Capitulo 12
Lucy tenía su mente llena de preguntas, hecha un desastre. Sin embargo todos sus pensamientos fueron barridos cuando Natsu comenzó a frotar su cabello con movimientos circulares.
El dragón sabía que la rubia trataba de entender y comprender la verdad que había visto pero ahora no seria el momento. Lavando su cabellera rubia para después enjabonar sus manos y comenzar a lavarla. Masajeando sus pechos, pellizcando sus pezones provocándole.
Lucy no podía pensar, su razonamiento se fue de viaje y se llevó las maletas del sentido común. Ella se volvió líquido en sus manos. Dejó caer su peso en él, sosteniéndola en su lugar. Lucy sintió la erección en su espalda baja, y su vagina reaccionó con una oleada de deseo.
-Pensé que necesitarías más tiempo para descansar-su voz salía en un susurro lastimoso, necesitado. Una suave risa le provocó mariposas en el estómago.
-Soy un dragón, chica dorada. No me compares con el resto de los humanos-dijo Natsu mordiendo su oreja con sus incisivos.
La rubia no quería caer en la tentación pero era tan difícil no hacerlo.
-Sé lo que estás haciendo Natsu-quería que fuera una advertencia pero su voz salió sin aliento.
Lucy sabía que estaba disfrutando. Natsu sonreía como un niño pequeño al que le habían dado un juguete nuevo. Él mordió su cuello, alimentándose de su sangre.
La rubia debía sentir repulsión porque un demonio se estaba alimentando de ella pero no lo hacía. Era todo lo contrario, era adictivo y completamente delicioso. Sin poder evitarlo se arqueó contra él, buscando su polla para que la llenara.
-Solo estoy lavandote ¿ves?
Sus manos se dirigieron hacia su empapado coño que clamaba atención. Insertando tres dedos dentro de ella mientras pellizcaba con su pulgar su clítoris. El dolor mezclándose con el placer. Gimió ante tal tortura tan placentera.
-Te encanta ¿no es cierto? Que te trate como yo quiera, que te someta y que actúes de esta manera solo conmigo-él apretó su seno con su otra mano mientras ella apoyaba sus mano contra la pared.
Lucy asintió encantada con su actitud, la estaba castigando y le fascinaba. Sentía como se acercaba al clímax lentamente.
-Seguramente me follarías con tu boca si te lo pido. ¿No es cierto mi chica dorada? Solo quieres complacer-no sabía porque le gustaba que le hablara de esa forma, o su reacción hacia él siendo un bastardo. Solo sabía con certeza que ella haría lo que Natsu quisiera así que asintió con frenesí.
Natsu sin resistirse más mordió su cuello de forma brutal mientras la penetraba con su pene con rudeza. El dolor que sintió fue fugaz comparada con el éxtasis que sintió después. El placer entre ser mordida y ser penetrada duramente la llevó al clímax. Él la siguió segundos después.
Sus respiraciones agitadas fueron calmándose mientras terminaban de bañarse en la ducha para después secarse. El dragón la sacó del baño y ambos se dirigieron a la suave cama que los llamaba. Lucy estaba agotada.
-Mirajane me matara cuando le entregue la ropa-dijo la rubia con una sonrisa dulce acostada en la cama desnuda.
Natsu sacó del viejo closet una camisa blanca suya y se la lanzó a Lucy para que durmiera. Él sacó unos bóxer solamente sin intenciones de salir de casa.
-Dile que Natsu es un animal y te la arrancó-dijo el pelirosa acostándose en la cama y ella se acomodó encima de él. Descansando su cabeza en su pecho, su mano alrededor de sus abdominales marcando un patrón y piernas enredadas con las suyas.
Natsu solo acariciaba su cabellera rubia, sintiendo el espeso y sedoso cabello rubio escurrirse entre sus dedos.
-No tengo otra opción, tendré que pagarle por la ropa-suspiró Lucy haciendo círculos en su abdomen repitiendo el patrón continuamente.
-A Mirajane no le importa la ropa mi chica dorada-Lucy al escucharle decir esas palabras levantó la vista para encontrarse con sus ojos que todavía eran escarlatas.
-Sigues llamándome chica dorada ¿por qué?-preguntó admirando ese rojo que le parecía devorar.
-Por tu cabello. Me encanta tu cabello-explicó Natsu dándole un pequeño golpecito en su nariz.
Ella todavía admiraba sus ojos embobada. Era tan hermoso y le pertenecía. Una oleada de orgullo y satisfacción le recorrió.
-Me encantan tus ojos-Lucy pensó en voz alta y ya era tarde para retractarse.
Natsu al escucharle comenzó a reír divertido por la expresión de su aghra. Nunca alguien le había dicho que sus ojos eran hermosos. Siempre corrían al verlos horrorizados.
-Eres la primera que me dice eso-acarició su mejilla con un gesto dulce y besó sus labios en un fugaz beso.
-Son preciosos, parecen rubíes. ¿Por qué todavía son rojos?-preguntó curiosa por saber más del misterioso hombre que se llevó su corazón.
-Porque me alimenté de ti. Los demonios beben sangre en un estado de lujuria y nuestros ojos evidencian nuestra alma saciada-explicó con un deje burlón en su voz.
-Eres END ¿cierto?-él se volvió completamente impenetrable. Su rostro impasible y sus ojos desprovistos de emoción.
-Siempre tan inteligente mi chica dorada. Lo soy y tu eres la aghra de la persona que traerá la devastación.
*******
Juvia no sabía como terminó cuidando a los tres chiquillos del diablo. Mila, Lara y Reve eran pequeños diablillos. Les encantaba hacer travesuras y sus madres necesitaban un respiro así que ella era la encargada de cuidarlos junto a Erza. La pelirroja, que acompañaba a su oscuro acosador. Ambas no se habían dirigido la palabra, simplemente ignorando a la otra.
-¿Nee'san es cierto qué eres la semidiosa de la muerte?-preguntó curioso el pequeño niño de piel oscura que a pesar de su corta edad ya parecía mucho mayor por su estatura.
Juvia al oír su pregunta sonrió por primera vez en mucho tiempo. Tal vez Zeref tenía razón y Fairy Tail sería un buen cambio para ella. La chica de cabellos azules acarició su melena castaña y asintió, atrayendo la atención de las gemelas.
-¿Escuchaste eso Lara?-preguntó Mila emocionada, su cabello rubio suelto en ondas.
-Si, Mila-la voz de Mila salió en un suave tono de voz.
La escarlata centró su atención en la chica delante suyo. Nunca imaginaría que aquella persona tan cariñosa fuera una asesina. Conocía a Gray y su enojo estaba justificado. Sin embargo ella no podía evitar sentir que faltaba algo más en la historia. Una pieza importante de información.
En ese instante una menuda chica de estatura pequeña y cabellos azules más claros corto bajó las escaleras mostrando una hermosa sonrisa.
-Levy ¿te encuentras mejor?-preguntó preocupada Juvia al notar a su amiga. Fue la primera chica con la que tuvo una verdadera amistad.
-Tranquila Juvia, estoy perfectamente. ¿Quien eres?-dijo Levy notando la presencia de la pelirroja.
Erza conocía a esa chica, rumores de lo que le sucedió se hallaban en cada rincón de Magnolia. Su corazón se rompió por ella, al imaginar el abuso sufrido y con ello recuerdos de una época sombría emergieron.
-Soy Erza Scarlett-se presentó oficialmente la chica de cabellos rojos y ella le brindó una sonrisa.
-Eres amiga de Gray-dijo emocionada Levy dando saltos en el lugar. Conocía a Gray desde hace meses y le preocupaba que siempre estuviera solo.
Erza asintió aunque no estaba segura de que fueran tan amigos como imaginaba la menuda chica.
-¿Donde está? No ha ido a visitarme y quiero verlo antes de que se marche nuevamente-Levy no era consciente de la tensión en el ambiente. No había salido de su habitación en unos días y se perdió de la confrontación entre Gray y Juvia.
La semidiosa escuchó con atención, quería saber donde estaba su sexy acosador.
-Fue a resolver unos asuntos pendientes. Regresará más tarde-explicó Erza sin apartar la mirada de la chica de cabellera azul.
Levy asintió procesando la información. Los tres pequeños corrieron al ver a Mirajane acercarse.
-Gracias por cuidar a los niños Juvia y Erza-dijo Mira sonriendo mientras acariciaba el espeso cabello de su hija Lara.
-¿Que es eso en tu mano?-preguntó Levy al ver el sobre en las manos de la Strauss.
-Correo para Lucy, debo entregárselo cuando vuelva-explicó Mirajane sosteniendo a Mila en sus brazos.
Nadie sabía que dentro de ese sobre estaría escrito un terrible acontecimiento que cambiaría la vida de Lucy Heartfillia para siempre.
Les gusta espero que si. Besos y abrazos.
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