Capítulo 22
Hoy era el último día de la apuesta y tan pronto como dieran las ocho de la noche la castaña habría cumplido con las dos semanas de trabajo duro sin romperse una uña o salir llorando como una niña y al final se proclamaría como la ganadora y Lauren tendría que hacer cualquier cosa que ella deseara por dos meses enteros.
Mientras esperaba a que las horas pasaran Camila terminó de montar nuevamente el corral de los caballos para sorpresa absoluta de la ojiverde, quien creyó que no terminaría aquel trabajo que no era necesario que hiciera en realidad.
A lo lejos, desde la ventana de la cocina, la ojiverde observaba como la castaña estaba afuera con Nicholas terminando de colocar los últimos detalles del corral. El hijo de Camila se veía totalmente feliz desde que se habían mudado a Pinot Gheeshlod y eso era algo que para la castaña ni para la ojiverde pasaba de ser percibido ya que ambas habían notado el cambió drástico del pequeño de ocho años; Camila estaba consciente que su hijo no era feliz en Brooklyn y le hacía muy feliz poder verlo sonreír sin parar todos los días. Desde que se mudaron la relación entre Camila y Nicholas mejoró bastante y todo gracias a que la tecnología había pasado a segundo plano y la convivencia se había vuelto lo más primordial; cada día comían y cenaban juntos, y en ocasiones por las noches ambos salían a caminar junto con el telescopio de Nicholas para ver las estrellas y observar la luna.
Camila sintió una mirada sobre ella y levantó la vista encontrándose con los ojos verdes y penetrantes de la pelinegra. Ninguna de las dos había vuelto a hablar desde aquel día en el que Camila fue a su casa y terminaron besándose, y no hablaban no porque la ojiverde no quisiera, más bien no lo hacían porque Camila la evitaba a toda costa.
Cuando terminaron de besarse aquel día el lado más racional y agresivo salió a relucir en la castaña y le dio una cachetada a Lauren advirtiéndole que jamás la volviera a besar para después salir corriendo hasta llegar a la hacienda.
- Mamá. - la llamó Nicholas haciendo que ambas mujeres perdieran el contacto visual - ¿Cuándo podré ver a papá? lo extraño mucho, igual que al abuelo Jay. - Camila mordió su labio inferior al oír a su hijo, últimamente sus pensamientos estaban en una sola persona en especifico que había olvidado por completo que existían personas fuera de Pinot Gheeshlod
- No he hablado con tu padre. - admitió - ¿Te gustaría viajar el próximo miércoles? Ese día es el descanso de tu padre y podrás convivir con él.
- Sí, quiero ir. ¿Papá puede llevarme a ver al abuelo Jay?
- Claro, le comentaré cuando hable con él por teléfono. - le aseguró - Ahora dime, ¿qué hiciste hoy por la mañana? - preguntó mientras guardaba el martillo en la caja de herramientas junto con las demás cosas que había ocupado para montar el corral
- Dinah me enseñó a atrapar sapos, pero Lauren la regañó cuando ella quería dármelo para que lo sostuviera. - la castaña hizo una mueca - ¿Es cierto que pueden salirme verrugas?
- Sí. - respondió - ¿Qué más hiciste?
- Jugué a la pelota con Lauren. - comentó mientras ayudaba a su madre a levantar la pesada caja de herramientas - Mamá, ¿puedo preguntarte algo?
- Claro.
Ambos caminaron juntos cargando como podían hacía la bodega de herramientas que estaba detrás de las caballerizas. Aquel lugar era tan pequeño y terrorífico que Camila tuvo que entrar sola porque Nicholas le tenía miedo.
- ¿Te cae mal Lauren? - preguntó su hijo cuando salió de la bodega y se reunió nuevamente con él - Cada que hablo de lo que hago con ella haces esa cara que siempre pones cuando algo te irrita, incomoda o te molesta. - dijo sorprendiendo a la castaña
- ¿Qué cara?
- Esta. - señaló su propia cara mientras fruncía el ceño y formaba una línea chueca con sus labios - ¿Viste? - la ojimarron asintió con una sonrisa - Bueno, haces mucho esa cara cuando habló de Lauren, por eso quiero saber si ella te cae mal, mami.
- Es algo complicado. - respondió simplemente, no quería entrar en detalles y decirle a su hijo que no toleraba a esa mujer solo por el hecho de que no sabía realmente que hacer con ella - No coincidimos en muchas cosas, somos personas muy diferentes.
- ¿Entonces no te cae mal?
- No, para nada. - la verdad es que no le caía mal, solo no soportaba sus actitudes groseras y maleducadas, sin contar que aún se sentía enojada por los dos besos que habían compartido con anterioridad - Ven, vamos por un poco de comida.
* * * * * *
El sol se escondió dándole la bienvenida a la luna y dando así por finalizado el día y la apuesta. La castaña sonrió al ver por su ventana como las estrellas brillaban en el cielo y festejo dentro de su mente el hecho de haber ganado, sin embargo su festejo se interrumpió cuando recordó que ni siquiera se hablaba con la ojiverde como para poder restregárselo en la cara.
- ¡Mamá, a cenar! - se escuchó el gritó de Nicholas proviniente de la planta baja
Camila miró por última vez las estrellas y cepillo rápidamente su húmedo cabello para después salir de su habitación y bajar en dirección a la cocina en donde la esperaba su hijo y Cleo con un emparedado y una taza de café.
- Siéntese, señorita Cabello.
- Gracias. - le sonrió - ¿Te bañaste bien o sólo jugaste en el agua? - le preguntó a su hijo mientras le acariciaba la espalda con dulzura
- Me bañe bien. - aseguró sonriendo mostrando sus dientes
- Excelente. - se acomodó bien en el banco y comenzó a comer mientras leía el periódico que estaba a un lado de ella; todas las noches Cleo le dejaba un periódico para que pudiera mantenerse informada de lo que sucedida ya que no tenían televisión en la hacienda
La sección favorita de la castaña era la de deportes, sobre todo en la que hablaban de equitación y de basquetbol, aunque no lo pareciera ella era demasiado fanática de los deportes, en ocasiones cuando era una adolescente siempre disfrutaba cuando Jayden, su padrastro, la llevaba a escondidas de su madre a partidos de la NBA.
El sonido de un plato rompiéndose la interrumpió de su lectura.
- No, no, quédese en su lugar, señorita. - dijo Cleo cuando vio que la castaña se iba a levantar para ayudarla - Usted siga comiendo, yo iré por algo para limpiar.
- Yo te acompaño. - se ofreció el castaño no sin antes mirar a su madre en busca de aprobación - ¿Puedo acompañarla a buscar la escoba y el recogedor? Ya es muy noche.
- Está bien, ve, con cuidado. - le sonrió a la cocinera y después vio como desaparecían ella y su hijo por la puerta de la cocina dejándola sola - ¿Qué tenemos por aquí? - murmuró mientras levantaba sus piernas para sentarse en posición de indio aprovechando que no había nadie para verla - Oh, quien lo diría. - dijo al ver la noticia sobre como el equipo de San Antonio había vencido a los Brooklyn Nets
- Oye, Cleo, de pura casualidad no tienes un poco de esa crema para quemaduras que me diste la otra vez. - la ojiverde entró a la cocina sosteniendo su mano sin darse cuenta que no había nadie ahí a excepción de Camila, quien se aclaró la garganta para hacerse notar - Camila... - dijo su nombre casi en un susurro al verla
- Cleo fue a buscar una escoba.
- ¿Qué? ¿Por qu... - se detuvo al ver hacia el piso - ¿Qué sucedió?
- Se le resbaló el plato, creo. - se encogió de hombros
Un silencio incómodo las envolvió a ambas y Camila decidió levantarse de su lugar y llevar su plato al lavabo con cuidado de no pisar los vidrios para después caminar hacia la salida de la cocina en dirección hacia su habitación.
- Camila, espera. - pidió la ojiverde
- ¿Qué quieres?
- No aguanto esto, por favor deja de ignorarme. - suplicó acercándose lentamente a ella
- Aléjate, es en serio. - advirtió - Cada que te acercas significa peligro.
- Es inevitable.
- Trata de controlarte entonces. - negó con la cabeza - ¿Qué más da si me vas a ignorar y hacer lo que quieres, no? - suspiró - Buenas noches. - la ojiverde rápidamente la tomó del brazo impidiendo que siguiera caminando - Suéltame.
- No, Camila, no hasta que me escuches.
- No quiero escucharte.
- No interesa. - la jaló acercándola a ella - Me gustaría decirte que lamento haberte besado, pero no es así, no puedo arrepentirme de algo que disfrute.
- Cállate.
- No. - dijo con determinación - Camila, se que te conozco apenas hace poco y que no nos conocimos en las mejores circunstancias, pero créeme, desde que te vi supe que me volverías loca y no me equivoque. - la tomó de la cintura
- ¿Por qué dices esas cosas? Apuradamente me conoces.
- Entonces déjame hacerlo, déjame conocerte. - pidió juntando sus rostros haciendo que sus narices se rozaran y sus alientos se mezclaran - Por favor. - murmuró sobre sus labios
Estaban a punto de besarse cuando la puerta que daba al patio se abrió y la risa de Nicholas se hizo presente haciendo que Camila empujara a la ojiverde.
- ¡Lauren! - gritó Nicholas feliz al verla ahí
- Hola, Nick.
- Señora Jauregui, ¿qué hace aquí, sucede algo?
- Tranquila Cleo, no sucede nada, y ya te dije que me digas Lauren. - dijo tratando de sonreír - Vine a buscarte porque me quemé tratando de revisar la camioneta. - levantó su mano haciendo que por primera vez la castaña notara que estaba lastimada
- Oh, ¿quieres un poco de crema?
- Si no es mucha molestia.
- Bueno, nosotros nos vamos a dormir, Nicholas, vamos. - habló la castaña
- Camila... - la ojiverde volteó a verla con suplica
- Buenas noches, Jauregui. - dijo antes de desaparecer de la cocina de la mano de su hijo
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N/A:
Lxs amo con todo mi corazón.
Por favor, sigan siendo los pedazos de dulzura que son, me alegran mucho los días.
¡Gracias por leer!
Mañana sin falta, lo prometo, y quizá también publique el capítulo 24 en compensación.
Besos.
🌹❤.
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