Capítulo 22

-POV Tn___-
Deku estaba tirado en el suelo, inconsciente, su cuerpo flácido como si fuese una simple marioneta rota. El ruido seco de su caída resonó en mis oídos como un eco, rebotando en mi cabeza una y otra vez. Lo miré, perpleja, incapaz de procesar lo que estaba sucediendo frente a mí. Tres cuerpos jóvenes, destrozados y sin sentido, y yo... yo no sabía qué hacer.

Mi respiración se volvió errática, mis manos temblaban. En ese momento, solo quería que alguien me dijera qué hacer. Pero estaba sola. Nadie más en este maldito lugar; todos estaban ocupados peleando, tratando de arrestar a los villanos, mientras yo me quedaba con esta carga imposible de manejar.

—¿Qué esperas, Tn___? Hazlo —la voz de Tomura se coló en mis pensamientos, tan fría como el hielo.

Me quedé en silencio. No tenía palabras, no tenía pensamientos claros. Solo miedo.

—Hazlo por tus padres —insistió, su tono persuasivo, casi suave. Pero había una crueldad escondida en su voz, una que hizo que mis huesos se enfriaran.

Sentí sus manos pesadas sobre mis hombros, sus dedos largos y huesudos apretando mi piel. Una sonrisa siniestra se dibujó en su rostro.

—¿Mis padres? —pregunté, apenas reconociendo mi propia voz.

—Sí... Venga, Tn___, hazlo por fin por ellos. ¿Qué mejor manera de honrarlos que tomando el poder de All for One y One for All para ti? Serás indestructible. No necesitarás a nadie más.

Sus palabras me envolvían, confundiéndome, nublando mi juicio. Mis piernas se movieron por su cuenta, llevándome hasta Deku. Me arrodillé junto a él, sosteniéndolo en mis brazos. Su cuerpo estaba sucio, su cabello enmarañado cubría parcialmente sus ojos cerrados. Parecía tan... indefenso. Coloqué una mano sobre su pecho, mi corazón latiendo con fuerza, y me preparé para activar mi nuevo poder, para arrebatar One for All de una vez por todas.

—Tn___... —susurró Deku, su voz apenas un suspiro.

La voz quebrada de Deku me sacó de mi trance, soltando su cuerpo como si me hubiera quemado.

—No puedo —dije, más para mí misma que para nadie más.

Tomura se tensó a mi lado.

—¿Qué? —demandó, incredulidad mezclada con frustración.

—Dije que no puedo —repetí, mi voz ahora más fuerte, con una determinación que ni siquiera sabía que tenía. Lo miré, viendo cómo su sonrisa se desvanecía, transformándose en una mueca seria que hizo que mi piel se erizara.

Una risa baja, casi inaudible, comenzó a surgir de sus labios, creciendo hasta convertirse en una carcajada macabra que parecía durar eternamente.

—No puedo creer que tantos años criándote para que seas una leyenda, y al final resultas ser una decepción total. ¿Así es como piensas pagarnos? Te dimos todo.

—¿Te pedí yo alguna vez esto, Tomura? —respondí con rabia, sin poder contenerme—. Si tanto quieres One for All, tú deberías haberte convertido en el sucesor de All for One, no yo.

Tomura soltó un suspiro teatral, acercándose más.

—Oh, cariño... Eso no era lo que nuestro padre quería.

—Él no es mi padre.

—Lo es desde el día que te adoptó.

—¿Crees que eso me da el derecho de llamarlo padre? ¿Crees que después de todo esto vale la pena siquiera considerarlo como tal? Estás loco, Tomura. No soy parte de esto.

—Tus padres... —comenzó él, con una sonrisa torcida.

—¡Al carajo! —grité, mi voz llena de ira y desesperación—. ¡Están muertos! Y si estuvieran vivos, desearían que te pudrieras en la cárcel.

Tomura se quedó en silencio por un momento, luego sonrió, una sonrisa oscura y peligrosa.

—Cierto, tus padres... —musitó, comenzando a caminar de un lado a otro—. ¿Qué hubiera pasado si esos secuestradores hubieran hecho bien su trabajo? Desde el primer día, he sabido quién ordenó todo eso. ¿Quieres saber?

Mi cuerpo se tensó, cada músculo apretándose como si estuviera a punto de romperse.

—Yo creo que sí quieres saber —se burló, notando cómo me estremecía ante sus palabras—. Pero si quieres saber quién fue, tendrás que aceptar tu destino.

—Te dije que no lo haré.

Tomura se detuvo en seco, su mirada penetrante clavada en mí.

—Bueno... —dijo lentamente, dejando la amenaza colgar en el aire, como una espada sobre mi cabeza.—Tn___, querida... ¿de verdad no lo has entendido aún? —susurró, casi con ternura burlona. Se inclinó hacia mí, sus labios cerca de mi oído—. El secuestro de tus padres... fui yo quien lo ordenó.

Mi corazón se detuvo. El mundo pareció detenerse con él. Las palabras de Tomura eran como cuchillos clavándose en mi mente, rompiendo cada pensamiento en mil pedazos.

—¿Qué...? —balbuceé, sintiendo cómo la sangre me abandonaba el rostro. No podía creer lo que acababa de escuchar. No quería creerlo.

Tomura se echó a reír, un sonido áspero que rebotaba en las paredes, envolviéndome.

—Sí, así es. Lo hice por órdenes de nuestro querido padre. —Alzó una ceja, evaluando mi reacción con una satisfacción evidente—. Pero, para serte honesto, no esperaba que el plan funcionara tan... perfectamente.

Sus palabras flotaban en el aire, pesadas, llenas de una verdad cruel que me abrumaba. Sentí que mi cuerpo se volvía frío, como si todo el calor hubiera sido arrancado de mí.

—¿Por qué...? —murmuré, apenas capaz de articular una palabra. Mi garganta se sentía como si estuviera cerrándose, cada respiración más difícil que la anterior.

Tomura sonrió, inclinando la cabeza como si considerara mi pregunta por un momento.

—Era necesario, Tn___. Para que pudieras romperte. Para que pudieras renacer más fuerte, más leal a nuestra causa. —Hizo una pausa, su mirada perforando la mía—. Pero el resultado fue incluso mejor de lo que habíamos planeado. Tu dolor, tu desesperación... —se relamió los labios, disfrutando de cada palabra—, te transformaron en lo que eres ahora.

Mis piernas flaquearon, y casi caí al suelo. Me apoyé contra la pared, tratando de estabilizarme. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, quemando mi piel como ácido. Todo este tiempo, todo el dolor, el sufrimiento... había sido por él. Había sido por ellos.

—Eres un monstruo... —susurré, mi voz quebrándose mientras el horror y la desesperación me ahogaban.

Tomura se encogió de hombros, sin una pizca de remordimiento.

—Tal vez. Pero hice lo que tenía que hacer, Tn___. Y ahora tú harás lo mismo.

Me quedé mirándolo, paralizada. No sabía si quería gritar o llorar. Las palabras no podían salir de mi boca, mi mente nublada por el impacto. Todo lo que había conocido, todo lo que había creído... se había hecho pedazos en un instante.

Sentí que mi mundo se desmoronaba, y lo único que quedaba era la amarga verdad de lo que Tomura había hecho. Había destruido todo lo que amaba. Y ahora, quería destruirme a mí también.

Un fuego creció en mi interior, alimentado por el odio y la traición. Sin pensar, me lancé hacia el cuerpo de Deku, mis manos temblorosas buscando el contacto con su piel. Un torrente de energía fluyó dentro de mí, una fuerza indescriptible que me hizo sentir más poderosa de lo que jamás había imaginado. El One for All ahora corría por mis venas.

Tomura celebró, levantando los brazos en triunfo.

—¡Finalmente! —gritó, su voz llena de júbilo—. ¡Eres lo que siempre supe que podrías ser!

Pero su celebración fue interrumpida cuando mi puño se estrelló contra su mandíbula con una fuerza que lo lanzó varios metros hacia atrás. No había tiempo para la sorpresa en su rostro. Yo estaba cegada por la rabia, por la necesidad de venganza. Quería ver sangre. Quería destruirlo.

Había perdido de vista lo que era correcto o incorrecto. Todo lo que quedaba era la furia. Me lancé hacia él de nuevo, golpeando y esquivando, moviéndome con una precisión mortal. Tomura apenas tenía tiempo para reaccionar.

—¿Tn___? —jadeó, su voz llena de incredulidad mientras retrocedía, tratando de evitar mis golpes.

—No, Tomura —escupí, la rabia ardiendo en mi interior—. No más. ¡Nunca más!

La pelea continuó, con él retrocediendo bajo el peso de mis ataques. Sabía que mi tiempo era limitado, que cada segundo que pasaba con el poder de Deku me acercaba a mi propio fin. Pero no importaba. Si esto era lo que necesitaba para acabar con él, lo haría.

Tomura se derrumbó finalmente, jadeando, ensangrentado y derrotado. Caminé hacia él, mi respiración entrecortada, mi cuerpo temblando con la adrenalina. Me arrodillé a su lado y lo miré directamente a los ojos.

—Esto es por mis padres —susurré, apretando mis manos alrededor de su cuello.

Pero en el último momento, mis manos se soltaron. No podía hacerlo. No podía convertirme en lo que él quería. Me aparté, mi cuerpo colapsando por el esfuerzo y el dolor.

Tomura comenzó a reír, una risa suave y débil, pero llena de burla. Me miró con los ojos entrecerrados, sabiendo que había ganado, de una manera u otra.

—Siempre serás débil... —susurró.

Pero yo ya no escuchaba. Todo lo que podía sentir era el frío del suelo contra mi piel, el sonido de mi respiración pesada llenando mis oídos. Todo lo que podía pensar era en lo que había perdido... y en lo que nunca podría recuperar.

Todo había cambiado, y yo... yo no sabía si era para mejor o peor. Pero una cosa estaba clara: nunca volvería a ser la misma.

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