2 | Mañana
Los rayos de sol se colaron por la ventana y atrevidos tocaron toda piel expuesta de Mitsuya.
Él abrió sus ojos de forma paulatina y sabiendo que ya no podría volver a dormir, se incorporo aun somnoliento. Su mano con anhelo busco en la cama, esperando encontrar un menudo y cálido cuerpo a su lado.
Pero el lado izquierdo de su cama se encontraba vacío.
Mitsuya se preguntó a donde podría haber ido Yuzuha con aquel frío.
Una sonrisita de plenitud se reflejó en su rostro y miro hacia la ventana, para apreciar el nuevo día. Un día como el anterior, pero que Mitsuya sentía tan distinto y lo volvió a comprobar al observar la alianza en su mano izquierda.
Se había casado.
¡Se había casado!
Mitsuya no iba a mentir, porque si, él tuvo miedo en el camino a la par de su valentía para proponerla matrimonio.
Pero el recuerdo de ella ataviada en su vestido de novia y las sensaciones vividas en su noche. Con ella abrazada a él, con su respiración pausada y entregada al sueño luego de hacer el amor. Con el memorizando una y otra vez cada detalle de su rostro antes de caer dormido. Mitsuya se volvió a confirmar que valdría totalmente la pena intentar, a su lado, aquella nueva etapa de sus vidas.
No pasó mucho cuando la dueña de sus pensamientos abrió la puerta de la habitación e ingreso con una bandeja de comida.
Yuzuha no pudo ocultar la sonrisa al ver a Takashi despierto.
Dejo la bandeja sobre la cama y trepo hasta sentarse aun lado de su esposo.
—Bonita, mañana seré yo que te sorprenda con el desayuno — le prometió él, mientras tomaba su tazón de arroz.
—Te tomo la palabra — musito Yuzuha mientras tomaba su tazón de avena cocida.
En aquella primera mañana de recién casados, desayunaron entre miradas cómplices y sonrisas que prometían muchas cosas.
Yuzuha dejo la bandeja con los platos vacíos en el piso cuando terminaron y sin poder estar más tiempo alejados del otro, Mitsuya la abrazó y se volvieron a acostar bajo las sábanas.
—No quiero salir, me quiero quedar así contigo todo el día —musito Yuzuha, depositando besos dulces en el hombro de Mitsuya.
Takashi carcajeo.
—Aun tenemos una semana completa para completar nuestra luna de miel, esposa. — Mitsuya entonces se volteo, hasta quedar sobre Yuzuha, quien le sonreía juguetona— ¿Qué tal seguir planeando hacer el bebé?
Yuzuha carcajeo y pasó sus brazos por su cuello, para a traerlo aun más hacia ella.
Mitsuya aprovechó e introdujo una mano por debajo de la esquina que se había levantado de su camisón.
—Creo que es una excelente día, esposo.
Esposo. Esposa.
Una palabra que sin ser, quizás, ambos conscientes adoraban pronunciar, una y otra vez, desde que el padre los había declarado marido y mujer. Una palabra que se sentía natural en su espacio.
Mitsuya pensó, mientras la llenaba de besos y caricias, que nunca se aburriría de decirlo. Nunca.
La alianza que brillaba en su dedo anular en mano izquierda, sería siempre la muestra de la unión poderosa que los unía.
Aunque mas importante aun, él siempre se encargaría de demostrarserlo con acciones.
Con un buenos días.
Con un buenas noches.
Con un ¿Cómo estuvo tu día?
Con un beso en la frente.
Con un abrazo en los días mas fríos.
Con un detalle en los días importantes.
Con mil esfuerzos ante un problema que surja en su matrimonio.
Un amor que surgió luego de un inesperado beso, bajo las luces de la enorme pantalla del cine.
Mitsuya siempre habría creído que las mejores cosas surgían de los momentos mas inesperado.
Su relación con Yuzuha Shiba se lo había confirmado con creces.
Y es por ello, que el se encargaría de que todo lo vivido juntos perdurara, hasta el final de sus días.
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