"La Adorable Emma Y El Viaje En El Anden 9 ¾" Part 1
Después de llegar, Harry había hido a dejar todas sus cosas a su habitación bajo la atenta mirada de los Dursley, quienes no dijeron nada al ver a Alioth en el marco de la puerta esperando por su mejor amigo.
-Ya esta.-Dijo cuando volvió a bajar.
Alioth lo llevo al pequeño y deprimente parque de Privet Drive. Dejo la caja con el escarbato en el pasto y saco de su mochila lo que parecía ser un pastel de color anaranjado y poroso, se veía delicioso.
-Sinceramente es el unico pastel que me gusta, pero aún así no logro terminar mi porción. Espero que te guste, es de calabaza.
Harry le sonrió a su amigo con agradecimiento cuando le dio una gran porción de aquél sabroso pastel. Se sentaron sobre una manta que Alioth también saco de su mochila -la cual sospechaba Harry que podria tener magia dado que por su tamaño no parecía tener cavidad para tantas cosas.- comieron el pastel y bebieron jugo de arándano entre risas.
Cuando terminaron, Alioth atrajo su mochila hacia él de nuevo. Rebuscó en ella hasta que saco de su interior un paquete envuelto con papel de regalo color azul y un bonito moño plateado parecido a los ojos de Alioth.
-No tenias que...-Comenzo a decir Harry cuando tuvo el regalo en sus manos, pero Alioth interrumpió sus agradecimiento innecesario.
-No, no te atrevas a terminar la oración. Sabes que no me importa cuantas veces me lo digas, siempre te dare algo en tu cumpleaños y trataré de que te lo pases bien.
Harry sonrió apenado con las mejillas sonrojadas.
-Me siento culpable de no poder darte nada en tu cumpleaños cuando tu me das algo.
-Se un poco egoista Harry y recibe mis obsequios sin temblor en la mano.-Alioth rodo los ojos con una sonrisa juguetona.- me tiene sin cuidado que no me regales algo, después de todo por muy sentimental que suene, el hecho de que estés conmigo es más que suficiente.
-Gracias.
Alioth suspiro, haciendo un gesto de mano insito a Harry para que abriera el regaló, este obedeció y siendo cuidadoso comenzo a despegar el envoltorio.
-Solo pido una cosa, y es que no preguntes como lo conseguí.
Harry lo miro confundido por unos segundos para luego a sentir y termino de quitar el papel revelando una fotografía enmarcada en madera de caoba con un diseño muy bello, parecía tallado con tanta delicadeza que temió arruinarlo con solo tocarlo, cubierto con un cristal estaba la fotografía de una mujer pelirroja y sonriente de preciosos ojos verdes, a su izquierda se encontraba un hombre de cabello azabache y lentes que la abrazaba de lado con un sonrisa deslumbrante. Aparentaban aproximadamente no mas 20 y por el vientre de la mujer podia saberse que estaba embarazada. Para sorpresa de Harry la fotografía se movía y la pareja lo saludaba con alegría para luego mirarse y un darse casto beso. A Harry se le cristalización los ojos y miro a su mejor amigo con una expresión cargada de sentimientos, Alioth tenia un nudo en la garganta y se negaba a decir algo hasta estar seguro de que su voz no saldría entrecortada.
-Ellos son...
Alioth asintió y eso fue suficiente para Harry, sin esperar un segundo mas se acerco al ojigris y teniendo cuidado con la fotografía lo abrazo con fuerza. Estuvieron abrazados por un par de minutos, hasta que Alioth creyó conveniente decirle a Harry al menos parte de su verdad.
-Es hora de que te conteste varias preguntas relacionadas a mí. ¿Por que no iniciamos con el cuestionario?
Harry se removió indeciso en su lugar cuando estuvieron sentados en la manta. Tenia varias preguntas pero sentia que estaba siendo demasiado entrometido con su amigo.
-¿Por que algunas personas te miran como si...-¡Diablos! No sabia como hacer la pregunta sin que sonara tan mordaz.
-¿Como si me odiaran, temieran, despreciaran y un sin fin de abjetivos altamente ofensivos hacia mi persona?.- Harry no sabía como hacía su amigo para tener un lenguaje tan pulcro pero que le permitiera llevar a cabo una discusión -como con el chico rubio- sin la necesidad de alzar la voz o utilizar palabras mal sonantes.
-No creo que...
-Asi son las cosas Harry y me tiene sin preocupación alguna.-Mintio Alioth, por que claro que le preocupaba lo que pudieran hacer aquellas personas con su miedo y odio hacia él, por que estaba seguro de que cuando aquellos sentimientos engrandecieran no duduarian en atacar a los que él mas amaba.- pero eso no importa...
-No tienes que responder si no quieres.-Se apresuró a decir Harry apenado.
-Honestamente no soy una persona que prefiera negarse a hablar de ciertos temas conflictivos, por lo que respondere ignorando mi querer o no. -Guardo silenció por unos segundos tratando de escoger las palabras correctas para no revelar algo que no debería.- los Black son una de las familias mas antiguas de magos, antiguos miembros que ya no estan en este mundo o no portan el apellido por contraer matrimonio fueron o son altamente narcisistas, de egos tan grandes y pensamientos cerrados que se negaban a aceptar a los muggles y magos nacidos de estos -algunos aun lo hacen-, los consideraban indignos de la magia. Incluso se puede decir que las generaciones más jovenes eran seguidores de Voldemort.
-¿De- quien- tu- sabés?
Alioth puso los ojos en blanco y apreto los labios.
-No temas a su nombre Harry, eso solo aumenta el temor al hombre detrás de el y creeme es altamente innecesario.
Harry estaba aun confundido con respecto a ello pero no le quedo de otra mas que asentir.
-De acuerdo, estos familiares de pensamientos egoístas hicieron cosas terribles que son preferiblemente no nombradas, por ello varias familias de magos y brujas temen, odian y desprecian mi apellido.
-Pero no es tu culpa. -Dijo Harry con el ceño fruncido con enojo.
-A algunos les importa poco eso, otros tantos prefieren ser mas amables y no castigarnos a mi madre y a mí por el pasado de la familia de mi padre.
Harry miro con interés a Alioth y antes de que pudiera pensarlo mejor la pregunta salio de sus labios.
-¿Dónde esta tu padre?
Cada musculo del cuerpo de Alioth se tensó bruscamente, solto un suspiró profundo tratando de relajar sus músculos pero fue casi imposible. Temia aquella pregunta, no solo por que le enfurecía recordar como castigaron a su padre aún siendo inocente si no también por lo que aquello trajo consigo y la relación que su padre tenia con los de Harry. Aún así respondió.
-Lo dire en palabras simples sin divagar en detalles. Mi padre esta es Azkaban, una de las cárceles del mundo magico. Mi padre se encuentra pagando una condena que no merecía. -Su voz sono impasible e increíblemente indiferente, prefería no demostrar que tanto le afectaba no tener a su padre con él.
Harry abrió los ojos de golpe, no esperaba algo así. Inclusive penso que tal vez había fallecido pero jamas pensó que estuviera en la cárcel.
-Yo...
Alioth nego con la cabeza, no quería escuchar un >>lo siento<< de parte de su amigo por que eso era como si él hubiera hecho algo para que su padre fuera apresado, y no era culpa de Harry.
-No te preocupes Harry. Eso no importa ahora. Siguiente pregunta.
Harry suspiró y continuó preguntando.
Le pregunto sobre por que el Ministro de Magia le temía, Alioth le respondió que en parte era por lo de su padre y en parte por lo que Hagrid y él le explicaron en el bote. Su habilidades magicas eran bastante sobresalientes y el Ministro de Magia temía que en algun momento Alioth se volviera contra todos y todo y desatará el caos, algo que Harry penso que era muy poco probable y bastante descabellado; en su interior Alioth no pensaba igual. El ojigris sabia que en algún momento perdería fuerza para luchar contra su otra parte y terminaría sediendo bajos los impulsos más sadicos y malignos de su interior, una vez esto ocurriera no habría nadie ni nada que lo detuviera. Tal vez inclusive seria peor que Voldemort, el sujeto queria poder mientras que el otro lado de Alioth haria las cosas por simple placer, sin meta alguna o ambición, desataría el caos por que podia y quería, por simple diversión y eso era mas peligroso dado que no tenia una dirección concreta, era como un juego para él; un simple pasatiempo.
-¿Por que puedes hacer magia fuera de Hogwarts?
-Eso viene de la mano con el odio de algunos hacia mi familia, necesito poder protegerme cuando estoy solo. Las personas no se tientan el corazón si quieren atacarme, no les importa que sea solo un niño.
Harry suspiró, al parecer el mundo era mas caótico de lo que siempre había pensado. Todo este tiempo creyó que Alioth tenía una buena vida, una madre y un padre que lo amaban y daban cuanto quisiera, pero ahora se daba cuenta de que posiblemente él tenía una vida mejor que Alioth, a él parecían quererlo aun cuando no lo conocían mientras que a su amigo lo odiaban y temían, ahora que lo veía todo un poco más claro Alioth siempre estaba para él, ayudándolo y apoyándolo cuando su situación posiblemente era peor que la de Harry. Sin duda tenía al mejor amigo del mundo y estaba agradecido por ello, no sabía que hubiera sido de él sí nunca hubiera conocido a Alioth Black.
-Lo que le dijiste el chico rubio.-Alioth lo miro indicándole que continuara.- ¿Significa que ya haz estudiado magia?
-Algo así, conosco a alguien que me a enseñando hechizos de defensa, pero sobre la teoría bueno...eso ya fue cosa mía, en ocasiones voy a bibliotecas del mundo mágico con Emma. Así como asisto contigo a las del mundo muggle.
Harry asintió y tubo una idea.
-¿Podrias ayudarme a adaptarme?
Alioth le sonrió a su amigo con diversión.
-No hace falta que lo pidas, hiba a hacerlo de cualquier modo Harry.
Los amigos se sonrieron. Harry recordo algo y con la curiosidad palpable en su voz pregunto.
-Por cierto ¿Quién es Emma?
Harry pudo ver como los ojos de su amigo se iluminaban y una sonrisa deslumbrante se dibujaba en su palido rostro.
-Emma Lupin es mi prima. Es bastante inteligente y muy dulce aunque también tiene un carácter fuerte.
-¿Ella también ira a Hogwarts?.- Quiso saber Harry.
-Si. Su carta ya debió haber llegado, te agradará.
Harry sonrió, al menos ya tendria a Alioth una vez llegara a Hogwarts y posiblemente a otra amiga si él y Emma se agradaban.
Las horas pasaron y Harry comprendio un poco mas el cómo funcionaba el mundo mágico, la reglas que este tenía y como eran algunas costumbres de la gente en ese lugar. Podría haber indagado más pero Alioth le aseguro que sería mucho mejor explicarle algunas cosas una vez llegaran a Hogwarts, así que dejo de lado algunas dudas y se concentró en pasar una buena tarde con su mejor amigo.
En ese momento Harry poso su vista en la caja donde se encontraba la mascota de su amigo, ahora había silencio en su interior pues tan solo hacía 5 minutos que había escuchado el último rasgue de garras.
-¿Como lo llevarás a Hogwarts? .-Alioth dejo de mirar el cielo anarajando por la puesta de sol y poso sus ojos grises en la caja a su lado.
-Supongo que debo hechizar una mochila o una pequeña caja para el. Eso luego lo pensare.-Se encogió de hombros.
-¿Qué nombre le pondras?
Alioth entrecerro los ojos con aspecto pensativo. Unos segundos después respondió muy seguro.
-Dado que en mi familia se inclinan por poner nombres de estrellas o constelaciones obtare por Caelum.
-¿Caelum? .-Pregunto Harry confundido.
-Si, significa El Cincel. Puedo apodarlo Cae. Caelum es una constelación del hemisferio celeste austral introducida por Nicolas-Louis de Lacaille en la década de los 50 del siglo XVIII con el nombre de Caelum Scalptorium.
Harry lo miro impresionado y confundido a la vez. Alioth al ver su expresión solto una corta carcajada.
-No te preocupes Harry, en Hogwarts estudiaremos Astronomía.-Con una tierna sonrisa que elimino un poco la seriedad de su rostro.
-No entiendo como es que sabes tanto.
-Supongo que tengo buena memoria.
Alioth se encogió de hombros restándole importante. Si, era cierto que sabía mucho, pero Emma también era bastante inteligente, la niña devoraba los libros como si fueran vasos de agua y comprendía cada palabra que leí y luego explicaba el tema con sus propias palabras. Por que si había algo que Emma odiaba era memorizar los textos sin comprenderlos, no le veía caso alguno. Era muy parecida a su padre, le gustaba estudiar y aprender cosas nuevas, era timida al principio y aunque lo negara le gustaban las bromas casi tanto como a Alioth.
-¿Tu nombre viene de una constelación o algo así?-Pregunto Harry curioso.
Alioth apreto los labios y asintió.
-Especificamente es la estrella Ursae Majoris en la constelación de la Osa Mayor. -Alioth miro a todos lados y sacando su varita con disimuló hizo un pequeño movimiento que libero un destelló dejando paso a la imagen de la constelación. Harry lo miro anonado.- es la estrella mas brillante de la misma. Alioth se encuentra formando la cola de la Osa y es la que esta más cerca del cuerpo.
Acompañó su explicación señalando con el dedo el lugar donde se encontraba la estrella Alioth. Harry no podia estar más impresionado.
-Vaya... ¿Que significa?
El ojigris levanto las camisuras de sus labios.
-La oveja.- El ojiverde arqueó una ceja.- eso significa, en ocasiones me gusta bromear con que soy literalmente la oveja negra de la familia.
Harry negó divertido.
Después de unos cuantos minutos más de charla Alioth acompañó a Harry hasta la puerta de su casa, ambos amigos se despidieron y luego de otro abrazó el ojigris partió a Grimmauld Place con la culpa abriéndose paso en su corazón. No había sido completamente sincero con su amigo, había algo de verdad en sus palabras pero aún así faltaban hechos.
Cuando estuvo en la esquina de Privet Drave saco una varita recta de aspecto liso y con un mango elegante. Hizo un suave movimiento con ella y las luces de la calle parpadearon por un segundo, un segundo que le permitió a Alioth desparecer. Una vez entro a su hogar suspiro aliviado. Camino hasta la sala para saludar a su madre y contarle lo que había ocurrido.
Sohail Black se encontraba sentada con las piernas encogidas en el sillon más amplio de la sala, la chimenea estaba encendida con un fuego tenue que chisporroteaba en ocasiones, en la mesina de centro reposaba un taza que si Alioth no se equivoca contenía chocolate tibio. Su cabello azabache reposaba con delicadeza sobre sus hombro, sus ojos azules estaban fijo en las llamas pero si se observaban con intensidad podía verse la preocupación en ellos.
-Mamá.-La llamo Alioth en un tono suave, casi un sususrro.
Sohail llevo su mirada hacia su hijo, lo recorrió de pies a cabeza. Corto cabello pelinegro, palidos ojos grises, piel blanca, labios delgados y nariz respingada, un pequeño cuerpo que cargando un mochila y una caja. Sonrió enternecida, era la viva imagen de padre salvo que los ojos de Sirius Black siempre brillaban con coquetería y diversión, mientras que los del pequeño Alioth se mantenían serios y frios sin importar que tan bien se lo pasara haciéndo bromas o sonriendo con burla, aquellas dos características nunca abandonaban su mirada; a excepción de cuando esos mismo frios ojos grises se posaban en la pequeña y rubia Emma Lupin, la ojimiel era la niña de los ojos de Alioth, era lo más preciado que se podria decir que él tenía. No había nadie en el mundo a quién Alioth amara mas que a Emma, no importaba que tanto esta lo reprendiera por sus comentarios o acciones él siempre le regalaba una sonrisa.
-Hola cariño.-Sohail se levantó y camino hasta Alioth donde agachandose a su altura le dejo un casto beso en la frente.
-Llegue tarde.-Dijo sin mas.
-Lo se, pero es el cumpleaños de Harry así que estas perdonado.
Sohail le quito con suavidad la caja a su hijo y empujándolo de forma juguetona lo encaminó al sillón.
Ambos tomaron asiento el mismo lugar donde Sohail se encontraba, uno al lado del otro.
-No te pedi perdón.-Alioth frunció el ceño y sonrió extrañado.
-Hagamos de cuenta que si. -Su madre abrió la caja y metiendo las manos saco con cuidado al pequeño animalito.- Dime ¿Les gusto el pastel de calabaza?
Si, tal vez Sohail no podía ver a su ahijado, ni estar con él como debería, pero desde que Alioth llego un día diciendo que Harry se había convertido en su mejor amigo decidió junto con el niño hacer de cada cumpleaños de Harry algo mucho más lindo que lo que los Dursley hacían. Por ello Sohail se ocupaba de hacer un pastel de cumpleaños distinto cada año así como de alguno que otro regalo, mientras Alioth se ocupaba de hacérselo pasar bien. Este año no había sido la excepción, si tampoco lo serían los siguientes.
-A Harry le encantó, a mí igual. -Observo como su madre acariciaba a la cría de escarbato que no hacía mas que olisquear el aire.- aunque en lo personal...
-Sigue sin gustarme el pastel.-Su madre lo interrumpió.- Lo sé cariño, es por eso que cada cumpleaños me ocupo de comprar helado.
Alioth rodo los ojos.
-A Emma le gusta el helado, por eso también lo pido. Aunque le molesta un poco que siga pasando casi todo el dia de mi cumpleaños con Harry.
-Esta un poco celosa. Es entendible.
-Es tonto.-Comento Alioth poniendo los ojos en blanco.
-Bien dejemos eso de lado. Mañana Remus traera a Emma para quedarse el resto de la vacaciones e iremos al Callejón Diagon juntos.-Sohail metió al escarbato en el interior de la caja de nuevo.
-Dos veces seguidas al Callejón Diagon, emocionante.-Dijo sarcástico.
-Debemos comprar tus útiles Canuto, además de una lechuza.
Alioth arrugo la nariz por esto último. Le fascinaban las criaturas mágicas o no mágicas, pero las lechuzas no le gustaban en lo mas minimo tampoco las ratas le agradan, las aborrecía. No recordaba la razón pero igual tampoco le importaba, no le gustaban ninguno de los dos animales y punto.
-No quiero una lechuza.
Sohail sonrió y acarició el cabello de Alioth con ternura.
-Entonces ¿que quieres? ¿un Halcón?.-Aquel comentario podia ser sarcástico, pero no lo era en absoluto. La pregunta era enserio y quería saber la respuesta de su hijo.
-Un Halcón Gerifalte suena bien.
-De acuerdo, mañana pasaremos con la Señora Mancini, seguro ella tendra uno. ¿Quieres cenar?
-No grácias, tuve sufiente con el pastel. Ademas no estoy de animos para soportar a Kreacher.
Sohail se levantó del sillón e hizo un gesto con la cabeza a Alioth para que la siguiera. El ojigris se levanto sin replicar y siguió a su madre por las escaleras hasta llegar a su habitación.
La habitación de Alioth gritaba elegancia y clase alta, era espaciosa y estaba pulcramente ordenada, un ropero con unos detalles preciosos adornaban la mitad de una de las cuatro paredes pintadas de color escarlata; en aquel ropero exactamente en una pequeña puerta que tenia llave se encontraba la varita con centro de Pelo de Rougarou, aquella varita que Alioth se había prometido no usar a menos que fuera necesario, la llave estaba escondida en un sobre bajo el colchón de su cama.
Esperaba que nunca tuviera que usarla.
Del techo colgaba una araña con 10 velas que apenas entrar en la habitación se encendieron solas gracias aun hechizo que aplicó Alioth ya hace tiempo. En el centro de la pared frente a su armario se encontraba la gran cama del ojigris, tanto la sobrejunda de las almohadas como el endredon eran negros, mientras la sabana que cubría el colchon era de color gris oscuro. Estaba tendida de forma inpecable, como le gustaba a Alioth. Al lateral derecho de la cama se encontraba un ventanal ancho cubierto por cortinas de terciopelo negro decoradas con encaje dorado. A los laterales de la puerta que quedaba del lado izquierdo de la cama estaban dos grandes estantes de madera con libros ordenados alfabéticamente, todos y cada uno de ellos fueron leídos por Alioth.
Sohail dejo la caja aun lado de la cama de su hijo quien solo la miraba.
-Es hora de dormir.-Le dijo su madre.
Alioth frunció el ceño.
-¿Me vas a arropar?
Sohail se encogió de hombros y sonrió con diversión. Alioth rodo los ojos incrédulo ante lo que escuchaba, no era que su madre no le expresará cariño pero después de todo lo que había vivido durante los primero cuatro años de su vida y lo que había tenido que aprender y hacer durante los siguientes, olvidaba que era un niño.
-¿En serio?
-Si, ahora ve a cambiarte y antes de dormir me cuentas que sucedió hoy.
El ojigris suspiro y fue por su pijama que estaba sobre la cama. Salio al pasillo y entro al gran baño que tenían, se quito sus prendas obscuras y se puso sus pantalones de algodón junto a una camisa suelta de color gris, junto su ropa, la dobló y fue de nuevo a su habitación.
-Dame eso.-Le dio a su madre la ropa y está la hecho en una sesta que estaba en una esquina de la habitación.-Ahora ven aquí cariño.
Alioth se acerco sin replicar a la cama que estaba destendida y se subió para acomodarse en su lugar, Sohail se sentó del otro lado de la cama.
-¿Ahora que, me darás chocolate caliente y me contaras un cuento?...por que te recuerdo que no me gustan los cuentos y el chocolate lo prefiero a temperatura ambiente o frío.
Sohail solto una risita y apretó la nariz de Alioth quien solto un fingido: !Hey!
-Eres tan Sirius.
Alioth sonrio con burla. Ese era su momento favorito del día, cuando estaba con su madre. Cuando era mas pequeño y llego con su madre a la casa le fue difícil acostumbrase, tenía miedo y desconfianza de casi todo, la primera vez que escucho los gritos de la antigua Señora Black sus ojos se cristalizaron por un segundo y tuvo ganas de llorar, pero luego recordo los gritos que le daba su tío Lesath así como los gritos que tenia que escuchar de las victimas de éste, por lo que a la segunda vez que el cuadro aquél le grito una ronda de insultos hacia él y sus padre simple lo miro aburrido y dando medía vuelta se perdió en la cosina. Era contadas las veces que Alioth le respondía a aquel cuadro y solo era así cuando no estaba de humor.
Prosiguió a contarle a su madre su día de principio a fin obviamente omitió algunos detalles como los recuerdos que tuvo y los insultos de aquella mujer. Aún así le narro su encuentro con Malfoy y el resto de la tarde que paso con Harry.
-Me alegra escuchar que se la pasaron bien cariño.
-Me gusta estar con Harry.
-Lo se. También me agrado saber que pusiste a Malfoy en su lugar.
-¿No vas a reprenderme?
Sohail hizo una mueca.
-Regularmente diría que evites siquiera mirar a esa horrible familia, pero no esta de más bajarlos de su nube de vez en cuando.
Alioth sonrió con arrogancia.
-Me gusta hacer eso.
Sohail le acarició el cabello.
-Olvidando eso, ¿Te gustó el regalo del Señor Scamander?
Alioth sonrió esta vez con felicidad.
-Si, el Abuelo dijo que podia llevarlo.
-Eres un consentido, pero también humilde y bondadoso. Eso me gusta de ti cielo.
Las mejillas de Alioth se tiñeron de rosado y Sohail le dió un beso en su frente antes de levantarse y arroparlo.
-Pense que no hibas a hacerlo.-Replico Alioth aun con las mejillas encendidas.
-Te dije que lo haría.
-Si bueno, tenía un poco de esperanza.
Sohail sonrió con tristeza y revolvió el cabello de Alioth.
-Eres un niño cielo, no importa que tanto tengas que hacer o aprender sigues siendo un niño, no lo olvides cariño.
Alioth asintió, aunque tanto su madre como él sabían que solo era para darle la razón y no discutir. Sohail suspiro y beso de nuevo la frente de su hijo.
-Buenas noches mamá.
-Buenas noches cariño.
Su madre salió de la habitación cerrando la puerta. Una vez afuera se quedo quieta analizando la situación, amaba a su hijo y se preocupaba por él, por que sin importar que tan independiente sea el pequeño ella siempre lo cuidaría y sabía que Sirius también haría la mismo. Ah, si Sirius estuviera aquí sobrellevar la situación de Alioth sería más fácil tanto para ella como para el niño. Odiaba profundamente a Peter Pettigrew por que sabía que aquella rata traidora era la causante del encarcelamiento de su esposo Sirius y la muerte de dos de sus mejores amigos Lily y James.
A la mañana siguiente Alioth sintió un peso sobre él y unas risitas bajas. Abrió sus ojos grises como platos al ver que el sol ya había salido a través de las cortinas que cubrían las ventanas, después miró alrededor y su vista se quedo fija en una cabellera rubia con reflejos castaños junto a unos ojos color miel que lo miraban sonrientes.
-Alioth, buenos días.
-Buenos tardes Emma.
La niña rodo los ojos ante el sarcasmo de su primo, pero luego volvió a sonreír.
-Vamos, vamos. Vistete y baja a desayunar con nosotros.
Alioth frunció el ceño. ¿Nosotros?
-¿Tío Remus se a quedado?
-Si, hace tiempo que no te veía.
Alioth sonrió cuando Emma salió del cuarto apresurada con una sonrisa imborrable en su rostro. Se paro de su cama y antes de vestirse la ordenó como siempre hacía, fue hasta el clóset de donde saco una camiseta, unos pantalones y una usual chaqueta sport todo en color negro, bajo la cama saco sus botas y una vez alimentó su pequeño escarbato bajo a la cocina, pero obviamente a medio camino las cortinas del cuadro se abrieron y los gritos no se hiceron esperar.
-¡BASTARDO! ¿VAS A SALIE? ¡ESPERO QUE NO LO HAGAS O DEJARAS EN MAS VERGÜENZA AL APELLIDO BLACK, YA TUVIMOS SUFICIENTE CON TU DESPRECIABLE Y TRAIDOR PADRE! ¡SI VIVIERA YA ME HUBIERA ENCARGADO DE USTEDES!
La cabeza de su madre seguida de la de Remus y Emma Lupin se asomo desde la cosina, Alioth detuvo su caminar ante los gritos, se giro y miro con una sonrisa burlona el cuadro.
-Grita todo lo que quieras Wallburga Black pero tus palabras no me interesan en lo más mínimo.
Dio media vuelta y bajo a la cosina donde se encontraba su familia esperando. Al entrar en la cosina se acerco directamente al hombre alto de cabello castaño y ojos miel con cicatrices en el rostro de aspecto enfermizo que lo veía con un sonrisa, sonrisa que Alioth correspondió con una sincera alegría.
-Hola padrino.
-¿Como haz estado Alioth?.-Dandole un abrazo al niño.
Alioth se encogió de hombros cuando se separaron.
-Bien, supongo.
-Te despertaste tarde.-Observó Emma con la cabeza ligeramente inclinada en gesto de confusión.
Alioth se encogió de hombros despreocupadamente.
-Estaba cansado.
Sohail y Remus miraban la interacción de los dos niños con interés mientras tomaban asiento frente a sus desayunos preparados por Kreacher, un elfo domestico que llevaba muchos años en la familia Black, pero que no soportaba para nada a Sohail ni Alioth al ser esposa e hijo de Sirius, el traidor de la familia, sentimiento que era correspondido.
-Oh cierto. Fue el cumpleaños de Harry.
Emma rodó los ojos. No era que le desagradara Harry, ni mucho menos que estuviera celosa o eso se decía ella. Solo que a su parecer; Alioth pasaba demasiado tiempo con el ojiverde.
-Hoy pasare el día contigo. Hay bastante Alioth para compartir, así que deja tus celos de lado Emma.-Explico Alioth tomando su lugar junto a su madre que se encontraba frente a Remus.
Sohail y Remus rieron con nostalgia. Sirius habia dicho lo mismo cuando Sohail discutía con James por que Sirius pasaba demasiado tiempo con él.
Emma frunció el ceño.
-No estoy celosa.
-Si tu lo dices.-Dijo Alioth sin creerle nada.
La pequeña Lupín bufo y se sento a desayunar junto a su padre.
El desayuno transcurrió entre risas ocasionadas por Alioth y recuerdos nostálgicos debido a que aquellos dos niños eran como la viva imagen de dos personas que habían perdido casi al mismo tiempo. Mientras comían una lechuza entro a la instancia ululando, Emma dejo de comer al instante sabiendo lo que aquello significaba, su carta había llegado. Realmente no cumpliría años si no hasta el 19 de agosto.
-¡Llegaron las cartas!-La pequeña rubia salto de su asiento y corrió hasta le que lechuza que se encontraba a un lado del fregadero.
-Querras decir tu carta.
Emma le dirigió una mirada fulminante a Alioth que se encogió de hombros. Remus se levanto y se acerco a Emma quien miraba su carta con emoción una vez la lechuza volvió a irse.
«Señorita E. Lupin, cocina del numero
12 de Grimmauld Place».
Decía el sobre.
-Vamos, que esperas. Abrela Emma.-Dijo su padre.
La niña no espero mas y abrió su carta.
-Leela en voz alta, cielo.-Pidio Sohail, eso facilitaría las cosas.
COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA
Director: Albus Dumbledore
(Orden de Merlín, Primera Clase,
Gran Hechicero, Jefe de Magos,
JefeSupremo, Confederación
Internacional de Magos).
Querida señorita Lupin:
Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios.
Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 19 agosto.
Muy cordialmente, Minerva McGonagall Directora adjunta.
-Felicidades Emma...
-Muchas gracias Alioth.-Agradecio pero el ojigris no había terminado.
-tendras que soportarme casi las 24 horas por 7 años.
Emma bufo. Remus abrazo a su hija feliz, ambos deseando que Soraya estuviera ahí para ver que su pequeña había crecido y ahora en poco emprendería un viaje que cambiaría su vida. Sohail y Alioth sonrieron, también deseando que no solo su hermana Soraya estuviera ahí, si no también el padre de Alioth. La pelinegra de preciosos ojos azules apreto los labios conteniendo las lagrimas, Sirius y Soraya merecían ver a sus hijos mm partir en aquel tren escarlata, merecían haber podido acompañarlos en la compre de sus útiles, merecían darles un abrazo antes de que abordarán, merecían tantas cosas pero ni ninguna de ellas era el destino de morir o ser encarcelado injustamente, alejado de aquellos a quien amas.
Cuando todos estuvieron en la puerta listo para partir Emma corrió de nuevo al interior de la casa tropezando con el pie disecado de troll de la entrada.
-¡Estoy bien! -Grito desde el interior.
-Ni siquiera tuve duda de ello.-Dijo Alioth con una mueca.
Remus solto una risita por la torpeza de su hija, era igual a su madre. Dulce, torpe, inteligente, bondadosa, de carácter fuerte. Como le hubiera encantado a Soraya ver a su pequeña niña crecer; era casi igual a ella físicamente, rubia, de nariz pequeña y respingada, sonrisa tierna y escuálida, lo único que la difenciaba de su madre eran los reflejos castaños de su cabello así como los grandes ojos miel que heredo de Remus.
Emma salió de nuevo y Sohail cerro la casa, una vez hecho eso los cuatro partieron al Callejón Diagon. Al entrar donde Tom, en el Caldero Chorreante varios dirigieron su mirada en ellos, otros cuántos los ignoraron y siguieron en lo suyo. Los cuatro caminaron sin prestar atención a nadie salvo a Tom a quien saludaron educadamente, este devolvió el saludo. Una vez estubieron en el interio del Callejón Diagon y la pared de ladrillos volvió a cerrarse Emma dio gritito que hizo que Alioth arqueara una ceja.
-¿Por que fue eso? No es como si no conocieras este lugar.
-Callate.-Farfuño Emma sonrojada.
Alioth se rió por lo bajo.
Su primer parada al igual que cuando Alioth fue con Harry y Hagrid, fue Gringotts. Cada uno entro a su camara, a pesar de que Remus no tenía un trabajo estable por causa de su licántropia (la cual agradecía no haber heredado a Emma) tenían un buen monto de dinero gracias a los padres de Soraya y Sohail; Pharell y Chrisha Griffin que obtaron por heredar su fortuna en partes iguales a ambas hermanas después de haber contraído matrimonio con Remus y Sirius respectivamente. Además los padres de Remus; Lyall y Hope Lupin también le habían dejado una pequeña herencia.
Mientras Remus era ayudado por Sohail para poner los galeones, sickles y knuts de su camara que fueran a necesitar, Emma reprendía a Alioth por hacer amago de querer tirar al duende Griphook del carrito.
Alioth se cruzó de brazos y resopló rodado los ojos.
-¡Alioth!.-Exclamo Emma al notar que este no le hacía caso.
-No puedes culparme, es irritante, grosero y uraño. Librariamos a muchos de tener que soportarlo, tal vez incluso ni a los duendes de aquí les agrade.
-Te escuche niño insolente.-Murmuro el duende con desagrado.
Alioth se giró a mirarlo sin cambiar su postura.
-¿Sabes cuantas veces me han llamado insolente y sigue sin importarme? muchas amigo mío.
-¡Alioth! .-El chico se encogió de hombros- disculpe a mi primo, a veces dice cosas sin pensar.
-¿Que? Oh no. Eso es lo que de verdad pienso, que no lo diga con regularidad es otra cuestión.
Emma estaba por querer jalarse los cabellos ante la sinceridad tan brutal de su primo, pero antes de que pudiera hacer algo su padre y tía se acercaron.
-Podemos irnos.-Dijo Sohail, ignorando por completo la situación anterior.
Una vez salieron de Gringgotts fueron por la túnica de Emma con Madame Malkin.
-Sera mejor que ustedes dos entren por la tunica de Emma, mientras Alioth y yo hiremos a Flourish y Blotts por los libros.
-¿Donde compraras la túnica de Alioth tía?.-Sabiendo por que ellos no entraban con Madan Malkin.
-No te preocupes cielo, pasaremos a la tienda de ropa de Twilfitt & Tatting después.
-Nos encontraremos en el Emporio de la Lechuzas en unos minutos.-Explico Remus antes de entrar con Emma al establecimiento de tunicas.
-Alioth tu lista.-Pidio Sohail cuando entraron a la librería.
Alioth saco del bolsillo trasero de su pantalón la lista de materiales doblada pulcramente. Su carta había sido llevada por Albus el mismo día de su charla, cuando Alioth partió junto a Hagrid para llegar donde Harry; Dumbledore volvio con Sohail para darle la carta y merendar algo.
-No entiendo por que debo comprarlos, se de sobra lo que viene en ellos.
-Ya lo se cariño, pero sera una forma de pasar desapercibido.
Sohail se acerco al mostrador y encargo dos tandas de cada libro de la lista.
-Claro, por que con el apellido que tengo sere invisible.-Murmuro Alioth con sarcamos.
Sohail lo alcanzó a escuchar y suspiro.
El encargado llego con los libros, reviso que todo fuera correcto y colocándolos en una bolsa se los dio a Sohail. Saco el saquito y pago, tomo la bolsa y salieron después de agradecer directo al Emporio de la lechuza.
Emma y Remus ya los esperaban fuera de la tienda. Al entrar fueron recibidos por varios ulular de lechuzas de diversos colores. Emma recorrió la tienda hasta que una pequeña lechuza de plumas rojizas y saltones ojos azules llamaron su atención. Era preciosa, ligeramente mas pequeñas que las demas ululaba tiernamente en su jaula agena a la mirada miel de Emma.
-Quiero está.-Susurro la niña incapaz de hablar mas fuerte para no distraer a la lechuza de su hermoso canto.
-Es muy bonita.-Comento Sohail observandola.
Remus asintió de acuerdo mientras Alioth miraba a todas las jaulas de las lechuzas y se aproximaba los más rapido que podia a la salida de la tienda, no soportaba un minuto más ahí, demasiadas lechuzas y jaulas lo ponían ansioso. Una vez afuera suspiro con alivió y espero con paciencia a que salieran, tardaron un par de minutos para que eso sucediera.
-Me gusta mucho esta lechuza.-Dijo Emma mirando con ternura a la pequeña rojiza que la miraba con atención.
Alioth hizo una mueca.
-Claro.
-Ni siquiera la has mirado.-Replico Emma colocándose frente a Alioth pensando que su primo ya había superado su desagrado a las lechuzas.
-Emma.-La riño su padre.
-Emma, aleja eso de mi.-Pidio amablemente Alioth mirando a cualquier otro lado que no fuera la jaula.
Emma suspiró y se coloco al lado de su padre quien miraba a Alioth con preocupación.
-Esta bien.
Las compras continuaron, pasaron a la Tienda de Calderos, a la Botica de Slug & Jigger donde Alioth aprovecho a comprar el doble de ingredientes de la lista así como unos cuantos que no venían. Sohail tuvo que arrastrar a Alioth fuera del interior de la Botica por qué el ojigris deseaba permanecer más de una hora en su interior fascinado con tanto ingrediente para pociones. En el camino el padrino de Alioth había colocado una tela al rededor de la jaula de la lechuza de la pequeña Lupin, eso facilitó la caminata dado que Alioth se mantenía lo más alejado posible de Emma y su nueva mascota.
Fueron a la tienda de pergaminos, tintas y plumas donde Emma compro un bonito tintero que cambiaba de color y una pluma que hacia la letra más bonita; Alioth por otro lado obto por una clásica tinta negra y una pluma dorada de apariencia costosa que prometía durar muchos años. Compraron varios metros de pergaminos y una vez pagaron se encaminaron a Ollivanders.
La campanita anunció la entrada de la clientela, Alioth camino directo a los bancos, no estaba cansado pero le apetecía sentarse un rato. Sohail junto a Remus permanecieron a lado de la pequeña Emma.
-Pero miren a quienes tenemos aquí. Remus Lupin y Sohail Black.
El hombre tras el mostrador hizo su aparición mirando con atención a las personas frente a el.
-Señor Ollivander es un gusto verlo de nuevo.-Saludo Remus.
-Buenos días Señor Ollivander.-Dijo Sohail.
-Años que no los veía, al señor Lupin, bueno desde que compró su varita y a usted.-Dirijiendose a Sohail.- la ultima vez que la via fue en la compra de las varitas de el joven Black.
-Es asombrosa su memoria señor Ollivander.
El hombro sonrió y dirigió su mirada a los asientos de espera, saludo a Alioth con asentimiento de cabeza que fue devuelto. Por último sus grises ojos viajaron hasta la pequeña rubia que había obtado una postura timida.
-¿Cuál es tu nombre pequeña?
Emma miro a su padre quien asintió.
-Soy Emma Lupin.
-Eres identica a tu madre, salvo por los ojos. Bien, veamos que tengo para tí.
Emma sonrió alegre y dejando su timidez de lado se acerco al mostrador emocionada por escoger su varita. Ollivander midió a Emma de pies a cabeza y después de preguntarle si era zurda o diestra trajo consigo unas cinco cajas.
-Prueba con está.-Emma tomo la varita.- varita con nucleo de pelo de unicornio, madera de roble ingles, 22 cm de largo.
La rubia agitó su varita, logrando que los cristales de la tienda estallaran en miles de pedazos pero antes de que alguno de ellos fuera a parar a alguna de las personas Alioth levanto su varita formando un campo de protección que hizo polvillo los cristales rotos.
Sohail y Remus miraron al niño agradecidos.
Emma abrió los ojos como plato asustada y dejo la varita en el mostrador.
-Esa no es. ¿Que tal esta?
El tiempo pasaba y Emma cada vez estaba más cabizbaja al no encontrar una varita que la eligiera. Sohail y Remus ya habían arreglado los cristales de las ventanas de la tienda cuando Alioth se levanto de su asiento directo a la salida.
-¿A dónde vas?-Pregunto su madre con el ceño fruncido.
-Ire rápido a Gambol & Japes.
-¿A la tienda de bromas?.-Emma frunció el ceño mientras probaba otra varita que hizo que varias cajas calleran de su lugar, Ollivander se la quito al instante.
-¡Alioth Black! ¿Qué piensas hacer llegando a Hogwarts?
Alioth se encogió se hombros.
-Solo saludar a Minnie y tal vez, recordarle viejos tiempos.
Antes de que Sohail pudiera reprenderlo el niño salió corriendo directo a la tienda de bromas.
-Me parece que apenas llegue a Hogwarts tendrás una carta de Minerva en tu puerta.
Sohail suspiró y miro a Remus.
-Lo se, pero creo que no sere la única.
Ambos miraron a Emma quien esperaba que el señor Ollivander llegara con más cajas de varitas. La niña escucho su conversación y los miro con horror.
-No ayudare a Alioth en sus bromas.
Su padre solto una risita nostálgica.
-Eso decía yo antes a James y Sirius.
-Inclusive les daba ideas.-Comento Sohail riendo levemente.
Emma negó, no ayudaría a su primo. Si quería hacer bromas que las hiciera, pero sin meterla a ella en el medio.
Otra hora después Emma por fin encontro su varita justo en el momento que Alioth llegaba con varias bolsas en sus manos.
-Esa es.-Dijo Ollivander al ver como la varita brillaba en la punta de un tenue azúl al mismo tiempo que Emma sentía un cosquilleo en los dedos.- Nucleo de Fibra de corazón de Dragon, madera de ciprés, 28 y ½ cm, ligeramente flexible. Perfecta para aquellos que son nobles y no temen morir por lo que creen correcto, además aprende rápido.
Su padre le sonrió a la rubia quién no podía estar más feliz.
-Ahora buena Lunática.-Dijo Alioth.
Emma rodo los ojos y dijo lo siguiente a regañadientes:
-Gracias Canuto.
Luego de agradecer y pagar por la varita partieron a la penúltima parada, la tienda de animales de la Selora Mancini.
-Señora Mincini, que alegría verla.
-Sohail querida, hacía tiempo que no te veía.-La mujer tras el mostrador salió y abrazo a la pelinegra.
-Ni que lo diga. Bueno ya conoce a Remus y a mi sobrina Emma.
-Señora Mancini, qué gusto verla de nuevo.-El padre de Emma estrecho la mano de la mujer mayor.
-Lo mismo digo. Oh Emma que grande y bonita estás.
La rubia se sonrojó apenada pero aun asi sonrió a la mujer.
-Gracias Señora Mancini.
La mujer se giró hacía Alioth quién miraba la escena con paciencia.
-Alioth querido, ¿dos veces seguidas por el Callejón Diagon?
-Una situación que no me emociona a decir verdad.
La castaña de raíces canas se rió con gracia.
-¿Y que los trae por aquí?
Sohail acarició el cabello de su hijo con ternura.
-Alioth aborrece las lechuzas y bueno necesitamos una manera de comunicarnos durante sus años en Hogwarts.
-Señora Mancini, ¿No tendra un halcón tal vez?
La mujer hizo un gesto de espera y entro al pequeño almacén de donde salió con dos grandes jaulas.
-Un halcón gerifalde y uno peregrino.
Alioth miró ambos halcones. El peregrino era de largas y puntiagudas alas de color negro azulado, los laterales de color negro y el resto de ellas presentaba barras oscuras indistintas. El vientre y la zona interior de las alas de color blanco oxidado con limpias barras marrones, la cola igual que la espalda, larga, estrecha con la punta redondeada de color negro. La parte superior de la cabeza, junto con su amplia bigotera a lo largo de las mejillas, era negra, contrastando de forma notoria con los lados pálidos del cuello y la garganta blanca. La cera era amarilla, como las patas y el pico, y las garras negra. Era una hembra, se notaba por su gran tamaño a comparación del gerifalde, el cual era un macho blanco con manchas bigoteras difusas de color negro, alas más cortas y una cola más larga, patas y cera de color amarillo y pico encorbado hacia bajo como gancho de color negro azulado al igual que las garras. Sus grandes ojos negros grisáceos miraban a Alioth con atención, ninguno quitaba la mirada del otro hasta que el joven halcón se acerco al ojigris y restregó su cabeza en el dedo que Alioth había ingresado en la jaula.
-Le agradas.
Alioth sonrió con arrogancia.
-Nadie se resiste a Alioth Black.
Todos rieron divertidos por las palabras del ojigris. Pagaron se despidieron de la amable Señora Mancini, claro después de recibir indicaciones para el cuidado del Halcón Gerifalde.
-¿No te gustan las lechuzas, pero los halcones y resto de criaturas magicas o no mágicas nque incluyen dragones y posiblemente mounstros marinos si?.-Pregunto Emma acercándose a Alioth luego de darle la jaula a su padre.
-Exacto.
Emma miro incrédula a su primo.
-Eres tan complicado.
Alioth le sonrió con alteneria.
-Mira quién lo dice, Lunática.
-No, me niego a sucumbir a tu deseó de utilizar esos ridículos apodos.
-Hace unos minutos me llamaste Canuto.
-Fue una excepción.
-Esos apodos "ridículos" como tú los llamas.-Prosiguio el ojigris cuando salieron del Caldero Chorreante.- tenían un porqué e iban muy acorde a ello.
La rubio rodo los ojos, mientras los padres de ambos se encontraban unos pasos adelanté con bolsas llenos de sus utiles escolares.
-Si, bueno; nosotros no tenemos esos "porqué".
La niña continuó caminando pensándo que había ganado la discusión, pero era obvio que no era así. Las carcajadas de Alioth la hicieron mirarlo sobre su hombro con expresión confundida.
-Eso es lo que tu crees.
-¿A que te refieres?-Alioth ignoro su pregunta.- ¡Alioth!
El ojigris sonrió satisfecho y los cuatro continuaron su camino regreso a casa con una insistente Emma pidiendo que Alioth le explicará su respuesta anterior.
El último mes de Harry con los Dursley no fue divertido. Es cierto que Dudley le tenía miedo y no se quedaba con él en la misma habitación, que tía Petunia y tío Vernon no lo encerraban en la alacena ni lo obligaban a hacer nada ni le
gritaban. En realidad, ni siquiera le dirigían la palabra. Mitad aterrorizados, mitad furiosos, se comportaban como si la silla que Harry ocupaba estuviera vacía. Aunque aquello significaba una mejora en muchos aspectos, después de un tiempo resultaba un poco deprimente.
Harry se quedaba en su habitación, con su nueva lechuza por compañía.
Decidió llamarla Hedwig, un nombre que encontró en Una historia de la magia. Tomo el consejo de Alioth sobre leer. Los libros del colegio eran muy interesantes. Por la noche leía en la cama hasta tarde, mientras Hedwig entraba y salía a su antojo por la ventana abierta. Era una suerte que tía Petunia ya no entrara en la habitación, porque Hedwig llevaba ratones muertos, seguramente Alioth encontraría aquello escandalosamente divertido. Cada noche, antes de dormir, Harry marcaba otro día en la hoja de papel que tenía en la pared, hasta el uno de septiembre.
Harry ya había utilizado a Hedwig para mandarle cartas a Alioth, quien se encontraba al tanto de la situación con los Dursley. Su amigo le había respondido diciéndole que lo visitaría pronto y es que dentro de poco se cumplirían dos semanas desde que se habían visto por última vez y eso fué en el cumpleaños de Harry. Alioth solo había dado una vaga explicación del porque de su ausencia, había ayudado a Emma esas semanas por que la pequeña rubia se encontraba nerviosa y en parte aquello no era mentira; pero la verdadera razón del por que su amigo no lo había visitado era que su entrenamiento con Ojoloco era demasiado duro y agotador, el chico no solo debía praticar y aprender hechizos de defensa sino también de ataque y regularmente hacer ejercicios fisicos para tener una mejor condición. Los entrenamientos comenzaban de las 10 de la noche en un bosque cercano con la excusa de que mejorara su forma de andar en la obscuridad, Alioth pensaba que era estúpido y que Moody solo quería sacarlo de sus casillas. A veces llegaba a casa a eso de la 3 de la mañana completamente cansado y con un solo pensamiento en su cabeza: dormir.
Su madre obviamente no estaba de acuerdo con ello, pero respetaba la decisión de Alioth de no intervenir.
Las respuestas del ojigris también tardaban al menos dos horas, para aquello no había excusa más que el chico no sabía como atarle el pergamino a la lechuza sin que esta quisiera que la acariciará, algo que obviamente Alioth se reusaba a hacer, preferiría darle un abrazo a Kreacher que acariciar a aquella blancusca lechuza de ojos negros. Su cuerpo se estremecía de solo pensarlo, inclusive había pensado en decirle a Harry que prefería que utilizarán su Halcón Gerifalte, llamado Cetus; pero pensó que su amigo estaba tan emocionado con su lechuza que no dijo nada.
El último día de agosto Harry pensó que era mejor hablar con sus tíos para poder ir a la estación de King Cross, al día siguiente. Así que bajó al salón, donde estaban viendo la televisión. Se aclaró la garganta, para que supieran que estaba allí, y Dudley gritó y salió corriendo.
-Hum... ¿Tío Vernon?
Tío Vernon gruñó, para demostrar que lo escuchaba.
-Hum... necesito estar mañana en King Cross para... para ir a Hogwarts.
Tío Vernon gruñó otra vez.
-¿Podría ser que me lleves hasta allí?
Otro gruñido. Harry interpretó que quería decir sí.
-Muchas gracias.
Estaba a punto de volver a subir la escalera, cuando tío Vernon finalmente habló.
-Qué forma curiosa de ir a una escuela de magos, en tren. ¿Las alfombras mágicas estarán todas pinchadas?
Harry no contestó nada.
-¿Y dónde queda ese colegio, de todos modos?
-No lo sé -dijo Harry; dándose cuenta de eso por primera vez. Sacó del bolsillo el billete que Hagrid le había dado-. Tengo que coger el tren que sale del andén nueve y tres cuartos, a las once de la mañana -leyó.
Sus tíos lo miraron asombrados.
-¿Andén qué?
-Nueve y tres cuartos.
-No digas estupideces -dijo tío Vernon-. No hay ningún andén nueve y tres cuartos.
-Eso dice mi billete.
-Equivocados -dijo tío Vernon-. Totalmente locos, todos ellos. Ya lo verás. Tú espera. Muy bien, te llevaremos a King Cross. De todos modos, tenemos que ir a Londres mañana. Si no, no me molestaría.
-¿Por qué van a Londres? -preguntó Harry tratando de mantener el tono amistoso.
-Llevamos a Dudley al hospital -gruñó tío Vernon-. Para que le quiten esa maldita cola antes de que vaya a Smeltings.
-Quitarle la cola desacompleta la apariencia de cerdito que Duddy tiene.-La voz de Alioth resono en la instancia alarmando a los Dursley y haciendo sonreir a Harry.
Las ultimas dos semanas de agosto Alioth ya lo había podido visitar cosa que levantó bastante el animo de Harry. También durante ese tiempo el ojigris había tomado por costumbre entrar a la casa de los Dursley como si fuera la suya propia, estos no podían estar mas asustados y, aunque trataban de no demostrarlo Alioth podía verlo grabado en sus pupilas.
-No puedes seguir entrando así a está casa.-Gruño con furia tío Vernon pero Alioth ni se inmuto.
-Ustedes no deberían tratar mal a Harry, pero aún asi lo hacen. ¿Por qué eh de hacerle caso?
-Deberiamos hablar con tus padres, tienen un hijo muy insolente.
Alioth río divertido.
-Mi madre no habla con muggles, en especial los de su tipo.
Vernon y Petunia no digeron nada mas. Harry parecía querer decirle algo a su amigo cuando Dudley entro al salón de nuevo.
-¿Que hace él aquí?.-Pregunto con miedo en su voz y señalando a Alioth con su dedo indice.
El ojigris frunció el ceño en desagrado total, no por la pregunta si no por el gesto. Cuando los frios ojos de Alioth se posaron en los del gordo primo de Harry, éste se quedó tieso.
-Prefiero ser ajeno a la violencia, pero...-Se acerco a Dudley y bajo su mano.- a la próxima que vuelvas a señalarme con tus regordetes dedos utilizaré un hechizó para amputarlo.
Dudley al igual que sus padres empalidecio de manera rapida. Alioth dió medía vuelta y jalando a Harry con él subieron a la habitación del último.
-¿Que haces aquí?
-Vaya uno ya no puede visitar a sus amigos. Tal vez a la otra deba avisar antes.
Harry rodo los ojos ante el sarcasmo de su amigo.
-Sabes a que me refiero...
-Claro que lo se, pero me gusta irritar a las personas.-El chico se encogió de hombros.
-¿Puedo preguntarte algo?
Alioth lo miro confundido, ¿Acaso no ya estaba preguntando? No queriendo ser tan pesado asintió.
-¿Como llego al anden nueve y tres cuartos?
Las mejillas de Alioth adquirieron un poco usual color rojizo.
-Oh, cierto. No lo había mencionado. Lo siento.
Harry se encogió de hombros.
-Esta bien, no lo había preguntado antes.
Alioth se sento en los pies de la cama de Harry, él cual hizo lo mismo.
-No es difícil, se encuentra ubicado entre el anden nueve y diez, solo debes preferiblemente correr directo a la barrera que hay entre ellos. Pensarás que vas a estrellarte pero no pasará nada, solo no te detengas.
Harry asintió un tanto nervioso.
-No te preocupes Harry, podras hacerlo.
Esta vez el chico sonrió.
-¿Como esta Emma? -Pregunto recordando que Alioth le dijo que estaba casi tan nerviosa como él.
-Un poco más relajada que antes pero sigue algo emocionada, no creo que logré dormir hoy.
-No se si yo también pueda hacerlo.
-Estare contigo, estare con ambos. ¿Está bien?
Harry volvió a sonreír agradecido.
Después de unas cuantas horas que estuvo lleno de distracciones que Alioth planeó para relajar a su amigo, el ojigris tuvo que irse, no sin prometerle a su amigo que no lo dejaria solo una vez estuvieran en el tren camino a Hogwarts. Inclusive bromeó con que Harry perdería la paciencia por verlo tan seguido.
A la mañana siguiente, Harry se despertó a las cinco, tan emocionado e ilusionado que no pudo volver a dormir. Se levantó y se puso los tejanos: no quería andar por la estación con su túnica de mago, ya se cambiaría en el tren. Además Alioth le había dicho que era mejor pasar desapercibido, los muggles eran muy quisquilosos y entrometidos.
Miró otra vez su lista de Hogwarts para estar seguro de que tenía todo lo necesario, se ocupó de meter a Hedwig en su jaula y luego se paseó por la habitación, esperando que los Dursley se levantaran. Dos horas más tarde, el pesado baúl de Harry estaba cargado en el coche de los Dursley y tía Petunia había hecho que Dudley se sentara con Harry, para poder marcharse.
Llegaron a King Cross a las diez y media. Tío Vernon cargó el baúl de Harry en un carrito y lo llevó por la estación. Harry pensó que era una rara amabilidad, hasta que tío Vernon se detuvo, mirando los andenes con una sonrisa perversa.
-Bueno, aquí estás, muchacho. Andén nueve, andén diez... Tú andén debería estar en el medio, pero parece que aún no lo han construido, ¿no?
Tenía razón, por supuesto. Había un gran número nueve, de plástico, sobre un andén, un número diez sobre el otro y, en el medio, nada.
-Que tengas un buen curso -dijo tío Vernon con una sonrisa aún más torva. Se marchó sin decir una palabra más. Harry se volvió y vio que los Dursley se alejaban. Los tres se reían. Harry sintió la boca seca. ¿Qué haría?
Lo peor de todo es que había olvidado por completo lo que Alioth le había dicho sobre el andén, su mente le estaba jugando en contra a causa de los nervios y emoción. Esto no estaba para nada bien. Hizo una mueca al notar que estaba llamando la atención, a causa de Hedwig. Tendría que preguntarle a alguien.
Detuvo a un guarda que pasaba, pero no se atrevió a mencionar el andén nueve y tres cuartos. El guarda nunca había oído hablar de Hogwarts, y cuando Harry no pudo decirle en qué parte del país quedaba, comenzó a molestarse, como si pensara que Harry se hacía el tonto a propósito. Sin saber qué hacer, Harry le preguntó por el tren que salía a las once, pero el guarda le dijo que no había ninguno. Al final, el guarda se alejó, murmurando algo sobre la gente que hacía perder el tiempo. Según el gran reloj que había sobre la tabla de horarios de llegada, tenía diez minutos para coger el tren a Hogwarts y no tenía idea de qué podía hacer. Estaba en medio de la estación con un baúl que casi no podía transportar, un bolsillo lleno de monedas de mago y una jaula con una lechuza.
Vagamente recordo que Alioth había nombrado el anden nueve y diez, pero no estaba seguro. Justo cuando deberia recordar la conversación con su amigo, su cerebro licuaba la información y la borraba después de tal vez ponerle un letrerito con la palabra "Inservible". Bufo molesto consigo mismo.
En aquel momento, un grupo de gente pasó por su lado y captó unas pocas palabras.
-... lleno de muggles, por supuesto...
Harry se volvió para verlos. La que hablaba era una mujer regordeta, que se dirigía a cuatro muchachos, todos con pelo de llameante color rojo. Cada uno empujaba un baúl, como Harry, y llevaban una lechuza.
Con el corazón palpitante, Harry empujó el carrito detrás de ellos. Se detuvieron y los imitó, parándose lo bastante cerca para escuchar lo que decían.
-Y ahora, ¿cuál es el número del andén? -dijo la m adre.
-¡Nueve y tres cuartos! -dijo la voz aguda de una niña, también pelirroja, que iba de la mano de la madre-. Mamá, ¿no puedo ir...?
-No tienes edad suficiente, Ginny. Ahora estáte quieta. Muy bien, Percy, tú primero.
El que parecía el mayor de los chicos se dirigió hacia los andenes nueve y diez. Harry observaba, procurando no parpadear para no perderse nada. Pero justo cuando el muchacho llegó a la división de los dos andenes, una larga
caravana de turistas pasó frente a él y, cuando se alejaron, el muchacho había desaparecido.
-Fred, eres el siguiente -dijo la mujer regordeta.
-No soy Fred, soy George -dijo el muchacho-. ¿De veras, mujer,
puedes llamarte nuestra madre? ¿No te das cuenta de que yo soy George?
-Lo siento, George, cariño.
-Estaba bromeando, soy Fred -dijo el muchacho, y se alejó.
Si no fuera por qué estaba preocupado, hubiera pensado que aquel chico le agradaría a Alioth.
El pelirrono debió pasar, porque un segundo más tarde ya no estaba. Pero ¿cómo lo había hecho? Su hermano gemelo fue tras él: el tercer hermano iba rápidamente hacia la taquilla (estaba casi allí) y luego, súbitamente, no estaba en ninguna parte.
No había nadie más.
-Discúlpeme -dijo Harry a la mujer regordeta.
-Hola, querido -dijo-. Primer año en Hogwarts, ¿no? Ron también es nuevo.
Señaló al último y menor de sus hijos varones. Era alto, flacucho y pecoso, con manos y pies grandes y una larga nariz.
-Sí -dijo Harry-. Lo que pasa es que... es que no se cómo...
-¿Como entrar en el andén? -preguntó bondadosamente, y Harry asintió con la cabeza.
-No te preocupes -dijo-. Lo único que tienes que hacer es andar recto hacia la barrera que está entre los dos andenes. No te detengas y no tengas miedo de chocar, eso es muy importante. Lo mejor es ir deprisa, si estás nervioso. Ve ahora, ve antes que Ron.
-Hum... De acuerdo -dijo Harry.
Empujó su carrito y se dirigió hacia la barrera. Parecía muy sólida.
Comenzó a andar. La gente que andaba a su alrededor iba al andén nueve o al diez. Fue más rápido. Iba a chocar contra la taquilla y tendría problemas.
Se inclinó sobre el carrito y comenzó a correr (la barrera se acercaba cada vez más). Ya no podía detenerse (el carrito estaba fuera de control), ya estaba allí... Cerró los ojos, preparado para el choque...
Pero no llegó. Siguió rodando. Abrió los ojos.
Una locomotora de vapor, de color escarlata, esperaba en el andén lleno de gente. Un rótulo decía: «Expreso de Hogwarts, 11 h». Harry miró hacia atrás y vio una arcada de hierro donde debía estar la taquilla, con las palabras
«Andén Nueve y Tres Cuartos».
Lo había logrado. Aunque lo hubiera logrado mucho antes si hubiera recordado que su amigo ojigris había dicho casi lo mismo que aquella amable mujer.
El humo de la locomotora se elevaba sobre las cabezas de la ruidosa multitud, mientras que gatos de todos los colores iban y venían entre las piernas de la gente. Las lechuzas se llamaban unas a otras, con un malhumorado ulular, por encima del ruido de las charlas y el movimiento de los
pesados baúles.
Los primeros vagones ya estaban repletos de estudiantes, algunos asomados por las ventanillas para hablar con sus familiares, otros discutiendo sobre los asientos que iban a ocupar. Harry empujó su carrito por el andén, buscando un asiento vacío. Pasó al lado de un chico de cara redonda que
decía:
-Abuelita, he vuelto a perder mi sapo.
-Oh, Neville -oyó que suspiraba la anciana.
Un muchacho de pelos tiesos estaba rodeado por un grupo.
-Déjanos mirar, Lee, vamos.
El muchacho levantó la tapa de la caja que llevaba en los brazos, y los que lo rodeaban gritaron cuando del interior salió una larga cola peluda.
Harry se abrió paso hasta que encontró un compartimiento vacío, cerca del final del tren. Primero puso a Hedwig y luego comenzó a empujar el baúl hacia la puerta del vagón. Trató de subirlo por los escalones, pero sólo lo pudo levantar un poco antes de que se cayera golpeándole un pie.
Levantándose en puntillas trato de encontrar a Alioth, tal vez así entre los dos pudieran levantar el baul de Harry y luego el de Alioth.
Su acción se vió interrumpida por una voz.
-¿Quieres que te eche una mano? -Era uno de los gemelos pelirrojos, a los que había seguido a través de la barrera de los andenes.
-Sí, por favor -jadeó Harry.
-¡Eh, Fred! ¡Ven a ayudar!
Con la ayuda de los gemelos, el baúl de Harry finalmente quedó en un rincón del compartimiento.
-Gracias -dijo Harry, quitándose de los ojos el pelo húmedo.
-¿Qué es eso? -dijo de pronto uno de los gemelos, señalando la
brillante cicatriz de Harry.
-Vaya-dijo el otro gemelo-. ¿Eres tú...?
-Es él -dijo el primero-. Eres tú, ¿no? -se dirigió a Harry.
-¿Quién? -preguntó Harry.
-Harry Potter -respondieron a coro.
-Oh, él -dijo Harry-. Quiero decir, sí, soy yo.
Los dos muchachos lo miraron boquiabiertos y Harry sintió que se ruborizaba. Entonces, para su alivio, una voz llegó a través de la puerta abierta del compartimiento.
-¿Fred? ¿George? ¿Están ahí?
-Ya vamos, mamá.
Con una última mirada a Harry, los gemelos saltaron del vagón.
Harry se sentó al lado de la ventanilla. Desde allí, medio oculto, podía observar a la familia de pelirrojos en el andén y oír lo que decían. La madre acababa de sacar un pañuelo.
-Ron, tienes algo en la nariz.
El menor de los varones trató de esquivarla, pero la madre lo sujetó y comenzó a frotarle la punta de la nariz.
-Mamá, déjame -exclamó apartándose.
-¿Ah, el pequeñito Ronnie tiene algo en su naricita? -dijo uno de los gemelos.
-Cállate -dijo Ron.
-¿Dónde está Percy? -preguntó la madre.
-Ahí viene.
El mayor de los muchachos se acercaba a ellos. Ya se había puesto la ondulante túnica negra de Hogwarts, y Harry notó que tenía una insignia plateada en el pecho, con la letra P
-No me puedo quedar mucho, mamá -dijo-. Estoy delante, los
prefectos tenemos dos compartimientos...
-Oh, ¿tú eres un prefecto, Percy? -dijo uno de los gemelos, con aire de gran sorpresa-. Tendrías que habérnoslo dicho, no teníamos idea.
-Espera, creo que recuerdo que nos dijo algo -dijo el otro gemelo-. Una vez...
-O dos...
-Un minuto...
-Todo el verano...
Si, sin duda aquellos gemelos le caerían muy a Alioth, penso Harry.
-Oh, cállense -dijo Percy, el prefecto.
-Y de todos modos, ¿por qué Percy tiene túnica nueva? -dijo uno de los gemelos.
-Porque él es un prefecto-dijo afectuosamente la madre-. Muy bien, cariño, que tengas un buen año. Envíame una lechuza cuando llegues allá.
Besó a Percy en la mejilla y el muchacho se fue. Luego se volvió hacia los gemelos.
-Ahora, ustedes dos... Este año se tiene que portar bien. Si recibo una lechuza más diciéndome que han hecho... estallar un inodoro o...
-¿Hacer estallar un inodoro? Nosotros nunca hemos hecho nada de eso.
-Pero es una gran idea, mamá. Gracias.
-No tiene gracia. Y cuiden de Ron.
-No te preocupes, el pequeño Ronnie estará seguro con nosotros.
-Cállate -dijo otra vez Ron. Era casi tan alto como los gemelos y su nariz todavía estaba rosada, en donde su madre la había frotado.
-Eh, mamá, ¿adivinas a quién acabamos de ver en el tren?
Harry se agachó rápidamente para que no lo descubrieran.
-¿Recuerdas ese muchacho de pelo negro que estaba cerca de nosotros, en la estación? ¿Sabés quién es?
-¿Quién?
-¡Harry Potter!
Harry oyó la voz de la niña.
-Mamá, ¿puedo subir al tren para verlo? ¡Oh, mamá, por favor...!
-Ya lo has visto, Ginny y, además, el pobre chico no es algo para que lo mires como en el zoológico. ¿Es él realmente, Fred? ¿Cómo lo sabes?
-Se lo pregunté. Vi su cicatriz. Está realmente allí... como iluminada.
-Pobrecillo... No es raro que esté solo. Fue tan amable cuando me preguntó cómo llegar al andén...
-Eso no importa. ¿Crees que él recuerda cómo era Quien-tú-sabes?
La madre, súbitamente, se puso muy seria.
-Te prohíbo que le preguntes, Fred. No, no te atrevas. Como si necesitara que le recuerden algo así en su primer día de colegio.
-Está bien, quédate tranquila.
-¿Saben si Alioth Black está aquí?-Pregunto la pequeña pelirroja con voz emocionada.
Harry presto más atención al escuchar el nombre de su amigo
-No lo sabemos.-Dijo el que parecía ser Fred.
-¿Por qué tanto interés Ginny?.-Pregunto George con una sonrisa petulante.
La pequeña se sonrojo hasta la raíz del cabello.
-No molesten a su hermana. Y espero que tampoco molesten a Alioth Black, ese pequeño ya tiene suficiente con los comentarios de los demas.-Los riño su madre con voz sería.
Los Weasley, en especial los padre y la pequeña Ginny (que los acompañaba a casi todos lados) habían tenido pocos encuentros con Sohail Black y su hijo Alioth; pero esos encuentros cortos y escasos habían servido para saber que no eran para nada como los describían el resto de las personas, eran amables y respetuoso, en muchas ocasiones los habían defendido de las miradas o comentarios despectivos que hacían unas familias. Cuando los ojos de Ginny se posaron por primera vez en los grises de Alioth quedó encantada, aunque el pelinegro no posaba su mirada en ella más haya de dos segundos.
-Creemos que el chico no tiene la culpa.-Dijeron al unisono los gemelos.
Se oyó un silbido.
-Dense prisa -dijo la madre, y los tres chicos subieron al tren. Se asomaron por la ventanilla para que los besara y la hermanita menor comenzó a llorar.
-No llores, Ginny, vamos a enviarte muchas lechuzas.
-Y un inodoro de Hogwarts.
-¡George!
-Era una broma, mamá.
El tren comenzó a moverse. Harry vio a la madre de los muchachos agitando la mano y a la hermanita, mitad llorando, mitad riendo, corriendo para seguir al tren, hasta que éste comenzó a acelerar y entonces se quedó saludando.
Harry observó a la madre y la hija hasta que desaparecieron, cuando el tren giró. Las casas pasaban a toda velocidad por la ventanilla. Harry sintió una ola de excitación. No sabía lo que iba a pasar... pero sería mejor que lo que dejaba atrás. Luego la preocupación llego, ¿donde estaba Alioth?
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