Capítulo Siete

Capítulo siete: Quiero.

"Si quieres conocer lo divino, siente el viento en tu cara y el calor del sol en tus manos"


Vacío.

Es lo único que está flotando en el ambiente. No logro abrir mis ojos por más que lo intente, no puedo mover mis brazos ni mis piernas, quiero gritar desesperado, esto es desesperante. Siento el calor que emana mi cuerpo y puedo sentir una molestia en mi brazo derecho, pero todo es negro.

Solo un momento más...

Un susurro.

Mi cuerpo pierde calor.

Mi corazón se acelera.

Susurro del cual no tengo menor idea de donde salió. Mis oídos están bloqueados al igual que todo mi cuerpo, lo que único que sigue trabajando es mi mente. Me siento agobiado, eso no lo pensé yo, de todas formas, no tengo miedo. Todo me preocupa menos esa voz. Estoy ansioso que ni siquiera puedo pensar correctamente.

Aguarda.

¿Aguardar? ¿Aguardar qué?

Lo único que recuerdo es caer luego de un fuerte golpe en mi nuca y todo negro, como ahora. No sé cuánto tiempo he estado así, pero quiero que mi cuerpo responda.

Ahora.

¿Ahora qué?

La voz se escucha tranquila, parecida a la de un niño pequeño hablara, logra ser un sonido angelical.

No pierdas tiempo.

El susurro es más urgente, casi ordenándome. Si fuera más específico en lo que me pide puedo hacer lo que me pide, pero solo susurra cosas sin sentido. Un frío recorre mi cuerpo al lograr ver una luz atravesó de mis ojos

Viste algo que no debías.

¡Joder! Quiero que este dolor pase, mi cabeza bombea como si en cualquier momento fuera a explotar.

¡Te dije que despiertes!

Mi corazón salta y un grito agudo resuena en mi cabeza.

Abro mis ojos luego de lo que parece una eternidad tormentosa llenando de aire mis pulmones casi secos, comienzo a toser en busca de más aire. Veo todo a mi alrededor desesperado, muevo mi cuerpo con éxito, mi único problema esta vez son mis manos atadas a un tronco con un gran nudo. Mi desesperación crece al ver a los demás en mí misma situación, a mi lado se encuentra Mosett aún con los ojos cerrados en cambio los demás están con sus ojos abiertos mirándome asustados.

¿Habrán escuchado esa misma voz?

- Ian – giro mi cabeza al llamado de Lucas – Son ellos, estabas inconsciente cuando ellos estaban acá, solo nos miraban.

- ¿Ellos quienes? – pregunto.

- Se llevaron a Isabelle – suelta Raúl, quien se encuentra a mi lado – A ella la trataron todo el camino con cuidado, en cambio a nosotros nos arrastraban y golpeaban, injusto. Tú y Lucas – traga mientras mira al recién nombrado – ustedes estaban inconscientes, como aquella vez que la señora del cónsul se desmayó al estar embarazada – veo a Lucas descansando con su cuello colgando y su boca abierta.

- ¿Dónde se la llevaron? – pregunto sin darle importancia a lo que sigue diciendo Raúl.

- No sabemos, solo se la llevaron – Lucas suspira – por más que luchamos no hemos logrado nada.

Me quedo mirando las hojas molidas y húmedas en el suelo mientras asimilo todo, nos tiene nuestro peor enemigo en sus manos, se llevaron a la rubia, no tenemos a mano nuestras armas y peor aún. El más calmado de todos se encuentra durmiendo. Puede que estén golpeando e interrogando a Isabelle y nosotros no hacemos nada por tratar de escapar, muevo mis manos tratando de zafarme del nudo alrededor de mis muñecas, muevo mis piernas y todo mi cuerpo con desesperación.

- No lo intentes, no sacarás nada moviéndote así ya que solo haces que el nudo se apreté cada vez más más - habla Raúl.

- ¿Cómo lo sabes? – un ardor se instala en la zona apretada cada vez que muevo mis manos.

- No esperes una respuesta inteligente – me observa con sus ojos pesados – solo que yo lo intente y las ramas aprietan cada vez más.

¿Ramas? Giro mi cabeza tratando de ver las supuestas sogas que creía que cubrían mis manos encontrando nada más que ramas sobresalientes del suelo alrededor de mis muñecas. Mi ceño se frunce al ver las manos de todos en la misma posición.

¿Cómo si quiera eso es posible? ¿A un árbol le dio por que le salgan ramas delgadas nuevas y posicionarlas justamente alrededor de nuestras maltratadas muñecas?

Ellos pueden hacer todo lo que se les plazca.

Pego un brinco al escuchar nuevamente la voz en mi cabeza, mi corazón se apresura y mi nerviosismo crece. Estoy rogando a quien sea que me esté escuchando que no me dé un ataque acá. En momentos como esto mis problemas de salud no ayudan para nada.

Desde pequeño sufro ataques los cuales me dan más que nada cuando estoy estresado o demasiado nervioso, no puedo estar en lugares muy cerrados ya que causa en mi alteración. Solo me ha dado una vez en mi vida, pero no es algo que me gustaría repetir. El quedarse sin aire, sentir tu cabeza a punto de explotar.

Alejo esos pensamientos respirando cada vez más rápido.

Unos gritos se escuchan a lo lejos, me pongo recto en mi lugar buscando el lugar proveniente de los gritos, los gritos siguen un ritmo y se repiten continuamente sin detenerse. Puedo escuchar los latidos de mi corazón acompañando a los causantes del bullicio.

- Vienen – Lucas pega con su pierna la de Mosett tratando de hacerlo volver a este mudo – ¡Vamos! – golpea por última vez y más rudo al inconsciente.

- ¡Mosett! – grito ayudando a despertarlo.

Nuestro trabajo tuvo un final exitoso al verlo saltar en su lugar con sus ojos abiertos a la par, estaba sudado y sucio mientras miraba todo a su alrededor. No conecta sus ojos con ninguno de los presentes, solo observa los árboles y el cielo achinando sus ojos al no estar acostumbrados a la luz.

- ¿Qué...? – tose fuertemente - ¿Cómo llegamos acá? – trata de moverse y al darse cuenta de su situación nos mira asustados está a punto de reclamar cuando los gritos se escucharon más fuerte, se están acercando.

- No hay tiempo para explicaciones, nos van a matar, tenemos...

No termino la oración cuando unas figuras salen entre los árboles, tenían nuestra contextura, eran como nosotros. Estaban vestidos de negro completamente solo que estos no tenían una escalofriante mascara, se quedan observándonos sin inmutarse, cuento cinco, eran todos parecidos y su tez era oscura lo que hacía sus ojos verdes más llamativos.

No quiero moverme por temor a hacer cualquier cosa mal, siento un calor abrazar mi cuerpo, ms orejas están hirviendo todo lo contrario a los dedos de mis pies, estos están congelados. Los muevo con cuidado tratando de darles un poco de calor, pero a decir verdad estos zapatos no me quedan muy sueltos así que llegan a doler cuando chocan con el material ya gastado.

Mosett es el más descolocado de la situación, gira su cabeza observándome, buscando una respuesta de los cinco hombres frente nosotros que solo nos miran.

El más bajo de todos mueve su cabeza dando una orden e instantáneamente los demás se acercan a nosotros a paso rudo. Respiro fuerte y hondo resistiéndome cuando uno de ellos se agacha, toma mis piernas y me acerca a él. Murmullos salen de mi cuando trato sin éxito escapar de él. Puedo escuchar las quejas de mis compañeros al tironeados.

Muevo mi cuerpo de una manera extraña e incómoda, pero no iba dejar que mi enemigo se saliera con la suya. Este en un rápido movimiento sujeta mi cabeza tirando del sacando un pequeño grito de mi garganta, cierro mis ojos al sentir sus rodillas en mi pecho aplastando mis huesos, mi cuerpo arde y el peso de él lo empeora. De un momento a otro siento una tela ser colocada y acomodada en mi cabeza tapando mi visión, solo unos pequeños agujeros filtrando luz y aire, mis manos son liberadas de la presión dejando que el ardor se siente con menor intensidad. Si antes estaba desesperado ahora es peor.

Mi cuerpo tiembla y es guiado sin mi autorización, respiro cada vez más rápido en busca de más aire, el no poder ver nada y tener poco oxigeno hace que grite y detenga los pasos de mis piernas, unas manos pesadas golpean mi rodilla izquierda obligándome a caminar, no quiero. Mis oídos se cierran dejando a cambio un molesto ruido para nada agradable.

Quiero despertar como un niño cualquiera que tuvo una pesadilla y su mamá lo consuela repitiendo que todo está bien, extraño a mamá. Una lagrima recorre mi mejilla al recordar a mi madre, pude que la vea poco, pero siempre estuvo pendiente de mí, ella siempre sabe qué hacer, con ella estoy a salvo, quiero que me abrace ahora y me susurre al oído esas lindas canciones que mi abuela le enseñó.

No te rindas.

- ¡Detente! – exclamo cansado de la situación.

Ya no quiero esto, mi cuerpo no está acostumbrado a esto, recién me estoy acostumbrando a las ramas romper mi piel y la picazón que causan algunas hojas en mi cuerpo. Pero también lo digo por la voz... ya no sé qué creer de la voz. Responde a mí y es como si yo lo estuviera repitiendo en mis pensamientos, ¡Pero algo se está metiendo en mi cabeza! El lugar me está matando lentamente, me está volviendo loco.

Mis oídos nuevamente graban en todo el ancho el ambiente, puede que no pueda ver, pero mis oídos son una buena escapatoria. Puedo escuchar a Raúl reclamando, a Lucas gruñir y Mosett advertir. Puedo también escuchar más murmullos a fondo, no puedo diferenciar de quienes no de donde, pero son más agudas.

- ¡Eh! Manos quietas, no toques más de lo necesario – Raúl reclama a mi lado derecho, se escucha un forcejeo y luego un pequeño grito del mismo – Hijo de perra...

- ¡Hey! ¡No lo golpeen! – Lucas, también a mi lado derecho reclama – suéltenme, ¿qué quieren?

Los empujones por parte de mi guía se detienen y a la vez pausando mis pasos, soy arrojado al suelo, este sin muchas hojas y más áspero. Siento los pesos de los demás caer a mi alrededor junto con quejidos. La tela es arrebatada de mi rostro dejando la luz segarme por un instante, no pierdo tiempo en aspirar todo el aire necesario para saciarme y pasar mis manos sujetas ahora mismo por nada por mis ojos para poder observar donde he sido traído.

Veo muchas caras contraídas, no todas masculinas, sino también veo rostros femeninos algunos llevando en sus brazos unos niños y otras solo sujetando largos palos. Veo rostros cansados y viejos, otros jóvenes, unos mas alargados que otros, fracciones duras y miles de características que pocas veces me doy el tiempo de ver, pero que esta vez parecen vitales. Su ropa es negra y tenían manchas esparcidas junto con uno que otro agujero.

Eran iguala nosotros, no tienen ninguna diferencia. Hasta puedo observar dientes.

El ambiente tiene al igual que todo el lugar mucho verde, veo grandes telas de un material grueso, parecidas a pieles por su color, tienes una forma triangular en punta, con unos palos sobresalientes, puedo ver animales y el olor es diferente.

Sus miradas están igualadas con las nuestras, ambos grupos estamos asustados.

- Abran paso – un grito se escucha de fondo, me sorprendo al ver que hablan como nosotros, aquella vez que vimos al hombre charlar con el árbol no entendí nada de lo que dijo.

Miro a los chicos, Lucas tenía su cara apretada al igual que Mosett en cambio Raúl quien tenía su rostro lastimado tenía una pequeña sonrisa. Todos guardan silencio y sus miradas están clavadas mirando al frente, sigo su mirada chocando con unos ojos amarillos, cabello negro y una piel blanca. Una linda combinación. Una chica vestida con un pantalón ajustado negro y una chaqueta negra me miraba sin ninguna expresión.

¿Quién es? ¿Por qué todos la miran así?

Una sonrisa atraviesa su cara haciéndome tragar duro. Veo a su lado y un anciano de ojos blancos se encuentra apoyado en un hombre alto mirando también hacia nosotros.

- Traigan a la chica – el anciano habla dejando salir una voz gruesa y profunda – y enciendan el fuego.


Capítulo sin editar

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