Capitulo 4

<<A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma.>>
Hechos 23.11

—Max despierta, Max arriba, ¡Carajo Maximiliano despierta y apaga esa mierda!.

Después de ese grito el joven despertó sobresaltado, cuando cayó en la realidad de lo que estaba pasado se dio cuenta que el móvil que la noche anterior el obispo le había dado estaba sonando, se acercó hasta el y vio en la pantalla que le estaban llamando, contesto de forma ansiosa.

—Hola, príncipe, buenos días, por qué no contestaste antes? —decía una voz que el conocía muy bien, pero no podía hablar porque Cristián estaba pendiente de lo que estaba pasando además de ver con ojos abiertos la caja donde la noche anterior estaba el móvil.

—Buenos días, me acabo de despertar pero aún no estoy listo, podrías llamar más tarde por favor?.

—Esta bien, hablamos más tarde príncipe.

Dicho esto la llamada termino y el joven se acercó a su mejor amigo que lo veía con cara interrogante.

—No me vas a decir Max, que esto te lo dieron tus papás, porque no te lo voy a creer y si que menos esa pulsera, de donde mierdas lo conseguiste? —dijo el otro viendo al joven quien estaba más pálido de lo normal.

—Cris, es-esto tiene una explicación.

—Entonces te oigo —dijo el menor de aquel dúo sentándose en la cama con los brazos cruzados.

—Fu-fue un regalo de un amigo.

—Y que amigo es ese?, porque hasta donde se soy tu único amigo en el pueblo —lo señaló con un dedo y levantó la ceja en forma de burla.

—Un amigo de otro lado.

—No te creo, Max sabes que puedes confiar en mí.

—Esta bien, te acuerdas todos esos días que llevo trabajando en la plaza, en restaurantes y eso? —el otro solo asintió, entonces empezó a formular la otra parte de la mentira —bien pues era para comprarlo, es de segunda, por eso ayer llegué tan tarde aquí, estaba comprando el celular.

—Digamos que te creo por ahora Max, cuando tengas ganas de hablar con alguien y decir la verdad aquí estoy.

El otro se quedó callado ante lo que había dicho su mejor amigo, entre los dos arreglaron la habitación, cada uno se fue a bañar y ponerse el uniforme para ir al colegio, cuando iban camino allí a Max le volvió a sonar el celular y este se alejó un poco de su amigo y otros jóvenes que iban con ellos para el colegio.

—Hola, perdón por no llamarte, es que me tocó explicar el porqué del celular —dijo en cuanto contesto la llamada.

—No te preocupes príncipe, cómo estás?, que dijiste sobre el celular?.

—Que había ahorrado para comprarlo de segunda, voy para el colegio y tú cómo estás?. —dijo mordiéndose el labio inferior.

—Yo estoy bien príncipe, y que llevas algo de comer para el colegio o algo de dinero?.

—Nop, pero no importa, José te tengo que dejar acabo de llegar al colegio —se había parado frente a la puerta para poder terminar de hablar.

—Vale príncipe a qué horas sales de receso?.

—Yo te escribo cuando salga sip, que tengas buen día.

—Vale príncipe espero a que me escribas, que te vaya bien.

Dicho esto la llamada finalizó y el joven ingreso al colegio como si nada, cuando ingreso sonó la campana para cerrar la puerta, subió al salón que le correspondía y así siguió el día hasta que fue la hora de receso, cuando le escribió a José espero un rato.

Max:
Hola ya estoy desocupado.

José:
Hola príncipe, yo estoy ocupado te llamo en las horas de la tarde, aún tengo que preguntarte algunas cosas.

Max:
Si no hay problema espero tu llamada José.

José:
Está bien príncipe hablamos después.

Después de esto paso el resto del rato con sus amigos, después de eso empezó de nuevo las clases pero sin tener ningún problema hasta la hora de la salida, cuando estaba recogiendo sus cosas se le cayó el celular, fue hay que oyó detrás de él a su peor pesadilla.

—Reciclador, de donde sacaste este celular? O mejor a quien se lo robaste? —decía un muchacho más alto que el, quien era el hijo del alcalde y siempre le hacía la vida imposible, por ser hijo de personas humildes.

—Ahorre para comprarlo.

—Ja! Oyeron la rata se ganó la lotería a lo mejor lo encontró en la caneca de alguien —dijo mostrando el aparato a todos los compañeros de clase quienes se reían de él.

—¡Por qué no lo dejas en paz Fernando?! —grito Cristián lleno de cólera con todo lo que estaba pasando.

—Pero si es la novia del marica este, por tu bien Cristián no te metas —contesto el otro guardando el móvil en su maleta —ahora pobretón, si lo quieres vas a tener que ir a buscarlo en la delegación de policía, porque lo voy a reportar como robado.

Max no reaccionó en ese momento, cuando lo hizo todos se habían ido y Cristián era el único que lo acompañaba, este no se dio cuenta hasta que las lágrimas cayeron a sus manos que estaba llorando, no sabía que hacer, había perdido lo único valioso que tenía.

—Cris, tienes minutos?.

—Si por?.

—Me lo prestas por favor.

El otro asintió y le paso su móvil sin entender para qué, en cuanto tenía el celular dígito un número y en menos de nada respondieron a la llamada.

—José...si perdón por llamarte...pero un compañero me insultó y me quito el celular...no lo llevo a la delegación de policía para poner el denuncio de robo...si José lo sé...perdón...está bien gracias y perdón por esto —cuando termino le entrego el móvil a su amigo.

—Quien era?.

Max empezó a caminar sin poner atención a lo que lo rodeaba.

>>Hey!, Quien era?.

—El obispo —contestó sin más.

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