Capítulo 64: Temor a lo desconocido

Golpeteo el suelo con el pie y echo hacia atrás mi cabello, impaciente. Durante estos días no he dejado de darle vueltas a lo sucedido cuando cierto vaso resbaló de mis manos y la sangre empezó a brotar de un corte producido por los vidrios. Preferí no comentarle nada a mis padres y pedirle a Álex que me acompañara a visitar a Daimon el sábado siguiente, dado que los sucesos no han parado de repetirse. Mientras pasaba las páginas de mi cuaderno de historia, sufrí otro pequeño incidente. Una diminuta herida ocasionada por el papel se cerró tras un resplandor que emanó de mi tez.

Mentiría si afirmara que al principio no sentí miedo. Creo que es algo natural temerle a lo desconocido, mucho más cuando aquellos que no conoces proviene de vos mismo. Me pregunto si en algún momento terminaré de descubrirme, pues hace poco me dado cuenta de que estoy llena de aristas en las que nunca antes me había atrevido a reparar. Sé que Daimon se encuentra en su despacho del hotel, mas necesito esperar a que mi amigo llegue y repasar mis palabras antes de entrar allí. Me sorprendo cuando no aparece solo y veo a Milán caminando a su costado.

—¿Qué hace él aquí?—interrogo, señalándolo. El aludido suelta una risa y agita la mano en señal de saludo.

—Primero que nada, buenos días—se acomoda el cuello de la camisa y cruza sus brazos sobre su pecho—. No quiero que te enojes con Álex por esto, pero me contó lo que te ocurrió el otro día.

—¿Tenés que decir algo en tu defensa?—le increpo al susodicho, con una ceja alzada.

—Si temes que se burlen de vos, tranquila, porque no sos la única a que le sucedieron eventos extraños—me responde, para mi asombro. De pronto, la incomodidad me abandona, desplazada por un sentimiento aliviador—. Jazmín, Mariana y Martín vienen en camino.

—No sé si a ti también, pero a mí me alegra no ser el único fenómeno—sonríe Milán. Luce tan relajado que llego a envidiarlo, pues afronté varias noches sin dormir debido a que la ansiedad que me provocaba el hecho me consumía—. ¿Algunos armó teorías conspirativas?

—Todos los que han manifestado episodios insólitos son hijos de seres de luz—menciona Álex, quien parece haberse tomado el tiempo de analizarlo con calma—. Aunque dudo que cuente como una.

—¿Piensan que Daimon nos creerá? No somos muy confiables para él desde que intentamos hacer que su hijo sucumbiera a nuestros incentivos de escapar a una feria en un auto ajeno—Álex y Milán retienen una risa, divertidos ante aquel inoportuno recuerdo—. El cual por cierto, acabó chocando contra una patrulla.

—Debimos insistirle más, quizás lo convencíamos de unirse a nosotros—el pelirrojo se encoge de hombros, apuntando a Álex. Rueda los ojos.

—Por eso entraré yo—nos garantiza—. Papá confía en mí y si me ve con ustedes no pensará que se trata de una broma.

—Maravillosa jugada—concede Milán, cuyo celular vibra dentro de su bolsillo. Se apresura a sacarlo y teclea a toda velocidad una respuesta a un mensaje.

Voces en la entrada anuncian la llegada de los demás antes de que pueda hacerlo él. Jazmín y Mariana me sonríen. Sin embargo, noto que yacen igual de nerviosas que yo. Martín luce más entusiasmado que sorprendido, lo cual no me extraña en lo absoluto, pues siempre le han emocionado las cosas nuevas. Incluso Milán observa con decisión los escalones que nos conducirán hacia planta superior.

—¿Prepararon alguna demostración?—nos inquiere el hermano mayor de Mariana.

—Vamos a contarle a Daimon lo que sucede, no a demostrar nuestros poderes ocultos—le contesta ella y Martín resopla. Me pregunto cuáles serán sus motivos exactos para venir aquí.

—¿Poderes? Yo los consideraría más como dones particulares o...—Jazmín duda unos segundos—. Bueno, quizás sí lo son.

—Andando, papá está en su oficina—comunica Álex, adelantándose a las gradas de la escalera.

Aguardo a que mis amigas me alcancen para andar a su par, a fin de sentirme menos expuesta. Las tres intercambiamos unas miradas inquietas producto de la tensión que este momento nos genera. Porque sabemos que después de esto, deberemos confesárselo a nuestros padres. No creo que reaccionen de mala manera, mas espero que los sucesos no correspondan ningún riesgo o peligro.

Varios pensamientos surcan mi mente, arrasando con todo a su paso. No soy capaz de mantener la cabeza en algo que no sea lo ocurrido el día que fui con Federico a entregarle su almuerzo a mamá. Introduzca las manos en mis bolsillos y avanzo directo a la puerta del escritorio de Daimon. Después de esta charla, no me quedará más opción que contárselo a mi madre. No me molesta la idea de hacerlo, mas desconozco cuál será su reacción. Quizás se enoje por no habérselo mencionado antes, dado que no acostumbro a ocultarle nada.

Álex toca tres veces y espera la indicación de su padre para ingresar, quien al principio se sorprende de vernos a todos juntos. Su hijo procede a explicarle lo sucedido, mientras que nosotros aguardamos a que nos pregunte algo referente a ello. Observo cómo se baja las bajas de lectura, con el entrecejo fruncido producto de la confusión. Tal vez en un inicio cree que bromeamos, mas nota nuestras expresiones serias y cierra los libros que revisaba.

—Así que adquirieron poderes—concluye y asentimos. Se recarga en el respaldar de la silla y suelta un suspiro—. Necesito que me digan qué lograron hacer. Quizás que sus padres sean seres de luz influyó de alguna forma y a partir de determinada edad los poderes que yacían dormidos en su cuerpo afloraron—supone, pensativo—. Valentín vino hace un par de días para comentarme algo similar. Resulta que Bruno puede comunicarse con los animales, igual que Devi.

Lo último nos coge desprevenidos. Nadie esperaba oírlo una declaración como esa. Su pequeño hijo no sobrepasa los nueve años, así que ni siquiera lo sospechábamos. Trago saliva y, en vista de que ninguno hablo, me atrevo a ser la primera:

—La vez pasada fui con Federico a alcanzarle el almuerzo a la clínica donde mi madre trabaja como psiquiatra y me topé con una paciente—desvío la mirada hacia el suelo, pero de inmediato vuelvo a elevarla y mostrarme confiada—. No conocía su historia, pero escenas y visiones me llegaron de repente y descubrí todo aquello que vivió. Corroboré que no era parte de mi imaginación al interrogárselo a mamá. Ella me aseguró que estaba en lo cierto.

—Cuando me quedé en el hotel con Áxel rompí un vaso mientras...—Daniela se aclara la garganta—. Limpiaba la cocina—complementa, aunque un presentimiento me comunica que en realidad bailaba como de costumbre—. Intenté recogerlo y me corté con los vidrios, lo cual me provocó un ligero sangrado que desapareció luego de que un resplandor brotara de mi piel. La herida se esfumó en menos de cinco minutos.

—Yo desayunaba con Dante en el Vivero al momento en que un chico de cabello azul con mechas verdes entró en la tienda—relata Martín, quien empieza a ponerse nervioso al develar la seriedad de Daimon—. Sólo pensé cómo luciría con el mismo estilo que él y mi aspecto cambió. No duró mucho tiempo, porque de lo contrario habría llamado la atención, pero fue sumamente extraño.

—Una tarde practicaba una pieza de piano y empecé a fastidiar a Camilo con la idea de encerrarlo en un espejo si seguía molestándome—rememora Mariana, careciendo de ápices divertidos—. Tropecé con algo tirado en el suelo y caí accidentalmente dentro de uno. Imagino que lo que vi formará parte de la dimensión de papá. Divisé...—su frente se arruga, absorta—. Una nave estacionada y un frondoso bosque a mi alrededor. No alcancé a observar más, pues me asuste y regresé rápido.

—Papá continuaba rehusándose a viajar y no sabía por qué. Sólo quería conocer cuáles eran sus motivos cuando deposité mi mano sobre su pecho y estalló en llanto—revela Milán, cuyos rasgos de entusiasmo son sustituidos por una mandíbula tensa—. Fue como si soltara de golpe todo aquello que guardaba. Sus sentimientos salieron a flote de repente y se abrió conmigo sin previo aviso.

—¿Es necesario que aprendan a controlar sus poderes?—cuestiona Álex y Daimon asiente. Tamborilea sobre su escritorio antes de darnos una respuesta.

—Esta noche me reuniré con sus padres. Les pediré que les enseñen a dominarlos, pero primero deben contárselo. O se llevarán la sorpresa de sus vidas—nos señala y, por lo menos de mi parte, intento que denote una disposición a cooperar—. Si sus hermanos aún no desarrollan esas habilidades, estén atentos. En el caso de Jazmín, Milán y Daniela, sería lógico que sólo uno de ustedes los posea. Ya que son hijos de humanos, ellos pueden haberse apegado a ese lado. Quien sí desplegará poderes es Camilo, porque tanto Ámbar como Gopal los tienen. Sólo faltaría averiguar si los suyos consisten en adentrarse a la dimensión del espejo o cambiar de apariencia física.

—¿Alguien tiene alguna pregunta?—indaga Álex y negamos, aunque por dentro, luchamos por procesar toda aquella información.

Trazo las últimas líneas del boceto y sonrío al verlo terminado. A mi lado, Dante se inclina para observar la hoja de papel y le muestro el dibujo. Alza las cejas, sorprendido, apenas vislumbra un retrato suyo. Aún me falta añadirle color, otorgarle matices y aplicarle efectos realistas. Sin embargo, me va gustando el resultado hasta ahora. Contiene el aliento unos segundos, en los que abre y cierra la boca sin saber qué pronunciar. No se lo esperaba. Aclara su garganta y desvía la vista. De pronto noto que empieza a ponerse nervioso ante nuestra cercanía y una vez más, miles de hipótesis asaltan mi mente. Creo conocer sus motivos, mas todavía no me armo de valor para preguntárselo.

Recargo mi espalda sobre el respaldo del sofá y fijo mi vista en el cielo despejado cual tarde de primavera. No obstante, percibo la mirada de Dante estancada en mí, por lo que volteo y me encuentro con una sonrisa que borra de inmediato. Como si temiera que me diese cuenta.

—Lo siento—farfulla y tose para aclararse la garganta—. Sigue con lo tuyo, me distraje.

—¿Sueles quedarte observándome así mucho tiempo?—inquiero, pese a conocer una respuesta. Dante muerde su labio inferior, inquieto.

—Dudo que sirva contestarte que no porque presiento que ya me descubriste—asiento, confirmando sus sospechas y codeo su brazo, divertida. Aunque él parece tenso. No es un secreto que a veces le cuesta expresarse.

—No tiene caso que finjas conmigo, no quiero que disimules y te encerrés en vos mismo. Lo sé todo—revelo, a pesar de que las dudas se aglomeran en mi cabeza y conminan con hacerme retroceder—. Hace bastante reparé en la forma que me mirás cuando pensás que no te veo.

—Si ha sido Martín quien te lo dijo, voy a tener que hablar seriamente con él respecto a las cosas que anda soltando por ahí—condiciona y niego. Soy capaz de leer a Dante con facilidad, además de percibir sus emociones.

—¿Nunca te han mencionado que sos muy evidente?—baja los ojos al suelo y se revuelve el cabello. Lo hace siempre que medita una contestación

—¿Sabés por qué me dolió tanto que desaparecieras durante años?—aplano los labios y busco su mano. Reconozco que se le dificulta platicar respecto al tema—. Porque he estado enamorado de vos desde que éramos niños y el que te fueras por tanto tiempo me afectó más de lo que creí. Te extrañaba, pero no respondías mis mensajes e iniciaste una nueva vida sin mí. No te culpo, pues no es nada malo. Al descubrir que molestarme con vos era egoísta, me enojé conmigo mismo y entonces también puse distancia. Después regresaste a sacar a flote todo aquello que callé.

—Esta vez no pienso ir a ningún lado. Voy a quedarme aquí. Te prometo que no volveremos a alejarnos el uno del otro—Dante me sonríe, mas su respiración continúa agitada puesto que aún no le cuento lo que siento de verdad—. Y también comencé a verte de otra forma.

—Ailín...—articula, reuniendo la valentía para conectar nuestras miradas—. Sé sincera, por favor. No tenés que corresponder mis sentimientos. Está bien si no te sucede lo mismo.

—Nunca te mentiría con algo así.

Quizás sea en un intento de que confíe en mis palabras, en que lo que le confieso es tan genuino como el cariño que compartíamos de niños. Ese que cambió y evolucionó con el transcurrir de la vida. Tomo su rostro entre mis manos y deposito un beso en sus labios que ni siquiera yo esperaba.

***
¡Hola!

Espero que se encuentren bien ❤ cuídense mucho.

¿Cómo creen que reaccione Dante después de la última escena? ¿Su relación con Ailín cambiará? ¿Los chicos empezarán algún tipo de entrenamiento para dominar sus poderes? ¿Qué opinarán sus padres al respecto? ¿Los ayudarán? ¿Daimon hablará con ellos?

Gracias por leer hasta aquí. Hasta la próxima semana, ¡adiós! 👋🏻

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