Comprobacion


Merce

Me dolía mucho la cadera, pero en realidad no me quejaba para nada, cada punzada que me daba me hacía recordar el porqué de ese dolor, asi que era una experiencia satisfactoria, no es en realidad que es lo que espere el señor Kim de mí, pero quiero solo hacerme a la idea de ser solo una pareja sexual, es lógico que alguien como él no buscaría nada más en mí. Soy solo una universitaria inexperta que aún no tiene un futuro seguro.

Cuando él es todo un hombre en la extensión de la palabra, es un caballero, es educado en cada sentido, es un empresario reconocido, tiene una familia, incluso es abuelo.

Abuelo.

Dios mío, esto solo es un acoston ocasional, no hay un futuro más allá, debo de poner los pies en la tierra, para que la caída no duela.

Suspiré un poco, ahora me sentía deprimida por alguna razón, mejor comencé a alistarme para irme entrar a mi turno en la cafetería, mi uniforme se quedaba en los casilleros del lugar, por lo que llegaba temprano para poder alistarme como era debido.

—Me gustaría que el señor Kim mirara esas marcas en tu espalda, te llegan hasta la base del cuello, es lógico saber porque las tienes.

—Buenas tardes Señorita Cambrige —seguí abotonando mi camisa como si ella no estuviera tras de mí.

—No sé qué es lo que ve en ti el señor Kim, es lógico que eres de esas que juegas con los hombres, no puedo imaginar la cara de horror que pondría nuestro jefe al ver todos esos moretones.

Me gire y sonreí de lado —Si, ¿Qué diría el señor Kim si las ve? —amplie mi sonrisa, entonces ella capto la indirecta haciendo que su rostro se pusiera de un rojo que nunca había visto antes.

Sali de los vestidores, sentí algo de felicidad de cortarle el rollo a mi gerente, no es mi culpa que ella no hubiera sido la elegida, tampoco es como si lo viera como un honor, pero si me iba acusar de ser una cualquiera que se enterara quien era mi amante era necesario.

—Señorita Meyer —el señor Kim apareció frente de mi —Buenas Tardes.

Lucia como un maldito dios, su traje blanco con detalles violetas, su cabello bien peinado y el aroma de su colonia tan sutil, esa enorme sonrisa que hacía notar ligeras líneas de expresión, sus gruesos labios tenían una ligera marca roja, yo los había mordido anoche.

—Señor Kim, Buenas tardes —su mirada se dirigió a mi espalda —¿Quiere lo de siempre?

—Eso es algo ambiguo ¿Qué es lo de siempre? O ¿En qué se puede convertir lo de siempre? —se relamió los labios y mis pezones se endurecieron —lléveme un café a la oficina, tengo que revisar unas cosas de la cafetería, asi que estaré un rato por aquí.

—Enseguida.

Me apresure para llevarle su café, no es que quisiera provocar a mi jefa después de todo, una cosa era insinuarle algo, la otra muy diferente demostrarlo. Toque al llevarle su café, miraba la pantalla de la computadora, traía un par de lentes para mejorar su visión, cuando creo que no puede verse atractivo, resulta que si puede.

La señorita Cambrige recogía unas carpetas del escritorio, mientras hablaba de manera formal con el señor Kim, parecía que si eran asuntos serios, ambos me miraron cuando entre con las bandeja de café.

—Aquí tiene Señor Kim.

Tomo la taza e hizo una mueca, quede algo extrañada por la acción, es el mismo café que le he servido desde la primera vez.

—Creo que se nota un poco que es novata, señorita Cambrige llévese esto y tráigame uno como debe de ser —La sonrisa de la gerente se amplió haciéndome sentir algo de humillación, iba dar la media vuelta y salir para evitar llorar —¿Acaso dije que podía irse?

Tenía la cabeza mirando mis zapatos, en verdad no quería verlo.

—Ya no me necesita, asi que es mejor que me vaya.

Escuche como se levantó de la silla y se acercó de manera lenta hacia mí, su mano acaricio mi cintura hasta que sus labios quedaron cerca de mi oído.

—Creo que debo castigarla por no hacerme mi café como me gusta —su mano se deslizo por mi falda —abre las piernas, no tenemos mucho tiempo antes de que regrese esa mujer.

—¿Qué es lo que...

No termine la oración pues me beso, sin pensarlo más, abrí mis piernas, su mano entro hasta llegar a mi entrepierna haciendo a un lado mi ropa interior, sentí un pequeño objeto frotar mi clítoris, luego lo introdujo con suavidad entre mis pliegues.

—Tendrás que ser la chica mas elegante durante toda la tarde, no queremos que nuestro amigo se caiga en mitad de turno.

Se separo de mi exactamente cuando la señorita Cambrige entro con su café, él tomo su teléfono de manera despreocupada.

—Siempre me sorprende como avanza la tecnología —dice mientras salgo de la oficina —todo funciona con alguna aplicación o algún botón.

Dicho esto siento que lo que introdujo vibra, haciéndome tambalear un poco, me logro sostener de la puerta antes de caerme en totalidad.

—¿Esta usted bien señorita Meyer? —la gerente abrió los ojos por la sorpresa.

—Recuerde la elegancia, la elegancia.

Asentí y respire hondo, empecé el turno de manera tranquila, atendiendo las ordenes como siempre, sonriendo con elegancia, siendo respetuosa, mientras de vez en cuando la vibración en mi interior me atacaba.

—¿Crees que pueda cubrirte un poco en la caja? —me acerque a Tisha —estoy en los días del mes y los cólicos quieren asesinarme.

—Claro querida, se lo que es eso.

Hicimos el corte de caja y cambiamos para que ella me ayudara en las mesas, me era mas sencillo controla de esta manera el calor que se expandía por mi vientre, un aparato podría hacerme tener un orgasmo en pleno turno.

—Buenas tardes, bienvenido al café Delicia.

—Buenas tardes —un joven de voz algo grave de cabellos castaños me sonrió, mostrando una preciosa sonrisa cuadrada —tu eres Mercedes, ¿No es asi?

—Si, asi es —estaba acostumbrada que algunos clientes me llamaran por su mi nombre pues venia en mi placa de identificación —¿Puedo tomar su orden?

—Cierto, bueno —tarareo un poco — deseo un chocolate caliente con crema batida extra.

—¿Algo mas que deseé agregar...—una vibración intensa que me hizo doblarme hacia enfrente — a su orden? —tuve que morder mi labio para suprimir un gemido.

—Solo seria eso, ¿te encuentras bien?

—Si —sonreí —¿A que nombre pongo su orden?

—Taehyung —su nombre me pareció conocido — Taehyung Kim.

—¿Lo he visto en algún otra parte? —la sangre se me helo al escuchar su apellido —su nombre me resulta familiar.

—Pueden ser varias cosas, en la universidad di el discurso de apertura a los nuevos estudiantes, o tal vez por que el dueño de este lugar es mi padre.

Como si fuera una película, recuerdo el día de apertura, es verdad yo lo vi parado frente a nosotros hablando, pero para ese entonces mi mente ya rondaba al Señor Kim, después apareció en todos los artículos que leí sobre mi jefe, en algunas fotos estaban sus dos hijos con él igual de atractivos que su padre, pero es lógico que no los notara, pues no era mi intención saber de ellos.

—Parece que vio un fantasma.

—Ay no — un escalofrió me recorrido todo el cuerpo, salí del mostrador hacia el pasillo trasero, apoyé mi espalda contra la pared —no por favor, no por favor.

El hormigueo empezó a extenderse tan lento y tortuoso mientras seguía la vibración aumentando que tenia la necesidad de tocar mis pechos, mis muslos se frotaban uno contra otro, sintiendo esa humedad que los hacia resbalar. Justo cuando el orgasmo me atacaba y un pequeño gemido con un jadeo salía de mi garganta, Taehyung entraba en el pasillo con cara algo preocupada, el rostro se me encendió por la vergüenza a la par que el gemido se hizo mas largo. Sus ojos se abrieron de par en par.

—Tae — mire de reojo al señor Kim —¿Qué haces aquí? ¿Querías comprobar si era verdad? — la confusión me invadió —te dije que conocía a la señorita Meyer, vaya a los vestidores a cambiarse, me encargare de lo demás más tarde.

—Podría ser tu hija.

—Podría es la palabra, la cuestión es que no lo es, hablemos en la oficina.

Tal vez el tomar este trabajo no fue lo mejor después de todo...




No piensen en un trio, no lo va haber, pero quien sabe si Taehyung se quede con los brazos cruizados, no lo sabemos, jure que este fic solo tendria cinco capitulos...

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