Capitulo 3

<<Hagan lo que es recto y agradable a los ojos del Señor, para que les vaya bien y tomen posesión de la buena tierra que el Señor juró dar a los antepasados de ustedes.>>
Deuteronomio 6.18

Después de dejar a su acompañante a las afueras del pueblo, siguió su camino a la semi-cuidad donde quedaba la diócesis que le correspondía por mandato del papa, pero no fue hacia la catedral, casi llegando al comienzo de dicho lugar, giro a la izquierda y anduvo más tiempo, al llegar frente a una reja metálica, un hombre salió de una especie de caseta y le abrió.

—Buenas noches eminencia, que gusto tenerlo por aquí.

—Francisco, buenas noches —contesto bajando el vidrio y dándole la mano al hombre ya mayor.

—Siga padre, tiene visita en la casa.

Dicho esto el hombre siguió es camino de mal genio, quien se creía ese imbécil para ir a su casa a buscarlo?.

Al llegar apagó el carro y se bajó, estaba cansado y tenía que enfrentar aún más todavía, en cuanto abrió la puerta principal escuchó una voz.

—Pense que no iba a llegar José, te divertiste con tu nueva puta?.

—No tengo porque darte explicaciones.

En cuanto termino la frase prendió la luz y vio hacia la sala, allí vestido de sotana había un hombre de no más de 40 años, alto y de buena complexión física, tenía barba y lentes de marco metálico, dicho hombre se paró y le arrojó una factura que había visto sobre el escritorio del hombre mayor en la oficina de la catedral.

—¡Que no tengo nada que reclamar?, Ahora que es un niño rico, un hijo único como yo, un huérfano u es al caso el mismo niñato pobretón del que Samuel no dejaba de hablar?! —dijo esto gritando y con la vena de la sien marcada.

—Vuelvo y te repito Andrés, no tengo porque darte explicaciones de mi vida —estaba molesto, quien se creía ese niño para hacerle reclamos a el?.

—¡Por Dios José, cuando va a parar?, Es al caso que ya no te basta con Samuel, con Rodrigo y conmigo y ahora quieres otro más?, O es al caso que ya no te parecemos atractivos por que somos viejos?, Pero claro como ahora la nueva adquisición es un niño aún de pañales y aún peor con solo ponerle el mundo a sus pies tienes un nuevo culo para romper! —espero una respuesta que no llego, solo tuvo de respuesta el que aquel hombre saliera de su vista y subiera las escaleras, pero eso no se iba a quedar así.

>>¡José te estoy hablando por un demonio, ten los suficientes huevos de poner la cara!.

—¡No más Andrés, no más, quieres una respuesta?, Bien la tienes, me cansé, me cansé de ustedes, niños arrogantes, Rodrigo no paro de joderme hasta que conseguí que se fuera a Roma para ser secretario de un cardenal al que hoy le está dando lo que alguna vez me dio a mi, Samuel, un inútil al que tuve que sobornar a los profesores del seminario para que lo dejarán llegar a ser diácono, porque solo pensaba y aún piensa que sin hacer nada por el mismo iba a lograr algo y tú o gran padre, tu qué me dices?, tienes lo que quieres, eres el rector del seminario menor de la capital y gracias a quien? Dilo hijo de puta, gracias a quien?! —dijo dando la vuelta sobre sus pasos y acorralando al menor contra una pared —Pues si, es ese niño pobre del que Samuel despotricó todo lo que quiso, es ese mismo niño quien ahora me calienta, ustedes tres ni para eso sirven ya, para obtener un polvo de Rodrigo tengo que ir a Roma y hacerle antesala, cuando gracias a mí está donde está, Samuel en cambio, si no le doy dinero no me pone el culo para que se lo rompa y tú, nunca hay tiempo y siempre hay alguna excusa, así que tenía que obtener lo que me gusta de alguna forma, y que mejor que ese niño que al menos me hace empalmar con solo un beso —al decir esto cogió la mano del hombre acorralado y se la llevó a su entrepierna donde aún se encontraba duro —algo más que tenga que aclarar su majestad —se alejó e hizo una exagerada reverencia.

—¡Eres un maldi.... —Fue frenado por una bofetada que lo hizo girar la cabeza.

—¡Cállate imbécil, que ya no me los voy a aguantar a ninguno de los tres, por mi ustedes se pueden ir a la mierda!.

—Te juro José que esto lo vas a pagar —dijo el otro con la cara marcada y con lágrimas saliendo de sus ojos.

—¡Oh! Pero que tenemos aquí la perra se enamoró —cuando termino de decir esto empezó a reír y se tomó el estómago de la misma risa.

—Es-esto lo vas a pagar hijo de puta, lo juro.

—No te equivoques, tengo la forma de hacerte meter en la cárcel, además si eso pasa máximo me envían a otro país y vuelvo a empezar pero tú y los otros dos quedan con viles zorras y no van a tener el apoyo del episcopado de eso me aseguro, ahora niño, no te humilles más y vete me da asco estar a tu lado un segundo más.

—Esto no se va a quedar así.

Cuándo el mayor se fue el sé quedó en la escalera llorando, era verdad lo que decían entre los demás rectores de los seminarios, el obispo José, solo es un depravado más entre muchos pero este era sínico, el había caído con unas cuantas palabras bonitas hacia ya 20 años atrás.

El era un hijo único, había ingresado al seminario a la edad de 18 años cuando cambiaron de obispo, aún se acordaba la forma déspota en la que les había hablado a casi todos en el lugar, incluso al rector de esa época, después de algunos meses de estar allí, el obispo se había acercado a el, lo tenía en cuenta a la hora de la toma de decisiones sobre los de nuevo ingreso, osea sus compañeros.

Cuando iba en segundo año de filosofía, el obispo lo había mandado a llamar en la catedral, en ese momento pensó que era para sacarlo por una pequeña infracción que había cometido dentro del establecimiento, cuando había llegado el obispo le invito a tomar un café, le pareció raro pero era la máxima representación de la iglesia para él en ese momento, así que no lo tomo a mal, le había preguntado por su estadía en el seminario y el mismo le contó lo que había hecho, cuando lo hizo el mayor le había prometido que nunca iba a ver castigo por ello, después de eso dos de los seminaristas que lo habían visto haciendo tal cosa fueron "trasladados" al seminario conciliar de la diócesis cercana a esa, tal vez para todo fue raro pero para él no.

Algunos meses después de ese incidente, empezaron a llegar detalles a su habitación después del día de clases, igual su estadía en aquel lugar había sido pagada por completo según le había comentado su madre alguna vez que fue a verlo, cuando le pregunto al rector, el había dicho que por orden del obispo era una "beca" por los logros académicos que había tenido, para su conciencia en ese momento eso estaba mal, según el habían otros seminaristas que lo merecían más que él, pero nadie más le informo acerca del tema.

El año siguiente a ese, el obispo lo mando a pedir para "ayudar" en semana Santa en la catedral, eso era un mérito por el que todos los jóvenes peleaban cada año, pero el había sido el afortunado, cuando llegó a la residencia episcopal de la diócesis pensó que le tocaba en la habitación que sus ya afortunados compañeros habían hablado, pero cuan equivocado estaba cuando la hermana que ayudaba a tener la casa en orden le dijo que por orden del obispo le correspondía la habitación en el segundo piso al frente de la del mayor, cuando se había acomodado con algo de temor a tal acto, el ya nombrado entro y le pregunto si era de su agrado, el solo había dicho que si y que era un honor para el servirle al superior de la diócesis, el obispo solo le había contestado que habían formas más sencillas de agradecer, a él eso le parecía raro pero no dijo nada, esa noche había comido solo, ya que el obispo tenía algo pendiente con los párrocos de cada iglesia de la diócesis.

La noche siguiente a esa cuando iba a comer, se encontró con el obispo ya sentado esperándolo, el como lo había hecho la noche anterior se iba a sentar en un rincón de la mesa, hasta que el mayor le había dicho que se sentará a su lado, empezaron a comer y este le empezó a decir lo lindo que era, también acompañado a tantas palabras bonitas iba el vino, cuando ya tenía suficiente licor en las venas el mayor le había regalado una pulsera de plata con piedras preciosas y además grabada, de aspecto delicado que aún cargaba con él, cuando la había puesto en su lugar se acercó a él y los beso, para un "niño" virgen como el que nunca había estado con nadie eso fue el detonante para las lágrimas, así que esa noche salió corriendo a su habitación y había llorado la gran mayoría de está.

Para el final de aquella semana, el obispo le había dicho que a su lado iba a tener el mundo a sus pies, el solo se quedó cayado nunca contesto, pero aún así los regalos seguían llegando a su habitación, que por casualidad era la más grande, la más lujosa, la mejor ubicada y hasta tenía quien le hiciera el aseo cosa que a los otros les tocaba a cada uno.

Después de esto, él aceptó la propuesta del obispo y así, este último se había aprovechado de su inexperiencia y lo había llevado a un "congreso" de obispos del país, donde solo iban los obispo con sus "favoritos", esa semana para aquel muchacho fue un punto aparte de su vida anterior, pues había conocido las orgías, la violencia y la locura en la que se había metido al aceptar a aquel tipo, pero cuando se intento salir le había dicho que si lo hacía le iba a ir mal muy mal, así que prefirió callar y seguir en aquel asqueroso mundo, pero no fue tonto, cuando había cumplido tres años de ordenación le pidió ser el rector del seminario menor y este se lo había concebido, después de eso era solo el juguete de rato del obispo y se había enterado de la existencia de Rodrigo quien había entrado el año anterior a que el hubiera sido ordenado, pobre alma, había pensado en ese entonces, pero el también había sacado su parte buena de eso, tiempo después Rodrigo y el se habían encontrado y habían hablado enterándose que existía Samuel quien igual que el ahora padre Rodrigo había sido atraído a la red de José el año anterior a la ordenación sacerdotal de Rodrigo y ahora el mismo le iba a decir a los otros dos la entrada de otro peón al tablero de ese cerdo.

Se levantó de donde estaba lleno de ira consigo mismo por demostrarle al cerdo del obispo, sus sentimientos y con la intención de vengarse de él con ayuda de los otros dos, pero eso no iba a quedar así, si otras vez José creía que iba a callar por miedo, él solo se había hecho su carrera entre los rectores de los otros seminarios del país y podía apostar que Rodrigo tenía el apoyo del cardenal francés si así lo requería para poner a ese imbécil en evidencia, cuando salió de aquella casa se secó las lágrimas que aún quedaban en sus mejillas, y juro que por su dignidad iba a olvidar el amor que alguna vez sintió por aquel ser vil y cruel como lo era José.

—Te juro José, que esto no queda así.

Lo dijo viendo con odio aquella casa y desaparecido de allí a toda velocidad en su vehículo.

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