Capítulo 25: Grupo de baile
Presiona el acelerador sin exceder la velocidad, mientras niega y resopla bastante molesta. Le prometí que esto no volvería a pasar, por lo que se encuentra notablemente enojada, aunque esta sería mi primera tardanza del año.
Observo cómo recorremos las calles muy rápido, incluso dudo de que estemos yendo a una rapidez adecuada, mas me importa poco. No quiero llegar tarde al colegio de nuevo, los profesores de por sí ya detestan verme ahí y no deseo darles más motivos para tratarme mal.
—Que sea la última vez, Milán, ¡la última!—espeta mamá. Toma su celular y revisa qué hora marca el reloj, luego suspira agotada.
—No sucederá más, lo prometo—aseguré. Debería pensar en alguna excusa pronto, si le dijera por qué volví a quedarme dormido acabaría enojándose más—. Estuve haciendo mi proyecto de inglés.
—Y todavía me mentís, ¿pensás que no te escuché hablando por teléfono a las dos de la mañana?—cuestionó mamá. Ya presentía que se había dado cuenta.
—Estaba... bueno, no sería creíble decirte que pedía ayuda para el trabajo porque me va muy bien ahí—acepté a fin de cuentas. No serviría mentir si ella sabía la verdad.
—Pero hace unos días dijiste que tenías un trabajo de investigación en inglés, supongo que lo habrás hecho.
Mierda. Otra vez no.
—Puedo hacerlo después—mascullé, no queriendo aumentar su enojo, pese a que mamá no ha sido de molestarse mucho ni tener arranques de ira.
—¿Se puede saber que andabas conversando a esas horas de la madrugada?—cuestiona echándome un vistazo por el espejo retrovisor.
Desvío mi mirada desconociendo qué responderle, no sé si deba contarle o decirle acerca de mis dudas. Lo que sí tengo que claro es que mamá sabe más que yo respecto al tema y podría informarme mejor.
—¿Cómo puedes asegurarte de que una persona tiene algún problema con la comida?—pregunto de repente, tomando por sorpresa a mamá. Ella se ha detenido frente a un semáforo y estamos a sólo cuatro cuadras del colegio.
—¿Por qué esa pregunta?
—¿Vas a responderme?—retruqué impaciente. Si no contesta, tendré que preguntárselo a Luz.
—Normalmente esas personas tienen baja autoestima, muchas se autolesionan incluso y evitan las comidas, están obsesionadas con su peso—explicó al volante. Asentí pensativo, quizás estaba exagerando y esté sacando conclusiones apresuradas.
—Con autolesiones quieres decir que...—mamá asintió, tampoco le apetecía entrar en detalles.
—Justo lo que pensás, aunque no todas. Cada persona es diferente—aclara inquieta. Apuesto a que no entiende a qué viene todo.
—¿Y qué debe hacerse para ayudar a alguien con esos tipos de problemas?—inquiero preocupado. Intento no ahondar demasiado en aquel tema, sin embargo, necesito satisfacer ciertas interrogantes.
—Es complicado... ¿por qué querés saber estas cosas?—el semáforo se pone en verde y mamá emprende la marcha. Nuestra conversación terminará pronto.
—Porque me interesa la psicología—respondí lo primera que pasó por mi cabeza.
—Quienes más sabe de trastornos alimenticios son Luz y Azul, yo no conozco demasiado—indica mamá, igual de confundida que antes.
Ella trabaja como ingeniera agrónoma, Luz estudió psiquiatría y Azul padeció anorexia hace algunos años. Recuerdo a Violeta, cabello castaño y ojos verdes, tras unos segundos parezco encontrar similitudes entre ella y Azul, mas abandono rápido mis pensamientos. Hemos llegado, o mejor dicho, acabo de llegar.
—Que tengas un lindo día, espero no habértelo arruinado—me disculpo. Mamá sonríe apoyando su cabeza en el volante—. Sabes que agradezco lo que haces por mí... y lo aprecio mucho—afianzo apresurado. Giro para ver si siguen entrando alumnos, compruebo que sí y disminuyo mi prisa.
—Yo también te quiero, Milán—afirma tras unos segundos, puesto que no suelo decírselo seguido.
—Suerte en el trabajo—le deseo a punto de entrar.
Intentaré no quedarme hablando por teléfono hasta tan tarde, y de repetirlo, activare la alarma para evitar estos incidentes.
La última clase antes del primer recreo estuvo más que aburrida y no me apeteció prestar demasiada atención, por ello tendré que estudiar por mi cuenta después. Debo mantener un promedio regular, aunque nunca he sido de sacar calificaciones bajas. Si Álex se compadece de mí y acepta ayudarme, puedo obtener una de las notas más altas del salón, de lo contrario, no tengo otra opción que estudiar muchísimo.
Julieta está sentada atrás mío, escucho cómo golpea el pupitre con su lápiz impaciente. Esta mañana pensaba decirles algo a todos, sin embargo, tuve que suspenderlo por la ausencia de uno de nosotros.
—Creo que vamos a quedarnos allí, jóvenes, ya pueden salir al descanso de veinte minutos—sonreí apenas escuché esas palabras. No volveríamos a tener anatomía hasta dentro de una semana.
—¿Ahora sí nos vas a decir? Me ofende que no hayas querido decirme nada—expuso Julieta desde atrás. Debíamos darnos prisa e ir al comedor, pues quedamos en encontrarnos ahí.
—Vamos, deben estarnos esperando—indiqué entusiasmada. Estoy segura de que dirán que sí, sólo dudo respecto a las respuestas de dos personas.
Recorrimos los pasillos tan rápido como pudimos, tomé su mano y aceleré mis pasos. Pensaba decirles durante nuestro almuerzo, no obstante, acabé dándome cuenta que era incapaz de aguantar mucho tiempo guardándome esto. Sería maravilloso hacer una de las cosas que más me gustan junto a personas muy importantes para mí en un día especial.
—Si vas a proponernos algo, desde ya te digo que sí—afirma Juli, a pesar de no tener idea de qué tengo planeado.
—Por eso te quiero—esbozo otra sonrisa y beso su cien.
Hemos llegado a la cafetería. Federico nos ve y se aproxima a nosotras, detrás de él viene Jazmín. Espero algunos minutos a que estemos completos para comenzar, jamás he hecho ningún anuncio sin estar juntos.
—¡Vos!—señalo a Milán ni bien lo veo entrar—. ¿Cómo te atrevés a llegar tarde? Quería decirles esto temprano y no pude porque no estabas—me quejé molesta.
A pesar de todo, no resulta ninguna sorpresa que llegue tarde. Estos días estuvo viniendo a la hora adecuada, era demasiado bueno para ser verdad y sorprendía mucho.
—Volví a quedarme dormido, pero fue por una buena causa—aseguró él, quien comía una hamburguesa que debe haber comprado en la tienda del patio.
—¿Qué ibas a decirnos? Al grano—pide Álex. Toca el hombro de Milán causando que voltee a verlo y aprovecha para quitarle aquella bolsa de doritos que traía en el bolsillo.
—¡Devuélveme eso!—exclama indignado.
—Ignóralos, tú sigue—exige Federico. Jazmín está sentada junto a él y asiente recargándose sobre su hombro. No entiendo cómo no se da cuenta lo que siente por ella.
—Déjalos, creo que se gustan—ríe Mariana. Contengo una carcajada y me dispongo a continuar.
—¿Qué querías decirnos?—interroga Celeste. Milán y Álex siguen forcejeando esa bolsa de doritos, que en un descuido termina rompiéndose y cayendo encima de ella—. ¡Por la...!—guarda silencio. Hay profesores cerca e imagino que no quiere que le llamen la atención por decir groserías.
—Lo siento... ¿querés?—consulta Álex, tendiéndole la bolsa casi vacía.
—Están muy buenos—ofreció Milán, aunque varios doritos estaban regados por el suelo.
—No, gracias—rechazó enojada. Thiago reía por lo bajo, no queriendo que Celeste se enoje todavía más.
—Cuando fuiste a verme al trabajo y mi amigo te tiró encima el batido que le pediste no hiciste tanto escándalo—comenta Milán alzando una ceja. Quizás estoy perdiéndome de algo, o tal vez de mucho.
—¡No voy a verte a vos!—reclama Celeste, mientras resopla molesta.
—¿Entonces vas a verlo a él?
—¿Vas a ver a alguien?—interviene Jazmín, tan perdida como yo.
—¡Tampoco! Sólo voy a comprar—se excusa nuestra amiga, sacudiendo su casaca y limpiando los restos de doritos que cayeron allí.
—¿Y te demoras más de una hora comprando?—cuestiona Milán. Siempre le ha gustado molestar a todos.
—No seguiré hablando de esto.
—¿Pero les puedo mostrar la foto?—insiste él, haciendo un ademán de sacar el teléfono del bolsillo.
—¡Te dije que la borrarás!—exclamó alterada. Milán asintió riéndose, lo que acabó dándole cierta tranquilidad a Celeste, ella volvió a sentarse y bajó la voz—. ¿En qué estábamos?
—No sé, tú dinos qué ha sido eso—responde Thiago. Observa que quedó un dorito en la mesa y lo mete a su boca.
—Acababa de recogerlo del suelo... ya qué—suspira Álex, encogiéndose de hombros.
—Luego voy a hablar con vos, Celes—indica Jazmín. Si ella no sabe nada al respecto, algo está ocurriendo aquí, normalmente ambas son muy cercanas.
—Debo estar perdiéndome muchísimo...—suspiré resignada. Si seguíamos hablando, se pasaría el recreo y tendría que esperar al almuerzo para contárselo—. A lo que iba, necesito ocho personas que bailen conmigo en mi fiesta de quince años.
—Pon un anuncio en el periódico entonces—niego ante la respuesta de Álex, a él me refería cuando dije que dudaba de ciertas respuestas.
—Yo me apunto—afirma Milán. Sabía que diría que sí, no le haría falta pensárselo dos veces.
—Nunca he bailado pero decidí meterme en esto sin saber primero de qué se trataba—contesta Julieta. Sé que no le molesta de todas maneras.
—Si Jazmín baila conmigo, acepto—condiciona Federico. Estoy segura de que Jaz habría dicho que sí a pesar de todo.
—Yo también bailo con vos, Dany—me sonríe ella.
—No necesito pareja para bailar, ¿cierto?—consulta Mariana, a lo que dudo, puesto que todavía no tengo establecida la coreografía.
—Me tenés a mí, Mari, podemos bailar los dos juntos—promete Thiago. Hasta el momento, sólo faltarían dos personas de nuestro grupo.
—Celes...—murmuré, incitándola a que dé algún tipo de respuesta—. Álex...—él tampoco respondió. Entiendo que lo piense mucho, es muy tímido a veces y no suele hacer este tipo de cosas, lo mismo ocurre con Celeste.
Ambos no pronuncian palabra, sin embargo, después de mirarse unos segundos sonríen y se dignan a contestar.
—No.
Lo peor de todo es que sé que Celeste no quiere hacerlo porque sus inseguridades le dicen que no podrá y teme echarlo a perder, cuando nunca ha sido así. Comprendo que se haya vuelto más insegura después de lo ocurrido, pero esos miedos le impiden hacer cosas que quiere y llevarse buenos momentos. Además, sabe que nosotros jamás la juzgaríamos.
***
Saben que lo están buscando, sin embargo, intenta mantenerse tranquilo y confiado. Quiere creer que tardarán en dar con su paradero y podrán sacarlo del país antes de que sea demasiado tarde. Los ha llamado, pues deben coordinar el viaje ya mismo o todos esos años no habrán servido de nada. Está nervioso, porque no sabe si aceptarán aquel plan que tiene pensado.
Ingresan a verlo, volteando cada tanto para ver si alguien yace viéndolos por allí. Gracias a Daniel, hace unos días descubrieron que la policía está cerca, más de lo que debería.
—Deben irse mañana, tienen que llevárselo, deben llevarse a ese niño—ordena enojado. Toda esa situación lo trae de mal humor, por ello no dudo en desquitarse con quien tuviera frente a él.
—¿Y de dónde sacamos dinero nosotros? Te recuerdo que no tenemos ni un centavo—indicó aquel señor de barba y voz gruesa, padre adoptivo del pequeño Bruno.
—No obtuvimos tantos beneficios del Estado como pensamos que tendríamos al adoptarlo—explico la mujer que lo acompañaba, no obstante, sonreía—. Pero vos sí tenés dinero, sabemos que no gastaste ni la tercera parte de lo que tiene Milo.
—Olvidate, no voy a darte ni una sola moneda.
—Entonces no saldremos de Argentina nunca y van a quitarnos a Bruno—suspiró a modo de manipulación, aquello no hizo más que alterarlo.
—¿Cuánto quieren para que se larguen?
—Todo—contestó el hombre a la primera.
—¿Me estás jodiendo? Eso es demasiado—criticó furioso. Pese a esto, ambos señores continuaban mirándolo con aquella sonrisa, queriendo manipularlo.
—Quizás podamos llegar a un trato—finalizó resignado, aunque tampoco pensaba ceder y darse por vencido tan fácilmente, primero lucharía hasta las últimas consecuencias
Estaban bajo reloj, aquello lo tenía muy claro. Y debía darse prisa si no quería que todo se arruinara en un abrir y cerrar de ojos. Necesitaba pensar e intentar negociar con ellos.
***
¡Hola!
Gracias a todos por leer y espero que se encuentren bien a pesar de todo 💖 esto pasará.
¿Creen que Álex y Celeste se animen a bailar? ¿Celes va a ver a Nicolás al trabajo de Milán? ¿Por qué Milán le habrá hecho esas preguntas a Venecia? ¿Qué piensan que haya creído ella? ¿Con quién se habrá quedado hablando Milán hasta tarde? ¿Van a sacar a Bruno del país?
Nos leemos pronto 👋🏻 ¡cuídense mucho!
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