♰ ──── · · · 𝗠𝗲𝗻𝘁𝗶𝗿𝗮𝘀




❛ THERE'S JUST, INCHES IN BETWEEN US
I WANT YOU TO GIVEN
I WANT YOU TO GIVEN
THERE'S JUST, INCHES IN BETWEEN US
I JUST WANNA GIVE IN
I JUST WANNA GIVE IN
I DON'T CARE IF I'M FORGIVEN ❜

──────────────────
OCHO ❜

MESES ANTES.

Mientras decoraba los cupcakes, Ava dejó que su mente divagara. A veces le resultaba difícil concentrarse en la tarea que tenía entre manos, especialmente con todos los pensamientos que le rondaban la cabeza. Sin embargo, la rutina sencilla y repetitiva de hacer los pasteles la ayudaba a relajarse un poco y a centrarse en algo más positivo.

Cuando terminó con el último cupcake, retrocedió para admirar su trabajo. Los cupcakes estaban perfectamente decorados con delicadas flores y una cruz.

Solo le faltaba lo que estaban en el horno.

Ava levantó la mirada para encontrarse con la sonrisa de Charlie, que estaba apoyada en el marco de la puerta. Era difícil descifrar si su sonrisa era burlona o simplemente orgullosa. Aunque no pudiera determinar el significado exacto detrás de esa expresión, sintió como si hubiera sido inesperada.

Intentando aparentar normal, la rubia se volvió hacia Charlie y esbozó una pequeña sonrisa en sus labios.

—¿Qué estás haciendo allí? —preguntó con tono suave, aún sosteniendo la manga pastelera en su mano.

Charlie mantuvo su sonrisa, moviéndose para alejarse del marco de la puerta y acercarse a su novia. Su confianza era evidente mientras la miraba.

—Solo te estaba observando —respondió con voz relajada. Su expresión seguía siendo un misterio, pero su tono daba a entender que no había mala intención en su observación.

Ava sintió una mezcla de emociones ante el gesto de Charlie. Por un lado, le resultaba un poco inquietante saber que había estado observándola, pero por otro, se sentía halagada por el interés de su chico.

Intentando disipar la tensión que sentía, ella siguió trabajando en el pequeño adorno del cupcake.

—¿Y qué crees de mi trabajo? —preguntó, alzando ligeramente el cupcake para que lo viera.

Charlie sabía que los cupcakes estaban decorados con flores y una cruz, lo que le daba la oportunidad perfecta para hacer una broma. sabía que no iba a resistirse a hacer un comentario ingenioso.

—Creo que ese es el cupcake más religioso que he visto en mi vida —dijo, con tono burlón, al tiempo que sonreía ampliamente.

—Debe ser difícil contener toda esa personalidad atea en tu interior, ¿no?

Charlie soltó una risita ante el comentario de Ava y se encogió de hombros, todavía con esa sonrisa en su rostro.

—En absoluto —respondió, divertido con la situación— Al menos, no tengo que preocuparme por ofender a Dios con mis cupcakes.

Se sintió ofendida la rubia por la crítica de su pastelito.

—¿Están feos mis cupcakes? —alzó uno de ellos, mirándolo con atención.

Mirando el cupcake con una expresión pensativa, respondió:

—¿Feos? No necesariamente, pero podría mejorar un poco el diseño. ¿Intentas hacer cupcakes o amuletos de protección?

—Eres un maldito, ¿lo sabías, no? —contestó ella, agarrando de nuevo la manga pastelera.

Charlie soltó una risita ante la respuesta de su novia. Le divertía la facilidad con la que su pareja podía calentarse, incluso por un comentario inocente. En lugar de avanzar, prefirió rectroceder.

—Eso ya lo sabía —dijo con seguridad el pelinegro, cruzándose de brazos y apoyándose contra el marco de la puerta nuevamente.

Disfrutaba provocando a Ava e intentar sacarla de quicio.

Observó cómo ella regresaba a su tarea, untando más colorante con la manga pastelera y la rubia siguió trabajando en el cupcake, intentando ignorar la presencia de Charlie en la puerta. Con un movimiento decidido, colocó el cupcake terminado sobre un plato y se volvió nuevamente hacia el horno para sacar otro.

—¿No tienes nada mejor que hacer que fastidiar?

Charlie observó cómo Ava colocaba otro cupcake en el plato con un pequeño suspiro y le sonrió con inocencia, fingiendo ofenderse por su comentario.

—¿Fastidiar? —repitió con tono burlón, poniéndose una mano en el corazón en señal de escándalo— Yo jamás te fastidiaría, mi amor. Estoy simplemente apoyándote moralmente en esta ardua tarea.

Ava se volvió hacia Mayhew nuevamente y lo miró con una ceja levantada en señal de incredulidad.

—Tu idea de apoyar moralmente parece ser diferente de la mía. ¿Cómo se supone que me estás apoyando exactamente, cuando todo lo que haces es burlarte?

Mayhew apretó un poco el marco de la puerta, se mordió el labio inferior y respondió:

—Puede que mi manera de apoyarte no sea convencional, pero al menos no te dejaré aburrirte en esta tarea aburrida.

Ava soltó otro suspiro frustrado mientras colocaba otro cupcake en el plato recién terminado. Su paciencia se estaba agotando rapidamente.

—Tal vez no me aburriría si tuviera un poco de silencio para concentrarme —sugirió.

—¿Silencio? —repitió Charlie, fingiendo sorprenderse.

Se separó del marco de la puerta y se acercó a su novia con pasos lentos.

—Vamos, Ava —ronroneó, apoyando las manos en la encimera a ambos lados de la chica. Acercó su rostro al de ella y siguió— El silencio está sobrevalorado.

Fairchiald negó con la cabeza.

—No estoy de acuerdo, el silencio está infravalorado —dio su opinión, mirando su cupcake.

Charlie soltó una risita ante la respuesta de Ava. Le encantaba discutir con ella, aunque estuvieran en lados opuestos del debate.

—¿Infravalorado? Creo que estás exagerando. El silencio puede ser aburrido y sin vida. Necesitas un poco de acción y ruido en tu vida.

Ava sintió cómo los labios de Charlie se aproximaban a su cuello. Suspiró internamente, sabiendo que su novio no iba a dar su brazo a torcer tan fácil. No quería admitirlo, pero la cercanía de él y su confianza en si misma eran algo que encontraba realmente encantadoras.

Intentó concentrarse nuevamente en sus cupcakes, pero la presencia del pelinegro la estaba distrayendo.

—Sigue así y te echaré de la cocina.

Charlie soltó una risa suave contra el cuello de Ava, sintiendo los ligeros escalofríos de ella al notar su proximidad. Sin embargo, en lugar de retroceder, decidió intensificar su ofensiva. Sus labios se deslizaron más abajo, llegando al hombro de su pareja, y la rodeó con un brazo alrededor de la cintura. Sabía exactamente cómo tocar los botones adecuados para desesperar a su pareja.

La mente de Ava se llenó de pensamientos confusos y contradictorios. Aunque quería resistirse a los avances de Mayhew, su cuerpo comenzaba a responder a su tacto y se sentía débil. Cerró los ojos para intentar recuperar el control de si misma, pero la proximidad de su pareja y el aroma de su perfume la estaban haciendo perder la concentración.

—Deja de distraerme.

Con Charlie rodeándola por la cintura, Ava se encontró inmovilizada contra el borde de la encimera. Su frustración se intensificó al sentir la mano de su pareja acariciar suavemente su costado. Intentó liberarse ligeramente, incluso a sabiendas de que sería en vano.

—Charlie —protestó, con un ligero toque de exasperación en su voz— Estoy tratando de terminar estos cupcakes.

Éste se acercó aún más a la rubia, presionando su cuerpo contra ella, sin dejarla escabullirse. Su sonrisa traviesa no desaparecía mientras pasaba su mano libre por el costado de la cintura de su pareja. Sabía exactamente cómo hacer que se molestara, pero no podía resistir el reto de provocarla.

—No creo que Dios se ofenda por unos cuantos cupcakes más tarde.

Los intentos de Ava por apartarse eran inútiles cuando Charlie se aferraba a ella de esa manera. Su exasperación aumentó, pero la sensación de la mano de su pareja recorriendo su costado estaba despertando sensaciones inesperadas en ella. Luchó contra la tentación de responder a la provocación de él, pero su determinación flaqueó.

—Deja de hacerlo, necesito terminar los cupcakes.

Charlie captó el ligero temblor en la voz de Ava y se dio cuenta de que estaba a punto de conseguir lo que quería. Su sonrisa traviesa se ensancho, sabiendo que estaba ganando terreno cada vez más.

—¿De verdad necesitas terminar esos cupcakes justo ahora?

—Sí, es para los niños de catequesis —le recordó ella, ya que se había comprometido con la parroquia para lo que hacían comunión.

Charlie la escuchó y soltó un suspiro exagerado. Sabía que no podía discutir con la buena causa, ni quería hacerlo realmente.

—Muy bien —dijo con un tono resignado y falso— haré lo máximo para no molestarte mientras terminas los cupcakes. Pero a cambio, merezco un pequeño premio.

—¿Qué quieres?

Charlie pensaba en su pequeña recompensa. Su mente se centró momentáneamente en imágenes lujuriosas, pero se contuvo y optó por algo más inocente. O al menos, algo que sonaba más inocente en voz alta.

—Quiero un besito.

Ava se sorprendió por su respuesta, esperaba algo más. Sin embargo, aceptó su petición y Charlie observó cómo su novia le daba un beso en la mejilla, y no pudo evitar una pequeña sonrisa en sus labios. En realidad estaba esperando un beso más íntimo, pero no había sido específico en su ubicación. Aunque no había recibido lo que realmente quería, aún así le agradaba ver la sonrisa de su novia.

—Eso no cuenta —rodeó a su pareja de un brazo y deslizó una mano alrededor de su cintura, atrayéndola más cerca. Se inclinó hacia ella y le respondió— No es exactamente lo que quería.

—Entonces, ¿qué era exactamente lo que querías?

Charlie observó cómo Ava se mordía el labio, y no pudo evitar la satisfacción de saber el efecto que tenía sobre ella. Se acercó aún más, acortando la distancia entre ambos hasta que prácticamente se pegó contra ella.

—Creo que sabes exactamente lo que quiero, ¿o acaso necesito explicártelo?

Ava no se pudo resistir más, al final le dio lo que quería.

Le dio un beso en los labios.

Charlie soltó un suspiro de satisfacción cuando sus labios se unieron finalmente en un beso. Sus brazos acunaron la cintura de Ava, y la atrajo más cerca aún, profundizando el beso. Su mente se llenó de pensamientos lujuriosos, pero los controló, al menos momentáneamente. Aprovechó la proximidad para profundizar el beso, su lengua se deslizó contra los labios de su pareja, pidiendo acceso hasta que al fin tuvo el permiso, conociendo el lugar perfectamente. Se apartó un poco para recuperar el aliento y murmuró entre besos:

—Últimamente me dan ganas de casarme con la intención de tener la luna de miel —confesó él, teniendo la respiración pesada— No podremos casar en una iglesia después de todo el matrimonio es cristiano.

Charlie estaba absorto en el recuerdo de los momentos con Ava, especialmente aquellos en los que discutían por cosas triviales. Ahora, mientras lo recordaba, lo inundaban las emociones más fuertes, pero a la vez la nostalgia por esos momentos. Sin embargo, su disfrute de esos recuerdos se manchó con el remordimiento y el arrepentimiento cuando recordó cómo él mismo había contribuido a arruinar esa relación. El dolor surgía nuevamente en su pecho, pero también un sentimiento de profunda tristeza por las consecuencias de sus propias acciones.

Desde lejos, Charlie observaba a su ex pareja y a las novicias preparando los cupcakes, pastelitos y otras cosas. Sentía una mezcla de admiración y añoranza por el pasado compartido con ella. Era un recordatorio crudo de lo que alguna vez tuvo y perdió por su propia estupidez.

Suspiró entre dientes y apretó la mandíbula, luchando contra la tentación de acercarse y hablar con ella.

Quería acercarse, pero sabía que no era momento adecuado, que aún tenía que expiar. Luego de unos minutos no se resistió, pidió a las demás novicias que se fueran educadamente, dando espacio para él y para ella.

Una vez que estuvieron solos, observó a la rubia mientras continuaba decorando los pastelitos con cruces y frases cristianas. Notó como la monja alzaba el pastelito con delicadeza, y ella ya conocía de sobra cómo reaccionaría él ante ese gesto. Él no podría resistirse a hacer una broma o un comentario irreligionista, era simplemente su naturaleza. Por eso incluso él mismo supo que no resistiría el impulso. Era un detalle tan pequeño, pero que reflejaba una parte de ella que siempre adoró. Su mente se llenó de recuerdos de momentos en los que la había visto hacer cosas similares, como envolver regalos con cinta dorada o decorar galletas en forma de corazón.

—Pastelitos con cruces y frases bíblicas —comentó con tono divertido— ¿Crees que Dios comerá uno o dos, o prefiere todo el lote?

Ava suspiró en respuesta al comentario de Charlie, y dejó el pastelito decorado en el mostrador. Sabía cómo era él, pero aún así, a veces deseaba que tomara las cosas con más seriedad. Especialmente en temas de fe. En lugar de responder de inmediato, se dio la vuelta y lo miró a los ojos.

—Estoy segura de que Dios, no necesita de tus chistes blasfemos.

La respuesta de Ava hizo a Charlie frunciera el ceño, aunque sabía que ella no estaría de acuerdo con su típico chiste. No le gustaba que ella se mostrara tan seria en ciertos temas. Le encantaba verla sonriendo y relajada, pero cuando la fe entraba en juego, ella siempre se ponía a la defensiva.

Se frotó la nuca, manteniendo su tono ligero y despectivo.

—Estoy seguro de que a Dios le encantaría mi sentido del humor. Solo que él no tiene ninguno.

De nuevo, la declaración de Charlie fue recibida con silencio y una mirada crítica de parte de Ava.

Dejó el último pastelito decorado en la mesa y se dio la vuelta, mirándolo. Sus ojos se volvieron fríos, y su voz tomó un tono más cortante.

—Eres un imbécil —recalcó ella con seguridad, viendo como se reía ligeramente.

Fue inevitable para Charlie no reír ante la declaración de Ava. Su voz llena de confianza y seguridad siempre lo hacía reír, incluso en momentos serios.

Él era como un niño en busca de atención, deseando ser notado por ella a toda costa. Sin importar cómo.

Respondió con un tono relajado y despectivo, pero con un toque de ironía.

—¿Eso es un cumplido?

—No, claramente no es un cumplido —respondió con un suspiro de frustración— ¿Por qué siempre tienes que ser tan terco y odioso?

Charlie notó la creciente molestia en el tono y la expresión de Ava, pero seguía tratando de mantener su sarcasmo y desinterés.

Era un mecanismo de defensa. Así era él. Y no podía evitarlo.

Se encogió ligeramente de hombros, cruzando los brazos sobre el pecho.

—No sé de qué hablas. Solo soy honesto.

—¿Honesto? —repitió ella— No, por supuesto que no. Te la pasas burlándote de mis creencias.

Charlie no pudo evitar soltar una risa leve al escuchar la crítica de Ava. Era cierto que a menudo se burlaba de sus creencias religiosas. Pero también sabía que lo hacía solo por provocarla, para verla reaccionar.

—Lo hago porque sé que te pones a la defensiva. Es divertido verte cuando te enfadas.

—Aveces creo que debiste quedarte con mi hermana, ella podría tomarse con humor —contestó con sinceridad, sabiendo que ambos eran polos opuestos.

La mención de su hermana por parte de Ava hizo que Charlie frunciera el ceño. Era cierto que tenían ideas y creencias muy diferentes, y sabía que a veces sus bromas no eran bien recibidas por su pareja y que también había sido un punto de conflicto para ellos. Y tenía razón, se complementaba más con su hermana gemela al no ser como Ava.

Pero él no quería a su hermana. Quería a Ava, y ese era precisamente el problema al no poder hacerla entender que no deseaba a Annie, ni ninguna otra mujer que no sea Ava.

No me interesa Annie, nunca lo he hecho. Nunca podría. Quiero a una persona, y esa persona, siempre ha sido tú, pensó él.

No obstante, su expresión se suavizó un poco y se acercó a ella, sin perder su actitud desapegada.

—¿Celosa? —cuestionó con media sonrisa.

Al ver que él la miraba fijamente, ella finalmente respondió con voz cortante.

—No —respondió, pero sabía que su voz no sonaba tan convincente como le gustaría. Él siempre tenía la habilidad de hacerla cuestionar sus propias emociones. Por un momento, se preguntó si él tenía razón. ¿Era celosa?

Charlie pudo leer la incertidumbre en la expresión de Ava, así que siguió su juego. Se inclinó hacia ella, acortando la distancia entre ellos y manteniendo su sonrisa sardónica.

—¿Segura de eso? —volvió a cuestionar, su voz aún relajada aunque sus ojos la escrutaban con astucia. Sabía que tocaba una fibra sensible.

—No —alargó distancia inmediatamente, buscando una salida— No quiero ser parte de tu provocación, Charlie. Sabes que esté lugar es sagrado, y tienes un puesto importante aquí, respetala al menos.

La distancia que Ava colocó entre ellos sólo aumentó el interés de Charlie, su sonrisa se amplió un poco cuando notó como su ex intentaba poner cierto orden a la situación. Era típico de ella, siempre intentando controlar el caos alrededor. Pero aún así, Charlie siguió desafiándola.

—Ava.

Se tomó un momento, mirándola de arriba a abajo con un toque de insolencia.

—Creo que incluso Dios aprobaría un pequeño escándalo.

—Eres tan —se calló, tragando los insultos porque no solucionaría nada con ello.

—¿Tan? No te quedes con la palabra en la boca.

Los dedos de la rubia apretaron ligeramente el mostrador a sus costados, luchando para controlar su temperamento. No quería enfadarse, pero Charlie tenía una manera de irritarla como nadie.

Finalmente, habló, entre dientes.

—Te odio.

La declaración sonó más infantil de lo que pensó.

La respuesta de Ava cayó entre ellos como una maldición. Charlie pudo sentir el peso de sus palabras, aunque no se mostró afectado externamente.

—No, no me odias —respondió en un tono arrogante, con ojos retadores, incluso Ava lo sabía, nunca podría odiarlo.

Fairchiald mantuvo su expresión desafiante, pero era difícil negar lo que él decía. A lo largo de los años, ella había tratado de encender ese odio dentro de ella hacia él. Pero siempre había resultado vano, ya que en lo más hondo sabía que no lo odiaba, al contrario, lo amaba.

Su enojo se confundía con ganas de golpearlo y besarlo a la vez, era algo muy característico en él, sabía cómo hacerla sentir.

En respuesta a su sonrisa arrogante, ella se cruzó de brazos, tratando de parecer impertérrita.

—No sabes nada.

Se aproximó un poco más y apoyó una mano en la barra, justo frente a ella, acortando la distancia entre ellos, sus dedos casi tocando los de ella.

—Vamos –dijo, aún con su sonrisa arrogante— Admítelo, no odias ni una sola parte de mí.

La novicia sentía la tentación de alejarse y romper el contacto, pero no lo hizo. Cerró los ojos por un momento, intentando reunir la calma necesaria para responder, pero aún sentía la presión de sus palabras. No quería admitir que tenía razón, pero sentía que debía hacerlo. Pero la orgullosa y terca parte de ella se negaba a dar a Charlie la satisfacción de verlo ganar aún más. Luchó para mantenerse firme.

La mano de Mayhew camino por la barra hasta encontrar la de ella, manteniendo el contacto entre sus dedos. Tenía la intención de quebrar su resistencia, aunque fuera solo un poco. Sabía cómo hacerlo, siempre lo hacía. Su voz sonó suave.

—Ava, por favor —era capaz de rogar, incluso arrodillarse si fuese necesario. La quería devuelta.

Fairchiald se calló, sin embargo, sintió sus labios presionando lo suyo, no sabía como reaccionar, ni tampoco que hacer, estaba tensa hasta que se relajó cuando él acarició la pequeña parte de su mejilla con su pulgar. Sus labios se movieron contra los de ella, con un toque más gentil en comparación con su actitud anterior.

Una parte de él disfrutaba de la tensión entre ellos, pero también sentía un alivio que solo el pelinegro podía explicar cuando ella finalmente cedía a su beso. Su mano izquierda buscó la cintura de Ava, atrayéndola más cerca de él.

Rompieron el beso, y él la miró con una sonrisa presuntuosa y algo de satisfacción escrita en su rostro. Sus dedos aún se entrelazaban, retorciéndose ligeramente.

—Esto no cambia nada —lo apartó suavemente, tratando de seguir con su tarea con los cupcakes.

Charlie se rió en respuesta de ello, con una sonrisa presuntuosa. Se apoyó contra la barra mientras la miraba trabajar en sus cupcakes.

—Claro —respondió él— Porque evidentemente odiándome te hizo besarme así.

—¿A qué quieres llegar con todo eso, eh? —cuestionó ella con molestia, dejando los cupcakes de lado, poniendo su atención en Mayhew.

Charlie la miró por un momento y su sonrisa se ensanchó, mientras la veía intentar mantener su compostura, lo cual era divertidamente adorable.

Se incorporó ligeramente, cruzando los brazos frente a su pecho.

—Solo estoy tratando de hacerte ver la verdad. Y es que no me odias —contestó con arrogancia— Aunque sé que te encanta fingir que lo haces.

—¿Eso solamente quieres?

—No, eso no es solo lo que quiero, Ava —admitió— No es suficiente para mí.

—¿Por qué no? ¿Qué quieres? —cuestionó ella, cruzándose de brazos— ¿Qué comience a rezar por ti?

—Yo lo haría.

—¿Lo harías? —se sorprendió ella, pestañeando un par de veces al estar procesando sus palabras.

Charlie se tensó, dejó liberar un suspiró para poder aliviar sus emociones conflictivas que le generaba un revuelo en su interior al tenerla presente.

—Compre una biblia solo para terminar olvidando el padre nuestro porque cada vez que lo leo, lo único que salía era tu nombre de mi boca como una plegaria por tu ausencia. Y lo único que quiero es darte mi devoción a tu cuerpo puro sin tener ningún rastro de tentación infame que estaría dispuesto a comer la manzana prohibida para alimentar esta necesidad que reclama por ser tuyo una vez más —la miró, esperando una reacción o una respuesta de ella.

Ava se quedó completamente en silencio por un momento, las palabras de él la habían dejado sin palabras. Su expresión pasó de sorpresa a confusión a sorpresa nuevamente al procesar todo lo que había dicho. Nunca antes había oído a Charlie hablar con tanta fervor y devoción, era algo tan inesperado y crudo que la abrumó por completo, tampoco pensó que su ausencia hiciera tal impacto en él.

Su orgullo luchó brevemente con la emoción, pero finalmente se quebró.

No pudo más, se acercó a él, atreviéndose a darle un beso brusco, colocando sus manos alrededor de su cuello y éste respondió al beso con una urgencia y ferocidad igualmente apasionadas. Todo el tiempo pasado sin ella se derramó en ese beso, sus labios y lenguas en un baile frenético por recuperar el tiempo perdido. Sus manos la atrajeron más cerca, aferrándose a ella con desesperación como si temiera que se alejara, se aferraba a ella como si fuera la única cosa que lo lo mantenía anclado en tierra. Finalmente se separaron, ambos respirando entrecortadamente.

Él la miró a los ojos, la mirada ardiente y desesperada llena de deseo y emoción. En ese momento no había arrogancia o burlona, solo él sin restricciones.

Y una vez más, le dio otro beso, esta era diferente, una suave pudiendo sentir sus labios con delicadeza, pero su beso se vio abruptamente interrumpido por el sonido de pasos aproximándose. Charlie se enderezó ligeramente, aún sosteniendo a Ava, pero se apartó un poco mientras ella se volvía a su tarea con los cupcakes. Sus emociones estaban al límite, pero tenía el suficiente autocontrol para no mostrarlo frente a nadie.

Cuando su mente procesó quién estaba ingresando, Charlie cerró los ojos brevemente y soltó un pesado suspiro, mientras que Ava volvió de nuevo a su tarea de los pastelitos, decorando tratando de fingir que no había ocurrido nada. Vio como aparecía la madre superiora, rápidamente la novicia lanzó una sonrisa al tenerla ahí.

—Madre superiora, necesito hablar con usted sobre un tema importante —dejó la manguera de decoración, queriendo hablar del asunto de Amelie y Daisy.

La madre superiora, una mujer elegante y de semblante serio, miró a Charlie con sospecha antes de responder. Sus ojos estaban ligeramente entrecerrados mientras observaba su presencia en la habitación.

—Por supuesto —respondió, todavía mirándolo con cautela— ¿Qué es lo que necesitas hablar?

Ava miró por última vez a Charlie y luego se fue hacia a la superiora, saliendo de allí.

La novicia siguió a la Madre superiora dejando a Charlie solo. Él se apoyó contra la encimera, cruzando los brazos frente a su pecho. Aún quedaba un sabor a Ava en sus labios mientras la contemplaba alejarse.

¡No se olviden de votar y comentar, amores! ❤️✨️
Quería darles un capítulo después de lo que paso el finde 😔
Además de que también quería publicar más capítulos, sin embargo, estoy en período de parciales y en el momento que pueda salir de eso, les prometo dar un maratón <33

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