All Night

Un cielo ya estaba por oscurecer, el aire era cada vez más fresco y las luces de la ciudad se prendían una a una necesitando más de la iluminación artificial.

Estando aun en medio de todo ese revuelo dentro de la capital, no se inmutaba aquel. Su cuerpo y su mente se mantenían concentrados en su trabajo y deseoso de un buen descanso. En época vacacional la cafetería solía tener más clientes, por lo que varios de esos días el joven salía más tarde y con la garganta aún más irritada de lo normal, pero ¿Debido a qué? por gritar a los ineptos de los empleados y compañeros además de la presión que ejercían los superiores. Si bien, ser gerente no era precisamente una tarea fácil y estaba totalmente consciente de ello.

El gran local de a poco se llenaba cada vez más. Aunque por suerte, por ese día terminaba su turno. Era lo mejor de los Viernes según consideraba; pues eran días donde otros llegaban a cubrirles las demás horas hasta la madrugada.

Ya no se preocuparía más por el resto del día. Tomaría un baño y se iría a la cama a perderse en lo más profundo de sus sueños.

Con ese deseo en mente, suspiró más relajado terminando de colocarse la gabardina blanca y saliendo del local dejando de sentir la calidez del lugar, ahora aspirando el dulce frio y ajetreo de la ciudad.

Sus rizos azules poco revoloteaban y su miraba se mantenía hacia arriba reparando en la tonalidad del firmamento; un azul ligeramente brillante que cada vez se oscurecía dejando a los postes y faroles dejarse notar para orientar a toda persona transitante. Bien le convenía, puesto que si de por si su vista era mala, peor lo era en la nebulosa noche.

Con lo que logró calmarse y destensar su postura, quiso quitarse los anteojos de armazón rojo para limpiarlos antes de dar un paso hacia adelante. Tan apacible estaba hasta que algo, o más bien alguien, turbo sus pensamientos y sus nervios.

-¡Hey, Ghiaccio! – Le llamarón a sus espaldas otro de cabeza rapada y piel ligeramente acanelada. El otro solo cerró los ojos frunciendo el ceño queriendo ignorarlo, más no lo lograría si este ya ponía una mano en su hombro poniendo cierto peso. – ¿Tienes planes para hoy? – Ghiaccio apenas tomó aire para responder, pero pronto le interrumpieron. – ¿No? ¡Que bien! Illuso y yo iremos al bar a tomar algo, ¿Por qué no vienes?

-No. – Respondió de inmediato y secamente antes de que le fuese a interrumpir.

-¡Vamos! Es Viernes y nuestro turno termina temprano. Deja de ser tan huraño por una vez en tu aburrida vida y ven a divertirte. – Quiso convencer ganándose la mirada cansada e irritada del de rizos azules. En vez de persuadir este lo había insultado.

-¡Dije que no! – Alzó como pudo la voz, ni siquiera tenía energías para gritarle y hacerse a un lado. – Lo único que quiero es un baño caliente, ¿Sí?

-El café que sirven ahí no es lo mismo que el de acá, eso te ayudaría más que un baño. – Lo dijo en un tono cantando mientras le guiñaba el ojo. Ghiaccio solo rodó los ojos siendo ligeramente jalado.

-Yo puedo hacerlo por mí mismo, no por nada tengo cafetera.

-Por favor, solo por esta noche. – Insistió como siempre cada Viernes terminando la jornada en la cafetería. ¿Por qué siempre se molestaba en molestarlo intentando persuadirlo? Ya comenzaba a cansarse de eso.

-Si digo que sí, ¿Me dejarás de joder cada maldito Viernes por el resto que me queda de existencia? – Preguntó casi en suplica con un rostro malhumorado. El otro solo sonrió divertido asintiendo.

A sus espaldas, la entrada de cristal del local se abrió llamando la atención del de piel acanelada. Con la mirada señaló a un casi desfallecido Ghiaccio al recién llegado de cabeza rapada.

-¿Qué? ¿Ghiaccio vendrá? ¡Carajo, va a temblar! – Bromeó un tanto incrédulo mirando con gracia la cara cansada del susodicho y la sonrisa victoriosa del otro.

-Te dije que lograría llevar a la hielera. – Le dijo a Illuso.

– Bueno, como sea. – Se encogió de hombros. Pensaba que sería imposible que los acompañara, pero al parecer se equivocó y ciertamente no le importaba mucho. – ¿Nos vamos o nos quedaremos aquí congelándonos? – Dijo frotándose con ambas manos, aunque Ghiaccio era el único ahí que el frio era lo que menos le importaba.

-Tranquilízate, ¿Quieres que te de calor con mis fuertes brazos? – Se le acercó melosamente al de cabellos negros.

-No frente a Ghiaccio, Formaggio. – Dijo entre risas como si el mencionado fuese un niño berrinchudo. Aunque este no prestaba la más mínima atención y a decir verdad no le importaba veinte hectáreas o más.

El trío caminó de entre la gente que varios iban en dirección contraria, quizá hacia la misma cafetería de la que salieron o eso era lo que pensaba Ghiaccio. Miraba de vez en vez al otro par a su lado y se preguntaba cómo es que había accedido en ir. Pareciera que lo hubiesen convencido sabiendo que a esas alturas del día y de su agotamiento, Formaggio tendría el poder de llevarlo a donde quisiera, ¿Cómo es que no lo había hecho antes? Aun cuando varias veces se negaba, esta era la primera vez que se dirigía hacia el dichoso bar que no conocía.

De cualquier forma, su paladar se encontraba anhelante de probar un buen café y el local donde trabajaba no era una opción, quizá al saber que servían aquel brebaje en ese bar había logrado aceptar. No era alguien permisivo, tal vez se trataba de algún tipo de lapsus dentro de su persona o algo parecido. De igual forma no lo pensaría tanto tratando de averiguarlo.

Sus pasos seguían casi hipnóticamente a la pareja que acompañaba. Estos hablaban sin parar, pero su mente se distraía no pudiendo reparar en lo que decían. Metía las manos en los bolsillos aun no tuviese nada de frio y seguía como si nada sintiendo el ardor en su garganta. En el resto del trayecto caminó mecánicamente hacia su destino ya no pensando en nada.

-Bien, aquí es. – Anunció Formaggio más para el de rizos azules despertándolo de su trance. Ghiaccio al advertir que habían parado, su vista parpadeó un par de veces no esperando lo que estaba viendo.

-¡Formaggio! ¿Pero a dónde carajos me trajiste? ¡Me dijiste que vendríamos a un pequeño bar! – No era nada como imaginaba, pensaba que se trataría de un sencillo bar para beber una simple cerveza, ¡No un jodido antro!

Con la sutil iluminación azul que adorna la estructura y con la poca multitud alrededor pues ya la mayoría se hallaba adentro o eso parecía. Luces neón salían de la entrada y las grandes letras fluorescentes a lo alto nombrando el lugar daban paso a la reciente noche. Desde su posición podía escuchar el retumbar de la música y no estaba dispuesto en indagar qué más albergaba ahí dentro.

-¡Para nada! Jamás dije que fuera "pequeño". – Se defendió, aunque la expresión de su amigo era bastante divertida y gracias a eso no llegaba a molestarse ni un poco.

-¡Me mentiste! Yo me largo de aquí. – Molestó amagó en darse la vuelta, pero Formaggio lo tomó haciéndole voltear a donde estaba.

– Es un bar antro y es bastante simple, ¿Sí? Siempre venimos aquí cada Viernes. – Ghiaccio se dejó y Formaggio le fue empujando hacia el frente. – No te mentí. Solo dale una oportunidad, ¿Qué no quieres tu delicioso café? – Con eso había logrado que este se moviera solo. ¿Quién diría que con solo persuadirlo fuera tan fácil? Ghiaccio era su amigo y quería que saliera un poco de su zona de confort.

Sin dificultades pasaron por la entrada y el ambiente al que estaban antes cambio por completo sintiendo ahora la música y los reflectores invadiendo su cuerpo. Puede que ahora estando dentro el lugar no fuera tan grande, aunque era de dos pisos y bastante amplio. Pero la gente, la iluminación colorida y la música que parecía que la tenía dentro de su estómago por lo fuerte que era le llegaban a aturdir. Incluso le había despertado un poco queriendo hallarse en un lugar fijo y no perderse de entre personas y mesas. Apenas podía ubicar la barra y las copas de cristal que brillaban gracias a las luces.

-¡Este lugar no es para mí!

-¡No seas exagerado! – Se oyó la voz de Illuso cerca de Ghiaccio. – Ni siquiera esta tan fuerte. – Le jaló del brazo hablándole más de cerca para que le escuchara.

Siendo guiado hasta una mesa y cuando por fin se sentó junto al par, pudo saberse más ubicado, no era el tamaño del bar precisamente, sino la gente que ya se encontraba bailando que le perdía el camino.

No estaba para nada acostumbrado frecuentar tanto ajetreo y tantas luces neón pegándole en la cara ya le hacían querer largarse lo más pronto posible.

- Y bien ¿Qué te parece, Ghiaccio? - Le preguntó Illuso notando que éste asimilaba en donde estaba.

Ghiaccio todavía quiso inspeccionar un poco más a su alrededor para así poder negarse e inventar una excusa para irse. Sin embargo, al hacerlo y sin evitarlo; de manera repentina su cansada vista fue atraída por unas hebras que se encendían ante la luz purpura o quizá era rosada, no estaba seguro. Parpadeó un par de veces no sabiendo de si se trataba una persona.

Aquel cabello se encontraba atrás de la barra que había logrado ubicar al principio, más no recordaba aquel poseedor de tan resplandecientes cabellos que parecía que por él mismo brillaba.

Aún seguía no muy convencido, pero dejó llevar su atención hacia ese sujeto.

El susodicho sin percatarse de la mirada ajena, se encontraba ocupado atendiendo a los clientes haciendo relucir sus agiles movimientos de bartender. Sirviendo varias copas a la vez haciendo que el líquido brillara ante las luces pareciendo cascadas de licor cayendo sin derramar nada en un movimiento. El acto hizo mucha impresión y no tardaron en aplaudirle. Claro, eso había impresionado a Ghiaccio tambien.

-No tienes nada que decir cuando tus malas expectativas te traicionan ¿Verdad? – La voz de Formaggio hizo que lo sacara a su asombro. Miró a sus amigos y estos no se limitaban a lucir sus burlonas sonrisas.

-Apenas entramos, pendejo. – Contesto con ligera vergüenza por quedarse tanto tiempo callado viendo un a ese sujeto – Aun puedo buscarte un buen motivo y largarme de aquí. – Luego de replicar, volvió la mirada al talentoso bartender, y entonces su curiosidad incrementó al ver cómo estaba vestido.

No era nada igual a como solían vestir otros de los empleados que se disponían en solo servir. A diferencia, el joven de cabellos lacios y purpuras; usaba un antifaz transparente del mismo color o tal vez era de una tonalidad más oscura, realmente no estaba seguro. Y de lo poco que alcanzaba a ver, mostraba sin ninguna vergüenza parte de su pecho y de su abdomen al descubierto.

Quedó mirando en cómo este después del pequeño acto, sacaba copas nuevas para hacer quizá un truco nuevo. Algunas personas se quedaban para mirar lo que fuera a hacer, expectantes a cada movimiento tal y como estaba Ghiaccio, o quizá más era su interés.

Veía sus manos enguantadas posicionar cada cosa que usaría de manera rápida, aunque sin advertirlo antes, estas dejaron de moverse al instante aun sosteniendo una copa de cristal, ¿Por qué paró? Diez segundos pasaban y seguían estáticas. Entonces, una de sus cejas se levantó queriendo comprender la interrupción. Siendo así, sus ojos dieron directamente contra los del mismo bartender.

El del antifaz mostraba un semblante contrariado o sorprendido, sus ojos parecían idos y su boca entreabierta demostraba cuan distraído o asombrado estaba. ¿Qué veía exactamente, a él? Su mirada iba directo a su persona, a sus propios ojos o así parecía.

Se sintió extraño no sabiéndose descubierto, tragó grueso y sus manos comenzaron a sudar sintiéndose terriblemente nervioso. Sin pensarlo, volteó la cabeza hacia la demás gente fingiendo que solo lo veía de paso y no detenidamente.

El otro joven por su parte seguía mirándole, pero ahora mostrando una media sonrisa. Sin más, siguió con su acto ahora teniendo al de rizos azules en su mente, memorizando en qué mesa se encontraba.

Ghiaccio siguió fingir ignorando al de vestimenta llamativa, hasta que decidió no verlo más para lo que quedaba de su estadía ahí. Fue asombroso al principio pero ahora que ese tipo sabia de su existencia y que lo estaba mirando, decidió olvidarlo.

Había sido bastante vergonzoso.

-Forma... ¿¡Pero qué mierda!? – Quiso llamarlo para decirle que se larga y le valía si este se enojaba, pero ninguno del par se encontraba más ahí donde se suponía estaban sentados. – Malditos hijos de...

Formaggio e Illuso ya no se encontraban en la mesa, ¿Pero en qué momento? Miró a todos lados hasta dar con ellos dentro esa pista o lo que sea que usaba la gente para bailar. Quiso ir a ellos o tal vez solo se largaría sin que estos se dieran cuenta, ¡Sí! Eso es lo que haría.

Sus piernas ya desdoblándose para pararse y salir, su paso fue obstruido por un rostro claro que se coloreaba gracias a la luz del bar.

Tan desesperado y dispuesto estaba en pararse de casi salir corriendo, no se había percatado de que alguien ya lo esperaba delante de él. Quedaba muy cerca uno del otro, percibía su olor y levantaba un poco la cabeza para mirarle a los ojos. Sus parpados se abrieron de par en par no esperando tener al mismo sujeto del antifaz observándole con soltura como si inspeccionara cada gesto que hacía.

-¿Te vas tan pronto? – Preguntó con un tono triste pero a la vez cautivador. – No terminaste de ver mi último truco. – Hizo referencia a que este le miraba.

-¿Y tú quién eres? N-No sé de qué me hablas. – Se hizo el desentendido queriendo ocultar sus nervios.

Ante eso, el otro dejó salir una carcajada.

-No tienes que apenarte, si ese es precisamente mi trabajo. Todos pueden mirarme lo que quieran y más cuando sirvo las copas. – Habló más abiertamente siendo perfectamente escuchado por Ghiaccio, no sabía si era porque la música bajaba de volumen o es que su sola presencia cerca formaba un espacio propio para los dos. Si bien, la distancia entre ambos se hizo aún más corta cuando el del antifaz fue pasando una mano por el pecho de Ghiaccio. – Además, a mí me gusta que me acechen y más si es alguien nuevo como tú. Porque es tu primera vez aquí, ¿O no? – Dos de los dedos forrados de negro extendieron unos de sus cabellos como resorte.

El otro no sabía qué decir, sentía los colores subirse a sus mejillas y de inmediato se apartó empujando ligeramente al joven.

-Si me estas queriendo ofrecer de tus servicios, no gracias. No soy de esos. – Quiso dar terminada la conversación bajando la mirada y con la intención de girarse hacia donde creía estaba la salida. No obstante, el del antifaz se interpuso con un gesto sorpresivo y con bastante gracia.

-¿Servicios? ¿Qué clase de servicios crees que doy? – Puso una mano en la cintura embrollando a Ghiaccio. – No te confundas, tan solo soy el barman favorito de este lugar. – Haciéndose el ofendido, aunque por una parte si lo estaba, lo dejó pasar. Luego acarició el cuello de su camisa que sobresalía de la gabardina. – Solo estoy intentando coquetear contigo, pero al parecer no soy tan bueno. – En un tono aniñadamente triste jugueteó con uno de los botones del más bajo. Más en vez de recibir una reacción positiva, recibió una extrañada.

El de rizos se alejó por segunda vez, ahora siendo su turno de sorprenderse y no creyendo lo que este decía.

-¡Jamás nadie me coquetea! ¿Por qué lo harías tú? – Dijo al final casi en un dejo de tristeza, ciertamente nadie se acercaba a él con ese tipo de intenciones. No sabía si era su carácter o su físico... o ambas. – Cuando alguien se me acerca es porque algo quiere.

El de hebras lacias supo interpretar a la perfección ese cambio de aire que destilaba. Inspeccionándolo mejor y como lo había mencionado antes; no era nada parecido a las personas que suele tratar en el bar, y a decir verdad, eso era lo que le había llamado su atención. Ahora que lo tenía en frente, no perdería la oportunidad.

- Porque además de atractivo, me pareces interesante. – Esta vez no mostró una energía de cortejo. Genuinamente conectó sus orbes con los de Ghiaccio dejando de tocarlo y dándole a entender que le interesaba. – No eres como los demás de aquí, tu mirada fue diferente a como varios suelen contemplarme. – Una vez más, se permitió acercarse ahora teniendo a un más relajado Ghiaccio. Por la iluminación neón no podía saberlo, pero intuía que se encontraba sonrojado. – Y sí, quiero algo...

El de rizos esperó a que este dijera lo que quería, pero había quedado mudo sin despegar sus orbes sobre él. No se había equivocado, siempre necesitaban algo de él.

-Y ¿Qué es lo que quieres? – Levantó una ceja.

-Que bailes conmigo. – Dijo simple, Ghiaccio por su parte no había esperado aquello. – Sí, solo permíteme sujetarte en la pista por un rato. ¿Qué dices?

Por un momento Ghiaccio pensó que este le tomaba el pelo y se reiría en cualquier momento, más eso jamás sucedió, demostraba seriedad en su petición y en aquel momento comenzó a creerle.

-Primero dime una cosa. – Comenzó ahora dejándose ser de a poco. – ¿Cuál es tu nombre? – Preguntó claro, si ha de acceder al baile con el sujeto del antifaz, al menos quería saber con quién bailaría.

El otro sonrió complacido y más aceptado.

-Melone. – Respondió sin ninguna traba en su lengua, era como si hubiese esperado por ese momento.

Y sin querer demorarse más o antes de que el de rizos formulara otra pregunta, lo tomó de la mano y lo llevó dentro del mar de gente que bailaba y cantaba. Ghiaccio no dijo nada y en cuanto menos supo, Melone ya rodeaba su cuello y comenzaba a mover su cadera muy junta de la suya.

No supo qué hacer al instante por lo que se quedaba estático, por ello, el portador del antifaz acercaba más y más su pelvis como si lo invitase a imitarlo. Tal acción, cumplió su cometido, pues además de la música que le seguía el ritmo, Ghiaccio comenzaba a moverse a la par.

Entonces fue cuando Melone sintió su cintura rodearse de las manos de su pareja, sosteniéndose uno al otro sin dejar de mirarse. Se perdían solo teniéndose ellos dos, apreciándose y seguir la danza sin ninguna pena.

De ser otro momento o con otra persona, Ghiaccio de verse a sí mismo no creería que era él quien llegaba a estremecerse así junto con un extraño. Su mente no hallaba nada parecido al pudor y solo seguía a aquel de nombre Melone.

Súbitamente las manos del más alto palparon su cabeza, despeinándolo para después quitarle los lentes. El otro no se inmutó, dejó hacerle lo que quisiera con tal de seguir sosteniendo el tacto de su propia atmosfera.

Era surreal como se sentía, contenía emociones que jamás había experimentado y eso de alguna forma lo percibía Melone, ¿Podría intentarlo? Las puertas no le eran cerradas, este no desvanecía su calma aun después de enmarañar sus rizos, aunque no hiciera nada más que bailar.

Ghiaccio tenía un aspecto más agraciado con el pequeño cambio que le había hecho, sus cabellos más sueltos y sin sus anteojos hizo que Melone de manera sutil se mordiera el labio inferior. ¿Podría aguantar? ¿Se atrevería en conocer el sabor de sus labios?

Y como si estuviesen conectados, de apoco cada uno fue acercándose hasta sentir el respirar ajeno, sintiendo un sabor dulce y anhelante. No supieron en qué momento, pero sus labios ya se encontraban juntos deleitándose de sus roces.

El de rizos lo aprisionó aún más como también lo hacia Melone, juntando sus cuerpos cada vez más perdiéndose en ese beso, incluso dejando a segundo plano el baile o la música. No había nada racional ya, la conexión y el vaivén de ambos era algo inigualable, algo totalmente nuevo para ellos, incluso para el de hebras lacias o así lo concebía.

Siendo así, perdieron completamente la noción del tiempo.

...

Rayos de sol se colaban en su ventana tocando directamente su piel, su respiración que antes era acompasada fue interrumpida en cuanto aquella alarma que tanto odiaba taladró sus oídos. De inmediato alcanzó con pesadez su propio teléfono celular para apagar ese endemoniado ruido. Con eso su cabeza poco comenzó a dolerle y se sentía totalmente desorientado.

Luego de apagarla, se talló uno de sus ojos al momento de bostezar. ¿Qué había sucedido? Y... ¿Por qué estaba semidesnudo? Jamás solía dormir en ropa interior.

En aquel momento fue cuando de a poco recordó la noche anterior.

-Melone... - El joven de cabellos purpuras y portador de un antifaz traslucido llegó a sus recuerdos rápidamente. Miró a todos lados de su habitación queriendo dar con él o algo que le relacionase, más no encontró nada. – ¡Maldita sea! Si se atrevió a robarme...

Rápido tomó sus pantalones que se encontraban tirados y con el torso desnudo estaba dispuesto a buscarle para reclamarle.

¿Acaso solo quería cogérselo y robarle? ¿Cómo es que no pudo imaginarlo antes? Era demasiado sospechoso que solo quisiera bailar en cuanto lo haya visto desde la barra.

-¡Eres un estúpido! – Se regañaba a sí mismo pensando en lo ingenuo que había sido, dejando de lado que Formaggio e Illuso lo habían dejado sólo, éste debió ser más arisco y reservado. De ser así, no pasaría por esto. – ¡Me robó la llaves! – Fue lo primero que pensó al no encontrarlas e incluso parte de su ropa dentro de su closet no se encontraba ahí. – Me las pagará ese hijo de...

Fue directo a la puerta dispuesto a perseguirle y sin pensar en nada más que en eso, abrió encontrando a alguien a quien no esperaba. Sus ojos se agrandaron no entendiendo al instante, pues un joven de cabellos rubios y lacios le miraba de la misma forma sorprendido, pero al siguiente segundo este sonrió levantó la bolsa de plástica que cargaba en su mano derecha.

-Traje el desayuno. – Anunció canturreando y haciendo a un lado con cuidado a Ghiaccio para entrar. El otro estaba estupefacto no entendiendo absolutamente nada, hasta pudo reconocer su voz.

-¿Melone? – Mirando como este dejaba las llaves de su departamento y dando cuenta de que vestía con su propia ropa, supo que en realidad se veía como una persona normal y que su cabello no era purpura.

-¿Sí? – Atendió como si nada dejando las compras sobre el comedor.

-¿Por qué traes puesta mi ropa? – Preguntó como si eso fuese la interrogante más importante que necesitaba aclarar, cuando en realidad eran muchas otras.

-¡Oh! Lo siento si no te pregunté, estabas tan cansado que no quise molestarte y tú sabes, no puedo salir a pleno luz del día vistiendo con mi antifaz. – Con simpleza se encogió de hombros no dándole más importancia. Ignorando la cara extrañada de Ghiaccio procedió en sacar de la bolsa un paquete pan y jamón. – Supuse que te gustaría un sándwich para desayunar así solo traje est...

Ghiaccio le interrumpió poniendo una mano sobre las suyas que sostenían los alimentos, se acercó a Melone para que le pusiera atención, más eso causó un sonrojo en el rubio.

-Melone ¿Qué pasó anoche? – No temía pero necesitaba saber por qué no recordaba nada de lo que sospechaba, entonces el otro solo se echó a reír. – ¿Qué es lo gracioso?

-¿Qué no lo recuerdas? – Dejó el pan para ejercer en el agarre que tenía con el de rizos alborotados. – Fue una gran velada. Jamás me había sentido tan vivo. – Con esas palabras, Ghiaccio no cabía en su asombro, ¿En verdad ellos...? – Y no, no lo hicimos si es lo que estás pensando.

No lo comprendió con aquella aclaración.

-¿Qué? Entonces, ¿Por qué desperté desnudo?

-No, despertaste en ropa interior que no es lo mismo. – Melone fue recapitulando cada momento de la última noche. – Créeme que yo estaba dispuesto hacerlo si lo querías, no dejabas de quitarme la ropa hasta que llegamos aquí, pero en cuanto tocaste la cama pensé que habías muerto. – Figurativamente lo decía recordando los ronquidos de Ghiaccio cuando apenas haya palpado el lecho de sabanas. – Así que preferí dejarte descansar y dormir contigo. Espero eso ultimo no te moleste. – Le guiñó un ojo volviendo al pan y al jamón. – ¿Te gusta con o sin mayonesa?

Ghiaccio no se inclinaba a la pregunta tratando de memorizar, aunque por una parte se llegaba a sentir mal por juzgarlo al no encontrarlo cerca cuando despertó. Con lo contado por Melone, a duras penas recordaba; podía sentir de nuevo besos y varias caricias, pero más allá de eso su mente no encontraba más. Entonces debía ser verdad.

-Lo siento. – Quiso disculparse, pero Melone no comprendió.

-¿Por qué? – Esa fue su respuesta para dejar de lado el asunto, se enfocaría en preparar un par de sándwiches y pasar el rato.

Más tarde, ambos compartieron su tiempo hablando y jugueteando, incluso Ghiaccio supo que Melone era conocido por Formaggio e Illuso, que gracias a ellos pudieron conocerse o fue eso lo que comentó el rubio.

El turno en el bar de Melone seria hasta muy tarde, entonces pidió quedarse con él. Aun sin haber tenido sexo se había divertido y quería conocerlo, así como Ghiaccio quería aun sin decirlo; era como si Melone hubiese hablado por él, como si sus mentes estuviesen conectadas.

Quizá esa misma madrugada, pudieran tener más suerte en la cama y estando más despiertos.

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Pequeño GhiaMelo dedicado a la piciosa MelyCass <3💙💙💙💙 Felíz cumpleaños, wonita uwu 💙

Espero haya sido de su agrado, espero no haya quedado muy Ooc :'^ es la primera vez que los uso en serio más allá de unas cuantas ideas. Me divertí escribiéndolo, es una ship muy linda y la verdad creo que merece más amorts. 

Gracias por leer :3  

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