Capítulo 43: Fiesta sobre ruedas
Sonrío ante la cámara, pues mamá y papá deciden tomarnos un fotografía a Federico y a mí previamente a subir al vehículo. Gopal se coloca en el volante, afirma que no tenemos de qué preocuparnos y nos piden que disfrutemos de la fiesta. Nuestra primera parada será en un parque, situada a unas cuantas horas del centro, allí tomaremos algunas fotografías y luego, regresando hacia el centro de la ciudad, haremos un alto en la plaza. Elegimos dejar este sitio para el final, puesto que mientras más tarde sea, menos gente habrá y podremos sacar cuantas fotos queramos.
La fiesta transcurre tranquila, el autobús no se detiene y la música sólo aumenta de volumen. Poseemos barra libre, así que no dudamos en acercarnos por una bebida. Mis padres decidieron no colocar demasiado alcohol, por lo que encontramos una única botella de fernet.
—¿Cómo se supone que vamos a contentarnos con eso?—cuestiona Daniela, disconforme. Me encojo de hombros y río al ver su expresión.
—Es solamente una bebida—desdeño, torciendo los labios. Me sirvo entonces un poco de soda y me percato del color rojo del vaso.
—Y yo pensaba que Alex era el aguafiestas—murmura, aunque alcanzo a escucharla. Nuestro amigo también, alza la vista y abadona su lugar para venir hacia nosotras.
—¿Qué estabas diciendo de mí?—interroga, colocándose al costado de Daniela—. Ya estoy lo suficientemente ofendido porque no contrataste mis servicios como chambelán en tu quinceañero.
—Lindo día, ¿no? Fue épico—ostenta, mientras se echa aire con la mano derecha. Ruedo los ojos, divertida, y bebo un sorbo de mi bebida.
—Habría sido más épico conmigo de chambelán, pero bueno—suspira y se aproxima a la barra. Vierte un poco de agua natural en un vaso y vuelve a alejarse. Creo que no le gusta la soda.
Permanezco junto a Daniela, platicando acerca de algo a lo que no presto mucha atención. El tiempo a su lado pasa sin darme cuenta, simplemente disfruto de su compañía y siento como si los minutos volaran. Sin embargo, ella me hace una seña para observar a mi hermano por el rabillo del ojo. Federico está hablando con Jazmín, quien luce bastante animada. No obstante, girándome hacia el otro extremo, veo a Milán concentrado en su teléfono celular. Celeste y Nicolás también parecen concentrados en sus móviles, mas noto poco después que se encuentran conversando mediante mensajes. Hasta que él se pone de pie y camina en dirección opuesta a nuestra amiga.
—Sí que ocurren muchas cosas, ¿no?—pregunta Thiago, a lo que asiento. No puedo impedir cierto revoloteo en mi estómago, producto de la tensión que aún se mantiene entre mis amigos.
—Demasiadas.
—Necesitan tiempo, ¿sí? No te preocupes—intenta calmarme Mariana, y aprecio que trate de hacerlo. Porque yo no poseo idea alguna de cómo animarme.
—¿Eso piensas?—pregunto, recargando mi brazo en la encimera. Ella asiente y esboza una pequeña sonrisa.
—Es tu cumpleaños, olvidate de los problemas siquiera por un día—sugiere Thiago. Volteo a observar a Daniela, quien asiente, totalmente de acuerdo—. Date ese lujo, te lo merecés.
—Divertite, Julieta, al menos por esta noche—plantea Daniela. Y soy incapaz de decirle que no, así que exhalo profundo.
—Iré a ver qué tal le va a mi papá, ya regreso—informa Mariana, antes de abrir la puerta que conecta con la cabina del conductor. Dudo que Gopal tenga problemas.
Thiago posee razón. Debería tomarme un descanso de todo, ¿y qué mejor que ahora? Ya habrá tiempo para preocuparme luego. Entretanto, me encargaré de gozar los momentos que se me presenten, pues cada experiencia es única y merece ser vivida como tal.
Las luces del autobús me ciegan, pero aunque me siento un poco abrumado, me abro paso entre las personas y avanzo hacia el otro extremo del vehículo para observar por la ventana. Tengo cierta impresión de que estamos yendo demasiado rápido, mas intento alejar ese pensamiento de mi mente y relajarme. Sin embargo, unas voces en la cabina del conductor provocan que mis nervios aumenten. Escucho el ruido del motor a toda velocidad y vuelvo mi vista hacia atrás, esperando encontrarme a los demás tranquilos debido a que sea sólo imaginación mía. No obstante, el panorama es totalmente contrario a mis expectativas.
Los chicos se miran unos a otros, sin saber qué hacer. Parecen no comprender mucho lo que ocurre y tampoco lucen como si quisieran averiguarlo. Trago saliva, nervioso, animándome a consultar.
—¿Qué sucede?
—No lo sé—Milán me responde preocupado, aunque trata de no exteriorizar sus temores—. Mariana acaba de entrar a hablar con Gopal.
Visualizo la puerta que separa el corredor y los asientos de la cabina. Suspiro, intentando no sonar asustado, y hago silencio con el objetivo de oír su conversación, a pesar de que desconozco si sea buen enterarme de lo que sucede.
—Tenemos que bajar en la primera parada dentro de diez minutos—informa Federico, mas develo algo de temor en su tono. Parado a mi costado, se gira a ver las calles y abre en grande los ojos.
—¿No creen que vamos muy rápido?—interroga Milán, quien acaba de percatarse de los fuertes ruidos del motor.
—Pensé que estaba exagerando—contesto, ahora atemorizado.
Busco a Celeste con la mirada, y al encontrarla, se sitúa junto a mí. La música que resuena a través de los altavoces pasa a segundo plano, nos olvidamos de las bebidas servidas encima de la barra y, de pronto, lo único que escuchamos es el chirriar de las ruedas.
—¡Frena!
Como si se tratara de inercia, tomo a Celeste de la mano. Ella no se aparta, por el contrario, afianza nuestro agarre. Todos volteamos hacia la puerta y nos miramos entre sí, pues nadie se atreve a abrirla.
—¡No responden los frenos!—exclama alguien del otro lado. Nuestras facciones cambian por completo al escuchar dichas palabras.
Palidezco, sintiendo un nudo en la garganta y siendo testigo de cómo mi visión se vuelve borrosa. Ninguno sabe qué hacer, ¿esto debería estar ocurriendo? Se supone que sería un momento agradable y dudo que esto se parezca a uno.
—¿¡Cómo que no!?—replica otra voz, desesperada.
Es entonces que pienso en papá. Le conté esta mañana que iría a una fiesta, insistió tanto en que dijera más que terminé comentándole que era para celebrar el cumpleaños de Julieta y Federico. Aquellos chicos que conocí en ese quinceañero al que me envió para sacar información. Creí que por primera vez él se interesaba por mí, que le importaba en dónde estuviera y que quería conocerme más. Sin embargo, justo ahora estoy atando cabos.
Y no. Papá no sería capaz de hacer algo así, ¿verdad? Lo único que mencionó fue que planeaba tomar medidas legales porque los padres de estos chicos tuvieron que ver con el quiebre de su empresa. Él nunca podría cortar los frenos, no haría eso. No si su hijo está en ese vehículo, ¿cierto? ¿Qué tanto odio les tiene? ¿En realidad se debe a que arruinaron su negocio?
—Voy a tener que volcar el autobús—comunica el conductor, puesto que no vislumbra otra opción—. ¡Chicos, sujétense!—ordena, a lo cual me quedo bloqueado.
—¡Espera, Gopal!—le grita Jazmín, quizás queriendo detenerlo o retrasar el impacto, pero ya es muy tarde.
El parque al que nos dirigíamos se encontraba a las afueras de la ciudad, así que no veo más que árboles y maleza por el vidrio de la ventana. Pienso que tal vez sería mejor idea salir por la de emergencia; no obstante, el vehículo se inclina sin darme tiempo a hablar.
Todo da vueltas, tantas que siento que estoy en una especie de juego mecánico. Me estampo contra el suelo y mi espalda choca con el lateral del autobús. Percibo un líquido descendiendo por mi cien y no me atrevo a reparar en qué consiste. Por suerte, no redamos mucho, pese a que continúo bastante mareado. Las ruedas quedan en el aire y dejamos de estar, aparentemente, en peligro. Mantengo los ojos cerrados hasta sentirme seguro de abrirlos, y esto ocurre cuando escucho la voz de Celeste.
—¿Estás bien?—inquiere, asiento como puedo y batallo por incorporarme.
—¿Tú estás bien?—cambio el sentido de la pregunta. Ella asiente, aunque luce igual de adolorida que yo.
Los chicos se ponen de pie y alcanzan la puerta, salen por esta con ciertas dificultades, pues ha pasado a localizarse en la parte superior. Gopal nos ayuda a salir, a pesar de padecer un dolor en su brazo derecho del que me percato a simple vista. Espero que no sea nada grave, iba conduciendo y llevaba puesto el cinturón de seguridad. Ojalá ello haya atenuado el fuerte golpe y se sienta mejor luego.
—Nadie se rompió nada, ¿verdad?—indaga, flexionando su extremidad en un intento de disminuir aquella dolencia. Al ver que todos asentimos, suelta un suspiro tranquilizador—. De acuerdo, llamaré a que vengan a buscarnos.
—¿Qué ocurrió con los frenos? ¿No respondían?—pregunta Milán. Voltea a observarme y, por alguna razón, no quita sus ojos de mí. Comienzo a sentirme intimidado.
—¿Qué?—cuestiono, confundido. Él niega, atónito, y me señala. Entonces poseo la sensación de que me están escaneando, mas no tardo en comprender lo que sucede.
No es a mí, no soy yo. Apuntan a dos personas paradas detrás de nosotros, las cuales lamento conocer muy bien. Papá está allí y eso es todo lo que necesito para saber que tuvo muchísimo que ver con lo sucedido. Las expresiones de mis amigos cambian de manera radical y enmudezco. Dan unos pasos hacia atrás, rechazándome, alejándose tanto de mí como sea posible. Mi padre mantiene su ceño fruncido. Pareciera que sus planes no salieron como pensaba y ese detalle le fastidia, ¿qué pretendía? ¿Qué intenciones tenía? No puedo evitar realizarme ese tipo de preguntas, aunque no sé si quiero conocer respuestas.
—¿Fuiste tú?—interrogo, conmocionado. Avanzo hacia él, porque el temor me abandona por escasos minutos y decido enfrentarlo.
—No te hagas el sorprendido—contesta, cruzados de brazos. Su gesto se torna divertido, mas perdura cierto aire de molestia—. Te pedí ayuda para que me brindaras información y accediste sin rechistar.
—No sabía que ibas a cortar los frenos—expongo, alterado. De pronto, siento unas ganas de gritarle e irme contra él, ignorando las consecuencias que pueda acarrear—. ¡Nunca te ayudé!
—¿Ah, no?—rezonga, con una ceja alzada. Parece estarse burlando de mí, deleitarse viendo esta escena—. La fiesta anterior nos trajiste bastante información.
—No es cierto—me giro a ver a mis amigos, quienes eluden mi mirada.
Celeste guarda silencio, cabizbaja. No obstante, noto sus ojos brillosos y me muerdo el labio inferior. Milán también luce afligido. Jamás lo esperaron viniendo de mí. Y debo admitir que sí, cometí un error al aceptar ayudar a papá. Pero no tenía conocimiento del plan que poseía para hoy, de lo contrario, se los habría advertido. Hay algo más. Estoy seguro de que me mintió, porque no quiere que conozca qué ocurrió realmente. Los padres de mis amigos no llevaron a la quiebra la empresa, puedo afirmarlo.
—¿En serio, Nicolás? ¿Tú?—se niega a aceptar Milán. Pienso que se acercará, mas conserva sus distancias y no sostiene mi mirada durante mucho tiempo.
—No le creas, por favor—casi le suplico. Entonces oigo una carcajada, proveniente del amigo de papá. Un hombre rubio y alto, que nos observa con aires de grandeza.
—Se supone que debieron sufrir un trágico accidente, pero creo que no dio resultado—se encoge de hombros, restándole importancia a lo que pudo ser una tragedia.
—¿Cómo pudiste hacer esto? Yo estaba ahí—inquiero, volviéndome hacia mi padre. Él ni siquiera se inmuta, no manifiesta ninguna clase de arrepentimiento, y ello me asusta y duele a la vez.
—¿Y por el hecho de que seas mi hijo me tienes que importar?—su frialdad me hace retroceder.
—No me llames así—sentencio, ya que justo ahora quisiera desunirme de él completamente. Que no poseamos nada en común.
No le importó en lo absoluto exponerme para concretar sus planes de venganza. Ellos eran mis amigos, y lo digo en pasado porque dudo que quieran saber de mí después de esto. Se marchan, a pesar de que intento explicarles la verdad. Les grito que me equivoqué e intento que crean en mis palabras. No pensé que cortaría los frenos. Ni siquiera lo visualizaba capaz.
***
¡Hola!
Espero que les haya gustado este capítulo y que se encuentren bien ❤ gracias por leer.
¿Qué creen que deba hacer Nicolás? ¿Descubrirá la verdad? ¿Cómo reaccionará? ¿Se lo dirá a Violeta? ¿Las cosas se pondrán aún más tensas entre los chicos? ¿Qué concepto tendrán ellos de Nico ahora? ¿Milo volverá a actuar?
Nos leeremos pronto, ¡adiós! 👋🏻
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