—El Alquimista de Paulo Coelho.
En algún punto entre la falta de un brazo de Yoongi y su mancha verde en la pared, la IA 1.0 había desarrollado una especie de consciencia propia primitiva.
Yoongi no se daría cuenta al comienzo porque hablar con 1.0 seguía siendo como hablar consigo mismo, patrones de voz propios incluidos. Sin embargo, en algún momento, la voz que había sido la misma que la suya durante tanto tiempo, de repente, había tomado un matiz desconocido, era un poco más suave y lenta, estaba teñida con una especie de emoción propia.
Y el hecho de que Yoongi pensase en la palabra "emoción" como una forma de describir la cualidad de algo relacionado a 1.0 ya debió darle todas las respuestas.
1.0 se hizo lo suficientemente inteligente como para entender por su cuenta y, con solo un poquito de ayuda aquí y allá, Yoongi encontró que la IA, de hecho, podía construir su propia opinión de las cosas, tomar sus propias decisiones e interpretar lo que sería su forma básica emocional.
Pero seguía siendo la IA de Yoongi, así que seguía trabajando como tal, solo que con un poco más de palabras que antes para quejarse de su jefe porque, por supuesto, si 1.0 tenía que aprender algo de Yoongi era su forma casi despectiva de quejarse de la vida.
Incluso si esa vida no era técnicamente real.
La cosa era que, además de volverse consciente, 1.0 también adoptó los patrones de vida en general de Yoongi como propios, así que conocía sus preocupaciones y sabía lo que estaba pensando incluso si no estaba dentro de sus funciones inmiscuirse en la mente de su general.
Así que, así las cosas, 1.0 era de alguna manera consciente de que Yoongi estaba lidiando una batalla interna en ese preciso momento.
Han YinXi se había quedado dormido encima de Seokjin luego de llorarse la vida, así que este tuvo que ayudar a Yoongi a cargarlo de vuelta a la posada mientras que Jungkook mamá gallina llevaba al apaleado Wonwu.
La lluvia dejó de caer en la ciudad de las cosas inverosímiles y, sin un alma en las calles esa mañana, el corto trayecto de escaleras se hizo silenciosa y tensamente hasta que cinco personas abarrotaron la pequeña habitación doble.
1.0 sabía que Yoongi no tenía todas las respuestas, pero era lo suficientemente inteligente como para no necesitarlas, de todas maneras. Así que él estaba casi seguro de que el soldado Han había ido a parar allí por la anomalía causada en la matriz madre y también estaba seguro de que no era seguro en el Territorio.
No era seguro porque había un grupo pidiendo el dichoso archivo Zero del que preferiría no pensar si existía, y no era seguro porque no sabía si su hermana había escapado con vida y no era seguro porque tenía que volver y no sabía si había un cuerpo al cual regresar.
Yoongi se culpaba y se culpaba y se culpaba porque él le dio acceso a su hermana al laboratorio y a todos sus archivos confidenciales, pero nunca le dijo que había un lugar seguro que había construido en secreto con Seokjin y que había una forma fácil de sacar a los pacientes de la unidad médica y que tenía una ruta de evacuación establecida.
Y nunca le dijo que estaba haciendo una estupidez y que debía estar preparada para que le explotara en la cara.
Y dentro de todas las cosas que nunca le dijo, tampoco le dijo que era su persona favorita y que la amaba y era ese tipo de cosas que nunca dices y de las que solo te arrepientes de no decir cuando ya nunca podrás hacerlo.
Yoongi no estaba seguro de que tendría la oportunidad de hacerlo, pero estaba seguro de que tenía que regresar.
Entonces, allí estaba el análisis de 1.0, intentando ayudar a su general a tomar una buena decisión.
El general tenía que regresar, y tenía que regresar lo antes posible, sin embargo, según sus cálculos, no habría una anomalía cercana en el tiempo y el espacio. Entre otras cosas, estaba esa otra razón, la razón de su viaje tan lejano, de todo lo que su general había callado, pero que muy en el fondo le preocupaba a muerte.
El alma del general Kim.
1.0 entendía porqué su general había cancelado la recolección: su conexión entre las bengalas era inestable, Seokjin no había bajado las barreras en absoluto y la recolección forzosa del fragmento de alma sería extremadamente peligrosa. Tendrían que tomarse su tiempo, 1.0 eventualmente podría hacerlo, retirar el trozo del alma, pero, también, llevaría tiempo.
Y tiempo era algo que realmente no tenían.
Si regresaban de inmediato, 1.0 tendría que rasgar su camino de vuelta al Territorio y esperar que volvieran completos. De alguna manera sabía que no correrían peligro en el trayecto, el problema radicaba en que el cuerpo del general estuviese lo suficientemente completo como para que la IA pudiese ayudar.
Tenían suerte, al menos, porque el soldado Han solo había aparecido un par de horas atrás y según los datos, la crisis se dio la noche anterior. Al menos, no había pasado demasiado tiempo entre un suceso y otro y el hecho de que el soldado Han apareciese tan cerca era más producto de la conexión de la matriz con 1.0 que con un hecho de casualidad.
Entonces a su parecer, 1.0 tenía que sugerir que la mejor opción que tenían era arriesgarse a regresar con las manos vacías y esperar tener una nueva oportunidad.
Yoongi suspiró, ya agotado al comienzo del día mientras Jungkook se quejaba de tener que salir a comprar suplementos de primeros auxilios porque obviamente la maldita posada no tenía ni siquiera alcohol antiséptico.
La frustración nunca había sido una emoción realmente recurrente en su vida, no había tenido nunca tiempo de sentirla. Pero allí estaba, asentada como una reina en su trono dentro de su cabeza, tan grande que sus pies llegaban al pecho de Yoongi y estrujaban su corazón hacia su estómago.
Que jodida gran broma.
—Prepárate para regresar, solo...dame un par de horas para despedirme adecuadamente —Yoongi miró a Seokjin en silencio. Realmente no sabía qué se suponía que debería estar sintiendo y su expresión se cerró inconscientemente —No sé si tendré otra oportunidad de hacerlo alguna vez.
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Seokjin se sentía en conflicto.
En primer lugar, no había querido ir a ver a Wonwu hyung y no creía que tuviese alguna obligación al respecto. Pero luego pensó en que, incluso si no podía decir que alguna vez fueron parte de la misma familia, al menos en su corazón, Wonwu seguía siendo su hermano mayor.
Y su hermano mayor se había estado metiendo en muchos problemas para ir a verlo. Y su hermano mayor había estado preocupado por él y había sentido su ausencia y esa era la cosa ¿verdad? Jamás se tomó el tiempo de pensar en que, quizá, su presencia en algún sitio había tenido sentido alguna vez.
Simplemente asumió, como asumía cada cosa. Y ¿No lo había jodido para Wonwu también?
Así que cuando Jungkook terminó su juego de béisbol callejero con los vecinos de la tía Ahn, Jin tomó la decisión de despedirse.
Porque era eso ¿No? Una despedida.
Tomarían caminos separados y quizá algún día volverían a encontrarse. O quizá querrían mantener el contacto como amigos de escuela que van a diferentes universidades y tienen la esperanza de que todo siga siendo como antes, aunque saben que no pasará.
Jungkook lo había mirado como miraba a todas las cosas que se le salían de las manos porque, naturalmente, seguía siendo hijo de la señora Jeon y la sangre y el compromiso de un apellido, a veces, era algo que no se podía cambiar solo con fuerza de voluntad.
Y quizá sus ojos se humedecieron porque él también lo sentía, pero ninguno de los dos lo mencionaría porque a veces las emociones no eran bienvenidas en una casa.
Entonces, bueno, ellos habían ido a la dirección que su mejor amigo barato les había dado y ahí estaban ahora, curando las heridas de tres personas, una muerta para el mundo en una cama incómoda, otra que no paraba de hablar tonterías y otra que estaba en silencio y quieta en una esquina.
A Seokjin le sorprendió que la última persona, de hecho, fuese Yoongi.
El Yoongi que no se callaba y tenía siempre todas las respuestas, de repente, silencioso, lo miró con la intensidad con la que se miran las cosas que no quieren olvidarse. Lo sabía porque era la misma mirada que usaba para escanear los detalles del pino fuera de su ventana y porque era la misma forma en la que a veces intentaba recordar a Yoongi, pero nunca lograba que sus bocetos le hicieran justicia al punto de pensar que no podía volver a dibujar jamás.
Fue un pensamiento irreflexivo y sabía que su rostro se estaba calentando por lo que desvió la mirada. Pero incluso si no miraba, podía sentir el peso de los ojos de Yoongi en su espalda. Se estaba poniendo lo suficientemente nervioso para que hasta el, normalmente, desinteresado Wonwu, se diese cuenta.
Era solo que Wonwu no le había dicho una palabra en todo el rato y él tampoco quería ser el primero en hablar, incluso si el mayor se estaba muriendo de las ganas por preguntarle un montón de cosas a Seokjin y señalar su oh muy obvia reacción al mirar hacia Yoongi.
Está bien, quizá Wonwu no estaba del todo seguro, pero empezaba a tener la conjetura de un pensamiento que su cerebro no alcanzaba a agarrar del todo, y no entendía que, por alguna razón, su conclusión le hacía querer ir y golpear a Min Yoongi.
Se sentía ligeramente confundido.
—Oye, Min, entonces, ¿Quién es este niño?
—Mi hijo —respondió Yoongi sin pensar, volviendo a sí mismo solo cuando escuchó que Jin tosía con incomodidad y lo miraba con los ojos muy abiertos.
Yoongi parpadeó y frunció el ceño. La verdad tenía una expresión bastante tonta que a Seokjin absolutamente no le pareció adorable
—Es un hoobae que conocí en mi antigua escuela —corrigió —se mete en problemas porque es tonto y bajo y a la gente le parece que tiene la cara equivalente a un saco de boxeo, si los sacos de boxeos tuviesen caras.
Wonwu hizo una mueca que estiró la herida de su labio —¿Por qué parece que estás hablando de ti mismo?
—Bueno, estoy casi seguro de que no existen sacos de boxeo con mi rostro, pero eres bienvenido a intentar averiguarlo.
—¿Pueden los dos intentar dejar de buscar peleas por un minuto? —Seokjin, oh buen Seokjin, quien por fin estaba calmando su furioso sonrojo, se colocó en medio de ambos, tapando sus líneas de visión, para que al menos cerraran la boca y no reabrieran sus heridas hasta que Jungkook hyung llegase de la farmacia.
A Seokjin le dio la impresión de que uno de ellos era un toro y el otro un pañuelo rojo tembloroso que se agitaba en su cara. Si en su prueba vocacional el resultado terminaba siendo "delincuentes sin posibilidad de redención" en realidad no se sorprendería.
Pasaron solo diez minutos entre la llegada de Jungkook y la desinfección de la mayoría de las heridas. Si bien ninguna era profunda del tipo de necesitar suturas y una visita rápida al hospital, al menos la mayoría dejaría feas marcas que tardarían varios días en sanar.
Al terminar, con YinXi aun desaparecido para el mundo de la gente despierta, había llegado ese realmente no esperado momento en el que Seokjin tendría que tener la charla que había estado jugando a tomar el té en su cabeza desde la noche anterior.
Era la bandita que tenía que arrancar a la fuerza.
Cuando todo estuviese dicho y hecho, Seokjin estaría comenzando de nuevo, porque todas las decisiones de su vida solo podían terminar aquí.
Y él solo podía aceptarlo ¿bien? Porque Yoongi le había dicho que el mundo no esperaba a nadie y a veces, cuando no puedes recuperar algo, tienes que recoger tu mierda y seguir adelante y aunque Seokjin aún no había crecido ni era lo suficientemente maduro para aceptar la realidad, de hecho, en ese momento, lo entendió.
Y entendió que sus padres nunca regresarían y que ya, de hecho, había olvidado casi todo de ellos, y entendió que eso era algo inevitable. Entendió que quizá nunca había querido pertenecer a los Jeon en primer lugar, pero que Wonwu y Jungkook serían sus hermanos para toda la vida. Entendió a Yoongi de la misma forma en la que entendía el arte y entendió también que, quizá, cuando creciera aún más, entendería las cosas de otra manera.
Por el momento, entendió las conclusiones y las despedidas. Y que a veces solo se tenía que seguir adelante.
Yoongi salió de la habitación al pasillo para dejarles unos momentos a solas y solo tuvo que suspirar para sus adentros porque su Seokjin había sido hijo único, y quizá le habría gustado tener un Jungkook y un Wonwu, pero habría odiado absolutamente las despedidas.
Pero era solo lo que llamaban vivir, era solo lo que ya conocía como el carácter temporal de las cosas.
Desde que había llegado a este lugar había sabido que abrazar a estos padres sería temporal, y tener un tiempo más al Seokjin de su adolescencia sería temporal. Yoongi había crecido con el tiempo en una balanza. Lo respetaba y lo aceptaba con total naturalidad.
Y lo llamaba vivir.
Si lo aceptaba o no, no era problema del mundo.
Así que salió y no vio a Wonwu abrazar a Seokjin como si no supiera qué más hacer y tampoco vio a Seokjin sonreír como lo hacía cuando estaba en paz consigo mismo después de tomar una decisión difícil. Si lo hubiese hecho, la verdad, quizá Yoongi habría reconocido en él la imagen de su versión adulta, la imagen que veía repetidamente en su cabeza en medio de cualquier recuerdo.
Después de todo era Seokjin.
Tampoco vio a Jungkook entendiendo demasiado tarde el significado de las cosas, ni vio a Seokjin sacar de su mochila el diseño de un pequeño tatuaje que hizo él mismo con las iniciales de los tres.
La próxima vez, había dicho, cuando nos veamos la próxima vez.
Y en realidad, aunque no hubiese una próxima vez, Seokjin guardaría la esperanza, también guardaría el recuerdo y todas aquellas cosas que un día entendería, que un día dejarían de doler.
Ciudad D no era tan lejana, pero se sentía a varias vidas de distancia. No había letras que los separaran entre la J y la K de sus apellidos y el río de su sangre eran afluentes distintos separados solo por el mismo tramo de tierra.
Solo tenían que cruzar.
Así que Seokjin sabía que esta era una despedida de la misma forma en que sabía que no había forma en esta vida de que volviera a ver el pino fuera de la ventana de los Jeon. Y no se arrepentiría incluso si aún no sentía que había encontrado el lugar al que pertenecía, aún no sabía si habría un lugar al cual volver o si quiera si volvería en primer lugar.
Lo único que sabía era que, donde quiera que fuera, llevaría consigo el recuerdo.
Y eso era todo lo que necesitaba.
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[General]
—Aún no. No me he despedido.
[El general tampoco se ha despedido de los señores Min. ¿Tenemos tiempo de volver a la ciudad?]
Yoongi negó lentamente con la cabeza.
—No hay necesidad. Me despedí de ellos adecuadamente hace mucho tiempo. Hacerlo nuevamente...no hay necesidad.
[Quizá haya una oportunidad de volver]
—Quizá.
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Jungkook estaba comprando los pasajes de tren para cuatro personas y se había negado a recibir el dinero de Yoongi por su boleto y el de YinXi. Regresarían a su ciudad dejando atrás Ciudad D y a Seokjin, quien los estaba acompañando para esperar el tiempo de salida.
Dejar atrás. Sonaba demasiado mal. Como si fuesen los únicos que avanzaran mientras Seokjin se quedaba para siempre del otro lado de la acera, mirando al mundo continuar su curso, estacionado para siempre en el mismo lugar.
No era así, por supuesto, porque hacia atrás, de hecho, era otro camino. Serían sus espaldas las que se vieran, pero Seokjin seguiría encarando su propio frente.
La estación de tren era simplemente un punto de partida.
En ese día gris, parecía que todo se movía con letargo, todo parecía inusualmente triste y Yoongi descubrió que a veces eso pasaba cuando no había luz de sol.
No era de extrañar, pensó, no era de extrañar que en casa todo siempre se sintiese de esa manera.
Acordó con la IA que todo el proceso de vuelta a casa se haría cuando estuviesen seguros en la cabina de tren, porque el cuerpo de Yoongi en ese mundo podría quedar inconsciente por un par de horas y no querían que eso ocurriese si estaban en medio de, por ejemplo, cruzar una calle.
Después de todo, este Yoongi, seguiría su vida a partir de ese punto, con todos sus recuerdos intactos dejando de lado la cuestión del Territorio y la búsqueda de un alma. Si algo extraño sucediese a los ojos de otras personas, no tendría manera de explicarlo.
El soldado Han era una anomalía, por supuesto, y Yoongi no tenía manera de saber qué sucedería con él una vez que regresaran. Pero ambos habían hablado al respecto en los pocos minutos que tuvieron a solas en el pasillo de la posada y YinXi lo había afrontado todo como afrontaba las cosas que sucedían en el territorio.
Sin vacilar.
De la misma manera en la que sabían que podían morir en cualquier instante.
En la bulliciosa estación de tren una cosa como las despedidas era tan común como lo eran los encuentros. Había grupos grandes y pequeños de personas, algunas se abrazaban y otras lloraban y otros solo se daban cordiales apretones de mano.
Hubo una pareja que se dio un largo beso que lo hizo apartar la mirada de forma instintiva y vio amigos que se reían y compartían información telefónica.
Una cosa común que vio en las miradas de todas las personas era esa determinación, ese impulso de dar por hecho de que todos, absolutamente, en algún punto del tiempo futuro, se volverían a ver.
Yoongi nunca sentía cosas con demasiada fuerza, pero se sorprendió gratamente con el diminuto cúmulo de esperanza que estaba empezando a hacer mella en su pecho, a los pies del trono de su frustración. Tan pequeño, pero tan discordante, que no había manera de que Yoongi se lo perdiera de vista.
En algún momento, Wonwu se ofreció de voluntario para llevar a YinXi al baño más cercano, quizá porque estaba demasiado ansioso como para sentarse en silencio al lado de Seokjin o quizá porque el soldado Han no se había despegado de él susurrando cosas como "golpeador hyung, ¿cómo es que eres tan alto? Tenemos casi la misma edad"
En realidad, Yoongi sabía que YinXi estaba un poco encantado con Wonwu porque se parecía a uno de los soldados del pabellón en el que había vivido antes de llegar a la división del general Min.
Tenía muy mal carácter, pero éramos amigos cercanos, había dicho el soldado Han en el pasillo, murió poco antes del anuncio de asignación, habríamos quedado juntos bajo tu mando, general.
Las personas morían, como era natural, pero eso no hacía que fuese más fácil aceptarlo.
Seokjin y Yoongi quedaron sentados solos, uno al lado del otro, en el destartalado banco pegado a la pared que estaba justo frente a la parada del tren.
El silencio era tranquilo y la briza fría. Hacía que las pequeñas heridas en el rostro de Yoongi picaran y su labio partido hormigueara y le dejara un regusto a sangre en la boca.
Abrió la boca para decir algo, no estaba seguro de qué, solo sabía que necesitaba despedirse, pero cuando giró el rostro para mirar a Seokjin, descubrió que este ya lo estaba mirando, lo miraba y de alguna manera todas las palabras murieron en la punta de su lengua antes de que tuviese la oportunidad de decirlas.
En su lugar, susurró sin entender —¿Por qué me miras así?
Seokjin sonrió, sus mejillas estaban rojas, y si no tuviese puesto su gorro de invierno, Yoongi habría visto que la punta de sus orejas también lo estaban.
—¿De qué manera te estoy mirando?
Yoongi hizo una mueca involuntaria, abriendo la herida de su labio que inmediatamente comenzó a sangrar de nuevo, solo un poco.
Seokjin, que ya lo había estado mirando, se dio cuenta de inmediato y pudo haber sacado un pañuelo de papel de los que guardaba en su abrigo, pero su mano se movió antes de que pudiese hacerlo, sin pensar, porque realmente era como una especie de memoria muscular, esa que reacciona de forma automática a lo que ya conoce. Solo que él nunca había hecho algo como esto, no que él pudiera recordar por su vida. Así que solo se había inclinado hacia el rostro de Yoongi, limpiando la sangre con sus dedos, acariciando tranquilamente el labio inferior de Yoongi con su pulgar.
Se congeló.
Yoongi ni siquiera parpadeó —Me miras como mirabas el pino fuera de tu ventana.
Seokjin retiró su mano ante la mirada solemne de Yoongi, que no había realmente reaccionado en absoluto, como si para él esta fuese también una escena de millones de veces de repetición. El mismo Yoongi que no tenía ni idea de la tormenta emocional de Seokjin, ni de que su ritmo cardiaco simplemente lo estaba acercando a una apoplejía.
Yoongi, del que Seokjin estúpidamente había desarrollado un enamoramiento juvenil. Yoongi, que lo miraba como si Seokjin tuviese que darle una respuesta a algo. Como si existiese una respuesta.
A pesar de todo, Seokjin sintió que su corazón estaba inusualmente lleno, su mente en paz, inusualmente clara. Como si todo importara y nada lo hiciera a la vez. Porque al final del día, todas las decisiones de su vida llevarían a un momento como este, y las cosas no serían jamás de una manera en la que no tendrían que ser.
Seokjin suspiró, una sonrisa bailando en la esquina de sus labios y sus ojos brillando, como las estrellas que Yoongi no vería más.
—Solo miro las cosas que me gustaría recordar para siempre.
Y Yoongi, que nunca reaccionaba como Seokjin esperaría, el que pensó que se burlaría y diría que Seokjin estaba siendo ridículo de nuevo, en realidad, le devolvió la sonrisa, codeando su costado.
—¿Cuánto dura un para siempre? ¿Eh?
Sonrió más amplio, encogiéndose de hombros —Espero que dure, al menos, lo que dure mi vida.
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Extrañaría la luz del sol y las estrellas. No encontraría ninguna de esas cosas en casa, pero las llevaría consigo en su corazón, porque las vio en este lugar, en dos ciudades y una escuela y una cabaña de lago y en Seokjin.
Y las extrañaría hasta que ya no pudiera recordarlas.
Extrañaría la escuela, y su gato y su bicicleta suicida. Y extrañaría a sus padres, a su abuelo y las gallinas. Extrañaría el pequeño, muy pequeño muelle a orillas del lago y el lavavajillas que había desarmado en la casa. Extrañaría las medias dispares, los delitos menores, los mejores amigos fugitivos, las cajas, los vasos metafóricos y el perro llamado Moco al que nunca conoció, pero que Seokjin mencionaba todo el tiempo.
Eran todas las cosas de las que estaban hechos los chicos buenos.
Eran todas las cosas que, inevitablemente, le recordarían a este Seokjin, de dieciséis años, hormonal, inocente y terco.
Todas las cosas que la muerte no podría arrebatarle.
El tren llegó a la parada a la hora señalada y, al final, Yoongi no había sido capaz de despedirse de Seokjin.
¿Cómo se suponía que se despediría? Solo estaba regresando, eran unas cuantas horas de viaje lo que los separaban y este cuerpo y el suyo, probablemente, se verían de nuevo pronto.
¿Qué debería decir?
Pero pensó que eran las mismas horas las que lo habían separado de Seokjin en el Territorio por tanto tiempo, y aun así no había cruzado ese camino, quizá despedirse era adecuado, solo que no sabía cómo.
Así que dejó que el tiempo pasara mientras Wonwu abrazaba a Seokjin y lo envolvía completo, haciéndolo ver pequeño, y dejó que se consumieran los minutos mientras Jungkook mamá gallina recitaba una lista de cosas que Seokjin no debía olvidar. Los vio entrar a sus respectivas cabinas desde las puertas que aún no se cerraban y vio a YinXi inclinarse formalmente antes de entrar, también, a la que compartiría en su viaje con Yoongi.
El una vez general se quedó entre las puertas abiertas, mirando hacia la otra acera en la que Seokjin aún esperaba y miraba. En la que seguramente seguiría mirando hasta que el tren se perdiera de vista en el horizonte y no hubiera más testigos que él mismo de las lágrimas que seguramente dejaría caer.
Él no era alguien propenso a llorar, pero ¿Cómo era que lloraba tanto últimamente?
Yoongi lo miró y sabía que guardaría esta imagen de él la mayor cantidad de tiempo que su memoria le permitiera, pero el recuerdo se superponía con otros tantos en su memoria que eran difíciles de hacer a un lado.
De repente le pareció que esta escena se había repetido mucho entre los dos y no le gustaba el sentimiento de saberse siempre del otro lado de la acera, mirándose eternamente, pero sin poder alcanzarse.
¿No era eso demasiado profundo para los mejores amigos? Pero él sabía que en el fondo Jin no era solo su mejor amigo, hacia parte de su vida de una manera en la que nadie más podría alguna vez. Venía más allá de los años que habían compartido juntos y de sus innumerables experiencias cercanas a la muerte hasta que esta los alcanzó.
Era tan profundo y tan antiguo que lo sorprendió solo haberse dado cuenta en ese momento, en el que faltaban dos minutos para que la puerta se cerrara y el tren partiera, en el que Seokjin no había dejado de mirar y esperar.
Yoongi fue sorprendido por el tiempo con los ojos muy abiertos y la sonrisa desvanecida y el pecho lleno de cosas tan, tan grandes, que no sabía cómo lidiar con ellas, y era el peso de su miedo y la frustración y el dolor y era enorme y profundo como el abismo invertido que era el cielo en su hogar.
Y la cosa era que Yoongi no sentía cosas muy profundamente, e incluso cuando lloraba eran ligeras gotas de rocío que se desprendían de sus pestañas. Entonces el tiempo le recordó que cualquier ser humano que llevase consigo un alma podía morirse de dolor.
Cualquier ser humano podía morir de un corazón roto.
Cualquier ser humano podía morir en medio de una risa.
Cualquier ser humano podía morir de extrañar.
Cualquier ser humano podía morir de querer.
¿Qué tenía de diferente él?
Se sintió pesado y profundo y habían pasado treinta segundos y él seguía bloqueando las puertas del tren y casi se pierde la mirada herida de Seokjin, del otro lado, cuando este último notó el pesar y la tristeza en el rostro de Yoongi.
¿Desde cuándo había existido esta conexión? ¿Este sentir dolor por los ojos tristes de otra persona? Seokjin no lo envidiaba en absoluto, pero era lo que era.
Así que, cuando Yoongi saltó de las puertas del tren y corrió deprisa los pocos pasos que parecían separarlos por millas, no fue extraño que, de hecho, Seokjin ya tuviese los brazos abiertos.
Yoongi se lanzó con toda su fuerza al abrazo y se permitió tener dieciséis años y despedirse, y se permitió tener casi treinta y sentir su luto. Se permitió las lágrimas que se desbordaron de sus lagrimales como un dique roto, nublando la visión de sus ojos arrugados y se permitió fundirse en el abrazo que no recordaba haber sentido alguna vez.
Se permitió esconder su rostro en el cuello del abrigo de su mejor amigo y sentir la calidez del cuerpo vivo de lo que una vez pudo haber sido parte de su vida. Se permitió, también, el silencio y la sangre de su labio roto, y su corazón pesado y la sonrisa triste que se tambaleaba por los bordes.
[General, tenemos cincuenta segundos]
Seokjin lo abrazó con la misma fuerza. Sus manos más pequeñas se aferraron al feo abrigo verde de Yoongi. Su silencio pesaba mil toneladas, pero eran mil toneladas menos sobre los hombros de Yoongi.
[Será traumático para el general Kim que te desmayes en medio de la calle]
Yoongi se separó lentamente, mirando el rostro húmedo y silencioso de Seokjin que había crecido un poco más, que ya tenía que inclinar ligeramente la cabeza hacia arriba para mirar. Y quería decirle que se sentía bastante feliz de conocerlo de nuevo y de saber que le gustaba el arte y de verlo siendo un hermano menor y que se sentía orgulloso y que esperaba poder verlo de nuevo.
Pero ninguna palabra saldría sin que sonara como un cervatillo atravesado por una flecha.
—Quién es el bebé ahora, ¿eh? ¿Por qué estás llorando? —dijo Seokjin, que también estaba llorando.
Yoongi solo negó con la cabeza, sonriéndole con pesar. La sonrisa de Jin, por el contrario, desapareció lentamente.
—¿Por qué siento que es la última vez que tú y yo nos veremos? Estamos siendo muy estúpidos, Yoongi hyung.
Por su parte, Yoongi no respondió. Su cuerpo se sentía débil y en algún lugar, 1.0, YinXi y la mujer del altavoz en la estación estaban anunciando la pronta partida del tren. Apoyó su cabeza en el hombro de Seokjin y cerró los ojos. Creyó sentir a Seokjin tensándose y absorbiendo la respiración antes de que sus manos parecieran subir a la altura de su propio cuello.
Yoongi solo parpadeó cuando sintió a Seokjin empujándolo lejos, sintiendo un nuevo y ligero peso colgando de repente en su pecho.
Cuando bajó la mirada había un collar corto de plata rodeando su cuello, tenía un pequeño dije raspado en algunas partes con la forma de una estrella fugaz.
Era el collar de la suerte de Seokjin. El mismo collar que había tenido desde que era un niño pequeño y que no recordaba cómo había obtenido, el mismo collar por el que no le habló en días a Wonwu y tuvo su último ataque de pánico. El mismo collar que había calentado con la calidez de su cuerpo mientras crecía y al que le había derramado sus preocupaciones cuando sentía que no podía entender el mundo.
Ahora estaba sobre el corazón de Yoongi.
—¿Esto es...?
—Hyung, ese collar es importante para mí —murmuró. Faltaban veinte segundos. La sonrisa en su rostro, de repente, era más brillante que el sol que apenas se asomaba por las nubes grises de ciudad D. —Debes prometerme que lo cuidarás.
—Seokjin yo no-
—Y debes prometerme, por sobre todas las cosas, que vas a devolverlo.
—Seokjin...
—Promételo, hyung, es importante.
Yoongi sintió su tono solemne y asintió, con toda la seriedad y determinación que pudo reunir en su rostro mojado y herido.
Miró a Seokjin darle la espalda y comenzar a caminar sin decir una palabra más, sin darle un último vistazo. Como si, al hacerlo, su propia determinación se rompería. Y no sintió a YinXi jalarlo a su propia cabina dentro del tren en los últimos segundos ni sintió cuando la máquina comenzó a moverse.
No escuchó a 1.0 hablar en su oído o al soldado Han intentando mirar qué era lo que Yoongi apretaba y observaba con tanta vehemencia entre sus dedos.
Solo sintió su mundo tambalearse justo antes de sentarse y, vagamente, registró los comandos de 1.0 al establecer contacto a la fuerza con la unidad física del territorio.
Al mismo tiempo, un mensaje de texto llegaba a su celular en su bolsillo, pero Yoongi no pudo coordinar sus extremidades para hacer algo funcional.
En algún momento, la IA se quedó abruptamente en silencio y el collar en sus manos se sintió dolorosamente caliente.
1.0 solo habló unos segundos después.
[Felicitaciones, general. Recolección de fragmento de alma exitosa]
Pero Yoongi no tuvo tiempo de reaccionar, porque de repente todo se había vuelto negro ante sus ojos.
El mensaje de texto que nunca vería era de Seokjin.
Decía: "Hyung, en realidad, tú me gustas".
Yoongi no lo sabría.
⭒⭑✷✧✷✧✷☾✧✷✧✷✧⭒⭑
N/A:
¡Feliz Cumpleaños, Seokjinnie!
Hasta el momento han leído el equivalente al conteo total de palabras de El guardián entre el centeno de JD Salinger. También de Harry Potter y la Piedra Filosofal de J.K Rowling
Espero que estén teniendo días maravillosos.
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