Capitulo único.
Una batalla más terminó y Ladybug pudo contar con la ayuda de quien era su mejor amiga, Alya, en el traje de la astuta Rena Rouge.
Ella era hábil, muy perspicaz, siempre estaba dispuesta a ayudar al equipo cuando era necesario, como ahora, que derrotaron al akuma de Sabine Dupain, nunca se imaginó luchar de nuevo contra su propia madre ni mucho menos que ahora siendo más que una ayudante fuera la villana en turno. Por suerte todo resultó a favor de ellos, Chat ya se había marchado a quien sabe donde, sólo encontrándose ella con la aspirante a reportera
Lejos de todos los reflectores y ciudadanos de París, estaban en un lugar totalmente abandonado, lleno de cajas, con una acera que rodeaba casi todo el lugar.
—Muy bien Alya, ahora dame el miraculous.—extendió la mano a la espera que la morena le regresara aquello que no le pertenecía.
Alya procedió a quitarse la joya, tras ello apareció Trixx quien estaba atento que su portadora ocasional diera el objeto para poder descansar. Pero contrario a ello, la chica reculó un par de pasos con determinación.
—¿Por qué tendría que dártelo?—pensó en voz alta con la mirada superior.—Sería mucho más eficaz tenerlo para mí y ser más útil que cualquiera.
Ladybug se sorprendió ante la negativa de la chica, cuando la escogió lo hizo por su bondad, por su buena sangre y voluntad. Sin embargo ahora le estaba mostrando su individualismo junto a un egoísmo absoluto.
—No sabes manejar muy bien todos tus poderes.—le aclaró.—También es muy peligroso Hawkmoth no tarda en descubrir sus identidades ¿Te das cuenta de lo peligroso que podría llegar a ser?
Alya meditó unos segundos para despegues negar de cabo a rabo, no estaba de acuerdo con esa banal excusa.
—¿Y entonces por qué tú sí?—la enfrentó.—Dime Marinette.
La mencionada abrió sus ojos ampliamente, no se esperaba que esa chica descubriera quien se encontraba debajo del antifaz.
—Alya.—expresó con sorpresa.—¿Cómo es que tú lo…
La morena se cruza de brazos desviando la mirada a otro punto que no sean los ojos de su mejor amiga.
—¿Qué cómo lo sé?—completó la frase. Luego soltó un suspiro.—He estado poniendo atención a cada detalle, no se necesita usar lentes para darse cuenta; coletas, pelo azabache, tu misma complexión, tono de piel.—soltó un suspiro.— También tus múltiples salidas de las clases, o tus faltas, o que nunca estás cuando un akuma se hace presente y solo encontramos a Ladybug misteriosamente.
—Ok, ok ya entendí. No eres ciega como los demás parisinos.—resopló abatida.—Por eso debes entender que mi misión es peligrosa y que…
—¡No!, Mari piénsalo.—se acercó a ella tomando sus hombros.—Podemos ser más fuertes ahora que sabemos nuestras identidades. Hawkmoth no se saldrá con la suya.
Ladybug pasó de su lado observando a Trixx quien se mantenía al margen de la situación, sabía que esto debía hacerlo ella misma, era parte de su entrenamiento como guardiana el saber resolver este tipo de problemas.
—Alya escucha, no puedo dejarte el miraculous. la encaró con pesar.—Eso sería demasiado peligroso para ti y tu familia.
—Pero.—ella sostuvo entre sus manos el collar de zorro que colgaba en su cuello.—Solo quiero ser útil.
A Alya le encantaba la sensación de luchar codo a codo junto a sus superhéroes favoritos, y más si uno de ellos era su mejor amiga. Y eso lo entendía perfectamente Ladybug, pues ella se sentía muy bien de confiarle algo así a ella, pero también vivía con el miedo constante de que por su culpa le pasara algo.
—Tal vez...—comenzó a decir la heroína moteada.—No puedas ser la portadora por siempre ni llevarte el miraculous.
—¡Eso no es justo!— gritó enojada.—He estado siguiendo sus pistas, sus pasos, sus momentos más vanagloriosos ¿Qué tan difícil es entender que quiero ser como ustedes?
Ladybug se acercó a ella pasando una mano tras su hombro, sabía que si no manejaba este asunto con la cabeza fría o Hawkmoth se aprovecharía de eso.
—Lo sé, por eso mismo.—apretó la mandíbula para después soltar el aire.—¿Qué te parece hacer un trato?
Alya arqueó la ceja.
—Sí, un trato donde yo te digo todo acerca de lo que sé de los miraculous, de los portadores antiguos y lo que tú quieras.—la vio con una sonrisa.—Y tú puedes seguir siendo Rena Rouge cada que sea necesario. Claro, siempre y cuando no digas nada de lo que sepas. ¿Qué dices?
Alya lo meditó unos minutos, ella no era mala, solo quería seguir compartiendo sus aventuras con Ladybug y Chat Noir. Aunque también no deseaba dejar a Trixx, quien se había convertido en una parte importante de su vida; su confidente.
—¡Claro que acepto!—mencionó alegre.—Muchas gracias Mar...—la heroína le miró, debía ser más cautelosa.—¡Ladybug!, no voy a defraudar defraudarte nunca.
Marinette sintió como los brazos de Alya le rodeaban en un fuerte abrazo, consecuencia de la emoción. Por su parte, Ladybug intentaba serenarse pues sabía que quizá había metido las patas; ella no podía prometerle que siempre sería la heroína del zorro ya que el maestro fu le dejó en claro que en un punto determinado todo acabaría.
Aunque claro, ya pensaría más a fondo cómo hacerla desistir de su idea de ser una más de ellos, quería mucho a Alya como para exponerla al peligro que ellos tenían en sus hombros.
Tal vez sería complicado pero tendría que ingeniárselas para filtrar información irrelevante que sabía que se que podía escapar de las manos a su querida mejor amiga; Quizá le podría decir sobre la aparición del nuevo templo, los años desde que se formaron los miraculous o incluso uno que otro dato de los portadores antiguos sin revelar nada más que los pudiera poner en peligro.
Conocía a la chica y aunque no era mala, sabía que era demasiado curiosa, tanto que podía ayudar indirectamente al villano.
Era mejor tenerla de su lado a que cometiera algún error.
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