Capítulo 32: Tomar riesgos
No consigo borrar su rostro de mis pensamientos, y tampoco tengo intenciones de hacerlo. Me encanta tenerla conmigo, aunque sea allí. Extraño verla por aquí y sólo ha pasado un día desde que nos vimos por última vez. Su recuerdo me hace sonreír, y no importa qué tan mal haya estado mi día, termina dándole otro sentido. Observo la puerta esperando su llegada, sin embargo, los minutos pasan y no hay rastros de ella. Entonces reviso mi celular, en busca de algún mensaje donde me diga que está en camino. No obstante, suspiro desilusionado cuando leo sus palabras. Hoy no vendrá.
—Te dejó plantado de nuevo, ¿verdad?—consulta Milán a mi costado.
—Creí que vendría, pero debe estar ocupada—la justifico. Ayer parecía tener muchas tareas pendientes, y sé que es muy responsable con ellas.
—Sí, claro...—exhala mientras desvía su mirada hacia el suelo—. Tú y Jazmín se llevan bastante bien, ¿cierto?—asiento desconcertado.
—¿Por qué la pregunta?—le interrogo. Milán parece saber cosas que yo no.
—¿Acaso no te das cuenta?
—¿De qué?
—¿Me vas a decir que no te pasa nada?—inquiere y alza una ceja, divertido.
Permanezco en silencio un momento, al no saber qué responderle. Vuelvo a mirar la puerta, como si ella fuese a entrar por allí ahora. Y me descubro a mí mismo extrañando sus constantes visitas. Nos conocimos hace meses, cuando un hombre empezó a gritarme por trabajar en la calle. A partir de ese día, todo cambió.
Celeste alzó su voz por mí, porque quizás no le guste decirlo pero sé que las injusticias le causan muchísimo dolor. No se merece que le hagan daño, pues vale demasiado. Tal vez no lo vea, puesto que tiene más inseguridades de las que aparente. Sin embargo, sigo creyendo ciegamente en que es perfecta.
—Creo que estoy enamorado de Celeste.
—¡Hasta que por fin!—celebra Milán a mis espaldas y sonríe victorioso—. Abriste los ojos, superaste a tu ex. Felicidades.
—¿Gracias?
—Ahora dile que lo que sientes y listo, final feliz para los dos—aconseja divertido.
—¿Piensas que es buena idea?—pregunto, pues tengo serias dudas que me atormentan.
—Si nunca se lo dices, jamás sabrás si siente lo mismo que tú—responde convencido. Y tiene razón, quizás sea hora de arriesgarme por alguien que sí vale la pena.
—De todas formas no viene tan seguido como antes—intento poner una excusa, ya que los miedos están apoderándose de mí.
—¿No dijiste que vino ayer?—carcajea y niega, burlándose—. No pensé que la extrañaras tanto.
—Me prometió que volvería a venir a menudo después de los ensayos—lamento con tristeza. Apenas hablamos, estuvo al margen durante los minutos que estuvo aquí.
—Descuida, a Jazmín le agrada hacerte compañía.
—Pero extraño a Celes—deploro y regreso mis ojos hacia la puerta.
Podría llamarla esta noche, cuando salga de trabajar. Quisiera que nos viéramos en un lugar distinto, porque siempre nos encontramos aquí. No obstante, poseo pocos momentos libres y si atesoro este trabajo, es gracias también a que la veo a menudo.
—Dile que venga mañana. Jazmín tiene que cuidar a su hermana, así que no se aparecerá por acá y yo tampoco, sólo vengo los fines de semana. Estarán solos y podrán hablar tranquilos.
—Espera, no vayas tan rápido—lo detengo de inmediato y Milán frunce el ceño—. Necesito pensar algunas cosas, ni si quiera sé cómo decírselo.
—No debe ser muy complicado, he visto muchas parejas—ruedo los ojos y me llevo el dedo índice a la cien, pensativo.
—¿Y si me dice que no?
—Con Celeste nunca se sabe, no puedo asegurarte nada—le resta importancia y encoge sus hombros—. Lo que sí te garantiza es que te quitarás un peso de encima.
—No quiero arruinar las cosas con ella.
—No lo harás, todo saldrá bien—afirma confiado mientras palmea mi hombro—. ¿Qué es lo peor que podría pasar?
—Que no quiera volver a verme en su vida—contesto asustado, pese a que trato de no pensar en ello y rodearme de pensamientos positivos.
—Joder, piensa positivo, ¿sí?
—¿Y si no quiere tener ningún tipo de relación con nadie?
—No estarás seguro hasta que no se lo digas—apunta al instante. A veces pienso que tiene una respuesta para todo y no puede quedarse callado jamás.
—Entonces saltaré al vacío mañana.
—Suerte—me desea, y develo cierto nerviosismo en sus palabras—. Espero que no te conviertas en un soldado caído.
Ninguno sabe qué sucederá, pero decidí escucharlo.
Supongo que no me hará bien callarme lo que sea que estoy sintiendo. Resulta confuso, misterioso y maravilloso. A pesar de que desconozco qué consiga con decirle la verdad, este sentimiento sigue pareciéndome encantador. Esto es incluso más fuerte de lo que sentí algún día por mi ex novia. Y tal vez he descubierto que me gusta sentirme así por Celeste.
—Por cierto, ¿por qué no viniste ayer?
—¿Quieres? Sobraron—cambia de tema notoriamente y me ofrece unos alfajores—. Están buenos.
—¿No vas a contestarme?
—Voy a comérmelos si no quieres—amenaza, obligándome a tomarlos con rapidez.
Hoy tampoco tomé desayuno, así que prefiero aceptar su ofrecimiento y sonreírle. Quizás luego hablemos de ello, ya lleva faltando dos veces y me da cierta curiosidad saberlo.
Está comportándose extraño, y me entristece en cierto modo no saber a qué se debe. No acostumbro a verlo así, tan pensativo y serio que parece haberse quedado sin palabras. Siempre tenía algo de lo que le apetecía platicar y hoy de repente, permanece callado. Percibo cierta tristeza, que me preocupa aunque no soy capaz de comprender. Quise despejarme un poco de todo, cambiar de aire y tranquila, por ello decidí pasar la mañana aquí. El hotel es un lugar calmado, a mí me parece incluso acogedor. Perfecto para olvidarte de los problemas y reflexionar, meditar acerca de cualquier cosa que esté sucediendo.
Voy camino a la cocina, y niego al toparme con Celeste. Sigue concentrada mientras realiza algunos cálculos matemáticos. Creí que ya había terminado sus tareas, porque eso fue lo que estuvo haciendo ayer.
—¿No terminaste?—consulto sorprendida. Ella se sobresalta y niega, dejando escapar un suspiro. Debe estar cansada, igual que yo.
—Estuve ocupada—se excusa y me sonríe, a lo cual asiento no tan convencida.
—¿Con qué? Puedo ayudarte si querés.
Admito que me va mejor en letras, jamás he sido amante de los números y nunca lo seré. Sin embargo, tengo claro que dos cabezas piensan mejor que una.
—Dejá, son cosas mías—rechaza al instante. Suelta el lápiz y cierra su cuaderno.
Le sonrío de vuelta. Entiendo que no quiera molestarme, ¿pero cuándo lo ha hecho? Viene ayudándome desde que éramos pequeñas. No podría negarle mi ayuda ni aunque quisiera.
—¿Segura?—asiente y se lleva detrás de la oreja un mechón de cabello.
—¿Qué tal lo pasaste ayer? Lo siento, tuve que irme rápido—lamenta, mas le resto importancia y ensancho mi sonrisa.
Conocí a Nicolás el día de la fiesta, ya que Milán nos presentó. No negaré que me parece atractivo y adoro hablar con él, mas dudo tener alguna oportunidad. No luce como un chico que esté pensando en citas ni mucho menos, entiendo que priorice su trabajo, porque no tiene tanto dinero.
—Estupendo, de eso no hay duda—garantizo ilusionada y revuelvo mis dedos nerviosa—. ¿Puedo preguntarte una cosa?
Necesito saberlo, antes de hacer algo, debo conocer qué piensa Celeste al respecto. Quiero que sea honesta conmigo, debido a que jamás le he mentido y espero que ella tampoco a mí.
—¿Sí?
—Prometeme que serás sincera.
—De acuerdo, decime—afirma un tanto confundida, a lo que río y me apresuro a contarle para no hacerla esperar más.
Supongo que he estado exagerando todo este tiempo. Tiene razón. El hecho de que pasen juntos las tardes no significa nada. Federico y yo también frecuentamos mucho, hemos crecido de la mano del otro durante años y jamás llegamos a sentir más que amistad.
—Perdón, quizás me adelanté demasiado—trato de excusarme, avorgonzada.
—Tú siempre—toma mano sin desvanecer aquella sonrisa, con la que intenta decirme que todo anda bien—. Sientas lo que sientas, te apoyo.
—¿Por qué?
—Porque eso hace una amiga.
—Gracias, Aria...—cambia de expresión y resopla enojada.
—No me llames por mi segundo nombre o lo nuestro acaba aquí.
No puedo evitar reírme de sus ocurrencias, Celeste toma mi mano y se acerca a darme un abrazo, el cual recibo de la mejor manera. Ojalá nunca dejemos de estar así de unidas. Cada vez estoy más convencida de que nada podrá con nosotras. Si estamos juntas, superaremos cualquier obstáculo que se interponga en este largo camino de la vida.
Camino con el celular en mano directo al lugar donde suelo pasar mis mañanas de domingo. Resultó siendo un buen sitio para platicar de cosas irrelevantes y de suma importancia, todo equilibrado a la perfección, lo que hace que sea especial. Tuvieron que cerrarlo durante unos días; sin embargo, abrieron sus puertas de nuevo esta semana. Siento que las cosas vuelven a la normalidad conforme transcurren los días y eso me llena de felicidad.
Golpeo el vidrio para llamar su atención, él sonríe y Gala apenas levanta la mirada del portatil. Debe estar concentrada haciendo lo mismo de siempre. Quisiera ayudarla, mas no sé cómo.
—¡Gopal!—lo llamo, echo un vistazo a mi costado y encuentro a Bruno hablando con Devi. Sonrío ante la tierna imagen, porque así los recordaba.
Ellos son muy unidos. Cuando él nació, no pasaba mucho tiempo alejado de ella ni viceversa. Veo que sigue siendo igual que antes. Nada ha cambiado.
—Mirá quien está ahí—señala mi amigo. Entonces volteo, encontrándome a Ámbar tomando un batido de fresa—. La convencí de tomarse el fin de semana libre.
—¡Hola!—saluda, a lo cual respondo un tanto sorprendida. Devi recae en mi presencia y agita su mano, Bruno la imita, sonriéndome del mismo modo.
—¿Vos? ¿No decías que tenías que trabajar?
—Yo también me sorprendí, creí que estaba viendo un espejismo—asegura Gala desde el computador, donde teclea apresurada.
—¿Es real esto?—bromeo divertida, y Ámbar asiente fingiendo sentirse ofendida.
—Pero claro, estoy haciendo vida social como una persona normal—contesta a la primera y se dirige hacia esa mesa en que están sentados Bruno y Devi.
Río mientras niego y dejo que inicie una conversación con ambos. El hijo de Valentín parece estarse adaptando muy rápido a nuestro estilo de vida y llevarse bien con sus padres, aunque, ¿quién no lo haría? Si ellos nunca lo tratarían mal y hacen todo lo posible para que olvide los malos momentos que vivió.
—Gopal, ¿creés que podrías hacernos un favor?—consulto y tomo asiento delante de él.
Gala suspira cansada. Puedo darme cuenta de pequeñas ojeras bajo sus ojos, lo que me da a entender que quizás anoche no durmió por estar investigando. Después vuelve a teclear y se acomoda los anteojos, sonríe ante la pantalla. Tal vez haya decidido distraerse en otra página.
—¿A quiénes?
—A Julieta, a Federico y a mí—contesto, cruzando mis brazos por encima de la mesa.
—Decime, si está en mis manos lo haré.
—Mis mellizos quieren celebrar su cumpleaños y estuvimos pensando en una fiesta sobre ruedas—le explico, tratando de ser lo más clara posible. Gopal asiente, pidiéndome con la cabeza que continúe—. Vamos a alquilar un autobús y nos darán descuento si sólo pedimos el vehículo, por lo que necesitamos alguien que maneje.
—Yo me apunto.
—¿Sí? Genial, gracias por...
—Ay, no, lo voy a matar—me interrumpe Gala. Observa el portatil notablemente enojada en tanto niega y resopla. Podría jurar que hasta le sale humo por la nariz.
—¿Encontraste algo?—inquiero esperanzada, a pesar de que su expresión no me da buen presentimiento.
—Álex tuvo su primer curso reprobado, acabo de ver su libreta de notas—aclara enfadada. Entrecierro los ojos bastante asombrada. No esperaba toparme con tantas sorpresas hoy.
—Descuida, seguro se recupera el otro bimestre—expone Gopal, quien elige no darle tanta importancia ni vueltas al asunto.
—Puede que esté estresado, la fiesta de Fede y Juli lo ayudará a despejarse un poco—le sugiero calmada. Ellos también han reprobado algunas materias, pero siempre les he dicho que sus notas no los definen.
—¿Fiesta?—asiento y sonrío. Será divertido, estoy segura—. No irá a ninguna fiesta, está castigado.
—¿Hasta cuándo?
—Hasta que apruebe.
—¿No pensás que estás exagerando?—replica Gopal. Jamás la habíamos visto así, y es porque justamente su hijo no saca bajas calificaciones.
—Álex nunca ha reprobado, no sé en qué andará metido ese chico.
Cierra la computadora con brusquedad y sale del lugar. Observo a Gopal, quien niega preocupado. Ámbar también escuchó nuestra plática y nos mira con cierta tristeza. Ojalá no haya problemas. Sé que Álex se esfuerza, algo debió suceder para que eso ocurra y en vez de juzgarlo, Gala debería ayudarlo.
***
¡Hola!
Espero que sus familias se encuentren bien y les haya gustado este capítulo ♥️
¿Piensas que Nicolás hará bien en decirle lo que siente a Celeste? ¿Qué le dirá ella? ¿Por qué Milán no quiere decirle a Nico donde estuvo? ¿Celes le mintió a Jazmín o dijo la verdad? De no ser se así, ¿por qué creen que lo hizo? ¿Qué opinan de la actitud de Gal al final? ¿Por qué Álex habrá reprobado? ¿Ámbar estará dejando de centrarse excesivamente en el trabajo?
Muchaa gracias por leer :3 ¡hasta la próxima semana! 👋🏻
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top