Capítulo 28: ¿Por qué hay personas malas?
Sonrío al teléfono mientras lo escucho del otro lado de la línea y me doy cuenta de que extrañé escuchar su voz, pese a que hayamos dejado de vernos muy poco tiempo. Ha salido el sol después de la lluvia que hubo ayer y que abarcó gran parte de la tarde, mas hoy todo parece diferente. Prefiero observar el cielo azul a ver las calles inundadas por las lluvias, siempre he preferido el verano al invierno. Desvío mi mirada hacia aquel cielo despejado y descubro que allí hay algo más que sólo nubes.
—¿Has visto por la ventana?—le pregunto sin dejar de ver el arcoiris.
—¿También lo estás viendo?—asiento aunque no pueda verme y me recargo en la pared de mi habitación para seguir contemplándolo.
—Ya estaba cansada de tanta lluvia—contesto aliviada, puesto que este clima me resulta mucho más agradable.
—Me alegro de que no vinieras ayer—frunzo el ceño confundida, que reconozco sus intenciones—. Te podrías haber enfermado.
—¿Vos fuiste?
—Tengo que trabajar, Celes—mi sonrisa decae al escucharlo, por lo que bajo la mirada—. Y esta vez solo porque Milán tampoco vino.
—¿Te ha dicho por qué?—indago, pues dudo que él le haya comentado acerca de sus problemas.
—¿Hay algo que debería saber?
—No, sólo preguntaba—respondo con rapidez y espero haber sonado convincente.
—¿Crees que podamos cantar juntos la próxima vez que nos veamos?—inquiere tomándome por sorpresa.
No pensé que fuera a hacerme ese tipo de pregunta, ¿hablaba en serio cuando dijo que le gustaba como cantaba? Creía que lo había dicho por cortesía y no, porque de verdad opinara así. A veces pienso que me tengo muy poca fe.
—Si llevas tu guitarra, sí—condiciono después de unos segundos en que guardé silencio.
—Hecho, no aceptaré un no como respuesta—garantiza, a lo que suspiro. No hay vuelta atrás, ya estoy metida en esto y no suelo romper mis promesas.
—¿Por qué tanto interés en escucharme cantar de nuevo?
—Me gusta tu voz—responde sin agregar nada más.
Escucho sonar el timbre de casa y vuelvo a la realidad tras haberme quedado pensando, recuerdo que Jazmín vendría hoy y me llevo una mano a la frente. Tendré que cortar nuestra llamada.
—Debo irme, hablamos luego—informo observando la puerta de mi habitación, debido a que ella entraría en cualquier momento.
—Espera, ¿estás enojada?
—¿Qué? No, pero digamos que no suelen decírmelo seguido—justifico aún confusa. Quizás Nico tenga razón y no se me dé mal.
—Entonces yo te lo diré a menudo—concluye a fin de cuentas. Creo imaginarlo sonreír y lo hago también sin tomarle mucha importancia.
Nos despedimos y cortamos la llamada antes de que oiga unos pasos dirigiéndose a mi dormitorio. Dejo el teléfono encima del escritorio y me preparo para verla llegar, prometió que vendría a estudiar, pero dudo que lo hagamos. Normalmente terminamos viendo algunas películas o preparando un postre, mejor dicho, ella cocima. En todos mis años de vida no sé más que prepararme café.
—¿Celeste?—consulta abriendo la puerta, esbozo una sonrisa y le permito pasar con total confianza—. ¿Estabas hablando por teléfono?
—¿Has visto el arcoiris?—cuestiono cambiándole de tema, lo que funciona en un primer instante.
—Sí, ¿vos también? El cielo se ve mucho más bonito con eso allí arriba—cruza sus brazos y sonríe observándolo. Suspiro satisfecha, pues llego a pensar que ha olvidado su pregunta—. ¿Estabas llamando a alguien?
—Escuchaba música—intento mentir, lo cual parece no convencerla demasiado y tardo en encontrar otra excusa creíble.
—No sé por qué siento que hay algo que no me estás diciendo—manifiesta sospechando, aquello no me sorprende después del incidente en nuestro recreo esta semana—. ¿Confiás en mí?
—Claro—esbozo una sonrisa, pero Jazmín niega.
—Quiero hablar con vos acerca de lo que dijo Milán.
—¿Qué querés saber?—le interrogo. Ella me sonríe de vuelta y se acerca a mí con curiosidad. Debió sonarle bastante extraño todo lo que les comentó Milán.
—¿Estás conociendo a un chico?
—Sólo somos amigos.
—No es nada malo si empezás a sentir...—deniego de inmediato y opto por interrumpirla.
—No me pasan ese tipo de cosas si es lo que pensás—rechazo rotundamente. Jazmín ríe, asiente y vuelve a mirar por la ventana poniéndole fin a esta plática.
Aprovecho que está distraída para echarle un vistazo a mi teléfono, desconozco el porqué de lo revise más veces que antes; sin embargo, me alegra leer cierto mensaje que Nicolás acaba de enviarme.
Camino mientras tecleo el celular y no despego mi mirada del dispositivo. Voy muy concentrada, mas no me sorprende no chocar con alguien pues Federico tira de mí para evitarlo. Suspira y niega, sé que le disgusta que esté tan atenta al teléfono pero no dice nada, él estaría igual de no ser porque Jazmín no le está escribiendo ahora mismo.
—Juli, ¿ya viste eso?—pregunta, muevo la cabeza en forma negativa y sigo respondiendo los mensajes de Daniela.
Estamos preparando un buen repertorio de posibles canciones que bailaremos y otras que pondrán durante la fiesta. Federico resopla por no estarle prestando atención y cuando menos lo veo venir me arrebata el teléfono.
—¿Qué estás haciendo? ¡Dámelo!—exclamo enojada y hago todos los intentos posible por recuperar mi móvil.
—Voltea—ordena con una sonrisa y obedezco esperando que así me deje traje tranquila.
Sonrío apenas soy testigo de los colores que pintan el cielo, después de haber llovido ayer se ha dibujado un arcoiris que no cesa de causarme alegría. Siempre los he adorado, desde pequeña, nunca puedo evitar tomarme una foto debajo.
—¿Puedes...?—mi hermano asiente, pues ya sabe qué quiero preguntarle.
—Buscaré el mejor ángulo para que no salgas tan fea, ¿sí?—bromea entre risas.
No le doy importancia a las personas que nos ven con cierta confusión, porque la única opinión que llega a interesarme es la de mi familia, aquellos que han estado allí cada que lo necesité.
—No saques sólo una, mínimo cinco—exijo colocándome de distintos perfiles.
—No pidas mucho, tenemos que ir a comprar lo que pidió mamá—me recuerda tras sacar unas cuantas fotografías.
Casi lo olvido, nos han enviado a hacer las compras en el súper mercado, aunque no tenemos mucho que traer. Federico apuntó en una lista para no tener que llamar a nuestra madre como la vez pasada.
—Pásame la lista, quiero ver qué quería—pido cogiendo mi teléfono. Le escribo un último mensaje a Daniela y decido guardarlo.
Federico busca en sus bolsillos ante mi atenta mirada, hasta que luego de unos segundos traga saliva sin saber cómo responderme.
—Creo que la olvidé—sonríe excusándose nervioso.
—¿Acaso nunca podremos hacerle un favor como se debe?
—Somos un desastre de hijos—carcajea divertido, ocasionando que yo ría de igual manera.
—Así nos quieren.
—A veces he creído que a papá no le caigo bien—suelta de repente, dejé de reír y observé sus ojos, hecho que me causó dolor.
Federico no merece que nuestro padre se la pase juzgándolo por cosas que carecen de sentido alguno, detesto esos argumentos ilógicos que da apenas refuto las ideas que posee.
—Él no te odia, Fede—rechazo asustada. Mis manos comienzan a sudar por cierta razón y palidezco, mi mellizo no tarda en darse cuenta.
—Estará todo bien, tranquila—asiento aún padeciendo la extraña sensación, llega a mí cuando salen a flote estos temas—. No soy la clase de persona que detesta, me gustan las chicas.
—Si fueras gay tampoco tendría por qué odiarte.
—Lo sé, pero ya lo conoces.
—Prométeme que no serás como papá jamás—supliqué temerosa. Sería doloroso verlo convertido en alguien homofóbico, aunque no entiendo todavía el motivo por que me afecta tanto.
—Nunca seré así, te lo juro.
—Gracias—sonrío de nuevo y me acerco a darle un abrazo.
—¿Lo dices por la foto o porque no soy tengo ideas retrógradas?
—Ambas cosas, ya te he dicho que no te cambiaría por una hermana gemela—le garantizo, pese a que quizás no parezca tan creíble—. Estoy bien teniendo un hermano mellizo.
—Yo tampoco te cambiaría—afirma sin soltarme.
Quiero tener esa certeza, estar segura de que Federico no discriminaría a nadie por algo tan insignificante como su orientación sexual. Desearía que fuera de esta forma siempre y no cambiara por absolutamente nada. Dolería, desconozco mis motivos, pero sería doloroso oírlo expresarse de tal modo.
Es satisfactorio saber que tengo a una persona que estará dispuesta a escucharme y respaldar mis decisiones, además de respetarme como soy.
Lo veo sin saber qué decirle exactamente, porque no habla demasiado y guarda sus distancias con nosotros como si fuéramos a hacerle daño. A pesar de todo, me doy cuenta de confía más en Devi y no le gusta separarse mucho de ella. Recién lleva con nosotros un día, por lo que no hemos progresado mucho, mas iniciaremos un tratamiento psicológico para Bruno. Imagino que debe ser difícil tener apenas ocho años y afrontar esta situación, ¿cómo explicarle a un niño que fue víctima de adopción ilegal? No es algo que merezca ninguno.
Lo trajimos a casa ayer, y no quiso despegarse de Devi tanto tiempo. Ahora ella hablo con Bruno en nuestra cocina, él parece tener muchas preguntas.
—¿Entonces vos sos mi mamá?
—Siempre lo he sido y te amé desde que naciste—responde ella conmovida.
Parecemos estar viviendo un sueño, porque jamás pensamos darnos por vencidos pero sí creímos que quizás no lo encontraríamos.
—Gracias por buscarme, lo señores con que vivía me daban miedo—comenta atemorizado. Noté que su voz tembló y compruebo que sigue mostrándose tímido.
—Siento que hayas tenido que pasar por eso...—titubea dolida, a lo que yo suspiro desde mi lugar. Prefiero no intervenir todavía, Bruno debe acoplarse a su ritmo.
—¿Por qué hay personas malas?
—Me gustaría saber cómo responderte—desea Devi y besa su frente. Bruno bebe un vaso de leche, entonces reparo en que está bastante delgado.
—¿Puedo quedarme con vos?—interroga inseguro. Devi asiente conmocionada y le tiende un plato de galletas.
—Podés comer lo que quieras y si querés otra cosa, me decís—aclara parpadeando un par de veces. Esta noticia nos tomó desprevenidos, aunque ello no quita que nos haya alegrado.
—¿Vos cocinaste esto?—consulta con una sonrisa, haciéndome esbozar una a mí también.
—Sí, ¿qué tal? ¿Te gustan?—inquiere, toma la silla en que suele sentarse y se coloca delante de nuestro hijo.
—Están deliciosas—afirma mientras se lleva una a su boca. Devi sonríe, voltea a mirarme y levanto mi dedo pulgar, muy contento.
—¿Querés que te haga el desayuno mañana?—pregunta ella, obteniendo una respuesta afirmativa.
—Sí, por favor—sonríe e ingiere otra galleta.
Devi ha preparado galletas de naranja, según recordamos, a Bruno le gustaban muchísimo cuando era pequeño y las comía a menudo. Parece que hay cosas que nunca cambian, porque está disfrutándolas de igual manera que antes.
—Dentro de dos días tenemos que ir a ver a la psicóloga, ¿de acuerdo?—Bruno frunce el entrecejo confundido.
—¿Iremos al médico?—murmura con cierta timidez, pese a que por momentos habla libremente.
Entiendo que esto es como empezar de cero. Él no debe tener muchos recuerdos nuestros, por lo que le cuesta confiar, y más aún teniendo en cuenta cuánto sufrió junto a esas personas.
—No pasa nada malo, ¿sí? Sólo te harán unas preguntas y demás—le explica Devi.
—¿Papá nos acompañará?
Me pongo de pie al escucharlo y abandono el sillón, oírlo llamarme así después de años resulta increíble. Extrañaba que alguien me dijera de esa manera. Bruno está confiando en nosotros, ¿eso será buena señal? Tal vez no le cueste demasiado aceptarnos como padres. Intentaremos ser los mejores, porque merece pasar el resto de su infancia cual niño normal.
—Yo siempre iré con ustedes, a donde sea que vayan—le aseguro convencido.
Y mi día se torna todavía más hermoso cuando me sonríe. Hacía años no veía aquella sonrisa ni escuchaba esa voz. Nuestros esfuerzos valieron la pena, todos los carteles que imprimimos y pegamos por doquier dieron un maravilloso resultado del que estaremos agradecidos.
Bruno ha vuelto a casa.
***
¡Hola!
Espero que hayan disfrutado el video de multimedia 💖 que le haya gustado este capítulo y que todo en sus hogares ande bien.
¿Piensan que Federico algún día será como Joaquín? ¿Por qué Julieta tiene tanto miedo de que su hermanp sea homofóbico? ¿Qué pensará Jazmín acerca de que Celeste este conociendo a alguien? ¿Por qué Celes no quiere que nadie lo sepa? ¿Nicolás y Celeste volverán a cantar juntos? ¿Bruno confiará rápido en sus padres? ¿Él dejará de ser tan tímido pronto o le costará acoplarse?
Nos leeremos pronto :3
¡Adiós! 👋🏻
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