"El Duelo A Media Noche Y Primera Visita Al Bosque Prohibido"

La puerta del despachó de Dumbledore fue abierta de par en par, Severus Snape camino con paso firme y expresión seria hasta el escritorio del director de Hogwarts mientras su capa negra ondeaba con cada paso. Su rostro era neutro pero Dumbledore sabia que estaba enfadado.

-Severus, ¿a que debo tu visita?.- pregunto Albus despreocupadamente sin dejar de comer dulces de limón.

-El niño Black. ¿Por que está aquí?

Albus lo miro sobre sus lentes de media luna con un brillo divertido en los ojos que hizo a Severus apretar la mandíbula.

-¿Por que no debería estarlo?

-Es igual o peor que su padre.- escupió las palabras con asco.

-No deberías juzgar aun niño por los actos cometidos por su padre.- Severus sabía que esas palabras no eran solo por el niño Black, si no también por Potter.

Realmente no podía importarle menos.

-Es difícil no hacerlo cuando son idénticos a ellos.-mascullo molesto.

-Difícil si, pero no imposible.-respondio Dumbledore.

Snape suspiró irritado.

-Por ahora es bastante arrogante como Black.

Dumbledore soltó una risita.

-¿Qué te parecido en cuanto a sus habilidades académicas? A Minerva sin duda le han asombrado.- comento Dumbledore como quien no quiere la cosa.

-Solo dire que es bueno.- el profesor de pociones tenía el rostro serio en inmutable al hablar, su orgullo no le dejaba mostrar lo sinceramente sorprendido que estaba con el niño Black.

Albus sonrió levantándose de la silla y camino por su despacho con lo que parecía ser desinterés.

-Ese niño es más que bueno Severus, es un prodigio tanto teórico como práctico, no hay nada que él ya no conozca. Sabe inclusive más que tú y que yo. Ha sido entrenado por Moody desde que tenia casi 7 años y todo con un proposito. Su poder y habilidades son algo que jamas he visto.

Severus se quedó callado por unos minutos, pensando, analizando y cuestionandose ¿Cómo es que el hijo de un asesino arrogante podía ser un prodigio como asegura Albus? ¿Como un niño podia tener tanto poder? Debia verlo para poder creerlo.

-¿Como es posible?.- susurro pero de igual modo fue escuchado por el hombre frente a él.

-Ni yo mismo se la respuesta a esa incógnita.

Snape poso sus frios ojos negros sobre el director, trantando se saber si aquello era cierto pero podia ver que la expresión de Albus no era otra mas que de pura confusión. Ninguno dijo nada por unos minutos hasta que Dumbledore giro sobre sus talones para mirar a Snape con expresión seria.

-Quiero que hagas algo por mi, Severus.

-¿Eso sería?- Snape arqueó una ceja.

-Ayudame a saber los limites de Alioth, Moody ya lo esta haciendo con el entrenamiento, pero eso es físico. Quiero saber su limite y su fuerza mental.- Snape estaba más que confundido pero asintió sin preguntar más.

Antes de salir, Dumbledore volvió a hablar. Extrañamente lo que le dijo a continuación sonó mas como una advertencia que como un consejo.

-Ten mucho cuidado Severus, Alioth es paciente y controla muy bien sus emociones pero aun así tiene un fuerte temperamento y una gran habilidad de utilizar las palabras, puede herir profundamente con ellas.

Snape no dijo nada y salió del despachó, bajando las escaleras se adentro en el pasillo. El profesor de pociones camino sin rumbo, pensando en lo que le dijo Dumbledore cuando escucho una risa burlona y una mezcla extraña entre chillidos y bufidos llorosos. Segundos después saliendo del pasillo de donde provenían los sonidos se encontraban Alioh Black con una sonrisa, mientras cargaba en sus brazos dos gruesos libros con los ojos brillando de burla y diversión. Detras de él hiba Emma, la pequeña rubia negaba con su cabeza y suspiraba con resignación mientras carcaba otros dos libros considerablemente delgados.

Sin saber por que Snape no le dijo nada -después de todo los dos niños no lo habían notado- y camino hasta al pasillo de donde salieron; frente a él, pegados al techo se encontraban dos estudiantes de 3° año flotando con los cabellos tiesos dando en todas dirección. Los chicos pataleaban con furia queriendo bajar pero era en vano mientras sus varitas estaban tiradas en el piso. Snape suspiro irritado, agito su varita y tan pronto como lo hizo los dos estudianes cayeron al suelo con delicadeza.

-¿Qué estaban haciendo ahí? - pregunto en tono frio. Le interesaba poco y nada la respuesta pero debía saberlo como jefe de la casa de esos dos estudiantes.

-Alioth Black, profesor. - mascullo con enfado el de cabello rubio.

-¿Por que lo hizo?

Los dos chicos se dieron una mirada significativa, no podían decir la verdad por que serian castigados ellos también.

-Solo lo hizo señor, sin ninguna razón aparente.- respondió el castaño de ojos acuosos.

Severus los miro con los ojos entrecerrados, no les creía nada pues era evidente que mentían. No le gustaba lo que haría a continuación pero no soportaba que los alumnos quisieran verle la cara.

-5 puntos menos a cada uno por mentir.- los nos chicos abrieron las bocas como peces fuera del agua dispuestos a reclamar, pero Snape los interrumpió antes de que lo hieran.- y váyanse antes de que les quite más.

Dicho eso ambos salieron corriendo a su sala común después de recoger sus respectivas varitas. Snape suspiro, debería de observar mejor al chico Black pues parecía disfrutar de los mismo que su padre.

La arrogancia viene en la sangre. pensó él.

Harry nunca había creído que pudiera existir un chico al que detestara más que a Dudley, pero eso era antes de haber conocido a Draco Malfoy. Sin embargo, los de primer año de Gryffindor sólo compartían con los de Slytherin la clase de Pociones, así que no tenía que encontrarse mucho con él. O, al menos, así era hasta que apareció una noticia en la sala común de Gryffindor; que los hizo protestar a todos. Las lecciones de vuelo comenzarían el jueves... y Gryffindor y Slytherin aprenderían juntos.

-Debe ser una broma y una de muy mal gusto. -dijo Alioth molesto con una Emma conmocionada.

-Perfecto -dijo en tono sombrío Harry-. Justo lo que siempre he
deseado. Hacer el ridículo sobre una escoba delante de Malfoy.
Deseaba aprender a volar más que ninguna otra cosa.

-No sabes aún si vas a hacer un papelón.-dijo Emma como tratando de animarlo.

-De todos modos, sé que Malfoy siempre habla de lo bueno que es en quidditch, pero seguro que es pura palabrería. -dijo está vez Ron.

Alioth hizo una mueca. Su detestable primo sabía volar, no perfectamente pero se defendía ligeramente, aunque claro Alioth lo hacía mejor.

La verdad es que Malfoy hablaba mucho sobre volar. Se quejaba en voz alta porque los de primer año nunca estaban en los equipos de quidditch y contaba largas y jactanciosas historias, que siempre acababan con él escapando de helicópteros pilotados por muggles. Pero no era el único: por la forma de hablar de Seamus Finnigan, parecía que había pasado toda la infancia volando por el campo con su escoba. Hasta Ron podía contar a quien quisiera oírlo que una vez casi había chocado contra un planeador con la vieja escoba de Charles. Todos los que procedían de familias de magos hablaban constantemente de quidditch a excepción de Alioth y Emma. La primera no le entusiasmaba mucho volar, prefería mantener los pies bien clavados en la tierra; Alioth por otro lado era mas fan de guardarse la emoción de volar para si mismo.

Ron ya había tenido una gran discusión con Dean Thomas, que compartía el dormitorio con ellos, sobre fútbol. Ron no podía ver qué tenía de excitante un juego con una sola pelota, donde nadie podía volar y Alioth pensaba igual. Harry y Alioth habían descubierto a Ron tratando de animar un cartel de Dean en que aparecía el equipo de fútbol de West Ham, para hacer que los jugadores se movieran, al final fue Alioth el que hizo aquello y Dean parecia contentó.

Neville no había tenido una escoba en toda su vida, porque su abuela no se lo permitía. Harry pensó que ella había actuado correctamente, dado que Neville se las ingeniaba para tener un número extraordinario de accidentes, incluso con los dos pies en tierra. Emma siempre escuchaba enternecida como Neville parecia quejarse de ello, para luego estar de acuerdo en la negativa de tener un escoba. Desde lo de pociones Nebille y Emma se habían hecho mas amigos y en ocasiones pasaban algunas horas hablando sobre su materia favorita: Herbologia.

Hermione Granger estaba casi tan nerviosa como Neville con el tema del vuelo. Eso era algo que no se podía aprender de memoria en los libros, aunque lo había intentado. En el desayuno del jueves, aburrió a todos con estúpidas notas sobre el vuelo que había encontrado en un libro de la biblioteca, llamado Quidditch a través de los tiempos.
Neville estaba pendiente de cada palabra, desesperado por encontrar algo que lo ayudara más tarde con su escoba, pero todos los demás se alegraron mucho cuando la lectura de Hermione fue interrumpida por Alioth quien le arrebató el libro con gesto brusco.

-¿Podrías parar? Lo unico que estás logrando es aburrirnos y a otros ponerlos nerviosos.-le recriminó el ojigris. -leer no te va ayudar esta vez.

Granger con el ceño fruncido extendió la mano para que le diera su libro, Alioth se lo devolvio sin quitar su fría mirada de ella.

-Tal vez te aburres por que nunca haz leido un libro en tu vida.-mumuro la niña molesta.

-¿Hablas en serio?.-dijo Seamus incrédulo.- Gryffindor a ganado varios puntos grácias a él.

-Solo es suerte, así como estar en esta casa.-dijo Hermione, sabiendo que era mentira y Alioth era muy inteligente.

Alioth rodo los ojos.

-Si dejaras esa actitud altanera de niña sabelotodo tendrias amigos, tal vez debas cambiar un poco Granger o te quedaras sola, porqué dime ¿Quién querria de amiga una persona que se la pasa corrigiendote en todo?.-comento Alioth con fria y cortante.

Muchos estaban de acuerdo con las palabras de Alioth como por ejemplo Ron, otros como Emma y Harry creían que había sido muy duro.

Hermione sintio sus ojos aguarse y antes de que rompiera a llorar tomo su libro con fuerza y salio apresurada del Gran Comedor, Alioth ni se inmutó y volvió a tomar asiento junto a un Ron feliz por que Granger se fuera, al igual que otros.

El profesor Severus que justamente pasaba aun lado de ellos escucho todo y al parecer corroboró lo que dijo Albus. El chico sabia usar las palabras exactas para herir y parecia no tener remordimiento alguno.
Después de ello tomó asiento en la mesa de profesores donde Dumbledore le dio una mirada fugaz, como diciéndole un te lo dije.

Después de ellos el correo llego.

Harry no había recibido una sola carta desde la nota de Hagrid, algo que Malfoy ya había notado, por supuesto. La lechuza de Malfoy siempre le llevaba de su casa paquetes con golosinas, que el muchacho abría con perversa satisfacción en la mesa de Slytherin. A Emma y a Alioth tambien le llegaban algunos dulces de parte de sus padres ademas de un calido saludo. Ambos chicos compartian con Harry y Ron lo que les enviaban.

Cetus llego en ese momento revoloteando entre las lechuzas con aire furioso pues al igual que a su dueño estás no le agradaban. Dejo un paquete de dulces frente al ojigris.

-Gracias Cet.- el halcón trino con alegría y restrego su cabezita en la mano de Alioth para luego levantar vuelo y volver a la lechuzeria.

Emma despidió a Ellie en el mismo momento en que algo en la tunica de Alioth se removía, la rubia lo miro con curiosidad, pero el ojigris solo sonrió encantado al ver a su pequeño escarbato olisquear los dulces.

-Cae, adentro amiguito.-lo empujo suavemente al interior de su túnica luego de darle un dulce.

Nadie lo noto a excepción de Emma que solo rodo los ojos.

Un lechuzón entregó a Neville un paquetito de parte de su abuela. Lo abrió excitado y les enseñó una bola de cristal, del tamaño de una gran canica, que parecía llena de humo blanco.

Alioth y Emma supieron al instante que era y concordaron en una cosa. Ese objeto era inútil, pero claro que no se lo dirían a Neville.

-¡Es una Recordadora! -explicó-. La abuela sabe que olvido cosas y
esto te dice si hay algo que te has olvidado de hacer. Mirad, uno la sujeta así, con fuerza, y si se vuelve roja... oh... -se puso pálido, porque la Recordadora súbitamente se tiñó de un brillo escarlata-... es que has olvidado algo...

Neville estaba tratando de recordar qué era lo que había olvidado, cuando Draco Malfoy que pasaba al lado de la mesa de Gryffindor; le quitó la Recordadora de las manos.

Harry y Ron saltaron de sus asientos. En realidad, deseaban tener un motivo para pelearse con Malfoy, pero la profesora McGonagall, que detectaba problemas más rápido que ningún otro profesor del colegio, ya estaba allí. Alioth se preguntó por que no apareció cuando fue grosero con Granger, no era como si le importara de hecho así estaba mejor, pero tenia curiosidad.

-¿Qué sucede?

-Malfoy me ha quitado mi Recordadora, profesora.

Con aire ceñudo, Malfoy dejó rápidamente la Recordadora sobre la mesa.

-Sólo la miraba -dijo, y se alejó, seguido por Crabbe y Goyle.

-Adios primo.- Malfoy miro a Alioth ceñudo por sobre su hombro. El ojigris le regalo una sonrisa ladina que herizo la piel de Draco.

Aquella sonrisa solo podía significa una cosa para Draco, problemas. Apresurado se marcho de ahí.

Antes de irse la profesora McGonagall, se giro hacia Alioth con rostro serio.

-¿A cumplido con su castigo como corresponde, Black?

Alioth la miro y asintió.

-Por su puesto, aunque claro el profesor ya podria tener mas ingenió a la hora de dar castigos, o en caso contrario tener las cosas raras de sus frascos más escondidas.-el ojigris fingió un estremecimiento.

La profesora nego con la cabeza.

-Solo cumpla con su castigo.

Dicho eso se marcho.

Ron lo miro confundido.

-¿Que cosas extrañas?

Alioth hizo una mueca.

-Es mejor que no sepas, pero solo dire que es raro asear el sitio con un par de ojos siguiendote a todos lados.

Sus amigos lo miraron perdidos.

-¿Que es lo malo? -pregunto Harry no comprendiendo que tenia de raro el estar vigilado durante su castigo.

Alioth se levando de su asiento dispuesto a salir del Gran Comedor para dar una caminata, pero antes de salir respondió en tono sombrío totalmente fingido para causar más terror.

-Que los ojos estan en un frasco y no en el cuerpo de una persona.

Ron, Emma y Harry se quedaron quietos viendo como su amigo salía con elegancia del lugar completamente ageno a la sensación de terror que les dejo a los tres.

Aquella tarde, a las tres y media, Harry, Ron, Alioth, Emma y los otros Gryffindors bajaron corriendo los escalones delanteros, hacia el parque, para asistir a su primera clase de vuelo. Era un día claro y ventoso. La hierba se agitaba bajo sus pies mientras marchaban por el terreno inclinado en dirección a un prado que estaba al otro lado del bosque prohibido, cuyos árboles se agitaban tenebrosamente en la distancia.

Alioth suspiró.

-Es el clima perfecto.

Los Slytherins ya estaban allí, y también las veinte escobas,
cuidadosamente alineadas en el suelo. Harry había oído a Fred y a George Weasley quejarse de las escobas del colegio, diciendo que algunas comenzaban a vibrar si uno volaba muy alto, o que siempre volaban ligeramente torcidas hacia la izquierda.

Entonces llegó la profesora, la señora Hooch. Era baja, de pelo canoso y ojos amarillos como los de un halcón. Alioth apretó los labios para no reir con aquel pensamiento.

-Bueno ¿qué estan esperando? -bramó-. Cada uno al lado de una
escoba. Vamos, rápido.

Harry miró su escoba. Era vieja y algunas de las ramitas de paja
sobresalían formando ángulos extraños.

-No se si es una escoba o una gruesa rama de un arbol a punto de sucumbir. -susurro Alioth con desagrado.

Ron que estaba a su lado -a la derecha- solto una risita.

-Extiendan la mano derecha sobre la escoba -les indicó la señora
Hooch- y digan «arriba».

-¡ARRIBA! -gritaron todos a excepción de Alioth.

-No hay necesidad de gritar. -Dijo luego de tener su escoba en la mano.

La escoba de Harry saltó de inmediato en sus manos, pero fue uno de los pocos que lo consiguió junto a Alioth. La de Hermione Granger no hizo más que rodar por el suelo -a lo cual Alioth la miro como diciendo te lo dije- la de Neville no se movió en absoluto. «A lo mejor las escobas saben, como los caballos, cuándo tienes miedo», pensó Harry, y había un temblor en la voz de Neville que indicaba, demasiado claramente, que deseaba mantener sus pies en la tierra.

Incluso la de Emma había subido hasta su mano, aunque con un leve titubeó. Por otro lado la de Ron parecía a punto a golpearlo, Alioth con buenos reflejos le tomo del brazo y lo atrajo hacia él. La escoba golpeó el aire.

-Gracias.-dijo Ron luego de sujetar la escoba antes de que volviera a caer al suelo.

-No hay de que.

Luego, la señora Hooch les enseñó cómo montarse en la escoba, sin
deslizarse hasta la punta, y recorrió la fila, corrigiéndoles la forma de sujetarla. Harry, Emma , Alioth y Ron se alegraron muchísimo cuando la profesora dijo a Malfoy que lo había estado haciendo mal durante todos esos años.

-Ahora, cuando haga sonar mi silbato, daran una fuerte patada -dijo la señora Hooch-. Mantengan las escobas firmes, elevaos un metro o dos y luego bajad inclinándoos suavemente. Preparados... tres... dos...
Pero Neville, nervioso y temeroso de quedarse en tierra, dio la patada
antes de que sonara el silbato.

-¡Vuelve, muchacho! -gritó, pero Neville subía en línea recta, como el
corcho de una botella... Cuatro metros... seis metros... Harry le vio la cara pálida y asustada, mirando hacia el terreno que se alejaba, lo vio jadear; deslizarse hacia un lado de la escoba y...
Antes de que Neville se callera de la escoba Alioth se apresuró y saco su varita.

-Herbivicus.- aquellas palabras hicieron crecer la hierba al menos un metro lo que logro disminuir un poco el golpe de Neville.

Su escoba seguía subiendo, cada vez más alto, hasta que comenzó a torcer hacia el bosque prohibido...

Para Alioth estaba segura una cosa, las escobas de la escuela era un asco, pero no podían permitirse perderlas.

-No se si logré alcanzarla.-dijo Alioth a nadie en específico, pero igual apuntó a la escoba.- carpe retractum.

Ante la mirada de estupefacción de los alumnos y profesora, una cuerda rojiza y brillosa salio de la varita de Alioth y sujeto la escoba impidiendo que esta se fuera al bosque prohibido, pero pronto Alioth fue jalado por la misma. Anclo sus pies al pasto y jalo con fuerza, Harry y Ron lo ayudaron y pronto la escoba estaba en el suelo.

La señora Hooch se inclinó sobre Neville, con el rostro tan blanco como el del chico.

-La muñeca fracturada -la oyó murmurar Harry-. Vamos, muchacho... Está bien... A levantarse.

Se volvió hacia el resto de la clase.

-No deben moverse mientras llevo a este chico a la enfermería. Muy bien hecho joven Black, si usted no hubiera hecho eso posiblemente el accidente hubiera sido peor.

Alioth asintió una vez y la profesora continuó.

-Dejen las escobas donde están o estaran fuera de Hogwarts más rápido de lo que tarde en decir quidditch. Vamos, hijo. Jovencita acompañame por favor.

Emma se apresuro a llegar a su lado y ayudar a Neville. El chico tenia la cara surcada de lágrimas pero sonrió ligeramente a Emma cuando esta sostuvo con mucho cuidado su muñeca. Ambos siguieron a la profesora Hooch.

Casi antes de que pudieran marcharse, Malfoy ya se estaba riendo a
carcajadas.

-¿Han visto la cara de ese gran zoquete?

Los otros Slytherins le hicieron coro.

-¡Cierra la boca, Malfoy! -dijo Parvati Patil en tono cortante.

-Oh, ¿estás enamorada de Longbottom? -dijo Pansy Parkinson, una
chica de Slytherin de rostro duro. -Nunca pensé que te podían gustar los gorditos llorones, Parvati.

Alioth rodo los ojos, últimamente ya era costumbre.

-¡Miren! -dijo Malfoy, agachándose y recogiendo algo de la hierba-. Es esa cosa estúpida que le mandó la abuela a Longbottom.

La Recordadora brillaba al sol cuando la cogió.

-Trae eso aquí, Malfoy -dijo Harry con calma. Todos dejaron de hablar para observarlos.

Malfoy sonrió con malignidad.

-Creo que voy a dejarla en algún sitio para que Longbottom la busque... ¿Qué les parece... en la copa de un árbol?

-Que infantil.-comento Alioth con los brazos cruzados.

-¡Tráela aquí! -rugió Harry, pero Malfoy había subido a su escoba y se alejaba. No había mentido, sabía volar. Desde las ramas más altas de un roble lo llamó:

-¡Ven a buscarla, Potter!

Harry cogió su escoba.

-¡No! -gritó Hermione Granger-. La señora Hooch dijo que no nos
moviéramos. Nos vas a meter en un lío.

Harry no le hizo caso. Le ardían las orejas. Se montó en su escoba, pegó una fuerte patada y subió. El aire agitaba su pelo y su túnica, silbando tras él y, en un relámpago de feroz alegría, se dio cuenta de que había descubierto algo que podía hacer sin que se lo enseñaran. Era fácil, era maravilloso. Empujó su escoba un poquito más, para volar más alto, y oyó los gritos y gemidos de las chicas que lo miraban desde abajo, y una exclamación admirada de Ron. Y como no, una sonrisa alentadora de Alioth.

Dirigió su escoba para enfrentarse a Malfoy en el aire. Éste lo miró
asombrado.

-¡Déjala -gritó Harry- o te bajaré de esa escoba!

-¡Mejor tiralo! -grito Alioth, unos leones junto a Ron lo corearon.

-Ah, ¿sí? -dijo Malfoy, tratando de burlarse, pero con tono preocupado.

Harry sabía, de alguna manera, lo que tenía que hacer. Se inclinó hacia
delante, cogió la escoba con las dos manos y se lanzó sobre Malfoy como una jabalina. Malfoy pudo apartarse justo a tiempo, Harry dio la vuelta y mantuvo firme la escoba. Abajo, algunos aplaudían.

-Aquí no están Crabbe y Goyle para salvarte, Malfoy -exclamó Harry
Parecía que Malfoy también lo había pensado.

-¿Que tenemos aquí?

Alioth se giro al escuchar la voz Parkinso aun lado suyo, no le importaba mucho pero algo le hizo voltear. La chica de rostro duro se agacho y con desagrado sujeto al pequeño escarbato, el animalito comenzo a removerse tratando de soltarse pars ir con su dueño, pero la niña lo sujeto con mas fuerza.

Alioth apreto los puños, pero mantuvo la calma.

-Damelo Parkinson.- su voz fría le hizo tener un escalofrío a la niña, pero no cedió y al contrario se alejo con una sonrisa a tomar una escoba.

-¿O que? ¿Seguiras los pasos de tu asesino padre? -Para ese entonces Parkinson ya estaba elevada en el aire y habia llamado la atención de medio grupo. Alioth tomo una escoba y se elevo a la altura de la chica en un segundo.

-No, es muy ordinario. Yo puedo hacer cosas peores. -sonrio al ver el miedo en la mirada de Pansy.

Pansy giro y se enclino hacia el frente y arriba huyendo con el pequeño escarbato que seguía removiendose. Alioth no perdió tiempo y fue detras de ella, el viento removió sus pelinegros cabellos. Pansy miro sobre su hombro, pero para su sorpresa el león no estaba ahí, confundida se detuvo sin dejar de buscarlo, hasta que escucho su voz.

-¿Aquien buscas Parkinson?

La niña giro, ahí estaba Black con su pequeño escarbato en brazos y una sonrisa en el rostro.

-¡¿Co...como?!-exclamo sorprendida y confundida mirando sus manos vacías y luego a Black.

-Te sorprendería lo rápido y silencioso que puedo ser.-le sonrió socorronamente.- te recomendaría que bajes o podrías caerte de tu escoba.

Pero era tarde, pues antes de que Pansy pudiera dar media vuelta y bajar, Alioth paso a una velocidad sorprendente a su lado y la empujó. La niña logro sujetarse pero por casi nada, vários alumnos ahogaron un grito. Al bajar con la respiración acelerada y el cuerpo tembloroso pudo escuchar las carcajadas de Alioth que ya se encontraba al lado de Ron.

-Eso fue asombroso.-le dijo Ron a Alioth.- ojala Emma hubiera estado aquí.

Algunos Gryffindor lo felicitaron.

Por otro lado con Harry.

-¡Atrápala si puedes, entonces! -gritó Malfoy. Giró la bola de cristal hacia arriba y bajó a tierra con su escoba.

Harry vio, como si fuera a cámara lenta, que la bola se elevaba en el aire y luego comenzaba a caer. Se inclinó hacia delante y apuntó el mango de la escoba hacia abajo. Al momento siguiente, estaba ganando velocidad en la caída, persiguiendo a la bola, con el viento silbando en sus orejas mezclándose con los gritos de los que miraban. Extendió la mano y, a unos metros del suelo, la atrapó, justo a tiempo para enderezar su escoba y descender suavemente sobre la hierba, con la Recordadora a salvo.

-¡HARRY POTTER! ¡ALIOTH BLACK!

El corazón de Harry latió más rápido que nunca. La profesora McGonagall corría hacia ellos. Se puso de pie, temblando.

-Nunca... en todo mis años en Hogwarts...

La profesora McGonagall estaba casi muda de la impresión, y sus gafas centelleaban de furia.

-¿Cómo se han atrevido...? Han podido romperse el cuello...

-No fue culpa de ellos, profesora...

-Silencio, Parvati.

-Pero Malfoy y Parkinson...

-Ya es suficiente, Weasley. Alioth Black y Harry Potter, vengan conmigo.

Antes de irse, Alioth se acerco a Pansy, cada paso más cerca la hizo querer salir corriendo en especial por el rostro serio y la mirada gelida del chico sobre ella. Parecía atravesarla de lado a lado. Una vez a su lado acerco sus labios a su oido derecho y susurro en tono amenazador.

-Piensa mejor con quien te metes Parkinson o Voldemort te parecerá un inocente samaritano cuando me encargue de tí.

Dicho eso fue donde la profesora, la cual los esperaba impaciente sin percatarse de lo ocurrido hacia solo un segundo.

En aquel momento, Harry pudo ver el aire triunfal de Malfoy, Crabbe y
Goyle, mientras andaba inseguro junto a Alioth tras la profesora McGonagall, de vuelta al castillo. Lo iban a expulsar; lo sabía. Quería decir algo para defenderse, pero no podía controlar su voz. La profesora McGonagall andaba muy rápido, sin siquiera mirarlos. Tenían que correr para alcanzarla. Esta vez sí que lo había hecho. No había durado ni dos semanas. En diez minutos estaría haciendo su maleta. ¿Qué dirían los Dursley cuando lo vieran llegar a la puerta de su casa? Subieron por los peldaños delanteros y después por la escalera de mármol.

-Basta, deja de hacer eso.

Harry miro a Alioth, por un instante penso que se lo diria a Cae, pero el pequeño escarbato estaba sentado sobre el hombro derecho de su amigo comiendo semillas de calabaza. Luego comprendió que se lo decía a él al encontrarse con sus palido ojos grises.

-¿De qué hablas?

-Le estas dando muchas vueltas al asunto. No seremos expulsados.

Harry admiró la actitud indiferente y relajada de Alioth.

-¿Cómo lo sabes?

Alioth se encogió de hombros.

-Solo lo se.

Luego de eso Harry estaba un poco más relajado y continuaron caminando.

La profesora McGonagall seguía sin hablar. Abría puertas y andaba por los pasillos, con Harry y Alioth corriendo tras ella. Tal vez los llevaba ante Dumbledore. Pensó en Hagrid, expulsado, pero con permiso para quedarse como guardabosque. Quizá podría ser el ayudante de Hagrid. Se le revolvió el estómago al imaginarse observando a Ron, Emma y los otros convirtiéndose en magos, mientras él andaba por ahí, llevando la bolsa de Hagrid.

-En serio, Harry. Ya basta.-Alioth esta vez parecía molesto.

La profesora los miro de reojo mientras Harry hacía una mueca.

-¿Cómo sabes que estoy pensando en ello?

-Por la expresión en tu rostro que grita: voy a morir.

La profesora McGonagall se detuvo ante un aula. Abrió la puerta y asomó la cabeza.

-Discúlpeme, profesor Flitwick. ¿Puedo llevarme a Wood un momento?

«¿Wood? -pensó Harry aterrado-. ¿Wood sería el encargado de aplicar los castigos físicos?»

-Es un estudiante cuatro años mayor.-comento Alioth como sabiando los pensamientos de Harry referente al chico.

Harry asintió.

Efectivamente, Wood era sólo un muchacho corpulento de quinto año, que salió de la clase de Flitwick con aire confundido.

-Siganme los tres -dijo la profesora McGonagall. Avanzaron por el
pasillo, Wood mirando a Harry y Alioth con curiosidad.

-Aquí.

La profesora McGonagall señaló un aula en la que sólo estaba Peeves,
ocupado en escribir groserías en la pizarra.

-¡Fuera, Peeves! -dijo con ira la profesora.

Peeves tiró la tiza en un cubo y se marchó maldiciendo. La profesora
McGonagall cerró la puerta y se volvió para encararse con los muchachos.

-Potter, Black, éste es Oliver Wood. Wood, te he encontrado un cazador y un buscador.

La expresión de intriga de Wood se convirtió en deleite.

-¿Está segura, profesora?

-Totalmente -dijo la profesora con vigor-. Este chico Potter tiene un talento natural. Nunca vi nada parecido. ¿Ésta ha sido tu primera vez con la escoba, Potter?

Harry asintió con la cabeza en silencio. No tenía una explicación para lo que estaba sucediendo, pero le parecía que no lo iban a expulsar y comenzaba a sentirse más seguro.

-Atrapó esa cosa con la mano, después de un vuelo de quince metros - explicó la profesora a Wood-. Ni un rasguño. Charlie Weasley no lo habría hecho mejor. En cuanto a Black, que puedo decir. Le arrebató a una estudiante de Slytherin algo de las manos sin que esta se percata, por poco no lo noto. Se mueve en el escoba como si fuera una extremidad mas. Extraordinario casi invisible.

Alioth no dijo nada pero siendo sincero se sentía halagado.

Wood parecía pensar que todos sus sueños se habían hecho realidad.

-¿Alguna vez has visto un partido de quidditch, Potter? -preguntó
excitado suponiendo acertadamente que Alioth ya sabía mucho sobre el quidditch.

-Wood es el capitán del equipo de Gryffindor -aclaró la profesora
McGonagall.

-Y tiene el cuerpo indicado para ser buscador -dijo Wood, paseando
alrededor de Harry y observándolo con atención-. Ligero, veloz... Vamos a tener que darles una escoba decente, profesora, una Nimbus 2.000 o una Cleansweep 7.

-Hablaré con el profesor Dumbledore para ver si podemos suspender la regla del primer año. Los cielos saben que necesitamos un equipo mejor que el del año pasado. Fuimos aplastados por Slytherin en ese último partido. No pude mirar a la cara a Severus Snape en varias semanas...

-Entonces el equipo era un asco.-murmuro Alioth por lo bajo pero Wood lo escucho e hizo una mueca pues era cierto.

La profesora McGonagall observó con severidad a Alioth y a Harry, por encima de sus gafas.

-Quiero oír que se entrenan mucho, o cambiaré de idea sobre su castigo.

Luego, súbitamente, sonrió.

-Tu padre habría estado orgulloso -dijo a Harry-. Era un excelente jugador de quidditch.

Wood se acercó esta vez a Alioth pero no demasiado al ver la seria mirada del niño. Comenzó a caminar a su alrededor, inspeccionandolo, tratando de que sus miradas no se encontrarán.

-Pequeño, delgado y si es cierto lo que dijo la profesora...-Wood sonrio de oreja a oreja haciendo que Alioth arqueara una ceja incómodo.- seras el mejor cazador que tengamos desde hace mucho tiempo. Seras muy dificil de alcanzar y ver.

Después de ello Wood explico algunas cosas y se fue luego de despedirse. Harry también comenzo a caminar para regresar donde Ron pero se detuvo al ver que Alioth no lo seguía.

-Alioth...

-Adelantate, ya te alcanzaré luego.-respondio el ojigris sin siquiera mirarlo.

Haciendole caso Harry fue a buscar a Ron deseando que Emma también estuviera de vuelta.

-¿Sucede algo, Black?.-pregunto la profesora McGonagall al ver que Alioth no se hiba.

-Harry necesita una escoba, yo en lo personal tengo la mía en casa. Si me permite darle una solución a la situación.

-Adelante.

Alioth sonrió.

-Ya sabe que mi madre es madrina de Harry, seguro estara contenta de poder regalarle una escoba nueva y de paso enviarme la mía.-se encogió de hombros.

La profesorado pareció pensarlo, pero era una buena idea. Miro al niño frente a ella, cada día le sorprendía más con sus habilidades.

-Me parece bien, mañana mismo le mandare una carta a Sohail para informarle la situación.

Alioth asintió y dio media vuelta para marcharse, pero antes miro por última vez a su jefa de casa. Los ojos del niño llameaban con orgullo.

-Se que no menciono que mi padre estaría orgulloso de mi por que no cree en su inocencia ni que tampoco haya algo bueno en él.-McGonagall lo miro con seriedad y sopresa reflejada en su mirada.- pero si soy sincero, estare orgulloso de ser como él le pese a quien le pese.

Dicho eso Alioth se fue, dejando a la profesora sin palabras. Black era toda un caja de sorpresas y no podía evitar recordar al padre de éste cada vez que lo veía.

-Es una broma.

Era la hora de la cena. Harry y Alioth habían terminado de contarle a Ron y Emma -luego de que ella relatara como estaba Neville- todo lo sucedido cuando dejaron el parque con la profesora McGonagall. Ron tenía untrozo de carne y pastel de riñón en el tenedor; pero se olvidó de llevárselo a laboca.Emma estaba entre molesta y feliz por ambos, solo ella podía tener esaa dos emociones juntas.

-¿Buscador y cazador? -dijo-. Pero los de primer año nunca... Serían los jugadores más joven en...

-Un siglo -terminó Harry, metiéndose un trozo de pastel en la boca.
Tenía muchísima hambre después de toda la excitación de la tarde-. Wood nos lo dijo.

Ron estaba tan sorprendido e impresionado que se quedó mirándolos
boquiabierto. Emma lo noto y le dió un cadazo.

-¡Ron!

-Lo siento.-dijo encogiéndose de hombros y Emma bufo.

Alioth carcajeo divertido luego de tomar un sorbo de jugo de calabaza helado.

-Tenemos que empezar a entrenar la semana que viene -dijo Harry-. Pero no se lo digan a nadie, Wood quiere mantenerlo en secreto.

Fred y George Weasley aparecieron en el comedor; vieron a Harry y Alioth, y se acercaron rápidamente.

-Bien hecho -dijo George en voz baja-. Wood nos lo contó. Nosotros
también estamos en el equipo. Somos golpeadores.

-Vaya, que gran secreto.-comento Alioth con sarcasmo.- tal vez deba contarle mi vida a Wood, después de todo parece una tumba.

Emma lo miro mal y le lanzo un guisante que Alioth atrapo al instante.

Los gemelos rieron al escucharlo y ver la escena.

-¡Genial! -dijo George, tomo un huevo de chocolate macizo del tamaño de una canica y se lo lanzo a Alioth, pero antes de que este se estrellará en su nariz recta y pequeña, el niño la atrapo con muy buenos reflejó. Y con gesto aburrido.

Los gemelos aplaudieron igual que Ron, Emma y Harry, ganando una fingida reverencia de agradecimiento del primogénito de los Black.

-Se lo aseguro, vamos a ganar la copa de quidditch este curso -dijo Fred después de aquello-. No la ganamos desde que Charlie se fue, pero el equipo de este año será muy bueno. Tienen que hacerlo bien. Wood casi saltaba cuando nos lo contó.

-Bueno, tenemos que irnos. Lee Jordan cree que ha descubierto un
nuevo pasadizo secreto, fuera del colegio.

-Seguro que es el que hay detrás de la estatua de Gregory Smarmy, que nosotros encontramos en nuestra primera semana.

Alioth sonrió, sabia ya de aquél pasadizo asi como de muchos otros pero igual quería ir.

-¿Puedo ir con ustedes?-pregunto antes de que se marcharán los gemelos Weasley.

Estos asintieron felices de tener un nuevo cómplice.

-Claro que si.-Alioth se levanto y se les unió con el pequeño Cae en su hombro derecho.

-¡Nos vemos luego!-se despidió de sus amigos. Los tres restantes respondieron a su despedida y continuaron comiendo.

Alioth, Fred y George acababan de desaparecer, cuando se presentaron unos visitantes mucho menos agradables. Malfoy, flanqueado por Crabbe y Goyle.

-Tal parece que su guardaespaldas no esta.-el rubio se alegró por aquello, por que aunque no lo abmitiera le temía a Alioth.

-Malfoy -murmuro Emma desagrado.

-¿Comiendo la última cena, Potter? ¿Cuándo tu y Black tomarán el tren para volver a lo que usteden llaman casa?

-Eres mucho más valiente ahora que has vuelto a tierra firme, que tienes a tus «amiguitos» y Alioth no esta. -dijo fríamente Harry.

Por supuesto que en Crabbe y Goyle no había nada que justificara el diminutivo, pero como la Mesa Alta estaba llena de profesores, no podían hacer más que crujir los nudillos y mirarlo con el ceño fruncido.

¿Por que precisamente Alioth tenía que irse ahora? Era un pensamiento que rondaba la cabeza de los tres leones.

-Nos veremos cuando quieras -dijo Malfoy-. Esta noche, si quieres. Un
duelo de magos. Sólo varitas, nada de contacto. ¿Qué pasa? Nunca has oído hablar de duelos de magos, ¿verdad?

-Por supuesto que sí -dijo Ron, interviniendo-. Yo soy su segundo. ¿Cuál es el tuyo?

Emma nego en desacuerdo. Alioth se pondra furioso.

Malfoy miró a Crabbe y Goyle, valorándolos.

-Crabbe -respondió-. A medianoche, ¿de acuerdo? Nos encontraremos en el salón de los trofeos, nunca se cierra con llave.

Cuando Malfoy se fue, Ron y Harry se miraron.

-¿Qué es un duelo de magos? -preguntó Harry-. ¿Y qué quiere decir
que seas mi segundo?

-Bueno, un segundo es el que se hace cargo, si te matan -dijo Ron sin
darle importancia.

Al ver la expresión de Harry, Emma añadió rápidamente-: Pero la
gente sólo muere en los duelos reales. Lo máximo que podrían hacer Malfoy y tú es mandarse chispas uno al otro.

-Tal vez es mejor que sea así.-dijo Harry pensando la situación.

-¿Por qué?-pregunto Ron.

Emma entendio a donde quería llegar Harry.

-Por que seguro Alioth dejaria despedazado a Malfoy. Un duelo con Alioth seria como embarcarse en un duelo con un mago mayor portador de mucha experiencia e imposible de vencer.

-Entonces Harry tiene razon. De cualquier forma ninguno sabe suficiente magia para hacer verdadero daño. De todos modos, seguro que él esperaba que te negaras.-dijo Ron.

-¿Y si levanto mi varita y no sucede nada?

-La tiras y le das un puñetazo en la nariz -le sugirió Ron.

-Ron.-Emma le dio un leve empujón a al pelirrojo al escuchar su sugerencia. Ron solo sonrió inocente.

-Disculpen.

Los tres miraron. Era Hermione Granger.

-¿No se puede comer en paz en este lugar? -dijo Ron.

Hermione no le hizo caso y se dirigió a Harry

-No pude dejar de oír lo que tú y Malfoy estaban diciendo...

-No esperaba otra cosa -murmuró Ron. Emma lo miro mal por ser grosero, aunque una parte de ella pensaba que Granger si era muy entrometida.

-... y no debes andar por el colegio de noche. Piensa en los puntos que
perderás para Gryffindor si te atrapan, y lo harán. La verdad es que es muy egoísta de tu parte.

Emma hiba a decirle que no le incumbia pero la voz cortante de su primo se adelantó.

-Granger, si perdemos o ganamos puntos para Gryffindor no te afecta en nada. A menos claro que al ganar la copa de las casas a ti te regalen particularmente un millón de galeones, no veo por que inmiscuirse en asuntos que no te pertenecen. Así que te envito de manera cordial a retirarte de mi vista.

Hermione trago seco y se apresuró a marcharse.

Alioth se giro hacia sus amigos después de aquello.

-Asi que ...tenemos un duelo a media noche con la serpiente mas cobarde de Slytherin. Lastima que seguro no asistirá.

De todos modos, pensó Harry, aquello no era lo que llamaría un perfecto final para el día. Estaba acostado, despierto, oyendo dormir a Seamus y a Dean (Neville no había regresado de la enfermería). Ron había pasado toda la velada dándole consejos del tipo de: «Si trata de maldecirte, será mejor que te escapes, porque no recuerdo cómo se hace para pararlo» mientras Alioth solo soltaba leves risas al escucharlo. Particularmente el ojigris se había negado a aconsejarlo por el simple hecho de que Malfoy no asistiría.

Tenían grandes probabilidades de que los atraparan Filch o la Señora Norris, y Harry sintió que estaba abusando de su suerte al transgredir otra regla del colegio en un mismo día. Por otra parte, el rostro burlón de Malfoy se le aparecía en la oscuridad, y aquélla era la gran oportunidad de vencerlo frente a frente. No podía perderla.

-Once y media -murmuró finalmente Ron-. Mejor nos vamos ya, Alioth esta abajo.

Se pusieron las batas, cogieron sus varitas y se lanzaron a través del
dormitorio de la torre. Bajaron la escalera de caracol y entraron en la sala común de Gryffindor. Todavía brillaban algunas brasas en la chimenea, haciendo que todos los sillones parecieran sombras negras.

-Alioth.-hablo Ron cuando él y Harry lo encontraron junto a Emma riendo por lo bajo mientras la pequeña rubia rodaba los ojos.

-¿Que hace?.-pregunto Harry a Emma, pues sabían que Lupin no pensaba dejarlos solos por mucho que odiara quebrantar las reglas así que no les sorprendió verla ahí.

-Estuvo molestando a la Dama Gorda.

-Esta bien, podemos irnos.-dijo Alioth acomodándose mejor su capa con gorro, era de color negro azabache que si bien no lo volvía invisible lo ayudaba bastante a perserse entre la obscuridad.

Cuando llegaron al retrato una voz habló desde un sillón cercano.

-No puedo creer que vayas a hacer esto, Harry.

Una luz brilló. Era Hermione Granger; con el rostro ceñudo y una bata
rosada.

Emma y Alioth no se sorprendieron en lo mas mínimo pues cuando el ojigris bajo Emma también lo hizo y notaron a Granger en el sillón. En aquel momento Emma la saludo, pero recibió una mirada de reproche. Alioth por otro lado no le dirigió ni una mirada pero sabía que la niña estaba mas que furiosa con él.

-¡Tu! -dijo Ron furioso-. ¡Vuelve a la cama!

-Estuve a punto de decírselo a tu hermano -contestó enfadada Hermione-. Percy es el prefecto y puede detenerlos.

-Eres peor que el entrometido de Kreacher.-aquello solo Emma lo entendió y no pudo estar un poco de acuerdo. El elfo doméstico de los Black era bastante chismoso cuando quería.

Harry tampoco podía creer que alguien fuera tan entrometido.

-Ignorenla.- Alioth los empujo por el agujero del retrato de la Dama Gorda a la que hacía solo unos minutos estuvo molestando con chistes sarcásticos.

Hermione no iba a rendirse tan fácilmente. Siguió a los cuatro a través del agujero, gruñendo como una gansa enfadada.

-No les importa Gryffindor; ¿verdad? Sólo les importa lo suyo. Yo no
quiero que Slytherin gane la copa de las casas y usteden van a perder todos los puntos que yo conseguí de la profesora McGonagall por conocer los encantamientos para cambios.

Harry pensó que no debería haber dicho aquello. Ron miro a otro lado, pues no sería bueno. Emma suspiró tratando de disipar el enfado que se aglomeró en su pecho al escuchar aquellas palabras. Pero Alioth se detuvo en seco ante aquél reclamo, la sangre comenzo a hervirle de la furia y sintió como sus ojos se teñian de un verde olivo. Se giró a mirar Granger y dando dos grandes sancadas se acercó lo suficiente a ella como para que tragara saliva al sentirse intimidad.

-¿Disculpa? -Granger abrió los ojos como plato al ver el color de sus ojos. ¿No eran grises?.- ¿acabas de decir puntos que conseguiste por conocer los encantamientos?... ¡¿Que rayos ocurre contigo Granger?!mas de la mitad de esos puntos los conseguí yo, otra parte lo conseguio Emma y lo que queda tú.

-Alioth...-susurro Emma al ver a Hermione asustada, pero Alioth rodo los ojos y se alejo de la niña de cabello rebelde como si nada hubiera pasado.

-Vete.-dijo Ron ya cansado de que la niña les hiciera perder el tiempo.

Hermione había retrocedido hasta el retrato de la Dama Gorda, para volver; y descubrió que la tela estaba vacía. La Dama Gorda se había ido a una visita nocturna y Hermione estaba encerrada, fuera de la torre de Gryffindor.

-¿Y ahora qué voy a hacer? -preguntó con tono agudo.

-Ése es tu problema -dijo Ron-. Nosotros tenemos que irnos o
llegaremos tarde.

No habían llegado al final del pasillo cuando Hermione los alcanzó. Alioth suspiro irritado.

-Voy con ustedes -dijo.

-No lo harás. -dijo Ron.

-¿No creeran que me voy a quedar aquí, esperando a que Filch me
atrape? Si nos encuentra a los cinco, yo le diré la verdad, que Emma y yo estábamos tratando de detenerlos, y ustedes nos apoyaran.

Emma la miró sorprendida, la estaba incluyendo en aquella mentira a medias.

-Eres una caradura -dijo Ron en voz alta.

Alioth solto un carcajada fría y baja que helo la sangre de Hermione, pues Ron, Harry y sobre todo Emma estaban ya acostumbrados a ella.

-Dudo mucho Granger de que Emma te siga la corriente en algo como eso, en demasiado buena para dejar a sus amigos solos recibiendo un castigó.

-Yo también soy su amiga.-Hermione titubeó al decir aquellas palabras.

-¿Segura? -Alioth entrecerró los ojos ya grises de nuevo.- las veces que Emma a intentado acercarse a tí, solo la haz despreciado.

Hermione no dijo nada y bajo la mirada, al menos hasta que sintió que algo tocaba su hombro. Cuando sus ojos marrones se cruzaron con los miel de Emma se sintió apenada por las cosas que dijo antes, pero la pequeña rubia le sonrió con tranquilidad. Alioth vió la escena por el rabillo del ojo y confirmo que Emma, era la persona mas dulce y bondadosa del mundo.

-Oído algo.-dijo Harry.

Era una especie de respiración.

-¿La Señora Norris? -resopló Ron, tratando de ver en la oscuridad.

No era la Señora Norris. Era Neville. Estaba enroscado en el suelo, medio dormido, pero se despertó súbitamente al oírlos.

-¡Gracias a Dios que me han encontrado! Hace horas que estoy aquí. No podía recordar el nuevo santo y seña para irme a la cama.

Emma lo miro alarmada.

-¿Por que no lo dijiste antes Neville? Pude habértelo recordado en la enfermería.

Neville hizo una mueca. Claro, porque no hizo aquello.

-No hables tan alto, Neville. El santo y seña es «hocico de cerdo», pero
ahora no te servirá, porque la Dama Gorda se ha ido no sé dónde. -explico Ron.

-¿Cómo está tu muñeca? -preguntó Harry, solo para hacer plática pues Emma ya les había dicho lo que paso.

-Bien -contestó, enseñándosela-. La señora Pomfrey me la arregló en un minuto.

-Bueno, mira, Neville, tenemos que ir a otro sitio. Nos veremos más tarde... -dijo Alioth tratando de ser amable pero se estaba exasperando.

-¡No me dejen! -dijo Neville, tambaléandose-. No quiero quedarme
aquí solo. El Barón Sanguinario ya ha pasado dos veces.

Ron miró su reloj y luego echó una mirada furiosa a Hermione y Neville.

-Si nos atrapan por su culpa, no descansaré hasta aprender esa Maldición de los Demonios, de la que nos habló Quirrell, y la utilizaré contra ustedes.

Hermione abrió la boca, tal vez para decir a Ron cómo utilizar la Maldición de los Demonios, pero un Alioth irritado le susurró que se callara y les hizo señas para que avanzaran.

Se deslizaron por pasillos iluminados por el claro de luna, que entraba por los altos ventanales. En cada esquina, Harry esperaba chocar con Filch o la Señora Norris, pero tuvieron suerte o Alioth era muy bueno para saber la rutina de Filch. Subieron rápidamente por una escalera hasta el tercer piso y entraron de puntillas en el salón de los trofeos.

Malfoy y Crabbe todavía no habían llegado. Las vitrinas con trofeos brillaban cuando las iluminaba la luz de la luna. Copas, escudos, bandejas y estatuas, oro y plata reluciendo en la oscuridad. Fueron bordeando las paredes, vigilando las puertas en cada extremo del salón. Harry empuñó su varita, por si Malfoy aparecía de golpe. Los minutos pasaban.

-Se está retrasando, tal vez se ha acobardado -susurró Ron.

-No, yo se los dije. No va a venir, es un trampa.

-¿Una trampa?-murmuro Emma junto a Hermione.

-Quiere que nos castiguen y bajen puntos. Es tan obvio.

Entonces un ruido en la habitación de al lado los hizo saltar. Harry ya había levantado su varita cuando oyeron unas voces. No era Malfoy.

-Olfatea por ahí, mi tesoro. Pueden estar escondidos en un rincón.

-Se los dije.

Era Filch, hablando con la Señora Norris. Aterrorizado, Harry gesticuló salvajemente para que los demás lo siguieran lo más rápido posible. Se escurrieron silenciosamente hacia la puerta más alejada de la voz de Filch.

Neville acababa de pasar, cuando oyeron que Filch entraba en el salón de los trofeos.

-Tienen que estar en algún lado -lo oyeron murmurar-. Probablemente se han escondido.

-¡Por aquí! -señaló Harry a los otros y, aterrados (a excepción de Alioth quien parecia ya tener un plan por su sonrisa ladina), comenzaron a atravesar una larga galería, llena de armaduras. Podían oír los pasos de Filch, acercándose a ellos. Súbitamente, Neville dejó escapar un chillido de miedo y empezó a correr, tropezó, se aferró a la muñeca de Ron y se golpearon contra una armadura.

-¡Por Merlín! Van a despertar a todo el colegio.-masculllo Alioth molesto.

Y efectivamente los ruidos eran suficientes para despertar a todo el castillo.

-¡CORRAN! -exclamó Harry, y los seis se lanzaron por la galería, sin darse la vuelta para ver si Filch los seguía. Pasaron por el quicio de la puerta y corrieron de un pasillo a otro, Harry delante, sin tener ni idea de dónde estaban o adónde iban. Se metieron a través de un tapiz y se encontraron en un pasadizo oculto, lo siguieron y llegaron cerca del aula de Encantamientos, que sabían que estaba a kilómetros del salón de trofeos.

-Creo que lo hemos despistado -dijo Harry, apoyándose contra la pared fría y secándose la frente. Neville estaba doblado en dos, respirando con dificultad.

-Te... lo... dije -añadió Hermione, apretándose el pecho-. Te... lo... dije.

-Callate Granger, fui yo quien se los dijo apenas Malfoy se fue de la mesa.

-Tenemos que regresar a la torre Gryffindor -dijo Ron- lo más rápido posible.

-Malfoy te engañó -dijo Hermione a Harry-. Te has dado cuenta, ¿no? Black tenia razón.

Alioth la miro con una deja arqueada.

-Yo siempre tengo la razón. -luego Alioth se giro hacia Harry- No pensaba venir a encontrarse contigo. Filch sabía que iba a haber gente en el salón de los trofeos. Malfoy debió de avisarle.

-Vamos.

No sería tan sencillo. No habían dado más de una docena de pasos,
cuando se movió un pestillo y alguien salió de un aula que estaba frente a ellos.

Era Peeves. Los vio y dejó escapar un grito de alegría.

-Cállate, Peeves, por favor... Nos vas a delatar.

Peeves cacareó.

-¿Vagabundeando a medianoche, novatos? No, no, no. Malitos, malitos, los agarrarán del cuellecito.

-No, si no nos delatas, Peeves, por favor. -pidio está vez Emma.

-Debo decírselo a Filch, debo hacerlo -dijo Peeves, con voz de
santurrón, pero sus ojos brillaban malévolamente-. Es por su bien, ya lo saben.

Alioth sabiendo lo que venía miro a sus acompañantes.

-No hagan nada estúpido.

-Quítate de en medio -ordenó Ron, y le dio un golpe a Peeves. Aquello fue un gran error.

-Les dije que no hicieran nada estupido.-tan rapido como su mente pudo trabajar ideo un nuevo plan.

-¡ALUMNOS FUERA DE LA CAMA! -gritó Peeves-. ¡ALUMNOS FUERA DE LA CAMA, EN EL PASILLO DE LOS ENCANTAMIENTOS!

Pasaron debajo de Peeves y corrieron como para salvar sus vidas, recto hasta el final del pasillo, donde chocaron contra una puerta... que estaba cerrada.

-¡Estamos listos! -gimió Ron, mientras empujaban inútilmente la puerta-. ¡Esto es el final!

Podían oír las pisadas: Filch corría lo más rápido que podía hacia el lugar de donde procedían los gritos de Peeves.

-Oh ¡por Merlín, Ron!  - Emma cogió la varita de Harry, golpeó la cerradura y susurró-: ¡Alohomora!

El pestillo hizo un clic y la puerta se abrió. Pasaron todos, la cerraron rápidamente y se quedaron escuchando.

-¿Adónde han ido, Peeves? -decía Filch-. Rápido, dímelo.

-Di «por favor».

-No me fastidies, Peeves. Dime adónde fueron.

-No diré nada si me lo pides por favor -dijo Peeves, con su molesta
vocecita.

-Muy bien... por favor.

-¡NADA! Ja, ja. Te dije que no te diría nada si me lo pedias por favor. ¡Ja, ja! -Y oyeron a Peeves alejándose y a Filch maldiciendo enfurecido.

Lo que no sabían es que Alioth se había encargado de amenazar a Peeves una vez ellos salieron corriendo. El poltergeist cumplió bajo la etenta mirada de Alioth que estaba escondido desde las sombras.

-Él cree que esta puerta está cerrada -susurro Harry-. Creo que nos vamos a escapar. ¡Suéltame, Neville! -Porque Neville le tiraba de la manga desde hacia un minuto-. ¿Qué pasa?

Harry se dio la vuelta y vio, claramente, lo que pasaba. Durante un momento, pensó que estaba en una pesadilla: aquello era demasiado, después de todo lo que había sucedido.

No estaban en una habitación, como él había pensado. Era un pasillo. El pasillo prohibido del tercer piso. Y ya sabían por qué estaba prohibido.

Estaban mirando directamente a los ojos de un perro monstruoso, un perro que llenaba todo el espacio entre el suelo y el techo. Tenía tres cabezas, seis ojos enloquecidos, tres narices que olfateaban en dirección a ellos y tres bocas chorreando saliva entre los amarillentos colmillos.

Estaba casi inmóvil, con los seis ojos fijos en ellos, y Harry supo que la única razón por la que no los había matado ya era porque la súbita aparición lo había cogido por sorpresa. Pero se recuperaba rápidamente: sus profundos gruñidos eran inconfundibles.

Harry abrió la puerta. Entre Filch y la muerte, prefería a Filch. Retrocedieron y Harry cerró la puerta tras ellos. Corrieron, casi volaron por el pasillo. Filch debía de haber ido a buscarlos a otro lado, porque no lo vieron.

Pero no les importaba: lo único que querían era alejarse del monstruo. No dejaron de correr hasta que alcanzaron el retrato de la Dama Gorda en el séptimo piso.

-¿Dónde se han metido? -les preguntó, mirando sus rostros sudorosos y rojos y sus batas desabrochadas, colgando de sus hombros.

-No importa... Hocico de cerdo, hocico de cerdo -jadeó Harry, y el retrato se movió para dejarlos pasar. Se atropellaron para entrar en la sala común y se desplomaron en los sillones.

Pasó un rato antes de que nadie hablara. Neville, por otra parte, parecía que nunca más podría decir una palabra.

-¿Qué pretenden, teniendo una cosa así encerrada en el colegio? -dijo finalmente Ron-. Si algún perro necesita ejercicio, es ése.

Hermione había recuperado el aliento y el mal carácter.

-¿Es que no tiene ojos en la cara? -dijo enfadada-. ¿No vieron lo que había debajo de él?

-¿El suelo? -sugirió Harry-. No miré sus patas, estaba demasiado
ocupado observando sus cabezas.

-No, el suelo no. Estaba encima de una trampilla. Es evidente que está vigilando algo. -dijo Emma tratando de tranquilizar su corazón.

Hermione se puso de pie, mirándolos indignada.

-Espero que esten satisfechos. Nos podía haber matado. O peor,
expulsado. Ahora, si no les importa, me voy a la cama.

Ron la contempló boquiabierto.

-No, no nos importa -dijo- Nosotros no la hemos arrastrado, ¿no?

Pero Hermione le había dado a Harry algo más para pensar, mientras se metía en la cama. El perro vigilaba algo... ¿Qué había dicho Hagrid? Gringotts era el lugar más seguro del mundo para cualquier cosa que uno quisiera ocultar... excepto tal vez Hogwarts.

Parecía que Harry había descubierto dónde estaba el paquetito arrugado de la cámara setecientos trece.

Pero antes de que los tres amigos cerraran los ojos para dormir se sentaron de golpe en sus camas con el mismo pensamiento.

-¡Alioth!

Justo cuando Peeves le jugo una mala broma a Filch, Alioth salio sigiloso desde las sombras y se acerco al velador y a su gata con la capucha cubriendo su rostro plalido. Se coloco destras de la señora Norris y con una sonrisa creciendo en sus finos labios le dio una patada a la fea gata. Esta pego un chillido llamando la atención de Filch que logró ver como una sombra negra se escabullia a la vuelta del pasillo.

-!Pero que....señora Norris vamos a atrapar a quien se atrevio a hacerte daño! ¡No se va a salir con la suya!

Tan pronto como dijo eso hecho a andar con su gata atontada detras de él. Alioth corrio sin dejar de sonreír mientras lazaba hechizo a diestra y siniestra en voz baja colocando trampas y bromas por donde deducía que Filch pasaría. No pasaba mucho tiempo cuando escuchaba las quejas de Fich y su magullada gata. El ojigris sabía que para ese entonces Harry y los demas ya habían salido corriendo después de ver lo que había en el piso tres. Hace unas noches mientras hacía su caminata nocturna ya acostumbrada llego al piso tres y no pudo resistir la tentación de indagar, fue asombroso encontrar a tal espécimen de creatura frente a él, a pocos pasos suyos. Fascinado había acudido a Hagrid quien no se sorprendió de la curiosidad de Alioth ni de su felicidad, pero le hizo prometerle no decir nada.

Al girar en un pasillo del primer piso Alioth miro por una ventana, pudo ver la silueta de los pinos y arboles del bosque prohibido. Aquel bosque que le pedia gritos explorará y quien era él para desobedecer el llamado. Sin más y escuchando las pisadas canzadas de Filch y su gata se subió a la ventana y salto a la parte exterior del colegio.  Al girar su cabeza miro de reojo como la luz del Filch pasaba junto a la ventana sin siquiera mirarla.  Asegurándose que la capucha estuviera bien colocada hizo su camino al bosque prohibido. Camino durante varios minutos por la orilla del bosque hasta que se decidio por entrar, esquivo ramas y raices y sujeto con fuerza su varita listo para cualquier ataque sorpresivo. Escucho un sonido a su derecha y sin evitar la curiosidad caminó hacia ahí,  tan pronto como llego observó como algo oscuro con capucha parecida a la de él se abalanzaba contra un precioso unicornio tirandolo en un golpe seco al piso. Alioth amaba a los animales, le resultaban fascinantes fue de las ratas o lechuzas y ver aquella escena le hizo hervir la sangre.

Levanto su varita y susurro:

-Expulso

La cosa con capucha salió volando bruscamente lejos del unicornio mal herido.  Alioth se acerco con precaución unos cuantos pasos, la presencia se levanto y parecía querer atacar a Alioth sobretodo a ver lo pequeño que era este, pero desistió y sin mas se marchó apresurado deslizándose sobre la tierra como si fuera una simple tela negra y Alioth no pudo evitar pensar en los Lethifold, pero estos solo vivan en los climas tropicales. Olvidándose de aquello camino apresurado hasta el unicornio. Colocándose en cuclillas acerco su varita a la herida y comenzo a susurrar seguidamente.

-Vulnera sanentur, vulnera sanentur, vulnera sanentur.

Poco a poco la herida del unicornio en su cuello se fue cerrando hasta desaparecer.  Alioth se levantó y se alejo del animal unos cuantos centímetros, mientras miraba como éste se sacudía para luego con sus fuertes patas se impulsaba para levantarse. El unicornio lo miro fijamente y Alioth hizo mismo, el animal cabezeo como si estuvera gradeciendo y emprendió su marcha adentrándose mas en el bosque, sin temor de que aquella creatura lo atacara de nuevo.

Ron, Emma y Harry  en la sala común de Gryffindor esperando que Alioth regresara, pues sabían que si salían a buscarlos solo causarían que Filch los descubriera. Alioth sabía como escabullirse lejos de la vista del celador y su gata y siendo solo uno sería mucho más facil el que no fuera visto. Emma se estaba quedando dormida con la cabeza recargada en en el hombro de Ron cuando la puerta del cuadro fue abierta silenciosamente, seguido de los pasos de alguien entrando a la sala.

-Deberian haber hido a dormir.-la voz calmada de Alioth se escucho para alivió de los tres amigos.

-Te estabamos esperando.-dijo Harry levantándose del sillón individual. Ron y Emma hicieron lo mismo, salvo que Ron tuvo que ayudar a Emma al está estar casi dormida.

-Eso es obvio, pero no había necesidad. Emma ve a tu habitación.

Emma no replicó y deseandoles buenas noches a los tres niños subió las escalera directo a su torre. Alioth miro a Harry y a Ron.

-Deberían hacer lo mismo. -con eso emprendió la marcha a su dormitorio.

-¿Dónde estabas?-pregunto Ron cuando estuvieron cada uno en su cama arropados.

-Distrayendo a Filch y su horrible gata.

-Escuche un chillido. -dijo Harry, rememorando los minutos pasados.- ¿Le hiciste algo a la señora Norris?

Por el reflejo de la luna pudieron ver la sonrisa que se formó en los labios de Alioth.

-Le di una patada.

Los tres soltaron una carcajada baja y deseandose buenas noches se quedaron dormidos. Pero Alioth soño con aquella creatura encapuchada y algo le decia que ya sabía quien era.

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