Capítulo 3

Su hermana se había ido en busca de ayuda desde hace ya varios minutos y aún no regresaba, así que Camila decidió que ella misma saldría de ese maldito lugar subterráneo por lo que empezó a juntar todos los baldes que habían ahí abajo para hacer una tipo escalera que la ayudaría a salir.

- Necesito un baño. - se quejó mientras subía por su escalera improvisada

Maldijo en silencio al darse cuenta que no alcanzaba la salida, así que comenzó a saltar varias veces hasta que enganchó su mano en el borde del  suelo haciendo que tuviera un momento de felicidad que le duró sólo unos segundos hasta que se dió cuenta que estaba colgando y podría lastimarse mucho si se soltaba.

- Vamos, tú puedes Camila. - empezó a balancearse hasta que logró enganchar su otra mano - Bien.

Levantó la mirada al sentir como la madera del suelo donde se sostenía temblaba indicando que alguien estaba de pie cerca de sus manos y se encontró con un par de botas llenas de lodo, lo cual le hizo hacer una mueca de disgusto, sin embargo continuó con su recorrido observando los jeans sucios amoldados a unas piernas que a simple vista se veían bien ejercitadas y luego se topó con una playera blanca igual de sucia que las botas y los jeans; su recorrido finalizó cuando llegó al rostro de la persona, misma persona que se puso de cuclillas para tomarla de las manos haciendo que tuviera una mejor visión de su rostro.

Ojos verdes, labios gruesos, pómulos marcados, una barbilla digna de besar sin cansancio y unas cejas perfectamente pobladas.

Sofia levantó una ceja al ver como su hermana mayor parecía estar atontada observando sin pudor a la mujer que la estaba sacando de aquel hueco extraño que había en el suelo.

- ¿Te lastimaste? - preguntó la mujer alta cuando por fin logró sacarla, sin embargo la castaña no dijo nada - ¿Crees que se haya lastimado? - le preguntó a Sofia que ahora miraba divertida a su hermana luego de descubrir la razón por la cual estaba tan callada y embobada

- Creo que está alucinando. - se encogió de hombros sonriendo

- Hmm. Oye, oye. - la tomó de los hombros y comenzó a agitarla haciendo que saliera de su estado inconsciente - ¿Estás bien?

- ¿Qué?

- ¿Estás bien? ¿No te lastimaste al caer o algo así? - los pensamientos de Camila volvieron a su sitio y frunció el ceño al percatarse de la manera en que aquella mujer la estaba tocando

- Estaré mejor cuando quites tus sucias manos de mi cuerpo. - de un movimiento brusco se alejó de la ojiverde y luego comenzó a sacudir su ropa a pesar de que lo que más abundaba encima de ella era pintura en lugar de tierra - ¿Por qué diablos hay un enorme hueco ahí? - señaló el lugar donde se había caído

- Están remodelando. - contestó encogiéndose de hombros - ¿Qué hacen ustedes aquí adentro?

- Estamos buscando al...

- ¿Dónde puedo encontrar al licenciado Rickman? - se adelantó la castaña mayor interrumpiendo a su hermana - Dijeron que estaba aquí.

- Salió hace media hora.

- Bien.

- Bien. - respondió con una sonrisa burlona la otra mujer

- ¿Qué? ¿Por qué diablos estás sonriendo? - preguntó irritada

- Es un país libre.

- Como sea, Sofía, vámonos, necesito un baño, ahora no solo apesto a pintura, también apesto a lodo.

- Hasta luego, señorita Cabello. - dijo la pelinegra recargandose en la pared de brazos cruzados

- ¿Cómo sabes que...?

- Nos informaron que vendría para el funeral de su padre. - contestó - También nos dijeron que venía de Brooklyn, así que solo se tiene que ver los lindos modales que tiene para saber que usted es la hija del jefe.

- ¿Disculpa? Mis modales son mucho mejores que los que tú tendrás en toda tu vida. - dijo indignada - ¡Sofia, vámonos! - le gritó a su hermana

- ¡Estoy afuera! - gritó ella

- Bien, me voy. - se dió la vuelta por un momento pero luego volteó para ver nuevamente a la ojiverde que seguía mirándola con una sonrisa - Ugh. - gruñó y finalmente salió

* * * *

Después de tomar su deseado baño, Camila bajo y comenzó a deambular por toda la enorme casa de su difunto padre; la casa era más grande lo que que era hace años atrás y estaba totalmente sorprendida de ello, su papá siempre se mostró increíblemente alegre por querer agrandar aún más su casa para ella y su recién nacida hermana, pero al final la termino haciendo inmensamente grande para el solo.

Con curiosidad abrió cada una de las puertas que habían en la casa hasta que se topó con la del estudio. Al parecer en ese lugar era donde sucedía la magia de los negocios de su padre con el vino. Se adentró al estudio y reviso centímetro por centímetro aquel lugar.

Una de las cosas que le sorprendió muchísimo de ahí fue la pintura que había colgada en la parte de atrás del escritorio de caoba. La pintura mostraba a una sonriente Camila de diez años cargando a un bebé, el cual correspondía a Sofia.

- Vaya, no sabía que en algún momento de tu vida me amaste tanto. - comentó la voz de su hermana a sus espaldas haciéndola brincar

- Me asustaste.

- Lo he notado. - rió - ¿Esta es la oficina de papá? - la castaña asintió - Se ve hogareña, creo que necesitas copiar un poco de este sitio para remodelar tu fría oficina de Brooklyn. - comentó casualmente mientras observaba el lugar - ¿No sé supone que no te gustan los perros?

- ¿Qué?

- Mira, aquí estás abrazando a uno. - levantó el portaretratos que tenía una foto de Camila con los brazos alrededor de un perro negro - Hasta pareces feliz, ¿era tuyo?

- Se llamaba Frankie. - respondió caminando hacia su hermana para sostener el portaretratos - Me lo regaló nuestro padre cuando tenía seis. Mamá lo odiaba. - sonrió

- ¿Qué le pasó?

- No lo sé. Mamá no me dejó llevármelo cuando nos fuimos a Brooklyn. - suspiró

- ¿Y sí aún anda por aquí? - dijo esperanzada la castaña menor

- No creo, lo más probable es que haya fallecido por la edad. Recuerda que los perros no viven tantos años.

- Pero...

- Déjalo. - volvió a poner el portaretratos donde estaba - ¿Me estabas buscando para algo o qué haces aquí? - se sentó en el sillón que había cerca del escritorio

- Nicholas está en la cocina, al parecer las cocineras se ganaron su corazón hambriento. - informó - ¿No quieres bajar a verlo? Está ayudando a hacer una tarta de manzana.

- Esta bien. - le sonrió a su hermana

Se levantó del sillón y pasó su brazo por los hombros de Sofía para abrazarla un poco, cosa que sorprendió muchísimo a la joven de quince años ya que no estaba acostumbrada a que su hermana le diera alguna muestra de cariño.

Caminaron juntas hasta la cocina pero antes de que entraran apareció el mismo hombre rubio que las había ido a recoger en el aeropuerto.

- Señoritas Cabello. - saludó - El licenciado Rickman acaba de llegar y me pidió que les informará que en unos minutos comenzará la misa en honor a su padre.

Por un momento Camila había olvidado que el motivo por el que venía era por el funeral de su padre, así que cerró los ojos y suspiró antes de mirar al trabajador y asentir sin decir nada. Tenía que hablar con su hijo antes de ir a misa.

- Nicholas, ven. - demandó tan pronto como entró a la cocina

Una de las cocineras bajo al niño de la barra donde estaba sentado y después de eso el pequeño caminó hacia su madre con timidez.

- ¿Sí?

- Ven, tenemos que hablar. - tomó de la mano a su hijo y salió de la cocina pasando de largo a su hermana

Abrió la puerta corrediza que había y salió al patio trasero aún con su mano sosteniendo la de su hijo. Caminaron un poco más hasta quedar a una distancia considerablemente alejada de la casa y se sentaron en un tronco.

- ¿Qué pasa, mamá?

- ¿Te gusta este lugar? - preguntó ella

- Sí, es muy grande y tiene muchas cosas interesantes. Liam me presentó a las personas que trabajan dentro de la casa, son muchísimas y la mayoría tienen la edad del abuelo Jay. - eso último hizo reír un poco a la castaña - ¿Crees que sean de la misma edad?

- Lo más probable, cariño. - besó la frente de su hijo con cariño y entonces lo cargó para sentarlo en sus piernas y abrazarlo, cosa que hacía no muy a menudo con él

- ¿Vamos a tomar vacaciones aquí?

- No.

- ¿Entonces?

- ¿Quieres tomar vacaciones aquí?

- Si no es muy caro, sí. ¿Es como un hotel? No he visto muchas maletas a parte de las de nosotros y de las de mi tía Sofi. - dijo frunciendo el ceño

- Bueno, eso es porque no es un hotel. Este lugar es de tu abuelo.

- ¿El abuelo Jayden, verdad? Porque el abuelo Paul es muy aburrido y no creo que sea suyo.

- No, amor, no es de ninguno de los dos. Este lugar es de tu abuelo Alejandro, mi papá. Aquí viví yo hace muchos años, pero cuando nació tu tía Sofia me mudé a Brooklyn con tu abuela Sinuhe. - acarició las mejillas de su hijo - ¿Entendiste?

- ¿Tengo tres abuelos? - preguntó ignorando todo lo demás

- Sí. - sonrió volviendo a besar la frente de su hijo - ¿Eso está bien?

- Sí, ¿y dónde está mi otro abuelo? ¿él está aquí? - sí, en una caja funeraria, pensó la castaña con dolor

- Es complicado.

- ¿Por qué?

- Tu abuelo se fue hace poco.

- ¿A dónde? ¿Va a volver?

Camila cerró los ojos unos segundos tratando de contener las lágrimas que amenazaban con querer salir.

- Mamá, ¿él va a volver? - negó - ¿Por qué? ¿No quiere conocerme?

- No, no es eso, cariño. Estoy segura que el hubiera estado feliz de conocerte, pero eso va a ser muy difícil ahora. - el niño suspiró

- ¿Nunca lo voy a conocer?

- Claro, existen las fotos.

- No es lo mismo, ¿verdad?

- No, pero así podrás ver cómo era y yo te voy a contar muchas historias sobre él. - su hijo asintió

- ¿Podemos regresar a la casa, mamá? - la mujer lo vió con curiosidad - Es que dejé mi tarta con Leonora y quiero terminar de hacerla.

- Sí, hijo, ven. - se levantó - Nicholas, ¿qué hiciste en toda la tarde?

- Hablar con Liam, Leonora y con las demás personas que hay en la casa. ¿Y tú, mamá, que hiciste?

- Tomé un colorido baño. - bromeó sorprendiendo a la mujer de ojos verdes que observaba la interacción de ambos desde lejos

- ¿Puedo tomar uno?

- Preferiría que no.

La pelinegra negó con diversión y los vió alejarse del lugar hacia la casa. Cuándo Alejandro le contó que tenía dos hijas nunca mencionó que una de ellas era muy hermosa y que era madre de un niño pequeño.

Cuándo se la encontró en las caballerizas luego de que Sofia le pidiera ayuda para sacarla de un hueco, nunca imaginó que ella fuera la hija de Alejandro hasta que comenzó a hablar. Sin duda su padre la conocía muy bien a pesar de no haberla vuelto a ver en años y tenía razón en decir que lo más probable era que su hija mayor fuera muy amargada por culpa de su madre.

Sin embargo a pesar de que la mujer castaña tenía un temperamento de los mil demonios, la ojiverde realmente esperaba y deseaba poder verla seguido el tiempo que ella y su hermana estuvieran en Pinot Gheeshlod, aunque eso solo implicará verla en el funeral y el entierro.

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