Capítulo 29: Preparativos
Decido situarme en un lugar algo alejado del centro con el objetivo de que nadie note cuando saco mi celular. Lo busco entre mis contactos y empiezo a debatirme entre llamarlo primero o esperar a que lo haga él. Estoy a punto de presionar el botón rojo para hacerlo, mas desisto y vuelvo a observar la pantalla. Dejamos de vernos tan seguido a causa de los ensayos de baile a los que debo asistir, puesto que los meses pasaron a gran velocidad y ya estamos en agosto. Sin embargo, continuamos hablando y sé que pronto podremos vernos de nuevo. Tengo cierta sensación de vacío, de la cual desconozco el motivo, y un extraño presentimiento desde hace unos días. Siento como si algo muy importante estuviera a punto de suceder, y hasta me exaspera no saber qué es.
—¿Repasaste la coreografía?—pregunta Daniela, asiento a pesar de no haber prestado mucha atención a su pregunta—. Recordá que es el ensayo general.
—No me pongas más nerviosa de lo que ya estoy—le piso entrecerrando los ojos.
—Todo saldrá bien, no tenés de qué preocuparte—intenta tranquilizarme.
Estamos esperando al coreógrafo para darle un último repaso, a los pasos de baile. Pensé que me costaría mucho aprenderlos, porque siendo sincera, Daniela tiene mayor experiencia; mas me resultaron relativamente sencillos.
—Eso espero... se supone que vos deberías estar así, no yo—expongo y ella ríe. Admiro que se tenga tanta confianza, o al menos, sabe mostrarse confiada.
—No quiero arruinar el momento comiéndome la cabeza, Celes—responde ella, a lo que le sonrío y suspiro. Debe estar muy emocionada—. ¿Alguna vez pensaste que no ibas a cumplir nunca quince años?
—Sabés que sí—contesto, dando por hecho que conoce el motivo.
—Yo también—susurra cabizbaja; no obstante, vuelve a levantar su mirada de inmediato—. Pero sobrevivimos, lo hicimos.
Nuestros amigos parecen no prestarle atención a la conversación que mantenemos, parecen estar escuchando música por sus teléfonos y tener su mente en otro lugar. Así que me atrevo a platicar del delicado tema que pocas veces evito.
—No sé si alguna vez creíste que me perderías, pero yo siempre estuve convencida de que te sanarías—esbozo una sonrisa y veo dibujarse otra sobre su rostro.
—Gracias por confiar en mí cuando ni yo misma lo hacía—suspira aliviada. Imagino qué tan grande habrá sido el temor que sintió, y que nunca le desearía a nadie—. Digamos que estar en cuidados intensivos no te da demasiadas expectativas.
—Son horribles, Dany.
—Por eso quiero hacer esta fiesta, porque llegué a creer que ya no estaría aquí.
—Esa es una buena razón—afirmo, Daniela ensancha aquella sonrisa y achina sus ojos.
—Deberías hacer lo mismo. Sé cuánto te costó luchar, y pese a ello, jamás dudé de que saldrías adelante—asegura conmovida, después de unos instantes añade—: También sabía que volverías a casa.
Cambio a una expresión seria apenas toca aquel otro tema, el cual me trae los recuerdos de vuelta y un nudo se forma en mi garganta. Comienzo a tener ganas de salir corriendo, puesto a que lágrimas amenazan con brotar de mis ojos. Para mi suerte, recibo la llamada que tanto venía esperando y de pronto poseo una buena excusa para retirarme.
Tengo media hora para reponerme y seguir como si nada hubiese pasado.
—Lo siento, debo irme—anuncio poniéndome de pie y me saco el móvil del bolsillo—. Estoy orgullosa de vos, Dany.
Opto por entrar al primer sitio que veo disponible, el cual viene siendo el baño de mujeres del local. Entro a paso apresurado y cierro la puerta tras corroborar que nadie más que yo está allí. Levanto mi celular y contesto dicha llamada antes de que deje de sonar. Necesito hablar con alguien, y no acerca de lo que sucedió hace años.
—Perdona si te molesté, ¿estás ocupada?—niego, hasta que recuerdo que no puede verme.
—No, descuida, quería que hablar con vos—titubeo pese a mis esfuerzos por disimular.
—¿Estás bien?
Voy a contestarle que sí, pero me observo a través del espejo y descubro que he comenzado a llorar. Entonces deduzco que no sería tan creíble decirle que me encuentro de maravilla.
—No quiero hablar sobre eso.
—¿Y de qué quieres que hablemos?
—Decime lo que quieras—le contesto mientras seco mis lágrimas y trato de calmarme.
Inhalo y exhalo repetidas veces. Casi siempre funciona, sólo que en algunas ocasiones resulta más complicado y tardo en borrar esos momentos de mi cabeza.
—Te extraño.
—Yo también—respondo al instante. Cuando me doy cuenta, he vuelto a soltar lo primero que pensé.
—No sé que te traiga así, pero estoy seguro de que podrás con ello y si necesitas a alguien que te recuerde lo valiosa que eres, aquí estaré.
—Si estuvieses conmigo te daría un abrazo ahora mismo.
—Prométeme que lo harás apenas nos veamos de nuevo.
—Prometido—acepto, y sonrío sin hacer ningún esfuerzo. Mi respiración se va regularizando y dejo de sonar agitada.
—Hoy es el último ensayo, ¿verdad?
—Voy a ir el próximo lunes, tranquilo—río divertida. Un recuerdo de su sonrisa llega a mi mente, y no me apetece sacarlo de allí.
Agradezco que haya llamado. Necesitaba hablar con él y olvidarme un poco de los malos momentos pasé. Sin duda cumpliré lo que le prometí, después de todo, echo de menos tenerlo cerca.
Acomodo mi corbata y me miro al espejo, después arreglo el cuelo de mi camisa. Echo hacia atrás los cortos mechones de cabello que me caen sobre la frente. Suspiro nervioso, porque todavía no tengo preparadas las palabras que tendré que decir a mitad de la ceremonia. Empiezo a preguntarme si mamá ya tiene preparado algo, puesto que odiaré quedarme en blanco y hacer el ridículo delante de tantas personas.
Inti llevó a Daniela y a sus amigos al último ensayo de la coreografía ni bien salieron del colegio, mientras yo preferí quedarme para probarme el traje que mandé a hacer.
—¿Qué tal? ¿No te incomoda?—niego ante su pregunta y volteo a verla. Imagino que también se habrá probado el vestido que llevará.
—Creo que está bien así—le contesto a mamá. Froto mis manos ansioso, pues jamás he sido chambelán y no tengo idea de qué tendré que hacer.
—No sé cómo Daniela no está igual de nerviosa que nosotros—admite ella, quien además parece entusiasmada.
—Lo decís como si no la conocieras, ¿cuándo ha estado así? Creo que nunca.
—Mañana será un gran día—garantiza desde su lugar.
—Podría dedicarme a esto, ¿no creés? Ganaría mucho dinero siendo chambelán, ¿quién no querría contratarme?—inquiero divertido y vuelvo a acomodarme la corbaTa azul oscuro, color del vestido que usará Daniela.
—Recordá que estás apuntado para que seas chambelán de Florencia cuando cumpla quince dentro de dos años—asiento satisfecho. Estoy dispuesto a decir que sí cuantas veces me lo propongan.
—Desde luego que sí, que me avisen si requieren de mis servicios.
—¿Preparaste lo que dirás mañana?—interroga, aún recostada en el marco de la puerta.
—Sigo sin saber qué debo decir, ¿tiene que ser un discurso emotivo o puedo hablar de cualquier cosa?—cuestiono confundido. No suelo hacer este tipo de actos muy seguido y a decir verdad, siempre he sido tímido.
—Lo que sea, Tomás, si querés podés improvisar—responde quitándole importancia y agrega—: Eso haré yo, tal vez te resulte mejor que estresarte pensando.
—Lo haría si fuera bueno, pero soy malísimo para esas cosas, ¿y si se me traba la lengua?—mamá ríe ante mi pregunta y niega. No obstante, continúo agobiado.
—No tiene por qué salir mal.
—Más vale que tengas razón. No quiero arruinarle la fiesta a Daniela, le hace muchísima ilusión.
—Hey, no digas eso—replica mamá en seguida—. Nunca arruinarás nada. Tu hermana te querrá digas lo que digas.
—Capaz termino llorando—expongo emocionado—. Espero poder contenerme.
—No tenés que retener tus emociones, aquí nadie está para juzgarte.
Sonrío observándome frente al espejo otra vez. Poseo una madre bastante inteligente, me gustaría ser como ella y dejarme llevar más por mis emociones. Ella habla como si le temiese a nada.
—Gracias por ser la persona que sos.
—Quien debe agradecerte soy yo, me diste la oportunidad de ser tu madre.
Quizás haya abandonado hace mucho mi niñez, pero quedara presente cada palabra que salió de su boca en un intento de hacerme sentir mejor. Mamá estuvo conmigo cuando lo necesité, incluso las veces que quería estar solo para no mostrarme débil, y le estaré eternamente agradecido.
Mi hermana, aquella niña que llegó a nuestras vidas hace varios años, cumplirá quince. Me parece increíble lo rápido que transcurrió el tiempo. Aplaudo la fortaleza que tuvo, sé de quién heredó esas ganas de luchar.
Una sonrisa se forma en mi rostro mientras le escribo el último mensaje camino a casa. Las calles están oscuras, pues ha anochecido sin que me diera cuenta. Voy llegando tarde, así que imagino que papá debe estar allí y aunque no me gustaría cruzármelo, no tengo ninguna otra opción y debo seguir andando. Faltan pocas cuadras para llegar, solamente tres calles y podré descansar del trabajo. Estos días se han hecho más aburridos sin tener buena compañía.
Abro la puerta y observo que está encendida la luz de la cocina, lo cual significa que papá está ahí. Acelero mis pasos dispuesto a encerrarme en mi habitación y no salir hasta que sea hora de cenar, mas me llama antes de que pueda alejarme lo suficiente.
—Nicolás—suspiro cansado. Supongo que debo escucharlo, de lo contrario se enojará y no tengo ganas de discutir.
—¿Sí?—consulto, asomándome a observarlo.
—Necesito que me hagas un favor—informa, levantando su mirada para escanearme de pies a cabeza—. Descuida, también saldrás beneficiado.
Esa última frase hace que aumente mi curiosidad, aunque no de forma positiva. Él no es, precisamente, la clase de persona que ayuda a los demás y nunca se ha preocupado demasiado por mí. Parece disfrutar de mandarme a trabajar desde que era tan sólo un niño.
—¿Qué quieres ahora?—interrogo manteniendo una distancia considerable. Jamás sé qué rumbo tomará nuestra conversación.
—¿Recordás lo que te conté acerca de los amigos de tu madre?—asiento y evito mirarlo a los ojos.
Sabe que ese tema no es mi favorito al momento de tener una conversación, y la mayoría de veces que lo ha sacado a flote fue para culparme de todo. Sigo sin saber sus motivos, desconozco por qué haya querido abandonarme, pero intento no guardarle rencor. Papá dijo que se rodeó de malas compañías y fueron estas mismas personas que sabotearon la empresa que inició él hace años.
—¿Qué sucede con ellos?
—Van a hacer una fiesta mañana. He averiguado en qué local se celebrará y te conseguí un puesto de trabajo ahí, ganarás algunas monedas a cambio de que colabores en la barra.
—¿Gracias?—ladeo mi cabeza confundido.
Algo me dice que hay más, su oferta no podría acabar allí. Papá nunca hace nada sin esperar una recompensa y esta vez no debe ser la excepción.
—Van a ir unos amigos de tu mamá, necesito que me traigas información.
—¿Y qué piensas hacer con eso?—inquiero con notable desconfianza.
—No es de tu incumbencia lo que haga y deje de hacer.
—Entonces rechazo ese trabajo—concluyo disgustado. Él me observa de igual manera, luce exasperado y le sonrío.
En ocasiones disfruto de hacerlo enojar, hecho que es muy sencillo. Pienso marcharme cuando vuelve a hablar y volteo hacia él de nuevo, esperando que esto acabe lo más rápido posible.
—Quiero reunir pruebas de lo que hicieron para así tomar acciones legales.
—¿Y por qué no hiciste eso antes?
—¿Vas a ayudarme o acaso querés seguir trabajando en la calle?
—Está bien—accedo finalmente. Después de esta ocasión, ojalá no se le haga costumbre pedirme este tipo de favores—. ¿Qué quieres que haga?
—Presta atención a estos nombres.
Empieza a enumerar unos cuantos mientras asiento, a pesar de que no hago otra cosa que llenarme de dudas. Quiere vigile a las personas que menciona, y me sorprende que una de ellas lleve el mismo nombre que un amigo mío. Elijo no tomarle importancia, porque debe ser pura coincidencia. El mundo no es tan pequeño, ¿verdad? Terminaré esta especie de favor y regresaré a la normalidad. Nunca hemos sido unidos y tampoco me interesa serlo.
***
¡Hola!
Espero que les haya gustado este capítulo y que se encuentren bien junto a sus familias una vez más ❤
¿Creen que Nicolás hizo bien en aceptar ayudar a su padre? ¿Cuáles serán sus verdaderas intenciones? ¿Por qué Celeste echa tanto de menos a Nico? ¿Qué enfermedad tuvo Daniela? ¿Qué le ocurrió a Celes que le pone tan mal? ¿Tomás podrá dar un buen discurso en la fiesta de su hermana? ¿Qué sucederá en esa fiesta?
Gracias a todos por leer, ¡adiós! 👋🏻
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