Capitulo 27

-Pov Tn___-
Habían pasado días desde que me dijeron que iban a rebobinar mis poderes. Días en los que cada vez que cerraba los ojos, la promesa que hice con Davi volvía a mi mente, insistente y firme. Ahora que el momento había llegado, sentía una presión en el pecho, como si algo muy importante se me fuera a escapar de las manos.

Aizawa y All Might entraron a la habitación con Eri detrás de ellos, su figura pequeña pero decidida. Intentaron explicarme, una vez más, qué iba a suceder. Eri iba a usar su poder para retirar todo lo que quedaba del All for One en mí. Pero apenas podía escuchar sus palabras. Lo único en lo que pensaba era en la promesa que me ataba a ese poder. Algo que no podía permitirme perder.

—Tn___,— dijo Aizawa con su tono calmado pero firme. —Esto es lo mejor para todos. Eri tiene el control. No sentirás dolor.

Asentí, pero por dentro era un caos. El respeto que tenía por Aizawa me hacía sentir su mirada como un peso en mi consciencia. Me había dado su confianza, y ahora tenía que traicionarlo. Sabía que no me quedaba otra opción, pero eso no quitaba la punzada de culpa que sentía. Aun cuando trataba de disimular, Eri no dejaba de observarme con curiosidad. Era como si pudiera ver a través de mi máscara, como si notara la incomodidad que se retorcía dentro de mí. Y entonces, con una voz suave pero firme, dijo algo que me sorprendió.

—Aizawa-sensei, All Might... ¿podrían dejarnos solas por un momento? Necesito un poco de espacio para concentrarme.

Ambos me lanzaron una mirada rápida, pero confiaban lo suficiente en Eri como para obedecer sin cuestionar. Apenas se cerró la puerta, la atmósfera cambió. Todo se volvió más íntimo, más real. Eri se acercó un poco más, sus ojos grandes y llenos de una inocente preocupación.

—Puedo sentir que algo te está molestando,— murmuró, inclinando un poco la cabeza. —No te preocupes, no va a doler. No sentirás nada.

Por más que lo intentaba, no podía deshacerme de la tensión en mi cuerpo. Tenía que decirle la verdad. Quizás, si lo hacía, podría encontrar una salida. Quizás podría convencerla de ayudarme.

—Eri...— comencé, mi voz temblando un poco. —Si rebobinas mis poderes, ¿todos... todos se irán?

Eri asintió con una suavidad que me dio algo de consuelo, pero no lo suficiente.

—Sí,— respondió. —Eso es lo que hace mi poder. Rebobina todo, sin excepción.

Mis manos comenzaron a sudar, y la urgencia en mi pecho aumentó. Sabía que esto no iba a ser fácil. Pero tenía que intentarlo.

—Escucha, hay algo que...— tomé una profunda respiración, tratando de mantener mi voz calmada. —Hay un poder en mí que no quiero perder. Hice una promesa a alguien... a Dabi. Es muy importante para mí.

La cara de Eri se suavizó al escuchar la palabra "promesa". Quizás ella, más que nadie, entendía lo que significaba cargar con algo tan personal. Pero aun así, su expresión era de duda.

—No puedo...— comenzó a decir, su voz era un susurro. —No puedo separar los poderes. Aún no tengo tanto control sobre mi quirk. Rebobino todo o nada.

Mi corazón se hundió. Había esperado que pudiera salvar ese poder, al menos esa pequeña parte de mí que conectaba con Dabi. Aún así, no podía rendirme. Sabía que era demasiado arriesgado explicarle exactamente cuál era ese poder, pero quizás, si ella entendía lo que significaba para mí...

—No te preocupes, Eri. No es un poder destructivo como el All for One. Es algo mucho más personal, algo que...— me detuve, las palabras atoradas en mi garganta. —Es un recuerdo de alguien que amo. No quiero perderlo.

Eri me miró largo y tendido, como si estuviera decidiendo algo muy importante. Finalmente, su expresión cambió. Una especie de compasión pura se reflejó en sus ojos.

—No tienes que perderlo,— dijo suavemente. —Podemos... podemos actuar como si lo hubiera hecho. Como si ya no tuvieras ningún poder.

La miré, sorprendida. ¿Estaba sugiriendo lo que creía que estaba sugiriendo? ¿Que mintiéramos?

—¿Mentirles?— pregunté en un susurro, apenas pudiendo creerlo.

Eri asintió lentamente, la seriedad en su rostro era inquebrantable. —Sé lo que es tener algo que te importe tanto que no quieras dejarlo ir. No se lo diré a nadie, pero tienes que prometerme que no harás nada peligroso.

No podía creer lo que escuchaba, pero no había tiempo para dudar. Mi mente gritaba que debía aceptar. Una sonrisa pequeña se dibujó en mis labios, y asentí con gratitud.

—Gracias, Eri... de verdad.

Eri se acercó y me tocó suavemente la mano. No hubo destello, no hubo sensación de poder desvaneciéndose. Todo permanecía intacto, igual que mi promesa. Después de unos momentos, se levantó y caminó hacia la puerta.

—Ya terminé,— anunció con voz firme cuando Aizawa y All Might entraron.

Ambos me miraron, expectantes. Sabían que debía decir algo, que debía seguir el juego. Les devolví una sonrisa débil y asentí.

—Sí, todo está hecho. Ya no tengo ningún poder. Solo soy una chica normal.

All Might suspiró, claramente aliviado, y Aizawa asintió con la misma tranquilidad de siempre. Me dijeron que descansara, que ya no debía preocuparme por nada, y se retiraron, dejándome sola en la habitación.

Pero la tranquilidad duró poco.

Mientras estaba recostada en la cama, con mi mente aún dándole vueltas a lo que acababa de suceder, escuché voces a través de la puerta.

—¿Cuándo la trasladamos?— una voz preguntó.

—Esta misma noche. Incluso sin sus poderes, sigue siendo una amenaza potencial. No podemos permitir que coexista con la humanidad normal,— respondió otra voz, más grave y fría.

Mi corazón se detuvo. No importaba si ya no tenía poderes; seguían viéndome como una amenaza. Iban a mantenerme bajo vigilancia, encarcelada, sin importar lo que dijera o hiciera.

Tenía que escapar.

Mi mente se aceleró mientras planificaba. El poder de All for One aún corría por mis venas, y aunque era riesgoso usarlo, no tenía otra opción. La adrenalina corría en mis venas. Sentía una mezcla de miedo y determinación.

Esperé pacientemente a que todo se calmara, y luego me levanté de la cama, con cada músculo tenso. Me acerqué a la ventana lentamente, asegurándome de que nadie estuviera vigilando.

Con un movimiento rápido, utilicé el poder de Orpho One para destruir los cerrojos de la ventana. Sentí la energía retorcerse dentro de mí, como una serpiente lista para atacar. Sabía que era arriesgado; si me descubrían, todo estaría perdido. Un leve crujido resonó en la habitación mientras la ventana se abría, dejando entrar una ráfaga de aire frío. Sentí la adrenalina recorrer mi cuerpo, la misma sensación que solía sentir cuando estaba en combate.

Con cuidado, me deslicé por el borde de la ventana, mirando hacia abajo. La altura era considerable, pero no imposible de superar con el poder de Orpho One. El paisaje nocturno se extendía bajo mis pies, las luces de la ciudad parpadeando a lo lejos.

—No tengo opción,— murmuré para mí misma antes de saltar al vacío.

El viento azotó mi cara mientras descendía rápidamente, el frío cortando mi piel como cuchillas. Aterricé con agilidad, rodando para amortiguar la caída. El impacto me recorrió los huesos como un choque eléctrico, pero no había tiempo para detenerme. Tenía que seguir adelante. Me levanté rápidamente, sintiendo el aire helado llenando mis pulmones.

Al girar la esquina del edificio, escuché algo a lo lejos: un sonido agudo, inconfundible. Una alarma.

—¿Ya lo saben?— me susurré mientras corría sin detenerme.

El peligro estaba cerca, pero mi promesa brillaba con fuerza en mi corazón. No me iban a atrapar. No podían. Con mi mente fija en la libertad, seguí corriendo hacia lo desconocido, sin mirar atrás.

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