Día 6: Destiny
Día 6: Destino/guerra
"Un hilo rojo invisible conecta a aquellos destinados a encontrarse, sin importar el tiempo, lugar o circunstancias. El hilo rojo se puede estirar, contraer, enredar, pero nunca romper"
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Tomó un trago del café oscuro que llenaba la taza que sostenía con la mano mientras observaba el agua descendiendo desde el cielo en una tormenta torrencial golpeando con furia el suelo. Los ojos malva perdidos en un punto inexistente, realizó una mueca cuando el humo golpeó su rostro, colándose por sus fosas nasales.
―Kiba... ―Lo recriminó con solo mencionar su nombre.
El mencionado solamente inhaló nuevamente un poco de su tabaco y volvió a exhalar, arrojando el humo cercano al hombre a su lado, causando una reacción inmediata. Sintió la mirada perla fulminándolo y soló pudo acertar a soltar una risa irritante.
―Vaya hombre, relájate un rato. ― Solo lo había hecho para molestarlo, cuestión que siempre resultaba sencillo. ― ¿Tabaco? ― Le ofreció un cigarrillo.
―Sabes que no fumo hace dos años.
Kiba sonrió mientras guardaba la cajetilla en su bolsa y volvía a inhalar sintiendo como el estrés del trabajo se escurría de él. Neji volvió a tomar otro trago vaciando el contenido, esperaba que la lluvia terminara antes de que la hora de la salida llegara por que había olvidado su paraguas.
Ingresó a la oficina luego de ese ligero descanso para seguir con sus pendientes y terminar con tiempo de margen para poder relajarse sin estar con las prisas por terminar. Perdiéndose en el computador, viendo las horas pasar con rapidez. Cerró cada uno de los archivos de su equipo y entregando los informes pertinentes a Kakashi.
Salió caminando del edificio con tranquilidad, mezclándose con el mar de gente de los alrededores que salían de igual forma de su horario laboral. Descendió por la entrada del metro para poder abordar y llegar a su departamento. Había sido un día bastante relajado y tranquilo, siempre era de esa forma a menos que la carga de trabajo se juntara. Su vida era bastante monótona y relajada, cosa de la cual no solía quejarse, estaba conforme con eso.
Las puertas del metro se abrieron, la gente descendiendo por la parte derecha. Una mujer saliendo con rapidez por los empujones de la gente que estaba atrás suyo. Su atención se dirigió hacia la parte trasera por dicha acción y volvió su rostro con rapidez hacia adelante, aunque su actuar no fue rápida. Golpeó a alguien que iba entrando y frunció el ceño al sentir el golpe en su brazo izquierdo. Dicha colisión la hizo cerrar los ojos unos segundos, pero por la presión de la gente de atrás se movió con rapidez para salir del camino y seguir su transitar hasta su destino, sin prestar la más mínima atención y pasando dicho momento como un borrón oscuro en su cabeza. La persona contraria ni se inmutó e ingresó al metro sin dudar ni un solo momento de sus acciones y otorgando a todo ese suceso como algo insignificante, sin un rostro en su cabeza.
En otra realidad esa pudo haber sido una señal, sin embargo, ahora en esta se resumía a la nada.
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Giró el letrero de la puerta de cristal de la entrada, abrió la puerta permitiendo que el olor del pan recién horneado saliera a la calle y de esta forma atraer a los clientes hasta su modesta panadería. La gente transitando por la calle moviéndose hasta sus empleos, lo cual colocaba el negocio en una buena ubicación. Posicionó un letrero a las afueras del lugar para indicar la diversidad en sus productos y limpiando las mesas que estaban afuera.
Tenten Natto sonrió cuando vio a un par de personas acercándose e ingresó con rapidez al negocio para poder recibirlas con toda la actitud, empaquetando sus pedidos y deseando un buen día. Las primeras horas de la mañana eran las más atareadas ya que los empleados buscaban un desayuno rápido y con rápida adquisición. Ese día aún más gente se había acercado y en los momentos que se calmaban, se encargaba de volver a surtir los aparadores con el pan que había realizado temprano en la mañana y el café negro que había incorporado hace poco y que había funcionado con gran satisfacción.
Dio un largo suspiro cuando a las once de la mañana todo se había calmado ligeramente y rebuscó en la parte trasera los folletos que había preparado para atraer a más gente, con algunas promociones y productos nuevos que pensaba lanzar el viernes.
―Hey, siento la demora.
Tenten volteó al reconocer la voz en sus espaldas, sonriendo mientras le entregaba los folletos a su rubia amiga que se había ofrecido a ayudarle un poco en el negocio, lugar que ella solía mantener a flote sola, con alguna ayuda de vez en cuando en la elaboración de pan o en los días que sabía que estaban más cargados.
―No importa, justo estoy liberándome.
Salieron de la tienda con volantes en mano, entregando a las personas que transitaban enfrente del negocio.
―Siempre es divertido pasar el tiempo contigo ― Habló de forma sarcástica Temari al verse en esa tarea, aunque realmente se había ofrecido ella misma y solo jugaba al respecto. ―Justo habrá una fiesta el viernes en la noche, si quieres venir. Gaara cumple años, ya sabes cómo es todo.
Hace más de ocho años que eran amigas, desde la universidad, por lo cual siempre era incluida en cada uno de los cumpleaños de los hermanos de Temari y por supuesto en el suyo. Temari siempre la incluía en todos sus planes y se ofrecía a ayudarla cuando su trabajo se lo permitía. A fin de cuentas, Tenten se había lanzado sin más, luego de renunciar a un trabajo que odiaba, a abrir ese pequeño negocio que desde hace años quería. Donde podría ser su propia jefa. Entendía que al inicio sería difícil y en el primer año debía esforzarse lo suficiente para que el negocio sobreviviera y comenzara a sostenerse él solo, con algunas ganancias.
Resultó mejor de lo que había pensado e iba viento en popa, con ayuda de sus amigas que la auxiliaban cuando necesitaba más gente, aunque no se podía permitir ahora pagar otro sueldo.
―Si, cerraré temprano para poder ir, los viernes siempre hay menos afluencia en la tarde.
Tenten se acercó hacia un grupo de chicas que pasaban enfrente y les entregó un folleto a cada uno de ellas, quienes miraron el papel y agradecieron, mirando con atención la tienda, como en una promesa visual de que volverían en algún momento.
Temari se acercó a un par de chicos, señalando la tienda para una mejor visibilidad, con ese tono de voz intimidante. Cuando Ino o Sakura iban solían dirigirse a los chicos ya que era más fácil persuadirlos con una voz dulce y ciertas frases coquetas, lográndolo en cada uno de sus casos. Temari con su gran personalidad los hacía entrar, y Tenten simplemente usaba su cordialidad y amabilidad, un recurso más ligero que sus amigas.
Tenten llevó un mechón de su cabello tras sus orejas que se había salido cuando el viento sopló con fuerza por la calle, se elevó ligeramente la falda de su vestido que era bastante cómodo y que disfrutaba usar ya que era sencillo. Siempre vestida de forma sencilla pero siempre procuraba usar ropa cómoda para realizar su trabajo además de algo agradable a la vista para dar una buena imagen a la panadería.
Ofreció un par de folletos a diferentes personas que iban pasando, Temari se acercó colocándose a su lado para hablar sobre algunas banalidades y la relación problemática que tenía con un vago, a boca de ella.
Un hombre caminaba hacia su posición pasadas las cinco de la tarde, con la atención dirigida al móvil que traía en las manos. Justo un par de pasos antes de llegar a su posición, Tenten escuchó la campana de la tienda dejando entrever a nuevos clientes. Justo en el preciso momento en que su cuerpo se volteó ante dicho sonido, Temari extendió un folleto al hombre que pasaba enfrente suyo. Su mirada verde lo contempló ligeramente y por un segundo ambas miradas se encontraron, sin embargo, Temari desvió su atención hacía otras personas que venían atrás suyo. Tenten ya se había alejado a la par que el hombre de aquella panadería.
Los pasos de ambos alejándose cada vez más, marcando una distancia que resonaba como eco entre ambos.
Tenten entregó el pedido a los clientes indicando que volvieran en cualquier momento. Justo las mujeres iban saliendo, Temari ingresó sin ningún folleto en su mano y una sonrisa triunfal al lograr terminar su tarea.
La campana de la puerta volvió a sonar, encontrando a una chica tímida quedándose en la entrada unos segundos. Dudó levemente ante el saludo de la castaña y pareció que su rostro enrojeció con fuerza cuando un chico rubio ingresó atrás suyo y colocó su mano en su espalda.
―¡Pero que bien huele! ― Habló fuertemente el rubio, acercándose a los aparadores del lugar y contemplando la diversidad de panes y algunos postres fríos en la nevera.
Tenten se centró tanto en el chico rubio mirando con brillo en los ojos cada una de sus creaciones que se sobresaltó ligeramente al ver a la chica enfrente suyo, jugueteando con sus dedos y desviando la mirada cada dos segundos.
― Disculpe.... ― Tartamudeó y tragó saliva. ― ¿Usted.... Usted es... ― Parecía que las palabras se le habían olvidado de su dialecto. ― Tenten?
La castaña, quien dirigía su atención entre el chico rubio y la chica enfrente suyo, concentró toda esta en la chica, sonriendo ligeramente al entender el significado de esas palabras. Asintió ligeramente y miró a Temari unos segundos.
―¿Puedes encargarte un momento? ― Se refería al chico rubio que cogía diferentes piezas de pan y se debatía entre algunas.
Temari hizo una mueca, no estaba del todo conforme con esa rama de su vida, pero simplemente asintió, por que a ella misma la había ayudado.
Tenten dirigió a la chica hasta una mesa junto a la pared, mientras la escuchaba hablar con cierto tartamudeo en sus palabras, explicando la situación. Sin embargo, Tenten concentró su atención en las manos de la chica y sus pupilas se dilataron ligeramente, aclarándose un poco el color de su iris.
Su atención fue dirigida a alguna cosa en el suelo, siguiendo un simple camino y sonrió al encontrarlo.
Ahí estaba, tan claro, brillando de un tono carmesí, el hilo rojo enlazando el menique de aquella chica llamada Hinata con el meñique del chico rubio al otro lado de la tienda.
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Dio click en la pestaña de pedir en la aplicación de su móvil mientras movía el letrero en la puerta y cerraba con llaves la puerta del local. Se quedó de pie unos minutos esperando que el Uber pasara por ella para llevarla a la fiesta de Gaara que se encontraba a una considerable distancia. No tenía ganas de viajar ni soportar la multitud de gente en el metro, por lo cual decidió darse un lujo de irse en Uber.
Movió el pie en espera, mirando el reloj que tenía en la muñeca, ese día había sido bastante agotador, lo cual era agradable ya que había vendido más que de costumbre en un viernes y de por si ya le iba bastante bien ese día.
Adicional habían asistido dos parejas a la tienda, en busca de un consejo o una lectura para saber si estaban destinados a estar juntos. Siempre había sido de esa forma, desde la escuela superior, desde que se corrió el rumor de que ella tenía esa habilidad.
Todo había iniciado con sus amigos, con su circulo cercano. Ella aconsejaba a sus amigas sobre que ese chico no era el indicado o si tal pareja perduraría en estar juntos. Cada una de sus palabras se hacían realidad. Cuando ella decía que no funcionarían, sean sus amigos o alguna nueva pareja de la escuela, acertaba sin dudar. Ella misma le había dicho a Temari que, aunque se quejara demasiado del vago de Shikamaru, él era el indicado para ella.
El auto se detuvo enfrente suyo y se acercó para corroborar los datos, una vez hecho se subió en la parte trasera, perdiendo su mirada en la ventana, solo observando las luces moviéndose ante el avanzar del vehículo.
Al inicio se pensó que había sido suerte o que era bastante observadora conforme a la personalidad de cada una de las parejas y el comportamiento que tenían. Pero el rumor comenzó a extenderse por la escuela y la buscaban en los descansos para saber su opinión sobre parejas que jamás había visto. Personas que no tenía muchas expectativas terminaban juntos y justo hasta la fecha los veía en la calle, y ellos la saludaban con gran efusividad.
Prontamente el rumor de su talento para determinar si una pareja estaba destinada o no extendió aún más, hasta otras escuelas y al finalizar las clases, varias chicas o parejas la buscaban en la puerta para que pudiera ayudarlas al respecto.
Ella disfrutaba ayudar a las parejas de esa forma, aunque posiblemente no debería hacerlo, estaba metiéndose con el destino mismo y sobre todo ¿no era lo divertido de todo esto? La incertidumbre de si será o no el indicado o que posiblemente, aunque suponía que cuando llegaba una persona que sentía todo tu cuerpo que era el indicado, querría saber si eso era cierto.
El auto se detuvo en un semáforo y Tenten fijó la atención en una pareja que paseaba a un par de perros bastante emocionados por encontrarse. Un niño deteniéndose a acariciarlos. Se puso en movimiento de nuevo, perdiendo aquella efímera escena.
Sin embargo, existía gente que la tomaba como una embustera o que solo quería obtener una fama falsa a través del "talento" que presumía. No los culpaba, si ella no fuera la persona a la cual acudían, ella igual desconfiaría un poco al respecto. La gente era libre de creer en lo que quisiera, sea en la suerte, el karma o simplemente en el destino.
De esa forma se había mantenido su vida, aún cuando tenía un trabajo desgastante en una oficina hasta que pudo librarse de ello, la gente la localizaba para darles alguna señal sobre si estaban haciendo lo correcto con esa persona, pensando que era un tipo de talento o un sexto sentido. Pero todo eso iba más profundo.
Tenten tenía la habilidad de ver aquel hilo rojo que conectaba a las personas, esa cuerda carmesí atado en el dedo meñique de cada una de las personas. Un talento que tenía desde que tuvo uso de razón, pero que en ese entonces no había entendido, para ella eran meramente muchos cordeles enredados. Con el paso del tiempo comenzó a comprender el significado de cada uno de esos hilos, basándose en la leyenda japonesa al respecto.
Solo existía un solo precedente de dicha habilidad, de aquella bruja que había sido llevada a la hoguera por "engañar" al gobernante de dicha época, un pequeño vestigio pero que Tenten había tomado como real, al verse en la misma situación. No los veía a cada momento de su día a día, eso sería realmente algo malo, sino que era algo que mantenía apagado en su cabeza. Cuando la ocasión lo requería ese pequeño interruptor era encendido y destellaban como fuegos artificiales ante sus ojos. Debía concentrarse para ver únicamente el que le importaba en ese momento. Ya que era bastante confuso si no se enfocaba lo suficiente. De hecho, en un par de veces había seguido los hilos, encontrando el otro extremo deseado.
Si ella contaba con dicha habilidad, no tenía ningún margen de error.
Solamente que nadie sabía sobre los hilos del destino o ella misma no había dicho detalles al respecto. La gente la tomaba como una especialista en el amor o parejas predeterminadas, un gurú del amor o no recordaba cuantos otros adjetivos utilizaban con ella. Sabía que tenía un sexto sentido para este tipo de cosas y confiaban en ella debido a toda su experiencia.
Se movió en el asiento trasero, fijando su vista en el móvil y observando el trayecto que llevaba el Uber. Suspiró contra la ventana, formando una ligera neblina en el cristal y dibujó un corazón en el con el dedo índice. El auto se detuvo en una clara señal de que habían llegado a su destino. Tenten pagó en efectivo y descendió del automóvil.
El tacón de su pie derecho hizo contacto con la acera y una sonrisa un tanto falsa se formó en su rostro.
Realmente ella era un completo fraude.
Decía que era una especialista en el amor, en todo lo relacionado a la compatibilidad de las parejas, ella era alguien importante en el ámbito... si eso era cierto ¿Por qué ella no había encontrado a su persona destinada?
Apretó los labios mientras se iba acercando a la casa de su mejor amiga, con la frustración latente en su interior. Realmente, realmente lo había intentado. Demasiado, tantas veces que había perdido la cuenta. No era una chica desesperada por un romance o una pareja en su vida. De hecho, en toda la preparatoria eso no cruzó su cabeza. Pero al entrar a la universidad la espina de la duda de como sería su primera relación amorosa y si correría con la suerte de encontrar a aquella persona que conectara con el otro extremo de su hilo en el primer intento.
Espero pacientemente pero no hubo señales al respecto y la desesperación la llevó a intentar seguir su propio hilo, al menos para tener una idea de que había al otro lado. Su corazón se detuvo unos segundos cuando, sus ojos adquirieron un tono ámbar y contempló estupefacta que su hilo rojo del destino, estaba roto.
Retrocedió unos pasos y volvió a mirar, negándose a aceptar lo que momentos antes había visto. Pero ahí estaba, partido, como si hubiera sido cortado perfectamente por unas tijeras. Una sensación desagradable la invadió ante la incógnita que se abría con fuerza en su cabeza.
La leyenda resonando en su cabeza: "se puede estirar, contraer, enredar, pero nunca romper"
No existía ningún precedente para algo como eso, un hilo roto, enredándose en si mismo y sin ningún destino. No había nada en lo cual basarse para saber como actuar o manejarse al respecto. Durante un largo tiempo siguió intentando ver si había alguna clase de error, intentando pensar que posiblemente su habilidad estaba fallando, intentando salir a citas con diferentes personas, sumergiéndose en relaciones mundanas con hombres que ahora mismo no recordaba, ya que nunca duraban. No podía hacerlo, no cuando aquello que se supone que se debía sentir, aquella atracción que debía estar, estaba ausente.
Lo intentó realmente lo hizo durante varios años, yendo en contra de la corriente, oponiéndose a su destino tan insípido de que no existiera nadie destinado para ella en ese basto mundo. Los años avanzaban y conforme el tiempo pasaba, la intensidad de su búsqueda era aún más fuerte. Al inicio lo había descartado ligeramente, al pensar que de alguna forma se arreglaría todo esto. Pero se suponía que el hilo rojo del destino era algo con lo que nacías, estaba predicho. Pero la situación no cambió en ningún momento y la frustración se alzó con imponencia. En un claro recordatorio de lo que eso significaba, una especie de burla hacía ella.
Y en algún momento, después de la desesperación del momento del descubrimiento, Tenten Natto se resignó, frustrada ante la ironía de la situación. Frustrada ante el precio del don que le había sido otorgado y aún más ante la impotencia de no poder hacer nada al respecto. Dejándose llevar por la corriente turbia.
Ella se resignó a la ausencia de su destino.
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Y si, se viene continuación. La idea era terminarlo en el tema libre de mañana pero terminando de hacer la escaleta de lo que quiero hacer resultaron 5 capítulos jajaja así que lo publicaré más adelante para que puedan leerlo todo junto cuando este finalizado.
Si te gustó, espera el anuncio cuando se venga la historia completa.
Estoy muy ilusionada y emocionada con esta historia y todo el significado que la envuelve, por lo cual espero de verdad que sigan todo lo que se viene.
¡Nos vemos mañana!
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