Capítulo 20

-POV Tn___-

Pasamos por el portal creado por Kurogiri, un remolino oscuro que parecía tragarse la luz y nuestras esperanzas. Al otro lado, el aire era pesado, denso con una sensación de peligro inminente. Tomura me sostenía firmemente, su mirada fija en el vacío mientras sus pensamientos conspiraban en su mente. Yo, en cambio, me sentía como un peso muerto en sus brazos, incapaz de controlar el torrente de lágrimas que caía sin cesar de mis ojos. La culpa y el miedo me devoraban por dentro. ¿Cómo podía haber llegado a esto? Mi mente se inundaba de imágenes de Deku, de la Clase 1-A, de todos aquellos que me habían brindado una oportunidad. Ahora, estaba a punto de traicionar todo lo que alguna vez había valorado.

Tomura me llevó a mi habitación sin decir una palabra. Me dejó en la cama y se fue, la puerta cerrándose tras él con un chasquido sordo que resonó en mi mente como un veredicto final. Antes de que pudiera siquiera respirar, vi la figura de Dabi asomarse por la puerta, su rostro envuelto en sombras. Su presencia era una mezcla de intimidación y una extraña familiaridad que me ponía nerviosa.

Me giré, dándole la espalda, tratando de contener mi angustia. No quería estar aquí. No quería ser parte de esto. Pero, ¿qué otra opción tenía? Regresar a mi antigua vida parecía imposible.

—¿Estás bien? —preguntó Dabi, su voz más suave de lo habitual, pero aún cargada con esa dureza característica.

—No —susurré, mis palabras temblando con cada sollozo. No tenía fuerzas para fingir.

—¿Quieres desahogarte? —insistió, un tono de genuino interés en su voz, algo que nunca antes había percibido en él.

—¿Para qué? —mi tono era cortante, lleno de amargura—. ¿Para que me digas que es una pérdida de tiempo y que debería seguir adelante y aceptar mi destino?

Dabi se quedó en silencio por un momento, luego dio un paso más hacia adentro, la luz de la lámpara revelando las cicatrices en su rostro con más claridad.

—Podría ayudarte a entender, al menos —ofreció, su tono más serio ahora—. Todos aquí hemos tenido que aceptar cosas difíciles.

—¿Qué sabes tú de eso? —lo reté, girándome lo suficiente para mirarlo a los ojos. Mi voz salió más fuerte de lo que esperaba, temblando de rabia y frustración.

—Créeme, lo sé mejor de lo que piensas —su voz era baja, casi un susurro, cargada de una tristeza inesperada que me sorprendió.

—Jódete —le respondí, volviendo a apartar la mirada, pero no pude evitar notar la sombra de dolor que cruzó su rostro. ¿Era posible que alguien como Dabi pudiera sentir algo más que odio?

Dabi suspiró y, para mi sorpresa, se sentó en el borde de la cama. Sus dedos rozaron mi cabello, un gesto inesperadamente tierno. Sentí un calor en mi pecho, una mezcla de confusión y una extraña sensación de consuelo.

—No me hables de esa manera —dijo suavemente—. No quiero hacerte daño, Tn___. Pero necesitas entender dónde estás.

El silencio se prolongó hasta que la voz de Tomura irrumpió desde la puerta.

—Tn___, Dabi —dijo firmemente—. A la sala de reuniones, ahora.

Nos levantamos, la tensión palpable en el aire. Caminamos en silencio hasta la sala de reuniones, donde Kurogiri, Twice y Toga ya estaban esperándonos. Sus rostros eran una mezcla de expectación y frialdad. Sentí sus miradas, sus juicios silenciosos. No era una de ellos, no realmente. Nunca lo sería.

Tomura desplegó un mapa de la UA sobre la mesa, el papel crujió bajo sus dedos.

—Vamos a atacar la clase 1-A —anunció, su voz cortante, los ojos clavados en el mapa—. Pero esta vez, no nos detendremos hasta ver a Midoriya muerto. Tn___, tu habilidad para robar quirks será clave. Necesitamos despojarlos de sus mejores defensas antes de atacar.

Un escalofrío recorrió mi espalda. Sabía lo que vendría después.

—Para que esto funcione, Tn___, necesitas los últimos poderes de All For One —continuó Tomura, sin apartar la mirada de mí—. Kurogiri ha preparado los sueros para la transferencia.

Kurogiri se acercó, sus movimientos precisos y calculados. Puso una bandeja con varios frascos llenos de líquidos oscuros sobre la mesa. El sonido del vidrio tintineando me hizo estremecer. Mi estómago se retorció. No quería hacer esto. No de nuevo.

—¿No hay otra manera? —mi voz apenas fue un susurro, un último intento de encontrar una salida.

La mirada de Tomura se volvió más oscura, su expresión endureciéndose, sus ojos eran dos pozos de determinación implacable.

—No hay otra manera —dijo con frialdad—. No puedes dudar ahora, Tn___. No cuando estamos tan cerca. ¿O acaso piensas traicionarnos?

Sentí una punzada de miedo en su tono amenazante. Dabi se acercó, colocó una mano en mi hombro, su presencia extrañamente calmante, aunque no del todo reconfortante.

—Esto es por tu propio bien, Tn___ —dijo en voz baja—. Necesitas este poder para ser lo que estás destinada a ser. All For One eligió bien.

Mi respiración se aceleró. Miré a Dabi buscando algún tipo de salvación, pero sólo encontré determinación. Estaba atrapada.

Tomura se acercó más a mí, sus ojos penetrantes me evaluaban con una intensidad que me hacía sentir desnuda. Sabía cómo jugar con mis miedos, cómo convertirlos en su ventaja.

—¿Recuerdas cómo te sentiste cuando pensaste que podrías cambiar tu destino, cuando imaginaste un futuro diferente? —susurró Tomura, su voz suave pero cargada de un poder hipnótico—. Todo eso es posible si tienes la fuerza para tomarlo. Pero necesitas el poder para hacerlo. Sin estos quirks, no eres nada más que una sombra de lo que podrías ser.

Cada palabra era como un golpe, cada sílaba perforaba mi resistencia. ¿Podría ser verdad? ¿Podría este poder ser mi única salvación?

—Está bien —dije finalmente, mi voz quebrada—. Lo haré.

Tomura asintió con una sonrisa satisfecha y se giró hacia Kurogiri.

—Prepáralo.

Mientras caminábamos hacia la habitación de procedimientos, cada paso que daba sentía que me alejaba más de la persona que una vez fui. El pasillo estaba frío, el eco de nuestros pasos era lo único que rompía el silencio pesado. ¿Era esto lo que quería? ¿Era este mi destino?

Entré a la habitación y vi la camilla de metal, el equipo médico improvisado que Kurogiri había montado. Había luces parpadeando intermitentemente, un sonido constante de goteo que parecía sincronizarse con los latidos acelerados de mi corazón. El lugar olía a alcohol, metal y un leve rastro de óxido. Me recosté en la camilla, mi corazón martilleaba en mis oídos. Sentí el frío del metal a través de la tela de mi ropa mientras Kurogiri preparaba la anestesia.

—Estarás bien —murmuró Dabi a mi lado, apretando mi mano—. Esto es solo el comienzo.

Las palabras de Dabi flotaron en mi mente mientras Kurogiri insertaba la aguja. El pinchazo fue rápido, pero el ardor que siguió se extendió como fuego líquido por mis venas. Podía sentir una corriente eléctrica recorriendo mi cuerpo, como si mis sentidos se expandieran, como si pudiera sentir cada partícula de aire a mi alrededor. Mi visión comenzó a desenfocarse, pero antes de que la oscuridad me envolviera, sentí un estremecimiento en mi interior, como si algo profundo y desconocido estuviera despertando.

Podía escuchar los ecos de voces distantes. La de Tomura, susurrando algo sobre el verdadero poder. El frío de la camilla se sentía ahora como un abrazo gélido, envolviendo mi cuerpo que se debilitaba. Mi mente luchaba por mantenerse consciente, pero la anestesia me arrastraba cada vez más hacia la oscuridad.

Justo antes de que mis ojos se cerraran por completo, capté un destello de duda en el rostro de Dabi. Un parpadeo rápido, casi imperceptible, pero suficiente para sembrar una última chispa de incertidumbre en mi mente. ¿Era esta mi única opción?

Entonces, todo se volvió negro.

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