"El Sombrero Seleccionador Y El Miedo De Alioth"

La puerta se abrió de inmediato. Una bruja alta, de cabello negro y túnica verde esmeralda, esperaba allí. Tenía un rostro muy severo, y el primer pensamiento de Harry fue que se trataba de alguien con quien era mejor no tener problemas.

Alioth sonrio con alegría al ver a la bruja, pues sabía de quién se trataba y tenía algo seguro, pasaría demasiado tiempo en su despacho o escuchando su apellido por parte de ella.

-Los de primer año, profesora McGonagall -dijo Hagrid.

-Muchas gracias, Hagrid. Yo los llevaré desde aquí.

Abrió bien la puerta. El vestíbulo de entrada era tan grande que hubieran podido meter toda la casa de los Dursley en él.

Las paredes de piedra estaban iluminadas con resplandecientes antorchas como las de Gringotts, el techo era tan alto que no se veía y una magnífica escalera de mármol, frente a ellos, conducía a los pisos superiores.

Siguieron a la profesora McGonagall a través de un camino señalado en el suelo de piedra. Harry podía oír el ruido de cientos de voces, que salían de un portal situado a la derecha (el resto del colegio debía de estar allí), pero la profesora McGonagall llevó a los de primer año a una pequeña habitación vacía, fuera del vestíbulo. Se reunieron allí, más cerca unos de otros de lo que estaban acostumbrados, mirando con nerviosismo a su alrededor. Alioth miraba con curiosidad, pues lo que se supone que aprendería aquél año y los siguientes no sería nuevo, es mas para él todo aquello no sería mas que un largo repaso de lo que ya sabía. Realmente e inclusive Dumbledore se lo había hecho saber, era completamente ilógico que asistiera a Hogwarts con el conocimiento mágico que él ya portaba, pero había al menos 5 razones por las que estaba ahí en ese momento.

-Su madre, padrino y Dumbledore querian que tuviera la vida más normal posible.

-Debia acompañar a Emma.

-Debia proteger a Harry.

-Convivir con los estudiantes podia ayudarlo a apasiguar su "otro" yo.

-Era algo que seguramente a su padre le gustaria ver.

Alioth suspiró y al hacerlo un bao blanquecino salió de sus labios debido a su baja temperatura luego de lanzarse al lago, estaba tan acostumbrado a padecer frío o, a ignorarlo que simplemente no lo notaba.

-Bienvenidos a Hogwarts -dijo la profesora McGonagall-. El banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de que ocupen sus lugares en el Gran Comedor deberéis ser seleccionados para sus casas. La Selección es una ceremonia muy importante porque, mientras esten aquí, sus casas serán como su familia en Hogwarts. Tendran clases con el resto de la casa que les toque, dormiran en los dormitorios de sus casas y pasaran el tiempo libre en la sala común de la casa.

»Las cuatro casas se llaman Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Cada casa tiene su propia noble historia y cada una ha producido notables brujas y magos. Mientras esten en Hogwarts, su triunfos conseguirán
que las casas ganen puntos, mientras que cualquier infracción de las reglas hará que los pierdan. Al finalizar el año, la casa que obtenga más puntos será premiada con la copa de la casa, un gran honor. Espero que todos ustedes seran un orgullo para la casa que les toque.

»La Ceremonia de Selección tendrá lugar dentro de pocos minutos, frente al resto del colegio. Les sugiero que, mientras esperan, se arreglen lo mejor posible.

Los ojos de la profesora se detuvieron un momento en la capa de Neville, que estaba atada bajo su oreja izquierda, y en la nariz manchada de Ron. Con nerviosismo, Harry trató de aplastar su cabello pero Alioth le susurro que no tendría caso. Después la porfesora miro aun lado de Harry donde se encontraba Alioth, cuando los ojos grises del niño se encontraron con lo de la profesora, ella lo reconoció. El hijo de Sohail y Sirius Black en Hogwarts y por lo que le había contado Dumbledore verlo empapado y sonriendo juguetonamente no le soprendio pero si le causo nostalgia, pues así era exactamente como su padre había entrado al castillo. Miro a la izquierda de Alioth y reconoció a la pequeña rubia de tímidos ojos miel. La hija de Soraya y Remus Lupin, Emma.

Una Lupin, un Potter y un Black, esta no era la mejor combinación que podía haber en el castillo. ¡Merlín se apiadará de ella y la niña Lupin y el chico Potter fueran como sus madres! Pues si Lupin era timido y estudioso no podia negar que a veces era corrompido por Potter y Black, mientras Soraya jamas había podido ser convencida por Sohail de hacer un travesura.

-Volveré cuando lo tengamos todo listo para la ceremonia -dijo la profesora McGonagall-. Por favor, esperen tranquilos.

Salió de la habitación. Harry tragó con dificultad.

-¿Cómo se las arreglan exactamente para seleccionarnos? -preguntó en general a sus tres amigos.

-Creo que es una especie de prueba. Fred dice que duele mucho, pero creo que era una broma.-Respondio Ron.

Emma abrió los ojos como platos mientras el corazón de Harry dio un terrible salto. ¿Una prueba? ¿Delante de todo el colegio? Pero él no sabía nada de magia todavía... ¿Qué haría? No esperaba algo así, justo en el momento en que acababan de llegar. Miró temblando a su alrededor y vio que los demás también parecían aterrorizados. Nadie hablaba mucho, salvo Hermione Granger, que susurraba muy deprisa todos los hechizos que había aprendido y se preguntaba cuál necesitaría. Harry intentó no escucharla. Nunca había estado tan nervioso, nunca, ni siquiera cuando tuvo que llevar a los Dursley un informe del colegio que decía que él, de alguna
manera, había vuelto azul la peluca de su maestro. Mantuvo los ojos fijos en la puerta. En cualquier momento, la profesora McGonagall regresaría y lo llevaría a su juicio final.

-¿Qué rayos está haciendo Granger?-Pregunto Alioth con un tono ligeramente burlón.

Emma miro a Hermione y escucho como susurraba.

-Supongo que preparándose para la selección. Tal vez debamos hacer lo mismo..-Respondio preocupada.

-¡Oh por Merlin! Todos tienen cara de horro.-En ese instante Alioth no lo aguanto más y solto un carcajada, algunos niño lo miraron raro, mientras Emma, Ron y Harry lo miraban confundidos y con el ceño fruncido.

-¿Qué es tan gracioso?-Cuestiono Emma.

Alioth no respondió hasta que pudo dejar de reír.

-No es un exámen, ni una prueba dolorosa.-Esto ultimo lo dijo mirando a Ron.

-¿Tu sabes que es?.-Pregunto Harry deseando que la respuesta fue un si.

-No hacen otra cosas mas que ponerte un feo y viejo sombrero en la cabeza.

Los tres estaban sorprendidos y sinceramente aliviados. Eso era mucho más fácil. Entonces sucedió algo que hizo dar un salto en el aire a Harry... Muchos de los que estaban atrás gritaron.

-¿Qué es...?

Resopló. Lo mismo hicieron los que estaban alrededor. Unos veinte fantasmas acababan de pasar a través de la pared de atrás. De un color blanco perla y ligeramente transparentes, se deslizaban por la habitación, hablando unos con otros, casi sin mirar a los de primer año. Por lo visto, estaban
discutiendo. El que parecía un monje gordo y pequeño, decía:

-Perdonar y olvidar. Yo digo que deberíamos darle una segunda oportunidad...

-Mi querido Fraile, ¿no le hemos dado a Peeves todas las oportunidades que merece? Nos ha dado mala fama a todos y, usted lo sabe, ni siquiera es un fantasma de verdad... ¿Y qué estan haciendo todos ustedes aquí?

El fantasma, con gorguera y medias, se había dado cuenta de pronto de la presencia de los de primer año.

Nadie respondió y Alioth rodo los ojos ante el miedo de los demas, dio un paso al frente e hizo una sutil inclinación con la cabeza.

-Un placer conocer a tan exuberantes.-Se detuvo un segundo hasta encontrar la palabra adecuada.- espectros. Somos alumnos de primer año.

-Que educado, me agrada.-Dijo uno de los fantasmas.

-¡Alumnos nuevos! -dijo el Fraile Gordo, sonriendo a todos-. Estan esperando la selección, ¿no?

Algunos asintieron.

-¡Espero verlos en Hufflepuff-continuó el Fraile-. Mi antigua casa, ya saben.

-Sera un placer estar en tan maravillosa casa.

Y era cierto, Alioth siempre tendria la idea de que cualquiera de las casas era buena, pues cada una tenia sus virtudes que la hacían diferente a las demas.

-En serio ese niño me agrada.-Volvio a decir el fantasma anterior mientras otro asentía.

-En marcha -dijo una voz aguda-. La Ceremonia de Selección va a comenzar.

La profesora McGonagall había vuelto. Uno a uno, los fantasmas flotaron a través de la pared opuesta.

-Ahora formen una hilera -dijo la profesora a los de primer año- y siganme.

Con la extraña sensación de que sus piernas eran de plomo, Harry se puso detrás de un chico de pelo claro, con Emma, Ron y Alioth tras él. Salieron de la habitación, volvieron a cruzar el vestíbulo, pasaron por unas puertas dobles y entraron en el Gran Comedor. Durante el trayecto Alioth había aprovechado para secar su uniforme con su varita, la paso de arriba a bajo y poco a poco su atuendo quedo perfectamente seco. Acomodo su corbata y el cuello de su camisa, todo estaba en perfecto orden.

Harry nunca habría imaginado un lugar tan extraño y espléndido. Estaba iluminado por miles y miles de velas, que flotaban en el aire sobre cuatro grandes mesas, donde los demás estudiantes ya estaban sentados. En las mesas había platos, cubiertos y copas de oro. En una tarima, en la cabecera del comedor, había otra gran mesa, donde se sentaban los profesores. La profesora McGonagall condujo allí a los alumnos de primer año y los hizo detener y formar una fila delante de los otros alumnos, con los profesores a sus
espaldas. Los cientos de rostros que los miraban parecían pálidas linternas bajo la luz brillante de las velas. Situados entre los estudiantes, los fantasmas tenían un neblinoso brillo plateado. Para evitar todas las miradas, Harry levantó
la vista y vio un techo de terciopelo negro, salpicado de estrellas. Oyó susurrar a Hermione: «Es un hechizo para que parezca como el cielo de fuera, lo leí en la historia de Hogwarts». Pudo ver perfectamente como Alioth rodaba los ojos.

Era difícil creer que allí hubiera techo y que el Gran Comedor no se abriera directamente a los cielos.

Harry bajó la vista rápidamente, mientras la profesora McGonagall ponía en silencio un taburete de cuatro patas frente a los de primer año. Encima del taburete puso un sombrero puntiagudo de mago. El sombrero estaba
remendado, raído y muy sucio. Tía Petunia no lo habría admitido en su casa. Ese era el sombrero que había dicho Alioth, pero como haría para... Al darse cuenta de que todos los del comedor contemplaban el sombrero, Harry también lo hizo. Durante unos pocos segundos, se hizo un silencio completo. Entonces el sombrero se movió.

Una rasgadura cerca del borde se abrió, ancha como una boca, y el sombrero comenzó a cantar:

Oh, podrás pensar que no soy bonito,
pero no juzgues por lo que ves.
Me comeré a mí mismo si puedes encontrar
un sombrero más inteligente que yo.
Puedes tener bombines negros,
sombreros altos y elegantes.
Pero yo soy el Sombrero Seleccionador de Hogwarts
y puedo superar a todos.
No hay nada escondido en tu cabeza
que el Sombrero Seleccionador no pueda ver.
Así que pruébame y te diré
dónde debes estar.
Puedes pertenecer a Gryffindor,
donde habitan los valientes.
Su osadía, temple y caballerosidad
ponen aparte a los de Gryffindor.
Puedes pertenecer a Hufflepuff
donde son justos y leales.
Esos perseverantes Hufflepuff
de verdad no temen el trabajo pesado.
O tal vez a la antigua sabiduría de Ravenclaw,
Si tienes una mente dispuesta,
porque los de inteligencia y erudición
siempre encontrarán allí a sus semejantes.
O tal vez en Slytherin
harás tus verdaderos amigos.
Esa gente astuta utiliza cualquier medio
para lograr sus fines.
Así que pruébame! ¡No tengas miedo!
¡Y no recibirás una bofetada!
Estás en buenas manos (aunque yo no las tenga).
Porque soy el Sombrero Pensante.

Todo el comedor estalló en aplausos cuando el sombrero terminó su canción. Éste se inclinó hacia las cuatro mesas y luego se quedó rígido otra vez. Alioth aplaudió pero fue más por lo gracioso que había lucido el sombrero que por su canción.

-¡Entonces sólo hay que probarse el sombrero como dijo Alioth! -susurró Ron -. Voy a matar a Fred.

Emma solto una risita en lo que Harry sonrió débilmente. Sí, probarse el sombrero era mucho mejor que tener que hacer un encantamiento, pero habría deseado no tener que hacerlo en presencia de todos. El sombrero parecía exigir mucho, y Harry no se sentía valiente ni ingenioso ni nada de eso, por el momento. Si el sombrero hubiera mencionado una casa para la gente que se sentía un poco indispuesta, ésa habría sido la suya. Emma estaba menos nerviosa que antes de llegar pero sinceramente los nervios no habían desaprecido. Alioth solo esperaba curioso para saber que tipo de comentarios dirían cuando fuera su turno.

La profesora McGonagall se adelantaba con un gran rollo de pergamino.

-Cuando yo los llame, deberan ponerse el sombrero y sentarse en el taburete para que los seleccionen -dijo-. ¡Abbott, Hannah!

Una niña de rostro rosado y trenzas rubias salió de la fila, se puso el sombrero, que la tapó hasta los ojos, y se sentó. Un momento de pausa.

-¡HUFFLEPUFF!-gritó el sombrero.

La mesa de la derecha aplaudió mientras Hannah iba a sentarse con los de Hufflepuff. Harry vio al fantasma del Fraile Gordo saludando con alegría a la niña.

-¡Bones, Susan!

-¡HUFFLEPUFF! -gritó otra vez el sombrero, y Susan se apresuró a sentarse al lado de Hannah.

-¡Boot, Terry!

-¡RAVENCLAW!

La segunda mesa a la izquierda aplaudió esta vez. Varios Ravenclaws se levantaron para estrechar la mano de Terry, mientras se reunía con ellos.

Dumbledore sabiendo quien era el siguiente se inclino en su lugar y presto todavía más atención.

-¡Black, Alioth!

Ron, Emma y Harry le desearon suerte cuando se abrió paso entre los demas niños.

El silenció callo en el Gran Comedor pero conforme Alioth se acercaba al taburete varios comenzaron a murmurar.

-¿Black? ¡Vaya!

-¿Como es que esta aquí?

-¿Lo dejaron entrar?

-Seguro sera Slytherin.

Esos y más comentarios fueron escuchados, pero hubo uno que sobrepaso el límite para los profesores y el director.

-¡La maldición a llegado!

El grito había sido dado por un chico de Hufflepuff que parecía ser de 4 grado, era gordito y con aspecto estúpido.

-Señor Lorens, ese tipo de comentarios no seran permitidos aquí. -Dijo la profesora McGonagall con tono serio.

El chico se encogió en su lugar ante la mirada de todos, algunos pensaron que se había pasado e instantáneamente giraron su mirada a Alioth para saber que tanto le afectó pero para sopresa suya el ojigris no hizo mas que dibujar una sonrisa ladina en su rostro y se sento con elegancia en el taburete. Todos volvieron a guardar silencio a la espera del grito del sombrero.

McGonagall coloco el sombrero en la cabeza del ojigris y este no tardo en hablar en su mente.

-¿Pero que tenemos aquí?.-Su voz sonaba extrañamente emocionada.- seguro te han dicho que eres identico a él.

-Tantas veces que no me alcanzan contarlas con los dedos de las manos.-Respondio Alioth de forma impacible.

-Tambien te pareces a tu madre...no me dejas concentrar.-Se quejo el sombrero.

El semblante de Alioth se ensombresio bajo el sombrero.

-Lo escuchas ¿no es así?

El sombrero no respondió pero Alioth sabía que tenía razón. El sombrero lo escuchaba y de cierta forma era gracioso ver como casi todos le temían pero no sabían exactamente el por que, si bien sabían que tenía una envidiable habilidad mágica no tenían el conocimiento completó pues aquello no era la unica razón por la que deberían temerle. La obscuridad que habitaba en él era incalculable, era fuerte, potente y decidida, no tenía límite y cada día era mas difícil mantenerla a raya. Lo peor era durante los entrenamientos con Moody pues varias veces había llegado a descontrolarse y casi terminaba asesinando al ex auror.

Cuando era pequeño Alioth no entendía del todo por que Dumbledore deseaba que hiciera aquél entrenamiento y aprendizaje antes de tiempo, de cierta forma creí que era para controlar su magia y en parte era así. Pero con el paso de los años Alioth conoció por si mismo la verdadera razón oculta tras aquellas buena intensiones del mago de larga barba blanca. Dumbledore si quería que aprendiera antes de tiempo para poder controlarse, para poder defenderse contra los que quisieran dañarlo, inclusive para proteger a Harry, pero la principal razón era otra. Voldemort estaba destinado a regresar y eso lo sabía perfectamente Alioth, también era consciente que debía tener un encuentro con Harry y estaba bien pues comprendía aquello. Pero cuándo el descubrió su meta, el pequeño Alioth de 9 años se sintió traicionado, luego lo dejo de lado pero aún en su interior seguía doliendo, pues Alioth no era otra cosa mas que un arma, cuando su otro lado fuera liberado mataría sin remordimiento, sin basilar y eso sería muy útil contra Voldemort.

Ahora, la cuestión cuando eso sucediera ¿Que detendría a Alioth? La respuesta era un incógnita que ni siquiera el mismo Alioth lo sabía. ¿Habría algo que lo detuviera? Tal vez no, pues la obscuridad de su interior no tenía límites ni un propósito mas que crear caos por simple gusto, se alimentaba del dolor, la desesperación y eso lo hacía fuerte pues el mismo Alioth tenía mucho de ello.

Ahora mismo el sombrero seleccionador estaba escuchando los susurros de su obscuridad pidiendo salir.

-Vamos sombrerito, dime que casa atormentare.-Pidio Alioth después de unos minutos al ver que el sombrero se quedo pensativo.

-No te importa realmente la casa a la que pertenezcas.-Afirmo el sombrero. Alioth se encogió de hombros.- eres valiente y astuto, pero también fuerte has soportado todo tipo de dolor y sigues en pie. Estas dispuesto a seguir adelante y defender lo que crees correcto.

-Lo hago para ablandar el golpe cuando lo que habita en mi sea liberado-Respondio Alioth con tono seco.

-Se que escogeras el camino correcto cuando llegue ese catastrófico día pero también se que la ira y dolor pueden corromper hasta al mas fuerte.

-Soy conciente de que todos tenemos un punto de quiebre pero hasta ahora estoy bien sombrerito.-Dijo Alioth.

-Gryffindor o Slytherin, dos casas que van más que contigo.-Prosiguio el sombrero ignorando su comentario.- En una encontrarás amigos leales que estaran contigo hasta en el peor momento, te hara fuerte y te hara aprender de tus errores. En cambió en la otra, sera un camino cuesta arriba, designado solo para tu parte más astuta y decidida, aquella que niegas tanto. La lucha estara destinada en ambas casa.

-Si estás tratando de decirme que ir a Slytherin es lo que liberara mi otro lado dejame decirte que estás equivocado. Puedo estar en Hufflepuff o Ravenclaw y aun así seré llamado algún dia el próximo Voldemort o Grindelwald. Particularmente prefieron Grindelwald, Voldy suena ridículo.

-¡Por Merlin niño deja de decir eso!-Aquella exclamación la había dicho no solo en la mente de Alioth si no también en voz alta y el Gran Comedor estana confundidos a excepción de Dumbledore quien seguía mirando intensamente al ojigris sentado en el taburete.

-No digo nada malo, solo...la verdad.

-Caracter fuerte, bromista y decidido. Podrias ir Slytherin sin duda, pero no eres como el resto de tu familia.

Alioth solto un risita fría.

-Eso es lo que tu crees, seguro recuerdas que tipo de mentalidad tenia Lesath Black. Pues me crío cuatro años de mi vida del mismo modo. Ahora ¿Que es lo que te esta diciendo, andrajoso?

El sombrero bufo y estuvo en silencio por unos cuantos segundos. Para ese entonces ya habían pasado casi 10 minutos de silencio en el Gran Comedor, nadie queria hablar pues no entendían por que el sombrero tardaba tanto. Emma estaba que se comia las uñas, Ron se meneaba ansioso adelante y atras con la punta del pie y su talón. Harry no dejaba de mirar a su amigo preguntadose que estaba ocurriendo.

-Susurra que quiere salir.-Respondio al fin el sombrero.

-Ese susurró tenue a veces se convierte en gritos desesperados por que lo liberé, en ocasiones no puedo escuchar ni mis propios pensamientos. -A este punto la voz de Alioth estaba cargada de enojo.- Las personas que saben sobre esto creen que es facil, <<solo mantenlo a raya Alioth, no pasara nada>> pues déjame decirte algo sombrerito, no es tan sencillo. Esto que tengo me desgarra por dentro. Es mas que obvio que llegará el momento que me agote y no pueda seguir y ese día ya no existirá el Alioth Black con el que estás hablando en este momento. Ahora, ¿Puedes decir mi casa?

Lo último lo dijo tan casual que era como si las palabras anteriores nunca hubieran sido dichas. Alioth pudo sentir como el sombrero suspiraba para después gritar.

-¡GRYFFINDOR!

No era posible negarse que había soprendido a varios aquél grito, no solo por lo que tardo en ser escuchado si no por lo que significaba. Alioth Black era ahora un león, pertenecía a la casa de los valientes.

La mesa de color escarlata estaba paralizada por la sorpresa hasta que unos aplausos procedentes de la mesa de profesores llamo la atención de todos. Albus Dumbledore estaba parado en su lugar con una sonrisita y aplaudía con entusiasmo. Los leones de la mesa no tardaron en copiar su acción, si Black estaba ahora con ellos era por algo, pues el sombrero nunca se equivocaba, además de que su director parecía miy felíz por aquello

-¡Tenemos a Black!.-Grito un chico de Gryffindor.

-¡En su cara serpientes!-Señalaron los gemelos Weasley con entusiasmo.

Algunos alumnos de Slytherin que esperaban y deseaban que Black estuviera con ellos, se encontraban molestos pues aquella decisión del sombrero no les había gustado para nada.

Alioth se paró del taburete y llevo sus manos al sombrero.

-Eres fuerte y tienes muchas personas que no te dejaran solo Alioth. Las batallas se pierden solo cuando uno deja de intentarlo.-Le dijo antes de quitarselo y darselo a la profesora.

Alioth miro a Dumbledore quien correspondió su mirada y asintió, después busco a Hagrid. El gigante le guiñó un ojo y Alioth automáticamente le sonrió sin separar los labios. El ojigris miro a sus amigos mientras se encaminaba a su mesa, Emma sonreí feliz.

El prefecto que se presento como Percy Weasley le dió la bienvenida y estrechó su mano una vez llego a su mesa, los gemelos le sonrieron desde su lugar y algunos le estrecharon la mano. Para Alioth aquello fue raramente reconfortante pues muy en su interior tuvo el temor de que lo miraran mal y aunque eso pasaría -pues era normal- por ahora estaba bien ser aceptado. Tomo asiento y siguió contemplando la selección.

Brocklehurst, Mandy también fue a Ravenclaw, pero Brown, Lavender resultó la segunda nueva Gryffindor, en la mesa más alejada de la izquierda, que estalló en vivas. Harry pudo ver a los hermanos gemelos de Ron, silbando. Alioth aplaudió quedamente sin levantarse de su asiento.

Bulstrode, Millicent fue a Slytherin. Tal vez era la imaginación de Harry; después de todo lo que había oído sobre Slytherin, pero le pareció que era un grupo desagradable. De alguna forma le alegraba que Alioth estuviera en Gryffindor.

Comenzaba a sentirse decididamente mal. Recordó lo que pasaba en las clases de gimnasia de su antiguo colegio, cuando se escogían a los jugadores para los equipos. Siempre había sido el último en ser elegido, no porque fuera malo, sino porque nadie deseaba que Dudley pensara que lo querían.

-¡Finch-Fletchley, Justin!

-¡HUFFLEPUFF!

Harry notó que, algunas veces, el sombrero gritaba el nombre de la casa de inmediato, pero otras tardaba un poco en decidirse. Como con Alioth, habían sido tal vez 15 o 20 minutos de silencio hasta que el sombrero grito su casa.

-Finnigan, Seamus. -El muchacho de cabello arenoso, que estaba al lado de Harry en la fila, estuvo sentado un minuto entero, antes de que el sombrero lo declarara un Gryffindor.

-Granger, Hermione.

Hermione casi corrió hasta el taburete y se puso el sombrero, muynerviosa.

-¡GRYFFINDOR! -gritó el sombrero. Ron gruñó.

Emma suspiró y al ver a Alioth pudo notar con su primo hizo una mueca.

Un horrible pensamiento atacó a Harry, uno de aquellos horribles pensamientos que aparecen cuando uno está muy intranquilo. ¿Y si a él no lo elegían para ninguna casa? ¿Y si se quedaba sentado con el sombrero sobre los ojos, durante horas, hasta que la profesora McGonagall se lo quitara de la
cabeza para decirle que era evidente que se habían equivocado y que era mejor que volviera en el tren?

Emma noto el estado de Harry y colocando una mano en su hombro decidió reconfortarlo.

-No te devolveran a casa Harry.

Harry la miro impresionada.

-¿Como sabes que era lo que estaba pensando?

-Lo supuse, pero lo acabas de confirmar. Estamos aquí por algo Harry y aunque no lo paresca somos lo suficientemente merecedores de estarlo. Así que no te preocupes por que inclusive si tenemos suerte estaremos en la misma casa los cuatro.

Harry le sonrió a Emma un poco mas reconfortado.

Cuando Neville Longbottom, el chico que perdía su sapo, fue llamado, se tropezó con el taburete. El sombrero tardó un largo rato en decidirse. Cuando finalmente gritó: ¡GRYFFINDOR!, Neville salió corriendo, todavía con el
sombrero puesto y tuvo que devolverlo, entre las risas de todos. Después de Neville siguió Emma.

-Lupin, Emma.

Emma camino nerviosa hasta el taburete con la barbilla en alto pero la ansiedad carcomiendola por dentro. El sombrero fue colocado en su cabeza rubia.

-Inteligente, bastante cabe decir.

-Alioth es mas inteligente que yo.-Replico Emma sonrojada por el alago.

-Hay distintos tipos de inteligencia señorita Lupin, Alioth Black tiene inteligencia por experiencia y astucia. Eres igual a tus padre, bondadosa, trabajadora, responsable pero muy valiente y con un gran corazón. Mmm... difícil decisión. Ravenclaw o Gryffindor.

-¿Soy buena para dos casa?.-Emma estaba sorprendida.

-Tienes cualidades para ambas. Serias una gran Ravenclaw sin duda, pero tu destinó esta guiado por la casa de los leones.

Emma sonrió.

-¡GRYFFINDOR!

La mesa de los leones volvió a aplaudir con estusiasmo y Emma fue recibida por todos con una sonrisa. La rubia tomo asiento al lado de su primo a quién le dió un beso en la mejilla sorpresivamente. Alioth arqueó la cejas pero de todos modos sonrió a Emma.

Malfoy se adelantó al oír su nombre y de inmediato obtuvo su deseo: el sombrero apenas tocó su cabeza y gritó: ¡SLYTHERIN!

Malfoy fue a reunirse con sus Crabbe y Goyle, con aire de satisfacción.

Ya no quedaba mucha gente.

Moon... Nott... Parkinson... Después unas gemelas, Patil y Patil... Más tarde Perks, Sally-Anne... y, finalmente:

-¡Potter; Harry!

Alioth que se encontraba extrañamente interesado en la selección sabía lo que vendría a continuación. Una serie de comentarios curiosos y para nada mal intensionados -como en su caso- sobre Harry, no era para menos si su amigo era prácticamente el salvador del mundo mágico. ¿Qué era él en cambio? La perdición, la maldición del mundo mágico.

Mientras Harry se adelantaba, los murmullos se extendieron súbitamente como fuegos artificiales exactamente como Alioth había pensado.

-¿Ha dicho Potter?

-¿Ese Harry Potter?

Lo último que Harry vio, antes de que el sombrero le tapara los ojos, fue el comedor lleno de gente que trataba de verlo bien y los fríos mares grises de Alioth. Al momento siguiente, miraba el oscuro interior del sombrero. Esperó.

-Mm -dijo una vocecita en su oreja-. Difícil. Muy difícil. Lleno de valor, lo veo. Tampoco la mente es mala. Hay talento, oh vaya, sí, y una buena disposición para probarse a sí mismo, esto es muy interesante... Entonces, ¿dónde te pondré?

Harry se aferró a los bordes del taburete y pensó: «En Slytherin no, en Slytherin no».

-En Slytherin no, ¿eh? -dijo la vocecita-. ¿Estás seguro? Podrías ser muy grande, sabes, lo tienes todo en tu cabeza y Slytherin te ayudaría en el camino hacia la grandeza lo mismo para tu amigo Black. No hay dudas, ¿verdad? Bueno, si estás seguro, mejor que seas ¡GRYFFINDOR!

Harry oyó al sombrero gritar la última palabra a todo el comedor. Se quitó el sombrero y anduvo, algo mareado, hacia la mesa de Gryffindor. Estaba tan aliviado de que lo hubiera elegido y no lo hubiera puesto en Slytherin, que casi no se dio cuenta de que recibía los saludos más calurosos hasta el momento. Percy el prefecto se puso de pie y le estrechó la mano vigorosamente, mientras los gemelos Weasley gritaban: «¡Tenemos a Potter! ¡Tenemos a Potter!» igual que como lo hicieron con Alioth, quien aún no entendía por que lo habían hecho. Harry se sentó en el lado opuesto al fantasma que había visto antes y al frente de Alioth quien le sonrió. El fantasma le dio una palmada en el brazo, dándole la horrible sensación de haberlo metido en un cubo de agua helada. Podía ver bien la Mesa Alta. En la punta, cerca de él, estaba Hagrid, que lo miró y levantó los pulgares. Harry le sonrió. Y allí, en el centro de la Mesa Alta, en una gran silla de oro, estaba sentado Albus Dumbledore. Harry lo reconoció
de inmediato, por el cromo de las ranas de chocolate. El cabello plateado de Dumbledore era lo único que brillaba tanto como los fantasmas. Harry también vio al profesor Quirrell, el nervioso joven del Caldero Chorreante. Estaba muy extravagante, con un gran turbante púrpura.

Y ya quedaban solamente tres alumnos para seleccionar. A Turpin, Lisa le tocó Ravenclaw, y después le llegó el turno a Ron. Tenía una palidez verdosa y Harry junto a Emma cruzó los dedos debajo de la mesa. Un segundo más tarde, el sombrero gritó: ¡GRYFFINDOR!

Harry, Emma y Alioth aplaudieron con fuerza, junto con los demás, mientras que Ron se desplomaba en la silla más próxima.

-Bien hecho, Ron, excelente -dijo pomposamente Percy Weasley, por encima de Harry, mientras que Zabini, Blaise era seleccionado para Slytherin.

Alioth rodo los ojos, era mas que evidente que el hermano de Ron no tenia sentido del humor y que era un tanto estirado.

La profesora McGonagall enrolló el pergamino y se llevó el Sombrero Seleccionador.

Harry miró su plato de oro vacío. Acababa de darse cuenta de lo hambriento que estaba. Los pasteles le parecían algo del pasado. Emma agradeció que su estomago no hiciera ruido debido al hambre que tenía, pues no había podido desayunar bien por los nervios.

Albus Dumbledore se había puesto de pie. Miraba con expresión radiante a los alumnos, con los brazos muy abiertos, como si nada pudiera gustarle más que verlos allí.

-¡Bienvenidos! -dijo-. ¡Bienvenidos a un año nuevo en Hogwarts! Antes de comenzar nuestro banquete, quiero decirles unas pocas palabras. Y aquí están, ¡Papanatas! ¡Llorones! ¡Baratijas! ¡Pellizco!... ¡Muchas gracias!

Se volvió a sentar. Todos aplaudieron y vitorearon. Harry no sabía si reír o no. Alioth por otro lado río al instante.

-Magnificas palabras, sinceramente me han levantado el animo ¿Que hay de tí Emma?

Emma río ligeramente.

-Está... un poquito loco, ¿no? -preguntó Harry con aire inseguro a Percy.

Alioth puso sus ojos en blanco, ya se imaginaba lo que diria el prefecto perfecto.

-¿Loco? -dijo Percy con frivolidad-. ¡Es un genio! ¡El mejor mago del mundo! Pero está un poco loco, sí. ¿Patatas, Harry?

Harry se quedó con la boca abierta. Los platos que había frente a él de pronto estuvieron llenos de comida. Nunca había visto tantas cosas que le gustara comer sobre una mesa: carne asada, pollo asado, chuletas de cerdo y de ternera, salchichas, tocino y filetes, patatas cocidas, asadas y fritas, pudín, guisantes, zanahorias, salsa de carne, salsa de tomate y, por alguna extraña razón, bombones de menta.

El ojigris noto estos últimos y los miro con asco, nadie en su sano juicio podría comer menta. Como aborrecía su sabor.

Los Dursley nunca habían matado de hambre a Harry, pero tampoco le habían permitido comer todo lo que quería. Dudley siempre se servía lo que Harry deseaba, aunque no le gustara. Harry llenó su plato con un poco de todo, salvo los bombones de menta, y comenzó a comer. Todo estaba delicioso.

-Eso tiene muy buen aspecto -dijo con tristeza el fantasma de la gola, observando a Emma mientras está cortaba un pedazo de filete.

-¿No puede...?.-Cuestiono Harry.

-No he comido desde hace unos cuatrocientos años -dijo el fantasma-. No lo necesito, por supuesto, pero uno lo echa de menos. Creo que no me he presentado, ¿verdad? Sir Nicholas de Mimsy-Porpington a su servicio. Fantasma Residente de la Torre de Gryffindor.

-¡Yo sé quién es usted! -dijo súbitamente Ron-. Mi hermano me lo contó. ¡Usted es Nick Casi Decapitado!

-Yo preferiría que me llamaran Sir Nicholas de Mimsy... -comenzó a decir el fantasma con severidad, pero lo interrumpió Seamus Finnigan, el del pelo color arena.

-¿Casi Decapitado? ¿Cómo se puede estar casi decapitado?

Alioth penso que aquella era una pregunta estúpida.

-Sir Nicolás no fue decapitado con la herramienta más afilada del mundo. Supondre que una parte del tejido de su cuello no se separo del resto del cuerpo.

Sir Nicholas pareció muy molesto, como si su conversación no resultara como la había planeado, pero aún así asintió a Alioth.

-Exacto-dijo enfadado. Se agarró la oreja izquierda y tiró. Toda su cabeza se separó de su cuello y cayó sobre su hombro, como si tuviera una bisagra. Era evidente que alguien había tratado de decapitarlo, pero que no lo había hecho bien como pensaba Alioth. Pareció complacido ante las caras de asombro -Alioth la fingió para no hacerlo sentir mal- y volvió a ponerse la cabeza en su sitio, tosió y dijo: ¡Así que nuevos Gryffindors! Espero que este año nos ayudéis a ganar el campeonato para la casa. Gryffindor nunca ha estado tanto tiempo sin ganar. ¡Slytherin ha ganado la copa seis veces segui- das! El Barón Sanguinario se ha vuelto insoportable... Él es el fantasma de Slytherin.

Harry miró hacia la mesa de Slytherin y vio un fantasma horrible sentado allí, con ojos fijos y sin expresión, un rostro demacrado y las ropas manchadas de sangre plateada. Estaba justo al lado de Malfoy que, como Harry vio con mucho gusto, no parecía muy contento con su presencia.

-¿Es malo estar complacido por la cara de horror de Malfoy?.-Canturreo Alioth.

-No, estoy igual que tu.-Dijo Ron luego de probar un bombón de menta que pareció no gustarle.

-¿Cómo es que está todo lleno de sangre? -preguntó Seamus con gran interés luego de ver al fantasma de Slytherin.

-Nunca se lo he preguntado -dijo con delicadeza Nick Casi Decapitado.

-Que bueno, por que personalmente no quiero una historia perturbadora mientras cenamos.

Emma concordó con Alioth al igual que Ron.

Cuando hubieron comido todo lo que quisieron, los restos de comida desaparecieron de los platos, dejándolos tan limpios como antes. Un momento más tarde aparecieron los postres. Trozos de helados de todos los gustos que uno se pudiera imaginar; pasteles de manzana, tartas de melaza, relámpagos de chocolate, rosquillas de mermelada, bizcochos borrachos, fresas, jalea, arroz con leche...

Alioth se sirvió helado de chocolate, le coloco algunas fresas alrededor y relámpagos de chocolate en la punta. Emma eligió arroz con leche y relámpagos de chocolate. Mientras Harry se servía una tarta, la conversación se centró en las familias.

-Yo soy mitad y mitad -dijo Seamus-. Mi padre es muggle. Mamá no le dijo que era una bruja hasta que se casaron. Fue una sorpresa algo desagradable para él.

Los demás rieron.

-¿Y tú, Neville? -dijo Ron.

-Bueno, mi abuela me crió y ella es una bruja -dijo Neville-, pero la familia creyó que yo era todo un muggle, durante años. Mi tío abuelo Algie trataba de sorprenderme descuidado y forzarme a que saliera algo de magia de mí. Una vez casi me ahoga, cuando quiso tirarme al agua en el puerto de Blackpool, pero no pasó nada hasta que cumplí ocho años. El tío abuelo Algie había ido a tomar el té y me tenía cogido de los tobillos y colgando de una ventana del piso de arriba, cuando mi tía abuela Enid le ofreció un merengue y él, accidentalmente, me soltó. Pero yo reboté, todo el camino, en el jardín y la calle. Todos se pusieron muy contentos. Mi abuela estaba tan feliz que lloraba. Y tendrían que haber visto sus caras cuando vine aquí. Creían que no sería tan
mágico como para venir. El tío abuelo Algie estaba tan contento que me compró mi sapo.

Emma hizo un mueca de impresión al escuchar su relato.

Alioth por otro lado estaba más que feliz por que no le preguntarán sobre su familia, aunque pensándolo bien no había nada que los demas no supiera o supisieran de su familia ya.

Al otro lado de Harry, Percy Weasley y Hermione estaban hablando de las clases. («Espero que empiecen en seguida, hay mucho que aprender; yo estoy particularmente interesada en Transformaciones, ya sabes, convertir algo en
otra cosa, por supuesto parece ser que es muy difícil. Hay que empezar con cosas pequeñas, como cerillas en y todo eso...»)

Alioth la escucho también y su rostro mostraba aburrimiento. Esa niña lo estaba fastidiando bastante, auque tal vez debería conocerla un poco mas y luego juzgarla pero ¿No había ella hecho eso? Lo juzgó en el tren sin conocerle, afirmando que estaría en Slytherin.

Harry, que comenzaba a sentirse reconfortado y somnoliento, miró otra vez hacia la Mesa Alta. Hagrid bebía copiosamente de su copa. La profesora McGonagall hablaba con el profesor Dumbledore. El profesor Quirrell, con su absurdo turbante, conversaba con un profesor de grasiento pelo negro, nariz
ganchuda y piel cetrina. Todo sucedió muy rápidamente. El profesor de nariz ganchuda miró por encima del turbante de Quirrell, directamente a los ojos de Harry... y un dolor agudo golpeó a Harry en la cicatriz de la frente.

-¡Ay! -Harry se llevó una mano a la cabeza. Alioth lo miro al instante preocupado.

-¿Qué ha pasado? -preguntó Percy

-N-nada.

Alioth no le creyo pero ahora era mejor no preguntar pues había demasiadas personas.

El dolor desapareció tan súbitamente como había aparecido. Era difícil olvidar la sensación que tuvo Harry cuando el profesor lo miró, una sensación que no le gustó en absoluto.

-¿Quién es el que está hablando con el profesor Quirrell? -preguntó a Percy.

-Oh, ¿ya conocías a Quirrell, entonces? No es raro que parezca tan nervioso, ése es el profesor Snape. Su materia es Pociones, pero no le gusta... Todo el mundo sabe que quiere el puesto de Quirrell. Snape sabe muchísimo sobre las Artes Oscuras.

Como no, penso Alioth y dirigió su mirada a la mesa de profesores. Se fijo en Snape y esté pareció querer atravesarlo con la mirada pero Alioth ni se inmutó, al final Snape fue quien desvío la mirada ocasionando que Alioth formara un sonrisa ganadora en su rostro.

-Emma.-Su prima lo miro.- ahí esta Quejicus.

Emma confundida se fijo en la dirección en que señalo Alioth sutilmente. Al ver al hombre de nariz ganchuda comprendió a que se refería su primo.

-¿Dime que te comportaras en su clase?.-Pidio a sabiendas de lo que era capaz su primo, pues su tía y padre les contaron sobre Severus Snape y a Alioth era al que sin duda aquél hombre menos le agradaba.

El ojigris se encogió de hombros dando final a su conversación en susurros. Emma solo pudo suspirar preocupada.

Harry vigiló a Snape durante un rato, pero el profesor no volvió a mirarlo a él ni a Alioth. Por último, también desaparecieron los postres, y el profesor Dumbledore se puso nuevamente de pie. Todo el salón permaneció en silencio.

-Ejem... sólo unas pocas palabras más, ahora que todos hemos comido y bebido. Tengo unos pocos anuncios que haceros para el comienzo del año.

»Los de primer año deberán tener en cuenta que los bosques del área del castillo están prohibidos para todos los alumnos. Y unos pocos de nuestros antiguos alumnos también deberán recordarlo.

Los ojos relucientes de Dumbledore apuntaron en dirección a los gemelos Weasley, para luego posarlos en el último Black pues conocía perfectamente al niño como para saber que la palabra *prohibido* no era más que un insentivo para su curiosidad y no se equivocó pues los ojos de Alioth brillaban con entusiasmó.

-El señor Filch, el celador, me ha pedido que les recuerde que no deben hacer magia en los recreos ni en los pasillos.

»Las pruebas de quidditch tendrán lugar en la segunda semana del curso. Los que estén interesados en jugar para los equipos de sus casas, deben ponerse en contacto con la señora Hooch.

»Y por último, quiero decirles que este año el pasillo del tercer piso, del lado derecho, está fuera de los límites permitidos para todos los que no deseen una muerte muy dolorosa.

Harry rió, pero fue uno de los pocos que lo hizo. Alioth tuvo que controlarse para no soltar un carcajada ruidosa, pues aquello aunque posiblemente cierto no dejaba de ser algo dramático.

-¿Lo decía en serio? -murmuró a Percy.

-Eso creo -dijo Percy, mirando ceñudo a Dumbledore-. Es raro, porque habitualmente nos dice el motivo por el que no podemos ir a algún lugar. Por ejemplo, el bosque está lleno de animales peligrosos, todos lo saben. Creo que, al menos, debió avisarnos a nosotros, los prefectos.

Alioth puso los ojos tan blancos que Emma temió que se quedará así. El ojigris miro a Ron.

-Tu hermano me esta cayendo muy mal Ron.

-A veces a mi también me cae mal.-Concordo el pelirrojo.

-¡Alioth!.-Lo reprendió Emma pero el pelinegro ni se inmutó.

-La sinceridad ante todo.

-¡Y ahora, antes de que vayamos a acostarnos, cantemos la canción del colegio! -exclamó Dumbledore. Harry notó que las sonrisas de los otros profesores se habían vuelto algo forzadas.

Alioth bufó, no quería cantar. No le gustaba, pero no le quedaba de otra. Aunque no lo haría con ningún entusiasmo, es mas no fingiria alegraría.

Dumbledore agitó su varita, como si tratara de atrapar una mosca, y una larga tira dorada apareció, se elevó sobre las mesas, se agitó como una serpiente y se transformó en palabras.

-¡Que cada uno elija su melodía favorita! -dijo Dumbledor-. ¡Y allá vamos!

Hogwarts, Hogwarts, Hogwarts,
enséñanos algo, por favor.
Aun que seamos viejos y calvos
o jóvenes con rodillas sucias,
nuestras mentes pueden ser llenadas
con algunas materias interesantes.
Porque ahora están vacías y llenas de aire,
pulgas muertas y un poco de pelusa.
Así que enséñanos cosas que valga la pena saber,
haz que recordemos lo que olvidamos,
hazlo lo mejor que puedas, nosotros haremos el resto,
y aprenderemos hasta que nuestros cerebros se consuman.

Cada uno terminó la canción en tiempos diferentes. Al final, sólo los gemelos Weasley y Alioth seguían cantando, con la melodía de una lenta marcha fúnebre, solo que Alioth tenía el aburrimiento plasmado en su rostro. Dumbledore los dirigió hasta las últimas palabras, con su varita y,cuando terminaron, fue uno de los que aplaudió con más entusiasmo.

Alioth miro al que consideraba su abuelo con los ojos entrecerrados, a veces no tenía idea de lo que pasaba por la cabea de Dumbledore.

-¡Ah, la música! -dijo, enjugándose los ojos-. ¡Una magia más allá de todo lo que hacemos aquí! Y ahora, es hora de ir a la cama. ¡Salgan al trote!

Los de primer año de Gryffindor siguieron a Percy a través de grupos bulliciosos, salieron del Gran Comedor y subieron por la escalera de mármol.

Las piernas de Harry otra vez parecían de plomo, pero sólo por el exceso de cansancio y comida. Estaba tan dormido que ni se sorprendió al ver que la gente de los retratos, a lo largo de los pasillos, susurraba y los señalaba al pasar; o cuando Percy en dos oportunidades los hizo pasar por puertas ocultas detrás de paneles corredizos y tapices que colgaban de las paredes. Subieron más escaleras, bostezando y arrastrando los pies y, cuando Harry comenzabaa preguntarse cuánto tiempo más deberían seguir, se detuvieron súbitamente.Se recargo en el hombro de Alioth quien no dijo nada pues lo único que quería el ojigris era dormir.

Unos bastones flotaban en el aire, por encima de ellos, y cuando Percy se acercó comenzaron a caer contra él.

-Peeves -susurró Percy a los de primer año-. Es un duende, lo que en las películas llaman poltergeist. -Levantó la voz-: Peeves, aparece.

La respuesta fue un ruido fuerte y grosero, como si se desinflara un globo.

-¿Quieres que vaya a buscar al Barón Sanguinario?

Se produjo un chasquido y un hombrecito, con ojos oscuros y perversos yuna boca ancha, apareció, flotando en el aire con las piernas cruzadas yempuñando los bastones.

Que feo. Penso Alioth.

-¡Oooooh! -dijo, con un maligno cacareo-. ¡Los horribles novatos! ¡Qué divertido!

De pronto se abalanzó sobre ellos. Todos se agacharon a excepción de Alioth que miraba con curiosidad al poltergeist. Era divertido, pero mas divertido sería molestarlo y al pensar en ello, Alioth sonrió con picardía.

-Vete, Peeves, o el Barón se enterará de esto. ¡Lo digo en serio! -gritó enfadado Percy.

Peeves hizo sonar su lengua y desapareció, dejando caer los bastones sobre la cabeza de Neville. Lo oyeron alejarse con un zumbido, haciendoresonar las armaduras al pasar.

-No te rías.-Dijo Emma a Alioth al ver como apretaba los labios para no reír.

-No lo siento.-Respondio y sonrió divertido.

Emma nego con la cabeza.

-Tenéis que tener cuidado con Peeves -dijo Percy, mientras seguían avanzando-. El Barón Sanguinario es el único que puede controlarlo, ni siquiera nos escucha a los prefectos. Ya llegamos.

-Prefectos estos, prefectos lo otro. -Murmuro Alioth por lo bajo.- ¿No tiene más frases?

Ron que lo escuchó suspiro.

-A estado así desde que recibió la carta con su insignia de perfecto. En casa no hablaba de otra cosa.

-Lo lamentó tanto Ron.-Diojo Alioth con sincero pesame.

Emma le dio un codazo mientras Harry y Ron reían por lo bajo.

Al final del pasillo colgaba un retrato de una mujer muy gorda, con un vestido de seda rosa.

-¿Santo y seña? -preguntó.

-Caput draconis -dijo Percy, y el retrato se balanceó hacia delante y dejó ver un agujero redondo en la pared. Todos se amontonaron para pasar (Neville fue ayudado por Emma) y se encontraron en la sala común de Gryffindor; una habitación redonda y acogedora, llena de cómodos sillones. Percy condujo a las niñas a través de una puerta, hacia sus dormitorios, y a los niños por otra puerta (Emma se despidio de sus amigos con un <<Buenas Noches>> que fue devuelto. Al final de una escalera de caracol (era evidente que estaban en una de las torres) encontraron, por fin, sus camas, seis camas con cuatro postes cada una y cortinas de terciopelo rojo oscuro. Sus baúles ya estaban allí. Demasiado cansados para conversar, se pusieron sus pijamas y se metieron en la cama.

-Una comida increíble, ¿no? -murmuró Ron a Harry y Alioth, a través de las cortinas-. ¡Fuera, Scabbers! Te estás comiendo mis sábanas.

-Ron espero que tu rata no se le ocurra subirse encima mío mientras duermo.-Dijo Alioth antes de recostarse en su cama.

Harry estaba a punto de preguntar a Ron si le quedaba alguna tarta de melaza, pero se quedó dormido de inmediato.

Tal vez Harry había comido demasiado, porque tuvo un sueño muy extraño. Tenía puesto el turbante del profesor Quirrell, que le hablaba y le decía que debía pasarse a Slytherin de inmediato, porque ése era su destino.

Harry contestó al turbante que no quería estar en Slytherin y el turbante se volvio cada vez más pesado. Harry intentó quitárselo, pero le apretaba dolorosamente, y entonces apareció Malfoy, que se burló de él mientras luchaba para quitarse el turbante. Luego Malfoy se convirtió en el profesor de nariz ganchuda, Snape, cuya risa se volvía cada vez más fuerte y fría... Se produjo un estallido de luz verde y Harry se despertó, temblando y empapado en sudor.

Se dio la vuelta y se volvió a dormir. Al día siguiente, cuando se despertó, no recordaba nada de aquel sueño.

Alioth por otro lado desperto en la madrugada agitado y sudando. Se sentó y miro la habitación tratando de distinguir algo en la obscuridad, pero no podia ver nada. Frunció el ceño y se levanto de la cama, cuando sus pies descalzos tocaron el suelo todo se ilumino dejandolo ver que no estaba en el dormitorio. Camino por lo que parecía una cosina vieja y descuidada, había telarañas y podía jurar que una rata paso delante de él, ignorando la sensación de desconfíanza que se instaló en su pecho continuó caminando.

Al llegar a la sala de aquella abandonada casa reconoció el lugar. Era la casa de los Gaunt donde su tío Lesath lo tenía prácticamente secuestrado, nunca había vuelto al lugar después de ser rescatado y su madre jamas volvió a nombrar el tema de aquellos cuatro años ni mucho menos el nombre de Lesath Black, para ella nombrarlo era recordar la etapa más dolorosa de su vida.

La luz de la luna se filtraba por una de las ventanas iluminando el suelo tenuemente. Alioth logro ver marcas de arañazos y manchas de sangre seca de color oxido que nunca fueron limpiadas. No necesito verlas demasiado tiempo para saber que aquello lo había causado él, debido a las constantes golpizas y las torturas de su tío. Había aprendido que era mejor no gritar ni llorar mientras lo violentaba o aquello podría ponerse peor, se había roto el labio incontables veces mientras lo mordia al intentar callar los gritos y gemidos de dolor. Cerro los ojos con fuerza al recordar las doloras escenas de si mismo siendo torturado hasta quedar inconsciente y continuó revisando la casa, ¿Por que su sueño tenía que ver con aquella casa?

En el momento en que llegaba a las escaleras escucho el ulular de una lechuza, un escalofrío recorrió su columna vertebral. Comenzó a subir los peldaños con duda y recorrió el pasillo lleno de puertas hasta llegar al final. Su mano temblaba cuando la poso sobre picaporte y giro su muñeca empujando hacia dentro, la puerta se abrió dejandole ver a la enorme lechuza enjaulada de color negro y brillantes ojos rojos.

Era Barry, la lechuza pertenecía a su tío, inconscientemente Alioth retrocedió pero cuando dio media vuelta para poder salir de la habitación se encontró con que no había una puerta por la cual salir. Trago en seco y miro de nuevo a la lechuza, esta era el doble de grande que una común, sus plumas eran despeinadas y herizadas de un profundo negro, sus patas tenían garras afiladas y largas, su pico lanzaba fuertes chillidos que ponía sus bellos de punta. Ahora recordaba por que no le gustaban las lechuzas, por qué las aborrecía y al mismo tiempo les temía tanto. Aquella lechuza había sido la causante de ello, su tío lo encerraba diariamente con ella por lo menos durante una hora. Él pequeño había sido picoteado y arañado con agresividad por aquella ave incontables veces solo por puro placer.

La jaula se agitó y la puerta de esta se abrio liberando a la enorme lechuza que se lanzó sobre el pelinegro paralizado.

Alioth abrió los ojos como platos y llevo su mano a la boca cubriendo un grito que no salió. Respiro agitado y observo que estaba en el dormitorio, suspirando volvió a recostarse y cerro los ojos. Ahora podía recordar su miedo, aunque inconscientemente había logrado dominarlo prefería permanecer lo más alejado posible de las lechuzas.

No tardo en volver a dormirse aunque una parte de su mente seguía pensando en aquel recuerdo suprimido que había vuelto a resurgir.

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