Capítulo 70: Secreto descubierto

La escucho soltar una risa que me revuelve el estómago y me detengo a inspeccionar el contexto. Porque a veces me cuesta creer que esto de verdad está sucediendo y no se trata de una alucinación mía. Nos acomodamos en los sofás para desgustar la pizza que desprende un agradable olor. Cortamos dos tajadas y saboreamos el tomate fusionado con el queso. Nos aseguramos de dejar un poco para sus padres y su hermana, quienes vendrán después. Tomo mi guitarra, pues la traje conmigo en esta ocasión y al terminar mi porción, la sitúo sobre mi regazo para entonar una dulce melodía que a Jazmín parece gustarle.

-Deberías grabar más canciones. Vos y tu hermana conforman un buen dúo-le sonrío y asiento. Aprevecharemos estas vacaciones al máximo, y con ello me refiero a sacar a la luz nuevos temas.

-Estás invitada a venir a escucharnos cantar. Me gusta mirarte desde un escenario o simplemente dedicarte canciones-confieso, dándole un último rasgueo a las cuerdas del instrumento.

-Cuando sean famosos y recorran ciudades en sus giras, espero que me lleven con ustedes-me satisface oírla hablar así. Porque demuestra que cree en mí, en que soy capaz de alcanzar mis sueños-. Todavía no sé qué estudiaré yo, pero ahora me inclino por Psicología. Quizás cambie de opinión luego. Cada que elijo una carrera, descubro después otra que me interesa más.

-Sin presiones. Ya hallarás algo para ti-le sugiero. Jazmín suele impacientarse y estresarse con el futuro-. No necesitas correr porque no te encuentras en una carrera.

-¿Cómo le hacés para saber siempre qué decir?-me interroga, dubitativa.

-Ni siquiera yo lo sé-me encojo de hombros y codeo levemente su brazo. Ella amplía su sonrisa.

-¿Puedo formularte otra pregunta?-inquiere, bajando la mirada. Levanto su rostro y paso la yema de mi pulgar por su mejilla.

-Te escucho, como siempre-garantizo, reacomodándome encima del sofá-. No te juzgaré, eso lo tenés claro, ¿verdad?-Jazmín asiente, más relajada.

-¿Cuándo te enamoraste de mí?-pestañeo, perplejo. Sin embargo, una sonrisa no tarda de apoderar por completo de mi rostro-. Por lo que me confesaste ese día, aquel sentimiento no es reciente en vos.

-Creo que las emociones que me asaltan ahora mismo también-revela Jazmín, rodea mi cuello con sus brazos y me atrae hacia sí para capturar mis labios-. Dudo dejar de verte de esta forma. Tal vez siempre sentí esto, mas fui demasiado lenta y no lo develé recién hasta esta edad. Me gustaría haber hecho esto antes.

-¿Ya entiendes por qué nunca salí con ninguna chica?-Jazmín expulsa una ligera risa-. Porque no quería engañarme a mí mismo, eso nunca fue una opción. Sólo me gustabas tú.

-Debió dolerte mucho verme con alguien más-masculla, cabizbaja. No obstante, me inclino para besar su sien y levanta la mirada.

-No importa lo sucedido, estamos aquí juntoa en este instante-me adelanto a tomarla de la mano y Jazmín reacciona apoyando su cabeza en mi hombro.

Cuando menos reparo, los días y las semanas discurren con velocidad, adentrándonos a ambos en un terreno desconocido que anhelamos explorar. Por fin hallamos la compañía perfecta para descubrir nuevos sentimientos y experimentar vivencias inolvidables. La llama encendida entre nosotros se hace más fuerte con cada uno de nuestros latidos. El fuego se aviva y nos consume por completo. Empiezo a recorrer un camino con la persona que siempre soñé y visualicé a mi lado. Aquella con quien compartí mis primeros años de vida y espero que también los últimos.

Con el paso de un mes, me recupero por completo de mi operación de garganta. Las clases de la escuela terminaron y gracias a varias noches en vela, obtuve buenas calificaciones en mi librets de notas. También me retiraron la sonda nasogástrica de la nariz, lo cual agradecí bastante. Por fin pude salir a la calle sin que me observaran diferente o que los transeúntes me lanzaran miradas compasivas. Continúo el tratamiento con Luz, en quien estoy aprendiendo a confiar. Todavía me persiguen los malos pensamientos respecto a mi cuerpo y figura cuando me miro al espejo, por lo que evito hacerlo y me dedico a seguir rigurosamente con la medicación que me indicaron.

El verano nos pisa los talones, pues comienza a manifestarse en los rayos de sol que ingresan desde el patio y aterrizan sobre la encimera. Bebo un sorbo del café que mi padre preparó y me planteo dejar de tomarlo todos los días durante el desayuno. No porque me desagrade su sabor, sino debido al calor que me produce.

-Papá-voltea apenas me escucha y noto por su sonrisa que no se ha acostumbrado a que lo llame así, mas no le disgusta-. Gracias por los panqueques.

-No es nada-desdeña, en tanto coge la cafetera para rellenar su taza-. ¿Cómo te sentís últimamente?

-¿Lo dices por las pastillas?-se muerde el labio inferior y asiente. Entiendo el porqué de la pregunta. Luz nos informó que podían traer efectos secundarios-. Aproveché las noches de insomnio para estudiar y aprobé todas las materias, así que no te preocupes.

-Hablando a largo plazo, cuando presentes un marcado progreso, Luz te disminuirá la dosis y las consecuencias de la medicación menguará-le sonrío. Me alegra que crea en mí, en que conseguiré superar esto-. ¿Y qué hay de tu voz? ¿Pensás que ha cambiado?

-Por fortuna no-rechazo, aliviada. Aquel era uno de mis principales temores-. Intento no forzarme mucho, voy paso a paso. Ayer canté antes de dormir y la sentí mejor.

-¿Cómo te llevas con los chicos? ¿Te agradan?-asiento y me acabo el café, aún caliente.

-Al principio pensé que no les caería bien, pero me gusta haber estado equivocada. Todos son muy unidos-admito, recordando nuestro primer encuentro-. Milán me los presentó una tarde en el hotel, aunque creo que no sabía que estarían allí. De igual manera, no me arrepiento de coincidir con ellos.

-Siempre fueron así-papá recarga sus brazos sobre la mesa-. A veces nos preocupa las locuras que lleguen a hacer juntos.

-¿Como chocar un auto?-suelta una risa, la cual me contagia a reír también.

-Noah se enojó muchísimo con Milán aquella vez, por eso entró a trabajar en esa cafetería y encontró a Nicolás-me muerdo el labio. No olvido cuando nos cruzamos en el parque y me contó lo sucedido-. ¿Dónde se conocieron ustedes?

-En una farmacia-mi padre arruga la frente, confundido. No esperaba ese tipo de respuesta-. Solía acudir a pesarme muy seguido. Ahora ya no, claro. Pero hace unos meses sí.

-Estás progresando, ¿lo ves? Quizás no sea un gran avance, mas los grandes pasos están conforados por pequeños saltos. Cada uno cuenta, aun si te parece diminuto o insignificante-suspiro, tal vez con una pizca de orgullo. No me detendré hoy, ni mañana. Quiero sentirme bien.

-Les agradezco bastante aquello que hasta el momento me han dado-menciono en plural, incluyendo a mamá y mis hermanos-. Perdón si grité cosas hirientes, no las creía en verdad. Lamento no haber confiado en ustedes tan rápido.

-No te disculpes, tenías tus motivos-me reconforta que se muestre compresivo y empático.

-Milán y Celeste me apoyaron mucho-giro mi cuello para observar de reojo las escaleras, pues mi hermana todavía permenece en su habitación-. Siempre me entendieron.

-Ese chico puede no ser el primero en clase o la clase de persona con una conducta impecable. Pero no me caben dudas de que es un gran amigo-admite él y por inercia, sonrío. Me coloco un mechón de cabello detrás de la oreja y deposito a un lado la taza.

-Estoy saliendo con Milán, papá-desvío la vista, puesto que por un instante temo que se enoje y que la cálida atmósfera que nos envuelve, se disuelva.

-¿Me creerías si te digo que lo veía venir?-entreabro los labios, desconcertada. Aguardaba una reacción diferente-. Los observaba pasar denasiado tiempo juntos como para que no surgiera algo más.

-¿Entonces no te molesta?-consulto, sólo para asegurarme. Me tranquiliza verlo negar y darle un último bocado a sus panqueques.

-¿Por qué lo haría?-cuestiona y ladea la cabeza. Me encojo de hombros-. Si te sentís cómoda saliendo con Milán, adelante. Como te dije, no es un mal muchacho y sabe escuchar a los demás.

-Celeste también está saliendo con alguien-le recuerdo. Tampoci reaccionó de mala manera al enterarse de ello-. Supongo que tarde o temprano, esas cosas suceden. Crecemos y conocemos nuevas personas.

-Lo sé, Vilu. Así me ocurrió con tu mamá. Desde el primer momento en que la vi.

Vislumbro una sonrisa dibujarse sobre sus labios al rememorar a mi madre y me pregunto si a Milán se le formará la misma cuando habla de mí. Según Celeste, resulta fácil descubrir que ambos cruzamos los parámetros de la amistad. Me vuelvo a visualizar el cielo despejado a través de la ventana y aplano los labios. Prefiero el invierno al verano, aunque este tiempo le otorga un ápice de alegría a la mañana.

Tarareo la melodía que brota de mi ordenador, una canción animada capaz de alegrarme por completo la tarde. Daniela yace a mi costado y me toma de la mano para obligarme a bailae con ella, lo cual en realidad no me desagrada. Me gusta que pasemos tiempo juntas. Ya sea cantando, bailando o corriendo por el hotel de arriba abajo. Ahora estamos en mi habitación, disfrutando los primeros días de vacaciones. Cuando éramos niñas, nuestros padres solían decir que poníamos la casa de cabeza. Varias veces nos aliamos para gastarle una broma a nuestros padres, quienes nunca nos infringieron castigos físicos ni severos.

Sin embargo, temo que ello pueda cambiar de un momento a otro. Mamá y papá no saben acerca de mi orientación sexual. Daniela se lo contó a Emma e Inti, dos de las personas más comprensivas y respetuosas que he conocido. Así que no nos ganamos problemas. No obstante, con un padre como el mío, el miedo me recorre los huesos. Tener a mi mellizo de mi parte me reconforta, pues sé que jamás me daría la espalda o me sería indiferente.

-¿Me parece o estás un poco tensa?-como lo esperaba, Daniela no tarde en percatarse. En ocasiones pienso que me lee la mente.

-Desde que me descubrí temo que papá se entere. Mamá también me asusta, pero más él-confieso, con un repentino nudo obstruyéndome la garganta. Bajo la voz a fin de no ser escuchada. Papá y mamá están abajo-. Sus comentarios me hieren. Siento como si los pronunciara con mucho odio.

-Recordá que Federico y yo estaremos con vos, pase lo que pase. Igual que los chicos, si decidís contarles-lo último me aterra. Me dolería bastabte develar que mis amigos de toda la vida discriminan.

-¿No piensas que me juzgarán?-me muerdo el labio con culpabilidad. No debería dudar de ellos, mas no puedo evitarlo.

-Claro que no, a ninguna de las dos-afianza y entrelaza su dedo meñique con el mío, en una especie de promesa o juramento-. Jamás nos dejarían de lado. Siempre hemos sido unidos, a pesar de las diferencias y abismales personalidades.

-Y si alguien se aleja de mí, ¿tú seguirás aquí?-le inquiero, insegura. Son tantos los sentimientos atascados en mi pecho que me cuesta descifrarlos.

En respuesta, acorta la distancia que nos separa y pega su frente a la mía, causando que se mezclen nuestros alientos y que mi corazón lata con fuerza. Conectamos miradas y nos debatimos entre dar el siguiente paso. Pero ella toma la iniciativa antes que yo y me limito a cerrar los ojos para gozar del contacto de sus labios. Sin embargo, la puerta se abre de golpe y me sobresalto a tal punto de caer sentada en mi cama. De pie en la puerta nos observan mis padres, atónitos. Y el siguiente que viene corriendo es Federico. Nos quedamos helados, sin saber qué decir. Las me tiemblan y mis manos sudan. Juraría que también he palidecido. Por un instante, presiento que me voy a desmayar del pánico.

***
¡Hola!

Espero que se encuentren bien junto a sus seres queridos ❤ gracias por leer. Feliz mes del orgullo 🏳️‍🌈

¿Qué creen que suceda con Julieta y Daniela? ¿Los miedos de esta última se harán realidad? ¿Los chicos enterarán? ¿Cómo reaccionarán? ¿Qué opinan de la actitud de Franco con Violeta? ¿Y de la relación entre Federico y Jazmín?

No leemos la semana entrante, ¡adiós! 👋🏻


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