— ¡Hey! ¡Oye sí tú oye! — le susurré medio gritando a la otra chica de al otro lado de la sala.

Estaba mirando en un punto fijo, distante. Sus bucles castaños en el pelo eran hermosos.
Entonces fijó la vista en mí.

— ¿Eres nueva por aquí? — me reí.

— Mmm... Sí. — dijo en un susurro.

— ¿Y cómo te llamas? — dije cantarina.

— Wendy, ¿y tú?

— Alicia. — me levanté y le tendí la mano — ¿También te creen loca?

— ¡No estoy loca! — gritó demasiado alto.

— ¡Hey tranquila! Si alzas la voz vendrán a ver que pasa. Y como una vez un gato risueño me dijo, todos estamos locos aquí.

La puerta del despacho se abrió y el Dr. Chesire me miró.

— Alicia, ¿has saludado ya a tu nueva compañera de cuarto?

— ¿¡Qué!? — gritó Wendy enfadada — ¡Me niego a ser su compañera de cuarto! ¡Me ha llamado loca!

— Oh vamos, deja de comportarte como una niña pequeña Wen.

— Wendy.

— Como digas Wen.

— ¡UGGGGH! — Wendy casi se me abalanza pero Chesire la sostuvo y sonrió ampliamente.

— Chesire cuando sonríes así pareces el gato del País De Las Maravillas. — comenté tranquila mientras veía como Wen intentaba calmarse.

— Ya te he dicho que ese lugar no existe Alicia.

— Ya bueno, por algo estoy aquí. — carcajeé fuertemente — Hey Wen, nos vemos en la habitación.

Y dijo esto me fui riendo. Esa chica era tan fácil de enfadar. ¡Parece que al final el manicomio no iba a ser tan aburrido!