Capítulo 26: Discusiones familiares
Mis manos estaban frías, como siempre que me ponía nerviosa antes de salir sola. Debía caminar unas cuantas cuadras, no demasiadas, para llegar a mi destino, y aun así, se hacía presente dicha sensación de angustia. Olvidar no resultó siendo tan sencillo. Creí que dentro de unos meses volvería sentirme segura, sin embargo, han pasado casi cuatro años y sigo en las mismas condiciones.
No quiero decírselo a nadie, suficiente tuvieron conmigo durante el tiempo que estuve enferma.
Camino por los pasillos de la escuela, sabiendo que apenas ponga un pie afuera comenzaré a voltear cada cinco segundos y me abrazaré a mí misma en un desesperado intento de brindarme seguridad.
—¿Has visto a Dany?—pregunta alguien a mis espaldas, tras voltear descubro que se trata de Álex.
—No, de hecho ya me iba—niego rápidamente, aunque preferiría quedarme aquí un rato más. Sé que no debería darme miedo caminar sola, pero lo hace.
—¿Cambiaste de opinión acerca del baile?—volví a negar. Dudo que sea buena idea, nunca he sido la mejor bailarina—. Creo que voy a retractarme y a decirle que sí.
—¡No podés hacer eso!—sentencio alarmada, Álex parece no comprender mi descontento.
—¿Por qué?—inquiere confundido.
—Si es una coreografía en parejas y vos aceptás bailar, faltará alguien más y tendré que hacerlo yo también, ¿entendés?—le expliqué, lo cual pareció causarle gracia. Álex rió restándole importancia a aquello que acababa de decir.
—En ese caso, ya mismo le diré que sí a Daniela—informó divertido, ¿acaso no fue suficiente con lo que hicieron en el almuerzo? No quiero tener que bailar frente a más de treinta personas.
—Te estoy hablando en serio—repliqué molesta.
—Vos querés hacer esto, Celes, ¿creés que no me doy cuenta?—interrogó observándome. Desvié mi mirada sabiendo lo que vendría a continuación.—. Tenés miedo a equivocarte y que algo salga mal por culpa tuya, son tus inseguridades las que te impiden disfrutar.
—¿Qué te hace pensar que puede salir bien?
—¿Qué es lo peor que puede pasar?
—¿Arruinarlo todo?—él suspira, como si fuera imposible y estuviera exagerando.
—Por una vez arriesgate, no te arrepentirás—asegura Álex. Quisiera creerle y verme capaz de ello, mas tengo serias dudas de que suceda.
—Dejame pensarlo, no prometo nada.
—Por lo menos aceptaste pensarlo, es un avance—ruedo los ojos y emprendo mi paso de nuevo, por lo que vuelvo a sentir heladas las manos.
—¿Estás apurada?—pregunta al notar que avanzo sin afán de esperarlo. No nos falta mucho para llegar a la puerta de salida.
—Tengo cosas que hacer—asiento dejándolo atrás. Álex camina detrás mío, puesto que esta actitud puede extrañarlo bastante.
—¿Vas a ver al amigo de Milán?—indaga, a lo que volteo de inmediato. Nadie tenía por qué enterarse, y no lo hubieran hecho si no él no hubiese hablado de más.
—Iré al trabajo de papá—elegí mentir. Álex asintió y decidí tomarlo como señal de credibilidad. También frecuento el estudio fotográfico de mi padre, sabía que sería creíble.
No quisiera que empezaran con un interrogatorio, por lo que prefiero omitir el hecho de que no sólo voy a ver a papá.
Nos miramos mutuamente sin saber qué hacer, y finalmente decidimos guardar silencio. Desde hace veinte minutos estamos escuchándolas discutir, ninguno quiere intervenir por miedo a empeorar las cosas y hacer que terminen peor de lo que ya acabarán. No recuerdo la última vez que se llevaron bien, ¿realmente existió un día donde estuvieran en buenos términos? Para ser honesto, no creí que llegasen a haber estos tipos de problemas dentro de mi familia. Pensé que sería diferente.
Los chicos llegaron de la escuela minutos atrás, topándose con Ámbar que recién venía del trabajo. Mariana no desaprovechó esa oportunidad para empezar otra discusión.
—Esperaba tener una mejor hija—espeta enojada, abrí en grande los ojos muy sorprendido por su tono. Creo que jamás habían discutido así.
—¡Ámbar!—replico molesto. Ella baja la voz al verme, sabe que ha dicho algo malo y comienza a arrepentirse.
—Descuida, si hubiese podido no te habría escogido como madre—arremete mi hija. Martín deja de golpe su tasa de café sobre la mesa anonadado.
—¡Mariana!—reclama perturbado. Camilo se lleva ambas manos a las cienes, como si esto estuviese provocándole un dolor de cabeza.
—¿Pueden calmarse, por favor?—cuestiona el segundo de mis hijos.
—Estoy calmada, ¿qué no ves? Yo no soy quién está loca aquí—indica Mari, Ámbar quiere contestarle, mas opta por quedarse callada y no permitir que sus impulsos la dominen.
—Si siguen así voy a irme de esta casa apenas cumpla dieciocho—comenta Martín exhausto. Debe estar cansado de estas discusiones, igual que yo.
—¿Podemos hablar cual personas civilizadas que somos?—interrogo, conservando aún esperanzas de arreglar esto.
—Se los suplico, no dejan de gritar desde hace casi media hora—implora Camilo y sacude la cabeza. Lo entiendo, creo que a mí también acabará dándome migraña.
—¿Cuál es tu problema conmigo? Decimelo—exigió Ámbar. Trata de mantener el semblante fuerte, mas sé que le dolieron las palabras de Mariana.
—Que te olvidas todo el tiempo de que tienes familia, eso pasa—contesta de mala gana. Si no colabora, tendremos este enfrentamiento más difícil de lo que pensaba.
—¡Claro que no! ¿Acaso pensás que soy una madre ausente?—voltea a vernos en busca de respuesta. Camilo mira hacia otro lado y Martín tose intentando evitar la pregunta.
—Pues... Ámbar, te lo he dicho muchas veces—respondo con honestidad. Mariana sonríe, creyendo tenerme a su favor, cuando realmente no quiero irme de ningún lado.
—Hemos pasado muchísimo tiempo viajando, ¿no creés? Pensé que este año al descansar, pasarías mayor tiempo en casa y no irías a la empresa de lunes a domingo—expone Martín, Camilo asiente y Mariana se cruza de brazos. Espero que no empeore su rivalidad luego.
—Al menos Martín sí está tomándose en serio lo del descanso—concuerda Camilo, Ámbar suspira agobiada y niega, le cuesta creérselo.
—He vuelto a hablar con mis amigos, intento recuperar el tiempo perdido y vos deberías hacer lo mismo—la señala Martín, a quien le doy razón. Él está poniendo de su parte.
—¿Cuál es mi videojuego favorito?—pregunta de repente Camilo, conozco sus intenciones.
—No lo sé... ¿acabas de comprártelo?—consulta Ámbar confundida.
—A Camilo no le gustan los videojuegos, prefiere ver películas—corrige Mariana gustosa.
—Pensá que sos afortunada de tener a tus hijos sanos y salvos, ¿sabés cuántas madres quisieran esto?—suspira Martín, y de nuevo reconozco el fin, o mejor dicho, a qué quiere hacer referencia.
Esta semana recuperarán a Bruno, estoy seguro, Devi podrá quedarse tranquila y Valentín dejará de difundir su foto por Internet con esperanzas de encontrarlo. Confío en que finalmente regresará a casa, a reencontrarse con sus padres que tanto han hecho por traerlo de vuelta.
Releo el mensaje una y otra vez, sin poder creer ni comprender sus palabras, ¿es que acaso no soy suficiente? Le prometí que saldría adelante para darle lo que merecía, quería hacerla feliz y serlo yo también a su lado. Quizás no alcanzó con los regalos que intentaba comprarle a pesar de no tener mucho dinero, puede que haya decidido pasar de mí y buscarse a alguien más.
Tras mucho pensar, me animé a escribirle un mensaje por Instagram a Lidia. No sé por qué pensé que sería buena idea, volvió a decirme lo mismo de siempre, que yo no le servía de nada y que era un completo inútil.
Escucho la campana detrás mío, aquello causa que levante mi mirada y que logre verla parada frente a mí. Guardo el celular donde corresponde, puesto que no quiero torturarme leyendo ese mensaje más veces de las que ya lo hice.
—¿Qué tal tu día?—le pregunto, todavía cabizbajo y sin ánimos de levantarme.
—Eso te quería preguntar a vos—indica viniendo hacia el mostrador. Suspiro dolido, temo que acabe juzgándome después de contarle la verdad.
—¿Puedes prometerme una cosa?—ella asintió, dándose media vuelta y llegando a mi costado—. Quiero me escuches primero, y seas sincera conmigo.
—Estabas llorando, ¿cierto?—sonrío melancólico. Supongo que sabrá interpretar ese tipo de respuesta.
Empiezo a contarle cada detalle de la historia que comenzó hace años, cuando vivía en Perú y creía haber encontrado el amor, ahora poseo mis dudas, ¿debería hacerme sentir que no valgo nada? Porque es justamente mi estado de ánimo actual.
Celeste escucha atenta, guarda silencio y deja que relate cómo fueron las circunstancias. Cuando le cuento respecto a los insultos de Lidia, apoya su cabeza sobre mi hombro derecho, y con mi brazo derecho rodeo su cintura, abrazándola. Lo necesitaba, no sabe cuánto venía necesitando eso.
—No tengo idea de dónde encontrarás el amor, pero dudo esté en ella—concluye después de unos minutos. Evité decirle cómo se llamaba mi ex novia, así que desconoce su identidad.
—Me lo han dicho mucho, ¿piensas que tengan razón?
—Es una de las pocas cosas que puedo asegurarte.
—¿Qué más puedes asegurarme?
—Que no sos un inútil.
—Te tiré un batido encima, tienes motivos para creer que sí—le recordé arrepentido. Nunca quise hacerlo, vengo pidiéndole perdón desde entonces.
—¿Qué clase de persona pensás que soy?—cuestiona, haciéndome creer por un instante que está enojada—. No fue tu intención, olvidalo.
—¿Cómo haces para ser tan comprensiva?
—Entiendo lo que sentís, es todo—afianza aún abrazándome. Espero que esté mintiendo, deberían haberla hecho sentir como una inútil para que pueda comprenderlo, y no le desearía pasar por ello.
—Gracias, Celes—vuelvo a sonreírle y ella hace lo mismo—. Procura sonreír a menudo.
—¿Por qué?—ríe, echando hacia atrás su cabello castaño.
—Te ves bonita así, más de lo que ya eres—afirmo sin soltarla. Podría quedarme de esta manera por un buen rato, era reconfortante tenerla cerca.
—Mentiroso—acusa entre risas. Volteo a mi izquierdo y me encuentro con que su brazo yace abrazándome del mismo modo que yo a ella.
—¿No me crees?—Celeste niega y suspira, recargándose de nuevo sobre mí.
—¿Podés poner música? De seguro es mejor que deprimirte por alguien que no vale la pena—garantiza, a lo cual asentí. Tampoco me apetece darle más vueltas al asunto.
—¿Pero vas a cantar?
—Sólo si vos cantás conmigo.
—Con gusto—acepté sin ningún problema. Encendí la radio y cambié de emisora, buscando alguna canción, me detuve cuando reconocí una muy conocida.
No importó demasiada que estuviese a punto de llegar a su fin, no había otra cosa que quisiera hacer ahora. Lidia pudo haberme juzgado, diría que es una pérdida de tiempo y que hiciera algo más productivo, pero no está aquí. De momento carezco de un plan, pienso trabajar como de costumbre y regresar a casa, aunque quién sabe, tal vez conozca a alguien en medio de mi rutina.
Nos levantamos de nuestros asientos y tomo sus manos, comenzando a bailar al ritmo de la música que no cesa de sonar.
—Y yo te amaré, te amaré por siempre—cantamos juntos teniendo de único acompañamiento a esa vieja radio, que culmina dicha canción en breve.
—Deberíamos hacer esto más seguido—comento mirándola a los ojos. Siempre he pensado que el color verde le siente bastante bien.
—¿Te parece?
—A mí me gusta mucho tu voz—confieso, habiéndola escuchado muy poco. Quizás algún día la escuche cantar una canción completa.
—Si dejo de venir no te preocupes, ¿sí?
—¿Ya no vendrás?—consulto desconcertado. Celeste niega y se apoya en el mostrador, pensativa.
—Una amiga quiere que baile en su fiesta de cumpleaños, de repente deje de venir unos días porque es probable que los ensayos sean por la tarde—explica cruzándose de brazos. Veo que extrañaré tenerla aquí, aunque no se haya ido todavía.
—Serán unas semanas, ¿verdad?
—Sí, descuida, cuando menos quieras volveré a molestarte acá—sonreí tomando su mano derecha.
—No molestas.
—Y vos no sos ningún inútil.
Quería creer que tenía razón, debía dejar de torturarme con las palabras de Lidia que no dejaban que hiciera una nueva vida. Debo pasar página, no será fácil; sin embargo debo hacerlo por mi bien.
***
¡Hola!
Espero que les haya gustado y se encuentren muy bien de salud junto a sus familias ❤
¿Quién piensan que tiene razón en la discusión de Mariana y Ámbar? ¿Bruno regresará a casa o Gopal estará equivicado? ¿Álex esta en lo cierto respecto a que las inseguridades de Celeste no le permiten disfrutar? ¿Ella hizo bien en animarse a bailar? ¿Qué estará ocurriendo entre Celeste y Nicolás? ¿Franco se enterará promto de que Celes va a ver a alguien cerca a su estudio fotográfico? ¿Cómo se lo tomará?
Nos leemos pronto, cuídense mucho, ¡adiós! 👋🏻
PDT: ¿Cuál es su pasatiempo favorito? 🙋🏻♀️
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top