Capítulo 5

Luego de la pequeña visita de Nicolás Sampietro, la mañana transcurrió completamente tranquila en la hacienda. Las hermanas Cabello estaban en la espera del licenciado Rickman, quién les daría dos anuncios muy importantes, y por ello no habían salido de la hacienda.

- Mamá, por favor, quiero ver a los caballos. - suplicó nuevamente el niño con esperanza de que su madre cediera un poco - Por favor.

- Nicholas --...

- No te preocupes, yo puedo acompañarlo. - dijo alegremente su hermana menor - Vamos, solo son caballos, ambas los vimos ayer.

- Sofia, el licenciado quiere hablar con nosotras. No puedes irte.

- Entonces hay que hablarle al señor Nico. Apuesto que él estará encantado de mostrarle los caballos a Nick.

Camila pensó un poco en lo que dijo su hermana y entonces se convenció que quizá ella tenía razón. Nico podría acompañar a su hijo y el niño simplemente no correría ni un solo peligro ya que estaba 100% segura que el anciano no dejaría que nada malo le pasase a Nicholas.

- ¡Liam! - gritó la castaña mayor haciendo que al instante apareciera el rubio frente a ella - Busca por favor a Sampietro y dile que lo necesito.

- Sí, señorita. - respondió para después retirarse cautelosamente

- ¿Vas a dejarme ir? - preguntó esperanzado el niño observando con ojos luminosos a su madre

- Sí. - la sonrisa que se formó en el rostro de su hijo la hizo replantearse cambiar un poco su actitud sobreprotectora - Pero no debes alejarte de Sampietro, ¿entiendes? - él asintió - Bien, tienes permiso.

- ¡Gracias, mamá! - el pequeño envolvió sus brazos alrededor de las piernas de su madre - Te quiero.

- Y yo a ti. - respondió la castaña reprimiendo la sonrisa que quería adornar su rostro - Ve a cambiarte, no quiero que ensucies esa ropa. - dijo alejando a su hijo para después acariciar una de sus mejillas y besar su frente - Anda, ponte cómodo.

- Sí, mamá. - le sonrió mostrando su dentadura y luego se dió la vuelta para correr en dirección a las escaleras para poder cambiarse

Camila observó a su hijo correr y suspiró, no lograba entender como aquellos niños habían estado maltratando a Nicholas por hace ya bastante tiempo sin que ella se diera cuenta; lo que más deseaba era la felicidad absoluta de su hijo y siempre lo veía tan tranquilo y silencioso disfrutando de ver las estrellas que jamás imaginó que estaba viviendo un infierno en aquella escuela.

- Hola otra vez, señoritas. - saludó alegremente el anciano, sacando a la castaña de sus pensamientos - ¿Me estabas buscando, Camila?

- Sí, Nicholas quiere ver los caballos y quería pedirte que por favor lo llevarás. - pidió - Y bueno, no sé, quizá puedas darle un tour por las caballerizas y los alrededores, Liam le dió uno por la hacienda pero no lo conozco y jamás le confiaría a mi hijo. - se acercó silenciosamente a su hermana y le picó la espalda - Derecha. - susurró a su oído

- En serio, te pareces a mamá. - murmuró silenciosamente para que ella no pudiera oírla

- ¿Caballos, uh? ¿Sabías que tu hermana sabe montar a caballo? - dijo Nico

Las carreras a caballo con su padre eran las mejores. A veces ella se preguntaba porque no podía mantener esos recuerdos consigo misma mientras estaba en Brooklyn. Todo lo que vivió en su infancia fue absolutamente mágico y no quería olvidarlo, pero con la vida agitada que tenía en Brooklyn le era difícil mantener su mente en recuerdos melancólicos de cuando su vida era sencilla y feliz a comparación de lo monótono y frío.

- ¿En serio? - preguntó incrédula

- Ella solía hacer carreras con tu padre y él la dejaba ganar todo el tiempo. - las comisuras de los labios de la castaña se elevaron un poco mostrando una sonrisa tímida, pero aquella sonrisa no duró mucho ya que escuchó a Sofia soltar una carcajada que la hizo fruncir el ceño

- Lo siento, hasta no ver no creer. - dijo la menor aún riendo

- Sí, bueno, ya no sé hacerlo así que mejor no creas nada. - dijo simplemente haciendo que su hermana se riera nuevamente - Fue hace muchos años, y tengo cosas más importantes que hacer que montar animales de rancho. - Sofia volvió a reír - ¡Deja de burlarte!

- Eres aburrida, hermana. - rió - ¿Te imaginas a ti misma actualmente en un caballo con esos trajes de ejecutiva amargada que usas? - le preguntó a su hermana ganándose un puñetazo en el hombro - Ouch, relájate un poco y ve a montar. - volvió a reír

- Camila era increíble montantando a caballo, quizá solo a olvidado la sensación de libertad, pero no te preocupes, ella va a recordarlo. - aseguró el anciano interrumpiendo la posible pelea que empezaría entre las hermanas - Hola otra vez, pequeño. - saludó al hijo de Camila que se acercaba emocionado a ellos

- Me puse ropa más cómoda como me dijiste, mamá. ¿Esta está bien? - preguntó y la castaña asintió - Bien, ¿podemos irnos ya? ¡Quiero ver caballos! - dijo emocionado

- Tu mamá también quiere ver caballos, Nick. - comentó Sofia

- Isabella. - dijo su segundo nombre con tono de advertencia - Ignora a tu tía, cariño, ve con Nico y en serio, cuídate mucho. - suspiró - Cuídalo mucho, por favor, Sampietro.

- Tranquila, mi niña, todo estará bien. - aseguró - Entonces, ¿estás listo?

- ¡Sí, sí, sí! - respondió dando pequeños saltos haciendo que su madre disfrutará de aquella acción

Camila adoraba ver a su hijo feliz pero muchas veces no tenía oportunidad de verlo en ese estado por cuestiones referentes a sus horarios en Furdiong PINK.

- En ese caso, ¡Vamos!

- ¡Adiós, mamá! ¡Adiós tía Sofi! - se despidió con entusiasmo para después salir de la hacienda

- Adiós, cariño. - murmuró levemente

- ¿Por qué te es tan difícil separarte de Nick? - preguntó Sofia observando cómo su hermana miraba con recelo la puerta por donde hace unos segundos había salido su hijo

- Él es mi vida entera.

- Lo entiendo, pero a veces eres...

- Buen día, señoritas Cabello. - habló una voz a sus espaldas interrumpiendo a la menor - ¿Están listas para las buenas noticias?

* * * * * *

- ¿Está hablando en serio? - preguntó incrédula la castaña mayor por tercera ocasión consecutiva

- Efectivamente, señorita Cabello. Usted y su hermana soy dueñas de la hacienda, el viñedo y todo lo demás que hay en estas tierras. - sonrió el abogado - El único detalle es que Sofia aún es menor de edad y no puede poseer su mitad de la herencia, así que temporalmente todo corresponde al 100% para usted.

- Bueno, supongo que está bien. - se frotó las cienes - Cuando regresemos a Brooklyn voy a empezar algunas entrevistas para mandar a alguien a trabajar en este lugar para no descuidar el negocio de papá.

- Hmmm, eso no va a ser posible, señorita Camila. - dijo el licenciado Rickman haciendo una mueca

- ¿Y por qué no? ¿Qué tan difícil es conseguir un especialista en viñedos? No hay nada que un buen sueldo pueda solucionar. - Sofia rodó los ojos al oír a su hermana y bufó

- Nadie externo a ustedes o a la familia Jauregui pueden estar en aspectos administrativos en Pinot Gheeshlod. - respondió - Son órdenes de su padre y se deben respetar, es una de las condiciones de todo esto y créame, no puede negarse.

- ¿Y cómo pretende que se lleve el control de este negocio si nosotras vivimos en Brooklyn?

- ¿Quiénes son los Jauregui? - preguntó Sofía ajena a lo que su hermana estaba cuestionando

- O, los Jauregui...

- Me importan un comino los Jauregui. - interrumpió Camila - Ahora por favor, respóndame.

- Bueno, su padre esperaba que regresarán a Napa.

- ¿Regresar? ¿Está consciente que trabajo y sería muy difícil estar viajando constantemente hasta este bendito lugar? - el abogado se quitó los anteojos y los acomodó en el escritorio que anteriormente había pertenecido a Alejandro Cabello

- No hablaba de viajar, estamos hablando de que se deben mudar a Napa, o sea a Pinot Gheeshlod.

- ¿Qué? - preguntaron con sorpresa al mismo tiempo las hermanas

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