Capítulo 36: Emociones desconocidas
Un mes transcurre sin que nos demos cuenta, uno donde finalmente conocemos a ese chico del que Jazmín tanto hablaba. Y también comprendimos por qué no para le cae tan bien. Se nota de lejos que es un buen chico, aunque no tenga demasiado dinero. Resulta que trabaja en una cafetería cerca al estudio fotográfico que tiene el padre de Celeste, por lo cual solemos ir allí después de la escuela. Esta última ha dejado de frecuentar aquel lugar, mas lo hemos atribuido a los trabajos que comenzaron a enviarnos a modo de tarea, pues no falta mucho para terminar otro año escolar. Cuando vine a vivir aquí, sabía que este sería distinto, y así fue, debido a que me he llevado sorpresa tras otra.
Mi cumpleaños número quince se aproxima, por eso estoy encontrando complicado sacarme dicho tema de la cabeza. No obstante, aproveché un momento para salir con Federico. Mamá no dudó en encargarnos algunas cosas, las cuales aceptamos.
—No nos olvidamos nada, ¿verdad?—me consulta él. Hago un rápido repaso mental y niego sonriente, porque esta vez no tendremos que regresar al súpermercado.
—Tenemos todo—aseguro, dándole una ojeada a las bolsas por encima.
—Hubiéramos comprado galletas con el dinero sobrante—se lamenta, ya que ahora estamos un tanto lejos del lugar.
—Buena idea, recuérdame hacerlo cuando volvamos a venir.
Federico asiente, pasándose una mano por el cabello. Estos días no fueron los mejores para él, puesto que Jazmín ha ido a ver a Nicolás casi a diario y acostumbra a contarle a mi hermano cada detalle. En estos momentos deben estar juntos, hoy sábado y podemos tomarnos unas horas libres.
—¿Ese no es Milán?
—¿Qué?
Volteo desconcertada hacia donde me señala Fede, yacía sumida en mis pensamientos que dejé de prestarle atención. Pero entonces lo veo. O mejor dicho, la veo. Habla con una chica a quien no soy capaz de observarle el rostro, debido a que se encuentra de espaldas y luce bastante atenta a su conversación. Posee ciertas ondas de cabello castaño que caen por sus hombros, detalle que me saca una sonrisa que difícilmente podré borrar.
Emociones desconocidas recorren mi interior, y a pesar de ello, doy unos pasos hacia adelante. Temo acercarme, sin embargo, algo me dice que debo hacerlo.
—Bueno, creo que ya sabemos con quién se desapareció Milán el día de su cumpleaños.
—¿Tú crees?—cuestiono dudosa. Federico ríe, aunque sus carcajadas van directo a segundo plano. No puedo apartar mis ojos de ella.
—También creo que Milán debería estar trabajando un sábado por la tarde. Y que esa chica se parece a Celeste.
—Pero no es—rechazo de inmediato—. Ella tiene el cabello un poco más corto y no se viste así.
—No pensé que Milán estuviese teniendo citas de nuevo—expone Federico, lo cual me hace fruncir el ceño.
—¿Piensas que sea una cita?
—A jurar por cómo la mira, sí—muerdo mi labio. Quiero acercarme a ellos, pero siento que les arruinaría el momento y no desearía causarles problemas.
Están bastante cerca, la abraza por la cintura mientras intercambian palabras que no alcanzo a escuchar. Nuestro amigo no cuenta con que estamos observándolos, así que procuro resistirme a los impulsos que tengo de ir hacia donde se encuentran. Reparo en la silueta delgada que tiene aquella chica, lo cual llama mi atención. Parpadeo conmocionada y permanezco callada, visualizando dicha escena desde el otro lado de la calle que me aterra cruzar.
Cruzo mis brazos, pues comienzo a sentirme nerviosa y no sé a qué se deba. A continuación, Milán toma su mano para desaparecer doblando una esquina, llevándose consigo también un cúmulo de extraños sentimientos que apareció dentro de mí.
—Yo menos—suspiro, sin poder quitar mi mirada de la acerca de en frente.
—Hay que interrogarlo cuando lo veamos. Me ofende que no nos haya contado el chisme.
Quizás en otro contexto, me habría reído. Pero estoy demasiado exaltada como para poder pensar con claridad. ¿Qué fue lo que acabo de sentir? O aquello que sigue en mi corazón y va disminuyendo de intensidad.
—Hecho—acepto de igual manera.
Primero tendremos que pasar a dejar las compras a casa, y posteriormente, tal vez vayamos al Vivero Bar. Debe estar a punto de cerrar, mas conocemos a Valentín y sabemos que jamás nos prohibirían el ingreso. Con suerte, Milán irá allí tras terminar su supuesto turno laboral.
—Y no te preocupes si niega todo, les saqué una foto por si acaso.
Alzo las cejas sorprendida, porque ni siquiera me di cuenta de ello. Sí que es precavido.
La música está sonando, pero mi mente se encuentra perdida en alguien a quien echo de menos. Me hace mucha falta. Estos últimos días apenas hemos hablado y quiero atribuirlo a que, como me dijo, tiene demasiados trabajos pendientes y tareas por entregar. Sin embargo, algo dentro de mí cree que está incómoda por lo que le dije. Jamás debí hacerlo. Tenía que haberle hecho caso a mis inseguridades y quedarme callado. Quizás así no nos habríamos distanciado tanto y ella seguiría conmigo. Adoraba pasar las tardes a su lado, con aquella sonrisa que esbozaba al llegar y los abrazos que me daba cuando veía que estaba triste.
—¿Todo bien?—consulta Jazmín, a lo cual asiento de inmediato.
—Milán no ha venido, eso significa que tengo más trabajo para mí—suspiro y trato de sonreírle. Observo la puerta, esperando sin querer su llegada.
—¿Extrañas a tu amigo?
—Sí, a mi amigo—miento y parece no darse cuenta.
Milán no me dio muchas explicaciones, simplemente me informó que no vendría porque debía encargarse de un asunto importante y no quise entrometerme. Prometió contarme todo después, lo cual decidí respetar.
—Podríamos salir luego si tenés tiempo—propone Jazmín, un tanto nerviosa—. Quería preguntártelo antes pero no me animaba.
Le sonrío, pues aquella idea suena agradable. No estaría mal que salgamos, nos llevamos de maravilla y creo que estaré libre el domingo temprano. A fin de cuentas, somos amigos, ¿no?
—Claro—confirmo y me encojo de hombros—. Podemos ir a caminar o a donde te parezca.
—¿Nos encontramos aquí mañana a las diez?—pregunta entusiasmada. Asiento, causando que de unos pequeños aplausos y achine sus ojos al sonreírme—. Genial, bien...—suspira emocionada—. ¿Vamos al parque?
—Por mi perfecto—contesto, dándome la vuelta para revisar mi teléfono.
No tengo ningún mensaje nuevo de Celeste. Nuestra última conversación acabó demasiado rápido y no deseé llenarla de mensajes, pues imagino que estará ocupada. No obstante, soy incapaz de sacarla de mi cabeza por un segundo. Ha encontrado el lugar adecuado allí y tampoco es que yo quiera echarla de ahí.
Intento distraerme hablando con Jazmín, aunque me siento culpable por estar ajeno a la charla. A pesar de esto, le presto atención como puedo cada vez que me habla de sus canciones preferidas y cómo le va en el colegio. Hace poco me presentó a unos amigos suyos que resultaron siendo bastante amigables. Puede que vuelva a verlos pronto, puesto que vinieron la semana pasada junto con ella después de la escuela. Hubiera querido ver a Celeste llegar también, pero debo ir aceptando que no siente lo mismo. Y no puedo culparla por ello.
—Gracias por todo, Nico—suelta mientras guarda sus cosas tras haber leído un mensaje de texto—. Debo irme a casa, ya son las siete.
—Nos vemos mañana—me despido de la mejor manera que puedo.
Quisiera poder ser una buena compañía, mas desconozco si he alcanzado a oír lo que dijo por completo. Cierta parte de mí no puede resistirse, por eso abro el chat de Celeste y le envío un audio, preguntándole qué tal está y diciéndole que puedo ayudarla con lo que necesite. Extraño que venga a verme, extraño su risa, extraño sus abrazos.
Intento despejar mi mente, pensar en otra cosa e imaginar un escenario distinto a Jazmín invitando a salir a ese chico. Ella nunca me dijo que lo haría, después de todo, mas no puedo tirar a la basura aquella idea por mucho que trate. Sé que conoció a un buen chico, estoy feliz por ello y eso es lo que me sirve de consuelo. No le hará daño ni romperá el corazón tan valioso que tiene. Sin embargo, también están los sentimientos que trato de callar y apartar por el bien de nuestra preciada amistad. Si ella quiere ver a alguien más, tendré que aceptarlo y la apoyaré pase lo que pase.
Camino junto a Julieta las cuadras restantes para llegar al Vivero Bar. Este se encuentra cerrado, por lo que calculo que deben ser las ocho pasadas. Venecia nos saluda desde adentro y viene hacia nosotros, abriéndonos la puerta.
—Hola—le sonríe Juli, quien me lanza una mirada que no logro descifrar al principio.
—No pensábamos encontrarte aquí—le comento. Y recién entonces comprendo qué quiso decirme mi hermana.
—Vine a esperar a Milán, siempre nos encontramos acá para regresar a casa. Ya debe estar por llegar del trabajo.
Veo que no podremos hacerle el interrogatorio. Está su madre presente y lo meteríamos en problemas. Quizás lo parecemos, pero no somos así de malos.
—Sí, claro... trabajo—murmura Julieta. No obstante, Venecia no alcanza a oírla.
Nos invita a sentarnos con ella y Valentín decide ofrecernos algo de tomar. Pasado un rato, le recibimos dos cafés acompañados por dos porciones de tarta de manzana. Julieta observa la puerta cada tanto, igual que yo, atenta por si Milán se digna a aparecer. Aunque dudamos de que lo haga acompañado. No sé desde hace cuánto conocerá a esa chica, pero parecen tener un tiempo por la cercanía y confianza que percibí a simple vista. Él nunca ha sido de contarnos absolutamente todo, así que no me sorprende que no estemos enterados.
Venecia comienza a preguntarnos por la escuela, puesto que sabe la gran cantidad de trabajos que nos están exigiendo realizar. Le respondemos que hacemos lo mejor que podemos, debido a que queremos mantener o aumentar nuestro promedio este bimestre. De pronto escuchamos unos golpes en la puerta, y Julieta golpea mi brazo: Milán acaba de llegar.
—¿Le preguntamos?—susurro, aprovechando que Venecia se ha levantado de nuevo.
—Está Venecia, no creo que sea buena idea—contesta pensativa, a lo cual asiento.
—¿Sucede algo, chicos?—inquiere Valentín, quien limpia algunos vasos sobre el mostrador.
—Lo siento, Fede no se animaba a preguntarte cuándo volverás a hacer tarta de manzana—repone Julieta. Al parecer se le da de maravilla encontrar excusas en el momento indicado.
—Cuando quieran, si quieren mañana—se encoge de hombros y sigue con lo suyo. Ahora seca un par de cubiertos que debieron utilizar los clientes.
—¡Fede! ¿Qué te trae por aquí? ¿Otra vez te dejó Jazmín?
Retiro lo dicho. Olvidaré mis modales y no me importará que Venecia sepa a dónde fue realmente su hijo.
—Y sí, tú tienes más suerte que yo en el amor. No vas a compararme contigo.
—Me alegra que te hayas dado cuenta—ríe divertido. Venecia lo observa con reproche y siento una punzada de culpa por lo que pienso hacer—. Aunque tardaste un poco.
—No pude evitar distraerme viéndote en una cita después de tanto tiempo, ¿cuánto llevas saliendo con esa chica?—interrogo, poniéndolo nervioso. Y Venecia frunce el entrecejo al no comprender nada—. Íbamos a preguntarte antes pero no quisimos interrumpirlos, hacen linda pareja. Veo que aprovechaste bien tu día libre.
—Milán no tiene días libres—lo regaña su madre. Julieta guarda silencio y se saca el móvil del bolsillo, lo agita señalando el mío y capto lo que quiera decirme.
—No sé de qué estás hablando—se aclara la garganta.
Tomo una bocanada de aire antes de enseñarle la fotografía que me ingenié para sacar. Milán sonríe y coge mi teléfono. Pensé que reaccionaría distinto, creí que se enojaría conmigo por decirle la verdad a Venecia y, contrario todo, ensancha una sonrisa. Observo que teclea unos instantes, y cuando me devuelve el dispositivo reconozco que se ha enviado a sí mismo dicha foto.
—Vibras—suelta Julieta y se gira hacia Valentín—. ¿Cuánto crees que duren?
Él ríe, pues acaba de enterarse de la situación aunque Venecia no luce tan entusiasmada. Milán suspira, entonces reparo en que los ojos le brillan. Joder, ¿así me veo yo cuando estoy con Jazmín? Qué horror.
—¿Estás enojada, mami?—le pregunta Milán. La pelirroja alza una ceja y deja escapar un suspiro.
—Sabés que no me molesta que salgas con alguien, ¿pero faltaste al trabajo?—retruca fastidiada.
—Te explico camino a casa, fue por una buena causa.
—De acuerdo—acepta Venecia. Esto no salió tan mal como creía, esperaba verla furiosa—. Nos vemos luego, chicos. Que tengan un buen fin de semana—se despide de nosotros.
Julieta ríe apenas los ve salir del lugar, Milán nos saca el dedo medio y desaparecen tras cruzar la calle. Sigo sin saber qué se traiga con aquella chica, pero parece ser especial. Porque no lo he visto mirar a nadie como la miraba a ella.
***
¡Hola!
Espero que les haya gustado este capítulo y que se encuentren bien en sus hogares :3
¿Qué piensan que sienta Milán por esa chica? ¿Quién será ella? ¿Qué opinan de la actitud de Federico de decirle a Venecia la verdad? ¿Qué sintió Julieta cuando vio a aquella chica? ¿Nicolás habrá entendido que Jazmín lo estaba invitando a una cita? ¿Cómo reaccionarán Federico y Celeste cuando se enteren?
Se vienen algunas sorpresas en los próximos capítulos ❤ gracias por leer, ¡adiós! 👋🏻
PDT: Ahora sí pondré los separadores, lo había olvidado 😅
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top