Capitulo 9
Lucy corría a través de las calles con desesperación. Tenia que verle, asegurarse de que estuviera bien. No importaba nada más, solo él.
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Happy se sentía mal por el dragón, falló la misión que le había encomendado y ahora solo podría ver como Natsu iba a morir de desconsolación. Solo podía escuchar los gritos enojados de Ignia que golpeaba la puerta como si se fuera acabarse el mundo. Hasta que vio una cabellera rubia que corría hacia aquí. La esperanza creció en su pecho porque Lucy acababa de llegar.
La rubia se detuvo al llegar a la entrada para recomponer la compostura, una buena dama siempre debe estar con la cabeza en alto. La maldita etiqueta ya hacía de las suyas de nuevo. Con pasos cautelosos se acercó allí. Ignia estaba furioso lanzando insultos. Happy fue el primero en verla y este le regaló una sonrisa.
-¡Estas aquí! Gracias por regresar Lucy-dijo el gato volando y estrellando su minúsculo cuerpo en los senos de la rubia. Ella sonrió hasta que notó la mirada en llamas de Ignia.
-Dime por qué no debo matarte aquí y ahora-Ignia la odiaba, lo veía en sus ojos. Sin embargo no se dejaría intimidar. La vida del pelirosa era más importante que una disputa.
-Porque puedo ayudar a tu hermano-su voz salió serena, calmada aunque sus latidos eran erráticos y podría morir de miedo.
A Ignia no le gustaban los humanos, eran bastante despreciables e hipócritas. Sin resistencia al dolor y tan débiles que daban lástima. Sin embargo respetaba a la rubia. No muchos podían permanecer de pie delante de uno de los Reyes de su especie sin cargarse en los pantalones.
-Bien-esa simple palabra le bastó a Lucy para acercarse a la entrada donde se encontraba Ignia esperándola-No lo dejes sólo nuevamente o te mataré-una amenaza que sabía de sobra que cumpliría, pero bajo eso se encontraba un hermano mayor que protegía al más pequeño.
Ella solamente asintió y se dirigió a la puerta. Abriéndola suavemente, entrando en la cabaña. Ignia cerró la puerta detrás suyo, dándole privacidad.
Gruñidos de dolor se escuchaban desde su habitación, agonizantes por la desesperación que sentía. Cautelosa se acercó a él.
Natsu tenía sus ojos cerrados apoyado en la pared. Sentado en el suelo y sus piel cubriéndose de escamas rojas brillantes. La rubia se acercó lentamente.
-Natsu-su voz fue como un bálsamo para su corazón. Abriendo lentamente sus ojos se encontró con la mujer más hermosa para él.
-Lucy. ¿Estas aquí realmente o sólo estoy alucinando?
A la portadora se le quebró el corazón. La antes suave y encantadora voz del dragón ahora solo era un susurro ronco. A ella se le llenaron los párpados de lágrimas y se lanzó encima de su cuerpo fornido. Natsu la estrechó contra si, oliendo su fragancia. Si era un sueño no deseaba despertar.
-No lo estás. Estoy aquí, regresé por ti. Debiste decírmelo-dijo Lucy consolándolo pero se sentía que la consolaban a ella.
-¿Decirte qué?-preguntó confuso por su comentario. Ella se apartó un poco y le sonrió. Mientras acariciaba su mejilla.
-El significado de aghra-explicó Lucy aún en sus brazos. No quería separarse de él jamás.
-Pensé que no me creerías. Es decir, un dragón te secuestra, descubres que es humano y para colmo te dice que es su pareja creada por los Dioses. Hubieras escapado de mi aunque lo hiciste de todos modos
Las últimas palabras le dolieron y se sintió terrible por él. Odiaba sentirse así, Natsu la secuestró. Sin embargo abandonarle fue demasiado duro. Sabía que no podía hacerlo de nuevo porque esta vez ella no lo soportaría.
-No huí de ti....huí de lo que me hacías sentir. Se sentía incorrecto querer a tu secuestrador-Zeref solo fue una excusa para escapar. Ahora lo sabia.
Una sonrisa se extendió por el rostro del dragón.
-¿Me quieres?-preguntó Natsu y observó como un rubor cubría las mejillas de la rubia, apartando la mirada de sus ojos.
-¿Esa es la única parte que oíste?-él agarró su sus mejillas y la obligó a levantar la mirada.
-La más importante para mi-dijo acariciando su cabello y ella observó la adoración que se veía en él.
Ese simple gesto cargado de dulzura e inocencia le provocó una sensación extraña en su cuerpo y las mejillas se tiñeron de un rosado más intenso.
Natsu se dio cuenta de hacia donde se desviaban sus pensamientos, después de todo él también pensaba en lo mismo. Aquel beso solo hizo avivar el deseo que ambos sentían.
-Es demasiado rápido, no te conozco lo suficiente para hacer esto-la voz de la rubia salió en un susurro intentando hacerle entender cuando en realidad era a ella a quien intentaba convencer.
-¿Entonces por qué no te alejas?-preguntó Natsu besando sus labios entreabiertos, una pequeña caricia.
-Porque confío en ti-escuchar esas palabras susurradas entre el deseo lo hizo detenerse en seco. La rubia era una experta manipulando sin saberlo, dándole el espacio que ella necesitaba pero que no quería.
-Estas jugando con fuego preciosa-dijo cerrando sus ojos y rozando su nariz con la suya.
-¿Me quemaré?-preguntó con voz seductora, siendo una tortura placentera para él.
-No lo harás porque te protegeré.
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Erza estaba preocupada por Gray, el cazador se encontraba en un estado constante de rabia y calma fingida. Siempre vigilando, observando cada uno de los movimientos de la semidiosa. La asesina de su padre bromeaba y se divertía con las gemelas.
El devil slayer apretaba el vaso vacío con fuerza, congelándolo con su hielo. Sus ojos no se apartaban de la chica, siempre mirándola. Cada paso, cada risa, cada sonido de su voz. En algún punto se volvió vital para él. Su odio consumiéndole tan profundamente. Mikael le susurraba en su oído que se detuviera, lo frenaba. Mientras que Luna, la otra mitad de su poder le provocaba. Una constante lucha entre ambos. Maldad contra maldad. Sin embargo debajo de toda esa ira y rencor, la lujuria que sentía por ella solo se acrecentaba. Deseaba a la asesina de su padre. Si eso no era jodido, no sabia lo que era. Sin embargo eso le hacía odiarle más, porque se sentía como una traición a su progenitor.
Juvia tenía un acosador. Un sexy, oscuro y demasiado atractivo acosador. Lástima que tenía intenciones de matarla. Había estado con algunos chicos, amantes fugaces pero nunca sintió tan terrible atracción como ahora. Una fatal y loca pasión por el hombre que deseaba matarla. Zeref la salvó la noche anterior y le agradecía, encontró a alguien con el cual compartir su soledad. Incluso pensó en algún momento intentar una relación con el dios pero ahora sabía que solo lo veía como un hermano. Le amaba de forma fraternal, y él compartía el mismo. Mucho había cambiado desde la muerte de su padre pero sentía que solo era el principio. Tal vez, solo tal vez, el chico demasiado oscuro que se convirtió en su acosador fuera su perdición.
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Ignia esperaba fuera de la cabaña caminando sin cesar de un lado para otro. Un gesto que indicaba lo nervioso que estaba. Su hermano y la humana no habían salido en un buen rato así que estaba asustado por lo que pasará. Sin embargo como si hubieran escuchado sus pensamientos la puerta se abrió para ver a un Natsu con una sonrisa de felicidad y la rubia viéndolo con admiración. Al dragón no le pasó desaparecido que sus manos estaban unidas. Genial, mientras él se preocupaba su hermano tenía sexo con su aghra. Que conmovedor.
-Supongo que arreglaron sus diferencias-dijo cínico y Lucy apartó la mirada llena de vergüenza. Natsu le disparó una mirada asesina.
Ignia resopló, no era su culpa que su cuñada fuera tan tímida e inexperta en ese tema. Además su hermano tenía mucho coraje para enfrentarse a él, su rey.
-Nos vamos-sin decir algo más agarró la mano de Lucy y continuó su camino.
-¿A dónde?-preguntó su hermano perdiéndose de algo importante. Natsu sonrió de una manera siniestra.
-A declararle la guerra a los humanos.
La historia de Juvia y Gray sera la sig.
Nos vemos en el cap que sigue
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