Capítulo 4

Era la hora de la comida y Wendy me contaba su genial plan mientras comía el asqueroso puré.

— A las 0:30 la puerta principal se queda sin guarda de vigilancia.

— ¿Y cómo haremos para escapar primero de la habitación cerrada con llave? — pregunté removiendo el puré.

— Shh, lo tengo todo controlado. — Wendy se levanta y me guiña un ojo. Acto seguido me tira el puré a la cara — Sigueme el rollo — susurra.

— ¿¡Pero qué rayos estás haciendo!?

Wendy empezó a gritar. Nos agarraron a los dos y nos llevaron por los pasillos. Miré mal a Wendy. Realmente estaba loca.

Nos dejaron en la sala de espera de Cherise.

— ¿Qué demonios te pasa?

— Shh, esto forma parte del plan.

*    *    *

Seguíamos en la sala de espera de Cherise después de terapia. Miré a Wendy. Tenía sueño porque ya era tarde.

— Ya es hora. — susurró.

Me tomó la mano, corrió y abrió la puerta y me guió por los pasillos. Nos escondimos un momento al ver varios enfermeros. Y al fin llegamos a la puerta principal.

— Dentro de poco se irá. Toca cambio nocturno. En ese tiempo de cambio nosotras huiremos. — susurró. El guardia se alejó de la puerta — 1...2...¡3!

Corrimos y cruzamos la puerta a la libertad. Sentí la adrenalina. Pasamos la portal y allí estábamos. Alejándonos cada vez más. No pude evitar reír y reír mientras corría cada vez más rápido.

— ¡Lo conseguimos! — gritó Wendy en dirección al bosque — ¿No es allí dónde queda El País De Las Maravillas?

— ¡SÍ! — nos adentramos en el bosque  de al lado del psiquiátrico — Tienes que buscar un agujero profundo.

— Pero está oscuro, apenas veo nada.

— Será mejor descansar.

Nos quedamos dormidas al pie de un árbol resguardadas por muchos arbustos, por si alguien nos fuera a ver.

*     *     *

Wendy y yo llevábamos horas y horas caminando por el bosque en cuanto un poco de luz empezó a brillar. Nada. Sólo ramas y árboles.

— ¡ALICIA! ¡ENCONTRÉ ALGO!

Corrí y vi donde estaba Wendy. A sus pies un enorme agujero del que no se veía el fondo.

Tiré una piedrecita a dentro y no la escuché caer.

— Jo, sí que es hondo. — dijo Wendy.

Me tiré sin pensarlo.

— ¡ALICIA NO! — Wendy intentó agarrarme pero caí.

Mientras caía me sentía eufórica. Al fin. Al fin iba a volver.

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