Capitulo VII (I/II)

Cuando despertó pudo ver por las rendijas de la ventana los rayos del sol. Le dolía la cabeza y sentía que no había dormido nada, mucho menos descansado. La noche transcurrió entre despertares y sueños agitados donde el rostro de su madre se transformaba en el de la vampiresa de cabello negro. Vampiros y hombres lobos lo atacaban mientras Eoghan se reía.

Se sentó en la suave cama y suspiró. Esa noche, la de Samhain, sellarían la nueva alianza con los vampiros.

Karan se levantó y lavó su cara en la palangana de bronce que reposaba en la mesa junto a la cama. Se vistió con su uniforme de cuero curtido, al cuello el grueso torque de bronce, tomó la espada, la colocó en su cinto y salió de la habitación.

Deambuló por los corredores solitarios del castillo preguntándose si solo estaría habitado por vampiros. No lo creía, el día anterior vio sirvientes y doncellas que atendían a varios no muertos. Caminó algunos tramos hasta dar con unas escaleras, las cuales decidió descender.

Luego de varios escalones empezó a escuchar voces. Al salir al corredor continuó caminando hasta encontrar los fogones y las cocinas. Cuando la servidumbre se dio cuenta de su presencia hicieron silencio.

—¿Milord, deseáis comer? —le preguntó una de las doncellas con la cabeza gacha.

Karan no sabía muy bien cómo comportarse, era la primera vez que se encontraba en un castillo, aunque fuera de vampiros. El cazador asintió y de inmediato la joven empezó a disponer alimentos en una bandeja.

—¿Dónde deseáis comer, milord?

—Aquí está bien —explicó Karan, sentándose en un taburete de madera.

La doncella abrió muy grande sus ojos y negó.

—No es apropiado.

—No te preocupes, tu amo no tiene por qué enterarse, además no lo he visto desde que llegué.

La muchacha finalmente asintió y le entregó la bandeja.

Karan sentía curiosidad por el tipo de vida que aquellos sirvientes llevaban en un castillo de vampiros y también por saber dónde yacían los amos. Estaba seguro de que ese secreto, de saberlo, no se lo compartirían, pero igual deseaba arriesgarse.

—¡Hum! —empezó a hablar el cazador mientras devoraba un muslo de pollo —La comida es buena. Imagino que solo la cocinaran para ustedes.

Las mujeres se miraron entre sí.

—Al amo le gusta el pollo y el faisán.

Karan arrugó el entrecejo al escuchar a la sirvienta.

—¿Comen los vampiros? —preguntó asombrado.

—Y beben —contestó otra —y bailan. Hacen todo como nosotros excepto que lo hacen en las noches. Por el día duermen.

El cazador estaba sorprendido. Siempre creyó que los vampiros se alimentaban exclusivamente de sangre.

—Y beben sangre, supongo. Vuestra sangre —agregó algo enojado al ver las expresiones de veneración en el rostro de las mujeres.

—Es el precio que pagamos —contestó una de ellas, la que se encontraba revolviendo una olla al fogón.

—Ellos nos protegen de los lobos, nos permiten trabajar sus tierras...

—Y nos hacen experimentar las sensaciones más placenteras por nuestra sangre —la que habló, Karan la reconoció. Era la doncella que lo había asistido durante el baño.

La mujer que revolvía en el fogón la reprendió.

—¡Lucilda!

La joven le lanzó una mirada incendiaria a Karan antes de salir riendo de la cocina.

—¿Vuestro señor, el rey Ryu, permanece aquí? —preguntó Karan una vez que la joven indiscreta hubo salido— Es que me parece que no comparte mucho con sus invitados.

Una de las jóvenes lo miró asombrada.

—¡Pero si el rey compartió ayer con vos!

—¡Oh sí! Durante la reunión solamente, pero no en la cena, ni después.

—Pero él sí...

—¡Moira! —la interrumpió la mujer del fogón— ¡Anda a alimentar a los cerdos! Milord —dijo luego dirigiéndose a Karan—, Bricia os acompañará de regreso a vuestra habitación. Falta poco para el anochecer. Enviaré uno de los sirvientes asistiros, por si algo se os ofrece. Hasta que el señor Phidias despierte, él será quien os acompañe esta noche.

Karan asintió un poco sorprendido de la manera brusca de la mujer. Salió detrás de Bricia, como se le indicó, hasta su habitación. Al llegar a la puerta un joven le esperaba.

Intentó cerrar la puerta, pero el joven se lo impidió, entrando detrás de él.

—Milord —dijo con voz modulada—, ¿deseáis alguna cosa?

Karan se alejó varios pasos del joven pelirrojo.

—¡Que os marchéis!

El joven agachó la cabeza y Karan pudo ver varias marcas de mordidas en su cuello, era el mismo que la noche anterior había estado con Eoghan. Sin decir una sola palabra el joven salió de la habitación.

Karan se preguntó qué tipo de relación era la que existía entre los vampiros y sus súbditos de sangre, parecía que aquello iba más allá de alimento a cambio de protección. Ese joven la noche anterior había sido el amante del lugarteniente. ¿Aquello era parte de sus obligaciones como súbdito? ¿O lo hacía por propia voluntad? Y el vampiro ¿Cómo veía a esos pobres aldeanos? No eran más que instrumentos para alcanzar su satisfacción.

Sacudió la cabeza para alejar esos inquietantes pensamientos. Se preguntó cuánto faltaría para el anochecer. Deseaba que se llevara a cabo la ceremonia de samhain y regresar al fortín de la orden lo antes posible, dejar atrás ese castillo y no volver a tener trato nunca más con los vampiros.

Aún reflexionaba cuando golpes en la robusta puerta le indicaron que tendría visitas. Era Eoghan.

El vampiro de cabello negro entró con paso lento hasta pararse frente a él. Lo detalló largo rato, tanto que el cazador empezó a incomodarse.

—La princesa Lía me ha informado que ayer os marchasteis de manera intempestiva de la celebración. —Eoghan inclinó levemente la cabeza frente a él, lo cual le sorprendió—. Os pido las más sinceras disculpas en nombre de mi rey. No ha sido su intención incomodaros. Me he dado cuenta de que vos no sois como el resto de los hombres.

Por alguna razón esa disculpa en lugar de aliviarlo lo enfadó más.

—¿A qué os referís? —preguntó en tono brusco, Karan.

Eoghan lo observó con seriedad antes de contestar.

—La mayoría de los hombres no dudarían en dejarse llevar por el placer que tan fácil se les ofrece —explicó el vampiro que parecía desconcertado—. En cambio, vos... os resistís.

—Cumplo con los votos de mi orden, solo eso.

—Vuestro compañero no lo hace. He conocido muchos cazadores, ninguno como vos.

Karan frunció el ceño. El arrogante vampiro de pronto se mostraba respetuoso delante de él.

—Nada más quiero terminar con esto de una buena vez.

Su interlocutor asintió.

—Pronto terminará. Empieza anochecer. Vendré a buscaros en un rato así que preparaos.

—Pensé que Phidias...

Eoghan achicó sus ojos al mirarlo.

—Phidias, ¿qué?

Karan carraspeó y desvió la vista, la penetrante mirada amatista le perturbaba.

—Que sería el enviado de vuestro clan.

—El rey Ryu desea que el enviado sea yo —dijo el vampiro con una media sonrisa—, pero no os preocupéis, Phidias también irá. Entiendo que su amabilidad sea tan bien recibida. Ahora os dejo, regresaré en un rato, a menos que prefiráis que sea Phidias quien os busque, claro.

—¡Iros de una buena vez!

Karan alcanzó a ver una media sonrisa en su rostro antes de que saliera de la habitación. 

Hola, por fin ha llegado el capitulo que mas deseaba subir. Voy a dejar algunas aclaratorias con respecto a aspectos de la cultura celta tocados en este capitulo, trataré de no extenderme (aunque será difícil)

Ceremonia de samahain: Es una de las cuatro celebraciones mas importantes de los antiguos celtas. Etimológicamente significa fin del verano aunque se celebraba durante tres noches, entre la noche del 31 de octubre y el 1 de noviembre ( sí, de esta celebración proviene el halloween) en la luna llena mas cercana y señalaba el año nuevo celta. Con ella inicia la mitad oscura del año o samonios y marcaba el fin de la época de cosecha.

En ella todos los fuegos se apagaban, el druida de mayor rango encendía el fuego ceremonial en la colina sagrada y a partir de él se prendían todas las hogueras. En la colina de Tara, en Irlanda, tenía lugar la gran asamblea de reyes en donde se discutían asuntos de importancia. Por supuesto que esta gran celebración incluía un gran banquete militar y real.

A pesar de que de esta celebración se origina el actual halloween, en su momento samhain no representaba una fiesta de los muertos. Los antiguos celtas, creían que este día los otros mundos, donde habitan diversos seres, acercaban sus puertas al nuestro. Por tanto samhain era un momento propicio para la adivinación, para tomar grandes decisiones en lo político y en la vida cotidiana, se cerraba el ciclo de la cosecha y el pueblo se preparaba para el invierno.

Los Aos sí, como llamaban los celtas a las hadas, podían caminar en samhain entre los vivos. Para alejar a las hadas con malas intenciones (Sluagh), los celtas encendían fuego en sus chozas, el cual provenía de la gran asamblea que iniciaban los druidas. También solían dejar comida fuera de las casas.

Muchas cosas sucedían para los celtas en samhain: Era la noche de la gran cacería salvaje; la noche en que Morrigan (diosa de la guerra y los fantasmas) y Dagda (el buen dios, dios guerrero, dios druida de la luz) se unen sexualmente para vencer a sus enemigos; cuando se acercan los mundos; cuando muere la luz e inicia la oscuridad (el invierno); al día siguiente de Samhain los dioses celtas destruyen a los Femorés, sus enemigos. En fin samhain es un día de poder espiritual.

Torque: Eran collares abiertos que recordaban la forma de una herradura. Son uno de los elementos mas representativos de los celtas y eran un símbolo de poder y estatus. Si se despojaba a un guerrero de su torque, este podía considerarse vencido aunque continuara armado.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top