Capítulo 16: Amor a la música

Todavía tenía las cuerdas entre mis manos, sostenía la tercera cuerda de mi guitarra y recién pasados unos segundos, decidí soltarla. No podía quedarme así siempre, aunque qué no quisiera yo poder cantar hasta que muera. Soy capaz de dejar todas esas frustraciones atrás e ir a un mundo donde no me encontrarán nunca, siento que nunca llegaré tan lejos si no lucho por ocupar el lugar que quiero. Y sé que tengo razón, necesito luchar, batallar para conseguirlo y después disfrutarlo.

Saliendo del colegio, optamos por que este lunes fuera diferente y no tener un mal inicio de semana.

—¡Síganle, síganle!—gritaba mamá sosteniendo aún el teléfono de Julieta.

—Ya acabamos, gracias—le sonrió mi hermana y, apartándose del teclado que tocaba, fue hacia nuestra madre a recuperar su celular.

—Recuérdame, ¿por qué le pedimos que nos grabara?—le inquirí en voz baja a Julieta, quien se encogió de hombros teniendo consigo su dispositivo.

—Porque luego se enoja con nosotros y no quiero que nos castigue otra vez—respondió, procurando que mamá no la escuchara hablar así. No queríamos tener más problemas, lo del auto fue suficiente.

—Deberían subir ese video al canal—sugirió señalándonos, a lo que asentí algo conforme. No sería mala idea, podemos editarlo y subirlo luego.

—No lo usamos desde que ganamos el reality—rememoró Juli, echándole un vistazo a ese trofeo que lucíamos en la sala de estar. No planeábamos dejarlo, tenía que venirse a Buenos Aires, ya que nos costó mucho esfuerzo y dedicación.

Ganamos un concurso de canto a nuestros cortos doce años, participamos como dueto y además de recibir dinero, fuimos recibidores del gran trofeo que no puedo parar de contemplar. Era todo lo que soñábamos, dar a conocer aquel talento que heredamos de mamá.

—Sus seguidores siguen ahí, depende de ustedes aprovechar el impulso del concurso que ganaron—comentó orgullosa, nunca se ha cansado de repetirnos que somos los mejores.

—Genial, tenemos competencia—volvió a hablar Julieta mientras observaba la pantalla de su teléfono. Mamá y yo nos miramos extrañados, por ello decidimos ver lo que tanto le sorprendía a mi melliza.

¿En serio? Thiago acababa de subir un video donde cantaba una de las canciones de Gopal y Manuel junto a este último. No sonaban mal, sonreí sorprendido y contento, finalmente se había animado a cantar frente a un cámara.

—Se apuran con eso del video, les doy permiso para dejar sus tareas—ensanché mi sonrisa entusiasmado. Perfecto, no entendí nada de álgebra y no tendré que hacer esos malditos ejercicios—. Sólo por hoy—aclaró al ver lo emocionado que estaba.

—Me ilusionas.

—¿Más que Jazmín?—retrucó mamá alzando una ceja. Maravillosa jugada.

—Sí, digamos—asentí recordándola. Pasamos un rato agradable esta mañana, ojalá pudiera ser como Juli y afrontar cada temor que poseo.

Si entré a esa competencia de canto, fue por Julieta. Estando solo habría perdido traicionado por los nervios, o mejor dicho, ni si quiera hubiese hecho el casting.

—No te hará caso si no haces nada—afirmó Juli, desconectando nuestros instrumentos.

—¿Ves? A tu hermana la hice inteligente—indicó mamá, bromeando acerca del tema. Sé que necesito dar el primer paso y apostar por aquello que sentía, mas aún temo arruinar la amistad que tenemos.

—¿Y a mí? Debiste hacer menos cobarde.

—Vos sos valiente, Fede, sino hubiese dejado que Julieta cantara sola frente a miles de personas—recordó parándose delante del trofeo. Aquella noche fue la primera vez que vi llorar a mamá, jamás creí que se emocionaría tanto.

De todas formas, todos terminamos llorando. Incluso papá que intentó mostrarse calmado al principio, después terminó abrazándonos y diciendo que nos amaba.

—Te mataba si hacías eso—me apuntó Julieta con el mástil de mi guitarra negra.

—Qué linda eres conmigo—respondí sarcástico. Quizás no demuestra mucho su afecto, sin embargo, estoy seguro de que aprecia mi existencia.

—¿Más que Jazmín?—cuestionó Julieta, ignorando el sarcasmo que utilicé.

—¡Ya basta! Intento dejar de pensar en ella y no colaboran, iré a hacer mi tarea de álgebra—resoplé molesto, haciéndolas reír. Mamá y ella sí que adoran molestarme, cuando Julieta tenga pareja voy a hacerle lo mismo.

—¡Mentira, vas a escribirle a Jazmín!

Escuché gritar a Juli antes de comenzar a subir las escaleras, después oí reír a mamá y acabé soltando unas pequeñas carcajadas. Esas dos mujeres son maravillosas, espero tenerlas siempre dispuestas a fastidiarme o hacerme reír.

No se lo dije a Julieta, pero moriría por ella. Porque hemos estado juntos desde antes de hacer y, ante cualquier cosa, es mi hermana y también mejor amiga.

No pensé que volveríamos a ser cercanos en tan poco tiempo, creí que tal vez tendría que pasar un año para que estuviéramos como antes y ahora puedo comprobar que no. Estamos bien cerca del otro, nos hemos puesto al día de muchas cosas y retomamos nuestra amistad, esa que atesoro bastante.

A pesar de todo, Ailín ha cambiado, es más madura y dibuja muchísimo mejor. Aunque continúa siendo igual de sensible, siempre he dicho que posee un gran corazón y hoy puedo afirmarlo de nuevo.

—Hice ese en clase de química la semana pasada—señaló aquel dibujo que yo observaba sorprendido. No sé cómo logra darles tanto realismo, parece tratarse de una fotografía.

—Es maravilloso... no hay cosa que no hagas bien—aseguré devolviéndole la hoja de papel. Se trataba del dibujo de un tigre a color que lucía cual fotografía.

—Y no hay cosa que vos hagas mal.

—Decime algo que no hago pésimo—pedí sacando a flote mi baja autoestima. Yo no he cambiado, quizás sigo siendo ese mismo niño que lloraba por el bullying que le hacían y sufría por tener autismo.

—Cantás lindo, Dante, deberías volver a hacerlo—manifestó con aquella sonrisa que hacía más que cautivarme, igual que esos ojos cafés que resplandecían antes los rayos de sol que entraban desde el patio del hotel.

—Ya olvidé cómo se tocaba la batería—me encogí de hombros desanimado. Creo que sólo aprendí a tocar ese instrumento a los doce años, porque Celeste quiso aprender guitarra y quise acompañarla de cierta manera.

—Pero seguramente puedo ayudarte a recordar—garantizó Ailín tomando mi mano, acto que hizo que mis latidos aumentaran su velocidad.

—Si insistís harás que termine cantando a pesar de que me dé pánico—afiancé, puesto que no podía decirle que no. Jamás consigo no ceder ante sus insistencias.

—Ese es el punto.

—Quisiera haber cambiando tanto como vos—deseé en voz alta, sin preocuparme por que fuera juzgarme. Además soy consciente de que junto a Ailín, desaparecen los prejuicios y cualquier signo de maldad.

—No he cambiado... ¿o sí?—dudó observándome, continuaba sosteniendo mi mano.

—Sí, ahora sos mejor dibujando y has madurado—ella sonrió, acariciando mis nudillos. No pude evitar entonces que mi mirada recayera en sus labios entreabiertos.

—Vos también, te noto diferente—expuso de repente acortando la distancia que nos separaba, hecho que ocasionó el crecimiento de los nervios que yacían acorralándome—. Estás más alto y menos callado—esto último me sorprendió, creí que había retrocedido.

—Podría estar peor—le resté importancia, regresando a ver algunas hojas sobre la mesa de centro. Sus dibujos parecían tener vida propia—. Deberías estudiar artes plásticas.

—Y no dudes de que lo haré, ya he planeado todo—afirmó sonriéndome con entusiasmo. Ojalá esa sonrisa nunca desaparezca del rostro de Ailín, quisiera que no llegase a conocer ningún tipo de odio.

—¿Qué tenés pensado? Además de ser famosa y millonaria.

—No busco fama, sólo felicidad haciendo lo que amo—contestó a la primera. Sabía que no había cambiado respecto a su forma de ver el mundo por completo.

—Seré feliz si sos feliz.

—Quiero que estés ahí, en mi futuro—reveló tras algunos instantes de un cómodo silencio. No supe qué responderle, me quedé bloqueado.

Justo llegaron sus padres, Gala y Daimon, quienes hicieron que saliera de mis pensamientos y fuese a saludarlos. Pertenecen al grupo de las pocas personas con que no soy tímido ni de pocas palabras. Los conozco desde que nací y sé qué clase de personas son, cabe agregar que criaron a una hija perfecta y hermosa en todo sentido.

Camino a paso apresurado, como siempre que estoy sola, pues todavía temo no volver a casa otra vez. Sin embargo, me tranquilicé cuando estuve parada frente a mi destino. Abrí la puerta haciendo sonar esa campanilla colocada encima de esta. Entro al lugar encontrándome con él, quien se gira hacia mí de inmediato esbozando una sonrisa y es el primero en saludar.

—Hola—sonrío apenas logro escucharlo, y entonces noto que quizás algo anda mal. Desvía su mirada y borra aquella sonrisa, creo que se le hace difícil fingir.

—¿Todo bien?—él asiente, guardando silencio. No quisiera entrometerme, mas tampoco planeo dejar esto aquí—. Sabés que siempre habrá días malos, pero depende de vos hacer que el siguiente sea diferente y... ¿esa guitarra es tuya?—cambio de repente con los ojos iluminados.

—Sí, la traje porque necesitaba distraerme antes de que llegaran clientes—contestó volviendo a sonreírme.

Estaba en una de las mesas al lado de la ventaba, era color madera y se veía un poco vieja. Pese a ello, tenía todas sus cuerdas y carecía de abolladuras.

—¿Puedo?—consulté acercándome a dicho instrumento.

—¿Sabes tocar?—cuestionó extrañado, a lo cual asentí.

—Sé piano, ukelele y guitarra—respondí observándola detenidamente. Luce perfecta, y seguro sonará de la misma manera.

—Toca si quieres, aunque está adesafinada—suspiró lamentándose.

—Yo me encargo—afirmé ensanchando cierta sonrisa que traía conmigo. Opté por sentarme para estar más cómoda y comencé a mover el clavijero hasta asegurarme de que todas las cuerdas estaban afinadas.

—Gracias—pronunció tras unos largos minutos donde no dejé de sentir su mirada encima mío—. No sabía afinar a oído—aclaró finalmente, aproximándose a mí.

Empecé a tocar una melodía que no creí que reconocería al principio, comenzaban a darme ganas de cantar y no planeaba hacerlo aquí. Jamás he cantado frente a alguien, temo ser juzgada y nunca poder estar a nivel de mamá. Sólo lo hago cuando estoy sola y nadie puede escucharme, no me sentiría cómoda teniendo a personas en frente dispuestas a criticarme y hundirme por no alcanzar la perfección, ya me han dicho demasiado. No necesito oír más.

—Conozco esa canción—afianzó habiéndose quedado observándome. Pensaba que diría que hice mal los acordes—. Mi primer día sin ti de Enanitos verdes, estuve escuchándola mucho estos días—señaló, después tomó asiento junto a mí.

—No estás en tus mejores momentos, ¿verdad?—negó cabizbajo. Resulta fácil darse cuenta, habla menos hoy y está decaído.

—Estuve pensando muchísimo, tal vez más de lo que debería—expuso abatido. Supongo que no hay persona que tenga una vida fácil.

—Si querés sacar lo que sea de tu mente, podés contarme cómo te fue el sábado—sugerí recordando ese detalle. Según me dijo, tendría un nuevo compañero que trabajaría consigo.

—Cierto, me cayó de maravilla—indicó sin pensarlo tanto. Por lo menos tendrá alguien con quien hablar mientras trabaja los siete días de la semana—. Al comienzo fue raro, pero resultó agradable.

—¿Trabaja bien?

—Lo importante es que le echa ganas.

—Por algo te habrá parecido agradable—concluí aguantando algunas carcajas. Volví a las cuerdas, haciendo sonar algunas muy bajo para no interferir en nuestra conversación.

—Se distrae mucho a veces, y casi nos deja sin comida—terminé riendo, puesto que no pude evitarlo más. Aquello podría explicar por qué veo menos comida detrás del mostrador.

—Ahora que recuerdo, te venía a pedir mis alfajores. Dame cuatro, por favor—pedí todavía sonriéndole. A mamá le gustaron, así que pienso llevarle más hoy cuando regrese a casa.

Él se puso de pie dispuesto a traérmelos, y aproveché que tal vez no estaría viéndome para tocar de nuevo. Quise cantar, mas el tenor que sufría seguía presente y no me lo permitiría. Levanté mi mirada encontrándome con la suya, bastante atenta a cada movimiento que realizaba.

—Lo siento, no puedo dejar de mirarte si tocas la guitarra, y seguro que tampoco podría parar de escucharte si cantaras.

***
¡Hola!

Ojalá les haya gustado este capítulo :3 gracias por leer 💙 y espero que se encuentren con buena salud tanto ustedes como su familia.

¿Qué piensan acerca de Nicolás? ¿Por qué habrá estado deprimido? ¿Ailín también siente algo por Dante? ¿Federico y Julieta subirán su video a youtube? ¿Thiago hizo bien en animarse a subir su video cantando con Manuel?

Mis mejores deseos para ustedes en estos tiempos :c pronto pasará.

¡Nos leemos pronto! 👋🏻💪🏻🌎



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