Capítulo 44: Roba la escritura
Los recuerdos me invaden cuando observo por la ventana de camino al hotel. Las calles están casi desiertas, debido a la hora, mas no les presto mucha atención. Mi mente sigue dándole vueltas a un mismo tema y, por más esfuerzos que hago, no consigo sacarlo de ahí. Han sido demasiadas emociones en tan corto tiempo que recién me detengo a cavilar al respecto. Aunque formulo muchas preguntas y no sé si algún día obtendré mis ansiadas respuestas.
Después de que el autobús se volcara, tuvimos que recorrer cierto tramo de la carretera y esperar a que vinieran por nosotros. También llamamos a la compañía, contándoles lo ocurrido y ofreciéndonos a pagar los gastos, porque ellos sabíamos que ellos no estarían dispuestos a asumirlos. Al cabo de un rato, nos detenemos frente a nuestro destino. Pasé todo el camino sumida en un silencio, que nadie quiso romper. Papá me abre la puerta del auto, pero tardo un poco en reaccionar y descender del vehículo. Mamá me sonríe, a pesar de que mantenía una expresión seria.
—Vamos adentro, debemos hablar—indica y posa una mano sobre mi hombro. Asiento, pese a que no me apetece platicar al respecto.
Jazmín baja del auto de sus padres y se sitúa a mi costado. Me abraza, gesto que al principio me sorprende. Creí que continuaba enojada conmigo y no tenía ganas de acercarse a mí. Sin embargo, trato de sonreírle y hacerle pensar que estoy en perfecto estado. Caminamos hacia el interior del lugar, junto con los chicos, quienes permanecen callados. Noah se coloca al centro de la sala de estar y realiza una seña para que nos aproximemos.
—¿Algunos puede explicarnos qué sucedió?—consulta, observando a Milán. Él tampoco parece poseer ánimos de contestar, así que Gopal toma la palabra.
—Cortaron los frenos del autobús, estuvimos a punto de estrellarnos y no me quedó más remedio que volcar el vehículo—responde, aún conmocionado por lo que acaba de ocurrir.
—¿Quién hizo eso?—procura no elevar su tono de voz. No obstante, le resulta inevitable.
—Milo.
Entonces, la mandíbula de Noah cae. Las miradas se dirigen a Gopal y este aclara su garganta antes de comenzar a relatar aquella historia que prefiero no revivir. Me adentro en la cocina, con la excusa de ir por un vaso de agua y permanezco allí hasta que escucho llegar a alguien más al hotel. Pierdo sus pisadas un momento y vuelvo a rodearme de silencio, pero oigo de nuevo aquellos pasos segundos más tarde. Un presuroso andar capta mi atención, volteo a ver la puerta y, una sonrisa se me dibuja en el rostro al vislumbrar a Dante.
—No me digas nada, ya lo sé todo—anuncia y avanza a mi sitio.
—No pensaba contarte de todos modos—aprieto los labios. Juego con el vaso de agua y bebo otro sorbo para refrescar mi boca—. Ahora no estoy de humor.
—¿Porque lo querías y confiabas en él?—indaga, dando junto en el clavo. Dante me conoce bien, jamás he necesitado detallarle lo que siento.
—Sí—contesto, pensativa. Evito ejercer contacto visual a pesar de sentir sus ojos sobre mí—. No parecía ser el tipo de persona que haría algo así.
—Es normal que te sientas traicionada, pero considera que quizás Nicolás no sabe la verdad—puntualiza, causando que levante mi vista de inmediato—. ¿Qué tal si le mintieron?
Una explicación razonable cruza mi mente, porque no hallo ningún otro motivo que lo llevase a eso. Aunque una parte de mi interior no concibe que cortara los frenos. Nicolás no podría herirnos.
—Estuve hablando con mamá y papá—prosigue Dante. Trago saliva, nerviosa, pues desconozco qué concepto posean de Nico ahora—. No creemos que haya sido capaz.
—Yo tampoco...—admito, dubitativa. Dante tamborilea encima de la mesa y le echa un rápido vistazo a la ventana—. Quiero pensar que lo conozco. Y el chico que conocí no tiene intenciones de lastimar a nadie, mucho menos a mí.
—Gala quiere contactarse con él—informa mi hermano, lo cual no me asombra. Ella viene buscando al hijo de Milo desde hace años.
—Puedo decirle dónde trabaja—propongo, y Dante asiente, pasándose una mano por el cabello.
—Lo más probable es que no tenga idea de lo que en verdad ocurrió y sólo nos sacara información por órdenes de Milo—asume. Se encoge de hombros y fuerza una sonrisa.
—¿Milo no estaba en buenos términos con Noah?—intervengo, dudosa. Aquella es una de las tantas dudas que llevo instaladas en mi cabeza y quiero quitar.
—Daimon cree que está poseído otra vez—comunica, preocupado. Ambos sabemos lo difícil que sería liberarlo, de ser cierto—. Gopal no pudo afirmárselo ni negárselo, por eso planes verlo por su propia cuenta.
—¿No sentís que hay algo más?—cuestiono, pues de repente una sensación viene a mí: un vacío—. Que no todo ha salido a la luz y queda bastante por descubrir.
—Sea lo que sea, vamos a descubrirlo juntos—asegura con hablar pausado.
Hemos estado unidos dese niños, así que confío en sus palabras. Sé que no me daría la espalda, porque estuve apoyándolo cuando más me necesitó y viceversa. Sostuvo mi mano varias veces en el hospital y nunca me abandonó. Me tranquiliza, de cierta manera, saber que nos tenemos mutuamente. No estoy sola, tendré una compañía el resto de mis días y nada logrará separarnos. No importa qué venga, contaré con su apoyo.
Pensativo, no levanto mi vista del suelo y continúo con la mirada gacha. Quiero respuestas, necesito escucharlas ahora. Un impulso me incita a salir a buscarlo, aunque no tengo idea de dónde se encuentra. A veces puedes poseer un concepto tan determinado de alguien que te impacta el hecho de descubrir cuán diferente era. Aunque resguardo serias dudas y fuertes interrogantes, ¿en realidad él sería capaz de hacernos daño? Porque algo me lo niega totalmente y decido aferrarme a la convicción de que Nicolás no es esa clase de persona.
Una brisa helada causa que me estremezca, puesto que el frío empieza a llegar hacia mí. Sin embargo, no me inmuto.
—¿Estás bien?—oigo a Federico hablarme y sentarse a mi costado.
Suspiro y asiento como puedo. Juego con mis manos, inquieto. A él se le da mejor mostrarse sereno. Nunca he sido bueno disimulando y esta vez no representa ninguna excepción.
—Eso debería preguntarte yo a ti—retruco, girándome a analizar sus facciones—. Tu fiesta de cumpleaños se arruinó.
—Habrá más en el futuro, así que no me preocupo—se encoge de hombros, restándole importancia—. Julieta también está tranquila por aquel lado.
—¿No crees que fueron muchas impresiones por hoy?—inquiero, expectante. Federico asiente, justo como esperaba.
—No sé en qué momento todo se salió de control—confiesa y arquea las cejas.
—¿Crees que es mala persona?—indago, aunque dudo si deseo conocer la respuesta.
—Creo que Nicolás no sabe la verdadera versión de la historia—contesta, aunque se le dificulta hablar firme—. No quiero adelantarme y juzgarlo mal.
—Él creció sin su madre, lejos de atacarlo quisiera ayudarlo. No debe estarla pasando bien.
—Yo no habría podido sin tener a mamá conmigo—admite Federico, a lo que le sonrío.
—Por desgracia no todos cuentan con esa suerte—dejo escapar un suspiro, afligido. Nicolás no se merecía perder a la mujer que lo trajo al mundo de la forma en que Valentina murió.
—¿Y si no sabe lo que en realidad sucedió con su madre?—propone, de repente.
Me toma por sorpresa, a pesar de que intento disimular. Jamás toqué esos temas con Nico, así que desconozco su historia familiar. Y tampoco anhelo preguntarle. Si tiene que decirme algo, que sea él quien inicie la conversación.
—Nunca había considerado esa posibilidad—expongo y me muerdo el labio inferior—. No será nada fácil de digerir.
—Imagino que encontrarán la manera adecuada de decírselo—quiere pensar Federico.
Gala planea ir a hablar con Nicolás, y la acompañaré para que esa situación no le parezca tan intimidante a mi amigo. Saco mi teléfono y observo la pantalla, en busca de algún mensaje que me llene de tranquilidad, pero no hay nada. Pienso en escribirle, mas carezco de idea acerca de cómo entablar una plática, por lo que vuelvo a guardar mi móvil.
—De todas formas, no seré yo quien le cuente—me limito a rechazar. Gala tendra que ser lo menos detallista posible.
—¿Qué hubieses hecho tú sin Venecia?—niego, por segunda vez.
—No sé, Fede—sonrío y giro a visualizar el interior del hotel. Mamá me saluda, gesto que devuelvo con una sonrisa—. Es mi madre, la amo. Estuvo a mi lado en las circunstancias más duras y cuando...
Me callo al darme cuenta de lo que estuve a punto de soltar. Nadie conoce aquel suceso ocurrido en mi cumpleaños y prefiero que permanezca así de inédito. Todavía no estoy listo para comentárselo.
—¿Cuándo?—insiste, tras unos minutos de silencio.
—Olvídalo—desdeño, incómodo. Lucho por apartar cierta instancia de mi cabeza—. No voy a recordar esas cosas.
—Sabes que no te juzgaré—garantiza, a lo cual asiento y palmeo su hombro—. Tú nunca me has dado la espalda.
Confío en Federico, lo conozco desde hace mucho. No obstante, siempre hubo memorias que opté por guardarme para mí. No porque tema contárselo a alguien que no sean mis padres, sino debido a lo penosas que son.
Acaricio el pelaje de mi cachorro y me distraigo observando sus ojos oscuros. La puerta sonó hace poco, debido a que llegó Milo acompañado de Nicolás. Fue inevitable no escuchar su discusión, ninguno poseía intenciones de quedarse callado y gritaban a más no poder. Hablé con Nico antes de que decidiera encerrarse en su habitación y me contó un par de cosas, las cuales instalaron en mí aquella sensación de vacío que ya me extrañaba no padecer.
Escucho por enésima vez la voz de Milo, pero mis nervios se disparan al percatarme de que me está llamando. Le sonrío a Rocky, quien parece develar lo que siento, y salgo se mi habitación. Bajo las escaleras, dudosa, puesto que por lo general prefiero alejarme de él. Nunca me ha dado buen presentimiento y, después de lo que oí, menos aún. No sé cómo pudo ser capaz de algo así. Algo trama, estoy segura, nos mintió todo este tiempo y hay mucho más que un simple grupo de chicos que llevó a la quiebra su empresa.
—¿Me llamabas?—consulto, a lo que asiente con obviedad. Esperaba estarme equivocando, aunque ya veo que no.
—Necesito que me hagas un favor—es lo primero que dice. Frunzo el entrecejo, confundida. Me acerco, desconfiada, y analizo sus expresiones.
—Y yo dinero para mis estudios—espeto, con retintín.
—¿Vas a ayudarme o quieres que te eche de aquí?—refuta, apretando los puños por lo bajo. Retrocedo, pese a que intento no mostrarme intimidada.
—Sé breve—exijo de brazos cruzados. Sólo deseo escapar de esta repentina conversación lo más pronto posible.
—Irás a un hotel ubicado en esta dirección—saca de su bolsillo un papel arrugado y me lo entrega. Lo recibo, desdoblándolo, bastante desconcertada—. Quiero que me traigas la escritura, es importante para entablar la denuncia correspondiente a las personas que...
—¿Por qué no vas tú?—lo interrumpo, sin dejarme amedrentar.
Sé que miente. Me sorprende que crea que soy tan crédula. Lo he escuchado todo y, aunque todavía poseo mis dudas, puedo asegurar que sus intenciones no son buenas en lo absoluto.
—Me reconocerían—se recarga en la pared, agobiado. No ha parado de observarme con lo que creo es molestia.
—¿Y piensas que si me ven no van a decirme nada?—replico, negándome en primera instancia. No pienso ayudarlo con algo que ni siquiera conozco.
—Ahí está el punto, no te verán—apunta y me señala. Desvío mi mirada, incómoda—. Ve por la mañana, falta a la escuela el lunes y procura que nadie te observe.
—No voy a invadir propiedad privada—me niego, lo cual parece exasperarlo e irritarlo, porque aprieta los puños con mayor fuerza.
—¿Entonces deseas irte de esta casa?—guardo silencio, al no saber qué contestarle. Lo ha mencionado de nuevo, ¿y si habla en serio? No tengo a dónde ir.
Asiento, a regañadientes. Aunque por mi cabeza cruza una idea que quizás daría buen resultado. Podría acudir a ese lugar y regresar con la excusa de que no hallé lo que me pidió. Así tal vez se quede tranquilo y deje de involucrarme en algo que no me corresponde.
—De acuerdo—acepto, largando un suspiro.
—Genial—sonríe, satisfecho. Cree haber logrado su cometido y no puede resistirse a manifestarlo con un gesto de superioridad—. Te estaré esperando.
***
¡Hola!
Espero que se encuentren bien y que este capítulo haya sido de su agrado :3
¿Qué piensan que hará Violeta? ¿Estará haciendo lo correcto? ¿La descubrirán? ¿Nicolás se enterará de lo que en verdad pasó con su madre? ¿Quién se lo dirá? ¿Celeste seguirá enojada con él?
Nos leeremos pronto, ¡adiós! 👋🏻
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