Parte sin título 5


A partir de allí, Kaworu y Shinji iniciaron una relación muy especial, muy conocida por todos en la fábrica. Por supuesto que Mari felicitó también a su amigo por haber aclarado sus sentimientos con respecto a Kaworu, ella sabía de antemano que los dos estaban hechos el uno para el otro. A la par, la muchacha de lentes también inició una relación con su compañera, Asuka, algo que sorprendió a Shinji y a varias muchachas de la sesión, pues todos sabían el carácter tan pesado y agresivo de Asuka. Era un milagro que Mari pudiese soportarla y aguantarla, como ahora Mari y Asuka se volvieron novias, la pelirroja almorzaba con su pareja y el mejor amigo de ésta. Aunque al principio, Shinji estaba renuente, pues sabía lo mala sangra que podía ser Asuka. No obstante, Mari le dijo con una voz clásica cantarina: "Ja, ja, no te preocupes cachorrito-kun, no dejaré que te haga daño". Esto último Mari lo cumplió pues Asuka con ella era un tanto diferente y no tan agresiva ni mandona; claro que el carácter altivo y arrogante de la pelirroja seguían allí pero con Mari ésta se modulaba en sus comentarios y actitudes con respecto a Shinji. Así que el chico de cabello castaño oscuro eventualmente se acostumbró a que Asuka comiera con ellos. Sin embargo, para Shinji todavía le resultaba un misterio el por qué Mari se había enamorado de Asuka. Le costaba demasiado ver a la diva del textil siendo amable y cariñosa, sobre todo en la intimidad.

Por otra parte, Shinji sentía que su relación iba de viento en popa con Kaworu, los dos salían a comer juntos a uno de esos puestos de comida, las caminatas en el parque. Asimismo, Shinji también desarrolló una gran amistad con su cuñada. En algunas ocasiones cuando su novio tenía que salir a trabajar en uno de sus múltiples trabajos, Shinji velaba por ella y le daba sus medicinas. A pesar de su enfermedad, Rei era muy gentil con el novio de su hermano, tratándolo con gran delicadeza y amabilidad. Otra de las cosas que al chico Ikari le gustaba hacer era pasear con su novio los dos agarrados de la mano, era como si el resto del mundo no importaba y solo estuvieran ellos. Una de las cosas que Shinji notó cuando estaba con Kaworu es que él usualmente tenía un reloj de bolsillo, uno bastante elegante y antiguo. Una tarde mientras los dos estaban en un parque solitario, los dos se sentaron en una banca. Intrigado por aquel reloj que su novio llevaba, Kaworu le dijo.

-Es lo único que nos queda de nuestra herencia familiar.

-¿en serio? Inquirió Shinji.

-Sí. Fue un regalo de bodas que mi bisabuela le dio a mi bisabuelo. Es de buena suerte, bueno eso solía decir mi abuelo.

Shinji sonrió ante ese comentario, suponía que debía ser algo muy preciado para Kaworu, aunque lo mejor sería si tuviese una cadena para que pudiese ver el reloj cada cierto tiempo sin necesidad de preocuparse de sí se le caía o no.

-Te compraré algo para que puedas ver el reloj cuando quieras. Una cadenita.

-Je. Je. ¿no crees que lo sepa cuidar bien?

-No. Respondió Shinji sonriendo.

Kaworu se echó a reír y le dio un codazo a su novio, Shinji también se lo devolvió.

-Je, je. Mejor dime, ¿tú tienes algo especial? Inquirió

Shinji asintió y sacó de su bolsillo una bonita armónica con un fondo verde decorada en ciertos detalles plateado.

-¡oh! Exclamó Kaworu sorprendido.

-Je, je. No vale nada. La encontré en un basurero cuando mis hermanos y yo trabajamos de pepenadores. Decidí llevármela a casa y arreglarla. Después me enteré de que le pertenecía a una de esas familias ricas.

-¿y sabes tocarla? Preguntó.

Shinji se sonrojó la verdad utilizaba la armónica como un amuleto, había practicado muchas veces en soledad pero hasta ahora no podía saber si era bueno o no. La verdad había aprendido de vista, en el campo no había muchos profesores de música, y los pocos que había cobraban bastante caro por enseñar. Sin embargo, Shinji observaba cómo uno de los profesores de música del pueblo solía enseñar la armónica a sus alumnos, el joven usualmente se escabullía y trataba de aprender, imitando los movimientos de los alumnos y las correcciones del profesor para luego él hacerlas.

-Emm. La verdad es que yo no sé..

-Toca algo, Shinji-kun.

-Es que la verdad no sé si pueda. Solo aprendí de vista.

-Vamos. Tú puedes hacerlo. Toca algo.

-Sonaré horrible.

-Aún si tu tocas no será horrible. Vamos.

Shinji exhaló, llevó el instrumento a su boca y comenzó a tocarlo, recordando los movimientos que había aprendido viendo aquel profesor de música. Shinji sintió que del instrumento solo salían sonidos inconexos y desafinados, pero ver la expresión tierna, devota de Kaworu, el muchacho poco a poco comenzó a entrar en confianza. Y se dejó llevar mientras seguía tocando el instrumento. Cuando terminó, Shinji vio cómo Kaworu aplaudía de una forma entusiasmada y alegre su expresión parecía la de un niño pequeño.

-¿te gustó?

-Claro que sí, cariño. Le sonrió Kaworu.- Mientras se acercaba a Shinji compartiendo ambos un beso.

-Sabes. Una armónica tan especial como esa merece un estuche especial.

-¿Qué? Pero si la cuido muy bien.

-Je, je. ¿Sabes? No te creo.

Los dos sonrieron ante esos comentarios. Quién hubiese dicho que aquellos comentarios se convertirían en un promesa para ambos. La pareja insistía en que esos objetos tan especiales para ambos necesitaban cuidarse mutuamente. Por lo que los dos prometieron que se regalarían algo para conversarlos.

El tiempo voló bastante rápido hasta llegar las temporadas decembrinas, a Shinji no le quedaba mucho tiempo. Dentro de pocos días sería navidad y aún no tenía un buen regalo para Kaworu, a pesar de que el joven albino le decía a Shinji de que no necesitaba nada, el chico aún quería hacerle un regalo. Tenía exactamente el regalo perfecto en mente para su novio, aquella bonita cadena que había visto en esa joyería. Era perfecta pues combinaba a la perfección con el reloj de Kaworu, si se la compraba ya no tendría que estar al pendiente de ver la hora a cada momento. Shinji estaba decidido a comprar la cadena, era una promesa mental que se había hecho desde agosto, además era una fortuna que nadie más había puestos sus ojos en ella. Esa cadena estaba diseñada expresamente para Kaworu, y así lo quería el destino. El problema sin duda era el dinero, Shinji estaba desesperado por conseguirlo. Se supone que el miércoles era día de pago, pero como su padre le había dicho que su hermana pequeña necesitaba útiles escolares, Shinji tuvo que entregar la mitad de su salario y enviárselo a su padre. Todo se lo iba en los gastos de la casa, y sus primos eran unos gandallas que también lo dejaban sin nada. Shinji usualmente no era de los que se quejaban porque todos los gastos se le iban en su familia; pero esta vez si se quejó. Él era quien tenía que mandarle todo el dinero a su familia como para que ahora los primos contribuyeran más a dejarlo sin nada. Una tarde de lunes mientras que su tío estaba haciendo un crucigrama, Shinji tembloroso se acercó.

-¡Emm! Hola tío.

-¿Qué quieres, Shinji? Preguntó éste sin voltear a mirar a su sobrino.

Shinji no sabía cómo articular su pregunta era bien sabido que su tío podría ser igual de desgraciado que su padre. Pero necesitaba intentar persuadirlo para que les dijera algo a Nozomu, y Kentaro.

-Tío, ¿podrías decirle a Nozomu y Kentaro que dejen de saquearme el dinero?

El hombre mayor volteo a mirar a Shinji con una expresión bastante desconcertada.

-No seas egoísta. Bien sabes que necesitamos el dinero.

-Pero es que yo también lo quiero para algo más importante.

-¿insinúas que lo de mis hijos no es importante? Refunfuñó el tío de Shinji.

-No, no, tío para nada.

-Qué no se te olvide Shinji que gracias a mí tienes techo y comida. Si Nozomu y Kentaro te piden dinero lo menos que podrías hacer es dárselos.

-Pero tío, yo necesito ese dinero.

-Tus necesidades no son mi problema, Shinji. Ahora vete. Qué estoy ocupado, si sigues insistiendo le diré a tu padre que no quieres cooperar.

Shinji estaba a punto de gritarle, y todo porque ese par de inútiles no se ponían a trabajar, qué enorme frustración. Qué horror vivir con personas tan egoístas y centradas en sí mismos, Shinji cerró la puerta de su habitación y solo pudo llorar en silencio mientras ligeras lágrimas brotaban sobre sus ojos. Por qué, por qué no podía ser egoísta al menos por una vez, ni siquiera en Navidad le permitían serlo. Si tuviese un empleo mejor y pudiese ser autosuficiente se iría a vivir a un lugar mejor con Kaworu a su lado, y éste podría llevarse a su hermana con ellos. Shinji estaba seguro de que el peliblanco también lo apoyaría con lo que respectaba a su familia, y Shinji a su vez lo apoyaría con Rei. Mil veces darle el dinero a esa gentil muchacha que había sido amable y amorosa con él que a ese par de idiotas que tenía por primos. El chico solo pudo llorar en silencio hasta que su celular sonó. El chico se incorporó y tomó el aparto que estaba en su mesita de noche.

-¿hola? Inquirió.

-¡oh! Shinji, qué tal. Respondió una voz femenina.

Era Mari.

-Hola Mari qué tal estás.

-Bastante bien. Ya sabes haciendo compras navideñas.

Shinji sonrió se alegraba bastante por su amiga. En un principio, Shinji estaba tentado a pedirle dinero a su amiga pero desistió de la idea. Mari también tenía familia que mantener además el resto lo iba ocupar en Asuka. No era justo dejarla si nada, a Shinji le daba vergüenza con ella.

-Me alegro muchísimo por ti, Mari.

-Je, je. ¿y tu qué tal? ¿cómo va el regalo para el príncipe inspector?

-Pff. No muy bien. Dijo Shinji.

-¡oh! ¿Quieres que te ayude? Puedo prestarte dinero..

-No, no, Mari. No es necesario. Le aseguró Shinji.

-Pero es que..

-No te voy a dejar sin dinero. Te mereces ese dinero. Comprarle un regalo a Asuka.

Shinji solo pudo sonreír con cierta tristeza, aunque la idea de pedirle prestado a su mejor amiga sonaba tentadora, el chico desistió de aquella idea. Si le iba a comprar un regalo a Kaworu este debía ser con su propio dinero.

Mientras tanto Kaworu estaba en la misma posición que su novio, realmente deseaba comprarle un regalo a Shinji pero no tenía con qué. Ya le debía demasiado a Kaji, necesitaba saldar esa deuda con él, por otra parte necesitaba costear las medicinas de su hermana. Eran muchos gastos más aparte pagarle a Diana y Ryoji. La primera navidad que pasaban juntos y Kaworu no tenía dinero para comprarle un buen regalo a Shinji, el chico de cabello peli-blanco estaba en su escritorio con las manos sobre el rostro. Realmente no tenía ni idea de qué hacer, no quería decepcionar a Shinji, pero las circunstancias estaban mucho peor de lo que suponía. Antes de conocer a Shinji, Kaworu usualmente compraba un pequeño pastel para que él y su hermana lo tomaran para la nochebuena. Y reservaba unos cuantos ahorros para comprarle su regalo, y ella cuando estaba sana hacía lo mismo. Ahora, Rei, entusiasmada de que su gemelo por fin hubiese conseguido un novio, le dijo a Kaworu que usara ese dinero para Shinji. El joven peli-blanco estaba agradecido por la inmensa bondad de su hermana. Así que sonriéndole le dio un beso. Pero ahora ni para pastel ni regalo para Shinji tendría, sería una navidad un tanto triste. Kaworu estaba tan ensimismado en sus pensamientos que no notó que la puerta se abría era Kaji.

-¡hey! ¿y esa cara?

Kaworu no contestó solo echó un suspiró melancólico, mientras llevaba ambas manos a su barbilla mientras movía los pies tras el escritorio.

-¿Qué no dices nada?

-Ahora no estoy de humor.

Kaji en ese momento miró a su amigo un tanto preocupado.

-¿es por Ikari?

Kaworu solo asintió. El rostro de su amigo cambió radicalmente mientras se sentaba en la mesa vacía.

-¿ni con el sueldo del otro trabajo te alcanza?

-Me temo que no. Todo se me va en las medicinas de Rei, en los pagos a tu primo y a Diana.

Kaji por una vez dejó atrás la cara despreocupada que tanto lo caracterizaba y mostró una mirada bastante triste. Ésta era la primera navidad que él y Shinji la pasaban juntos ninguno de los dos tenía un buen regalo para el otro. Kaji le prestaría algo de dinero a su amigo pero él también estaba en aprietos económicos pues ahora que estaba saliendo con alguien, todo el dinero se le iba en su pareja.

-Ay, Kaworu-kun. Sabes que te prestaría si..

-No te molestes.

-Pero ve el lado bueno.

-¿Cuál es el lado bueno?

-Es que a lo mejor Fuyutsuki elige a uno del personal y le da un regalo.

"regalo" musitó Kaworu para sí, si eso, se le estaba olvidando el regalo que Fuyutsuki solía dar cada noche, un regalo en la administración. El año pasado, Kaji había recibido aquel obsequio y fue uno muy bueno bastante dinero. Quizás este año, sería el mismo, Kaworu solo podía rogar de que fuese él; si ese era el caso, entonces tendría el dinero para comprarle un regalo a Shinji. El día transcurrió mientras que Kaworu organizaba el papeleo de la oficina e iba a dar sus usuales recorridos de la fabrica para ver que todo estaba operando bien. Al momento de llegar a la sesión de Shinji, los dos se miraron y se dirigieron una sonrisa como de eternos enamorados. Era una lástima que ambos estuvieran en horarios laborales pues el peliblanco le habría dado un gran beso a su novio.

Si hubiese podido, el peliblanco se hubiese quedado más tiempo contemplando a Shinji; se veía tan tierno laborando, poniendo toda su atención en el textil, mientras sonreía con Mari u a otra de sus compañeras, e incluso Asuka se veía diferente. Era un tanto extraño, a pesar de que la mayoría de los empleados de la fabrica eran pobres y tenían problemas económicos en el ambiente se percibía un gran ambiente de paz y tranquilidad. Era una fortuna que al menos la sesión de Shinji pudiese encontrar paz en esta ciudad tan caótica. Ojalá pudiese decirse lo mismo del área administrativa donde todos eran más competitivos y entre ellos nos se llevaban bien. Kaworu echó un suspiro al ver a su novio.

-¡oh! Kaworu-kun estás aquí.

-Qué pasa Maya? Inquirió

-Ahh, Fuyutsuki quiere verte

-¿verme a mí?

-Sí. Al parecer ganaste lo del premio de empleados.

Kaworu se alegró de aquella noticia, "Shinji-kun por fin podré comprarte tu regalo".

-Muchas gracias, Maya.

-De nada, Kaworu-kun. Muchas felicidades.

Kaworu corrió con Fuyutsuki a su despacho, mientras que se arreglaba el cabello despeinado gris, el joven adulto se aclaró la garganta para después tocar la puerta.

-Adelante. Anunció la voz de un hombre mayor.

Kaworu abrió la puerta allí estaba Fuyutsuki quien se encontraba enfrente de un ordenador transcribiendo cosas de la empresa.

-Buenas tardes, Fuyutsuki-san. Maya me dijo que quería hablar conmigo.

Fuyutsuki volteo a mirar a Kaworu y con una sonrisa le dijo con voz animada.

-En efecto, Kaworu-kun. Ven siéntate.

El hombre joven se sentó en la silla disponible que ponía al frente de su escritorio. Fuyutsuki le dio una sonrisa agradable al chico.

-He visto cómo te has desempeñado en tu trabajo, Kaworu-kun.

-Muchas gracias señor.

-Y bueno, por eso quisiera que el regalo de navidad de este año te lo llevarás tú.

Kaworu estaba casi alagado, era él, finalmente el dinero necesario para comprarle a su amado Shinji el obsequio que tanto le había prometido. Fuyutsuki se incorporó de su asiento y le dijo con voz animada.

-Es un halago tremendo, Fuyutsuki-san.

-Je. Je. No me lo agradezcas, ahora cierra los ojos y extiende tus manos.

Kaworu pensó que esa situación era un poco patética y teatral, pero en fin, no estaba en condiciones de quejarse, por lo que cerró los ojos y extendió las manos, esperando recibir esa ráfaga de billetes. Sin embargo, lo que sintió no fue una ráfaga de dinero sino algo más pesado y redondo, Kaworu por un momento pensó que se trataba de un tabique de oro, pero no, el olor a frutas le hizo cambiar rápidamente de impresión. El joven abrió los ojos para toparse con un enorme pastel frutas navideño. El rostro de Kaworu solo dibujó un: "ehh" en el rostro lo cual tuvo que ocultar pues el aspecto de Fuyutsuki era de tremenda alegría.

-Un pastel navideño. ¿A qué no es maravilloso? Inquirió el hombre mayor.

-Emm. Sí. Yo..

-Je, je. No me agradezcas. Espero que tengas una buena nochebuena con tu familia, Kaworu-kun.

Kaworu no sabía que decir estaba a punto de arrojar aquel endemoniado pastel en la cara de su superior, ¿esa era la recompensa por haber sido elegido para un regalo? ¿un endemoniado pastel navideño? El joven peli-blanco sintió que ligeras lágrimas brotaban sobre sus ojos, no era de los que lloraban fácilmente, pero está vez sintió un sentimiento de enorme frustración. La primera navidad que Shinji y él la pasaban juntos y no tenía ningún regalo que darle. Kaworu se detuvo en uno de los pasillos mientras alzaba su cabeza hacia atrás pensando: "Qué voy hacer ahora" 

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