Capítulo Dos
Capítulo Dos: Nuevo mundo.
"La tierra tiene música para los que escuchan"
Cuando todos los elegidos estamos fuera del refugio el portón se cierra y el pánico llega. Siento una oleada de calor y mi corazón palpitar apresuradamente, causando un pequeño dolor en mi pecho, comencé a sudar frío y mi respiración era irregular. Veo a mi alrededor y lo que dijo el guardia era cierto, estamos rodeados de pasillos.
- Derecho y subir – me recuerdo en medio de un suspiro.
Mis piernas se mueven y toman su camino, pero solo puedo pensar en cómo será todo allá afuera. Solo tenemos bolsos con "Lo necesario para vivir" ¿Para vivir cuánto? ¿Una semana? Estoy seguro que, si nos dieron botellas con agua y eso nos ayudara, tendremos que hacer durar todo lo que podamos la bendita agua. Ojalá, encontremos agua cerca y que este en buen estado.
Llevamos caminando derecho más de quince minutos, de eso estoy seguro ya que mi cadera comienza a doler. Joder, ahora no.
- Ian – la voz de Musett me detiene – seguramente esta es la escalera – levanta su mano apuntando delante de nosotros.
Es cierto, ahí estaba, la escalera que nos lleva a nuestra salvación... Oh a nuestra destrucción. La escalera era de fierro, en sus primeros años seguramente era muy firme, pero ahora solo es una basura que hará que me parta el culo.
- Tienes razón – aferro el bolso a mi espalda para que no me moleste mientras suba - ¡Ire yo primero para verificar que todo esté en orden y no haya ningún lesionado! – mis manos sudadas toman los peldaños de las escaleras preparándome para subir.
- ¡¿Y por qué tú?! – grita Wayne, un chico de pelo castaño y ojos miel – Que ellos te hayan nombrado Jefe no vale nada, acá afuera mandaremos nosotros – se acerca a paso firme y amenazante – Nadie será el jefe. ¡Para el orden se necesitan reglas! Y las habrá, pero el jefe se elegirá por votación y eso se hará con el tiempo.
Wayne siempre ha sido un tío que no se deja manipular, es muy inteligente. En este momento está demostrando ser un buen líder, quiere que todo sea justo y tiene toda la razón. No quiero que me sigan por obligación, me seguirán por decisión propia.
- Concuerdo absolutamente contigo, Wayne. Es más, si quieres puedes ir tú primero – así me aseguro que nada salte sobre mi o me muera primero.
Los curiosos siempre mueren.
- Muy bien, iré yo primero y tú – me apunta con su dedo índice, el cual tiene toda su uña mordida – subirás de los últimos. Necesitamos que alguien fuerte se quede abajo, así verificas que nadie se escape.
- Ningún problema – muere Wayne.
- ¡Vamos! – grita por última vez mientras sube las escaleras seguido
Me siento frente a la escalera para esperar que todos estén arriba y subir de los últimos 'para que nadie escape'
Si quiero ganarme el respeto de todos será por las buenas y para eso necesito pensar antes de actuar y pasar la vergüenza del año.
- Primera vez que te veo así... - levanto mi cabeza viendo a Lucas quien me tiende su mano risueño - vamos, soy el último y no quiero escapar, lo prometo - tomo su mano.
- Ahora que me ayudaste, quiero que tu inservible trasero suba esa escalera. No sabes cuánto quiero salir de acá.
Reímos, pero todo se va al carajo cuando un llanto se escucha sobre nosotros. Mi corazón bombea la sangre tan rápido que logró escucharlo, mi cabeza va a explotar.
Comienzo a subir más rápido y mi cabeza comienza a palpitar cada vez más, mi sudor se vuelve frío, todo lo que estoy sintiendo en estos momentos no ayuda en nada. Unos de los escenarios que están pasando por mi mente es que sea un lugar horrible y desastroso o que algo. No quiero que mi mente siga trabajando, en momentos como estos deseo que todo sea blanco y nada más.
Lucas ha subido y he escuchado su gemido de frustración, diablos. Cuando mis manos ya no sienten peldaños y mi cabeza se asoma por el pequeño agujero quiero morir, a nuestro alrededor solo hay sillas, mesas y acero. Estamos encerrados nuevamente.
- ¿Qué es esto? – una chica rubia me mira en busca de una respuesta - ¿Dónde nos han traído?
Realmente me gustaría responder eso, pero ni siquiera yo lo sé. Estamos encerrados ¿Cómo quieren que vivamos acá? ¡Es absurdo! Puede ser que hayamos entrado acá por equivocación o que realmente haya que buscar la salida de este lugar. Pero no hay puertas, hace un calor inmenso, nunca antes me he sentido tan asfixiado en mi vida.
- Nos vamos a morir... no nos van a dejar entrar – los murmullos y gritos comienzan, pero realmente no presto atención a ninguno de ellos.
Podemos volver y explicar lo sucedido ya que de acá no hay salida, solo nos rodean las paredes. En este cerrado espacio seguramente era donde los guardias de generaciones pasadas interrogaban o torturaban a sus presos, ya que la mesa larga de metal junto a las sillas y extrañas herramientas que nunca antes había visto, se encuentran junto a un cadáver. ¿Habrá tratado de salir? La chica histérica que seguramente fue la del llanto se encuentra mirándolo fijamente. Una fobia o un mal recuerdo.
Giro mi cabeza encontrando una especie de vidrio largo, me acerco empujando al que se me cruce. Puedo romperlo, eso haré.
- Es una pérdida de tiempo – me informa Wayne apoyado tranquilamente en una de las murallas.
- Cierra la boca – espeto.
- Ya lo intenté y no fui el único, no funciona – cruza sus brazos en su pecho mirándome fijamente.
Nuevamente las esperanzas se han ido al carajo.
- Vamos a salir de acá... ¡Tenemos que salir de este horno! – nunca me ha gustado que se den cuenta de mi fobia, pero es imposible quedarme callado.
- Lo haremos – la chica del llanto toma mi brazo, sus ojos estaban rojos he hinchados – ven.
Me arrastra hasta llegar al cuerpo del pobre hombre que tuvo que haber muerto deshidratado o por alguna enfermedad. Instantáneamente me alejo, hay una gran posibilidad de que el haya muerto por la fiebre roja y también hay una gran posibilidad de que este lugar este infestado de fiebre roja por lo cual nuestras vidas corren peligro.
- ¡Aléjate! Puede estar infectado. – miro como la chiquilla solo me mira con una sonrisa.
- Si eso fuera posible mi piel ya estaría pudriéndose y tú ya me hubieras cortado el cuello.
- Si, lo haría solo si tuviera lo necesario.
- Y lo tenemos. En cada mochila hay un arma. Solo que aún no revisan bien. – mi ceo se frunce.
Tomo el bolso y lo abro rápidamente buscando un arma, no encuentro uno. Sino tres. ¿Qué tratan de hacer estos imbéciles? Cada uno de nosotros con más de un arma es como pasarle una bomba a un niño, es exactamente igual, incluso peor.
- ¿Ves? Este no es el fin, ellos saben que saldemos, si querían que todos muriéramos lo cual encuentro totalmente absurdo no nos hubieran dado armas para protegernos. Hay una salida.
- Debo admitir que tienes razón, pero déjame decirte que no veo una salida – inspecciono nuevamente el lugar buscando una escapatoria, nada, no hay nada.
El hombre pobre hombre seguramente también busco una escapatoria y no la encontró, por lo cual murió sin salid... veo por donde entramos, ahí había una perta donde el hombre pudo a ver bajado sin problema alguno y no morir acá, pero no lo hizo. ¿Poe qué?
- Exacto. Este hombre no murió buscando una salida, no sé cómo pudo a ver sido su muerte, pero mi conciencia me dice que este hombre no estaba buscando salida.
- Sino cuidando... - veo en la silla donde se encuentra nuestro misterioso hombre. ¿Qué cuidaba este hombre?
Cada persona en esta sala se encontraba en su mundo lamentándose, por lo cual no nos hacían caso. Mejor para nosotros trabajar, se nos hace mucho más fácil empujar el cuerpo del hombre sin llamar la atención, este cae con un sonido hueco que me alarma. Miro a la chica con los ojos abiertos, esto no puede ser posible. Saco la silla de mi camino y me agacho tocando el suelo que también es de acero.
El sonido me da a saber que bajo este suelo hay algo, algo que puede resultar ser nuestra verdadera salvación. Mis manos tocan todo el suelo buscando algo anormal, las palmas de mis manos se apoyan mejor y mis dedos buscan mejor por todo el suelo, joder no encuentro nada.
- Imbécil – veo indignado a la chica por cómo me acaba de llamar, creo que toma mucha confianza – debajo de la mesa, imbécil.
Miro sobre mi hombro viendo debajo de la mesa donde se encuentra una pequeña cadena, tomo bruscamente tirado de esta, inmediatamente veo una palanca en el suelo. La chica se agacha a mi lado y desesperadamente trata de girarla, pero se le hace imposible, empujo a la chica sin ningún cuidado y tiro de la palanca desesperado por salir de este infierno.
- Con los años se tuvo que haber trabado. – informa la morena.
- No me digas.
No dice nada más durante un rato, rato el cual he estado intentando hacer girar la palanca. Busco algo que me ayude a darle vuelta, pero nada me puede ayudar a esto, tomo en mis manos la cadena la cual tiene una llave colgando. La palanca no tiene ningún lugar donde insertar la llave.
Ni siquiera estoy haciendo esto bien. MI fobia me está ganando y de la peor manera.
- intenta poner la cadena en ese orificio - su dedo índice apunta a un costado de la palanca donde ciertamente puede caer.
Introduzco la llave y esta cae perfectamente, giro la palanca y al fin se abre un tipo de puerta circular en el suelo, dentro de esta hay un pasadizo el cual pasa la muralla. Bingo.
- ¡Encontraron la salida! - no sé quién fue el que grito, pero no me dejaran del último esta vez.
Forman un círculo a mi alrededor, un chico trata de entrar en el conducto, pero lo detengo.
- Yo lo encontré, yo iré primero. - bajo al conducto fletando mis piernas y acomodándome en este cerrado espacio.
Joder.
Lo haré lo más rápido posible. Lo haré, saldré de acá.
Me arrastro como lombriz sintiendo mi piel ser rasgada por piedrecillas, se sentía un leve dolor, casi inexistente. Puedo escuchar como los demás me siguen, alentándome a ir más rápido.
Frente a mis ojos luego de estar arrastrándome por los minutos más largos de mi vida puedo ver una luz, una luz bastante llamativa que logra dañar mis ojos.
Siento algo moverse entre mi camisa, me detengo asustado mientras el objeto no identificado se sigue moviendo hasta salir por el cuello de mi casa. Suspiro aliviado y a la vez asqueado, era una rata.
- ¡He abuelo! ¡Mueve el culo! - es inconfundible la voz de Lucas.
Todos ríen y escuchar a Lucas jodiéndome en circunstancias como éstas no me sorprende. Es mi dolor de culo.
Me apresuro viendo la corta distancia de la luz y yo. Voy a salir. La luz es vez más potente, entrecierro mis ojos y salgo.
Caigo sobre humedad, una humedad diferente al del baño que frecuento. Una fresca brisa me recibe, el aroma de acá es increíble. Mi sonrisa expresa todo lo que siento en estos momentos, es gigante y reluciente. Quiero abrir más mis ojos, pero la luz acá afuera puede dañar mis ojos.
Puedo escuchar las risas y gritos de alegría de los demás haciendo mi corazón palpitar más rápido, pero de buena forma. Salir de esa cárcel me hace sentir calmado.
- ¡No te pierdas la diversión, Ian! ¡Abre los ojos! – Musett grita en mi oído haciendo que mis ojos se abran a la par. La luz me ciega por un momento hasta que mis ojos se acostumbran al ambiente.
Estábamos rodeados de verde, arboles de diferentes tamaños y formas, el viento nos abrazaba de una forma exquisita, no quiero pestañar ya que siento que me perderé de algo. Escuchar la melodía del viento chocando con las hojas del bosque era magnifico. Nunca antes he visto algo como esto, las hojas verdes y amarillas, los pájaros volando y cantando. El cielo era un azul increíble y una esfera amarillenta quema mis ojos, he escuchado el nombre de esta esfera, pero no lo recuerdo y no me pondré a recordar. El lugar emana una paz increíble, no me quiero ir de este lugar. Definitivamente este será nuestro hogar.
Todo es hermoso, todo es perfecto.
Las risas y gritos alegres de un momento a otro no se escuchan más y callarlos a todos sí que es un trabajo difícil. Veo a mi lado a Mosett, quien mira tras mío con los ojos abiertos y asustado. Frunzo mi ceño y me giro viendo que es lo que los ha dejado como piedra.
Mis ojos no puedes creer lo que ven.
Esto es imposible.
Capítulo sin Editar
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