Capítulo 6

-POV Tn___-

—Toma esto. —Shigaraki me ofreció una pastilla azul, y la acepté, aunque con cierta confusión.

—¿Qué es? —Pregunté, observando la pastilla mientras notaba cómo una burbuja líquida se movía en su interior.

—Te daré otro poder —respondió, con una sonrisa enigmática—. Encontré una forma más eficiente de transferirte habilidades.

—Ah, bueno, entonces me la tomaré ahora mismo —dije, acercando la pastilla a mi boca.

—¡No! —Shigaraki sujetó mi mano con firmeza—. Hazlo cuando estén cerca. No estoy seguro de cómo reaccionarás, y prefiero que estés alerta.

Asentí en silencio, procesando sus palabras. Justo en ese momento, Dabi entró apresurado.

—Los guardias están cerrando la carretera —informó con tono urgente.

—Eso fue más rápido de lo que esperaba —respondió Shigaraki, con una chispa de adrenalina en los ojos—. Entonces hazlo ahora, Tn___. Tenemos que atarte rápido. ¿Conseguiste la soga que te pedí? —le preguntó a Dabi, quien le mostró la cuerda como respuesta.

Sin pensarlo más, me tragué la pastilla. Tomé una silla vieja y destartalada del suelo, y me senté en ella, colocando mis manos detrás. Dabi se acercó para atarme con la soga, comenzando por mis piernas y luego asegurando mis manos con tal fuerza que sentí cómo la circulación en mis brazos se ralentizaba. Dabi se quedó detrás de mí, vigilante, mientras Shigaraki se agachaba a mi lado, esperando la llegada de los héroes. La espera se sintió interminable, aunque solo pasaron diez minutos.

—¡POR FAVOR, ENTREGUEN A LA CHICA! —La voz de PresentMic resonó con fuerza.

Ni Dabi ni Shigaraki se movieron. Apenas un pequeño susurro de risa escapó de los labios de Shigaraki, mientras todos manteníamos la calma. De repente, un iceberg apareció de la nada, llenando la habitación de un frío cortante. Un tubo de hielo atravesó la ventana rota, y Dabi reaccionó al instante, colocándose entre nosotros y desatando una oleada de fuego que derritió el hielo en el último segundo, salvando la vida de Shigaraki.

La puerta principal explotó, y Bakugo apareció en la entrada, con los ojos encendidos de furia. Su mirada se clavó en Dabi, y sin dudarlo, corrió hacia él, lanzando un poderoso puñetazo. Al mismo tiempo, Eraserhead e Izuku entraron en la habitación. Al verlos, mi corazón dio un vuelco inesperado, especialmente al notar la presencia del chico de cabello verde.

Mientras Bakugo y Dabi luchaban a puño limpio, Todoroki entró por la ventana, uniéndose a la pelea. Sus habilidades combinadas arrinconaban a Dabi, dejándolo sin opciones. Aizawa e Izuku se dirigieron hacia mí y Shigaraki, quien se lanzó hacia Izuku, pero fue rápidamente detenido por la bufanda de Aizawa.

—¡DEKU, AHORA! —gritó Aizawa, dando la señal. Izuku corrió hacia mí, sus movimientos eran rápidos y decididos.

—¿Estás bien? —me preguntó, poniéndose en cuclillas frente a mí mientras desataba con habilidad el nudo que me sujetaba.

—Eso creo —respondí, observándolo atentamente mientras trabajaba para liberarme.

—No te preocupes por ellos —me dijo, terminando de quitarme la soga de los brazos—. Necesito que te subas a mi espalda.

Me quedé unos segundos mirándolo, confundida. ¿Qué estaba planeando?

—¿Quieres salir de aquí o no? —preguntó, mirándome con urgencia.

—Sí... —respondí, aunque insegura. Salté sobre su espalda, rodeando su cintura con mis piernas y abrazándolo fuerte. Caminó hacia la ventana por la que había entrado Todoroki, y mi corazón comenzó a latir más rápido.

—Sujétate fuerte —me advirtió, mientras un viento extraño comenzaba a arremolinarse a nuestro alrededor. La electricidad chisporroteaba en su cuerpo, y su cabello se levantaba por la fuerza del viento.

—¡¿Te vas a tirar?! —grité, alarmada, sintiendo el pánico crecer dentro de mí.

—Vamos a estar bien —me aseguró, y entonces, sin más aviso, saltó al vacío.

—¡IZUKU! —grité cerrando los ojos, aferrándome a él como si mi vida dependiera de ello, y en ese momento, lo hacía. Sentí cómo el viento golpeaba mi rostro, y la adrenalina hizo que todo mi cuerpo se estremeciera. Abrí los ojos y me encontré con una vista increíble: la ciudad iluminada por las luces de los edificios y los autos que corrían como pequeñas luciérnagas. Pero entonces miré hacia abajo, y vi a los guardias, héroes y periodistas, todos observándonos con asombro.

—Llegamos —anunció Izuku, aterrizando con precisión en el techo de un edificio más bajo.

—Gracias —dije, bajándome de su espalda, pero no pude evitar girar para ver a Dabi y Shigaraki, aún luchando por escapar. Me acerqué a la orilla del edificio, pero Izuku me detuvo.

—Ten cuidado —me dijo, alejándome un poco de la cornisa. Justo en ese momento, sentí cómo todo a mi alrededor se volvía borroso. Un dolor agudo atravesó mi cabeza, y mis piernas comenzaron a fallar. Antes de darme cuenta, todo se volvió negro.

(...)

—¿Estás seguro de que esto no está en su expediente? —escuché una voz distante que susurraba con preocupación.

—Te lo hemos dicho, Mineta, no lo está —respondió la voz tranquila de Todoroki.

—Creo que se está despertando —reconocí la voz de Asui, susurrando cerca de mí.

Abrí los ojos lentamente, y lo primero que vi fue un techo blanco y cercano. Al principio, pensé que estaba alucinando, ya que parecía que podía tocarlo con solo estirar la mano, pero pronto me di cuenta de que estaba flotando en el aire. Con horror, miré hacia abajo y vi a los demás chicos observándome desde la cama, mientras yo flotaba sin control.

—¿Qué diablos...? —murmuré para mis adentros, antes de caer bruscamente sobre la cama, rebotando varias veces mientras las almohadas volaban a mi alrededor.

—¿Desde cuándo puedes volar? —preguntó Iida, mientras trataba de procesar lo que acababa de suceder.

—Desde ahora, al parecer —respondí, inspeccionando mi cuerpo, buscando algún cambio—. ¿Cuánto tiempo estuve así?

—Llevas dos días inconsciente, flotando en el aire —respondió Kirishima, quien estaba al lado de Iida.

Un incómodo silencio siguió a sus palabras, y decidí buscar con la mirada a todos los presentes. Estaban Todoroki y Bakugo, pero no vi ninguna señal del chico de cabello verde.

—¿Dónde está Izuku? —pregunté, aún buscándolo.

—¿Deku? —Kirishima alzó una ceja—. Está afuera, entrenando. Siempre que pasan cosas como esta, se obsesiona con mejorar sus habilidades.

—Ah, entiendo —dije, cruzando las piernas en la cama—. ¿Podrían dejarme un momento a solas? Luego me uno a ustedes.

—Claro —asintió Momo, guiando a todos hacia la puerta y cerrándola tras de sí.

Me dejé caer nuevamente en la cama, mirando el techo que ahora estaba a una distancia normal. Levanté las manos ante mi vista, mirándolas atentamente, como si buscar alguna respuesta en ellas. Las pasé por mis ojos, tratando de aclarar mi mente.

—Esto no puede estar pasando —murmuré, apartando las manos de mis ojos y suspirando profundamente.

Flashback

—¿Estás bien? —Izuku se arrodilló frente a mí, sus manos trabajando rápidamente para desatar la soga que me aprisionaba.

Fin del Flashback

Mis mejillas se calentaron al recordar ese momento con Izuku. Una sensación extraña invadió mi pecho, algo que ni siquiera yo podía comprender del todo. Me sentía agradecida y, a la vez, extrañamente feliz, a pesar de que todo había sido parte de un plan y nunca estuve realmente en peligro. ¿Es esto lo que se siente ser rescatada por un héroe? ¿Es a esto a lo que se referían cuando hablaban de esperar a ser salvada?

Me levanté de la cama y caminé hacia la puerta de cristal que daba al balcón. Moví la cortina hacia un lado, y allí lo vi: Izuku, entrenando con una determinación feroz, como si el mundo dependiera de cada uno de sus movimientos. Mis pasos se detienen en seco cuando veo a Ochaco acercarse a Izuku en el patio. Ella lleva una sonrisa cálida en el rostro, una que ilumina el ambiente a su alrededor. La forma en que sus ojos brillan al mirarlo hace que algo dentro de mí se retuerza incómodamente.

Izuku se detiene un momento, sus ojos verdes se suavizan al verla. Intercambian unas palabras que no alcanzo a escuchar desde mi posición, pero no es necesario. La manera en que él le responde, la cercanía entre ellos, todo me hace sentir... extraña. Es una sensación amarga, como si algo pesado se hubiera asentado en mi pecho.

Intento distraerme saliendo al balcón ignorandolos para sentir el aire frío de la noche contra mi piel. El cielo estrellado ofrece un contraste entre la calma de las alturas y el caos que siento por dentro. Mi mente sigue volviendo a Izuku, recordando cómo sus manos temblaban ligeramente mientras me desataba. Había un cierto cuidado en sus movimientos, una preocupación genuina que no había esperado, especialmente viniendo de alguien que debería considerarme su enemiga.

Miro hacia abajo, observando cómo entrena sin descanso solo. Sus movimientos son precisos, sus ojos enfocados en un objetivo invisible. Cada vez que sus pies tocan el suelo, la energía se despliega a su alrededor como un aura imponente, y no puedo evitar preguntarme cómo alguien puede cargar con tanto peso en los hombros y seguir siendo tan... bueno. La bondad en sus ojos, la determinación en su voz, todo me confunde.

De repente, mi pecho se siente extraño, como si una mano invisible apretara mi corazón. La sensación es nueva, incómoda, y me hace querer apartarme, pero al mismo tiempo, no puedo dejar de mirar. La presencia de Ochaco junto a Izuku me hizo sentir incómoda de una manera que nunca había experimentado antes. ¿Por qué me afecta tanto? ¿Por qué me molesta verla a su lado?

—Esto no puede estar pasando,—me digo a mí misma, apretando el barandal del balcón hasta que mis nudillos se ponen blancos. Flashbacks del enfrentamiento vuelven a inundar mi mente: Dabi lanzándose en medio del hielo, Bakugo irrumpiendo con su explosión característica, Todoroki manipulando el fuego y el hielo con una destreza impresionante... Pero sobre todo, recuerdo a Izuku, cómo su energía chisporroteaba a su alrededor, cómo me miró directamente a los ojos y me pidió que confiara en él.

Es en ese momento que la realidad me golpea como un martillo. Estoy empezando a ver las grietas en la armadura que he llevado durante tanto tiempo. Me encuentro queriendo creer que hay más en este mundo que solo lucha y supervivencia, que tal vez, solo tal vez, hay un lugar para algo más... algo como lo que Izuku representa.

Regreso a mi habitación, cerrando la puerta del balcón detrás de mí con un suspiro. Me dejo caer sobre la cama, permitiendo que mis pensamientos me lleven a lugares que nunca antes había permitido que fueran. El mundo parece haberse vuelto más grande, más complejo, y estoy perdida en él. Y, en el centro de todo, está él. Izuku Midoriya. Deku.

—¿Qué me está pasando?— murmuro para mí misma, mirando al techo como si tuviera las respuestas. Pero no las tiene, y tampoco yo. Solo sé que, por primera vez en mucho tiempo, quiero proteger algo. O, más bien, a alguien.

Me giro de lado, abrazando una almohada mientras cierro los ojos, intentando escapar de la confusión que siento. Pero su rostro sigue ahí, en mi mente, y su nombre sigue resonando en mis pensamientos. Deku.

Quizás, solo quizás, estaré dispuesta a arriesgarlo todo... por él. Aprieto la cortina en mis manos, luchando contra el impulso de abrirla de nuevo, de interrumpir esa escena que no entiendo por qué me afecta tanto. Me obligo a dar un paso atrás, cerrando las cortinas detrás de mí, dejando que la oscuridad de la habitación me envuelva.

—¿Por qué mi pecho duele de repente? ¿Qué le pasa a mi cuerpo?—me pregunto, intentando dar sentido a estas emociones que me son completamente nuevas.

Las preguntas se agolpan en mi mente mientras me dejo caer en la cama. La imagen de Izuku y Ochaco juntos sigue persiguiéndome, y la punzada en mi corazón no desaparece. Algo está cambiando dentro de mí, algo que no puedo ignorar más.

Izuku es un héroe, el tipo de persona que siempre he creído estar en el lado opuesto al mío. Pero ahora, después de lo que he visto, después de sentir su calidez y preocupación, no puedo evitar cuestionar todo lo que he pensado sobre él. Y, sobre todo, no puedo ignorar esta extraña atracción que empieza a crecer, incluso si la idea de él con otra persona me inquieta más de lo que estoy dispuesta a admitir.

Cerrar los ojos no sirve de nada, porque cada vez que lo hago, veo a Izuku, su sonrisa, su determinación... y la forma en que miraba a Ochaco. Y lo único que sé con certeza es que esta nueva batalla que se libra en mi interior es una que nunca vi venir.

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