Capítulo 40: Develando sentimientos

Estalla en carcajadas cuando termino de contárselo todo, y pienso considero hacerme el ofendido, pero su risa me impide siquiera fingir que estoy molesto. Adoro escucharla así, quizás porque no la oigo reír tantas veces como quisiera y por ello, capturo en mi memoria cualquier momento que me parece perfecto. No sé si sea consciente de lo que provoca en mí con tan sólo esbozar una sonrisa. Sin embargo, tampoco yo. Desconozco mis sentimientos, y aunque siento miedo, me acerco más, pues siempre he sido amante de las aventuras y los riesgos. Si ella representa uno, estaré dispuesto a correrlo.

Caminamos alrededor del parque sin rumbo fijo, pues todavía falta un poco para que dé inicie mi turno y prefiero disfrutar estos instantes a su lado.

—Así que ahora todos piensan que soy tu novia—comenta divertida y asiento. Al principio llegué a creer que se enojaría conmigo, recién acabo de darme cuenta de lo equivocado que estaba.

—Sí, en teoría...—realizo una breve pausa para tragar saliva, después le sonrío—. Sí, es justo lo que creen.

—¿Y te molesta?—inquiere. Noto en su voz cierta incomodidad, como si pensara que me perturba la idea.

—No se trata de nada malo—aclaro, procurando observarla a los ojos para que crea en mis palabras—. ¿Por qué habría de molestarme?

—¿No te fastidian por tener feos gustos?

Niego de inmediato y tomo su mano. Me atrevo a mandarla una indirecta, que no sé cómo viene a mi mente, mas espero que la devele. Sin embargo, dudo que se haya percatado.

—Tengo hermosos gustos, ¿de acuerdo?

—Como digas—opta por resignarse al conocer lo insistente que puedo llegar a ser—. Y pásame la foto que nos sacaron el otro día.

—Recuérdamelo cuando mi celular tenga batería—le pido, a lo que entrecierra los ojos y suelta un suspiro.

—No me digas que otra vez...—se queda callada al verme desviar la mirada. Me cruzo de brazos y busco un lugar donde sentarnos.

—No me grites—imploro, mostrándome afligido. Violeta ríe, caminando a mi par.

Tiro de ella para que se siente a junto a mí, puesto que he encontrado una banca disponible. Hago que apoye su cabeza sobre mi hombro y no pone resistencia, luego le beso la cien, como acostumbro a hacer.

—¿Vas a decirle a tus amigos la verdad?—interroga, tras un silencio prolongado.

—No sé—me encojo de hombros y elijo consultarle antes de tomar una decisión que nos involucrará a ambos—. ¿Tú qué dices?

—Has lo que quieras—responde, tomándome del brazo y aferrándose a este. Me gustaría que pudiéramos quedarnos así por más tiempo.

—¿Eso significa que puedo decirles que sí eres mi novia?—levanta su vista para observarme y asiente, causando que me ponga tenso porque pensaba que diría que no.

—Diles que es reciente—responde, entretenida en nuestra plática—. Sólo no digas que hicimos... ya sabes.

—¿Qué? ¿Hacer qué?—deseo saber, a pesar de ver sus mejillas de una tonalidad rojiza.

—¿Tú no tienes que ir a trabajar?—retruca, evadiendo la pregunta formulada. Por más que me encantaría descubrir cómo respondería, debo ir a la cafetería.

—¿Me estas echando?—tuerzo los labios, a lo cual niega y se aparta de mí unos centímetros.

—No, solamente evito que vuelvas a llegar tarde—garantiza, revolviendo mi cabello. No se lo digo, pero me gusta cuando hace eso.

—Te voy a extrañar—admito, y trato de sonar empalagoso.

Violeta tira de mí para ponerme de pie, me abraza y le devuelvo el gesto a toda prisa, como si de esa manera pudiera guardar su esencia. Nos separamos antes de cruzar la calle, debido a que iremos en direcciones opuestas a partir de esa esquina. Y sigo mi camino, pensativo, aterrado por los sentimientos que empiezo a ver florecer y entusiasmado por conocer cuál será el destino final. Así concluyo que de ello se trata la vida, de viajes constantes rumbo a un futuro incierto, pero a la vez emocionante.

No había nadie más en casa que Julieta y yo, pero cuando llegó Jazmín, mi hermana no tuvo mejor idea que perderse con Daniela y dejarnos solos. Aunque tampoco es algo que me moleste, pues adoro pasar tiempo junto a Jazmín. Sin embargo, esta vez resultó siendo diferente. Justo ahora tengo muchas dudas que quisiera satisfacer cuanto antes. Ella me lo contó todo, y como la conozco, sé que no se saltó ningún detalle. Está confundida, por lo que guarda silencio de repente y se sume en sus pensamientos. No quiero verla triste, así que me dispongo a tratar de distraerla.

—¿Te apetece hacer otra cosa que no sea mirar al techo?—le interrogo, y mi corazón se siente complacido apenas Jazmín suelta una risa.

—Todavía poseo muchas preguntas en la cabeza—se lamenta, a lo que asiento. Supongo que si me hubiese pasado lo mismo que a ella, estaría igual—. Y no sé si podré sacarlas de allí.

—¿Por qué piensas eso?—le inquiero, deseando comprenderla para poder ayudarla.

—Porque quizás te parezca raro, pero no me siento muy dolida, sino desconcertada—confiesa pensativa y centra sus ojos en la ventana de mi habitación unos instantes—. Creí que todo estaba bien, quiero decir, aceptó salir conmigo.

—Puedo hablar con Nicolás si quieres, mañana lunes Julieta y yo iremos para darle la invitación a nuestra fiesta de cumpleaños—informo, y pese a que me observa dubitativa un momentos, no tarda en acceder.

—Agradezco que por lo menos haya sido sincero—suspira melancólica y abandona la silla giratoria para ir a contemplar el cielo.

Contemplo su figura desde mi lugar, intentando no ceder antes mis deseos de abrazarla por detrás. No obstante, se voltea hacia mí y me hace una seña, invitándome a acompañarla. Entonces le sonrío y la rodeo entre mis brazos, a lo que no parece incómoda.

Los colores del cielo durante el crepúsculo crean un bonito escenario que bien podría ser sacado de algún lienzo recién pintado. Luce unos tonos anaranjados y rojizos, que lo hacen mucho más atractivo. Ella me señala una bandada de pájaros vuelan hacia el horizonte. Por siquiera un minuto, me permito disfrutar dicho momento que no sé si volverá a repetirse. Mi corazón siempre ha acelerado sus latidos cuando estamos juntos, mas ahora creo que se han ralentizado.

—Jazmín—la llamo, a pesar de no saber qué decirle. Mi mejor amiga me mira, quedando bastante cerca de mí.

—Estaré bien, Fede—asegura y apoyo mi barbilla sobre su hombro, aún con la mirada fija en las nubes—. No tenés de qué preocuparte.

—No quiero que estés triste por esto—admito, sacándole una sonrisa sin habérmelo propuesto.

—Te tendré a vos pase lo que pase, ¿no?—consulta y asiento en respuesta afirmativa—. Me lo has demostrado durante años, gracias por ello.

—Soy yo quien debe agradecerte a ti, has estado acompañándome y haciéndome reír desde que tengo memoria—recuerdo gustoso. Jazmín ladea la cabeza y achina sus ojos.

—No olvides darme primero a mí la tarjeta de invitación para tu fiesta—apunta, apartándose un poco.

—Si prefieres que te la dé ahora, lo hago—propongo, pues las dejé dentro del cajón de mi escritorio y no me cuesta nada sacar una.

—Por supuesto que sí—comenta con obviedad, así que me apresuro a buscarlas.

Cojo un marcador negro al encontrarlas y escribo en la parte trasera de la tarjeta que saqué, un mensaje para Jazmín. Ella me analiza expectante; no obstante, continúo frente a su ceño fruncido producto de la confusión. Terminadas mis palabras, le entrego aquella invitación, que lee más rápido de lo que pensé y empiezo a ponerme nervioso de nuevo.

—Te quiero—suelta, robándome la capacidad de hablar por unos segundos. Hasta que vuelvo a esta realidad y, en voz baja, le respondo.

—Yo también—finalizo, sintiendo otra vez el corazón a mil por hora.

Puede que de eso se trate aquello que llaman amor, de altibajos que cambian a cualquier segundo con el gesto más simple que imagines. Se me dificulta describirlo, mas no sentirlo. Sé lo que es y no demoré en reconocerlo, sino más bien, estoy tardando en compartirlo.

Lo estrecho entre mis brazos y cierro los ojos ante su cercanía, siento como si por un momento todo estuviera en el orden correcto. Acaricia mi cabello, gesto que me tranquiliza y hace que esboce una pequeña sonrisa, la cual no alcanza a ver. Sus labios besan mi mejilla, causando que deje escapar un suspiro.

—Sabés que voy a tener que irme dentro de media hora, ¿verdad?—consulto. Él me abraza más fuerte, y casi por inercia, hago lo mismo.

—¿Vendrás mañana?—inquiere, separándose un poco para mirarme con mayor detenimiento.

—Sí, pero acompañada—aclaro, a lo que asiente sin dejar de sonreírme—. Y a los chicos aún no les he dicho nada sobre...—guardo silencio, pues de pronto desconozco cómo continuar.

No nos hemos planteado empezar ningún tipo de relación, y para ser sincera, tampoco es algo que me impaciente. Dejaré que tomemos el rumbo que debemos, aunque las cosas entre nosotros hayan cambiado luego de que le dijera la verdad.

—¿Sobre esto?—alza una ceja y me mira, mas frunzo el entrecejo.

—¿Qué es esto, precisamente?—retruco, a sabiendas de que se pondrá nervioso. Traga saliva y sus manos abandonan mi cintura.

—Lo que tú quieras que sea—contesta en voz baja y aclara su garganta. Entonces no puedo evitar soltar una risa que suaviza el ambiente.

—Creo que estamos bien así, Nico—le sonrío. Vuelve a tomarme de la mano y comienza a acariciar mis nudillos—. Te quiero.

—Y yo a ti—responde de inmediato. Jamás tarda en contestarme cuando le digo ello—. Extrañaba escuchar eso.

Abrimos paso a un momento de cómodo silencio en que no escuchamos nada más que el sonido de las agujas del reloj. La cafetería está tranquila, porque su turno no empezará hasta dentro de veinte minutos. Me quedaría, pero le prometí a papá que iría al estudio para ayudarlo a editar unas fotografías.

—Te lo dije también ayer—le recuerdo, juntando mi frente con la suya. No retrocede, mas percibo que me aprieta la mano, afianzado su agarre.

—Quería oírlo otra vez—confiesa y ruedo los ojos, divertida. Estamos demasiado cerca, sin embargo, ninguno se atreve a dar el próximo paso—. ¿Vas a decirle a tus amigos acerca de...?

—No sé, quizás debamos esperar un tiempo—sugiero y desvío la mirada hacia cualquier otro punto—. Recién hoy hablaste con Jazmín.

Nicolás muere su labio inferior apenas volteo a verlo de nuevo. Y lo entiendo, incluso yo me siento culpable. Espero que su mejor amigo esté levantándole el ánimo, mientras eso ocurre, seguiré buscando la manera de contarle lo que le estoy ocultando.

—¿Cómo está ella? ¿La has visto?—cuestiona, un tanto preocupado, y niego.

—Dijo que iría a ver a Federico, deben estar juntos ahora—explico, debido a la corta conversación que tuvimos esta tarde.

—¿Crees que después de esto no quiera verme ni en pintura?—río producto de su exageración, aunque luego reparo en que hablaba seriamente.

—Jazmín no es rencorosa—aseguro, pese a que me observa con desconfianza—. Yo sí.

—¿Debería tener cuidado contigo?—pregunta, más relajado, y opto por seguir bromeando.

—Tomalo como quieras—le guiño un ojo. Y me detengo en seco cuando siento por segunda vez sus labios sobre mi mejilla—. Veo que ya se te está haciendo costumbre eso.

—Si te molesta, no lo...—rodeo su cuello con mis manos antes de que pueda terminar, incrementando nuestra cercanía—. No te incomoda, ¿cierto?

—No—rechazo a la primera—. Pero se me hace tarde y debo irme.

Me giro hacia la puerta, dispuesta a analizar las calles y escanear hasta el más mínimo detalle. Todavía me causa temor caminar sola, a pesar de que sean unas pocas cuadras. Y no deseo recordar mis motivos.

—Te acompaño, aún tengo tiempo—abro la boca para objetar, no queriendo molestarlo. No obstante, él añade—: Seguro no tardaremos mucho.

—De acuerdo—acepto sin rechistar, porque no me fastidia en lo absoluto su compañía—. ¿Antes puedes darme un alfajor?

—Claro que sí—accede, ensanchando aquella sonrisa que se le había formado. Deposita un cálido beso en mi nariz y sale de la cocina camino al mostrador.

Aquel revoloteo en el estómago sigue allí, no se ha ido. Y dudo que lo haga teniéndolo tan cerca. Recorro el pasillo detrás de Nicolás, quien me entrega lo que pedí y se rehúsa a cobrarme. Salimos del lugar tomados de la mano, hecho que me provoca mayor tranquilidad y disminuye la inseguridad que sufría anteriormente.

***
¡Hola!

Espero que se encuentren bien y les haya gustado el capítulo ❤

¿Qué creen que suceda con Federico y Jazmín ahora que ella ya no sale con Nicolás? ¿Cómo se sentirá Jaz al respecto? ¿Celeste le dirá la verdad? ¿Qué son exactamente Nico y Celes ahora? ¿Qué estará empezando a sentir Milán? ¿A Violeta le pasará lo mismo?

Gracias por leer, ¡hasta la próxima semana! 👋🏻

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