Capítulo 13º: Arco II Parte IV
Arco II Parte IV
Es sagrado. Decir cualquier nombre tres veces. Pero he estado de pie en frente de suficientes espejos para saber que nadie viene solo porque llames por ellos.
—Reyna N.A.
Han YinXi nunca fue el tipo de chico que pensara demasiado.
Eso de los grandes esquemas y las ideas explosivas que maravillaban y podían cambiar el curso de la vida, esas cosas que se dejaban a los grandes genios que nacían solo una vez cada tres generaciones —todo eso de las ideas y los genios y la elocuencia— nada de eso lo definió jamás y pensó que no podría existir alguna persona que alguna vez le agradecería por hacer algo bien.
Los hermanos Min y su general Kim quizá fueron las únicas personas que siempre tuvieron algo bueno que decir sobre él, pero YinXi estaba seguro de que eran solo ese tipo de cumplidos que le hacías a alguien cuando te hacía un pequeño favor.
Gracias por despertarme a tiempo. Gracias por recibir esta llamada. Gracias por tomar mi guardia del día. Gracias por evitar que hiciera una estupidez.
YinXi era bueno, al menos, para hacer pequeños favores.
No para las grandes ideas.
No para los grandes planes.
No para sacar un fragmento de alma de un estilógrafo y volver a casa (en otro espacio y otro tiempo) con su general que aparentemente había perdido la memoria y, al menos, dos tercios de su coeficiente intelectual.
Este mundo, pensó YinXi mirando sus pequeñas manos de un niño de cinco años con resentimiento e impotencia, este mundo es el culpable. Es un mundo de gente estúpida.
Debían ser todos estúpidos. Se repetía el pensamiento en su cabeza mientras su general Min miraba al general Kim que se veía extremadamente descuidado y un poco encantadoramente loco en esta tierra, tratando de despedirse fuera de la guardería de la forma más incómoda posiblemente imaginable.
Un mundo de gente estúpida donde hasta su general Min parecía un poco tonto y el general Kim se veía como un hombre triste.
Aunque triste era una cualidad inherente del general Kim hasta donde YinXi podría decir.
Se veían como personas estúpidas. El tipo de personas a las que, quizá, YinXi podría hacer un pequeño favor y hacerlo parecer como una gran idea.
[Soldado Han]
[¿Desea proceder?]
No puedo pensar, había sido su respuesta cada vez, no sé qué hacer.
La cosa era que sería fácil decirle a 1.0 que procediera y se hiciera cargo de la situación mientras YinXi fingía tener cinco años y aparentes problemas psicoemocionales; sería extremadamente fácil —sin tener que encontrar de cero a Kim Seokjin— que 1.0 extrajera a la fuerza el fragmento de alma, calculara el momento de una próxima anomalía y los llevase de vuelta a casa. Pero como todo en la vida de Han YinXi, él sabía que no sería así de fácil.
Él sabía que todos los fragmentos de alma del general Kim Seokjin tendrían dificultades, porque un alma rota y fragmentada y esparcida por el universo no tenía la posibilidad de quedar intacta en su infinitesimal existencia.
Extraer uno de los fragmentos de forma violenta y desapasionada solo crearía un daño irreparable en el huésped, cosa que Han YinXi no estaba seguro de poder hacer y continuar con su vida sin sentido de culpa.
Este Kim Seokjin y este Min Yoongi no eran los mismos que conoció durante casi toda su vida en el Territorio, pero al mismo tiempo, de alguna manera, eran las mismas personas, que ya se veían rotas más allá de la reparación, ¿Cómo podría empeorar las cosas al tomar el camino fácil que le ofrecía 1.0?
Kim Seokjin tendría que ofrecer su alma voluntariamente.
Por todos los ancestros del Territorio ¿Qué hice mal en todas mis vidas pasadas para acabar en este predicamento?
Kim Seokjin tendría que bajar sus defensas hacia Min Yoongi (o, en su defecto, al actual portador de la IA: Han YinXi) y luego 1.0 podría proceder con un poco más de garantías de seguridad.
La cuestión era la siguiente: Han YinXi había estado en la guerra contra un enemigo invisible toda su vida, él conocía las miradas de las personas incluso si no tenía la mente para descifrarlas. Él sabía que nunca antes se había enfrentado a una tarea tan desafiante como bajar las barreras de este Kim Seokjin que había mirado su mano pequeña, la que sostenía la pluma, con ojos de acero que le dieron escalofríos a su escuálido cuerpecito de cinco años.
Bajar las altísimas e impenetrables paredes que parecían alzarse en la profundidad de esos ojos café, parecía una tarea más complicada que reparar la turbina que casi lo mata cuando tenía catorce años.
Han YinXi, en medio de sus deliberaciones, se dio cuenta de que había cuatro cosas, al menos, que tenía en claro:
En primer lugar, la pluma era importante.
En segundo lugar, Min Yoongi era un poco tonto.
En tercer lugar, Kim Seokjin era un hombre triste y peligroso.
Y por último, pero no menos importante, Han YinXi no sabía nada de los grandes planes y esquemas.
Pero tenía una idea.
Mi estimado 1.0, ¿Qué tanto poder tienes sobre las redes de energía de esta Tierra?
[Respondiendo al soldado Han: Todo el poder que necesites]
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24/11/XX
4:45 p.m.
La superficie del agua siempre había resultado ser algo particularmente familiar para Kim Seokjin. El tenue sonido de arrastre que se intensificaba con el viento y el olor y el aire y la presión del agua a su alrededor, por encima de él, en todas partes.
Seokjin pensó que si alguna vez moría, ojalá fuese por el agua.
Le gustaba el agua y le temía. Y pensó que el temor y el amor y el odio tenían la misma naturaleza, venían de las profundidades de todos los deseos y las obsesiones que no eran fácilmente admisibles.
Seokjin pensó en la muerte y en los insignificantes segundos en los que veía a la parca a los ojos cada vez que se sumergía en la bañera. La parca que tenía pequeños ojos oscuros y corto cabello decolorado y un vestido lleno, empapado de sangre. Lo miraba desde la esquina de la habitación.
Una sonrisa, como si supiera cosas que Seokjin no sabía.
Le oprimía el pecho —el agua— le arrancaba el aire y amenazaba con consumirlo, y Seokjin volvía, cada miserable día, a sumergirse en el abrazo de sus fríos recuerdos oscurecidos por sombras del pasado. Se sumergía y sumergía y sumergía hasta que parecía que la percepción del fondo no existía y ningún sonido de sus pensamientos intrusivos se registraba nunca más.
Seokjin siempre resurgía poco después.
Le ardía el pecho y la vida.
Vivía.
Y comenzaba de nuevo.
Se sentía como un bucle de tiempo en el que se había atrapado a sí mismo. Como los poetas describían el limbo. Como si hubiese vivido así demasiado tiempo como para recordar cuándo había comenzado.
—Tío Jinnie, ¿Saldrás pronto?
Fuera de su habitación, Wonwu tocaba la puerta con delicadeza, sus pequeños puños apenas suficientes para hacer un sonido adecuado. Seokjin lo escucharía de todas maneras, hiperconsciente y paranoico como era, siempre escucharía cuando Wonwu llamase.
Se tambaleaba de pie en medio del cuarto, a medio vestir frente al espejo de cuerpo completo, observando empapado el reflejo del tatuaje que dividía su pecho en dos mitades iguales con una letra ligeramente curvada y lejanamente familiar.
Veritas.
Veritas.
Seokjin desconocía la verdad, pero a veces se sentía lo suficientemente cerca de la superficie como para rasgar la luz con sus dedos. Apenas arañando y hundiéndose de nuevo, pero las imágenes que vería no desaparecerían nunca más.
Siempre era lo mismo, la misma chica, la misma sangre, de pie en la puerta de su baño, la misma sonrisa, el mismo llanto.
A veces veía sus propias manos llenas de sangre fuera de un auto volcado, fuego y agua y un árbol muerto en la mitad del patio.
A veces veía un cuchillo que se apretaba entre sus dedos, y escuchaba gritos y la voz de su madre. A veces no era su madre, a veces era la voz de un hombre, a veces era la voz de otra mujer, a veces sonaba como una plegaria o una súplica. A veces como una maldición.
A veces parecía como que Seokjin estaba ahí y no estaba. A veces lo único que podía recordar o sentir era el momento del impacto cuando su auto chocó.
Recordaba, ligera e inestablemente, que no había estado solo ese día, pero todo lo demás se desdibujaba en un borrón confuso de voces y luces y dolor.
A veces veía un hombre que se retorcía bajo su agarre y ríos de sangre que se deslizaban por sus manos. Lo veía más que todo en sus momentos más vulnerables de disociación.
—Tío Jinnie sale en un momento, pequeño bollo, espera en la sala unos minutos —medio gritó, su voz sonaba un poco rara en sus propios oídos y sus ojos picaban un poco por la necesidad de cerrarlos y no volverlos a abrir. Se sentía cansado y una voz lejana en su cabeza le susurraba dulces palabras que le generaban escalofríos.
Su mirada seguía fija en el espejo después de cambiarse y en la esquina inferior del marco la foto arrugada de Min Yoongi y Kim Seokjin de años atrás le devolvía la mirada.
El mango roto de un cuchillo de cocina descansaba a los pies del espejo, todavía con un poco de sangre seca que parecía óxido. Era el mango del cuchillo que había salido a comprar la noche anterior al asesinato de sus padres.
Seokjin lo miró inexpresivo antes de tragarse las pastillas, una a la vez, y salir por la puerta en busca del pequeño bollo llorón.
Algunas verdades estaban mejor siendo ignoradas.
¿No es así?
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5:37 p.m.
Los papeles en el escritorio improvisado de Yoongi, en el mesón de la cocina, se esparcían como si un tornado acabase de pasar por la mitad de la sala.
Poniendo todo en perspectiva, acababan de ser desordenados por XiXi lo que, en términos prácticos, podía asemejarse a una tormenta en escala.
YinXi, en el piso, con los labios sucios de comida, el cabello revuelto, el uniforme manchado con crayolas y una mirada determinada, garabateaba en su pequeña hoja un esquema que solo él podía entender, balbuceando para sí mismo y mirando el reloj de patitos en su muñeca como si hablara con alguien.
Yoongi lo observaba desde arriba, en parte aliviado de que no hubiese rastro de su llanto anterior y en parte consternado porque no tenía ni la más remota idea de qué era lo que había enloquecido al niño. Lo miró por varios minutos, sentado en el banco alto mientras intentaba organizar los documentos que había estado leyendo durante gran parte de la tarde.
Quisiera o no, acababa de crear una pequeña deuda con Park Jimin y es que el detective, haciendo uso de sus conexiones y dejándose llevar por las dudas inculcadas en su cabeza por el criminalista, le entregó a Yoongi copia de algunos de los archivos a los que tenía acceso de las investigaciones en curso de la señora Kim, la madre de Seokjin.
Archivos que, por cierto, se habían confirmado como no investigados cuando el detective Park buscó la declaración jurada de Kim Seokjin de diez años atrás y no logró encontrarla tampoco.
Cosa que no me sorprende.
La mujer, periodista, hermosa, inteligente y rigurosa, llevaba una lista extensa de casos sin resolver que se habían cometido en la última década antes de su trágico final, sin embargo, las memorias de su investigación y la conexión aparente de estos casos seguía desaparecida.
Los casos, todos aislados, todos con diferentes características, habían sido cometidos con una diferencia temporal de un par de meses, algunos de un par de años y parecía que no había relación entre victimas, modus operandi, motivos o muertes en general.
Algunos eran suicidios, algunos parecían accidentes, otros no estaban determinados. No así, la periodista Kim insistía en que todos y cada uno de estos casos habían sido asesinatos. No solo eso, todos habían sido cometidos por la misma persona o grupo de personas.
Yoongi quería entender cómo era que la mujer había llegado a aquella conclusión y si eso, en conjunto con cualquier otra circunstancia, la había conducido a su muerte así como la de su esposo.
Se preguntó cómo era que el propio hijo de la mujer estaba relacionado con todo el engranaje de supuestas casualidades y cómo era que Yoongi pareció haber quedado atrapado en medio de estas.
Quizá el haber conocido a Kim Seokjin no había sido casualidad después de todo, pensó con aprehensión cuando un nombre familiar apareció en una de las fotografías de la agenda personal de la señora Kim.
—¿Es-?
—¡General! —Sus pensamientos, nuevamente, llegaron a un bache que hizo derrapar su coche mental, el cual parecía estar siendo conducido por el pequeño anticristo de su familia.
—¿Quién es tu general? ¡es hyung, hyung, Yoongi hyung!
—Demasiado mayor, ahjussi sería más adecuado.
Yoongi lo miró y bufó, debía ser la falta de sueño lo que le impulsaba a discutir con un niño pequeño. Sin embargo, se sentía lo suficientemente despierto como para poder usar su cerebro un poco más de lo que lo hacía regularmente. Decidido a aprovechar su tarde libre, siguió leyendo los documentos en sus manos con la concentración de un monje inmortal.
Han YinXi seguía intentando llamar su atención, pero Yoongi simplemente no podía escucharlo por encima del ruido de sus propios pensamientos. A lo lejos se registraba el sonido de las caricaturas que había dejado reproduciendo como ruido de fondo en una lista aleatoria que grabó tiempo atrás para los momentos en los que YinXi se pasaba por el apartamento.
Algo sobre el poder de la amistad y manzanas y perejiles con ojos gigantes.
—Ninguno de estos casos tiene sentido ¿Qué se supone que estoy intentando descifrar?
Miró los documentos por quincuagésima vez con expresión complicada. Había un hilo de pensamientos formándose en su cabeza, datos que se superponían sobre otros y que parecían formar una idea cada vez más concisa.
Min Yoongi se consideraba a sí mismo como un buen profesional. No era exactamente el mejor criminalista y jamás se atrevería a decir que era un experto, sin embargo —al menos— era bueno haciendo su trabajo asignado. Cosas prácticas, evidencia, cuerpos y fauna cadavérica, ese tipo de información; el razonamiento deductivo no era su fuerte, si tenía que ser sincero y admitirlo de una buena vez.
Aun así, consideraba que sus habilidades eran decentes en ese campo. No obstante, “decente” se encontraba muy por debajo del trabajo periodístico de los Kim. Al respecto, Yoongi se quedaba bastante atrás y solo podía adivinar y tantear qué había sido lo que había visto la madre Kim en todas esas muertes. Una idea bastante obvia si ponía cada caso en perspectiva.
—Aparte de que ninguno de los casos había sido catalogado como asesinato —murmuró Yoongi para sí mismo— solo veo dos cosas en común.
Yoongi se levantó, paseándose por encima de YinXi y las crayolas, persiguiendo círculos invisibles en medio de su cocina. Se detuvo frente a su anticristo, señalando al niño pequeño con el dedo índice como si fuese un discípulo a punto de recibir conocimiento ancestral.
—Primero, lo más obvio: los 2000. Un poco más de veinte años atrás. El único año faltante en los registros de antecedentes de todas estas personas. Ni un solo dato. Teniendo en cuenta que el primero de los archivos es del año siguiente, es un poco extraño ¿No? Pero bastante obvio. Algo sucedió en ese año a todas estas personas, porque no es posible que solo desaparecieran de los radares a la vez ¿No es así?
YinXi asintió sin mirarlo, concentrado en su pequeño esquema y balbuceando hacia el pequeño reloj de patitos en su muñeca como si fuese mas elocuente que Min Yoongi.
Patos, siempre eran los patos.
—En segundo lugar, pero no menos importante, y es el detalle que no sé por qué me llama tanto la atención: todos estos casos fuer-
“[…] Kim Seokjin, ganador del galardón a investigación de impacto del año, se ha consolidado rápidamente como el periodista más joven en hacer parte del circulo de oro del gremio de investigación de la capital. Su redacción ingeniosa ha demostrado la alta capacidad de deducción y observación en su más reciente estudio acerca de-“
Yoongi miró congelado hacia la pantalla en la sala, la imagen de Kim Seokjin de unos tres años atrás recibiendo un premio en una gala que Yoongi ya no podía recordar. ¿Ese video hacía parte de su lista de reproducción de caricaturas?
YinXi, a su lado, carraspeó exageradamente, murmurando con una dulce voz inocente —Ahjussi, ¿No es ese el hyung de hoy?
—¿Cómo es que él si es un hyung y yo soy un ahjussi?
—Ahjussi siempre será ahjussi.
Ignorándolo nuevamente, Yoongi tomó el control remoto para pasar al siguiente video de su lista de reproducción cuando, casi avergonzado, comenzó a darse cuenta de que cada video que saltaba, uno y otro y otro, seguían siendo antiguas entrevistas de Kim Seokjin o cortos artículos sobre sus investigaciones.
Yoongi estaba sin palabras.
—Parece que un poder supremo estuviese burlándose de mí. ¿Yo hice esta lista?
Así que optó por apagar la televisión y girarse hacia YinXi, que lo miraba con una expresión igual de complicada.
—No más manzanas y perejiles, ahjussi necesita pensar. —Quizá Yoongi estaba falta de sueño después de todo, pero por un segundo pensó que el pequeño anticristo de su familia casi lo miraba con desdén. Un niño de cinco años no podía tener la mirada de un adolescente exasperado, pero Yoongi no era exactamente un buen padre para saber ese tipo de cosas.
Siguió paseándose por la sala con intermitencia, sin poder rascar la pequeña comezón en su pecho allí donde descansaban todas las cosas importantes de Yoongi: su collar de la suerte, la cicatriz de una bala y el pensamiento constante que era Kim Seokjin.
Retomando los documentos, sin embargo, pareció que algo hizo clic dentro de su cerebro. Kim Seokjin. Kim Seokjin. Por supuesto, además de la señora Kim hubo otra persona que había logrado descifrar información de estos casos y ese era su propio hijo Kim Seokjin.
Si bien el hombre tenía un grave caso de amnesia psicógena, era un monstruo de la investigación, casi un genio en su campo. Si hubiese sido un par de años antes, antes de que los estúpidos sentimientos de Yoongi se metieran en medio y la casi locura —entendible— de Seokjin los separara, antes del accidente y todas las consecuencias que trajo, Yoongi no lo habría pensado dos veces para pedirle ayuda al periodista.
Lo había hecho antes.
Seokjin tenía una habilidad casi aterradora de pensar como un asesino.
Lo que, bueno, podía o no tener sentido.
No obstante, ahora, no era exactamente la mejor idea que podía tener Min Yoongi.
Y si era sincero, bueno, había muy pocas personas en las que querría confiar este caso. Yoongi se preguntó por qué estaba tan preocupado, por qué ansiaba tanto resolverlo, ¿Era porque el cuerpo de una mujer había sido encontrado? ¿Porque quería darle paz a los muertos? O ¿Era simplemente porque involucraba a Seokjin y nada más? Quizá, se dijo, era porque una parte de él necesitaba, casi al borde de la desesperación, siempre hacer parte de la vida de Seokjin. Como si, una vez de vuelta en su vida, se negara absolutamente a dejarlo ir nuevamente.
Yoongi ni siquiera estaba seguro de sus verdaderas razones, de lo que entendía por justicia o si eso le importaba siquiera.
Quería dejar de lado su placa y su trabajo, ir al apartamento de Kim Seokjin y ofrecerse en bandeja de oro.
Yoongi no era, exactamente, la mejor persona.
El premio para el pensamiento más estúpido del día es para Min Yoongi.
—XiXi, ahjussi está en un terrible problema moral.
—XiXi aconseja a ahjussi que le haga caso a sus pensamientos intrusivos.
—¿Cómo diablos sabes qué son los pensamientos intrusivos?
—…
—…
—Televisión.
Yoongi levantó su teléfono con la boca abierta, dispuesto a marcarle a la progenitora del pequeño anticristo para que se lo llevara de su maldita casa cuando el aparato comenzó a sonar con la estridente canción de K-pop más insufrible que había escuchado jamás y que había programado como tono de llamada de Park Jimin.
Llevándose el celular al oído, respondió con voz educada y parsimoniosa —Estoy ocupado siendo padre ¿Qué se le ofrece al sabio detective Park?
—¡Pon las noticias! ¡Ahora, ya, ya, ya! —el grito enojado de Park Jimin fue un poco más que sorpresivo, pensó Yoongi mientras hacía lo que se le pidió, ignorando rápidamente la extraña coincidencia de videos sobre Kim Seokjin que aún se desplegaba en su pantalla, cambiando directamente al canal de noticias locales.
Si bien Park Jimin y él discutían bastante a menudo, aún no habían llegado al punto de gritarse como perros y gatos por teléfono, así que Yoongi no entendió el tono de voz del detective hasta que el titular de las noticias actuales quemó sus pupilas con grandes letras blancas en un fondo amarillo de ‘último momento’:
“GRAFITIS PLAGAN LA CIUDAD ¿QUIÉN PUSO A SOL EN EL OLMO DEL DIABLO?” “¿ESTAMOS ANTE UN NUEVO ASESINO EN SERIE?” “¿QUIÉN ES SOL, LA MUJER ENCONTRADA EN EL OLMO?”
Las rodillas de Yoongi, inestables, lo arrojaron de culo al piso, justo al lado de un muy pequeño y muy quieto e inocente anticristo que lo observaba con detenimiento y juicio en sus diminutos ojos negros.
—¿Qué carajo? Jimin…¿Qué carajo?
—Exactamente, qué carajo, tenemos al menos 15 grafitis en ocho locaciones diferentes por el norte de la ciudad y contando. Aparentemente, nuestra Jane Doe tiene nombre y los teléfonos de la estación están colapsando. No tendría que pedir esto, pero necesito tu ayuda. Si no fuese urgente no estaría llamándote a ti específicamente, pero sabes que hemos aislado el caso de, prácticamente, toda la unidad de Crímenes Mayores.
Yoongi sintió un presentimiento extraño trepar por su columna vertebral mientras su mirada seguía clavada en la pantalla de noticias. Han YinXi, aprovechando su distracción, trepó por sus piernas hasta quedar casi acostado contra su pecho. Si Yoongi hubiese tenido la mente para pensar en otra cosa, se habría dado cuenta de que el pequeño anticristo no estaba desplegando muestras de afecto, estaba posicionándose para escuchar la llamada del detective Park con una extraña expresión de concentración en su pequeño rostro.
—Claro, lo que sea. ¿Qué está pasando?
Del otro lado de la línea se escuchó un poco de ajetreo y luego silencio, como si el detective hubiese buscado un lugar cerrado para hablar, sin embargo, se seguían escuchando sus exhalaciones apresuradas, delatando que había estado yendo de un lado a otro por mucho tiempo.
—Hemos estado recibiendo muchas llamadas, algunas son pistas falsas, la mayoría lo son, ya sabes cómo es esto, gente asustada, gente curiosa. La cosa es que, algunas personas en línea relacionaron el caso con el del periodista Kim luego de que se filtrara la información de la escena del crimen esta mañana. Ya sabes a qué va esto, tú mismo lo insinuaste más temprano, recibimos posibles amenazas en su contra por ser el principal sospechoso.
—¿Amenazas? ¿Contra Seokjin? ¿La gente está loca?
—No tengo que decirte más, sabes cómo es esto y sabes cómo son los civiles. Nuestro mayor problema es que al mismo tiempo tuvimos un ataque cibernético, no solo aquí sino en la estación sur también. La mitad de nuestro personal está de guardia y la otra mitad está tratando de resolver todos los problemas que cayeron al mismo tiempo, tenemos reportes de disturbios cada veinte minutos y la mitad de ellos han sido falsos, la otra mitad reales así que no podemos ignorar ninguno. Sabes lo que te estoy pidiendo…
Yoongi suspiró, la comezón en su pecho convirtiéndose de repente en rasguños cada vez más profundos. —Sí, necesitas que haga guardia…con Seokjin.
—Sabes que si no fuese urgente y si confiara en alguien más serías la última persona a la que le pediría este favor, lo sabes ¿Verdad?
—Lo sé.
—Yoon, hay personas discutiendo en línea los casos anteriores y perimetrando la posible ubicación de esta persona. El señor Kim ha hecho un buen trabajo al permanecer fuera de radar, pero por protocolo deberíamos…
—Echar un vistazo. Lo sé. Mi doctor te matará por permitirme ir a campo.
—Kim Taehyung puede hacer lo que quiera una vez que esta locura se calme. Por el momento solo…ayúdame, no puedo dejar este caos sin supervisión y tú y yo sabemos que el señor Kim no es, exactamente, santo de la devoción de ningún otro oficial aquí. Y lo quiera o no, Kim Seokjin es el pilar de este caso. Así que ve a cuidar a tu novio asesino.
Yoongi bufó: —Inocente hasta probar lo contrario — y colgó.
Yoongi dejó escapar un suspiro y abrazó a XiXi contra su pecho por un total de dos segundos, como una pequeña pelota de confort tamaño niño.
Restregando su rostro contra el suave cabello negro del infante, pensó con hastío: ¿Qué carajo con este día de mierda que parece empeorar con cada hora que pasa?
Intentó llamar a la mamá de YinXi, pero parecía que su celular se había quedado sin señal y ninguno de sus mensajes se enviaba. Miró a la criatura en sus brazos y luego al cielo que había pasado de suaves rosas y violetas a naranjas y rojos casi abrasivos y tomó aire con fuerza.
—¿Es esto una señal? ¿Debería tomarlo como una señal? Definitivamente lo estoy tomando como una señal.
En sus brazos, el anticristo de cinco años que encarnaba a un joven soldado que ha pasado por todas las vicisitudes de la vida, sonreía con paz a su pequeño reloj de patitos como si acabara de sobrevivir a una misión suicida.
Estimado 1.0. ¡bien hecho!
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6:12 p.m.
El piso donde se encontraba el apartamento de Seokjin era bastante alto. Desde sus grandes ventanales tenía una vista casi panorámica del sur de la ciudad, así que a Seokjin le gustaba sentarse en el piso, al borde de las puertas corredizas, al pie del sofá, y mirar cómo cambiaban los colores en el cielo, cómo se encendían las luces en los edificios y el tráfico y las personas que parecían pequeños puntos en movimiento desde arriba.
Si Seokjin aún pintara, habría pintado esa misma escena una docena de veces, unas cientos de veces, quizá, con colores vivos y carboncillo. Su motricidad aún no se había recuperado del todo como para hacerlo, así que se conformaba con tomar fotografías con su celular, guardándolas en carpetas diferentes para las diferentes horas del día.
Tomó varias mientras Wonwu se quedaba dormido en el mueble donde Seokjin había recostado su espalda, haciendo sonidos cortos como resoplidos y apretando sus dedos en movimientos espasmódicos, como si reflejara sus sueños en el tranquilo silencio de la sala de Kim Seokjin.
Seokjin ponía sus dedos entre los más pequeños de Wonwu y dejaba que este los apretara de vez en cuando, quizá así sentiría que alguien lo acompañaba por fuera del mundo de la vigilia.
Jungkook debería llegar a recogerlo en cualquier momento, pensó el periodista. Debería ser pronto —ojalá fuera pronto— porque sentía que las pastillas ya estaban comenzando a hacer efecto y no sabía si en cualquier momento se quedaría dormido también.
Un poco más, un poco más y se desmayaría en el piso, muerto para el mundo, con un ronquido o dos.
Cada vez que la sensación de adormecimiento comenzaba a crepitar por su cuero cabelludo, el corazón de Seokjin se llenaba de pánico. Un miedo visceral que le prendía fuego a su pecho, todo el camino hasta su estómago, entumeciendo los dedos de sus pies y agarrotando sus músculos.
Muchas veces dormía y pasaban horas, a veces un día entero antes de recuperar por completo la consciencia de lo que estaba haciendo. En ocasiones, cuando se daba cuenta, de repente ya estaba en el auto de Jungkook camino a su control médico, o comiendo el desayuno, o en la cafetería de calle abajo y no sabría exactamente cómo había llegado allí, cómo había hablado, comido, incluso duchado y cambiado.
Así que se asustaba, no le gustaba.
La falta de control, lo odiaba.
Odiaba el sentimiento de no sentirse en control de sí mismo, de no saber qué había hecho y que había dejado de hacer. Lo llenaba de un silencioso pánico que recorría lentamente cada vía de su torrente sanguíneo. Era desesperante.
Le gustaba encerrarse en su habitación cuando eso pasaba, pero Wonwu estaba con él y no se atrevía a dejarlo solo en casa por mucho tiempo.
Tenía cinco años, su apartamento no era exactamente seguro para un niño pequeño y Seokjin tenía traumas, pero quería creer que era un buen tío. Al menos Jungkook confiaba en él para ser un buen tío.
La cosa con los medicamentos que ayudaban con su depresión y el TEPT era que lo hacían sentir igual a como recordaba sentirse antes del accidente, aunque no estaba del todo seguro del por qué. Solo paranoico y viendo sombras donde quizá no las había. Y por momentos no reconocería el rostro de las personas que amaba y por momentos no se reconocería a sí mismo tampoco.
Aunque había dejado de reconocerse tiempo atrás, incluso mucho antes de eso.
Suspiró dramáticamente a pesar de que no había un abogado nervioso a su alrededor para picarle las costillas e insistir sobre la terapia. Suspiró con fuerza, casi intentando dejar su cuerpo sin oxigeno.
En medio de este sentimiento de impotencia, Seokjin a menudo encontraba el pensamiento de Min Yoongi como un consuelo. Era verdad que su pequeña fantasía no había comenzado sino hasta que había encontrado la foto de los dos, pero quizá lo que en realidad había sucedido era que el anhelo había estado dormido.
Seokjin nunca actuaría en base al pensamiento obsesivo que resultaba ser esta persona, pero lo pensaba a menudo, solo para no sentirse tan solo. Le gustaba pensar que hubo una persona, en algún momento de su vida que lo vio y no pensó que le hacía falta algo, que estaba roto e incompleto y que pensó que podía quedarse a su lado incluso después de saber lo volátil que era.
Yoongi era un pensamiento casi inmaculado que Seokjin no quería manchar, por lo tanto, había decidido seguir el juego de la amnesia total hasta que pudiera sostenerlo.
Seokjin no era una persona inocente. Y Yoongi brillaba como un pensamiento libre y limpio que tenía una reputación, un buen trabajo y buenos amigos. Seokjin no tenía nada que ofrecerle al mundo y también ignoraba qué tan peligroso era para alguien como Yoongi estar en compañía de alguien como él, que no podía decir que tenía una coartada creíble para la mayoría de horas del día.
Debería prender las luces del apartamento. Debería hacerle de comer a Wonwu. Debería dejar de pensar en los muertos y las cosas que no podía recordar. Debería dejar de vivir en el pasado.
Conseguirse un esposo o una esposa.
Quizá adoptar algunos gatos.
Darle otra oportunidad a eso del Drag.
Cambiarse el nombre e irse del país, aunque eso no ayudaría a su caso y a su dudosa declaración de inocencia.
Cuando parpadeó con fuerza para despejar su cabeza embotada descubrió que el timbre del ascensor llevaba un par de minutos sonando.
Ah, carajo.
Se levantó casi tropezando con sus propios pies en su carrera por llegar al intercomunicador. Detestaba cuando esas cosas pasaban porque el ascensor se detenía por demasiado tiempo y eso ocasionaba quejas de sus vecinos. Sus vecinos eran mayores y bastante problemáticos así que prefería evitar el conflicto.
Nadie quería señores mayores gritando en su puerta que siempre supieron que un bastardo como tú no debería mudarse cerca.
Esa fue la razón por la que dio acceso sin mirar.
El ascensor llevaba algunos minutos detenido y timbrando; debía ser Jungkook quien venía por Wonwu que aún dormía. Se había tardado más de lo normal, pero el abogado siempre llegaba alrededor de la misma hora con alguna excusa de trabajo o una bolsa de comida porque sabría que Seokjin no se atrevía a usar la cocina la mayoría de las veces.
Seokjin debió haber mirado primero antes de abrir su puerta; era un consejo básico para los niños pequeños cuando se quedaban solos en casa.
Lo siguiente que supo fue que un dolor punzante se extendía desde un costado de su abdomen a las regiones inferiores de su cuerpo, que rápidamente su ropa se empapó de espesa sangre oscura que chorreó ligeramente, no lo suficiente para llegar al piso.
Una mano temblorosa aún sostenía el cuchillo que lo había apuñalado y murmuraba improperios sobre cómo siempre supo que un bastardo como él no debería mudarse cerca.
En blanco, solo ligeros pensamientos pasaron a través de los ojos muy abiertos de Seokjin, en un cuerpo que por el shock había dejado de sentir dolor, pero que se entumecía rápidamente.
Wonwu sigue dormido, pensó, que alivio que sigue dormido, por favor no lo despiertes.
La sangre es difícil de limpiar.
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10:55 p.m.
Su pequeño cuerpo le decía que ya había pasado su hora de dormir, pero Han YinXi se negaba a cerrar los ojos. Incluso si llegaba el momento de su muerte en ese preciso instante no cerraría sus ojos ni en el más allá.
Estaban rojos y su pecho seguía estremeciéndose por el llanto anterior, estaba exhausto y tenía hambre, pero se negaba a dormir.
Había sido tan cuidadoso, tan cuidadoso. Estuvo todo el tiempo molestando a 1.0. para evitar que la información personal de Kim Seokjin fuese ni remotamente accesible por ningún medio. ¿Cómo no pensó en los propios vecinos del hombre?
En realidad no había pensado bien las cosas, solo su pequeño cerebro de cinco años había planeado lo suficiente como para hacer que Min Yoongi tuviese que estar cerca de Kim Seokjin. Había hecho todo lo posible. ¡Todo lo posible!
Pero seguía teniendo la pequeña mente de un niño de cinco años y 1.0 no podía tomar decisiones por su cuenta, lo que se sumaba a un gran cóctel de malas ideas.
Han YinXi no estaba hecho para los grandes planes y esquemas.
Por supuesto que sabía las consecuencias de sus actos, había investigado rigurosamente las últimas horas antes del desafortunado suceso, él sabía que lo mismo había sucedido con los dos casos anteriores en los que se había visto involucrado Kim Seokjin. La prensa había intentado comérselo vivo para, al final, dejarlo como el joven mártir al cual perseguía la policía incompetente.
Todas las probabilidades apuntaban a que podía suceder lo mismo, sumado al hecho de que Kim Seokjin no tenía acceso actual a ninguna red, estaría técnicamente a salvo hasta la llegada de Min Yoongi.
Con lo que Han YinXi no contó fue con las manos truculentas de personas en la clandestinidad. El rumor que involucró a Kim Seokjin como sospechoso nuevamente y disparó las alertas de los ciudadanos vino de la misma dirección IP de la Unidad de Crímenes Mayores.
Debió suponerlo, pensó, todo tendría sentido si las mismas personas que investigaban los casos estuvieran involucrados, era la razón por la que la Sargento Pam había designado solo un pequeño grupo para el caso de Jane Doe #49. Ahora conocida como Sol.
Ahora, ese rumor no había podido ser detenido una vez había sido visto por muchas personas, y de repente los policías de internet se habían creído con el derecho de buscar justicia por mano propia. No los culpaba, se recordó, todos odiaban las injusticias y le tenían miedo a lo desconocido. Kim Seokjin era, por sobre todas las cosas, un hombre aparentemente peligroso.
No los culpaba.
Era cuestión de tiempo para que algo como eso sucediera, pero Han YinXi no descansaría jamás ni dejaría de sentirse completamente responsable de casi ocasionar la muerte de Kim Seokjin, no hasta que toda esta pesadilla terminara.
Temía que no terminara, de hecho.
Las cosas se habían desarrollado, más o menos, de la siguiente manera:
Han YinXi había acompañado en su moto/arma mortal a Min Yoongi hasta el edificio donde vivía Kim Seokjin. En la planta baja, esperando por el ascensor, se habían encontrado con el hombre al cual Yoongi saludó como abogado Jeon y habían procedido a tener una pequeña conversación sobre Wonwu, sobre el clima y sobre cómo el ascensor estaba tardando. Ambos hablaban como antiguos conocidos que solo eran cordiales el uno con el otro. YinXi no estaba muy interesado.
Abogado Jeon mencionó las noticias, el general Min dio algunas razones de por qué estaban allí y el otro hombre solo había estado haciendo bromas a XiXi, el cual solo se carcajeó para mantener el acto de niño de cinco años, y ninguno fue demasiado consciente de nada en esos pocos minutos.
No había pasado mucho tiempo antes de que los dos hombres se dieran cuenta de que el ascensor seguía estancado en el piso de Kim Seokjin sin aparentes intenciones de moverse.
Había algo en las malas noticias, en los malos presentimientos, que caían sobre las cabezas de las personas como rayos de tormenta. Solo había bastado una mirada superficial para que los dos hombres se lanzaran a correr hacia las escaleras de emergencia.
YinXi supo en ese momento que algo malo estaba pasando, pero la gravedad de las cosas no solía golpear tan fuerte y tan rápido como lo hacían los presentimientos, así que no supo en ese momento qué era lo que había salido terriblemente mal.
No había estado exactamente ahí para verlo; lo dejaron al pie de las escaleras del piso de Kim Seokjin, las que habían sido abiertas con la llave de acceso del abogado. Escuchó un par de gritos ininteligibles, sonidos extraños y desconocidos para sus jóvenes oídos y, unos minutos después, el abogado Jeon había aparecido, pálido y apretando los dientes, mientras cargaba a Wonwu con una mano cubriendo los ojos del niño que se retorcía en su agarre.
—¿Puedes cuidarlo por mí? —había preguntado, pero no había esperado que YinXi diera alguna respuesta antes de dejar al niño junto a sí mismo y darse la vuelta para marcar al teléfono con la desesperación de alguien que, simplemente, no sabía qué hacer.
Wonwu comenzó a llorar minutos después, abrazando su cuerpo con fuerza al de YinXi, sabiendo instintivamente que algo malo estaba sucediendo, pero sin comprender qué era. El soldado Han lo había abrazado contra sí mismo, ocultando su propio rostro asustado en el hombro del más pequeño, calculando mentalmente con 1.0. las circunstancias actuales.
Jeon llamó al detective Park y una ambulancia y no fue hasta cuando escuchó las sirenas que YinXi terminó de entender que, de todas las cosas que pudieron haber salido mal, la que sucedió había sido la única que él mismo no habría predicho.
Y sintió que lloraría a grito herido, pero realmente solo se escaparon dos silenciosas lágrimas y un suspiro de derrota.
Con un corazón pesado y la consciencia culpable, estando en la sala de espera del pabellón de urgencias, aferrado a la mano del dormido Wonwu y descansando en las piernas del abogado Jeon, Han YinXi pensó, con el razonamiento indiferente de un soldado, que incluso si las cosas habían resultado de esta manera, al menos, había cumplido con su objetivo principal.
Porque Min Yoongi no había dejado el lado de Kim Seokjin ni un solo segundo.
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N/A:
Hasta el momento han leído el equivalente total de palabras de Crepúsculo de Stephanie Meyer.
Bien, que me volví a desaparecer por muchos meses, pero qué creen? No regresé con las manos vacías, estaré publicando no uno sino DOS capítulos más el día de hoy. Jejeje.
Creo que nunca les mencioné esto, pero el caso de la Jane Doe #49 está más o menos inspirado en un caso real, pero solo las condiciones iniciales de su descubrimiento y uno que otro detalle, nada más. Este arco, nuevamente les digo, no es la cosa más bonita, estamos de acuerdo que ATL es solo mi excusa para escribir un montón de sin sentidos en un solo lugar, así que no se sorprendan si todo es conveniente y nada tiene lógica.
¿Recuerdan que les conté que había regresado a mi trabajo tóxico? Pues renuncié, y esta vez de manera definitiva porque estaba trabajando bajo unas condiciones no muy favorables y tuve que aguantar muchas situaciones que no eran sanas. Al final me fui bajo mis propias condiciones y ¿Saben qué pasó? Me ex jefe, ni bien había pasado un mes, estaba buscándome de vuelta. Ante mi negativa, comenzó a acosarme y las cosas se fueron directo hacia el sur. Ahora todo está mejor, pero sigue la parte del acoso, solo que en menor medida.
Sin embargo, me enfrenté a una crisis ansiosa y un bloqueo sin precedentes en mi vida. No había logrado salir de ese lugar en el que me encontraba por mucho tiempo y una parte de mí quiso cerrarse al mundo. Todavía estoy ahí, no voy a mentir, pero lo estoy haciendo mejor.
Actualizaciones de mi vida, a quien le pueda interesar:
Estoy desempleada de nuevo por si alguien me quiere contratar; estoy retomando la escritura después de meses así que no esperen que la calidad mejore, cuando mucho vamos para peor, y el pobre ATL!Seokjin es quien pagará los platos rotos de esta tonta autora; creo que me enamoré del cristiano, si es una señal de los cielos estoy dispuesta a ignorarla porque no pienso actuar al respecto; a mi mejor amiga le diagnosticaron una enfermedad de la tiroides y eso me asustó más que cualquier situación personal; me quedé sin ahorros por comprar libros, sean más responsables que yo; estoy estudiando italiano; me enteré que había otro chico que gustaba de mí y cuando lo investigué (porque mujer prevenida vale por dos) me enteré de que también era cristiano y hacía parte de la misma congregación del otro. De nuevo, ignoraremos esa señal.
Hay muchas cosas que no puedo contar, pero que sepan que estoy mejorando con cada día, así que espero que puedan acompañarme por mucho más tiempo.
Les quiero un mundo, gracias por todo.
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