Capítulo 9: Lecciones de vida
Sabía que probablemente estaría ocupado mas necesitaba hablar con él. Mi hermano está en la universidad, una que queda a varios kilómetros de casa así que sólo puede venir los fines de semana, por ello debería acá pero tuvo que quedarse debido a que tenía demasiado que estudiar. Extraño cruzármelo cada tanto por aquí como hace un año, sin embargo, las etapas terminan y comienzan nuevos capítulos de nuestra vida.
-Entonces terminamos estrellándonos contra esa patrulla mal estacionada-acabé de contarle, lo imaginé escuchando atento del otro lado mientras negaba. Jamás he sido de traerles problemas a mamá y papá-. Decime algo, Tomás, no te quedes callado... me hacés sentir peor-manifesté mirando hacia afuera a través del ventanal de mi habitación.
Mamá debe estar por llegar, son casi las seis.
-Vos y Milán están locos-carcajeó causando que suspirara aliviada. Desconocía qué iban a decirme y quería pensar positivo.
-¿Le has hablado?-consulté, vigilando si mamá llegaba a bordo de su automóvil. Ella jamás se ha molestado conmigo, espero que esta no sea la primera vez.
-Acabo de dejarle un mensaje y no contesta, ni lo leyó, qué lindo hermano tengo...-respondió sarcástico. De pronto mi corazón comenzó a latir aceleradamente, observé cómo aquel auto rojo era estacionado delante de casa.
Mamá había llegado y se aproximaba a nuestra entrada. Seguro papá le contó todo lo sucedido hoy, por ello no tendré que buscar una manera para decírselo yo misma sin que termine molesta. Él siempre hace las cosas más fáciles.
-Tomás... ya llegó-comuniqué dando un suspiro. Si no bajo, apuesto a que vendrán a buscarme aquí-. ¿Crees que me castiguen o nomás van a borrarme del testamento?-interrogué nerviosa, escuché los pasos de mamá adentro y la voz de papá. Supongo que esperarán unos minutos a que aparezca de forma voluntaria.
-¿Qué? ¿Acaso no conocés a mamá?-lo escuché reír, minizando aquellos temores que poseía. Quizás a algunas persona esa actitud pueda molestarles, a mí me hace sentir menos preocupada-. No te quedes encerrada en tu cuarto y sal a explicarles tu versión de los hechos, luego volvés a llamarme porque quiero saber el resto del chisme-asentí, a pesar de que no pudiera verme.
-Más vale que la otra semana puedas venir a casa-deseé observando al cielo, quiero imaginar que Tomás está haciendo lo mismo donde quiera que esté.
-Prometido-aseguró alentándome, sabía que terminaría haciéndome bien hablar con él.
No quise despedirme, aunque tuve que hacerlo puesto que no podía quedarme hablando por teléfono durante años. Debía afrontar las consecuencias que traían mis errores y entendería a mamá si quisiera castigarme o estuviese enojada y no quisiese hablar conmigo. Empecé a bajar las escaleras llevándome esa maldita incertidumbre, pese a que sé que pude haber hecho cosas peores y no, nunca lo haría.
-¡Dany!-exclamó mamá, esbozando cierta sonrisa que requería ver. No lucía enojada, ese detalle disminuyó los nervios que tenía.
-Hola, ¿papá ya te contó?-inquirí, a lo cual ella asintió.
-Sí, lo sé todo, y quiero escucharte a vos-pidió tomando asiento encima del sillón. Decidí sentarme a su costado y esperar a que él saliera de la cocina, ambos merecían saber mi versión de los hechos.
Él me sonrió viniendo hacia nosotras y acomodándose a nuestro costado, ¿dónde estará Tomás ahora? Si esto hubiera ocurrido un año atrás estaría acá ayudándome a no terminar desheredada.
Empecé a relatarles a detalle desde el principio, aclarando que nunca traicioné su confianza. Apenas miré sus expresiones, supe que me creían a pesar de lo que le dijeron a papá esta tarde. Les conté que fui yo quien forcejeó por controlar la radio del auto, haciendo que Milán descuidara el volante y termináramos chocando. No creí que fuese a estar un patrullero ahí, por eso dejé de lado que podríamos sufrir algún tipo de accidente.
-¿Volverías a hacerlo?-inquirió papá, a lo que negué.
-Pudimos salir heridos y si me hubiese pasado algo ustedes...-intenté describir diferentes circunstancias, no obstante, papá evitó que continuara.
-Nos hubiésemos vuelto locos-afianzó acariciando mi cabello. No quería recordar cómo estuvieron papá y mamá estuvieron realmente mal cuando enfermaba de pequeña.
-Pero no querés volver a hacer eso, ¿cierto?-rechacé cabizbaja. Adoraba que tuviésemos esta especie de vínculo, ella sabe de lo que soy capaz y qué acciones no realizaría ni recibiendo alguna paga-. Eso quiere decir que aprendiste la lección, muy bien-concluyó mamá, tomándome por sorpresa.
¿En serio? Creí que se pondrían furiosos y que nunca volvería a salir de casa sola. Fue mejor de lo que imaginé. Tomás tuvo razón, estaba exagerando. Inti y Emma no son esos padres que van a castigarte de por vida si cometés algún error.
Aprieto los puños, es cada vez más complicado.
Papá está furioso, lo sé porque evitó mirarme durante todo el trayecto a casa y mucho menos me dirigió la palabra. Solamente voltea a verme de reojo, como si estuviese avergonzado de mí. Y tiene sus motivos, ¿debería pedirle perdón? Quizás no quiera ni escucharme después de esto, aunque seguro sentiré un gran alivio.
-Sé que estás molesto conmigo por hacer algo así, quiero que sepas que de verdad lo lamento mucho-entré a casa cerrando la puertas detrás mío, él permanecía callado y con el ceño fruncido-. No volverá...-papá negó, cambiando de forma repentina aquel serio semblante.
-Vos siempre decís lo mismo, que nunca pasará de nuevo y, ¿sabés que ocurre luego? Pasa, volvés a hacer una de estas cosas que no hacen más que ponerte en riesgo-reprochó todavía enojado, aquello hizo que comenzara a arrepentirme de haber abierto la boca-. ¿¡Acaso no tomaste tu medicación!?-cuestionó colmando mi paciencia. No soporto que saque el tema del trastorno que padezco cuando cometo errores.
Soy una persona normal, ¿verdad? Y merezco ser juzgado de esa manera.
-¡Jamás dejé de tomar nada, así que ya deja de tratarme como enfermo mental!-espeté, causamdo que su enojo aumentara bastante-. ¿No crees que tengo edad suficiente para decidir qué hacer?-interrogué intentando calmarme. No quería descontrolarme, detesto sentir que no puedo ser dueño de mi propio cuerpo.
-Parecías tener cinco años esta mañana, Milán, ¿acaso no pensaste que podías salir lastimado o causar un accidente? ¿Que no te importan tus amigos?-inquirió, por ello tuve que ejercer mayor esfuerzo en mí pues debía tranquilizarme-. La próxima vez no seas tan egoísta, ¡escuchá cuando alguien te dice que no es buena idea! ¡Y no digas nada puesto que puedo afirmarte que volverás a comportarte así!-vociferó, derribando todos aquellos esfuerzos por estar calmado.
A la mierda todo.
-¿¡Puedes dejar de restregarme mis errores!? ¡Tú también cometiste varios y no estoy recordándotelos, pero estoy feliz de tener este maldito trastorno a haberme acostado con quinientas mujeres antes de los veintiún años! ¡Y lo peor de eso fue que una de ellas era mamá!-le grité lo suficientemente exhausto de que estuviera echándome en cara la estupidez que cometí hoy-. Prefiero tener hiperactividad a haberle hecho daño a un montón de chicas. Y si alguien da vergüenza, eres tú-agregué, dando por terminada esta conversación, que más bien acababa de convertirse en pelea.
Siento que Flor haya tenido que escuchar eso, sin embargo, no pude contenerme. Mucho menos deseo quedarme aquí, necesito salir unas horas hasta que me sienta mejor.
-¿¡A dónde vas, Milán!?-replicó papá, a lo cual elegí no responder.
Abrí la puerta encontrando a mamá del otro lado, quiso decirme algo pero salí antes de que pudiera hacerlo y pasé de largo. No deseaba discutir con ella también.
Comencé a caminar varias cuadras, manteniendo las manos dentros de mis bolsillos y la respiración agitada. Nuestra casa quedaba cerca del hotel, mas no tengo pensado ir allí después de lo sucedido, al menos no por unos días. Jamás le había hablado de ese modo a mi padre, y temo haberme excedido, suelo decir lo primero que pienso sin analizar el efectos que pueden tener mis palabras.
Llegué al parque tras recorrer algunas calles, por suerte está casi vacío, suspiro sentándome en un banco de cemento pues continúo batallando por retener cualquier impulso de comenzar a gritar. Necesito silencio, calma, tranquilidad y paz para volver a tener el control sobre mí mismo. Aún conservo esperanza de que algún día todos esos medicamentos que tomo a diario funcionen y pueda deshacerme del trastorno. Papá sabe que no responderé igual que la mayoría de personas, mi hiperactividad ha conseguido dificultarme ciertas cosas, entre ellas, el rendimiento escolar.
Una pelota llega rodando hacia mí seguida de un cachorro que se escabulle debajo del bando, buscándola. Consigo levantarla previamente a que pudiera atraparla y sonrío, elevándola unos centímetros causando que dicho can empiece a saltar para tenerla de nuevo.
-No te habrás escapado, ¿cierto?-consulto, a sabiendas de que no podrá responderme.
-De hecho sí-contestó, haciéndome funcir el ceño confundido. Luego me di cuenta de que se trataba de aquella voz que escuché días atrás, cuando fui a la farmacia por mis pastillas.
Pensé que no volvería a ver a esa chica, qué bien que estuve equivocado. No sé si será imaginación mía o de verdad estará más delgada. Su cabello castaño ondulado le recorre gran parte de la espalda y sus ojos verdes logran encontrarse con los míos durante un instante, que termina porque ella se agacha a acariciar al perro.
-¿Es tuyo?-pregunté sonriéndole, dicha imagen empezaba a parecerme tierna. El cachorro le lamía la mejilla mientras asentía a mi pregunta.
-Lo tengo desde hace poco-aseguró tomándolo en brazos, me hice para un costado dándole espacio por si gustaba sentarse. Y eso hizo, trayendo al cachorro consigo-. Se llama Rocky-añadió acariciándolo.
-¿Y tú cómo te llamas?-quise saber, la vez pasada me quedé con aquella duda y necesitaba quitármela, de lo contrario no podría quedarme tranquilo.
-Violeta-responde acomodando al perro en su regazo, este obedece quedándose quieto.
-¿Ese no es nombre de flor?-cuestiono haciéndola reír. Espero que lo haga a menudo, porque se ve muy bonita así, quisiera escucharls de nuevo pronto ya que hace que pueda relajarme y dejar los problemas de lado.
-A mí me gusta-sonrió volteando a verme, revolví mi cabello apenas sentí vibrar el teléfono que traje conmigo, debí dejarlo en casa. Después de quedarnos callados, agregó-: Tú tampoco me has dicho tu nombre.
-Soy Milán-revelé, ojalá no se vaya tan rápido como cuando nos conocimos-. Adivina en qué ciudad de Italia nací-pedí tras pasar mi brazo por encima de sus hombros.
-¿Milán?-asentí conteniendo una sonrisa. Sentí otra vez aquella vibración que indicaba que tenía un mensaje, luego comenzó a sonar la canción que tengo como ringtone. Papá debía estar llamándome-. ¿No vas a atender? Puede ser importante-negué colgando, sin molestarme en ver quién era.
-Creí que dirías algo sobre la música-comenté cambiando de tema, prefería mantenerme alejado del incidente manejando por primera vez.
-Lo iba a hacer pero me pareció mejor decirte que atendieras-aclaró, quizás deba explicarle por qué elegí no contestar el celular-. ¿En serio pusiste Tusa de ringtone?-indagó negando, fue imposible entonces reprimir mis carcajadas.
-Sí, es que... tiene una letra muy pegadiza-argumenté a mi favor. De todas formas los gustos musicales que poseo escapan de la música pop que suena casi por todos lados-. Me recuerda a lo que hice hoy, y no sé cómo deba sentirme-comencé sabiendo que si comenzaba con la historia, debía terminarla.
-¿Qué hiciste? ¿Fuiste a la cárcel?-interrogó, yo sonreí ordenando aquellos pensamientos desordenados dentro mío.
-Estuve cerca, pero no-rechacé, ella alzó una ceja intrigada. Jamás retrocedió, al contrario, podía asegurar que se acercó más a mí-. Decidí ir con unos amigos a un parque de diversiones, tomé el auto de papá manejando sin licencia y terminé chocando contra una patrulla... casi voy preso-recordé, y por alguna razón no me sentía molesto conmigo mismo ni avergonzado.
-Eso quiere decir que no sólo estás vivo, sino también vives-costaba comprender qué planeaba decirme, ella sonrió y explicó-: Muchas personas vivas no viven, están muertas, ¿nunca has escuchado decir a alguien que está muerto en vida? Vivir y estar con vida son dos cosas diferentes, varios respiran pero pocos se atreven a experimentar sentimientos como la adrenalina, por ejemplo, que debes haber sentido tú hoy-expuso observándome bastante atenta, aunque quizás veía mis pecas debajo de los ojos.
-Eso fue profundo, y tienes razón-concedí volviendo a sonreír. Acababa de quedarme tranquilo escuchándola, quisiera que me hablara así de nuevo para que pudiera olvidarme ciertas cosas.
Mi teléfono sonó, llevaba haciéndolo y opté por ignorarlo las dos últimas veces; sin embargo, Violeta permaneció mirándome unos segundos, suficientes para que supiera que debía responder.
Al día siguiente, pensé que estaría menos nerviosa por regresar al colegio, mas no fue así. Seguía igual, o peor, quizás.
Las clases comenzarían pronto, la próxima semana debería estar cursando el nuevo año escolar y, aunque no estaré sola, tengo miedo de que empezar a vivir una pesadilla igual a esa que viví dentro del lugar donde llevaba a cabo mis quimioterapias. No quise decirles nada a mamá y papá, ellos tenían suficiente con que su hija tuviese cáncer mas era una tortura cada vez que iba, y no hablo sólo por los dolorosos tratamientos.
Conocí a Lidia cuando atravesaba mi primer mes de haber sido diagnosticada. Ella no es argentina, sino peruana, vino aquí junto a sus padres durante una temporada y asistía cada tarde a la clínica junto a su padre, el doctor que me trataba en ese entonces. Ahí entendí que pese a ser familia eran personas completamente diferentes, y jamás dije ni una sola palabra.
Preferí callarme los insultos que soltaba al encontrarse conmigo. Hasta ahora llevo grabado aquel día que corrí a encerrarme dentro del baño porque no pude evitar ponerme a llorar. Creo que lo más duro de haber tenido leucemia fue tener que lidiar con alguien así.
-Lidia, dámelo, por favor-supliqué apagando mi voz, acababa de quitarme el pañuelo que utilizaba para cubrirme la cabeza. Aunque de todas formas recibía indiscretas miradas al salir a caminar.
-No me toques que das asco-espetó apartándome e impidiendo que lograra arrebatárselo cuando lo intenté-, no quiero termines contagiándome lo que sea que tengas.
-Tengo leucemia-le corregí alejándome, quería dejar de molestarla o empeorar las cosas.
-¿Te pregunté? No me importa, sólo espero que mueras cuanto antes porque tu presencia no hace más que perturbarme-indicó señalándome, examinó mi cuerpo de arriba a abajo y se detuvo en unos moretones que tenía alrededor del cuello-. Cada vez que vengo acá debo encontrarte ahí sentada como si no tuvieras nada que hacer.
-Son mis quimioterapias...-quise replicar. Era en esos momentos donde me sentía incapaz de defenderme, nunca llegué a alzar la voz por mí.
-No sé cómo los doctores pueden acercarse a un monstro como tú, o sea mírate, estás pálida y calva, no tienes pestañas ni cabello-rió tirando al suelo aquel pañuelo violeta que venía pidiéndole. Por lo menos conseguí recuperarlo.
-Gracias-murmuré recogiéndolo y sacudiéndolo un poco, luego volvería a ponérmelo.
-A la próxima hazme un favor, ¿crees que puedas no cruzarte en mi camino?-interrogó, a pesar de saber que sería difícil pues su padre es el doctor que está tratándome desde que comenzaron los tratamientos-. No, ¿sabes qué? Espero que cuando vuelva a venir ya te hayas muerto-retrocedí conteniendo mis lágrimas, lo que menos quería era echarme a llorar delante suyo.
-Tengo posibilidades de sobrevivir-apelé, en un fallido intento por hacerle frente.
-Que son muy pocas, ¿por qué crees que te tratan bien los médicos? ¿Porque te quieren? Ellos y yo sabemos que no vivirás mucho tiempo-recordarlo ahora me hace sonreír, porque se equivocó, falló. Logré vencer al cáncer, mas apenas escuché aquello dicha ocasión no pude evitar que una lágrima comenzara a deslizarse por mi mejilla.
Escuché algunas pisadas en la cocina, debía tratarse de Dante porque nadie más que nosotros estaba aquí. Papá fue a su estudio junto a mamá, ambos dijeron que llegarían trayendo algo para almorzar.
-¡Celeste!-llamó desde ahí, suspiré dispuesta a salir de mis nada agradables pensamientos. Cuando llegué noté que buscaba debajo de aquella mesa de centro situada delante del sillón.
¿Qué habrá perdido ahora? Resopla molesto y voltea cruzándose de brazos.
-¿Todo bien?-inquirí evitando reír, creo que ya sé a qué se debe esta escena. No es un secreto, jamás lo ha sido y además resulta sencillo darse cuenta.
-Todo mal-asegura sentándose, aunque sin poder quedarse tranquilo-. Perdí unos apuntes que hice sobre los temas que tendremos este año, ¿no sabés dónde están?-preguntó al tiempo en que levantaba el cojín de su derecha como si pudiesen estar abajo.
-No, vos debes saber-negué de inmediato-. Igual dudo que estés así por eso-expuse deteniéndome a verlo. Parecía que cada vez estuviera más desanimado y amargado.
-¿Por qué otra cosa estaría...?-alcé una ceja, Dante sabe a quién me refiero. Debería considerar decirle la verdad, si es que no lo ha notado ya-. Bueno sí, tenés razón-aceptó desviando su mirada. Espero que cambie esa actitud pues tendrá que verla todos los días apenas empecemos el colegio.
-¿Hay algún detalle que no me hayas dicho?-él sonrió y asintió. Sé que lleva evitándola desde que llegó, dejó de ir al hotel con Martín puesto que no quiere encontrársela allí.
-Martín nos invitó al refugio de rescate animal de Devi, y le dije que no porque iría Ailín-respondió cabizbajo, ¿qué clase de persona hace eso? Si yo gustara de alguien y me invitaran a salir con él aceptaría sin pensarlo-. ¿Podés reprochármelo de una vez?-cuestionó, aquello hacía casi siempre, a pesar de ello intenté entenderlo.
-Estoy tratando de entenderte-justifiqué confundida. Podría asegurar que Dante tampoco puede comprenderse a sí mismo.
-No pierdas el tiempo, ni si quiera yo puedo-suspiró afligido, quizás esté arrepintiéndose de haberse negado-. Esto de enamorarse es horrible, ojalá nunca te pase, en serio jamás-manifestó sacando a la luz aquel parecido que tenía con papá. Los dos son bastante celosas, mas prefiero decirles sobreprotectores.
-No estamos hablando de mí, dejá de cambiar el tema-retruqué reconociendo sus intenciones muy rápido-. Tenés que decirle lo que sentís, ser reencoroso y discutir no trae nada productivo. Uno nunca sabe qué pueda pasar mañana, ninguno de ustedes tiene la vida comprada y si algo llegara a sucederle te arrepentirías de haberte pasado estos días molesto con ella, odiarías que la última vez que se vieron hayas optado por simular que ella no existía y no haberle dicho aquellas cosas que tenías para decirle y preferiste callarte como cobarde-guardé silencio tras pronunciar esa palabra. No obstante, Dante asentía, ¿quería decir que yacía aceptando lo que dije? ¿Por fin pensaba hacerme caso? Vengo repitiéndole que le dé otra oportunidad de volver a empezar desde que Ailín regresó.
-Gracias, Celes, necesitaba oírlo aunque haya sonado...-sonreí, de alguna forma deseaba decirle que sentía haberle hablado así.
-Perdón si me excedí pero aprendí muchas cosas durante los últimos cuatro años-le eché una mirada al piano, probablemente pasara la tarde tocando. Necesito desconectar y bloquearle cualquier entrada a recuerdos que quisiera borrar.
-Lo sé, no tenías que haber pasado tantas cosas-afirmó acercándose a mí, justo cuando había comenzado a extrañar sus abrazos.
Mi hija está esperando por esa conversación que tenemos pendiente, igual que Thiago. Con Manuel acordé que se lo diríamos juntos al día siguiente, puesto que Ámbar salió temprano a ver asuntos del trabajo y Mara seguía sin saber qué decirle exactamente a su hijo luego del incidente, creo que ninguno de sus padres esperando ese comportamiento de parte suya. Yo tampoco lo esperé de Mari, quien acaricia las teclas del piano, no se atreve a tocar antes de que me pronuncie.
Le prometí que hoy hablaríamos, y sería así.
-¿Empezás vos?-inquirió Manuel, aún tímido y sorprendido. Thiago jamás ha sido rebelde ni causado problemas, por eso mismo no sabe cómo actuar.
-Bien, primero les diré que no están castigados-informé, procurando hablar bajo. Los chicos no debían tener ningún adelanto, preferimos hacerlos sufrir un poco y ponerlos más nerviosos como único castigo que tendrán.
-Pobre Thiago...-murmuró Mara observándolo desde la cocina. Debo admitir que sí, parecía sentirse bastante culpable-. ¿Pueden decirles de una vez? Está asustado...-añadió señalándolo apenada.
-Quizás piensa que le voy a pegar, aunque es ilógico porque jamás lo he hecho ni pienso hacerlo-negó rotundamente Manuel. Sonreí, yo nunca he castigado a Mari, tampoco suelo alzarle la voz.
Evito verla ya que terminaré sintiéndome fatal. No puedo permanecer sin dirigirle palabra alguna, necesito acabar con este silencio que llevamos desde ayer rápido.
-¿Vamos?-suspiré dando unos pasos hacia adelante, Manuel asintió. Él vendría conmigo, nuestro plan de hacer esperar a Thiago y Mari había terminado.
-Sí, vayan, yo esperaré a Maia, dijo que viene para acá-comunicó Mara mientras presionaba ciertas teclas de su teléfono, supuse que estaría escribiéndole.
-Deséanos suerte-pidió Manuel. Ella sonrió volviendo echarle un vistazo a Thiago, yacía acomodándose el audífono que utiliza por problemas de audición.
Fui a la sala de estar dejando atrás cualquier signo que denotra seriedad. Sabemos que no son perfectos, cometerán errores cual persona humana, tienen derecho a equivocarse y nosotros debemos estar ahí para corregirlos.
Mariana me dejó un mensaje ayer pidiéndome perdón, el cual preferí no abrir pues acabaría contestándole.
-Antes que digan algo no están castigados-anuncié sonriéndoles, Mari continuaba tensa a pesar de que oírme logró disminuir sus nervios. Sé por qué está así, Ámbar y ella aún no han hablado-. Y no estamos molestos-aclaré, Manuel sonrió sintiéndose mejor consigo mismo.
-¿No? Creí que sí porque no me hablaste ni contestabas mis mensajes-rememoró Mari, si seguía hablándome así terminaría disculpándome yo.
-¿Entonces hicieron que pensáramos lo contrario a propósito? ¿Eso querían? ¿Torturarnos casi veinticuatro horas?-cuestionó Thiago, entre aliviado y confundido. Manuel volteó hacia atrás encontrando a Mara riendo a causa de esta situación.
-Exacto, fue idea de Gopal en realidad-acusó señalándome. Mariana frunció el ceño y negó, genial, sólo faltaba que terminara molesta conmigo.
Maia entró al hotel instantes después, saludando primero a Mara y luego volteándose hacia nosotros. Su hermana estaba esperándole en la cocina, por lo que fue directo a ella, sin contar con que sus hijos venían detrás suyo. Parecían haberla estado siguiendo de lejos, Federico y Julieta se habían ganado un buen sermón de su parte ayer.
-¿Mami, sigues molesta?-preguntaron ambos mellizos asomándose a verla. Maia resopló enojada, veo que tardará unos días en volver a la normalidad.
Dejó el café que posiblemente le haya preparado Mara antes de que llegara y salió decidida a enfrentarlos. Thiago optó por quitarse ese aparato que lo ayuda a oír mejor, él sabe que ella comenzaría a gritarles.
-¿¡Qué hacen ustedes acá!? ¡Les dije que no vinieran! ¿¡No fue suficiente con lo que hicieron!? ¡Ni si quiera fue sólo uno, sino los dos!-vociferó acercándose a ellos, amenazante. Fede retrocedió y Juli avanzó pues no pensana quedarse callada.
-Estoy orgullosa de haberme subido a dicho auto y no haberle hecho bullying a alguien durante la adolescencia-retrucó atrayendo nuestras miradas. Incluso Federico observó a Julieta sorprendido, ninguno esperaba que dijera algo parecido.
Sentí unos brazos rodearme, Mariana apoyaba su cabeza sobre mi hombro izquierdo y le correspondí abrazándola de vuelta.
-Agradezco que vos seas mi papá.
***
¡Hola!
Weno, este capítulo salió más largo que otro :') es el más extenso que he escrito en esta novela pero así tenía que ser u.u
¿Cómo están pasando esta cuarentena?
En mi país 🇵🇪 han suspendido las clases hasta mayo, así que puede que tenga mayor tiempo libre aunque hayan comenzado las clases virtuales.
¿Qué les pareció el capítulo?
¿Creen que Maia esté haciendo lo correcto en enojarse con Julieta y Federico? ¿Juli debió haberle dicho eso? ¿Milán hizo bien en restregarle a Noah sus errores pasados? ¿Dante cambiará de actitud con Ailín?
"No es lo mismo estar vivo y vivir"
¿Qué opinan de lo que dijo Violeta?
"Nadie tiene la vida comprada"
¿Qué piensan respecto a lo que dijo Celeste?
Espero que les haya gustado 🖤 estaré dedicando capítulos muy pronto :3 ¡adiós! 👋🏻
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top